2. A lo largo de las últimas décadas del siglo XX se despliegan toda
una serie de investigaciones que parten de la consideración de
la incorporación a las empresas y organizaciones de los
profesionales, o de sus relaciones con el Estado, como
problemas centrales del análisis sociológico de las ocupaciones
“profesionales”.
El crecimiento de las ocupaciones profesionales ha llegado a ser
percibido como la principal transformación de la estructura de
las sociedades contemporáneas, afectando de forma sustancial
al propio funcionamiento y estructuración del mundo del
trabajo y las organizaciones.
Durante varias décadas la SOCIOLOGÍA DE LAS PROFESIONES
se ha visto inmersa en un debate centrado en las propias
definiciones de lo que en sí se podían considerar “ocupaciones
profesionales”.
Marta Jiménez Jaén
3. “El desarrollo de las profesiones es una de las
características fundamentales del siglo XX. Los avances en
el conocimiento y la creciente complejidad de la sociedad
occidental favorecen el desarrollo de las profesiones
clásicas y la profesionalización de la sociedad. Un número
cada vez mayor de parcelas de la vida social e individual se
está convirtiendo en campos de conocimiento y de
ejercicio de un creciente número de expertos
profesionales.”
“La importancia de las profesiones y expertos en la
estructura y dinámica de nuestra sociedad indican la
capacidad de los sistemas de conocimiento profesional
para la definición de viejos y nuevos problemas. El
conocimiento abstracto se configura como un eficaz
mecanismo para el mantenimiento de posiciones sociales
de poder y privilegio.” (Rodríguez, J. A. y Guillén, M., 1992)
Marta Jiménez Jaén
4. Disponemos de un interesante estudio sobre la historia semántica
del término “professions” en la lengua inglesa, que nos aporta E.
Freidson en su obra Professional Powers (1988).
El término profession, en inglés, para Freidson tiene dos
implicaciones específicas:
“un modo de ganarse la vida sirviendo como agente del conocimiento
formal”;
“el hecho de que cuerpos de conocimiento formal, o disciplinas, se
diferencian en ocupaciones especializadas”.
Pero se pueden reconocer contradictorios significados ligados
históricamente al término, por lo que nos aporta “una historia
semántica que nos prepara para comprender los fundamentos del
uso diverso del término”, una diversidad que también ha estado
presente en el trabajo académico sobre el concepto de profesión.
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5. Como vocablo, profesión, entronca con otras palabras que tienen
la misma raíz (profesar, por ejemplo), y tiene una serie de
significados superpuestos, con pocas diferencias nítidas entre
ellos. Además, existen valoraciones tanto negativas como
positivas vinculadas al término.
“El uso más antiguo en Inglaterra es todavía hoy relativamente
poco común –profesión (y profesar) como una declaración o
expresión de intenciones o propósitos. Este fue el primer
significado de la palabra antes del siglo XVI, originalmente
vinculada a la toma de votos consagrados y procedía del carácter
clerical de la universidad medieval. En este uso, la palabra es
valorada positivamente, al implicar motivos religiosos y morales
para dedicarse a un buen fin. Sin embargo, también ha estado
vinculada a la noción de insinceridad y de decir mentiras, de
proclamar con palabras lo que de hecho no se hacía.” (Freidson,
1988)
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6. Diccionario de la Real Academia Española:
“Profesión”: “(Del lat. professĭo, -ōnis).
1. f Acción y efecto de profesar.
2. f Ceremonia eclesiástica en que alguien
profesa en una orden religiosa.
3. f Empleo, facultad u oficio que alguien
ejerce y por el que percibe una retribución.
hacer ~ de una costumbre o habilidad.
1. loc. verb. Jactarse de ella.”
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7. “Profesar”: “(De profeso).
1. Ejercer una ciencia, un arte, un oficio, etc.
2. Enseñar una ciencia o un arte.
3. Ejercer algo con inclinación voluntaria y
continuación en ello. Profesar amistad, el
mahometismo.
4. Creer, confesar. Profesar un principio, una
doctrina, una religión.
