SlideShare une entreprise Scribd logo
1  sur  6
Télécharger pour lire hors ligne
Episodio uno
El instar vivo. Como recuerdo cierto
Como casi todo en la vida, hablar de tristeza, no es otra cosa que dejar volar la imaginación hacia
los lugares no tocados antes. Por esas expresiones vivicantes y lúcidas. Es tanto como discernir que
no hemos sido constantes, en eso de potenciar nuestra relación con el otro o la otra; de tal manera
que se expanda y concrete el concepto de ternura. Es decir, en un ir yendo, reclamando nuestra
condición de humanos. Forjados en el desenvolvimiento del hacer y del pensar. En relación con
natura. Con el acento en la transformación. Con la mirada límpida. Con el abrazo abierto siempre.
En pos de reconocernos. De tal manera que se exacerbe el viaje continuo. Desde la simpleza ávida
de la palabra propuesta como reto. Hasta la complejidad desatada. Por lo mismo que ampliamos la
cobertura del conocimiento y de la vida en el.
Viéndola así, entonces, su recorrido ha estado expuesto al significante suyo en cada periplo. En
cada recodo visto como en soledad. Como en la sombra aviesa prolongada. Y, en ese aliento
entonces, se va escapando el ser uno o una. Por una vía impropia. En tanto que se torna en
dolencia originada. Aquí, ahora. O, en los siglos pasados. En esa hechura silente, en veces. O
hablada a gritos otras. Es algo así como sentir que quien ha estado con nosotros y nosotras, ya no
está. Como entender que emigró a otro lado. Hacia esa punta geográfica. No física. Más bien
entendido como lugar cimero de lo profundo y no entendido. Es ese haber hecho, en el pasado,
relación con la mixtura. Entre lo que somos como cuerpo venido de cuerpo. Y lo que no alcanzamos
a percibir. A dimensionar en lo cierto. Pero que lo percibimos casi como etérea figura. O sumatoria
de vidas cruzadas. Ya idas. Pero que, con todo, anhelamos volver a ver. Así sea en esa propuesta
íngrima. Una soledad vista con los ojos de quienes quedamos. Y que, por lo mismo, duele como
dolor profundo siempre.
Y si seremos algo mañana. Después de haber terminado el camino vivo. No lo sé. Lo que sí sé que
es cierto, es el amor dispuesto que hicimos. El recuerdo del ayer y del anterior a ese. Hasta haber
vivido el después. En visión de quien quisimos. Qué más da. Si lo que propusimos, antes, como
historia de vida incompleta, aparece en el día a día como concreción. Como si hubiese sido a mitad
del camino físico, biológico. Pero que fue. Y sólo eso nos conmueve. Como motivación para
entender el ahora. Con esa pulsión de soledad. Como si, en esa, estuviera anclado el tiempo. Como
si el calendario numérico, no hubiera seguido su curso. Como que lo sentimos o la sentimos en
presencia puntual. Cierta.
Y sí entonces que, a quien voló victimado por sujeto pérfido, lo vemos en el escenario. Del
imaginario vivo. Como si, a quien ya no vemos, estuviera ahí. Al lado nuestro. Respirando la honda
herida suya. Que es también nuestra. Y que nos duele tanto que no hemos perdido su impronta
como ser que ya estuvo. Y que está, ahora. En esa cimera recordación. Volátil. Giratoria. Re-
inventando la vida en cada aliento.
Cómo es la vida, En la lógica es ser o no ser. Pero es que la vivencia nuestra es trascendente. Es
ilógica. En tanto que estamos hechos de hilatura gruesa. Como fuerte fue el nudo de Ariadna que
sirvió de insumo a Prometeo para re-lanzar su libertad.
Y, como es la vida, hoy estamos aquí. En trascendente recuerdo de quien voló antes que nosotros y
nosotras. Y estamos, como a la espera del ir yendo, sin el olvido como soporte. Más bien con la
simpleza propia de la ternura. Tanto como verlo en la distancia. En el no físico yerto. Pero en el sí
imaginado siempre.
Episodio dos
Ancízar ido. Mi rol perdido.
Ese día no lo encontré en el camino. Me inquieta esto, ya que se había convertido casi en ritual
cotidiano. Sin embargo avancé. No quería llegar tarde a mi trabajo. Esto porque ya tuve un
altercado con Valeria, quien ejerce como supervisora. Y es que mi vida es eso. Estar entre la
relación con Ancízar y mi rol como obrero en Minera S.A. Mucho tiempo ha pasado desde ese día
en que lo conocí. Estando en nuestra ciudad. En el barrio en que nacimos. Mi recuerdo siempre ha
estado alojado en esa infancia bella, compartida. En los juegos de todos los días. En esa trenza
que construíamos a cada nada. Con los otros y las otras. Arropados por la fuerza de los hechos de
divertimento. En las trenza suya y mía y de todos y todas. Infancia temprana. Volando con el
imaginario creciente. Ese universo de voces. En cantos a viva voz. En la golosa y en la rayuela. En
el poblamiento de nuestro entorno, por parte de los seres creados por nosotros y nosotras. Figuras
henchidas de emoción gratificante. Mucho más allá de las sombras chinescas. Y que las versiones
casi infinitas de la Scherezada imperecedera. En una historia del paso a paso. Trascendiendo las
verdades puestas ahí, por los y las mayores. Ajenos y propios. Además, en una similitud con Ámbar
y Vulcano de los sueños idos. En el aquí y ahora. Y me veo caminando por la vía suya y mía. Esa
que sólo él y yo compartíamos. La vía bravata, que llamábamos. Con la esquina convocante
siempre. En esos días soleados. Y en los de lluvias plenas. Hablando entre dos sujetos, con
palabras diciendo al vuelo, todo lo hablado y lo por hablar. En sujeción con la iridiscencia, ahí
instantánea. En un instar prolongado. Como reclamando todo lo posible. Para absorberlo en
posición enhiesta. Vivicantes.
Y, precisamente ese día en que no lo encontré. Ni lo vi. Ni lo sentí. Volví a aquel atardecer de enero
virtuoso. En el cual aplicamos lo conocido. Lo aprendido en cuna. Él y yo, en una perspectiva
alucinante. Viviendo al lado de los dioses creados por nosotros mismos. Una opción no cicatera. Si
relevante, enjundiosa, proclamada. Y llegué a mi sitio de trabajo con la mira puesta en regresión.
Hasta la hora, en esa misma mañana, en que pasé por ahí. Por la esquinita cómplice. En donde
siempre nos encontrábamos todos los días. Desde hace mil años. Y, en mi rol de sujeto empleado,
empecé a dilucidar todo lo habido. Con la fuerza bruta vertida en el cincel y en la llave quita
espárragos. Una aventura hecha locomoción excitante. Y bajé la rueda, al no poder descifrar la
manera rápida que antes hacía. En torpeza de largo plazo y aliento. Ensimismado. En ausencia
máxima de la concentración Operando el taladro de manera inusual. Tanto como haber perdido la
destreza. Las estrías de la broca, como dándome vueltas. Mareado. En desilusión suprema. Por no
haberlo visto. Y Valeria en el acoso constante. Como si hubiera adivinado ese no estar ahí. Como si
pretendiera cortar mi vuelo y la imaginación subyacente.
Y volver a casa dando por precluido mi quehacer. En enrevesado viaje. De pies en el bus que me
llevaba de regreso a casa. Con la ansiedad agrandada, inconmensurable. Abrazando mi legítima
esperanza. Contando las calles. Como si la nomenclatura se hubiera invertido. Comenzando en el
menos uno infinito. Extendiéndose desde ahí hasta la punta de más uno. Y este giraba. Como en
un comenzar y volver al mismo punto. Me iba diluyendo, yo. Y no encontraba nada parecido a la
racionalidad puntual. Emergiendo, una equívoca mirada. Un sentir de del desespero, incoado en el
vértigo mío, punzante, áspero. Doloroso.
Me bajé ahí. En la esquinita recochera. Alegre en el pasado. Ahora en plena aparición de la tristeza.
Porque, tampoco, lo vía. Y buscaba sus ojos y cuerpo entero. Pero no aparecía. Y más se exacerbó
