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LA PUBLICIDAD DE LO PÚBLICO
EN DEMOCRACIA: ¿UNA CAUSA
PERDIDA?1
Abilio López Pérez
Cumaná, Julio 2013, publicado en diciembre, 2014, actualizado en diciembre 2017
Ver primera publicación en derechoshumanosincide.blogspot.com
La transparencia en los asuntos públicos del Estado no es una moda ni una ocurrencia
de última hora, como tampoco ha sido fácil la emergencia en la conciencia humana
del derecho a la transparencia. Más difícil, todavía, ha sido y sigue siendo el exigirlo.
Detrás de esta conquista hay una larga historia de luchas y de reflexiones filosóficas.
Al menos, desde Platón y Aristóteles, hasta nuestros días.
En la segunda mitad del siglo XVII, en Inglaterra, comienzan a darse pasos hacia la
transparencia de los público y, en 1690, aparece en su formulación liberal en los
Tratados de John Locke: "...el poder político sólo se puede comprender si lo derivamos
de su origen, de aquel Estado en que todos los hombres se encuentran por
naturaleza... libremente, dotados de la mismas ventajas y por lo tanto, depositarios
de los mismos derechos, derechos que le otorguen el poder tener vista de cómo
proceden las cosas del Estado...".
1Como hemos ya anunciado, este artículo ha sido construido con extractos de un trabajo más amplio de próxima publicación que será
publicado con el título Democracia, Ética y Transparencia. Sin embargo ha sido trabajado de manera tal que ha adquirido un sentido
completo en sí mismo. Está respaldado por una bibliografía que cito a continuación: BOBBIO Norberto, Las Promesas Incumplidas de la
Democracia. Zona Erógena. Nº 14. 1993; El futuro de la Democracia, Ed. Plaza Janés, 1985; FERNÁNDEZ GALIANO MANUEL, La génesis
de «La República», introducción a La república de Platón, Ed. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998; LÓPEZ A, Introducción
a Retazos de Filosofía Política elaborada a la carta, en proceso de publicación; Hacia una democracia otra, mímeo 2012, en revisión para
publicación; CARVALLO Robledo Ismael, Contribución a la crítica de la Democracia II, en Catoblepas, Núm. 77, julio 2008; RODRÍGUEZ
ZEPEDA Jesús, Estado y transparencia: un paseo por la filosofía política, en Cuadernos de transparencia, 04, México, Instituto Federal
de Acceso a la Información Pública, 2007; SARTORI Giovanni , Teoría de la Democracia, Ed. Alianza, Madrid, 1988 ; ORO TAPIA Luis R.,
Crítica de Carl Schmitt al liberalismo, Centro de Estudios Públicos Nº 98, 2005; DADER José Luis., La democracia débil ante el populismo
de la privacidad: terror panóptico y secreto administrativo frente al periodismo de rastreo informático en España, en Análisis: Quaderns
de comunicación i cultura, Nº 26, 2001, págs. 145-168.
ARTÍCULOS
POLÍTICA
Que todos "tengan vista" de lo que ocurre al interior del Estado, es la primera
afirmación democrática y moderna de la transparencia como derecho.
El cambio de postura ha sido completo en esta larga historia de 25 siglos. En Platón,
“el conocimiento de las verdades de la política debe estar reservado al selecto club
de los reyes, de los aristócratas, del gobernante que está por encima de la plebe”.
Con Rawls, al final del siglo XX, la publicidad de lo público, es decir, la transparencia,
es condición de justicia: “los políticos y gobernantes están obligados a razonar
públicamente sus acciones y decisiones, deben rendir cuentas a los gobernados”.
Introducción
Uno de los argumentos y, también promesas, que dan razón del surgimiento y aceptación de la democracia
moderna, después del renacimiento, frente a los regímenes absolutistas anteriores es la ruptura con una larga
trayectoria de prácticas políticas ocultas amparadas en el supuesto filosófico de origen platónico de que el buen
gobierno de los pueblos sólo es posible a algunas personas bendecidas por los dioses que pueden tener acceso
al arca que oculta los principios del poder.
Principios (arje en griego), del poder (arkia en griego) que por estar ocultos como guardados en un arca (del
indoeuropeo) se llamarán arcanos.
Con Platón se inicia la defensa de la sociedad cerrada. El buen filósofo Platón, como fiel discípulo de Sócrates
que tanto valoraba la técnica de los artesanos, nunca comprendió las razones por las que los atenienses, que
se la daban de tan inteligentes, que no se permitían mandar a reparar las suelas de los zapatos sino sólo con
zapateros de alta destreza en el manejo de la técnica artesanal de hacer y remendar calzado, hubiesen confiado
el gobierno del pueblo, que es un arte y una técnica propia de sabios, a cualquier ciudadano seleccionado al azar
caprichoso del sorteo (cfr. Fernández Galiano, 1998)
Esta es una de las razones que explican su inquina y aversión contra la democracia, a la que llamó teatrocracia,
y a la que consideró como el peor gobierno posible, exceptuada la tiranía. Pero es que, para Platón, la tiranía
eran palabras mayores.
El tirano es un hombre que permite que sus bajos apetitos sean dueños de sí mismo y, si este hombre tirano
consigue el poder, tiene la osadía de hacer lícitamente en público actos escandalosos que los comunes mortales
imaginan realizar únicamente en sueños, entroniza sus bajos apetitos en la ciudad entera como políticas
públicas, controla en la medida en que pueda al pueblo con amenazas y miedos exigiéndole adulación y, a la
vez, acaba con los que considera enemigos con saña y crueldad Bobbio, 1993)
Desde el supuesto platónico de que el conocimiento del gobierno de los pueblos sólo es dado a algunos, esos
algunos - con acceso a los misterios arcanos del poder - se consideraron a sí mismos investidos de poder para
gobernar a todos los demás sin tener que dar explicación alguna sino con derecho a ocultar. Surge así la doctrina
de los arcanos misteriosos del poder, es decir, el derecho de emperadores, reyes, jefes de estado y de gobierno,
a actuar en secreto, sin dar explicación alguna a nadie, sólo con la excusa de razones de estado.
A estos secretos arcanos, Tácito los llamó arcana imperii, secretos del imperio, para referirse a los misterios de
la política en los que el Emperador Tiberio justificaba las astucias con que gobernó, es decir, los subterfugios y
excusas del poder imperial.
Mucho antes que Tácito, en Atenas, Aristóteles se había referido a los misterios arcanos del poder con el nombre
de sofismata, es decir, piezas del saber como formas de poder que hacen posible que se gobierne a los súbditos
según los intereses particulares de los gobernantes creando una distancia insalvable entre gobernantes y
gobernados y, a la vez, una apariencia de que son los ciudadanos los que han tomado la decisión.
Poco antes de Tácito, estos misterios de la política fueron llamados libertatis umbra por Plinio (23-79), es decir,
sombra de libertad, o, en palabras de hoy, un poder que actúa en las sombras y sólo permite a la ciudadanía, una
aparente libertad.
A pesar de la crítica de muchos, esta doctrina de los misterios arcanos del poder, se consolidó durante siglos y
encontró muy buenos defensores.
Francesco Guicciardini, en los primeros años del siglo XVI, introduce la razón de estado como excusa
para asesinar o mantener en prisión a los pisanos [ciudadanos de Pisa, ciudad italiana].
Pero, sin duda, fue Maquiavelo, en su obra El Príncipe, también en los primeros años del siglo XVI, quien
fundamenta la razón de estado como razón suficiente para que el príncipe actúe con engaño, astucia y
crueldad, sin tener nada que explicar a nadie.
Pocos años después de Maquiavelo, el jurista francés Juan Bodín2
hace una defensa plena de la
soberanía absolutista del gobernante de un Estado. Define la soberanía como el poder supremo sobre
los ciudadanos y súbditos, no limitada ni en poder, ni en cargo ni en tiempo, que se ejerce
fundamentalmente dando leyes a los súbditos sin su consentimiento, de las que el soberano está
absuelto de cumplir como absuelto está de rendir cuentas al pueblo (ab-solutus significa no vinculado),
ya que el monarca soberano sólo debe rendir cuentas a Dios que es al único a quien hace juramento.
Después de Bodín se abren dos caminos.
Uno, apoyado en Hobbes, que conduce a la justificación de todo tipo de totalitarismo absolutista con
el consiguiente hermetismo de una sociedad cerrada y la defensa del secreto de la razón de Estado.
Otro que conduce a la disolución del absolutismo de Estado y al surgimiento de un estado democrático
en el que la publicidad del poder político es una exigencia de una sociedad abierta y el ejercicio transparente del
poder político un derecho exigible por la ciudadanía.
