Éteres. Química Orgánica. Propiedades y reacciones
LA FILOSOFÍA MORAL COMUNITARISTA
1. LA FILOSOFÍA MORAL
COMUNITARISTA
Con el término comunitarismo se denomina, sobre todo
en el ámbito anglo-norteamericano, a un movimiento
crítico con el liberalismo y la racionalidad ilustrada.
Es un movimiento que reclama para orientar la acción
moral una revitalización de las tradiciones culturales de
sus respectivas comunidades.
Critican que las formas modernas de identidad,
herederas de la Ilustración, no nos brindan lenguajes
con los que poder resolver nuestros conflictos y dilemas
morales.
2. 1) Introducción y
contextualización.
El comunitarismo designa a una serie de autores
como Ch. Taylor, M. Waltzer, A. MacIntyre y M. J.
Sandel, que realizan una suerte de eclecticismo o
integración de elementos neoaristotélicos,
hegelianos, y postwittgensteinianos.
El objeto y punto de partida de la ética es el
contexto vital y social en el que se inserta el saber
práctico, las formas de vida, el núcleo ético o ethos
concreto de quien obra moralmente y el de la
comunidad a la que pertenece, que se expresa en
usos, normas y leyes.
3. En la etapa inicial, la más virulenta y definida, se
ubican del lado comunitarista Michael Sandel (Las
esferas de la justicia; La república procedimental);
el escocés Alasdair MacIntayre (Después de la
Virtud; ¿Qué justicia. Cuál racionalidad?).
En la segunda etapa se destacan del lado
comunitarista el canadiense Charles Taylor (El
origen del yo. La construcción de la identidad
moderna); Michel Walzer (La crítica comunitarista
al liberalismo) y del lado liberal: Charles Lamore
(El liberalismo político); Ronald Dworkin (El
imperio del derecho) y Bruce Ackerman (Justicia
social en el estado liberal).
4. 2) La influencia del Giro
Lingüístico.
En los comunitaristas resonarán las Investigaciones
filosóficas de L. Wittgenstein.
El lenguaje, los juegos lingüísticos dependen de las
formas de vida y estas son inconmensurables.
Lo determinante del significado de las expresiones
lingüísticas no es el hecho de que al hablar nos
formemos mentalmente significados o imágenes,
sino que dichas expresiones se dan en un juego
lingüístico
Esto supone que tanto el sentido y su comprensión
están determinados por unas reglas de juego de
carácter público, según unas costumbres
socialmente institucionalizadas.
5. Las formas de vida de una comunidad, su tradición,
es el limite u horizonte de significación para orientar la
acción humana, y no se puede apelar a ningún criterio
que las trascienda.
No puede darse ningún debate racional
intercomunitario o entre tradiciones, pues supondría
trascender el propio horizonte de significación.
Solamente se puede dialogar racionalmente en el
interior de cada tradición.
No hay una orientación normativo, ni ninguna
trascendencia viable, más allá de las derivadas de la
pertenencia efectiva y contingente a una determinada
tradición comunitaria.
Los comunitaristas ponen en cuestión la universalidad
de la razón. Afirman la pluralidad de racionalidades o
estilos de pensamiento.
6. No tiene porque haber contradicción entre
tradición o costumbres y racionalidad. Cada
tradición es un tipo de racionalidad, es un tipo de
juego de lenguaje concreto.
Se insiste en considerar el universalismo ilustrado
como una construcción filosófica, que tendríamos
que ser capaz de poner entre paréntesis y
resignificar en su historicidad y contingencia para
así redescubrir la variedad de los juegos de la
razón y del pensar.
La noción de juegos de lenguaje, superando la
imagen del lenguaje como espejo de la realidad tal
cual es, permite entender los usos del lenguaje
como productor de la propia realidad o, al menos,
de la manera de entenderla o configurarla.
7. Por ello es imposible establecer una jerarquía
universal y descontextualizada de verdades,
decidir cuándo una teoría es la más verdadera o
que un determinado curso de acción es el mejor
posible.
De la misma manera que es imposible una
discusión racional entre científicos que parten de
paradigmas diferentes, el ejercicio de la
racionalidad ética será posible sólo dentro de
determinados paradigmas y al interior de un
mismo contexto comunitario o tradición.
El fracaso de la Ilustración se debe justamente al
intento de situarse en un modelo de racionalidad
universal, sin tener en cuenta o al margen de la
autoridad de la tradición.
8. Los comunitaristas coinciden es en su crítica
a la tentativa de reactivación de la razón
práctica y formal de corte neo-kantiano que
plantea desde el liberalismo y la ética
comunicativa.
Los ideales morales tales como la libertad, el
altruismo y el universalismo de los Derechos
Humanos de autores como K.O. Apel y J.
Habermas no provendrían de su formalismo
sino de la tradición histórica a la que
pertenecen, de lo que se considera "vida
buena o digna" en la concepción occidental
actual.
9. 3) Hacia una ética
desfundamentada.
Mientras algunas escuelas como la neokantiana
entienden por fundamentación ética el
encontrar un criterio universal y mínimamente
válido para cualquiera para orientar la acción, la
comunitarista considera que la renuncia a toda
fundamentación universal de la ética no supone
la renuncia a todo tipo de fundamentación.