mi herida abierta en la mañana. Y quedé plantado. Esperando, que se yo. Tal vez su presencia
física. O, siquiera, el vahído de su ser etéreo. Pero ni lo uno ni lo otro. Y el dolor creciendo, por la
vía de la exponencial. Yo, en una mecedera de cabeza. Tan frágil que se me abrió la sesera. Y vi
cómo iba cayendo. Y vi que Ancízar pasaba a mi lado, sin verme. Y seguí con mi voz callada,
llamándolo. Y desapareció, en la frontera entre lo hecho concreto, físico y el volar, volando al
infinito universo. Encapotado ahora. Pleno de las nubes cada vez más obscuras. En el presagio de
la lluvia traicionera. Helada. Muy distante de las lluvias de nuestra infancia. Cálidas. Abrasadoras
hasta el deleite. Cuando desnudos recorríamos el barrio. Tratando de empozar las gotas tiernas, en
nuestras manos.
Y, siendo cierto el haberlo visto pasar. Me senté a ver pasar a los otros y las otras. Con la sesera
siempre abierta. Y, quienes pasaban y pasaban, no entendían lo que estaba pasando conmigo. La
vocinglería percibida. Con palabras no conocidas. No recordadas, al menos. La elongación
impertinente de la cuantificación. Metida en el ser mío desvanecido. Y, en la mirada mía,
posicionada en el horizonte que atravesó el amigo fundamental. El personaje de los bretes de
antes. La figura envolvente de su yo. Y se me iban derritiendo los ojos. Como si fueran insumo
sintético. Azuzado por el calor no tierno. Como cuando el hierro es derretido por el fuego milenario.
O como cuando deviene en el escozor titilante, brusco, pérfido.
El llegar a casa, se produjo habiendo pasado mil horas. Como levitación tardía. Vagando en las
sombras. No sé si de la madrugada. O de la noche del siguiente día. O días, ya no lo recuerdo. Ni
quiero hacerlo. Y Valeria en el acoso de siempre. Y bajé del vuelo etéreo. Y vi los espárragos
tirados, en el piso. Y agarré el taladro acerado. Con las estrías girando en la espiral. Y todo empezó
a girar también. Y fui ascendiendo al infinito físico. Y vi a todos los soles habidos. En esa millonada
de años luz, volcada. Y yo en la velocidad mía, sin crecer. Sin despegar mi mirada del entorno
abierto, pero en tristeza consumido. Fugaz luciérnaga yo. Aterido en la masa hecha incandescencia.
Cuerpos horadados por la soledad. Cuerpos celestes sin ningún abrigo. A merced de los agujeros
negros. Una visión de lo absorbente, penoso. Un ir y volver continuo. Y Ancízar allá en una de las
lunas del planeta increado. En zozobra ambivalente, incierta.
Siendo como en verdad soy, me fui diluyendo de verdad. Ya no era la sesera abierta en el
imaginario. Lo de ahora era y es vergonzosa derrota del yo vivicante. Nacido en miles de siglos
antes que ahora. Una derrota hecha a puro golpe de martillos híbridos. Y viendo a Valeria, en lo
físico. Sintiendo su poderosa voz. Llamándome para que volviera a asumir mi rol de hombre físico
en ejercicio. Y, yo, en las tinieblas empalagosas, duras. En ese ir llegando impoluto exacerbado.
Episodio tres
El embeleso lúdico
En eso estaba, cuando apareció Ancízar, Según él, venía de Ciudad Perdida. Que estuvo allá largo
tiempo. Y, precisamente, es el tiempo en que yo estuve adyacente a la terminación de la vida. Y
me fui entrando, por esa vía, en lo que había de reconocer, en el otro tiempo después. No atinaba
a entender la propuesta venida desde antes. En la posición predominante en eso de entender y de
hacer algo. En principio, no lo reconocí. Pero él hizo todo lo posible por enfrentar lo que habría de
ser su devenir. Desde la estridencia fina, que lo acompañaba siempre. Hasta ese lugar para las
opciones que venían de tiempo atrás. En esos lugares cenicientos. En la aventura del alma viva
presente. Cuando lo saludé, me dio a entender que no me recordaba. Y, en la insistencia, le
expresé lo mucho que lo quería. Desde esa calle. Desde la esquinita bravera. Esa que, conmigo,
hizo abierta la posibilidad de seguir viviendo. Todo como en hacer impenetrable. Solo en la escucha
de él y la mía. Y me dijo, así en esa solvencia de palabras, que había estado en ciudad Persípolis. Y
que, desde allá, me había escrito unas palabras. Más allá del propio saludo. Más, en lo profundo,
elucidando verdades como pasatiempos favoritos. Y me dijo que seguía siendo el mismo sujeto de
otras vidas. Con la mira puesta en los quehaceres urticantes. Casi aviesos. En esa horizontal de
vida, inapropiada para el pensar no rectilíneo. Y sí que, por lo mismo, le dije que no entendía ese
comportamiento parecido al interludio de cualquier sinfonía criolla. Y., me siguió diciendo, que no
recordaba haberme visto antes. Y yo, en la secuencia permitida, le dije que él había sido mi
referente, en el pasado reciente y lejano. Y, siguió diciendo Ancízar, he regresado por el territorio
que he perdido. Ese que era tuyo y mío antes. Pero que, en preciso, él quería para sí mismo, como
patrimonio cierto y único. Y yo le dijo que lo había esperado en esta orilla nítida. Para que
pudiéramos conjugar su verdad y la mía. Y, él me dijo, que no recordaba ningún compromiso dual.
Que lo suyo no era otra cosa que lo visto en ciernes. Desde ese día en que nos encontramos. Ahí
en la esquinita bravera. Y que, siguió diciendo, le era afín la voz de Gardel y de Larroca. Pero que,
por lo mismo, nunca había olvidado su autonomía y su soledad permitida. Y que yo no había estado
nunca junto a él. Por ejemplo, cuando lo llevaron a prisión por haber contravenido la voz de la
oficialidad soldadesca. Y, en verdad, me dije a mí mismo, que él no atinaba a entender la dinámica
de la vida. La de él y la mía. Y sí que, me siguió diciendo, lo tuyo no es otra cosa que simple
verbalización de lo uno o lo otro. Nunca propuesto como significante válido, en la lógica permitida.
Siendo así, entonces, me involucré en lo nuevo suyo. Recordando, tal vez, los domingos
mañaneros. Esos del ir al cine nuestro. De “El muchacho advertido”, hasta el lúgubre bandido
derrotado. Y le dije, por esto mismo, que no hiciera como simple hecho enjuto, venido a menos. Y,
me dijo al pulso, que no había venido para concretar dialogo alguno. Que era, más bien, una
expresión perentoria en términos del querer ser consensuado. Más bien como expresión de
escapatoria. A la manera de la tangente propia. De la línea prendida al dominio, suyo, como
variable explícita. Y, siguió diciendo, lo tuyo es mera recordación inmersa en el quehacer simple.
Vertido al escenario inocuo. Envolvente. Como ir y venir escueto. Atiborrado de lugares comunes
propios. En siendo simple especulación no resuelta. O no apropiado. O, simplemente, anclado en el
pasado impío. Mediocre, insaboro. Pétreo. Inconstante.
Por lo bajo lo entendía. Y me quedé silente. En esa aproximación entre lo entendido y lo incierto
pusilánime. Y me fui, en tontera, detrás de su séquito. Apegado, entonces, a su condición de
referente entero. Desde esa época en la que estábamos juntos en la lúdica viva. Desde esa
esquinita bravata nuestra. Y, así. En ese ir yendo preclaro, nos encontramos en esa ciudad
asfixiada. Sintiendo, en nosotros, el apego a la fumarola sombría. Esa que nos recorre desde hace
mucho tiempo ya. Y, por lo mismo, le seguí diciendo lo mío en ciernes. Tal vez ampuloso y etéreo;
pero cierto en lo previsto expreso.
En todo lo habido, me hice cierto en la proclama propuesta o impuesta. Según fuera el momento y
el tiempo perdido. Y, Ancízar, no atinaba a nada. Se fue yendo por lo bajo. Como actitud palaciega
en el pasado de reyes y regencias religiosas. Y, por lo mismo, me aparté de él. Creyendo que era el