1.- La emergencia del planteamiento de la publicidad de lo público
Los pueblos habían ido descubriendo durante toda la edad media que no había razón alguna suficiente
para aceptar sometimiento alguno al capricho de un rey, emperador o jefe de Estado. Se fueron rebelando poco
a poco, asumiendo los espacios parlamentarios abiertos por reyes de índole democrática, como en las Cortes de
León de España en el siglo XII, o como en Inglaterra un siglo más tarde, exigiendo concesiones a reyes adversos
a todo control de los estamentos
Desde estas prácticas de disidencia contra el principio de misterios arcanos del poder y del absolutismo
de los reyes y emperadores, va surgiendo un pensamiento alterno que cada vez se hace más necesario explicitar
para justificar las incipientes prácticas democráticas de una manera racional.
1.1.- Arcana imperii y arcana dominitationis
Una reflexión importante fue la elaborada, en los primeros años del siglo XVII, por Arnold Clapmar en
su libro De Arcanis rerum publicarum, Sobre los arcanos de las cosas públicas. En este libro el autor define los
2 Juan Bodin fue un jurista francés. En 1577 publicó una de sus obras más significativas, |De la Republique, en la que trató de fundamentar
la ciencia política.
arcanos misteriosos como “las razones intimas y ocultas o los consejos de quienes en la república obtienen el
principado”.
Estos misterios arcanos tienen una doble finalidad: conservar el Estado en cuanto tal y conservar a la
vez la forma de gobierno existente. Clapmar llama a los primeros, arcana imperii; a los segundos, arcana
dominationis. Uno y otro pertenecen al género de las simulaciones.
Los arcanos del imperio (arcana imperii), se refieren al obrar oculto del Estado en base a razones de
estado que justifican cualquier procedimiento.
Los arcanos de la dominación (arcana dominationis) consisten en el obrar secreto de los gobiernos para
mantenerse en el poder.
Esta diferenciación de arcanos realizada por Clapmar parece adecuada, pues no sólo es coherente con
las diferentes descripciones con las que los antiguos se refieren a los misterios arcanos del poder, sino además
es muy lógica pues estos dos arcanos o dos tipos de secreto actúan de manera concurrente, pues es imposible
el sostenimiento de un Estado sin el mantenimiento del gobierno.
1.2.- Exigencia de la visibilidad de lo público
Pero el filósofo más importante, aunque no el primero ni mucho menos el único, que trata exitosamente
de explicar racionalmente esta disidencia, en el siglo XVII, fue el filósofo John Locke.
Decía Locke que no hay razón alguna para pensar que la sociedad entre los hombres es una realidad
orgánica primera dada por la naturaleza, sino una realidad histórica construida por los seres humanos. Tampoco
es verdad que el gobierno de los pueblos sólo sea posible a algunos que tuvieron la suerte, por azar o por
herencia, de nacer con la llave en la mano para abrir el arca de los secretos del poder y los secretos para
gobernar. No hay secretos imposibles ni arca alguna que los guarde.
Cada ser humano es un individuo que nace libre e igual a los demás. Ni tiene que claudicar en libertad
ni en igualdad. Ni estar sometido a nadie ni considerarse en situación de desigualdad ante aquellos que detentan
el poder.
Entre ellos pueden ponerse de acuerdo y decidir cómo quieren organizarse como estado, cómo y por
quienes quieren ser gobernados, cómo elegir sus propios gobiernos e, incluso, para que los gobernantes electos
no se pasen en sus atribuciones y vuelvan a oprimirlos, deberían elegir a un grupo de ciudadanos que
constituirían una asamblea de representantes de la ciudadanía, para legislar para todos (también para los
gobernantes electos quienes perderían de ese modo el privilegio de estar eximidos de la ley, a legibus solutus) y
controlar la acción del gobierno.
Todo ello, decía Locke, es posible porque los individuos, además de nacer libres e iguales, nacen dotados
de la capacidad de razonar y, por tanto, de construir el conocimiento necesario para decidir el estado y gobierno
que desean y para elegir de manera razonada los representantes más convenientes para conformar el poder
ejecutivo del estado y la asamblea legislativa y contralora del gobierno.
De hecho no todos los individuos podían elegir ni mucho menos todos podían ser electos. Sólo algunos.
Una gran parte quedaba fuera o porque eran menores, o mujeres, o pobres o no habían adquirido cierto nivel
de instrucción que les limitaba el desarrollo de la capacidad de razonar con la que todos nacían3
3 Este es el fundamento de lo que se conoce con el nombre de sufragio restringido. Una modalidad del mismo, muy extendida en la
mayoría de los países que iniciaron a construir sistemas de gobierno democráticos, fue la elección censitaria que consistía en seleccionar
a los ciudadanos con derecho al sufragio activo (a elegir) y a los posibles ciudadanos con derecho al sufragio pasivo (a ser elegidos), en
base a ciertas condiciones de edad, sexo, status, ingreso, nivel educativo, etc… Quienes cumplían con esas condiciones eran incluidos en
Pero esos algunos, concluye Locke, si bien eligen a unos representantes para que se ocupen de gobernar,
se quedan con el derecho de tener a la vista todo el manejo de los asuntos públicos que entregan. Los electores
son depositarios del derecho y el poder de tener vista de cómo proceden las cosas del Estado. Que todos "tengan
vista" de lo que ocurre al interior del Estado, es una de las primeras afirmaciones democráticas modernas de
la transparencia como derecho.
1.3.- La visibilidad de lo público como condición de justicia
Más tarde, en 1795, el filósofo Manuel Kant, en el Apéndice a la Paz Perpetua, enunció el principio
fundamental de la publicidad o transparencia en el manejo de lo público, como condición para el ejercicio ético
de la política por parte de los gobiernos: “todas las acciones relativas al derecho de otros hombres, cuyo
enunciado no sea susceptible de publicidad, son injustas”.
Con este principio Kant quería decir una cosa muy sencilla: toda acción que estoy obligado a mantener
en secreto es ciertamente una acción no sólo injusta sino de una naturaleza tal que, si fuese hecha pública,
suscitaría tal reacción que haría imposible su realización. Y lo ilustra con varios ejemplos, entre los cuales
presento sólo uno: ¿qué funcionario puede declarar abiertamente que usará el dinero público para intereses
privados?
De este planteamiento resulta que la obligación de la publicidad de los actos de gobierno es condición
para garantizar el derecho de los ciudadanos a conocer y controlar los actos de quien detenta el poder, sino
también como condición para garantizar un compartimiento ético de los gobernantes. La obligación a la
transparencia en lo público o la publicidad se convertía para el funcionario público en una forma de autocontrol
pues le exigía un discernimiento previo a la acción para distinguir lo que es lícito de lo que no lo es.
1.4.- Control de lo público
Jeremy Bentham, unos pocos años antes de Kant y desde un razonamiento diferente al de Locke, pues
Bentahm no creía que hubiese derechos humanos algunos con los que nacemos, requería y reclamaba que todo
lo público fuera sometido a la vigilancia radical de una transparencia extrema.
Imaginaba que la nueva sociedad política como un espacio público producido a la vista de todos como
una casa con paredes y cúpula de cristal de modo que todos los actos oficiales estuvieran siempre sometidos a
las más completa publicidad, expuestos al “tribunal de la opinión”, como forma de evitar el mal gobierno, los
abusos arbitrarios y despóticos inherentes al secretismo incontrolado del poder4
.
La publicidad, escribía Bentham, es la primera de las fianzas: ella lo perfecciona todo, y es el mejor medio
de poner en acción todos los motivos morales, y todos los recursos intelectuales.
un censo, que es el antecedente de lo que hoy llamamos padrón electoral. Venezuela no fue una excepción al inicio. Si bien fue
flexibilizándose poco a poco, (por ejemplo, en 1857 se suprimió la exigencia de saber leer y escribir para poder votar) la exclusión de la
mujer se mantuvo hasta el año 1953.
4Esta sociedad política imaginada como una casa de cristal es conocida con el nombre de sociedad panóptica (todo a la vista). El nombre
le viene de un diseño arquitectónico de cárcel construido por Bentham según el cual todos los presos siempre estaban a la vista de un
carcelero. Este diseño fue llamado panóptico.
Pero esa exigencia de total publicidad no exime del control. Exige que haya una inspección continua.
Inspección que no debe realizar poder gubernamental alguno, sino un conjunto de inspectores o vigilantes
delegados de la ciudadanía, sometidos éstos a su vez a la vigilancia y control de la ciudadanía.
John Rawls, un filósofo político estadounidense, de profunda raigambre kantiana, en 1975, en su libro
Teoría de la Justicia, lo propone de otro modo: “los políticos y gobernantes están obligados a razonar
públicamente sus acciones y decisiones, deben rendir cuentas a los gobernados”
2.- Publicidad de lo público y democracia
En democracia, no hay razón alguna, suficientemente válida que haga lícito para el Estado lo que no es lícito
para los ciudadanos particulares y por tanto le justifique a actuar en secreto. No hay razón alguna para actuar
sin razones en base a razones de estado ni a razones de gobierno.
