Este documento discute varios modelos de la personalidad, incluyendo los Cinco Grandes factores de personalidad y el modelo circunflejo interpersonal. También analiza la identidad y los trastornos de identidad, señalando que las crisis de identidad y disociaciones son importantes para diagnosticar y tratar trastornos graves de la personalidad. Finalmente, destaca las contribuciones pioneras de Erikson al concepto de identidad en la teoría psicoanalítica.
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Factores de la personalidad y modelos dimensionales
1. República Bolivariana de Venezuela
Ministerio del Poder Popular Para la Educación
Universidad Bicentenaria de Aragua
Carrera: Psicología
Núcleo: Valle de la Pascua. Edo Guárico
Sección P1
Integrante:
Jusbetzy Carrillo
C.I: 26.179.657
2. Factores Explicativos de la Personalidad y la
Enfermedad
Los factores que intervienen en la personalidad son
los siguientes: Factores innatos o hereditarios
(sistemas, humores, glándulas, etc.). La
personalidad es aquello que resulta de su acción en
el organismo al condicionar el modo de ser del
individuo y desencadenar un determinado estilo de
comportamiento que es distinto en unos individuos
respecto a los otros.
3. Modelo de los 5 factores de la personalidad (Big
five) y los patrones de conducta derivados de la
combinación de rasgos
El modelo de los Cinco Grandes propone la existencia de
cinco factores básicos de personalidad que supuestamente
tendrían validez universal. Parte de la hipótesis léxica, que
defiende que, en los diferentes lenguajes naturales, han
quedado codificadas aquellas características de
personalidad más importantes y socialmente útiles (cuanto
más importante es la característica, más probable es que
haya una o varias palabras para referirse a ella).
4. •Extraversión-Introversión: Describe en qué medida las personas
son abiertas o tímidas, habladoras o calladas, aventureros o cautos,
desean ser el centro de atención o pasar desapercibidas. Eysenck
intentó explicar las diferencias en este rasgo a través del concepto
de arousal. Se denomina con este término al ritmo de los procesos
cerebrales, que implica también al nivel general de atención frente a
estímulos del medio. A nivel neurológico está regulado por el SARA
(sistema de activación reticular ascendente). Según esta teoría, las
personas que tienen en condiciones de reposo un nivel de arousal
crónicamente alto, se comportan de forma introvertida, mientras que
si es crónicamente bajo, tienden a comportarse siguiendo el patrón
extrovertido.
•Neuroticismo-Estabilidad: Describe el grado en que una persona
se preocupa, siente ansiedad o miedo con facilidad; tiene tendencia
a experimentar emociones negativas como la culpa, la ira, el
desprecio o el resentimiento, aunque no tenga problemas graves.
5. •Amabilidad-Antagonismo: Describe en qué medida las personas
son afables o irritables, cooperativas o difíciles, confiadas o
desconfiadas, amistosas o envidiosas y hostiles.
•Responsabilidad-Impulsividad: Describe la disposición a ser formal,
perseverante, tenaz, disciplinada, o bien resultar irresponsable,
inconstante, impulsiva.
Apertura a la Experiencia-Resistencia a Nuevas
Experiencias: Describe en qué medida las personas son curiosas,
imaginativas, creativas o conformistas, carentes de imaginación,
predecibles y se sienten incómodas ante la novedad. Estos cinco
factores han surgido como dimensiones centrales y distintivas de la
personalidad en la mayoría de los países estudiados y suelen
permanecer estables a lo largo de la vida, sobre todo una vez
cumplidos los 30 años.
6. Utilidad Clínica de los modelos
dimensionales
Para Livesley existen pocas dudas acerca de que adoptar un modelo
dimensional podría resolver varios de los problemas mencionados del
DSM-IV. Pero, según él mismo, persisten las objeciones a este modelo, ya
que los clínicos consideran que, tanto para establecer un diagnóstico como
para tomar decisiones sobre el tratamiento, un sistema de categorías
resulta más fácil de usar.