tiempo propicio. Y sí que él, estuvo volcado a la defensa de ser. De su connotación hirsuta,
inamovible. Y pasó el tiempo. En esa nimiedad de los días. En ese entender los miles de años
acumulados al querer ser lo uno o lo otro. Viré, entonces, en la pi mediana. Y arribé a la
locomoción plena. Pero lenta y usurpadora. Me fui, entonces, lanza enristre contra el afán
propuesto por él mismo. Como si, yo, quisiera decantar lo habido. Hasta convertirlo en propuestas
simples, minusválidas. Y, me empeñé en reconvenirlo, por la fuerza. Y lo asfixié con la sábana del
Gran Resucitado. Como proveyendo de almas cancinas, el simple hecho de estar vivo. Y me fui en
silencio. Por la inmensa puerta llamada “De El Sol”. Y allí me quedé a la espera. Como cuando
cabalgaba en la noche, a lomo del dromedario propio de los habituales dueños del desierto. Recorrí
mil y una praderas nuestras. Desde Vigía Perdomo, hasta “Punta Primera”. Un norte a sur
especulativo. Hechizo. No cierto,. Pero pudo más mi afán de trascender la soledad. En contra lógica
propuesta, me hice a la idea de la dominación mía. Absoluta, hiriente. Y sí que, entonces, Ancízar
Villafuerte caducó en mi discurso. Y se hizo esclavo de lo hablado y hecho por este yo supremo
envilecido.
Episodio cuarto
La huella sigue ahí
Ya quedó atrás lo de Ancízar. Yo seguí como nave, casi noria absoluta. Y encontré al postrer
referente. Era tanto como verlo a él. Una mirada diestra, casi malvada. Nunca supe cuál era su
nombre. Simplemente me dejé llevar por la iridiscencia de su voz. En una melancolía efímera. Tal
vez hecha tardanza en el vivir pleno. Y, yo, le dije. Le hable de lo nuestro. Como queriéndole
expresar lo del Ancízar y yo. Pero, en esa prepotencia de los seres avergonzados de lo que han
sido, me dijo algo así como un “no importa”. Lo mío es otra cosa. Y, por lo mismo, me quedé
tejiendo las verdades anteriores. Las mías y las de él, el signado Ancízar. Me supuse de otra
categoría. De ardiente postura. De infame proclividad al contubernio forzado. Y me fui yendo a su
lado. Al lado del suplantador informe. Mediocre. Tanto en el ir yendo. Como también en el venir
sinuoso, aborrecible. En ese entonces. En tanto que expresión enana de la verdad; yo iba creyendo
en su derrota. Producto de mi inverosímil perplejidad supina. Para mí, lo uno. O lo otro, daba igual.
En eso de lo que tenemos todos de perversidad innata. Y le seguí los pasos al aparecido. Veía algo
así como ese “otro yo” vergonzante. Desmirriado. Ajeno a la verdad verdadera de lo posible que
pase. O de lo posible ya pasado. Y me hice con él el camino. Entendido como símil de lo recorrido
con Ancízar. Y ese, su suplantador, me llevó al escenario ambidextro. Como inefable posición de
los cuentahabientes primarios. Groseros escribientes. Y sí que le di la vuelta. A la otra expresión
del yo mío. Y, el usurpador, lo entendió a la inversa. Se prodigó en expresiones bufas. Por lo menos
así lo entendí. Como si fuera una simple proclama de lo aco9ntecido antes. En ese territorio suyo
incomprendido. En esa locación propuesta como paraíso concreto. Inefable. Cierto. Pero, su huella,
se fue perfilando en lo que, en realidad debería ser. Y lo ví en el periplo. Como en la cepa enana
cantada por Serrat. Como simple ironía sopesada en las palabras de “El Niño Yuntero” de Miguel
Hernández….En fin, como mera réplica de lo habido en “Alfonsina”. La libertaria. La que abrió paso
a la libertad cantada. Todos los días. Pero, quien lo creyera, perdí el compás. Y él, el suplantador,
me hizo creer en lo que vendría. En su afán loco de palabras tejidas, dispuso que yo fuera su
intérprete avergonzado, después de la verdad verdadera.
Yo me fui yendo. Perdí la ilusión. Se hizo opaca mi visión. Fui decayendo. Me encontré inmerso en
la locomoción al aire. Surtiendo un rezago a fuego vivo. Ahí, en esas casitas en que nacimos. Ese
Ancízar en otra vía. Ese yo, puntual. En la pelota cimera. Propiedad de quien quisiera patearla. En
la trenza lúcida. Territorial e impulsiva. En el escondite secreto. Como voz que dice mucho y no dice
nada. Como espectadores del afán incesante. Proclamado. Latente y expreso. En fin, que lo visto
ahora no es otra cosa que la falsa realidad mía. Con el usurpador al lado. Como a la espera de lo
que pueda pasar. Ahí, como vehículo impensado. Para llevarme a lo territorial suyo. Y yo en esa
propuesta admitida. Como reconciliación posible. Entre lo que soy. Y lo que pude ser al lado de
Ancízar originario, no suplantado. Y sí que, como que leyó mi mente, y se propuso inventar algo
más trascendente. He hice mella en el ahora cierto. Porque resulté al otro lado. En callejón no
conocido. En calle diferente a la nuestra con la esquinita bravata. Deslizándome por el camino no
conocido. Y recordé el día en que no lo vi. Cuando descendía del busecito llevadero. Cuando se me
fue la sesera mía. Cuando lo vi pasar sin verme. Y me sentí, ahora, con fuerzas para dirimir el
conflicto entre lo habido antes y lo que soy ahora. En posesión de la bitácora recortada,
enrevesada. Como en esos vuelos silentes de antes de día cualquiera. Con la remoción de lo
habido, por la vía de suplantar lo que antes era.
Hoy, en el día nuevo, desperté en el silencio. Como si estuviera atado a todo aquello lineal,
sombrío. Y le dije buenos días a mi niña, hija, absoluta. Y, ella, me replicó con su risa abierta. En la
cual la ternura es hecho constante, manifiesta. Y le dije “buenos días” a la que era mi amada hasta
el día pasado. Y me dijo, ella, que me recordaría por siempre. En esa oquedad estéril, manifiesta.
Y, también, me replicó lo hablado conmigo antes. Cuando éramos como sucinta conversación.
Plena de decires explayados. Como manifiestos doctorales. Como simplezas pasadas. O, como
breviarios expandidos, elocuentes; pero insaboros. Y se me metió la nostalgia. Tanto como
r5ecordar al Ancízar hecho mero plomo, ahora. En ese verlo andar conmigo en el pasado.
Construyendo lo efímero y lo cierto absoluto. Y le dije a mi Valeria que yo no iría hasta su dominio
encerrado. Entendido como yunta acicalada. Enervante. Casi aborrecible. Pero que,
paradójicamente, la sentía más mía que al nacer nuestro idilio. Desde la búsqueda de los
espárragos briosos, yertos. Entre el acero y el hierro construidos. Y, ella, me recordó que prometí
amarla desde ese día en que no ví a Ancízar en aquella mañana de lunes. Y, siguió diciendo, no se
te olvide que fui tuya, en todos los avatares previstos o no previstos. Que te di, decía ella, todo lo
habido en mí. Y que dejaste esa huella imborrable que se traduce en ese hijo tuyo y mío.
A partir de ese ayer en que me habló, Valeria; se me fue tiñendo la vida. En un color extraño,.
Como gris volátil, impregnado de rojo punible, adverso. Y sí que la seguí con mi mirada. Y la veía
en su abultado vientre. Y, dije yo entre mí, no reconocer lo actuado, como origen del ser vivo ahí
adentro suyo, en el de Valeria. Y me fui yendo por ahí. Y me encontré al otro lado; con la novia de
Ancízar. Con Fabiana Contreras. Postulada como futura madre, también. Y le dije lo que en
verdad creía. Es decir, aquello relacionado con la empatía necesaria. 1) Que yo no me imaginaba a
Ancízar, volcado sobre su cuerpo. Excitado y dispuesto. Y, ella, me dijo algo así como que la vida es
incierta. Tanto como cálculo de probabilidades constante. Y terminé al lado de la soledad.
Esperando el nacimiento de las dos o los dos, en largo acontecer efímero, incierto. O, simplemente
hecho en sí, sin más aspaviento