La publicidad de lo público nace con la democracia: como condición de democracia, como derecho de la
ciudadanía, como principio ético hacia la justicia y como expectativa y promesa de una sociedad trasparente. La
democracia blindaba la transparencia y la transparencia hacía apetecible la democracia.
De este modo quedarían para siempre sepultados los absolutismos y totalitarismos que la precedieron y
terminaría para siempre la opacidad en los manejos del poder y del gobierno y la necesidad de recurrir a la
doctrina de los misterios arcanos del poder, en sus dos versiones: arcanos del imperio o secretos y razones de
estado y arcanos de dominación o secretos y ardides de los gobiernos para conservar el poder. Así lo pensaba
Locke.
Así lo pensaron muchos. Sin embargo, las cosas no han sido así.
El camino de los pueblos hacia la democracia no ha sido fácil; la alternativa totalitaria, en múltiples expresiones,
ha sido y sigue siendo una realidad muy frecuente y todavía una amenaza muy presente. Y no faltan razones
para dudar, sobre todo si la miramos desde Venezuela, de que la mal llamada democracia que hoy tenemos sea
el mejor sistema de gobierno posible. Tal vez, no sea democracia pues seguimos pensando, como una vez dijera
Winston Churchill, que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de
todos los demás que han existido”
Son muchas las cosas de las que, con razón, se acusa a la democracia y desde orillas del pensamiento, no solo
diferentes sino contrapuestas.
2.1.- Crítica a la falta de transparencia de la democracia liberal desde el pensamiento totalitario
Desde el anclaje en el posicionamiento totalitario del que fue acérrimo defensor, surge la crítica de Carl
Schmitt5
, militante muy activo del partido nacional socialista alemán y considerado por muchos como el creador
de las bases jurídicas del nazismo. Pero también, sin duda, ha sido uno de los más brillantes críticos del
liberalismo y la mente más peligrosa y amenazante contra la democracia liberal.
5El acercamiento al pensamiento de Carl Schmitt lo he realizado a través de un interpretación muy libre de los artículos citados del filósofo
chileno Oro Tapia y del politólogo mexicano Caravallo Robledo en obras ya referidas en la nota 1. También he recurrido a Bobbio Norberto,
La democracia invisible, en El futuro de la democracia, Ed. Plaza Janés, 1985
Carl Schmitt dedicó su vida y obra a desenmascarar y minar los supuestos liberales en que se
fundamentaba la mal llamada democracia liberal. Según Schmitt, no se podría llamar democracia a un sistema
de representación que elimina la identidad entre pueblo y gobierno6
.
Afirma que la democracia no es sino una derivación del totalitarismo, sólo que peor que el totalitarismo,
pues resultó ineficaz para resolver los conflictos mundiales, sobre todo bélicos, de la primera mitad del siglo XX.
Dice que la democracia liberal no tiene nada de que ufanarse pues no ha sido capaz de respetar ni cumplir
ninguno de los principales supuestos liberales en los que afirma fundamentarse: el estado de derecho, el
respeto a la libertad del individuo, la paz internacional, el parlamento como supuesto espacio de la discusión
racional, libre y abierta . Analiza el incumplimiento de estos principios desde varias perspectivas y con muy
diferentes razones.
Pero una razón, recurrente en todas las arremetidas contra los supuestos liberales, es la afirmación de
que la democracia liberal ha mantenido intacto el principio de la doctrina de los arcanos misteriosos del poder,
propia y fundante de todo absolutismo y totalitarismo. Solo que el liberalismo ha sustituido los antiguos arcanos
misteriosos del poder por un nuevo arcano político, uno de cuyos elementos integrantes y basales es la ideología
de la democracia. Ideología que se ha convertido en el nuevo dispositivo clave para mantener de manera estable
un Estado bien ordenado (eutaxia).
Cada ciencia, dice Schmitt, tiene su arcana. Y todos los profesionales de las ciencias utilizan ciertos
conocimientos y saberes ocultos a los no profesionales junto con ardides, incluso la astucia y el fraude, para
alcanzar su fin. Pero en el Estado siempre son necesarias ciertas manifestaciones que susciten la apariencia de
libertad, para tranquilizar al pueblo, esto es simulacros, instituciones decorativas”.
La institución liberal más cuestionada por Carl Schmitt es el parlamento. Bajo la apariencia de un diálogo
entre iguales, escogidos como representantes de todos, para tomar decisiones guiadas por la conciencia de cada
uno, el parlamento es el espacio donde se toman las decisiones que más interesan a grupos de poder o cúpulas
de los partidos.
Otra institución es la normativa jurídica. Todos estamos en un estado de derecho sometidos al imperio
de la ley, pero las leyes ni la hacemos todos ni mucho menos la aplicamos todos, Hay algunos que tienen la
potestad de interpretarla y aplicarla. Las verdaderas razones de muchas decisiones jurídicas permanecen ocultas
como los intereses a los que cada decisión responde.
La representación, que debería ser garantía de la visibilidad democrática, es decir de la transparencia, se
convierte en mecanismo que oculta.
Representar significa hacer visible y hacer presente a un ser invisible mediante un ser públicamente
presente. La dialéctica del concepto está en que lo invisible se presupone como ausente y, a la vez, hecho
presente
La representación puede tener lugar sólo en la esfera de la publicidad. No hay ninguna representación
que se desarrolle en secreto o a solas... Un Parlamento tiene un carácter representativo sólo en cuanto
se cree que su actividad propia es pública. Las sesiones secretas, los acuerdos y decisiones secretos de
cualquier comité pueden ser muy significativos e importantes, pero jamás pueden tener un carácter
representativo
6La democracia es entendida por Schmitt como la identidad entre gobernantes y gobernados. En este sentido la democracia puede ser
militarista o pacifista, absolutista o liberal, centralista o descentralizada, progresista o reaccionaria y todo ello sin dejar de ser al mismo
tiempo democracia. En consecuencia la dictadura es antiliberal, pero no necesariamente antidemocrática.
Este nuevo arcano político, como el antiguo, sigue manteniendo las dos mismas caras identificadas por
Arnold Clapmar: los arcanos del imperio y los arcanos de la dominación. Sólo que, dice Carl Schmitt, de una
manera simulada, sofisticada (sofismata). Los mismos arcanos con nuevas expresiones
A los arcana imperii, que son todos los que se refieren al mantenimiento y estabilidad del poder del
Estado en tiempos normales, pertenecen «los distintos métodos empleados en las distintas formas de
Estado (monarquía, aristocracia, democracia) para mantener tranquilo al pueblo”; por ejemplo, una
cierta participación en las instituciones políticas, una cierta libertad de expresión, que permitan una
participación ruidosa, pero políticamente insignificante en los acontecimientos estatales, una inteligente
satisfacción de la vanidad humana.
Los arcana dominationis consisten en el obrar secreto de los gobiernos de turno en situaciones de
excepción y se expresan en todos aquellos mecanismos que permiten a los gobiernos arreglárselas para
sostenerse en situaciones de amenaza a su estabilidad. Entre otros señala Carlos Schmitt, lo medios
dirigidos «a la protección y defensa de las personas que ejercen la dominación durante acontecimientos
extraordinarios, rebeliones y revoluciones” y los medios para contentar al pueblo amotinado con
promesas de todo tipo que después no se cumplirán.
A través de estos ardides de apariencia de libertad, el Estado y los gobernantes se mantienen y se
sostienen entre sí, pues el estado no puede permanecer estable sin una estabilidad de los gobernantes y del
partido de gobierno. Pero detrás de estas apariencias se mueve un estado que no se ve, que se sustenta en
otras razones ocultas.
2.2.- Crítica a la falta de transparencia de la democracia liberal desde el pensamiento liberal
Norberto Bobbio es un filósofo político italiano, defensor de la democracia liberal, militante de la
resistencia antifascista italiana, creyente en sus postulados y promesas, pero no ingenuo. En 1984 publicó un
breve artículo en el que, después de haber sometido a examen a la democracia liberal real en comparación con
los postulados ideales que la fundamentaron y las expectativas generadas, señala que la democracia no ha
cumplido, al menos, con diez promesas. El artículo, en efecto, lleva como título“Las promesas incumplidas de
la Democracia”. Además en el libro “El futuro de la democracia”, dedica un capítulo importante a la democracia
invisible.
En las promesas incumplidas de la democracia enumera diez fracasos o promesas incumplidas, las
analiza de manera separada, si bien en la lectura del trabajo se percibe que el fracaso de todas tiene causas
interrelacionadas. Entre estas promesas incumplidas hay una que se refiere al tema que nos ocupa.
Bobbio afirma sin ambages que la eliminación del poder invisible es una promesa no cumplida por la
democracia real respecto al ideal que se había propuesto7
.
