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108 - Santa Rosa de Lima
Biografías
1586-1617
La patrona del Nuevo Mundo
y de las Filipinas
Nadie como ella para tratar de sentir los
dolores que Cristo habría tenido en el camino
al Gólgota y en la cruz. Ninguno como ella
para acaparar la admiración de los católicos
de todo el mundo. Solo ella logró adecuarse al
Señor, en su agonía y en su resurrección.
Fue bautizada como Isabel Flores de Oliva
Escogida de Dios desde su infancia
En la confirmación recibió el nombre de Rosa
Se dedicó a perfeccionar su cuerpo y alma
Misticismo juvenil
Redobla su ascetismo
Sufrió una desoladora incomprensión
Testimonio de fray Luis de Bilbao
Los tres últimos años de la santa limeña
Patrona del Perú, América y Filipinas
¿Por qué le pusieron el nombre de Rosa?
Santa Rosa de Lima
Biografías - 109
1586-1617
Misticismo juvenil
Rosa Flores de Oliva era una chi-
quilla muy hermosa, de figura
muy definida, dulce rostro y ma-
nos blancas, de suave y tersa piel.
Al descubrir que su perfección físi-
ca era incompatible con el sufri-
miento que tuvo Cristo en la cruz,
decidió hundir su manos en la cal
viva, desmejorándolas. De esa
manera demostró su comprensión
a los dolores del Señor.
Durante la cuaresma, que son los
cuarenta y seis días de penitencia
que el católico debe guardar des-
de el miércoles de ceniza hasta el
domingo de pascua, Rosa ayuna-
ba a pan y agua, demostrando que
ella sí sabía cumplir a cabalidad
los preceptos de su religión.
Fue bautizada como Isabel Flores de Oliva
Isabel Flores de Oliva nació en Lima el 30 de abril de 1586. Fue hija
del criollo Gaspar Flores, natural de San Juan de Puerto Rico, y de la
limeña María de Oliva.
Escogida de Dios, desde su infancia
Cuenta el doctor Castillo, médico de cabecera de Santa Rosa, que Ro-
sita, desde la edad de cinco años, practicó la oración mental. Desde
los trece años le comenzaron a ocurrir hechos sobrenaturales; que bien
pudieron tomarse como milagrosos.
La misma Santa Rosa le contó al doctor Castillo que Jesucristo se le
aparecía siempre. Le dijo: “Porque entonces no lo veía como otras ve-
ces de lado, ni solo se manifestaba cabeza y pecho sino que le con-
templaba derechamente, cara a cara, de la cabeza a los pies. Saliendo
de la humanidad de Jesucristo sentí que llegaban hasta el fondo de mi
alma llamas inexplicables de gloria, de suerte que pude pensar que es-
taba ya totalmente libre de las prisiones de esta carne corruptible y
trasladada a los goces de la fruición eterna”.
En la confirmación
recibió el nombre de Rosa
En el año de 1597, fue confirmada en la localidad de Qui-
ves, ubicada en la actual provincia de Canta, al norte de la
ciudad de Lima, por el arzobispo de Lima, Toribio de Mogro-
vejo. En este acto recibió el nombre de Rosa.
Se dedicó a perfeccionar su cuerpo
y alma
Santa Catalina de Siena fue su paradigma y se dedicó a per-
feccionar su cuerpo y alma con la oración y la abnegación.
“Sus maratónicos ayunos, su anhelo de vivir únicamente de
la hostia consagrada, sus desposorios místicos con el Niño
Jesús en brazos de la Virgen del Rosario, sus métodos de ora-
ción mental, su espíritu guerrero contra los enemigos de la
Eucaristía, su afán catequizador para con los indios y su ca-
ridad con los pobres y enfermos la convirtieron en el símbo-
lo de la Contrarreforma en el Perú” (Ramón Mujica Pinilla).
Carátula de un libro, en idioma italiano, publicado en Ro-
ma en el año 1666, sobre Santa Rosa de Lima, “... natural
de la ciudad de Lima, del reino del Perú, de la tercera or-
den de Santo Domingo”, dice una parte de la presentación.
110 - Santa Rosa de Lima
Biografías
Con tantos días de ayuno su débil cuerpo ya no daba para más, pero
ella no estaba conforme con su entrega al Señor, la que tenía que ser
total y con sufrimiento, “como Él”, decía, y en la víspera y el día Jue-
ves Santo rezaba arrodillada durante más de veinte horas seguidas, en
un estado de salud tal que llegaba al borde de la inanición.
En los días siguientes, sus devociones estaban dedicadas a la vida te-
rrena, “a reparar los pecadillos de la humanidad” .
Y pasaba, de los rezos a la práctica vivencial de demostrar la fe en Cris-
to, hacía servicios en la iglesia de los dominicos, que queda a orillas
del río Rímac, muy cerca a lo que actualmente es el palacio de gobier-
no y a pocas cuadras de la iglesia de Santa Rosa de Lima, y, entre otras
cosas, se dedicaba a cuidar enfermos y a atender a los menesterosos.
