2. Ina era una niña delgada, bajita y muy muy inquieta.
Casi siempre estaba moviéndose, siempre estaba
haciendo cosas, y hablaba mucho y muy deprisa. Ina
tenía un gran corazón y muchas buenas ideas, era una
niña muy buena y muy lista, pero a veces le costaba
hacer amigos porque era muy inquieta.
En el cole le costaba estar sentada en la silla y
escuchar al profesor o profesora, aunque lo intentaba
no siempre podía controlarse, y tenía que hablar, o
moverse, o mirar lo que hacía otro compañero. Cuando
tenía un examen, le costaba pensar en el resultado de
las preguntas, con solo ver las primeras palabras creía
saber la respuesta y tenía que responder.
Además a veces se distraía
sin saber porque y cuando
se daba cuenta no tenía
tiempo para terminar los
ejercicios o el examen. Y
por eso, a pesar de haber
estudiado y de saberse las
preguntas, Ina no siempre
sacaba buenas notas. Los
profes no paraban de
reñirla, decían que era muy
distraída y que nunca hacía
caso a lo que le decían.
En casa, la cosa era igual o peor. Ina sacaba todos
sus juguetes, jugaba con muchas cosas, a veces tenía
muchas ideas a la vez en su cabeza y pasaban muy
rápido. Así Ina se movía de un lado a otro, saltaba,
corría, lanzaba cosas.
3. Cuando estaba haciendo algo
se le ocurría otra cosa que
podía hacer. Y como esto era
así a Ina se le olvidaban
muchas cosas, a veces rompía
cosas y también se hacía daño
ella o se lo hacía a su hermano
pequeño. Siempre la estaban
riñendo y pidiéndole que se
estuviese quieta y tranquila.
Ina estaba triste y nadie la comprendía, y cada vez le
costaba más estar quieta, mantenerse serena y
tranquila. Ina sentía que nadie podía entenderla y no
sabía qué hacer para que las cosas cambiasen.
Con sus amigos Ina también tenía problemas, a veces quería
contarles muchas cosas a la vez, le costaba escuchar a los
demás y también esperar su turno en los juegos. Por eso,
aunque no se lo decían muchos niños y niñas no querían
jugar con ella. Además Ina tenía problemas con sus
emociones, a veces estaba muy alegre y no podía contenerse,
reía a carcajadas, saltaba, bailaba y quería hacer muchas
cosas. También le sucedía lo mismo con sus enfados, a veces
se enfadaba y gritaba, contestaba, no paraba de moverse y
decía cosas de las que luego se arrepentía.
Ina estaba triste y nadie la comprendía, y cada vez le
costaba más estar quieta, mantenerse serena y
tranquila. Ina sentía que nadie podía entenderla y no
sabía qué hacer para que las cosas cambiasen.
Entonces llego un niño nuevo a su clase, Rudi. Rudi
en seguida se hizo amigo de Ina. Rudi le explico a
Ina un secreto:
4. Yo antes era como tú, y todavía lo sigo siendo. A veces
mi cabeza se llena de ideas, a veces me cuesta
esperar mi turno, a veces tengo el impulso de
moverme y hacer muchas cosas a la vez. Cuando eso
ocurre mi cabeza va muy deprisa y no me doy cuenta
de lo que hago.
Ina le miraba sorprendida, se
sentía tan identificada.
Pero, ¿qué has hecho?- ahora
no se te ve tan inquieto. –
preguntó la niña.
Y de esta manera gracias a su amigo Ruti, Ina
aprendió a conocer sus impulsos y aprendió a
controlarlos. Al principio le costó bastante esfuerzo,
pero poco a poco lo fue logrando.
Me di cuenta de todo eso, gracias a una persona que
me ayudo. Se trata de conocer como reaccionas y
aprender a controlarlo. Ahora, cuando tengo impulsos,
me quedo quieto, y cierro los ojos si puedo, cuento
hasta 20 o 30 y observo lo que ocurre a mí alrededor y
así puedo decidir. Al principio tienes que hacer un
esfuerzo, pero poco a poco aprendes y lo haces casi
sin darte cuenta. Yo puedo ayudarte.
FIN