“Una de las razones de la superioridad de la democracia frente a los estados absolutos que habían
revalorizado los arcana imperii y defendían con argumentos históricos y políticos la necesidad de que las
grandes decisiones políticas fueran tomadas en los gabinetes secretos, lejos de las miradas indiscretas de
la gente, fue la convicción de que el gobierno democrático podría finalmente dar vida a la transparencia
del poder, al “poder sin máscara”.
7
En este escrito trata el tema de manera breve ya que en el mismo tiempo publica el libro El futuro de la Democracia (Ed.Plaza Janés,
1985), en el que sistematiza de manera amplia y profunda su pensamiento sobre la democracia y el poder invisible. Las ideas que
presentamos son extraídas de uno u otro.
Sin embargo, la democracia no ha demostrado esta superioridad esperada y prometida. Al contrario ha
seguido fundamentándose en los arcanos misteriosos del poder en las dos expresiones descritas por Clapmar
que Bobbio retraduce de otro modo: los arcanos del imperio, o el poder oculto y que se oculta, y los arcanos
de la dominación, o el poder que oculta. Uno y otro muy relacionados, según Bobbio.
El poder oculto se esconde. No se sabe quién es y dónde está el verdadero poder que toma las
decisiones; el verdadero poder se hace invisible en la maquinaria de un poder que aparece. Por la pertinencia
que tiene para analizar hoy la realidad del poder presidencial en Venezuela, cito textualmente un párrafo de
Bobbio, escrito, muy probablemente, intentado dibujar el modo de comportamiento del Duce Mussolini:
Por supuesto que cuando me refiero al poder oculto de los autócratas no hablo de su aspecto exterior. El
príncipe, cuanto más absolutista es, tanto más debe aparecer en su exterior con signos inconfundibles de
su potencia: el palacio real en medio de la ciudad, la corona, el cetro y las otras insignias reales, la
magnificencia de las indumentarias, el cortejo de los nobles, la escolta de los hombres armados, la
exhibición de símbolos propiamente “vistosos”, los arcos de triunfo a su paso, las ceremonias solemnes
para hacer públicos los principales momentos de su vida privada, bodas, nacimientos y muertes (en
singular contraste con el secreto de los actos públicos). A la visibilidad luminosa, casi cegadora, del actor,
necesaria para infundir un sentimiento de respeto y de amor reverencial hacia el dueño de la vida y de la
muerte de los propios súbditos, debe corresponder la opacidad de la acción necesaria para garantizar su
incontrolabilidad y arbitrariedad
El poder que oculta esconde las intenciones reales de las decisiones que toma. O no las dice o las disfraza
de mil formas
Tanto el esconderse como el esconder son dos estrategias habituales del ocultamiento. Son muchas las
razones que en los sistemas democráticos se dan en favor del poder oculto de los estados y del poder que oculta
de los gobernantes: la necesidad de la rapidez de una decisión que corresponda a los intereses supremos del
Estado, las amenaza de magnicidios y terrorismo, la solicitud de poderes especiales y leyes habilitantes para
combatir lacras sociales o para encauzar el país, el desprecio del pueblo a quien se le considera incapaz de tomar
decisiones racionales….
Todas estas razones, esgrimidas de muchas formas y muchas veces, han contribuido a crear la matriz de
opinión, ampliamente compartida, de que quien ostenta el poder y debe guardarse continuamente de enemigos
externos e internos, tiene derecho a mentir, más precisamente, a «simular», o sea, a hacer que aparezca lo que
no es, y a «di-simular», es decir, hacer que no aparezca lo que es.
Algo así como si los gobernantes fueran médicos que se creen con derecho a ocultar al enfermo la
gravedad de su dolencia. Pero esos mismos gobernantes, como los médicos que exigen al enfermo que le digan
la verdad, que se cree con derecho a engañar, no admiten que los súbditos tengan derecho a engañarles.
Por esta razón, dentro de las democracias, en contradicción con sus postulados liberales, se han creado
sistemas de control y vigilancia para que nada quede oculto al ojo del vigilante.
No hace falta decir que el control público del poder es mucho más necesario en una época, como la nuestra,
en que los instrumentos técnicos de los que puede disponer quien detenta el poder para conocer todo lo que
hacen los ciudadanos han aumentado enormemente, son prácticamente ilimitados. Si he manifestado
alguna duda de que la computercracia pueda ayudar a la democracia gobernada, no tengo ninguna sobre
el servicio que puede prestar a la democracia gobernante. El ideal del poderoso ha sido siempre ver cada
gesto y oír cada palabra de sus subordinados (a ser posible sin ser visto ni oído): este ideal es hoy alcanzable.
Ningún déspota de la antigüedad, ningún monarca absoluto de la edad moderna, aun rodeado por miles de
espías, logró jamás conseguir sobre sus súbditos todas las informaciones que el más democrático de los
gobiernos puede obtener con el uso de cerebros electrónicos. La vieja pregunta que recorre toda la historia
del pensamiento político: “¿quién vigila a los vigilantes?”8
, hoy puede repetir con esta otra fórmula: “¿quién
controla a los controladores?” Si no se consigue encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta, la
democracia, como advenimiento del gobierno visible, está pérdida.
Los instrumentos técnicos a los que se refiere Bobbio en 1984, como los métodos de control ejercidos
por el omnipotente y omnipresente Gran Hermano, previstos por George Orwel en 1949 como reales para el
año 1984, son niños de pecho con la realidad oculta de control de los estados que han puesto de manifiesto la
página web Wikileaks a partir del año 2010 y las filtraciones de Edward Snowden, sobre los programas de
espionaje secreto de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, salidas a la luz pública en la primera
mitad del 2013. Concluye Bobbio:
Más que de una promesa incumplida se trataría en este caso incluso de una tendencia contraria a las
premisas: la tendencia hacia el máximo control de súbditos por parte del poder.
3.- Conclusiones
En conclusión, hemos construido una publicidad de lo público al revés. Parafraseando con libertad a
Foucault9
: quien ve no es visto; quien no ve, es visto; quien debería ser visto no se ve; quien debería no ser
visto, se ve.
De este modo se cumple lo que J. Burroughs definió como el sueño del poder político: que todo el
mundo esté vigilado.
Un poder político que según Treilhard actúa como una especie de panopticon:
El ojo del emperador va a poder alcanzar los rincones más oscuros del estado. Pues el ojo del Emperador
vigilará a los procuradores generales, que vigilarán a su vez a los procuradores imperiales, y los
procuradores imperiales vigilarán a todo el mundo. De este modo no quedará ninguna zona de oscuridad
en el Estado. Todo el mundo será vigilado”.
En Venezuela, por desgracia, sabemos mucho de eso: el cierre de medios de comunicación, la ley sapo,
la ley contra el odio, la criminalización de protestas, el carnet de la patria…
¿Es posible salir de esta contradicción en la que está la democracia o es una causa perdida?
8
La pregunta “¿quién vigila a los vigilantes?” proviene de las sátiras de Juvenal (Sátiras, VI 346-348), siglo segundo después de Cristo.
Para guardar a la mujer coqueta de todo peligro, le recomiendan encerrarla en casa y poner vigilantes que la custodien. Pero, responde el
satírico: Oigo lo que me aconsejáis desde hace tiempo mis viejos amigos: “Echa el cerrojo y mantenla encerrada».
Pero ¿quién vigilará a los propios vigilantes? Sin embargo, ya antes, Platón nos cuenta que una pregunta parecida fue formulada a Sócrates
por sus discípulos, cuando Sócrates exponía que en la sociedad perfecta debería haber una clase de hombres guardianes de la ciudad:
¿Quién nos protegerá de los protectores? La respuesta de Platón es la siguiente: hay que decir a los guardianes, hasta que se lo crean, una
mentira piadosa: que ellos son mejores que los demás a los que deben proteger. Pero la historia ha demostrado que la respuesta de Platón
no ha resuelto el problema como tampoco la separación de poderes que las nuevas repúblicas inventaron para que entre los poderes públicos
se controlaran entre sí. La pregunta sigue vigente y necesario encontrar respuesta.
9 Michel Foucault, en el siglo XX, ha cuestionado, no sin buenas razones, los riesgos de una sociedad panóptica como la pensada por
Bentham, pues una sociedad así conduciría a una sociedad de sapos, llena de insidias y miedos entre las personas, y en las cuales los
poderes políticos, por el poder de que disponen, pueden vigilar a todos y escapar a la vigilancia ciudadana.
Giovanni Sartori10, de manera optimista, hace 50 años afirmaba: “lo que la democracia es, no
puede estar separado de lo que la democracia debe ser”. Nosotros tenemos muchas dudas al respecto.
Consideramos más bien que lo que la democracia puede y debe ser, necesariamente debe estar
separada y ser distinta de lo que hasta ahora la democracia ha sido. Tal vez ha llegado el momento de
comenzar a caminar hacia una democracia otra11.