Evidentemente estas dos tareas eran muy sacrificadas, puesto que tenía
que moverse en un mundo donde la pobreza extrema no solamente se
expresaba en los rostros enjutos sino en organismos dañados por la en-
fermedad y ocultados por la suciedad. Con ello Rosa demostró que te-
nía mucha fe y coraje, porque una chiquilla criolla, de buena familia,
que vivía con todas las comodidades y, además, bien servida, no tenía
por qué estar expuesta a ese submundo.
Parece ser que las oraciones y la práctica de la fe no eran todo para
que Rosa demuestre su amor a Cristo. Ayudada por su hermano Her-
nando, consiguió el permiso de sus padres y construyó una ermita de
adobe en un rincón del jardín de su casa. Allí, se recluía, se separaba
del mundo externo, y pasaba largas horas del día y de la noche oran-
do y meditando. De cuando en cuando se le escuchaba cantar, con
voz muy bien entonada, una coplas que ella misma había compuesto,
“… para Jesús”.
Santa Rosa de Lima, según apunte del viajero francés Rugendas.
1586
1597
1617
1669
1670
1671
(30 de abril)
Nace en Lima
Isabel Flores
de Oliva, hija de don
Gaspar Flores y de
doña María de Oliva.
Recibió el
nombre de Rosa
durante su
confirmación.
Toda su vida
la dedicó al
servicio de Dios.
(24 de agosto)
Murió en la casa
de don Gonzalo
de la Mata. Sus
restos fueron
colocados en el
convento de
Santo Domingo.
El Papa
Clemente X
la proclamó
Patrona
del Perú.
Fue reconocida
por el papado
como Patrona
del Nuevo
Mundo y de
Filipinas.
(12 de abril)
Fue canonizada
por Clemente X,
convirtiéndose
en la primera
santa del
Nuevo Mundo.
El personaje y su tiempo
Santa Rosa de Lima
Biografías - 111
1586-1617
Redobla su ascetismo
El 10 de agosto de 1606 se convierte en terciaria de la orden de los do-
minicos y acentúa su creencia de que “hay que sufrir físicamente por
la muerte que había padecido Cristo” y de esa “manera retribuirle en
algo su dolor”. Estas eran frases que muchos ascetas de la época las de-
cían con firme convicción. Entre ellos era la moda y Rosa, la más cre-
yente de todos, estaba decidida a convertirlas en un modo de vida.
Por eso, y luego de ser aceptada por los dominicos, se dedicó a hacer
penitencias más severas. Se infligió feroces castigos físicos, no como re-
sultado de un acto masoquista sino de manera consciente y con permi-
so o autorización de su confesor, quien sabía que si le ordenaba que
parase, Rosa le obedecería.
Durante el día o la noche, Rosa se armaba de un fuete o una correa de
cuero y se flagelaba, tratando de sentir los mismos dolores que habría
sentido Cristo durante su pasión.
Para sentir la misma sed o el mismo hambre por los que pasó Cristo en
el desierto o en la cruz, Rosa incrementó sus días de ayuno, que no so-
lamente realizaba los días de cuaresma sino en muchos otros días del
año.
Con el objeto de llegar a los últimos límites del dolor y
el sufrimiento humanos, tal como habría sucedido con
Cristo, en los días de ayuno ya no bebía agua pura sino
agua con hiel de carnero, más desagradable y dañina.
Para duplicar su sufrimiento comía viandas sazonadas
con hierbas amargas, aquellas que estaban en estado sil-
vestre en su huerta o en cualquier calle limeña.
No conforme con tener dolores e incomidades durante
el día, Rosa renunció también a las horas sosegadas de
descanso nocturno y pidió que le confeccionaran una
cama de gruesos troncos de madera sobre los cuales
dormía, en la que su cabeza se apoyaba en una almoha-
da de leño deforme.
Para saber cómo había sufrido Cristo cuando los judíos
le pusieron la corona de espinas, Rosa, sobreponiéndo-
se al dolor, se ponía una corona hincando en sus cienes
noventa y nueve púas hasta sentir que gruesas gotas de
sangre bajaban por sus rostro y empapaban su blusa.
Por último, para emular el doloroso camino de Cristo,
al llevar la cruz hasta el Gólgota, Rosa hacía peniten-
cias llevando una pesada cruz con clavos salientes a la
altura de su cuello. A medida que daba varios pasos, la
sangre apenas era disimulada por su toca y hábito de
terciaria. Cuando la fatiga y la debilidad se daban la
mano, Rosa caía desfalleciente.
Supra humana
“No fue santa de hacer mila-
gros en vida, pero sí llevó una
vida espiritual superior a la par
que cumplía con todos sus de-
beres de estado, demostrando
así que santo no es quien hace
el bien y cosas extraordinarias
sino el que hace cosas ordina-
rias extraordinariamente bien”
(José Antonio del Busto Dut-
hurburu; “Enciclopedia Ilustra-
da del Perú”; p. 2410)
Santa Rosa en actitud de profunda meditación (pintura
colonial).
112 - Santa Rosa de Lima
Biografías
llados de los conocimientos y de la bondad de Rosa, quien demostró
tener más conocimientos que los teólogos de entonces.