5. Sentir algún afecto, inclinación o interés, y
perseverar voluntariamente en ellos. Profesar cariño,
odio.
6. En una orden religiosa, obligarse a cumplir los
votos propios de su instituto.” (RAE)
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8. M. Moliner (1983):
“Profesión”:
“1) Acción de profesar en una orden religiosa. Ceremonia
realizada con ese objeto.
2) Actividad a que se dedica una persona: ‘De profesión,
médico. Carpintero de profesión.’ (...) PROFESIÓN LIBERAL. La
que no forma un <cuerpo> doctrinas o ideas.”
“Profesar”:
“1) Ingresar, haciendo los votos correspondientes, en una
orden religiosa (...).
2) Ser adepto a ciertas ideas o doctrinas: ‘Profesa el
mahometismo’.
3) <Sentir>, tener cierto sentimiento: ‘Te profesa gran
admiración’.
4) Enseñar cierta ciencia; particularmente, en una
universidad: ‘Profesaba griego en la universidad de Salamanca’.
5) Ejercer cierta profesión: ‘Profesa la abogacía”.
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9. Casares (1984):
“Profesión”:
“Acción y efecto de profesar/ Empleo,
facultad u oficio que cada uno ejerce. / Hacer
profesión de una costumbre o habilidad.
Jactarse de ella.”
“Profesar”: “Ejercer una ciencia, arte, oficio,
ocupación, etc. / Enseñar una ciencia o arte. /
Obligarse en una comunidad religiosa a cumplir
los votos propios de su instituto. / Cultivar un
sentimiento o creencia. / Declarar uno su
adhesión a un principio, doctrina, etc.”
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10. “El sustantivo profesión, referido a una
ocupación más que a una declaración de
intenciones, también conllevó valoraciones
contradictorias al salir del siglo XVI. En ese
tiempo, era usado para referirse a las
ocupaciones universitarias del sacerdocio, el
derecho y la medicina (pero no la cirugía) y,
menos usualmente, la ocupación militar
aristocrática”. (Freidson, 1988)
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11. Se trataba de ocupaciones que se integran en las
universidades medievales (instituciones religiosas), por lo
que la aparición histórica de estas ocupaciones no fue
ajena a las funciones que en aquellos tiempos desarrollaba
la Iglesia, que monopolizaba la enseñanza.
Que se accediera a estas ocupaciones tras el paso por la
universidad probablemente fuera el resultado de
conflictos, o una estrategia en sí misma de distinción,
entre quienes desarrollaban estas ocupaciones para las
clases pudientes y dominantes (los “profesionales”) y
quienes lo hacían para el resto (durante mucho tiempo, al
menos en las sociedades anglosajonas, organizados en
gremios) de los estamentos sociales.
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12. Pero el vínculo con el significado religioso de “profesar” también
remite a una de las características a las que los que se definen
actualmente como “profesionales” siguen defendiendo como
singular de su actividad: su orientación “de servicio”, su carácter
“vocacional”. Hemos de tener en cuenta que en sus orígenes
medievales “estas carreras no sólo tenían el carácter de ser
cualificadas, sino también el signo de la distinción,
constituyendo, casi exclusivamente, actividades de los bien
nacidos. Además se atribuía un alto estatus a estas ocupaciones,
quizás más por el estatus de quienes se vinculaban a ellas que por
un profundo respeto por las destrezas y actividades que suponía su
práctica.”
Estos significados originarios asociaban una valoración positiva
intrínseca del término, así como un carácter restrictivo, dado que
refería estricta y exclusivamente a sólo tres, a lo sumo cuatro, del
rango completo de ocupaciones desempeñadas en aquellos
tiempos.
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13. Sin embargo, durante el siglo XVI se desarrolló otro uso por el cual la
palabra se refería al rango completo de ocupaciones por las que las
personas eran identificadas y se ganaban la vida. La ocupación en este
sentido podía ser modesta o incluso degradada.
Así, a principios del siglo XVI la palabra profesión podía ser utilizada para
referir o bien a un conjunto de ocupaciones muy exclusivas o bien a su
opuesto –toda ocupación como tal-. (Freidson, 1988)
Otro contraste que se establece con significados distintos es entre
profesional y amateur:
En el uso aristocrático, cabía cuestionar la dedicación y motivación
profesional, en igual medida que se consideraba una degradación el tener que
trabajar.