10
Giovanni Sartori es un pensador italiano. Criticó la democracia directa a causa de la fácil manipulación de la opinión desde los poderes
mediáticos y poderes públicos. La cita ha sido extraída de su obra “Teoría de la Democracia, Ed. Alianza, Madrid, 1988, escrita hace
casi 50 años.
11
López A., Hacia una democracia otra, mímeo 2012, en revisión para publicación.

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  • 1. LA PUBLICIDAD DE LO PÚBLICO EN DEMOCRACIA: ¿UNA CAUSA PERDIDA?1 Abilio López Pérez Cumaná, Julio 2013, publicado en diciembre, 2014, actualizado en diciembre 2017 Ver primera publicación en derechoshumanosincide.blogspot.com La transparencia en los asuntos públicos del Estado no es una moda ni una ocurrencia de última hora, como tampoco ha sido fácil la emergencia en la conciencia humana del derecho a la transparencia. Más difícil, todavía, ha sido y sigue siendo el exigirlo. Detrás de esta conquista hay una larga historia de luchas y de reflexiones filosóficas. Al menos, desde Platón y Aristóteles, hasta nuestros días. En la segunda mitad del siglo XVII, en Inglaterra, comienzan a darse pasos hacia la transparencia de los público y, en 1690, aparece en su formulación liberal en los Tratados de John Locke: "...el poder político sólo se puede comprender si lo derivamos de su origen, de aquel Estado en que todos los hombres se encuentran por naturaleza... libremente, dotados de la mismas ventajas y por lo tanto, depositarios de los mismos derechos, derechos que le otorguen el poder tener vista de cómo proceden las cosas del Estado...". 1Como hemos ya anunciado, este artículo ha sido construido con extractos de un trabajo más amplio de próxima publicación que será publicado con el título Democracia, Ética y Transparencia. Sin embargo ha sido trabajado de manera tal que ha adquirido un sentido completo en sí mismo. Está respaldado por una bibliografía que cito a continuación: BOBBIO Norberto, Las Promesas Incumplidas de la Democracia. Zona Erógena. Nº 14. 1993; El futuro de la Democracia, Ed. Plaza Janés, 1985; FERNÁNDEZ GALIANO MANUEL, La génesis de «La República», introducción a La república de Platón, Ed. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 1998; LÓPEZ A, Introducción a Retazos de Filosofía Política elaborada a la carta, en proceso de publicación; Hacia una democracia otra, mímeo 2012, en revisión para publicación; CARVALLO Robledo Ismael, Contribución a la crítica de la Democracia II, en Catoblepas, Núm. 77, julio 2008; RODRÍGUEZ ZEPEDA Jesús, Estado y transparencia: un paseo por la filosofía política, en Cuadernos de transparencia, 04, México, Instituto Federal de Acceso a la Información Pública, 2007; SARTORI Giovanni , Teoría de la Democracia, Ed. Alianza, Madrid, 1988 ; ORO TAPIA Luis R., Crítica de Carl Schmitt al liberalismo, Centro de Estudios Públicos Nº 98, 2005; DADER José Luis., La democracia débil ante el populismo de la privacidad: terror panóptico y secreto administrativo frente al periodismo de rastreo informático en España, en Análisis: Quaderns de comunicación i cultura, Nº 26, 2001, págs. 145-168. ARTÍCULOS POLÍTICA
  • 2. Que todos "tengan vista" de lo que ocurre al interior del Estado, es la primera afirmación democrática y moderna de la transparencia como derecho. El cambio de postura ha sido completo en esta larga historia de 25 siglos. En Platón, “el conocimiento de las verdades de la política debe estar reservado al selecto club de los reyes, de los aristócratas, del gobernante que está por encima de la plebe”. Con Rawls, al final del siglo XX, la publicidad de lo público, es decir, la transparencia, es condición de justicia: “los políticos y gobernantes están obligados a razonar públicamente sus acciones y decisiones, deben rendir cuentas a los gobernados”. Introducción Uno de los argumentos y, también promesas, que dan razón del surgimiento y aceptación de la democracia moderna, después del renacimiento, frente a los regímenes absolutistas anteriores es la ruptura con una larga trayectoria de prácticas políticas ocultas amparadas en el supuesto filosófico de origen platónico de que el buen gobierno de los pueblos sólo es posible a algunas personas bendecidas por los dioses que pueden tener acceso al arca que oculta los principios del poder. Principios (arje en griego), del poder (arkia en griego) que por estar ocultos como guardados en un arca (del indoeuropeo) se llamarán arcanos. Con Platón se inicia la defensa de la sociedad cerrada. El buen filósofo Platón, como fiel discípulo de Sócrates que tanto valoraba la técnica de los artesanos, nunca comprendió las razones por las que los atenienses, que se la daban de tan inteligentes, que no se permitían mandar a reparar las suelas de los zapatos sino sólo con zapateros de alta destreza en el manejo de la técnica artesanal de hacer y remendar calzado, hubiesen confiado el gobierno del pueblo, que es un arte y una técnica propia de sabios, a cualquier ciudadano seleccionado al azar caprichoso del sorteo (cfr. Fernández Galiano, 1998) Esta es una de las razones que explican su inquina y aversión contra la democracia, a la que llamó teatrocracia, y a la que consideró como el peor gobierno posible, exceptuada la tiranía. Pero es que, para Platón, la tiranía eran palabras mayores. El tirano es un hombre que permite que sus bajos apetitos sean dueños de sí mismo y, si este hombre tirano consigue el poder, tiene la osadía de hacer lícitamente en público actos escandalosos que los comunes mortales imaginan realizar únicamente en sueños, entroniza sus bajos apetitos en la ciudad entera como políticas públicas, controla en la medida en que pueda al pueblo con amenazas y miedos exigiéndole adulación y, a la vez, acaba con los que considera enemigos con saña y crueldad Bobbio, 1993) Desde el supuesto platónico de que el conocimiento del gobierno de los pueblos sólo es dado a algunos, esos algunos - con acceso a los misterios arcanos del poder - se consideraron a sí mismos investidos de poder para gobernar a todos los demás sin tener que dar explicación alguna sino con derecho a ocultar. Surge así la doctrina de los arcanos misteriosos del poder, es decir, el derecho de emperadores, reyes, jefes de estado y de gobierno, a actuar en secreto, sin dar explicación alguna a nadie, sólo con la excusa de razones de estado. A estos secretos arcanos, Tácito los llamó arcana imperii, secretos del imperio, para referirse a los misterios de la política en los que el Emperador Tiberio justificaba las astucias con que gobernó, es decir, los subterfugios y excusas del poder imperial. Mucho antes que Tácito, en Atenas, Aristóteles se había referido a los misterios arcanos del poder con el nombre de sofismata, es decir, piezas del saber como formas de poder que hacen posible que se gobierne a los súbditos
  • 3. según los intereses particulares de los gobernantes creando una distancia insalvable entre gobernantes y gobernados y, a la vez, una apariencia de que son los ciudadanos los que han tomado la decisión. Poco antes de Tácito, estos misterios de la política fueron llamados libertatis umbra por Plinio (23-79), es decir, sombra de libertad, o, en palabras de hoy, un poder que actúa en las sombras y sólo permite a la ciudadanía, una aparente libertad. A pesar de la crítica de muchos, esta doctrina de los misterios arcanos del poder, se consolidó durante siglos y encontró muy buenos defensores. Francesco Guicciardini, en los primeros años del siglo XVI, introduce la razón de estado como excusa para asesinar o mantener en prisión a los pisanos [ciudadanos de Pisa, ciudad italiana]. Pero, sin duda, fue Maquiavelo, en su obra El Príncipe, también en los primeros años del siglo XVI, quien fundamenta la razón de estado como razón suficiente para que el príncipe actúe con engaño, astucia y crueldad, sin tener nada que explicar a nadie. Pocos años después de Maquiavelo, el jurista francés Juan Bodín2 hace una defensa plena de la soberanía absolutista del gobernante de un Estado. Define la soberanía como el poder supremo sobre los ciudadanos y súbditos, no limitada ni en poder, ni en cargo ni en tiempo, que se ejerce fundamentalmente dando leyes a los súbditos sin su consentimiento, de las que el soberano está absuelto de cumplir como absuelto está de rendir cuentas al pueblo (ab-solutus significa no vinculado), ya que el monarca soberano sólo debe rendir cuentas a Dios que es al único a quien hace juramento. Después de Bodín se abren dos caminos. Uno, apoyado en Hobbes, que conduce a la justificación de todo tipo de totalitarismo absolutista con el consiguiente hermetismo de una sociedad cerrada y la defensa del secreto de la razón de Estado. Otro que conduce a la disolución del absolutismo de Estado y al surgimiento de un estado democrático en el que la publicidad del poder político es una exigencia de una sociedad abierta y el ejercicio transparente del poder político un derecho exigible por la ciudadanía. 1.- La emergencia del planteamiento de la publicidad de lo público Los pueblos habían ido descubriendo durante toda la edad media que no había razón alguna suficiente para aceptar sometimiento alguno al capricho de un rey, emperador o jefe de Estado. Se fueron rebelando poco a poco, asumiendo los espacios parlamentarios abiertos por reyes de índole democrática, como en las Cortes de León de España en el siglo XII, o como en Inglaterra un siglo más tarde, exigiendo concesiones a reyes adversos a todo control de los estamentos Desde estas prácticas de disidencia contra el principio de misterios arcanos del poder y del absolutismo de los reyes y emperadores, va surgiendo un pensamiento alterno que cada vez se hace más necesario explicitar para justificar las incipientes prácticas democráticas de una manera racional. 1.1.- Arcana imperii y arcana dominitationis Una reflexión importante fue la elaborada, en los primeros años del siglo XVII, por Arnold Clapmar en su libro De Arcanis rerum publicarum, Sobre los arcanos de las cosas públicas. En este libro el autor define los 2 Juan Bodin fue un jurista francés. En 1577 publicó una de sus obras más significativas, |De la Republique, en la que trató de fundamentar la ciencia política.