Contenu connexe

Tendances

El jazz de carabajo ( prosa poética)
El jazz de carabajo ( prosa poética)El jazz de carabajo ( prosa poética)
El jazz de carabajo ( prosa poética)
tomasvila
 
Allow me ( permíteme)
Allow me  ( permíteme)Allow me  ( permíteme)
Allow me ( permíteme)
jeshua_192
 
BéCquer Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
BéCquer   Historia De Una Mariposa Y Una ArañABéCquer   Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
BéCquer Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
Palau Lax
 
Amanda (prosa poetica)
Amanda  (prosa poetica)Amanda  (prosa poetica)
Amanda (prosa poetica)
tomasvila
 

Tendances (19)

El jazz de carabajo ( prosa poética)
El jazz de carabajo ( prosa poética)El jazz de carabajo ( prosa poética)
El jazz de carabajo ( prosa poética)
 
Gibran Khalil Gibran – Poemas y Pensamientos (por: carlitosrangel)
Gibran Khalil Gibran – Poemas y Pensamientos (por: carlitosrangel)Gibran Khalil Gibran – Poemas y Pensamientos (por: carlitosrangel)
Gibran Khalil Gibran – Poemas y Pensamientos (por: carlitosrangel)
 
Benedetti [3]
Benedetti [3]Benedetti [3]
Benedetti [3]
 
Benedetti
BenedettiBenedetti
Benedetti
 
Yo soy oro
Yo soy oroYo soy oro
Yo soy oro
 
belígero y otras tramas
belígero y otras tramasbelígero y otras tramas
belígero y otras tramas
 
El beso y otros relatos
El beso y otros relatosEl beso y otros relatos
El beso y otros relatos
 
La llave
La llaveLa llave
La llave
 
Crónico Amor Platónico
Crónico Amor PlatónicoCrónico Amor Platónico
Crónico Amor Platónico
 
Benedetti 2
Benedetti 2Benedetti 2
Benedetti 2
 
Allow me ( permíteme)
Allow me  ( permíteme)Allow me  ( permíteme)
Allow me ( permíteme)
 
El amigo
El amigoEl amigo
El amigo
 
Una Dulce Historia de Persecución
Una Dulce Historia de PersecuciónUna Dulce Historia de Persecución
Una Dulce Historia de Persecución
 
Recopilacion de poemas de autores ecuatorianos
Recopilacion de poemas de autores ecuatorianosRecopilacion de poemas de autores ecuatorianos
Recopilacion de poemas de autores ecuatorianos
 
BéCquer Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
BéCquer   Historia De Una Mariposa Y Una ArañABéCquer   Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
BéCquer Historia De Una Mariposa Y Una ArañA
 
Tren - Rafael Bejarano
Tren - Rafael BejaranoTren - Rafael Bejarano
Tren - Rafael Bejarano
 
Poesias y poemas de Mario benedetti #1
Poesias y poemas de Mario benedetti #1Poesias y poemas de Mario benedetti #1
Poesias y poemas de Mario benedetti #1
 
Amanda (prosa poetica)
Amanda  (prosa poetica)Amanda  (prosa poetica)
Amanda (prosa poetica)
 
Trozos del espejo
Trozos del espejoTrozos del espejo
Trozos del espejo
 

En vedette

2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
Hitesh Agrawal
 
Final proyecto acme
Final proyecto acmeFinal proyecto acme
Final proyecto acme
mojogarco
 
Losberger Palas brochure
Losberger Palas brochureLosberger Palas brochure
Losberger Palas brochure
Matthew Bates
 
Email Marketing:Today's tool for effective customer interaction
Email Marketing:Today's tool for effective customer interactionEmail Marketing:Today's tool for effective customer interaction
Email Marketing:Today's tool for effective customer interaction
Bill Powell
 
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice peopleKazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
2600Hz
 

En vedette (20)

Paardentochten Oostkantons in groep of individueel Vakantie brochure
Paardentochten Oostkantons in groep of individueel Vakantie brochurePaardentochten Oostkantons in groep of individueel Vakantie brochure
Paardentochten Oostkantons in groep of individueel Vakantie brochure
 
Caminata bíbica cañaveral
Caminata bíbica cañaveralCaminata bíbica cañaveral
Caminata bíbica cañaveral
 
Hogyan használják a hazai színházak az online kommunikációs eszközöket? (2012)
Hogyan használják a hazai színházak az online kommunikációs eszközöket? (2012)Hogyan használják a hazai színházak az online kommunikációs eszközöket? (2012)
Hogyan használják a hazai színházak az online kommunikációs eszközöket? (2012)
 
Marcus Matthews
Marcus MatthewsMarcus Matthews
Marcus Matthews
 
Lightning Talk: Ploegert, Sharewise - Crowd mit Cloud
Lightning Talk: Ploegert, Sharewise - Crowd mit CloudLightning Talk: Ploegert, Sharewise - Crowd mit Cloud
Lightning Talk: Ploegert, Sharewise - Crowd mit Cloud
 
2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
2010 11 m.b.m. (computer management) sem-i and ii
 
Guia dg2
Guia dg2Guia dg2
Guia dg2
 
Compras en Internet: Fácil y Seguro
Compras en Internet: Fácil y SeguroCompras en Internet: Fácil y Seguro
Compras en Internet: Fácil y Seguro
 
Final proyecto acme
Final proyecto acmeFinal proyecto acme
Final proyecto acme
 
Losberger Palas brochure
Losberger Palas brochureLosberger Palas brochure
Losberger Palas brochure
 
Presentación Ser Humano
Presentación Ser HumanoPresentación Ser Humano
Presentación Ser Humano
 
Manual identidad básico
Manual identidad básicoManual identidad básico
Manual identidad básico
 
15 Lambda SFIC 2009
15 Lambda SFIC 200915 Lambda SFIC 2009
15 Lambda SFIC 2009
 
Quale smartart?
Quale smartart?Quale smartart?
Quale smartart?
 
Making Disciples of All Nations
Making Disciples of All NationsMaking Disciples of All Nations
Making Disciples of All Nations
 
MANEJO Y TRATAMIENTO DE TBC
MANEJO Y TRATAMIENTO DE TBCMANEJO Y TRATAMIENTO DE TBC
MANEJO Y TRATAMIENTO DE TBC
 
Making PCI V3.0 Business as Usual (BAU)
Making PCI V3.0 Business as Usual (BAU)Making PCI V3.0 Business as Usual (BAU)
Making PCI V3.0 Business as Usual (BAU)
 
Email Marketing:Today's tool for effective customer interaction
Email Marketing:Today's tool for effective customer interactionEmail Marketing:Today's tool for effective customer interaction
Email Marketing:Today's tool for effective customer interaction
 
WBDB 2015 Performance Evaluation of Spark SQL using BigBench
WBDB 2015 Performance Evaluation of Spark SQL using BigBenchWBDB 2015 Performance Evaluation of Spark SQL using BigBench
WBDB 2015 Performance Evaluation of Spark SQL using BigBench
 
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice peopleKazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
KazooCon 2014 - Ziron, SMS for voice people
 

Similaire à Ancizar alma mia

Similaire à Ancizar alma mia (20)

Perfiles y secuencias
Perfiles y secuenciasPerfiles y secuencias
Perfiles y secuencias
 