Testimonio de Fray Luis de Bilbao
Entre otras cosas, Luis de Bilbao cuenta que Santa Rosa le dijo que:
“una noche vio en sueños muchas rosas esparcidas en el suelo sin or-
den. En eso, se le apareció Cristo y le dijo:
- Rosa de Santa María, esposa mía, levántate y en esta cestita recoge es-
tas rosas y de ellas hazme una guirnalda-.
Obediente, Santa Rosa tejió con las flores una diadema y se la puso
amorosamente en la cabeza del Salvador, desvaneciéndose en seguida
toda la visión”.
- Sería un sueño- le dijo Luis de Bilbao.
- Ya veo yo- repuso Santa Rosa, que no merezco tener revelaciones.
- Pero, ¿qué pensáis os quería dar a entender el Señor con esta visión?
- Bien claro está, padre. Hay en esta ciudad muchas vírgenes que, aun-
que a los ojos de Dios son rosas hermosísimas, pero como andan re-
partidas por las casas de sus padres, están como dispersas y sin orden.
Quiere mi esposo que yo le haga este servicio de que por mi diligencia
se recojan estas rosas y se reduzcan a un modo de vivir, bajo la regla
de Santa Catalina, que es como hacer una guirnalda de ellas.
- ¿Y cuándo y cómo se ha de fundar este convento?- le replicó Luis de
Bilbao.
- Así es ello, pero se ha de hacer. El cómo y el cuándo Dios lo sabe, pe-
ro de que se ha de hacer no lo dude.
La historia cuenta que el convento se hizo, aunque después de su
muerte.
Los tres últimos años de la santa limeña
Sus últimos tres años los pasó en la casa de Gonzalo de la Mata, un fun-
cionario del Virreinato, cuya esposa era admiradora de la joven limeña,
cuyos milagros y fama de santa ya se habían propagado en la ciudad
capital.
Cayó víctima de una penosa enfermedad. En sus momentos de dolor,
Rosa Flores de Oliva no dejaba de orar lo siguiente:
“Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma me-
dida tu amor”.
“Jesús, Jesús sea conmigo”- dijo el 23 de agosto, luego de haberle di-
cho a su hermano Hernando que la ayude a levantarle la cabeza sobre
el leño que le servía de almohada. Fueron sus últimas palabras. Antes,
con el cuerpo semiparalizado, les había dicho a sus padres, confesores
y devotos que su muerte era inminente.
Murió el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de edad. Dice el padre
Loayza: “Quedó hermosísima, los ojos abiertos y quebrados, la boca
Sufrió una
desaladora
incomprensión
Construyó una cabaña en el
huerto de su casa, donde se dedi-
có a hacer trabajos manuales, se-
verísimas penitencias así como
largas horas de oración y medita-
ción.
Esa extraña conducta fue critica-
da por sus familiares y satirizada
por sus amigos. Rosa sufrió una
desoladora incomprensión.
Incluso fue interrogada por el Tri-
bunal de la Santa Inquisición, co-
mo ocurrió con la beata o begui-
na Santa Teresa del Niño Jesús en
España (1582).
Cuentan sus biógrafos que los in-
quisidores Juan de Lorenzana y
Luis de Bilbao quedaron maravi-
En esa época, a las seglares
que tomaban el voto de po-
breza, castidad y vivían de sus
trabajos manuales, se las lla-
maba beguinas.
A las que, con esas miras, se
afiliaban a alguna de las órde-
nes predicadoras, se las cono-
cía como terciarias.
Rosa Flores de Oliva se afilió
como seglar a la orden de los
dominicos, obteniendo el ran-
go de terciaria dominica. Des-
de niña había sido atraída por
las virtudes de otra terciaria:
Santa Rosa de Viterbo, quien
murió en el año 1252.
Una terciaria
con grandes dotes
de santidad
Santa Rosa de Lima
Biografías - 113
1586-1617
entreabierta como si estaba riendo, de suerte que fue necesario que pu-
siesen un espejo para ver si lo estaba...”. Sus exequias fueron imponen-
tes. Acompañados por una inmensa multitud, sus restos fueron deposi-
tados en la Iglesia de Santo Domingo, donde hasta hoy se venera a la
santa limeña.
Patrona del Perú, América y Filipinas
El Papa Clemente X la proclamó Patrona del Perú en 1669. La convirtió
en Patrona del Nuevo Mundo y de Filipinas en 1670. Por lo tanto, es
Patrona del Perú, América y de las Filipinas.
La canonizó el 12 de abril de 1671, siendo la primera santa del Nuevo
Mundo. Se fijó su festividad para el 30 de agosto.
¿Por qué le pusieron
el nombre
de Rosa?
“En este nombre de Isabel la fue-
ron criando hasta que tuvo tres me-
ses, que estándola meciendo una
india criada en la cuna, teniendo
cubierto el rostro, la dicha india se
la descubrió por ver si había toma-
do sueño y lo vio tan hermoso, que
llamó a unas niñas que estaban la-
brando para que la viesen.
Y haciendo todas admiración; este
testigo desde el aposento donde
estaba la vio hacer extremos y sin
Santa Rosa de Lima yaciente, en el Convento de Santo Domingo, Lima.
