3. Según los testigos
del Proceso
de Canonización
del Santo,
Domingo de Guzmán
fue un contemplativo,
hombre de intensa
y frecuente oración,
que pasaba el día
predicando
y la noche dedicada
a la oración.
4. Era asiduo y devoto
en la oración,
más que todos los hombres
que haya conocido
(Fr. Esteban de España)
Raramente hablaba,
a no ser con Dios,
ORANDO,
o de Dios
cuando predicaba
(Fr. Juan de España)
5. Pernoctaba en oración,
y oraba con gemidos
y lágrimas
(Fr. Frugerio Pennese)
Cuando estaba en oración
se le oía decir a gritos:
“Señor, ten piedad de tu pueblo.
¿Qué será de los pecadores?”
(Guillermo Peyronnet)
Se disciplinaba con una cadena
de hierro, que tenía tres
ramificaciones; esto era voz
pública entre los frailes.
(Fr. Juan de España)
6. Fray Domingo tenía
la costumbre de pernoctar
en la Iglesia:
Oraba, y en la oración
lloraba y gemía mucho
(Fr. Rodolfo de Faenza)
Pernoctaba con frecuencia
en oración en la Iglesia;
lloraba mucho
en la oración.
Esto lo sabe porque
lo presenció muchas veces
(Fr. Pablo de Venecia)
7. Dedicaba más tiempo
a la oración
que al descanso...
Se abstenía de palabras
ociosas,
y hablaba siempre
de Dios o con Dios
(Fr. Guillermo de Monferrato)
En alguna ocasión le fue
a llamar
cuando estaba orando,
y contempló su rostro
bañado en lágrimas
(Fr. Pablo de Venecia)
8. Llevaba siempre consigo
el Evangelio de San Mateo
y las Cartas de San Pablo.
Estudiaba mucho
en estos escritos,
hasta el punto
de que los sabía
casi de memoria
(Fr. Juan de España)
9. Mientras viajaba,
quería siempre disertar
o hablar de Dios,
o enseñar, leer
y orar
(Fr. Ventura de Verona)
El maestro Domingo
nos decía en los viajes:
“Caminad
y pensemos en nuestro
Salvador”.
Y se le oía gemir y suspirar
(Fr. Pablo de Venecia)
10. Fray Domingo cuando iba por
los caminos se gozaba en las
tribulaciones, y alababa y
bendecía al Señor cantando en
alta voz el himno a María
“Salve, Estrella del Mar”.
(Fr. Bonviso de Piacenza)
Oraba a María, Reina de la
misericordia, bajo cuyo amparo
había puesto su Orden.
(Constantino de Orvieto)
11. Según el Beato
Jordán de Sajonia,
amigo íntimo,
compañero
inseparable y
sucesor
de Santo Domingo
como Maestro
General de la
Orden Dominicana,
el Santo recitaba
con frecuencia esta
oración...