La propuesta de construir una ética sin
fundamentos universales constituye un rechazo
de los programas de fundamentación "fuertes"
pero no de todo tipo de fundamentación
posible.
10. La idea de una fundamentación universal debe ser
abandonada como una exigencia constitutiva de la
ética, dando a paso a una concepción de
fundamentación contextual o comunitaria, es decir, a
una justificación desde criterios contingentes.
El planteamiento general de los comunitaristas
considera que lo más importante es definir el sentido
de la vida, explicar de qué manera podemos llegar a
ser felices y vivir mejor.
Los comunitaristas más aristotélicos recurren a la
experiencia práctica acumulada, a la tradición y a la
posibilidad de un diálogo intercultural, como criterios
para la justificación de los valores y virtudes éticos.
Lo bueno no puede entenderse entonces como
producción de una realidad trascendente o
metacomunitaria.
11. El método de los comunitaristas más
wittgensteinianos se centra en el análisis de los
juegos de lenguaje éticos:
– analiza las maneras en que la gente justifica sus
valores éticos permaneciendo escépticos sobre la
posibilidad de encontrar un valor último de la
justicia o del bien.
– La justicia y el bien adquieren sentido sólo en el
marco de un juego de lenguaje, análogamente a
los resultados científicos que sólo tienen validez
dentro de una comunidad científica, con sus reglas
y principios de acuerdos y desacuerdos.
– Sin embargo el método no es inoperante ni inútil.
– La renuncia a una ética normativa no conlleva que
sus consideraciones no tengan implicaciones éticas,
pero no como obligaciones si no como
posibilidades.
12. 4) La noción de persona
Rechazan la concepción del sujeto liberal al
que consideran como privado y separado de la
comunidad, replegado sobre sí mismo,
preocupado únicamente por su interés
particular, y dotado de un conjunto de
derechos y libertades básicas a priori anterior
a la propia definición del orden social.
Frente a esta comprensión del sujeto, el
comunitarismo opone una concepción de
comunidad en términos de coherencia e
intensidad afectiva, valorativa y formativa.
13. Sandel nos dirá que la constitución del yo no es algo
previo a, sino que se encuentra constituido por sus
fines, los cuales no son algo elegido, sino más bien
descubierto a partir de la inclusión o pertenencia del
yo a ciertos contextos sociales
El yo se constituye siempre en un contexto del que no
puede abstraerse.
El yo está encarnado y considerando que la
comunidad no es un medio - como lo es la sociedad
para el individuo liberal- sino el fundamento de las
elecciones que puede realizar el yo, que incluso,
contribuye a fundar su identidad.
14. No nos encontramos con un grupo de individuos
aislados, sino con miembros de colectividades que
comparten en su vida cotidiana e institucional un
sistema específico de normas morales.
Es decir que lejos de estar abiertos a la elección
de unos valores o estar vacíos, han elegido de
hecho ya valores o fines comunes desde el
momento que pertenecen o se integran a una
comunidad.
Es más, la persona no es concebible al margen de
estos contextos vitales o culturales, de los que
adquiere su identidad a medida que se socializa y
va internalizando el sistema de creencias de dichos
contextos.
15. A diferencia de lo que ocurre en el modelo
universalista, donde el sujeto es definido
como voluntad autónoma y racional,
En el planteamiento comunitarista el sujeto
es definido dentro de un marco teleológico
específico de carácter social, que tiene
prioridad con respecto a las voluntades
individuales.
En sentido estricto, los sujetos no optan por
un orden de valores u otro, sino que éste les
viene dado, pues viene determinado por la
comunidad dónde los sujeto se socializan y
con la que se identifican.
16. Para Michael Sandel para los sujetos la
comunidad no se refiere sólo:
– A lo que como ciudadanos comparten,
– Sino también a lo que son o lo que les hacer
ser como son y,
– Por lo tanto, no se refiere a un tipo de
relación elegida, como la que existe en la
asociación voluntaria,
– Sino a una adhesión dada que se va
descubriendo y que, lejos de ser un mero
atributo, se constituye como un elemento
radical de su identidad
17. Los comunitaristas defienden que la comunidad
que sirve de base al modelo ético que plantean
corresponde a las comunidades occidentales
caracterizadas por su carácter democrático y no
tiene porque ser válido para otras comunidades o
modos de agrupamiento de carácter autoritario o
jerárquizado.
La propuesta del comunitarismo ha sido recurrir a
la idea de comunidad como conformadora del
sentido y la identidad.
La comunidad es el espacio donde aprender la
práctica de la virtud y en donde el sujeto se inicia
en una determinada tradición.
18. 5) La noción de tradición.
La revalorización de la tradición es la consecuencia
básica del cambio de paradigma de la teoría
moral.
Uno de los rasgos fundamentales de toda
comunidad es la idea de una tradición que le sirve
de soporte y le otorga estabilidad, continuidad y
vitalidad.