114 - Santa Rosa de Lima
Biografías
avenida Tacna, en el centro histórico de Lima, rezan en la capilla y lue-
go se dirigen a un pozo artesiano de 19 metros de profundidad, ahora
totalmente seco.
¿A qué van al susodicho pozo? Todos saben que Santa Rosa de Lima,
para cumplir una de sus penitencias, se había puesto una gruesa cade-
na en la cintura, muy ceñida. La santa sabía que llevándola permanen-
temente le iba a fastidiar y hacer sufrir. Y justamente, para no caer en
la debilidad de sacársela, la acerrojó y votó su llave al mencionado
pozo. Ya nos imaginamos las horas de fastidio que habría pasado la
santa, pero ella las superaba pensando siempre que todo sufrimiento
humano era muy poco con relación al que habría tenido Cristo, “su
esposo”.
Sus fieles y devotos presienten que conectándose con ella puede hacer-
les algún milagro. Por eso, a dicho pozo, donde está su santa llave,
arrojan sus cartas donde están escritos tres deseos.
Generalmente, piden por el hijo ausente, por un familiar en serios
aprietos económicos, por la salud quebrantada, por la falta de trabajo,
por el esposo indiferente, por el ingreso a la universidad, por el amor
no correspondido, etcétera.
Evidentemente, todos sienten que han expresado los profundos temo-
res del alma y se sienten más aliviados y más unidos a la hermosa san-
ta limeña.
Vela rosa y vela blanca
“Otra tradición que algunas personas practican es prender una vela ro-
sa y otra blanca.
Alrededor de las velas hacen un círculo con sal y arroz, escriben el de-
seo en papel y luego lo queman utilizando la llama de las dos velas.
Seguidamente, le rezan siete Ave Marías.
Luego de eso asisten a la procesión anual que se realiza en honor a
Santa Rosa de Lima” (www.peru.com).
decirlas cosa alguna se fue dere-
cha donde estaba la niña; y como
la vio tan linda y hermosa y que
le parecía que todo su rostro esta-
ba hecha una rosa muy linda y en
medio de ella veía las facciones
de sus ojos, boca, nariz y orejas
quedó admirada de ver aquel
prodigioso suceso; las tomó en
las manos y empezó a hacer mil
alegrías y mostrar sumo gozo y
contento diciendo estas demos-
traciones: ‘Yo prometo, hija y al-
ma mía, que mientras viviré, de
mi boca no has de oír otro nom-
bre sino Rosa...’” (parte del testi-
monio de su madre, María de
Oliva).
El pozo
de los deseos
En el Perú, en homenaje a Santa
Rosa hay un día feriado no labo-
rable, que es el 30 de agosto. Los
devotos de la santa realizan ese
día el “tradicional paseo hacia el
pozo de los deseos”.
Familias íntegras, y delegaciones
de diversas instituciones sociales
y culturales acuden a la Basílica
de Santa Rosa, que queda en la
El 30 de agosto de cada año es tradición limeña que los devotos de Santa Rosa visiten la iglesia de Santa Rosa y depositen
en un pozo seco sus cartas, pidiéndole a la santa que se cumplan sus tres deseos.
Santa Rosa de Lima
Biografías - 115
1586-1617
De los escritos
de Santa Rosa
“El Salvador levantó la voz y dijo, con incomparable majestad: ‘¡Conoz-
can todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las
aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme
al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de
los carismas.
Que nadie se engañe: esta es la única verdadera escalera del paraíso, y
fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!’.
Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en
medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las
personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen: Oíd
pueblos, oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras to-
madas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin pa-
decer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conse-
guir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de Dios y la
perfecta hermosura del alma’.
Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la her-
mosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar.
Me parecía que ya no podía detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que
se había de romper la prisión y, li-
bre y sola, con más agilidad se ha-
bía de ir por el mundo, dando vo-
ces: ‘¡Oh, si conociesen los morta-
les qué gran cosa es la gracia, qué
hermosa, qué noble, qué preciosa,
cuántas riquezas esconde en sí,
cuántos tesoros, cuántos júbilos y
delicias!
Sin duda emplearían toda su dili-
gencia, afanes y desvelos en bus-
car penas y aflicciones; andarían
todos por el mundo en busca de
molestias, enfermedades y tormen-
tos, en vez de aventuras, por con-
seguir el tesoro último de la cons-
tancia en el sufrimiento. Nadie se
quejaría de la cruz ni de los traba-
jos que le caen en suerte, si cono-
cieran las balanzas donde se pesan
para repartirlos entre los hombres”.
Una terciaria deposita una ofrenda floral en honor a Santa
Rosa en uno de los pasillos del convento de Santo Domingo.
“Las doce han dado
y mi amor no viene
¡quién será la dichosa
que la entretiene!”.
-------
“¡Oh, mi Dios, si yo te amara!
¡Oh si te amara, mi Dios
y amándote me quedara
ardiendo en llamas de amor!
¿Cómo te amaré, mi Dios?
¿Cómo te amaré, Señor?
Siendo yo tu criatura
y Tú el Criador?”.
-------
“Pajarito ruiseñor
alabemos al Señor
alaba tú al Creador
y Yo a mi Salvador”.