  • 4. arcanos misteriosos como “las razones intimas y ocultas o los consejos de quienes en la república obtienen el principado”. Estos misterios arcanos tienen una doble finalidad: conservar el Estado en cuanto tal y conservar a la vez la forma de gobierno existente. Clapmar llama a los primeros, arcana imperii; a los segundos, arcana dominationis. Uno y otro pertenecen al género de las simulaciones. Los arcanos del imperio (arcana imperii), se refieren al obrar oculto del Estado en base a razones de estado que justifican cualquier procedimiento. Los arcanos de la dominación (arcana dominationis) consisten en el obrar secreto de los gobiernos para mantenerse en el poder. Esta diferenciación de arcanos realizada por Clapmar parece adecuada, pues no sólo es coherente con las diferentes descripciones con las que los antiguos se refieren a los misterios arcanos del poder, sino además es muy lógica pues estos dos arcanos o dos tipos de secreto actúan de manera concurrente, pues es imposible el sostenimiento de un Estado sin el mantenimiento del gobierno. 1.2.- Exigencia de la visibilidad de lo público Pero el filósofo más importante, aunque no el primero ni mucho menos el único, que trata exitosamente de explicar racionalmente esta disidencia, en el siglo XVII, fue el filósofo John Locke. Decía Locke que no hay razón alguna para pensar que la sociedad entre los hombres es una realidad orgánica primera dada por la naturaleza, sino una realidad histórica construida por los seres humanos. Tampoco es verdad que el gobierno de los pueblos sólo sea posible a algunos que tuvieron la suerte, por azar o por herencia, de nacer con la llave en la mano para abrir el arca de los secretos del poder y los secretos para gobernar. No hay secretos imposibles ni arca alguna que los guarde. Cada ser humano es un individuo que nace libre e igual a los demás. Ni tiene que claudicar en libertad ni en igualdad. Ni estar sometido a nadie ni considerarse en situación de desigualdad ante aquellos que detentan el poder. Entre ellos pueden ponerse de acuerdo y decidir cómo quieren organizarse como estado, cómo y por quienes quieren ser gobernados, cómo elegir sus propios gobiernos e, incluso, para que los gobernantes electos no se pasen en sus atribuciones y vuelvan a oprimirlos, deberían elegir a un grupo de ciudadanos que constituirían una asamblea de representantes de la ciudadanía, para legislar para todos (también para los gobernantes electos quienes perderían de ese modo el privilegio de estar eximidos de la ley, a legibus solutus) y controlar la acción del gobierno. Todo ello, decía Locke, es posible porque los individuos, además de nacer libres e iguales, nacen dotados de la capacidad de razonar y, por tanto, de construir el conocimiento necesario para decidir el estado y gobierno que desean y para elegir de manera razonada los representantes más convenientes para conformar el poder ejecutivo del estado y la asamblea legislativa y contralora del gobierno. De hecho no todos los individuos podían elegir ni mucho menos todos podían ser electos. Sólo algunos. Una gran parte quedaba fuera o porque eran menores, o mujeres, o pobres o no habían adquirido cierto nivel de instrucción que les limitaba el desarrollo de la capacidad de razonar con la que todos nacían3 3 Este es el fundamento de lo que se conoce con el nombre de sufragio restringido. Una modalidad del mismo, muy extendida en la mayoría de los países que iniciaron a construir sistemas de gobierno democráticos, fue la elección censitaria que consistía en seleccionar a los ciudadanos con derecho al sufragio activo (a elegir) y a los posibles ciudadanos con derecho al sufragio pasivo (a ser elegidos), en base a ciertas condiciones de edad, sexo, status, ingreso, nivel educativo, etc… Quienes cumplían con esas condiciones eran incluidos en
  • 5. Pero esos algunos, concluye Locke, si bien eligen a unos representantes para que se ocupen de gobernar, se quedan con el derecho de tener a la vista todo el manejo de los asuntos públicos que entregan. Los electores son depositarios del derecho y el poder de tener vista de cómo proceden las cosas del Estado. Que todos "tengan vista" de lo que ocurre al interior del Estado, es una de las primeras afirmaciones democráticas modernas de la transparencia como derecho. 1.3.- La visibilidad de lo público como condición de justicia Más tarde, en 1795, el filósofo Manuel Kant, en el Apéndice a la Paz Perpetua, enunció el principio fundamental de la publicidad o transparencia en el manejo de lo público, como condición para el ejercicio ético de la política por parte de los gobiernos: “todas las acciones relativas al derecho de otros hombres, cuyo enunciado no sea susceptible de publicidad, son injustas”. Con este principio Kant quería decir una cosa muy sencilla: toda acción que estoy obligado a mantener en secreto es ciertamente una acción no sólo injusta sino de una naturaleza tal que, si fuese hecha pública, suscitaría tal reacción que haría imposible su realización. Y lo ilustra con varios ejemplos, entre los cuales presento sólo uno: ¿qué funcionario puede declarar abiertamente que usará el dinero público para intereses privados? De este planteamiento resulta que la obligación de la publicidad de los actos de gobierno es condición para garantizar el derecho de los ciudadanos a conocer y controlar los actos de quien detenta el poder, sino también como condición para garantizar un compartimiento ético de los gobernantes. La obligación a la transparencia en lo público o la publicidad se convertía para el funcionario público en una forma de autocontrol pues le exigía un discernimiento previo a la acción para distinguir lo que es lícito de lo que no lo es. 1.4.- Control de lo público Jeremy Bentham, unos pocos años antes de Kant y desde un razonamiento diferente al de Locke, pues Bentahm no creía que hubiese derechos humanos algunos con los que nacemos, requería y reclamaba que todo lo público fuera sometido a la vigilancia radical de una transparencia extrema. Imaginaba que la nueva sociedad política como un espacio público producido a la vista de todos como una casa con paredes y cúpula de cristal de modo que todos los actos oficiales estuvieran siempre sometidos a las más completa publicidad, expuestos al “tribunal de la opinión”, como forma de evitar el mal gobierno, los abusos arbitrarios y despóticos inherentes al secretismo incontrolado del poder4 . La publicidad, escribía Bentham, es la primera de las fianzas: ella lo perfecciona todo, y es el mejor medio de poner en acción todos los motivos morales, y todos los recursos intelectuales. un censo, que es el antecedente de lo que hoy llamamos padrón electoral. Venezuela no fue una excepción al inicio. Si bien fue flexibilizándose poco a poco, (por ejemplo, en 1857 se suprimió la exigencia de saber leer y escribir para poder votar) la exclusión de la mujer se mantuvo hasta el año 1953. 4Esta sociedad política imaginada como una casa de cristal es conocida con el nombre de sociedad panóptica (todo a la vista). El nombre le viene de un diseño arquitectónico de cárcel construido por Bentham según el cual todos los presos siempre estaban a la vista de un carcelero. Este diseño fue llamado panóptico.
