El Cardenal Martínez Sistach habla sobre el papel de la Iglesia como una presencia amorosa y solidaria para los necesitados, siguiendo el ejemplo de María en las bodas de Caná. La Iglesia debe estar presente en el mundo para asistir a los pobres y denunciar las injusticias, mientras anuncia el amor de Dios para todos. También anima a los fieles a compartir el evangelio a través de iniciativas como "Luz en la noche" y a acompañar a los demás con compasión.
la Eucaristia es una Fiesta-Explicación para niños
Palabras del Cardenal Sistach 31 01-15
1. ARXIPRESTAT DEL POBLENOU
31 enero 2015
Parroquia de San Félix Africano
Barcelona
La Iglesia samaritana
Parlabras del Cardenal Lluís Martínez Sistach durante la visita
pastoral a las parroquias del Poblenou
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LaIglesiasamaritana|Any2014
La Iglesia samaritana
La Iglesia tiene que hacer una sola cosa: amar.
Y lo hace a través de las obras de misericordia: las corporales y las espirituales, necesarias
ambas porque las personas somos cuerpo y alma.
Amar no es sencillo. ¿Cómo amamos? ¿Nos limitamos a hacer asistencia? ¿Denunciamos?
¿Sensibilizamos? Cáritas se propone una triple labor:
Asistencia humanitaria básica.
Sensibilización sobre los problemas sociales.
Denuncia de las injusticias.
Esta es la función de la Iglesia en todo momento.
El hombre no solo vive de pan... pero el pan también es necesario. Hemos de dar los dos
panes.
Iglesia samaritana
Las parroquias son samaritanas en medio de las ciudades. ¡Hay tantos heridos! Todos
nosotros, de hecho, somos heridos. ¿Quién puede decir que no lo está? Todos sufrimos.
La Iglesia, como madre y como samaritana, se acerca al herido. Hace una función de hospital
de campaña, como dice el Papa Francisco. La Iglesia tiene los ojos abiertos a la realidad de
los que sufren.
María en las bodas de Caná es un ejemplo de cómo actuar.
Asiste a las bodas como invitada: la Iglesia también está en medio del mundo, ¡y debe
estarlo!
¿Cómo estamos en medio del mundo? ¿Hacemos acto de presencia como cristianos? El
Concilio Vaticano II nos habla bien claro: los laicos tenéis que estar en el mundo,
transformando las estructuras sociales y políticas. Tenéis que estar presentes y activos en la
Iglesia, pero especialmente en el mundo. Vamos al mundo, como Iglesia, para hacerla
presente en medio de la sociedad.
Maria es una presencia amorosa. Nosotros, ¿estamos presentes amando? ¿Cómo amamos?
Es una presencia atenta. Hijo, no tienen vino… Quizás vivimos un poco cerrados en nosotros
mismos, en la familia, en los grupos, en las parroquias… Los encuentros interparroquiales y
las visitas pastorales nos abren al arciprestazgo y a la diócesis: en todas estas realidades está
presente la Iglesia de Jesucristo.
¿Estamos atentos en el mundo? ¿Detectamos los problemas y actuamos?
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María también es una presencia solidaria. Es fácil reaccionar diciendo: no te enredes, es su
problema, hay que respetar la libertad del otro; no te metas… María hace suyos los problemas
del os demás. Sin angustias, sin obsesionarnos, ¡seamos solidarios! Ayudemos, denunciemos,
sensibilicemos.
Finalmente, María reza. Esto me hace ver la importancia de la oración de los fieles. María
acude a Jesús. Él, en principio, no puede hacer nada, pero ella le pide ayuda. Cree que Jesús
lo podrá resolver y ¡se lo pide! Jesús no responde diciendo que no puede, sino que dice:
Todavía no ha llegado mi hora… Pero hace el milagro.
Acudamos a Jesús con fe, como maría, ¡roguémosle! ¡Cómo nos cuesta pedir! Dios nos lo da
todo, tenemos todos los recursos, pero nuestra libertad debe hacer el resto.
El programa de Dios
El programa de Dios para la humanidad es del de un gran banquete, con una mesa donde
hay un plato con pan para cada cual. Pero nosotros no lo hemos hecho bien: unos pocos
tienen mucho pan, otros no tienen ni un plato…
Como el muchacho de los cinco panes y los dos peces, ¡démoslo todo! Allí donde hay Dios y
amor, los bienes se multiplican.
A las religiosas del Cottolengo nunca les ha faltado nada. Ellas dicen: Nosotras cuidamos de
los enfermos, ¡que son de Dios! Y él les da de comer. Siempre tienen suficientes recursos,
incluso de sobras.
La exhortación del Papa Francisco, La alegría del evangelio, nos habla de la evangelización de
los pobres. También ellos necesitan el pan de Dios, no solamente el pan material.
¿Qué sería del Poblenou sin las parroquias y todo su dinamismo? Estáis haciendo un servicio,
¡hay que agradecerlo! El obispo, antiguamente, era llamado padre de los pobres. Pues bien,
vosotros sois las manos del obispo. ¡Gracias!
Seguid acogiendo a la gente, y haced un seguimiento de las personas que vienen.
Acompañadlas, sed amigos de las parejas, de los padres, las familias… Llamadlos después de
la boda o el bautismo, por su aniversario. No perdáis el contacto.
Sobre el primer anuncio
El primer anuncio es importantísimo. Os invito a conocer la iniciativa “Luz en la noche”. Una
vez al mes se abre un templo en alguna zona céntrica de Barcelona, donde haya movida
nocturna. Se expone el Santísimo y un grupo de jóvenes organiza una plegaria. Salen a la
calle e invitan a los que pasan a entrar.
Mucha gente busca sentido a su vida. Dios vive en el corazón de las personas, en el corazón
de las ciudades. Los jóvenes de “Luz en la noche” presentan al recién llegado a Jesús: Jesús,
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te presento a N… N, te presento a Jesús. Le dan un papelito con un mensaje de Jesús para él.
Las reacciones son muchas, algunas intensas. Lágrimas, oraciones espontáneas, confesiones…
El mensaje es este: Dios salva a todo el mundo. A ti, con nombre y apellidos. Dios te ha
pensado, te ha conocido y te ha amado desde la eternidad. Él te ha hecho y te amará
gratuitamente para siempre. Y, como es infinito, te ama infinitamente. Por lo que eres, no por
lo que haces.
Anunciemos el amor: todo el mundo desea ser amado y todo el mundo es amado. El amor es
más fuerte que la muerte, que la guerra, que el mal.
Mujeres: tenéis una capacidad especial para comunicar. Decid al mundo que Dios lo ama.
Todos somos misioneros
Tenemos una tarea maravillosa y un mensaje actualísimo. ¡Seamos agradecidos!
Es cierto, la sociedad está muy secularizada... Pero en la vida de las personas hay momentos
que impactan y les hacen plantearse muchas cosas. No hay tanta secularización en la
persona. La sociedad puede estar secularizada, pero el hombre y la mujer no: en su corazón
hay brasas que esperan ser encendidas.
Como mínimo, todos podemos rezar.
¡Gracias a todos!