Livesley se centra en los dos modelos que, a su juicio, han recibido mayor
atención: “la estructural bidimensional del circunflejo interpersonal” y la de
“los cinco factores”. La primera es deudora de la orientación interpersonal
de H. Steck Sullivan y fue desarrollado por Leary y colaboradores (1951,
1957).
Livesley añade que, en la versión de Kiesler (1982), el círculo es dividido
en dieciséis segmentos y cada segmento en tres niveles. El círculo interno
designa el rango de conducta interpersonal usando dieciséis formas como
dominante, exhibicionista, confiado y sumiso. El siguiente círculo
representa el grado medio o normal y, por tanto, dominante se convierte en
controlador o exhibicionista en espontáneo.
7. En cuanto a los otros modelos –los denominados “factoriales”-,
Livesley comienza por presentarnos el de Eysenck (1987), el cual es
un modelo jerárquico en el que una amplia gama de rasgos de
personalidad se organizan en torno a tres factores principales:
Extroversión (E): sociable, vital, activo, asertivo, que busca
sensaciones intensas, despreocupado, dominante, susceptible y
atrevido.
Neuroticismo (N): ansioso, deprimido, con sentimientos de culpa,
baja autoestima, tenso, irracional, tímido, de humor cambiante e
hipersensible.
Psicoticismo (P): agresivo, frío, egocéntrico, impersonal, impulsivo,
antisocial, que carece de empatía, alborotador y terco.
La teoría de Eysenck propone una base genética para estas
dimensiones e incluso un fundamento biológico para cada una de
ellas. En cualquier caso, la idea según la cual todos los trastornos de
personalidad se sitúan en el espacio delimitado por las altas
puntuaciones en E, N y P no se corresponde con los conceptos
clínicos actuales y Livesley apostilla que trastornos clave como
esquiziode o paranoide no se encuentran en este espacio.
8. Las crisis de identidad y las disociaciones
El estudio de trastornos severos de la personalidad ha apuntado cada vez
más a la importancia de diferenciar la identidad normal de las
perturbaciones de identidad típicas de los trastornos severos de
personalidad. De hecho, la suposición de que es precisamente el síndrome
de difusión de la identidad lo que caracteriza todos los trastornos severos
de personalidad o la organización bordelinde de la personalidad ha
convertido la evaluación clínica de la identidad y los trastornos de la misma
en los más importantes desde el punto de vista diagnóstico y a la hora de
diseñar las estrategias del tratamiento.
La evidencia empírica indica que la disposición temperamental al afecto
negativo, el descontrol afectivo y la impulsividad generalizada caracterizan
a los individuos propensos a desarrollar un trastorno de personalidad
borderline (deVegvar, Siever y Trestman,
1994;Gurvits, Koeningsberg y SIever, 2000; Steinberg, Trestman y Siever,
1994; Stone, 1993b; van Reekum, Links y Fedorov, 1994; Yehuda y col.,
1994). Pero es la presencia de trastornos severos de la identidad, cuando
se añade a estas características temperamentales, la que está
directamente relacionada con la consolidación de este trastorno de
identidad (O. Kernberg, 1984, 1992).
9. Contribuciones de Erikson
Dado que el tema de la identidad y la patología o el fallo de la
misma apenas fue tratado por Freud (quien se refirió, sin
embargo, a la tendencia del yo [Ich] hacia la integración de sus
dispares disposiciones y objetivos instintivos [Bohleber, 2000]),
fue sólo a partir de las contribuciones pioneras
de Erikson (1950, 1956) que el concepto de identidad se
convirtió en una contribución fundamental a la teoría
psicoanalítica y a la exploración de la patología del carácter. La
preocupación cultural y sociológica por las vicisitudes de la
identidad individual en un mundo que cambia a toda velocidad
puede haber contribuido a la popularidad del concepto a partir
de las formulaciones teóricas y clínicas de Erikson. Más
recientemente, el interés por el desarrollo del self ha
reemplazado el foco en el concepto de la identidad en la
literatura psicoanalítica general, aunque el estudio de la
identidad normal y anormal es central en la investigación sobre
la psicopatología de los trastornos severos de personalidad.