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o cantadas por
Santa Rosa de Lima

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Santa rosa

  • 1. 108 - Santa Rosa de Lima Biografías 1586-1617 La patrona del Nuevo Mundo y de las Filipinas Nadie como ella para tratar de sentir los dolores que Cristo habría tenido en el camino al Gólgota y en la cruz. Ninguno como ella para acaparar la admiración de los católicos de todo el mundo. Solo ella logró adecuarse al Señor, en su agonía y en su resurrección. Fue bautizada como Isabel Flores de Oliva Escogida de Dios desde su infancia En la confirmación recibió el nombre de Rosa Se dedicó a perfeccionar su cuerpo y alma Misticismo juvenil Redobla su ascetismo Sufrió una desoladora incomprensión Testimonio de fray Luis de Bilbao Los tres últimos años de la santa limeña Patrona del Perú, América y Filipinas ¿Por qué le pusieron el nombre de Rosa?
  • 2. Santa Rosa de Lima Biografías - 109 1586-1617 Misticismo juvenil Rosa Flores de Oliva era una chi- quilla muy hermosa, de figura muy definida, dulce rostro y ma- nos blancas, de suave y tersa piel. Al descubrir que su perfección físi- ca era incompatible con el sufri- miento que tuvo Cristo en la cruz, decidió hundir su manos en la cal viva, desmejorándolas. De esa manera demostró su comprensión a los dolores del Señor. Durante la cuaresma, que son los cuarenta y seis días de penitencia que el católico debe guardar des- de el miércoles de ceniza hasta el domingo de pascua, Rosa ayuna- ba a pan y agua, demostrando que ella sí sabía cumplir a cabalidad los preceptos de su religión. Fue bautizada como Isabel Flores de Oliva Isabel Flores de Oliva nació en Lima el 30 de abril de 1586. Fue hija del criollo Gaspar Flores, natural de San Juan de Puerto Rico, y de la limeña María de Oliva. Escogida de Dios, desde su infancia Cuenta el doctor Castillo, médico de cabecera de Santa Rosa, que Ro- sita, desde la edad de cinco años, practicó la oración mental. Desde los trece años le comenzaron a ocurrir hechos sobrenaturales; que bien pudieron tomarse como milagrosos. La misma Santa Rosa le contó al doctor Castillo que Jesucristo se le aparecía siempre. Le dijo: “Porque entonces no lo veía como otras ve- ces de lado, ni solo se manifestaba cabeza y pecho sino que le con- templaba derechamente, cara a cara, de la cabeza a los pies. Saliendo de la humanidad de Jesucristo sentí que llegaban hasta el fondo de mi alma llamas inexplicables de gloria, de suerte que pude pensar que es- taba ya totalmente libre de las prisiones de esta carne corruptible y trasladada a los goces de la fruición eterna”. En la confirmación recibió el nombre de Rosa En el año de 1597, fue confirmada en la localidad de Qui- ves, ubicada en la actual provincia de Canta, al norte de la ciudad de Lima, por el arzobispo de Lima, Toribio de Mogro- vejo. En este acto recibió el nombre de Rosa. Se dedicó a perfeccionar su cuerpo y alma Santa Catalina de Siena fue su paradigma y se dedicó a per- feccionar su cuerpo y alma con la oración y la abnegación. “Sus maratónicos ayunos, su anhelo de vivir únicamente de la hostia consagrada, sus desposorios místicos con el Niño Jesús en brazos de la Virgen del Rosario, sus métodos de ora- ción mental, su espíritu guerrero contra los enemigos de la Eucaristía, su afán catequizador para con los indios y su ca- ridad con los pobres y enfermos la convirtieron en el símbo- lo de la Contrarreforma en el Perú” (Ramón Mujica Pinilla). Carátula de un libro, en idioma italiano, publicado en Ro- ma en el año 1666, sobre Santa Rosa de Lima, “... natural de la ciudad de Lima, del reino del Perú, de la tercera or- den de Santo Domingo”, dice una parte de la presentación.