Como sujeto vivo y otros relatos
Como sujeto vivo y otros relatosComo sujeto vivo y otros relatos
Como sujeto vivo y otros relatos
 
Europa sangría
Europa sangríaEuropa sangría
Europa sangría
 
Desde su silencio
Desde su silencioDesde su silencio
Desde su silencio
 
Palabras y fuego (5)
Palabras y fuego (5)Palabras y fuego (5)
Palabras y fuego (5)
 
De una historia mía
De una historia míaDe una historia mía
De una historia mía
 
De una historia mía
De una historia míaDe una historia mía
De una historia mía
 
Nunca en silencio
Nunca en silencioNunca en silencio
Nunca en silencio
 
Sujeto envolvente
Sujeto envolventeSujeto envolvente
Sujeto envolvente
 
Luz de luna
Luz de lunaLuz de luna
Luz de luna
 
Canto absurdo, volátil
Canto absurdo, volátilCanto absurdo, volátil
Canto absurdo, volátil
 
Canto desollado
Canto desolladoCanto desollado
Canto desollado
 
Susanita (una vida compleja)
Susanita (una vida compleja)Susanita (una vida compleja)
Susanita (una vida compleja)
 
Susanita (una vida compleja)
Susanita (una vida compleja)Susanita (una vida compleja)
Susanita (una vida compleja)
 
Yo en melisa
Yo en melisaYo en melisa
Yo en melisa
 
Desde mi silencio
Desde mi silencioDesde mi silencio
Desde mi silencio
 
Desde mi silencio
Desde mi silencioDesde mi silencio
Desde mi silencio
 
De esta vida mía, sola, absorta, demirriada
De esta vida mía, sola, absorta, demirriadaDe esta vida mía, sola, absorta, demirriada
De esta vida mía, sola, absorta, demirriada
 
Tráfico de ilusione1
Tráfico de ilusione1Tráfico de ilusione1
Tráfico de ilusione1
 
Sucesiones
SucesionesSucesiones
Sucesiones
 

Plus de Luis Parmenio Cano Gómez

Plus de Luis Parmenio Cano Gómez (20)

Documento 74.pdf
Documento 74.pdfDocumento 74.pdf
Documento 74.pdf
 
gobernabilidad (1).pdf
gobernabilidad (1).pdfgobernabilidad (1).pdf
gobernabilidad (1).pdf
 
Negociación con El ELN (3).pdf
Negociación con El ELN (3).pdfNegociación con El ELN (3).pdf
Negociación con El ELN (3).pdf
 
actual.pdf
actual.pdfactual.pdf
actual.pdf
 
apuntes para una reforma al sistema de educación en Colombia.docx
apuntes para una reforma al sistema de educación en Colombia.docxapuntes para una reforma al sistema de educación en Colombia.docx
apuntes para una reforma al sistema de educación en Colombia.docx
 
(1)Notas para una crítica al proyecto de reforma laboral.pdf
(1)Notas para una crítica al proyecto de reforma laboral.pdf(1)Notas para una crítica al proyecto de reforma laboral.pdf
(1)Notas para una crítica al proyecto de reforma laboral.pdf
 
Antonia Santos (1).pdf
Antonia Santos (1).pdfAntonia Santos (1).pdf
Antonia Santos (1).pdf
 
reformas.pdf
reformas.pdfreformas.pdf
reformas.pdf
 
Tiniebla (1).pdf
Tiniebla (1).pdfTiniebla (1).pdf
Tiniebla (1).pdf
 
La politica.pdf
La politica.pdfLa politica.pdf
La politica.pdf
 
entrampado.docx
entrampado.docxentrampado.docx
entrampado.docx
 
decisiones.docx
decisiones.docxdecisiones.docx
decisiones.docx
 
en casa de liboria.docx
en casa de liboria.docxen casa de liboria.docx
en casa de liboria.docx
 
La soledad de Francia Márquez Mina.docx
La soledad de Francia Márquez Mina.docxLa soledad de Francia Márquez Mina.docx
La soledad de Francia Márquez Mina.docx
 
Mujeres bajo fuego
Mujeres bajo fuegoMujeres bajo fuego
Mujeres bajo fuego
 
La luna seguía
La luna seguíaLa luna seguía
La luna seguía
 
Del fútbol como deporte de atletas
Del fútbol como deporte de atletasDel fútbol como deporte de atletas
Del fútbol como deporte de atletas
 
Yo, claudia
Yo, claudiaYo, claudia
Yo, claudia
 
El baile del mentiroso mayor
El baile del mentiroso mayorEl baile del mentiroso mayor
El baile del mentiroso mayor
 
Ley de financiamiento 1943 de crecimiento 2019
Ley de financiamiento 1943 de crecimiento  2019Ley de financiamiento 1943 de crecimiento  2019
Ley de financiamiento 1943 de crecimiento 2019
 

Dernier

🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
EliaHernndez7
 
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
RigoTito
 

Dernier (20)

Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...
Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...
Procedimientos para la planificación en los Centros Educativos tipo V ( multi...
 
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptx
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptxPower Point E. S.: Los dos testigos.pptx
Power Point E. S.: Los dos testigos.pptx
 
Los avatares para el juego dramático en entornos virtuales
Los avatares para el juego dramático en entornos virtualesLos avatares para el juego dramático en entornos virtuales
Los avatares para el juego dramático en entornos virtuales
 
Sesión de clase: Fe contra todo pronóstico
Sesión de clase: Fe contra todo pronósticoSesión de clase: Fe contra todo pronóstico
Sesión de clase: Fe contra todo pronóstico
 
BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICABIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
BIOMETANO SÍ, PERO NO ASÍ. LA NUEVA BURBUJA ENERGÉTICA
 
Análisis de los Factores Externos de la Organización.
Análisis de los Factores Externos de la Organización.Análisis de los Factores Externos de la Organización.
Análisis de los Factores Externos de la Organización.
 
CONCURSO NACIONAL JOSE MARIA ARGUEDAS.pptx
CONCURSO NACIONAL JOSE MARIA ARGUEDAS.pptxCONCURSO NACIONAL JOSE MARIA ARGUEDAS.pptx
CONCURSO NACIONAL JOSE MARIA ARGUEDAS.pptx
 
Infografía EE con pie del 2023 (3)-1.pdf
Infografía EE con pie del 2023 (3)-1.pdfInfografía EE con pie del 2023 (3)-1.pdf
Infografía EE con pie del 2023 (3)-1.pdf
 
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigosLecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
Lecciones 06 Esc. Sabática. Los dos testigos
 
Interpretación de cortes geológicos 2024
Interpretación de cortes geológicos 2024Interpretación de cortes geológicos 2024
Interpretación de cortes geológicos 2024
 
🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
🦄💫4° SEM32 WORD PLANEACIÓN PROYECTOS DARUKEL 23-24.docx
 
Power Point: Fe contra todo pronóstico.pptx
Power Point: Fe contra todo pronóstico.pptxPower Point: Fe contra todo pronóstico.pptx
Power Point: Fe contra todo pronóstico.pptx
 
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
2 REGLAMENTO RM 0912-2024 DE MODALIDADES DE GRADUACIÓN_.pptx
 
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESOPrueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
Prueba de evaluación Geografía e Historia Comunidad de Madrid 2º de la ESO
 
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdfFeliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
Feliz Día de la Madre - 5 de Mayo, 2024.pdf
 
Supuestos_prácticos_funciones.docx
Supuestos_prácticos_funciones.docxSupuestos_prácticos_funciones.docx
Supuestos_prácticos_funciones.docx
 
Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdfSesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
Sesión de clase APC: Los dos testigos.pdf
 
La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración AmbientalLa Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
 
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
Tema 10. Dinámica y funciones de la Atmosfera 2024
 
Revista Apuntes de Historia. Mayo 2024.pdf
Revista Apuntes de Historia. Mayo 2024.pdfRevista Apuntes de Historia. Mayo 2024.pdf
Revista Apuntes de Historia. Mayo 2024.pdf
 