En el uso burgués, caracterizar algo como un oficio amateur, o el trabajo de un
amateur, implica un trabajo pobre, mientras que caracterizar algo como un
oficio profesional implica un buen trabajo, fidedigno en cuanto a su
cualificación y calidad.
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14. “El significado más restrictivo de profesión, sin embargo, contiene una
noción considerablemente más específica de la formación vinculada al
trabajo profesional. De hecho, la profesión puede ser definida en relación
con un tipo particular de formación y cualificación.”
Este significado más restrictivo de profesión, es el que subyace a los usos
de palabras derivadas como profesional, profesionalizar, profesionalismo,
y profesionalización. En definitiva, “es aquel que se centra mucho en la
naturaleza especial y la fuente del conocimiento o cualificación
desplegada en el trabajo especializado”.
Son estas acepciones de carácter restrictivo las que han sustentado el
desarrollo de la Sociología de las Profesiones desde sus inicios como un
campo de especialización dentro de la Sociología. Sin embargo, el
trabajo académico no ha sido ajeno a la confrontación entre valoraciones
positivas y negativas del término.
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15. Primeras referencias académicas, en el contexto anglosajón, entre el último
tercio del s. XIX y el primero del s. XX: aportaciones de diversos autores sin que
pretendieran articular una teoría que globalmente intentara sistematizar el
análisis sociológico de estas ocupaciones.
Herbert Spencer (1896): dedicó un espacio considerable de sus Principios de Sociología a
mostrar cómo diversas profesiones funcionaban para mejorar la vida humana por la aplicación
del conocimiento especializado a los problemas humanos y por la práctica de destrezas
artísticas.
Beatrice y Sidney Webb (1917): desarrollaron un análisis del funcionamiento de las
asociaciones profesionales, analizándolas como “asociaciones de productores” que podían
servir como una alternativa al capitalismo en el control y el trabajo de organización del interés
público.
E. M. Carr-Saunders y P. A. Wilson (1933): intentaron hacer un análisis comprensivo y una
comparación de todas las ocupaciones en Inglaterra que podían razonablemente ser
consideradas profesiones para evaluar lo que tenían en común, cómo diferían entre ellas y
para afirmar su papel positivo tanto en la sociedad actual como en la futura.
T. H. Marshall (1939), que representó la culminación de la larga tradición británica que
consideraba a las profesiones como el signo esperanzador de un nuevo altruismo que podía
transformar el mundo político y social del capitalismo industrial.
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16. En este período un conjunto de transformaciones en el mercado de
trabajo, el sistema educativo y las grandes organizaciones que afectan
singularmente a los “grupos profesionales”, de los que los autores
anglosajones antes mencionados trataban de ofrecer una defensa por su
papel “positivo” para la economía y el bienestar social.
Se está organizando de forma ya definitiva el funcionamiento capitalista
desde el libre mercado, pero sin embargo se genera a la vez, en el siglo
XIX, un marco singular de organización del mercado de trabajo relativo a
ciertos servicios en el que se defiende la existencia de barreras que
limiten el mercado laboral para ciertos colectivos.
Estas barreras se establecen en torno a la posesión de una determinada
titulación educativa como el sustento del monopolio sobre algunas
funciones sociales, algunas (como la medicina y la abogacía) con un
origen histórico, pero otras (ingenierías, arquitectura, por ejemplo) con
un carácter nuevo, especialmente vinculadas al desarrollo tecnológico
que había acarreado la Revolución Industrial.
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17. II Guerra Mundial, y hasta finales de la década de los sesenta del siglo XX:
configuración de una segunda fase de la producción sociológica sobre las
profesiones. Se trata de un periodo donde se consolida un papel protagonista de
los “expertos profesionales” no ya sólo en la estructura social de las sociedades
capitalistas occidentales, sino en los procesos de legitimación en sí de las políticas
y del propio orden social capitalista, jugando especialmente un importante papel
en la justificación del “ascenso” social de los grupos profesionales
Predominio de los académicos americanos: Wilensky, Greenwood, Barber, Talcott
Parsons, W. J. Goode Jr. y W. Moore,… integrados en el enfoque
FUNCIONALISTA.