Este es otro de los puntos en que se manifiesta la
actitud crítica del comunitarismo frente a los
ilustrados, para quienes la tradición es un
obstáculo para el logro de la libertad individual y
un freno para la emancipación del serr humano.
19. Por el contrario, para los comunitaristas, si
la comunidad es el punto de referencia,
entonces habrá que remitirse a ella para
buscar las fuentes del fortalecimiento, la
renovación e incluso la crítica moral.
Remitirse a la comunidad existente es
recuperar y valorar la propia tradición de
dicha comunidad, fuente de la sabiduría y
depósito de las creencias.
El autor que más enfásis pone en la defensa
de la tradición es Alasdair MacIntyre.
20. Considera que el proyecto moderno de
fundamentación de la moral en lo universal supone
una empresa absurda de explicar el sentido de la vida
digna y valiosa
La empresa es absurda porque sólo ha logrado
instaurar una civilización individualista, caótica y sin
sentido.
Y esto se ha debido a que ha prescindido de un
elemento fundamental: la idea de "virtud", que es la
que, desde la tradición aristotélica, origen del mundo
occidental, se puede dar sentido al comportamiento
moral.
La tradición debe entenderse pues como un modelo
de vida moral alternativo, basado en la virtud
aristotélica, frente a la civilización moderna, regida
por la racionalidad instrumental y egocéntrica.
21. 6) La noción de autenticidad y de
horizontes de valor en Taylor.
Propone una ética de la autenticidad según una
hermenéutica que reconozca los horizontes de
valor dados, los límites de la comunidad
concretados en las creencias compartidas.
Por ello, la justicia no es neutral, como
plantean los liberales, sino que está precedida
por horizontes de valor.
Sólo el reconocimiento de determinadas ideas
de bien puede explicar la formulación de
alguna idea de justicia.
22. La idea de que nuestra existencia moral más
elevada y completa es aquella que sólo
podemos alcanzar como miembros de una
comunidad nos lleva más allá de la teoría
del contrato o del concepto utilitario de la
sociedad como instrumento de felicidad.
Para Taylor, las interpretaciones que el actor
humano hace de si mismo y de los motivos
de su acción están mediadas por
valoraciones u horizontes de valor:
“Sólo puedo definir mi identidad con el
trasfondo de aquellas cosas que tiene
importancia para mí”
23. Mientras que la modernidad enfatiza la
dignidad (universalizada ) en la igualdad de
derechos o dignidad como reconocimiento de
los derechos individuales,
Taylor defiende la importancia de la igualdad y
el reconocimiento de particularidades de
tradiciones culturales y formas de identidad
históricamente constituidas.
Para Taylor, una de las limitaciones de la teoría
liberal es que no apela a los derechos
colectivos. Lo que habría detrás de esta
filosofía es una ideología que justifica la
dominación cultural.
24. Taylor señala que el individualismo constituye un
creciente malestar social porque se ha convertido en
una búsqueda de objetivos egoístas, hedonistas.
La justificación de esta búsqueda estaría dada por el
mismo Estado liberal, que se presenta como neutral y
fomenta los derechos individuales a costa de las
metas colectivas.
De tal modo, se ha articulado una política de
universalismo donde la “dignidad igual” de los
ciudadanos se ha resuelto en una política cuyo
contenido ha sido la igualación de derechos sin
reconocer las diferencias.
El reconocimiento debe realizarse en un plano de
igualdad, reconociendo la diferencia que es
reconocer igual valor a distintos modos de ser.
Es el reconocimiento de la identidad diversa.
25. 7) La relación entre la persona
moral y el Estado
Defienden el rechazo de una presunta y posible
"neutralidad" ética del Estado.
Para los comunitaristas sostener la idea de que
el Estado no justifica su actividad en función de
la superioridad o inferioridad de una
concepción de "vida buena" no sólo es
improbable sino falaz .
Argumentan que este es, en realidad, un modo
de favorecer una forma particular de vida
buena, a saber: la concepción de vida liberal.
26. Se acusa al liberalismo de hablar de una
neutralidad relativa al bien, es decir, respecto a
los juicios sobre lo que hace buena o valiosa
una vida.
El Estado no es neutral: no sólo tiene como
misión garantizar las libertades y derechos del
individuo, sino que tiene una concepción propia
derivada del propio horizonte de valores de la
comunidad.
27. Lejos de abstenerse de juzgar qué es lo que hace
buena una vida, el liberalismo afirma en esencia que
una forma de vida buena es la que elige con libertad y
autonomía la persona que la practica.
En concordancia con esta tesis, la comunidad política
fomenta unas formas de vida y excluye o dificulta
otras.
En vez de mantenerse por encima de la refriega, el
liberalismo se basa en una determinada forma de ver
en qué consiste el bien de las personas y cuáles son
sus intereses esenciales, y si habla de la prioridad de
lo justo sobre lo bueno es tan sólo para encubrir esta
idea fundamental.
28. Frente a esta postura, los
comunitaristas opondrán la defensa de
una política del "bien común".
Afirman que la forma de vida de la
comunidad constituye el criterio regulador
para una valoración social tanto de las
concepciones de lo bueno como del papel y
la importancia asignada a las preferencias y
proyectos de los individuos.