Ancizar alma mia

  • 1. Episodio uno El instar vivo. Como recuerdo cierto Como casi todo en la vida, hablar de tristeza, no es otra cosa que dejar volar la imaginación hacia los lugares no tocados antes. Por esas expresiones vivicantes y lúcidas. Es tanto como discernir que no hemos sido constantes, en eso de potenciar nuestra relación con el otro o la otra; de tal manera que se expanda y concrete el concepto de ternura. Es decir, en un ir yendo, reclamando nuestra condición de humanos. Forjados en el desenvolvimiento del hacer y del pensar. En relación con natura. Con el acento en la transformación. Con la mirada límpida. Con el abrazo abierto siempre. En pos de reconocernos. De tal manera que se exacerbe el viaje continuo. Desde la simpleza ávida de la palabra propuesta como reto. Hasta la complejidad desatada. Por lo mismo que ampliamos la cobertura del conocimiento y de la vida en el. Viéndola así, entonces, su recorrido ha estado expuesto al significante suyo en cada periplo. En cada recodo visto como en soledad. Como en la sombra aviesa prolongada. Y, en ese aliento entonces, se va escapando el ser uno o una. Por una vía impropia. En tanto que se torna en dolencia originada. Aquí, ahora. O, en los siglos pasados. En esa hechura silente, en veces. O hablada a gritos otras. Es algo así como sentir que quien ha estado con nosotros y nosotras, ya no está. Como entender que emigró a otro lado. Hacia esa punta geográfica. No física. Más bien entendido como lugar cimero de lo profundo y no entendido. Es ese haber hecho, en el pasado, relación con la mixtura. Entre lo que somos como cuerpo venido de cuerpo. Y lo que no alcanzamos a percibir. A dimensionar en lo cierto. Pero que lo percibimos casi como etérea figura. O sumatoria de vidas cruzadas. Ya idas. Pero que, con todo, anhelamos volver a ver. Así sea en esa propuesta íngrima. Una soledad vista con los ojos de quienes quedamos. Y que, por lo mismo, duele como dolor profundo siempre. Y si seremos algo mañana. Después de haber terminado el camino vivo. No lo sé. Lo que sí sé que es cierto, es el amor dispuesto que hicimos. El recuerdo del ayer y del anterior a ese. Hasta haber vivido el después. En visión de quien quisimos. Qué más da. Si lo que propusimos, antes, como historia de vida incompleta, aparece en el día a día como concreción. Como si hubiese sido a mitad del camino físico, biológico. Pero que fue. Y sólo eso nos conmueve. Como motivación para entender el ahora. Con esa pulsión de soledad. Como si, en esa, estuviera anclado el tiempo. Como si el calendario numérico, no hubiera seguido su curso. Como que lo sentimos o la sentimos en presencia puntual. Cierta. Y sí entonces que, a quien voló victimado por sujeto pérfido, lo vemos en el escenario. Del imaginario vivo. Como si, a quien ya no vemos, estuviera ahí. Al lado nuestro. Respirando la honda herida suya. Que es también nuestra. Y que nos duele tanto que no hemos perdido su impronta como ser que ya estuvo. Y que está, ahora. En esa cimera recordación. Volátil. Giratoria. Re- inventando la vida en cada aliento. Cómo es la vida, En la lógica es ser o no ser. Pero es que la vivencia nuestra es trascendente. Es ilógica. En tanto que estamos hechos de hilatura gruesa. Como fuerte fue el nudo de Ariadna que sirvió de insumo a Prometeo para re-lanzar su libertad. Y, como es la vida, hoy estamos aquí. En trascendente recuerdo de quien voló antes que nosotros y nosotras. Y estamos, como a la espera del ir yendo, sin el olvido como soporte. Más bien con la simpleza propia de la ternura. Tanto como verlo en la distancia. En el no físico yerto. Pero en el sí imaginado siempre.
  • 2. Episodio dos Ancízar ido. Mi rol perdido. Ese día no lo encontré en el camino. Me inquieta esto, ya que se había convertido casi en ritual cotidiano. Sin embargo avancé. No quería llegar tarde a mi trabajo. Esto porque ya tuve un altercado con Valeria, quien ejerce como supervisora. Y es que mi vida es eso. Estar entre la relación con Ancízar y mi rol como obrero en Minera S.A. Mucho tiempo ha pasado desde ese día en que lo conocí. Estando en nuestra ciudad. En el barrio en que nacimos. Mi recuerdo siempre ha estado alojado en esa infancia bella, compartida. En los juegos de todos los días. En esa trenza que construíamos a cada nada. Con los otros y las otras. Arropados por la fuerza de los hechos de divertimento. En las trenza suya y mía y de todos y todas. Infancia temprana. Volando con el imaginario creciente. Ese universo de voces. En cantos a viva voz. En la golosa y en la rayuela. En el poblamiento de nuestro entorno, por parte de los seres creados por nosotros y nosotras. Figuras henchidas de emoción gratificante. Mucho más allá de las sombras chinescas. Y que las versiones casi infinitas de la Scherezada imperecedera. En una historia del paso a paso. Trascendiendo las verdades puestas ahí, por los y las mayores. Ajenos y propios. Además, en una similitud con Ámbar y Vulcano de los sueños idos. En el aquí y ahora. Y me veo caminando por la vía suya y mía. Esa que sólo él y yo compartíamos. La vía bravata, que llamábamos. Con la esquina convocante siempre. En esos días soleados. Y en los de lluvias plenas. Hablando entre dos sujetos, con palabras diciendo al vuelo, todo lo hablado y lo por hablar. En sujeción con la iridiscencia, ahí instantánea. En un instar prolongado. Como reclamando todo lo posible. Para absorberlo en posición enhiesta. Vivicantes. Y, precisamente ese día en que no lo encontré. Ni lo vi. Ni lo sentí. Volví a aquel atardecer de enero virtuoso. En el cual aplicamos lo conocido. Lo aprendido en cuna. Él y yo, en una perspectiva alucinante. Viviendo al lado de los dioses creados por nosotros mismos. Una opción no cicatera. Si relevante, enjundiosa, proclamada. Y llegué a mi sitio de trabajo con la mira puesta en regresión. Hasta la hora, en esa misma mañana, en que pasé por ahí. Por la esquinita cómplice. En donde siempre nos encontrábamos todos los días. Desde hace mil años. Y, en mi rol de sujeto empleado, empecé a dilucidar todo lo habido. Con la fuerza bruta vertida en el cincel y en la llave quita espárragos. Una aventura hecha locomoción excitante. Y bajé la rueda, al no poder descifrar la manera rápida que antes hacía. En torpeza de largo plazo y aliento. Ensimismado. En ausencia máxima de la concentración Operando el taladro de manera inusual. Tanto como haber perdido la destreza. Las estrías de la broca, como dándome vueltas. Mareado. En desilusión suprema. Por no haberlo visto. Y Valeria en el acoso constante. Como si hubiera adivinado ese no estar ahí. Como si pretendiera cortar mi vuelo y la imaginación subyacente. Y volver a casa dando por precluido mi quehacer. En enrevesado viaje. De pies en el bus que me llevaba de regreso a casa. Con la ansiedad agrandada, inconmensurable. Abrazando mi legítima esperanza. Contando las calles. Como si la nomenclatura se hubiera invertido. Comenzando en el menos uno infinito. Extendiéndose desde ahí hasta la punta de más uno. Y este giraba. Como en un comenzar y volver al mismo punto. Me iba diluyendo, yo. Y no encontraba nada parecido a la racionalidad puntual. Emergiendo, una equívoca mirada. Un sentir de del desespero, incoado en el vértigo mío, punzante, áspero. Doloroso. Me bajé ahí. En la esquinita recochera. Alegre en el pasado. Ahora en plena aparición de la tristeza. Porque, tampoco, lo vía. Y buscaba sus ojos y cuerpo entero. Pero no aparecía. Y más se exacerbó mi herida abierta en la mañana. Y quedé plantado. Esperando, que se yo. Tal vez su presencia
