1. *Título: "La Vela Encendida"*
Había una vez un pequeño pueblo en el que el 2 de noviembre se celebraba con gran solemnidad
el Día de los Difuntos. Cada año, todas las familias visitaban el cementerio para honrar a sus seres
queridos fallecidos.
En este pueblo vivía un niño llamado Lucas, cuyo abuelo había partido hacía ya algunos años. A
pesar de su corta edad, Lucas tenía un profundo aprecio por la memoria de su abuelo. Siempre le
habían contado historias sobre la sabiduría y la bondad de su abuelo.
En la víspera del Día de los Difuntos, Lucas se acercó a su madre y le pidió una vela. Quería llevarla
al cementerio y encenderla en la tumba de su abuelo. Su madre, conmovida por la petición, le dio
una vela y le explicó cómo cuidarla en el camino al cementerio.
Cuando llegaron al cementerio, Lucas encontró la tumba de su abuelo y colocó la vela
cuidadosamente en frente de ella. La encendió y observó cómo la llama parpadeaba suavemente.
En ese momento, su madre le preguntó por qué había decidido hacer eso.
Lucas respondió con sabiduría más allá de su edad: "Quiero que la luz de esta vela represente el
amor y el agradecimiento que tengo por mi abuelo. Aunque ya no esté con nosotros, su recuerdo y
sus enseñanzas continúan guiando mi camino. Esta vela es un recordatorio de que nuestros seres
queridos nunca nos dejan realmente, siempre están presentes en nuestros corazones".
Su madre se emocionó al escuchar estas palabras y comprendió que la tradición de honrar a los
difuntos iba más allá de la tristeza; era una forma hermosa de mantener viva la conexión con
aquellos que habían partido.
Esa noche, mientras la vela ardía, Lucas miró las estrellas en el cielo y sintió la cercanía de su
abuelo en cada destello de luz. Aprendió que el Día de los Difuntos era una ocasión para recordar y
celebrar la vida de quienes habían dejado este mundo, manteniendo su legado vivo en nuestros
corazones y recuerdos. Y así, en cada Día de los Difuntos, Lucas encendía una vela en honor a su
abuelo, recordando que el amor trasciende la distancia y el tiempo, y que el recuerdo de los seres
queridos nunca se apaga.