  • 3. 110 - Santa Rosa de Lima Biografías Con tantos días de ayuno su débil cuerpo ya no daba para más, pero ella no estaba conforme con su entrega al Señor, la que tenía que ser total y con sufrimiento, “como Él”, decía, y en la víspera y el día Jue- ves Santo rezaba arrodillada durante más de veinte horas seguidas, en un estado de salud tal que llegaba al borde de la inanición. En los días siguientes, sus devociones estaban dedicadas a la vida te- rrena, “a reparar los pecadillos de la humanidad” . Y pasaba, de los rezos a la práctica vivencial de demostrar la fe en Cris- to, hacía servicios en la iglesia de los dominicos, que queda a orillas del río Rímac, muy cerca a lo que actualmente es el palacio de gobier- no y a pocas cuadras de la iglesia de Santa Rosa de Lima, y, entre otras cosas, se dedicaba a cuidar enfermos y a atender a los menesterosos. Evidentemente estas dos tareas eran muy sacrificadas, puesto que tenía que moverse en un mundo donde la pobreza extrema no solamente se expresaba en los rostros enjutos sino en organismos dañados por la en- fermedad y ocultados por la suciedad. Con ello Rosa demostró que te- nía mucha fe y coraje, porque una chiquilla criolla, de buena familia, que vivía con todas las comodidades y, además, bien servida, no tenía por qué estar expuesta a ese submundo. Parece ser que las oraciones y la práctica de la fe no eran todo para que Rosa demuestre su amor a Cristo. Ayudada por su hermano Her- nando, consiguió el permiso de sus padres y construyó una ermita de adobe en un rincón del jardín de su casa. Allí, se recluía, se separaba del mundo externo, y pasaba largas horas del día y de la noche oran- do y meditando. De cuando en cuando se le escuchaba cantar, con voz muy bien entonada, una coplas que ella misma había compuesto, “… para Jesús”. Santa Rosa de Lima, según apunte del viajero francés Rugendas. 1586 1597 1617 1669 1670 1671 (30 de abril) Nace en Lima Isabel Flores de Oliva, hija de don Gaspar Flores y de doña María de Oliva. Recibió el nombre de Rosa durante su confirmación. Toda su vida la dedicó al servicio de Dios. (24 de agosto) Murió en la casa de don Gonzalo de la Mata. Sus restos fueron colocados en el convento de Santo Domingo. El Papa Clemente X la proclamó Patrona del Perú. Fue reconocida por el papado como Patrona del Nuevo Mundo y de Filipinas. (12 de abril) Fue canonizada por Clemente X, convirtiéndose en la primera santa del Nuevo Mundo. El personaje y su tiempo
  • 4. Santa Rosa de Lima Biografías - 111 1586-1617 Redobla su ascetismo El 10 de agosto de 1606 se convierte en terciaria de la orden de los do- minicos y acentúa su creencia de que “hay que sufrir físicamente por la muerte que había padecido Cristo” y de esa “manera retribuirle en algo su dolor”. Estas eran frases que muchos ascetas de la época las de- cían con firme convicción. Entre ellos era la moda y Rosa, la más cre- yente de todos, estaba decidida a convertirlas en un modo de vida. Por eso, y luego de ser aceptada por los dominicos, se dedicó a hacer penitencias más severas. Se infligió feroces castigos físicos, no como re- sultado de un acto masoquista sino de manera consciente y con permi- so o autorización de su confesor, quien sabía que si le ordenaba que parase, Rosa le obedecería. Durante el día o la noche, Rosa se armaba de un fuete o una correa de cuero y se flagelaba, tratando de sentir los mismos dolores que habría sentido Cristo durante su pasión. Para sentir la misma sed o el mismo hambre por los que pasó Cristo en el desierto o en la cruz, Rosa incrementó sus días de ayuno, que no so- lamente realizaba los días de cuaresma sino en muchos otros días del año. Con el objeto de llegar a los últimos límites del dolor y el sufrimiento humanos, tal como habría sucedido con Cristo, en los días de ayuno ya no bebía agua pura sino agua con hiel de carnero, más desagradable y dañina. Para duplicar su sufrimiento comía viandas sazonadas con hierbas amargas, aquellas que estaban en estado sil- vestre en su huerta o en cualquier calle limeña. No conforme con tener dolores e incomidades durante el día, Rosa renunció también a las horas sosegadas de descanso nocturno y pidió que le confeccionaran una cama de gruesos troncos de madera sobre los cuales dormía, en la que su cabeza se apoyaba en una almoha- da de leño deforme. Para saber cómo había sufrido Cristo cuando los judíos le pusieron la corona de espinas, Rosa, sobreponiéndo- se al dolor, se ponía una corona hincando en sus cienes noventa y nueve púas hasta sentir que gruesas gotas de sangre bajaban por sus rostro y empapaban su blusa. Por último, para emular el doloroso camino de Cristo, al llevar la cruz hasta el Gólgota, Rosa hacía peniten- cias llevando una pesada cruz con clavos salientes a la altura de su cuello. A medida que daba varios pasos, la sangre apenas era disimulada por su toca y hábito de terciaria. Cuando la fatiga y la debilidad se daban la mano, Rosa caía desfalleciente. Supra humana “No fue santa de hacer mila- gros en vida, pero sí llevó una vida espiritual superior a la par que cumplía con todos sus de- beres de estado, demostrando así que santo no es quien hace el bien y cosas extraordinarias sino el que hace cosas ordina- rias extraordinariamente bien” (José Antonio del Busto Dut- hurburu; “Enciclopedia Ilustra- da del Perú”; p. 2410) Santa Rosa en actitud de profunda meditación (pintura colonial).
