Existen unos minerales o tierras 'raras' estratégicas para los productos de alto contenido tecnológico. China tiene el monopolio de su comercialización, aspecto que supone una decisiva arma comercial en manos del gigante asiático.

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MINERALES RAROS: LA REPRESALIA CHINA.
Manfred Nolte
En estos últimos días han salido a la luz unos nombres enigmáticos asociados a
la confrontación comercial sino-americana. De no ser por el creciente encono que
adquieren las relaciones entre los dos gigantes mundiales podrían haberse
asociado con un nuevo planeta de ‘la guerra de las galaxias’ o un reciente
personaje de ‘Juego de Tronos’. Nada que ver. Los misteriosos elementos se han
constituido en un arma de contraataque chino, cuyo alcance y estragos pueden
no ser nada despreciables. Comencemos con su descripción antes de analizar su
uso estratégico negociador.
Nos referimos a las tierras o minerales raros (MR), -aunque no escasos- cuyos
números atómicos van del 57 al 71 que hoy adquieren un relieve inusitado como
en su día lo tuvieron en uranio y el plutonio con el desarrollo de la energía
atómica. Comprenden al escandio, el itrio y los lantánidos. Estos últimos son un
grupo de 15, compuesto por los elementos cerio, praseodimio, promecio, erbio,
europio, gadolinio, lantano, lutecio, neodimio, samario, torio, tulio, disprosio,
holmio e iterbio. Su alto precio se deriva de sus propiedades magnéticas,
luminiscentes y electroquímicas únicas.
Los MR se utilizan en las tecnologías de producción de energía limpia, baterías
de propulsión automotriz, celdas de combustible, motores eléctricos y turbinas
eólicas. En el campo militar y civil son imprescindibles para los sistemas de radar
y sonar o los misiles de crucero. Las tierras raras también se requieren en una
variedad de aplicaciones de alta tecnología informática, en la reducción de la
contaminación, tratamiento de agua, refino de petróleo, decoloración de vidrio
reciclado, diagnósticos clínicos o pantallas de televisión. En una palabra: billones

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de dólares de la oferta mundial de productos de alta tecnología se hallan
supeditados a la disponibilidad de estas tierras singulares.
A su relativa escasez estos atípicos elementos añaden otras peculiaridades, ya que
siempre se hallan mezclados, debiendo ser secuencialmente desagregados con los
consiguientes costes de explotación. En la mayoría de las minas, el porcentaje se
decanta hacia los minerales raros ‘ligeros’ que constituyen el 97-99% de las
extracciones, mientras que los raros ‘pesados’ son mucho más escasos. Como
consecuencia, los precios difieren sustancialmente de uno a otro elemento.
El siguiente ingrediente de la charada estratégica derivada de la extracción y
tenencia de estos minerales, consiste en que China, aunque solo tenga el 55 % de
las reservas mundiales, detenta el 86% de la producción de los mismos, y controla
hasta el95% de la oferta mundial de estos elementos a través de cadenas
integradas de minería, refino y suministros. La desproporcionada cuota
registrada por el coloso asiático en la oferta de MR es en gran parte debida a que
los procesos de excavación y proceso de los minerales, altamente tóxicos, han
contado con una tolerancia total frente a las más estrictas regulaciones
medioambientales de occidente. Simultáneamente, China ha practicado una
política de precios desleal alternando el dumping de precios para desalentar la
competencia, en un segmento extractivo de altos costes. Alternativamente las
aduanas chinas han elevado los aranceles de exportación de estos productos,
cuando así lo han juzgado oportuno, aumentado de esta manera sus reservas
estratégicas y manipulando al alza su precio internacional.
Esta circunstancia de monopolio de los referidos productos estratégicos confiere
a la potencia asiática un poder diferencial en la escena comercial al tener la llave
de la fabricación de un sinnúmero de productos tecnológicos, aspecto agudizado
con el proceso en curso de transformación de la industria automovilística
mundial hacia motores híbridos o eléctricos que utilizan dosis críticas de MR en
sus cadenas de producción.
China exhibió su poder monopólico en un destacado incidente internacional en
setiembre de 2010 con motivo de la colisión ocurrida entre un pesquero chino
operando en aguas limítrofes a las islas Diaoyu y dos guardacostas japoneses.
Japón detuvo al capitán del arrastrero. China respondió cortando el acceso de
Japón a la producción de sus materias primas estratégicas. Tras el incidente se
esconde una amarga disputa de varias décadas en relación con la soberanía de las
islas. Pero el hecho insólito es que, debido a una contienda diplomática, China
exteriorizó su músculo negociador bloqueando la exportación a Japón de MR,
estratégicos para su producción. La Organización Mundial del Comercio
condenaría seguidamente dicha práctica.
Lo mismo sucede en la actualidad. Como consecuencia de los ataques
arancelarios indiscriminados que China considera recibir de los Estados Unidos,
ha amenazado con represaliarse, activando nuevamente el arma de los MR. De
restringir o eliminar China la oferta de estos elementos a la industria americana,
el conflicto entre las dos potencias puede alcanzar un nivel sin precedentes. El
80% de los MR importados por Estados Unidos provienen de China, pero vienen
en su mayoría incorporados a una cadena de producción como productos
intermedios.

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De momento las acciones de las inversoras en MR disfrutan de jugosas subidas.