  • 6. Pero esa exigencia de total publicidad no exime del control. Exige que haya una inspección continua. Inspección que no debe realizar poder gubernamental alguno, sino un conjunto de inspectores o vigilantes delegados de la ciudadanía, sometidos éstos a su vez a la vigilancia y control de la ciudadanía. John Rawls, un filósofo político estadounidense, de profunda raigambre kantiana, en 1975, en su libro Teoría de la Justicia, lo propone de otro modo: “los políticos y gobernantes están obligados a razonar públicamente sus acciones y decisiones, deben rendir cuentas a los gobernados” 2.- Publicidad de lo público y democracia En democracia, no hay razón alguna, suficientemente válida que haga lícito para el Estado lo que no es lícito para los ciudadanos particulares y por tanto le justifique a actuar en secreto. No hay razón alguna para actuar sin razones en base a razones de estado ni a razones de gobierno. La publicidad de lo público nace con la democracia: como condición de democracia, como derecho de la ciudadanía, como principio ético hacia la justicia y como expectativa y promesa de una sociedad trasparente. La democracia blindaba la transparencia y la transparencia hacía apetecible la democracia. De este modo quedarían para siempre sepultados los absolutismos y totalitarismos que la precedieron y terminaría para siempre la opacidad en los manejos del poder y del gobierno y la necesidad de recurrir a la doctrina de los misterios arcanos del poder, en sus dos versiones: arcanos del imperio o secretos y razones de estado y arcanos de dominación o secretos y ardides de los gobiernos para conservar el poder. Así lo pensaba Locke. Así lo pensaron muchos. Sin embargo, las cosas no han sido así. El camino de los pueblos hacia la democracia no ha sido fácil; la alternativa totalitaria, en múltiples expresiones, ha sido y sigue siendo una realidad muy frecuente y todavía una amenaza muy presente. Y no faltan razones para dudar, sobre todo si la miramos desde Venezuela, de que la mal llamada democracia que hoy tenemos sea el mejor sistema de gobierno posible. Tal vez, no sea democracia pues seguimos pensando, como una vez dijera Winston Churchill, que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre, con excepción de todos los demás que han existido” Son muchas las cosas de las que, con razón, se acusa a la democracia y desde orillas del pensamiento, no solo diferentes sino contrapuestas. 2.1.- Crítica a la falta de transparencia de la democracia liberal desde el pensamiento totalitario Desde el anclaje en el posicionamiento totalitario del que fue acérrimo defensor, surge la crítica de Carl Schmitt5 , militante muy activo del partido nacional socialista alemán y considerado por muchos como el creador de las bases jurídicas del nazismo. Pero también, sin duda, ha sido uno de los más brillantes críticos del liberalismo y la mente más peligrosa y amenazante contra la democracia liberal. 5El acercamiento al pensamiento de Carl Schmitt lo he realizado a través de un interpretación muy libre de los artículos citados del filósofo chileno Oro Tapia y del politólogo mexicano Caravallo Robledo en obras ya referidas en la nota 1. También he recurrido a Bobbio Norberto, La democracia invisible, en El futuro de la democracia, Ed. Plaza Janés, 1985
  • 7. Carl Schmitt dedicó su vida y obra a desenmascarar y minar los supuestos liberales en que se fundamentaba la mal llamada democracia liberal. Según Schmitt, no se podría llamar democracia a un sistema de representación que elimina la identidad entre pueblo y gobierno6 . Afirma que la democracia no es sino una derivación del totalitarismo, sólo que peor que el totalitarismo, pues resultó ineficaz para resolver los conflictos mundiales, sobre todo bélicos, de la primera mitad del siglo XX. Dice que la democracia liberal no tiene nada de que ufanarse pues no ha sido capaz de respetar ni cumplir ninguno de los principales supuestos liberales en los que afirma fundamentarse: el estado de derecho, el respeto a la libertad del individuo, la paz internacional, el parlamento como supuesto espacio de la discusión racional, libre y abierta . Analiza el incumplimiento de estos principios desde varias perspectivas y con muy diferentes razones. Pero una razón, recurrente en todas las arremetidas contra los supuestos liberales, es la afirmación de que la democracia liberal ha mantenido intacto el principio de la doctrina de los arcanos misteriosos del poder, propia y fundante de todo absolutismo y totalitarismo. Solo que el liberalismo ha sustituido los antiguos arcanos misteriosos del poder por un nuevo arcano político, uno de cuyos elementos integrantes y basales es la ideología de la democracia. Ideología que se ha convertido en el nuevo dispositivo clave para mantener de manera estable un Estado bien ordenado (eutaxia). Cada ciencia, dice Schmitt, tiene su arcana. Y todos los profesionales de las ciencias utilizan ciertos conocimientos y saberes ocultos a los no profesionales junto con ardides, incluso la astucia y el fraude, para alcanzar su fin. Pero en el Estado siempre son necesarias ciertas manifestaciones que susciten la apariencia de libertad, para tranquilizar al pueblo, esto es simulacros, instituciones decorativas”. La institución liberal más cuestionada por Carl Schmitt es el parlamento. Bajo la apariencia de un diálogo entre iguales, escogidos como representantes de todos, para tomar decisiones guiadas por la conciencia de cada uno, el parlamento es el espacio donde se toman las decisiones que más interesan a grupos de poder o cúpulas de los partidos. Otra institución es la normativa jurídica. Todos estamos en un estado de derecho sometidos al imperio de la ley, pero las leyes ni la hacemos todos ni mucho menos la aplicamos todos, Hay algunos que tienen la potestad de interpretarla y aplicarla. Las verdaderas razones de muchas decisiones jurídicas permanecen ocultas como los intereses a los que cada decisión responde. La representación, que debería ser garantía de la visibilidad democrática, es decir de la transparencia, se convierte en mecanismo que oculta. Representar significa hacer visible y hacer presente a un ser invisible mediante un ser públicamente presente. La dialéctica del concepto está en que lo invisible se presupone como ausente y, a la vez, hecho presente La representación puede tener lugar sólo en la esfera de la publicidad. No hay ninguna representación que se desarrolle en secreto o a solas... Un Parlamento tiene un carácter representativo sólo en cuanto se cree que su actividad propia es pública. Las sesiones secretas, los acuerdos y decisiones secretos de cualquier comité pueden ser muy significativos e importantes, pero jamás pueden tener un carácter representativo 6La democracia es entendida por Schmitt como la identidad entre gobernantes y gobernados. En este sentido la democracia puede ser militarista o pacifista, absolutista o liberal, centralista o descentralizada, progresista o reaccionaria y todo ello sin dejar de ser al mismo tiempo democracia. En consecuencia la dictadura es antiliberal, pero no necesariamente antidemocrática.
  • 8. Este nuevo arcano político, como el antiguo, sigue manteniendo las dos mismas caras identificadas por Arnold Clapmar: los arcanos del imperio y los arcanos de la dominación. Sólo que, dice Carl Schmitt, de una manera simulada, sofisticada (sofismata). Los mismos arcanos con nuevas expresiones A los arcana imperii, que son todos los que se refieren al mantenimiento y estabilidad del poder del Estado en tiempos normales, pertenecen «los distintos métodos empleados en las distintas formas de Estado (monarquía, aristocracia, democracia) para mantener tranquilo al pueblo”; por ejemplo, una cierta participación en las instituciones políticas, una cierta libertad de expresión, que permitan una participación ruidosa, pero políticamente insignificante en los acontecimientos estatales, una inteligente satisfacción de la vanidad humana. Los arcana dominationis consisten en el obrar secreto de los gobiernos de turno en situaciones de excepción y se expresan en todos aquellos mecanismos que permiten a los gobiernos arreglárselas para sostenerse en situaciones de amenaza a su estabilidad. Entre otros señala Carlos Schmitt, lo medios dirigidos «a la protección y defensa de las personas que ejercen la dominación durante acontecimientos extraordinarios, rebeliones y revoluciones” y los medios para contentar al pueblo amotinado con promesas de todo tipo que después no se cumplirán. A través de estos ardides de apariencia de libertad, el Estado y los gobernantes se mantienen y se sostienen entre sí, pues el estado no puede permanecer estable sin una estabilidad de los gobernantes y del partido de gobierno. Pero detrás de estas apariencias se mueve un estado que no se ve, que se sustenta en otras razones ocultas. 2.2.- Crítica a la falta de transparencia de la democracia liberal desde el pensamiento liberal Norberto Bobbio es un filósofo político italiano, defensor de la democracia liberal, militante de la resistencia antifascista italiana, creyente en sus postulados y promesas, pero no ingenuo. En 1984 publicó un breve artículo en el que, después de haber sometido a examen a la democracia liberal real en comparación con los postulados ideales que la fundamentaron y las expectativas generadas, señala que la democracia no ha cumplido, al menos, con diez promesas. El artículo, en efecto, lleva como título“Las promesas incumplidas de la Democracia”. Además en el libro “El futuro de la democracia”, dedica un capítulo importante a la democracia invisible. En las promesas incumplidas de la democracia enumera diez fracasos o promesas incumplidas, las analiza de manera separada, si bien en la lectura del trabajo se percibe que el fracaso de todas tiene causas interrelacionadas. Entre estas promesas incumplidas hay una que se refiere al tema que nos ocupa. Bobbio afirma sin ambages que la eliminación del poder invisible es una promesa no cumplida por la democracia real respecto al ideal que se había propuesto7 . “Una de las razones de la superioridad de la democracia frente a los estados absolutos que habían revalorizado los arcana imperii y defendían con argumentos históricos y políticos la necesidad de que las grandes decisiones políticas fueran tomadas en los gabinetes secretos, lejos de las miradas indiscretas de la gente, fue la convicción de que el gobierno democrático podría finalmente dar vida a la transparencia del poder, al “poder sin máscara”. 7 En este escrito trata el tema de manera breve ya que en el mismo tiempo publica el libro El futuro de la Democracia (Ed.Plaza Janés, 1985), en el que sistematiza de manera amplia y profunda su pensamiento sobre la democracia y el poder invisible. Las ideas que presentamos son extraídas de uno u otro.