  • 5. 112 - Santa Rosa de Lima Biografías llados de los conocimientos y de la bondad de Rosa, quien demostró tener más conocimientos que los teólogos de entonces. Testimonio de Fray Luis de Bilbao Entre otras cosas, Luis de Bilbao cuenta que Santa Rosa le dijo que: “una noche vio en sueños muchas rosas esparcidas en el suelo sin or- den. En eso, se le apareció Cristo y le dijo: - Rosa de Santa María, esposa mía, levántate y en esta cestita recoge es- tas rosas y de ellas hazme una guirnalda-. Obediente, Santa Rosa tejió con las flores una diadema y se la puso amorosamente en la cabeza del Salvador, desvaneciéndose en seguida toda la visión”. - Sería un sueño- le dijo Luis de Bilbao. - Ya veo yo- repuso Santa Rosa, que no merezco tener revelaciones. - Pero, ¿qué pensáis os quería dar a entender el Señor con esta visión? - Bien claro está, padre. Hay en esta ciudad muchas vírgenes que, aun- que a los ojos de Dios son rosas hermosísimas, pero como andan re- partidas por las casas de sus padres, están como dispersas y sin orden. Quiere mi esposo que yo le haga este servicio de que por mi diligencia se recojan estas rosas y se reduzcan a un modo de vivir, bajo la regla de Santa Catalina, que es como hacer una guirnalda de ellas. - ¿Y cuándo y cómo se ha de fundar este convento?- le replicó Luis de Bilbao. - Así es ello, pero se ha de hacer. El cómo y el cuándo Dios lo sabe, pe- ro de que se ha de hacer no lo dude. La historia cuenta que el convento se hizo, aunque después de su muerte. Los tres últimos años de la santa limeña Sus últimos tres años los pasó en la casa de Gonzalo de la Mata, un fun- cionario del Virreinato, cuya esposa era admiradora de la joven limeña, cuyos milagros y fama de santa ya se habían propagado en la ciudad capital. Cayó víctima de una penosa enfermedad. En sus momentos de dolor, Rosa Flores de Oliva no dejaba de orar lo siguiente: “Señor, auméntame los sufrimientos, pero auméntame en la misma me- dida tu amor”. “Jesús, Jesús sea conmigo”- dijo el 23 de agosto, luego de haberle di- cho a su hermano Hernando que la ayude a levantarle la cabeza sobre el leño que le servía de almohada. Fueron sus últimas palabras. Antes, con el cuerpo semiparalizado, les había dicho a sus padres, confesores y devotos que su muerte era inminente. Murió el 24 de agosto de 1617, a los 31 años de edad. Dice el padre Loayza: “Quedó hermosísima, los ojos abiertos y quebrados, la boca Sufrió una desaladora incomprensión Construyó una cabaña en el huerto de su casa, donde se dedi- có a hacer trabajos manuales, se- verísimas penitencias así como largas horas de oración y medita- ción. Esa extraña conducta fue critica- da por sus familiares y satirizada por sus amigos. Rosa sufrió una desoladora incomprensión. Incluso fue interrogada por el Tri- bunal de la Santa Inquisición, co- mo ocurrió con la beata o begui- na Santa Teresa del Niño Jesús en España (1582). Cuentan sus biógrafos que los in- quisidores Juan de Lorenzana y Luis de Bilbao quedaron maravi- En esa época, a las seglares que tomaban el voto de po- breza, castidad y vivían de sus trabajos manuales, se las lla- maba beguinas. A las que, con esas miras, se afiliaban a alguna de las órde- nes predicadoras, se las cono- cía como terciarias. Rosa Flores de Oliva se afilió como seglar a la orden de los dominicos, obteniendo el ran- go de terciaria dominica. Des- de niña había sido atraída por las virtudes de otra terciaria: Santa Rosa de Viterbo, quien murió en el año 1252. Una terciaria con grandes dotes de santidad
  • 6. Santa Rosa de Lima Biografías - 113 1586-1617 entreabierta como si estaba riendo, de suerte que fue necesario que pu- siesen un espejo para ver si lo estaba...”. Sus exequias fueron imponen- tes. Acompañados por una inmensa multitud, sus restos fueron deposi- tados en la Iglesia de Santo Domingo, donde hasta hoy se venera a la santa limeña. Patrona del Perú, América y Filipinas El Papa Clemente X la proclamó Patrona del Perú en 1669. La convirtió en Patrona del Nuevo Mundo y de Filipinas en 1670. Por lo tanto, es Patrona del Perú, América y de las Filipinas. La canonizó el 12 de abril de 1671, siendo la primera santa del Nuevo Mundo. Se fijó su festividad para el 30 de agosto. ¿Por qué le pusieron el nombre de Rosa? “En este nombre de Isabel la fue- ron criando hasta que tuvo tres me- ses, que estándola meciendo una india criada en la cuna, teniendo cubierto el rostro, la dicha india se la descubrió por ver si había toma- do sueño y lo vio tan hermoso, que llamó a unas niñas que estaban la- brando para que la viesen. Y haciendo todas admiración; este testigo desde el aposento donde estaba la vio hacer extremos y sin Santa Rosa de Lima yaciente, en el Convento de Santo Domingo, Lima.