  • 3. física. O, siquiera, el vahído de su ser etéreo. Pero ni lo uno ni lo otro. Y el dolor creciendo, por la vía de la exponencial. Yo, en una mecedera de cabeza. Tan frágil que se me abrió la sesera. Y vi cómo iba cayendo. Y vi que Ancízar pasaba a mi lado, sin verme. Y seguí con mi voz callada, llamándolo. Y desapareció, en la frontera entre lo hecho concreto, físico y el volar, volando al infinito universo. Encapotado ahora. Pleno de las nubes cada vez más obscuras. En el presagio de la lluvia traicionera. Helada. Muy distante de las lluvias de nuestra infancia. Cálidas. Abrasadoras hasta el deleite. Cuando desnudos recorríamos el barrio. Tratando de empozar las gotas tiernas, en nuestras manos. Y, siendo cierto el haberlo visto pasar. Me senté a ver pasar a los otros y las otras. Con la sesera siempre abierta. Y, quienes pasaban y pasaban, no entendían lo que estaba pasando conmigo. La vocinglería percibida. Con palabras no conocidas. No recordadas, al menos. La elongación impertinente de la cuantificación. Metida en el ser mío desvanecido. Y, en la mirada mía, posicionada en el horizonte que atravesó el amigo fundamental. El personaje de los bretes de antes. La figura envolvente de su yo. Y se me iban derritiendo los ojos. Como si fueran insumo sintético. Azuzado por el calor no tierno. Como cuando el hierro es derretido por el fuego milenario. O como cuando deviene en el escozor titilante, brusco, pérfido. El llegar a casa, se produjo habiendo pasado mil horas. Como levitación tardía. Vagando en las sombras. No sé si de la madrugada. O de la noche del siguiente día. O días, ya no lo recuerdo. Ni quiero hacerlo. Y Valeria en el acoso de siempre. Y bajé del vuelo etéreo. Y vi los espárragos tirados, en el piso. Y agarré el taladro acerado. Con las estrías girando en la espiral. Y todo empezó a girar también. Y fui ascendiendo al infinito físico. Y vi a todos los soles habidos. En esa millonada de años luz, volcada. Y yo en la velocidad mía, sin crecer. Sin despegar mi mirada del entorno abierto, pero en tristeza consumido. Fugaz luciérnaga yo. Aterido en la masa hecha incandescencia. Cuerpos horadados por la soledad. Cuerpos celestes sin ningún abrigo. A merced de los agujeros negros. Una visión de lo absorbente, penoso. Un ir y volver continuo. Y Ancízar allá en una de las lunas del planeta increado. En zozobra ambivalente, incierta. Siendo como en verdad soy, me fui diluyendo de verdad. Ya no era la sesera abierta en el imaginario. Lo de ahora era y es vergonzosa derrota del yo vivicante. Nacido en miles de siglos antes que ahora. Una derrota hecha a puro golpe de martillos híbridos. Y viendo a Valeria, en lo físico. Sintiendo su poderosa voz. Llamándome para que volviera a asumir mi rol de hombre físico en ejercicio. Y, yo, en las tinieblas empalagosas, duras. En ese ir llegando impoluto exacerbado. Episodio tres El embeleso lúdico En eso estaba, cuando apareció Ancízar, Según él, venía de Ciudad Perdida. Que estuvo allá largo tiempo. Y, precisamente, es el tiempo en que yo estuve adyacente a la terminación de la vida. Y me fui entrando, por esa vía, en lo que había de reconocer, en el otro tiempo después. No atinaba a entender la propuesta venida desde antes. En la posición predominante en eso de entender y de hacer algo. En principio, no lo reconocí. Pero él hizo todo lo posible por enfrentar lo que habría de ser su devenir. Desde la estridencia fina, que lo acompañaba siempre. Hasta ese lugar para las opciones que venían de tiempo atrás. En esos lugares cenicientos. En la aventura del alma viva presente. Cuando lo saludé, me dio a entender que no me recordaba. Y, en la insistencia, le expresé lo mucho que lo quería. Desde esa calle. Desde la esquinita bravera. Esa que, conmigo, hizo abierta la posibilidad de seguir viviendo. Todo como en hacer impenetrable. Solo en la escucha de él y la mía. Y me dijo, así en esa solvencia de palabras, que había estado en ciudad Persípolis. Y que, desde allá, me había escrito unas palabras. Más allá del propio saludo. Más, en lo profundo, elucidando verdades como pasatiempos favoritos. Y me dijo que seguía siendo el mismo sujeto de otras vidas. Con la mira puesta en los quehaceres urticantes. Casi aviesos. En esa horizontal de
  • 4. vida, inapropiada para el pensar no rectilíneo. Y sí que, por lo mismo, le dije que no entendía ese comportamiento parecido al interludio de cualquier sinfonía criolla. Y., me siguió diciendo, que no recordaba haberme visto antes. Y yo, en la secuencia permitida, le dije que él había sido mi referente, en el pasado reciente y lejano. Y, siguió diciendo Ancízar, he regresado por el territorio que he perdido. Ese que era tuyo y mío antes. Pero que, en preciso, él quería para sí mismo, como patrimonio cierto y único. Y yo le dijo que lo había esperado en esta orilla nítida. Para que pudiéramos conjugar su verdad y la mía. Y, él me dijo, que no recordaba ningún compromiso dual. Que lo suyo no era otra cosa que lo visto en ciernes. Desde ese día en que nos encontramos. Ahí en la esquinita bravera. Y que, siguió diciendo, le era afín la voz de Gardel y de Larroca. Pero que, por lo mismo, nunca había olvidado su autonomía y su soledad permitida. Y que yo no había estado nunca junto a él. Por ejemplo, cuando lo llevaron a prisión por haber contravenido la voz de la oficialidad soldadesca. Y, en verdad, me dije a mí mismo, que él no atinaba a entender la dinámica de la vida. La de él y la mía. Y sí que, me siguió diciendo, lo tuyo no es otra cosa que simple verbalización de lo uno o lo otro. Nunca propuesto como significante válido, en la lógica permitida. Siendo así, entonces, me involucré en lo nuevo suyo. Recordando, tal vez, los domingos mañaneros. Esos del ir al cine nuestro. De “El muchacho advertido”, hasta el lúgubre bandido derrotado. Y le dije, por esto mismo, que no hiciera como simple hecho enjuto, venido a menos. Y, me dijo al pulso, que no había venido para concretar dialogo alguno. Que era, más bien, una expresión perentoria en términos del querer ser consensuado. Más bien como expresión de escapatoria. A la manera de la tangente propia. De la línea prendida al dominio, suyo, como variable explícita. Y, siguió diciendo, lo tuyo es mera recordación inmersa en el quehacer simple. Vertido al escenario inocuo. Envolvente. Como ir y venir escueto. Atiborrado de lugares comunes propios. En siendo simple especulación no resuelta. O no apropiado. O, simplemente, anclado en el pasado impío. Mediocre, insaboro. Pétreo. Inconstante. Por lo bajo lo entendía. Y me quedé silente. En esa aproximación entre lo entendido y lo incierto pusilánime. Y me fui, en tontera, detrás de su séquito. Apegado, entonces, a su condición de referente entero. Desde esa época en la que estábamos juntos en la lúdica viva. Desde esa esquinita bravata nuestra. Y, así. En ese ir yendo preclaro, nos encontramos en esa ciudad asfixiada. Sintiendo, en nosotros, el apego a la fumarola sombría. Esa que nos recorre desde hace mucho tiempo ya. Y, por lo mismo, le seguí diciendo lo mío en ciernes. Tal vez ampuloso y etéreo; pero cierto en lo previsto expreso. En todo lo habido, me hice cierto en la proclama propuesta o impuesta. Según fuera el momento y el tiempo perdido. Y, Ancízar, no atinaba a nada. Se fue yendo por lo bajo. Como actitud palaciega en el pasado de reyes y regencias religiosas. Y, por lo mismo, me aparté de él. Creyendo que era el tiempo