  • 9. Sin embargo, la democracia no ha demostrado esta superioridad esperada y prometida. Al contrario ha seguido fundamentándose en los arcanos misteriosos del poder en las dos expresiones descritas por Clapmar que Bobbio retraduce de otro modo: los arcanos del imperio, o el poder oculto y que se oculta, y los arcanos de la dominación, o el poder que oculta. Uno y otro muy relacionados, según Bobbio. El poder oculto se esconde. No se sabe quién es y dónde está el verdadero poder que toma las decisiones; el verdadero poder se hace invisible en la maquinaria de un poder que aparece. Por la pertinencia que tiene para analizar hoy la realidad del poder presidencial en Venezuela, cito textualmente un párrafo de Bobbio, escrito, muy probablemente, intentado dibujar el modo de comportamiento del Duce Mussolini: Por supuesto que cuando me refiero al poder oculto de los autócratas no hablo de su aspecto exterior. El príncipe, cuanto más absolutista es, tanto más debe aparecer en su exterior con signos inconfundibles de su potencia: el palacio real en medio de la ciudad, la corona, el cetro y las otras insignias reales, la magnificencia de las indumentarias, el cortejo de los nobles, la escolta de los hombres armados, la exhibición de símbolos propiamente “vistosos”, los arcos de triunfo a su paso, las ceremonias solemnes para hacer públicos los principales momentos de su vida privada, bodas, nacimientos y muertes (en singular contraste con el secreto de los actos públicos). A la visibilidad luminosa, casi cegadora, del actor, necesaria para infundir un sentimiento de respeto y de amor reverencial hacia el dueño de la vida y de la muerte de los propios súbditos, debe corresponder la opacidad de la acción necesaria para garantizar su incontrolabilidad y arbitrariedad El poder que oculta esconde las intenciones reales de las decisiones que toma. O no las dice o las disfraza de mil formas Tanto el esconderse como el esconder son dos estrategias habituales del ocultamiento. Son muchas las razones que en los sistemas democráticos se dan en favor del poder oculto de los estados y del poder que oculta de los gobernantes: la necesidad de la rapidez de una decisión que corresponda a los intereses supremos del Estado, las amenaza de magnicidios y terrorismo, la solicitud de poderes especiales y leyes habilitantes para combatir lacras sociales o para encauzar el país, el desprecio del pueblo a quien se le considera incapaz de tomar decisiones racionales…. Todas estas razones, esgrimidas de muchas formas y muchas veces, han contribuido a crear la matriz de opinión, ampliamente compartida, de que quien ostenta el poder y debe guardarse continuamente de enemigos externos e internos, tiene derecho a mentir, más precisamente, a «simular», o sea, a hacer que aparezca lo que no es, y a «di-simular», es decir, hacer que no aparezca lo que es. Algo así como si los gobernantes fueran médicos que se creen con derecho a ocultar al enfermo la gravedad de su dolencia. Pero esos mismos gobernantes, como los médicos que exigen al enfermo que le digan la verdad, que se cree con derecho a engañar, no admiten que los súbditos tengan derecho a engañarles. Por esta razón, dentro de las democracias, en contradicción con sus postulados liberales, se han creado sistemas de control y vigilancia para que nada quede oculto al ojo del vigilante. No hace falta decir que el control público del poder es mucho más necesario en una época, como la nuestra, en que los instrumentos técnicos de los que puede disponer quien detenta el poder para conocer todo lo que hacen los ciudadanos han aumentado enormemente, son prácticamente ilimitados. Si he manifestado alguna duda de que la computercracia pueda ayudar a la democracia gobernada, no tengo ninguna sobre el servicio que puede prestar a la democracia gobernante. El ideal del poderoso ha sido siempre ver cada gesto y oír cada palabra de sus subordinados (a ser posible sin ser visto ni oído): este ideal es hoy alcanzable. Ningún déspota de la antigüedad, ningún monarca absoluto de la edad moderna, aun rodeado por miles de espías, logró jamás conseguir sobre sus súbditos todas las informaciones que el más democrático de los
  • 10. gobiernos puede obtener con el uso de cerebros electrónicos. La vieja pregunta que recorre toda la historia del pensamiento político: “¿quién vigila a los vigilantes?”8 , hoy puede repetir con esta otra fórmula: “¿quién controla a los controladores?” Si no se consigue encontrar una respuesta adecuada a esta pregunta, la democracia, como advenimiento del gobierno visible, está pérdida. Los instrumentos técnicos a los que se refiere Bobbio en 1984, como los métodos de control ejercidos por el omnipotente y omnipresente Gran Hermano, previstos por George Orwel en 1949 como reales para el año 1984, son niños de pecho con la realidad oculta de control de los estados que han puesto de manifiesto la página web Wikileaks a partir del año 2010 y las filtraciones de Edward Snowden, sobre los programas de espionaje secreto de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, salidas a la luz pública en la primera mitad del 2013. Concluye Bobbio: Más que de una promesa incumplida se trataría en este caso incluso de una tendencia contraria a las premisas: la tendencia hacia el máximo control de súbditos por parte del poder. 3.- Conclusiones En conclusión, hemos construido una publicidad de lo público al revés. Parafraseando con libertad a Foucault9 : quien ve no es visto; quien no ve, es visto; quien debería ser visto no se ve; quien debería no ser visto, se ve. De este modo se cumple lo que J. Burroughs definió como el sueño del poder político: que todo el mundo esté vigilado. Un poder político que según Treilhard actúa como una especie de panopticon: El ojo del emperador va a poder alcanzar los rincones más oscuros del estado. Pues el ojo del Emperador vigilará a los procuradores generales, que vigilarán a su vez a los procuradores imperiales, y los procuradores imperiales vigilarán a todo el mundo. De este modo no quedará ninguna zona de oscuridad en el Estado. Todo el mundo será vigilado”. En Venezuela, por desgracia, sabemos mucho de eso: el cierre de medios de comunicación, la ley sapo, la ley contra el odio, la criminalización de protestas, el carnet de la patria… ¿Es posible salir de esta contradicción en la que está la democracia o es una causa perdida? 8 La pregunta “¿quién vigila a los vigilantes?” proviene de las sátiras de Juvenal (Sátiras, VI 346-348), siglo segundo después de Cristo. Para guardar a la mujer coqueta de todo peligro, le recomiendan encerrarla en casa y poner vigilantes que la custodien. Pero, responde el satírico: Oigo lo que me aconsejáis desde hace tiempo mis viejos amigos: “Echa el cerrojo y mantenla encerrada». Pero ¿quién vigilará a los propios vigilantes? Sin embargo, ya antes, Platón nos cuenta que una pregunta parecida fue formulada a Sócrates por sus discípulos, cuando Sócrates exponía que en la sociedad perfecta debería haber una clase de hombres guardianes de la ciudad: ¿Quién nos protegerá de los protectores? La respuesta de Platón es la siguiente: hay que decir a los guardianes, hasta que se lo crean, una mentira piadosa: que ellos son mejores que los demás a los que deben proteger. Pero la historia ha demostrado que la respuesta de Platón no ha resuelto el problema como tampoco la separación de poderes que las nuevas repúblicas inventaron para que entre los poderes públicos se controlaran entre sí. La pregunta sigue vigente y necesario encontrar respuesta. 9 Michel Foucault, en el siglo XX, ha cuestionado, no sin buenas razones, los riesgos de una sociedad panóptica como la pensada por Bentham, pues una sociedad así conduciría a una sociedad de sapos, llena de insidias y miedos entre las personas, y en las cuales los poderes políticos, por el poder de que disponen, pueden vigilar a todos y escapar a la vigilancia ciudadana.
  • 11. Giovanni Sartori10, de manera optimista, hace 50 años afirmaba: “lo que la democracia es, no puede estar separado de lo que la democracia debe ser”. Nosotros tenemos muchas dudas al respecto. Consideramos más bien que lo que la democracia puede y debe ser, necesariamente debe estar separada y ser distinta de lo que hasta ahora la democracia ha sido. Tal vez ha llegado el momento de comenzar a caminar hacia una democracia otra11. 10 Giovanni Sartori es un pensador italiano. Criticó la democracia directa a causa de la fácil manipulación de la opinión desde los poderes mediáticos y poderes públicos. La cita ha sido extraída de su obra “Teoría de la Democracia, Ed. Alianza, Madrid, 1988, escrita hace casi 50 años. 11 López A., Hacia una democracia otra, mímeo 2012, en revisión para publicación.