  • 7. 114 - Santa Rosa de Lima Biografías avenida Tacna, en el centro histórico de Lima, rezan en la capilla y lue- go se dirigen a un pozo artesiano de 19 metros de profundidad, ahora totalmente seco. ¿A qué van al susodicho pozo? Todos saben que Santa Rosa de Lima, para cumplir una de sus penitencias, se había puesto una gruesa cade- na en la cintura, muy ceñida. La santa sabía que llevándola permanen- temente le iba a fastidiar y hacer sufrir. Y justamente, para no caer en la debilidad de sacársela, la acerrojó y votó su llave al mencionado pozo. Ya nos imaginamos las horas de fastidio que habría pasado la santa, pero ella las superaba pensando siempre que todo sufrimiento humano era muy poco con relación al que habría tenido Cristo, “su esposo”. Sus fieles y devotos presienten que conectándose con ella puede hacer- les algún milagro. Por eso, a dicho pozo, donde está su santa llave, arrojan sus cartas donde están escritos tres deseos. Generalmente, piden por el hijo ausente, por un familiar en serios aprietos económicos, por la salud quebrantada, por la falta de trabajo, por el esposo indiferente, por el ingreso a la universidad, por el amor no correspondido, etcétera. Evidentemente, todos sienten que han expresado los profundos temo- res del alma y se sienten más aliviados y más unidos a la hermosa san- ta limeña. Vela rosa y vela blanca “Otra tradición que algunas personas practican es prender una vela ro- sa y otra blanca. Alrededor de las velas hacen un círculo con sal y arroz, escriben el de- seo en papel y luego lo queman utilizando la llama de las dos velas. Seguidamente, le rezan siete Ave Marías. Luego de eso asisten a la procesión anual que se realiza en honor a Santa Rosa de Lima” (www.peru.com). decirlas cosa alguna se fue dere- cha donde estaba la niña; y como la vio tan linda y hermosa y que le parecía que todo su rostro esta- ba hecha una rosa muy linda y en medio de ella veía las facciones de sus ojos, boca, nariz y orejas quedó admirada de ver aquel prodigioso suceso; las tomó en las manos y empezó a hacer mil alegrías y mostrar sumo gozo y contento diciendo estas demos- traciones: ‘Yo prometo, hija y al- ma mía, que mientras viviré, de mi boca no has de oír otro nom- bre sino Rosa...’” (parte del testi- monio de su madre, María de Oliva). El pozo de los deseos En el Perú, en homenaje a Santa Rosa hay un día feriado no labo- rable, que es el 30 de agosto. Los devotos de la santa realizan ese día el “tradicional paseo hacia el pozo de los deseos”. Familias íntegras, y delegaciones de diversas instituciones sociales y culturales acuden a la Basílica de Santa Rosa, que queda en la El 30 de agosto de cada año es tradición limeña que los devotos de Santa Rosa visiten la iglesia de Santa Rosa y depositen en un pozo seco sus cartas, pidiéndole a la santa que se cumplan sus tres deseos.
  • 8. Santa Rosa de Lima Biografías - 115 1586-1617 De los escritos de Santa Rosa “El Salvador levantó la voz y dijo, con incomparable majestad: ‘¡Conoz- can todos que la gracia sigue a la tribulación. Sepan que sin el peso de las aflicciones no se llega al colmo de la gracia. Comprendan que, conforme al acrecentamiento de los trabajos, se aumenta juntamente la medida de los carismas. Que nadie se engañe: esta es la única verdadera escalera del paraíso, y fuera de la cruz no hay camino por donde se pueda subir al cielo!’. Oídas estas palabras, me sobrevino un ímpetu poderoso de ponerme en medio de la plaza para gritar con grandes clamores, diciendo a todas las personas, de cualquier edad, sexo, estado y condición que fuesen: Oíd pueblos, oíd, todo género de gentes: de parte de Cristo y con palabras to- madas de su misma boca, yo os aviso: Que no se adquiere gracia sin pa- decer aflicciones; hay necesidad de trabajos y más trabajos, para conse- guir la participación íntima de la divina naturaleza, la gloria de Dios y la perfecta hermosura del alma’. Este mismo estímulo me impulsaba impetuosamente a predicar la her- mosura de la divina gracia, me angustiaba y me hacía sudar y anhelar. Me parecía que ya no podía detenerse en la cárcel del cuerpo, sino que se había de romper la prisión y, li- bre y sola, con más agilidad se ha- bía de ir por el mundo, dando vo- ces: ‘¡Oh, si conociesen los morta- les qué gran cosa es la gracia, qué hermosa, qué noble, qué preciosa, cuántas riquezas esconde en sí, cuántos tesoros, cuántos júbilos y delicias! Sin duda emplearían toda su dili- gencia, afanes y desvelos en bus- car penas y aflicciones; andarían todos por el mundo en busca de molestias, enfermedades y tormen- tos, en vez de aventuras, por con- seguir el tesoro último de la cons- tancia en el sufrimiento. Nadie se quejaría de la cruz ni de los traba- jos que le caen en suerte, si cono- cieran las balanzas donde se pesan para repartirlos entre los hombres”. Una terciaria deposita una ofrenda floral en honor a Santa Rosa en uno de los pasillos del convento de Santo Domingo. “Las doce han dado y mi amor no viene ¡quién será la dichosa que la entretiene!”. ------- “¡Oh, mi Dios, si yo te amara! ¡Oh si te amara, mi Dios y amándote me quedara ardiendo en llamas de amor! ¿Cómo te amaré, mi Dios? ¿Cómo te amaré, Señor? Siendo yo tu criatura y Tú el Criador?”. ------- “Pajarito ruiseñor alabemos al Señor alaba tú al Creador y Yo a mi Salvador”. Coplas escritas o cantadas por Santa Rosa de Lima