propicio. Y sí que él, estuvo volcado a la defensa de ser. De su connotación hirsuta, inamovible. Y pasó el tiempo. En esa nimiedad de los días. En ese entender los miles de años acumulados al querer ser lo uno o lo otro. Viré, entonces, en la pi mediana. Y arribé a la locomoción plena. Pero lenta y usurpadora. Me fui, entonces, lanza enristre contra el afán propuesto por él mismo. Como si, yo, quisiera decantar lo habido. Hasta convertirlo en propuestas simples, minusválidas. Y, me empeñé en reconvenirlo, por la fuerza. Y lo asfixié con la sábana del Gran Resucitado. Como proveyendo de almas cancinas, el simple hecho de estar vivo. Y me fui en silencio. Por la inmensa puerta llamada “De El Sol”. Y allí me quedé a la espera. Como cuando cabalgaba en la noche, a lomo del dromedario propio de los habituales dueños del desierto. Recorrí mil y una praderas nuestras. Desde Vigía Perdomo, hasta “Punta Primera”. Un norte a sur especulativo. Hechizo. No cierto,. Pero pudo más mi afán de trascender la soledad. En contra lógica propuesta, me hice a la idea de la dominación mía. Absoluta, hiriente. Y sí que, entonces, Ancízar Villafuerte caducó en mi discurso. Y se hizo esclavo de lo hablado y hecho por este yo supremo envilecido.
  • 5. Episodio cuarto La huella sigue ahí Ya quedó atrás lo de Ancízar. Yo seguí como nave, casi noria absoluta. Y encontré al postrer referente. Era tanto como verlo a él. Una mirada diestra, casi malvada. Nunca supe cuál era su nombre. Simplemente me dejé llevar por la iridiscencia de su voz. En una melancolía efímera. Tal vez hecha tardanza en el vivir pleno. Y, yo, le dije. Le hable de lo nuestro. Como queriéndole expresar lo del Ancízar y yo. Pero, en esa prepotencia de los seres avergonzados de lo que han sido, me dijo algo así como un “no importa”. Lo mío es otra cosa. Y, por lo mismo, me quedé tejiendo las verdades anteriores. Las mías y las de él, el signado Ancízar. Me supuse de otra categoría. De ardiente postura. De infame proclividad al contubernio forzado. Y me fui yendo a su lado. Al lado del suplantador informe. Mediocre. Tanto en el ir yendo. Como también en el venir sinuoso, aborrecible. En ese entonces. En tanto que expresión enana de la verdad; yo iba creyendo en su derrota. Producto de mi inverosímil perplejidad supina. Para mí, lo uno. O lo otro, daba igual. En eso de lo que tenemos todos de perversidad innata. Y le seguí los pasos al aparecido. Veía algo así como ese “otro yo” vergonzante. Desmirriado. Ajeno a la verdad verdadera de lo posible que pase. O de lo posible ya pasado. Y me hice con él el camino. Entendido como símil de lo recorrido con Ancízar. Y ese, su suplantador, me llevó al escenario ambidextro. Como inefable posición de los cuentahabientes primarios. Groseros escribientes. Y sí que le di la vuelta. A la otra expresión del yo mío. Y, el usurpador, lo entendió a la inversa. Se prodigó en expresiones bufas. Por lo menos así lo entendí. Como si fuera una simple proclama de lo aco9ntecido antes. En ese territorio suyo incomprendido. En esa locación propuesta como paraíso concreto. Inefable. Cierto. Pero, su huella, se fue perfilando en lo que, en realidad debería ser. Y lo ví en el periplo. Como en la cepa enana cantada por Serrat. Como simple ironía sopesada en las palabras de “El Niño Yuntero” de Miguel Hernández….En fin, como mera réplica de lo habido en “Alfonsina”. La libertaria. La que abrió paso a la libertad cantada. Todos los días. Pero, quien lo creyera, perdí el compás. Y él, el suplantador, me hizo creer en lo que vendría. En su afán loco de palabras tejidas, dispuso que yo fuera su intérprete avergonzado, después de la verdad verdadera. Yo me fui yendo. Perdí la ilusión. Se hizo opaca mi visión. Fui decayendo. Me encontré inmerso en la locomoción al aire. Surtiendo un rezago a fuego vivo. Ahí, en esas casitas en que nacimos. Ese Ancízar en otra vía. Ese yo, puntual. En la pelota cimera. Propiedad de quien quisiera patearla. En la trenza lúcida. Territorial e impulsiva. En el escondite secreto. Como voz que dice mucho y no dice nada. Como espectadores del afán incesante. Proclamado. Latente y expreso. En fin, que lo visto ahora no es otra cosa que la falsa realidad mía. Con el usurpador al lado. Como a la espera de lo que pueda pasar. Ahí, como vehículo impensado. Para llevarme a lo territorial suyo. Y yo en esa propuesta admitida. Como reconciliación posible. Entre lo que soy. Y lo que pude ser al lado de Ancízar originario, no suplantado. Y sí que, como que leyó mi mente, y se propuso inventar algo más trascendente. He hice mella en el ahora cierto. Porque resulté al otro lado. En callejón no conocido. En calle diferente a la nuestra con la esquinita bravata. Deslizándome por el camino no conocido. Y recordé el día en que no lo vi. Cuando descendía del busecito llevadero. Cuando se me fue la sesera mía. Cuando lo vi pasar sin verme. Y me sentí, ahora, con fuerzas para dirimir el
  • 6. conflicto entre lo habido antes y lo que soy ahora. En posesión de la bitácora recortada, enrevesada. Como en esos vuelos silentes de antes de día cualquiera. Con la remoción de lo habido, por la vía de suplantar lo que antes era. Hoy, en el día nuevo, desperté en el silencio. Como si estuviera atado a todo aquello lineal, sombrío. Y le dije buenos días a mi niña, hija, absoluta. Y, ella, me replicó con su risa abierta. En la cual la ternura es hecho constante, manifiesta. Y le dije “buenos días” a la que era mi amada hasta el día pasado. Y me dijo, ella, que me recordaría por siempre. En esa oquedad estéril, manifiesta. Y, también, me replicó lo hablado conmigo antes. Cuando éramos como sucinta conversación. Plena de decires explayados. Como manifiestos doctorales. Como simplezas pasadas. O, como breviarios expandidos, elocuentes; pero insaboros. Y se me metió la nostalgia. Tanto como r5ecordar al Ancízar hecho mero plomo, ahora. En ese verlo andar conmigo en el pasado. Construyendo lo efímero y lo cierto absoluto. Y le dije a mi Valeria que yo no iría hasta su dominio encerrado. Entendido como yunta acicalada. Enervante. Casi aborrecible. Pero que, paradójicamente, la sentía más mía que al nacer nuestro idilio. Desde la búsqueda de los espárragos briosos, yertos. Entre el acero y el hierro construidos. Y, ella, me recordó que prometí amarla desde ese día en que no ví a Ancízar en aquella mañana de lunes. Y, siguió diciendo, no se te olvide que fui tuya, en todos los avatares previstos o no previstos. Que te di, decía ella, todo lo habido en mí. Y que dejaste esa huella imborrable que se traduce en ese hijo tuyo y mío. A partir de ese ayer en que me habló, Valeria; se me fue tiñendo la vida. En un color extraño,. Como gris volátil, impregnado de rojo punible, adverso. Y sí que la seguí con mi mirada. Y la veía en su abultado vientre. Y, dije yo entre mí, no reconocer lo actuado, como origen del ser vivo ahí adentro suyo, en el de Valeria. Y me fui yendo por ahí. Y me encontré al otro lado; con la novia de Ancízar. Con Fabiana Contreras. Postulada como futura madre, también. Y le dije lo que en verdad creía. Es decir, aquello relacionado con la empatía necesaria. 1) Que yo no me imaginaba a Ancízar, volcado sobre su cuerpo. Excitado y dispuesto. Y, ella, me dijo algo así como que la vida es incierta. Tanto como cálculo de probabilidades constante. Y terminé al lado de la soledad. Esperando el nacimiento de las dos o los dos, en largo acontecer efímero, incierto. O, simplemente hecho en sí, sin más aspaviento