Se caracterizaron por un mayor esfuerzo de sistematización de los estudios, al
intentar desarrollar conceptos generales aplicables a más de un periodo histórico
o de una nación. Enfatizaron sobre todo el carácter especial del conocimiento y
las destrezas de las profesiones y su ética singular o la orientación altruista hacia
sus clientes. Se centraron principalmente en:
Análisis de las normas profesionales (rasgos de las profesiones, procesos de
profesionalización)
Relaciones de rol
Interacción con los clientes en los espacios de trabajo Marta Jiménez Jaén
18. En los últimos años sesenta del s. XX se dio un giro en las
cuestiones centrales y en los intereses de la Sociología de las
Profesiones tanto en los Estados Unidos como en el Reino Unido:
“El talante cambió desde la aprobación a la desaprobación, pasando
de enfatizar las virtudes frente a las desventajas a resaltar éstas sobre
aquéllas. La misma noción de profesión fue atacada llegando a
plantearse que el mundo sería mejor sin profesiones.”
Se centran en:
▪ la influencia política y cultural de las profesiones (Freidson, 1988)
▪ la relación de las profesiones con las élites políticas y económicas y con el
Estado (Johnson,1972),
▪ la relación de las profesiones con el mercado y el sistema de clases (Larson,
1977).”
Se apoyan en estudios históricos, a partir de lo que se ha dado en
llamar el “enfoque NEOWEBERIANO” en la Sociología.
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19. Las reflexiones se dirigen a poner de manifiesto cuáles son sus
mecanismos de funcionamiento, cómo adquieren poder, cómo lo hacen
valer en el mercado, cómo lo protegen frente a los demás y, en definitiva,
qué posición estructural comparten con sus semejantes.
Estas críticas se dan en el contexto de los procesos de cuestionamiento
ideológico del propio orden capitalista que tienen lugar en América y
Europa, y que tienen sus principales expresiones en estallidos sociales
como la crisis de Vietnam, los movimientos revolucionarios en diversos
países del denominado “Tercer Mundo”, o las movilizaciones de “Mayo
del 68” en numerosas universidades y centros de trabajo industriales en
algunos países europeos.
Estos movimientos alientan en su conjunto líneas de pensamiento
críticas con el status quo de las sociedades occidentales, poniendo en
evidencia sus limitaciones tanto en el terreno de los derechos
democráticos como de los efectos cada vez más desigualatorios de las
políticas establecidas al amparo de los discursos modernizadores y
meritocráticos hegemónicos en los años 50 y 60.
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20. Última fase del pensamiento sociológico sobre las profesiones:“teorías
posrevisionistas”.Comparten una posición: “un rechazo directo hacia las
explicaciones unívocas, sean del tipo que sean”.
De esta forma, desde los años ochenta hasta la actualidad se ha pasado a
predominar en esta especialidad una posición más relativista, que
defiende “un uso histórico específico” del profesionalismo:
el término profesión debe ser usado en un sentido específico histórico y
nacional. No es un concepto científico generalizable a una gran diversidad de
espacios y momentos. (Freidson, 1988)
Esta posición a lo que ha conducido, finalmente, es a una bifurcación del
pensamiento sociológico sobre las profesiones, que ha pasado a
centrarse más bien en el estudio de temáticas concretas: la división del
trabajo, las desigualdades de género, las transformaciones asociadas a la
salarización del trabajo profesional, los efectos de las políticas
neoliberales en la organización de las profesiones,...
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21. “Mecanismos" de los que está dotado el
"sistema social“:
para afrontar funciones especialmente valoradas,
requieren una dedicación exclusiva
Las realizan actores que previamente han
adquirido:
▪ una "competencia técnica" específica
▪ fundada en un corpus de conocimientos científicos,
altamente generalizados y sistematizados teórica y
empíricamente.
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22. Las profesiones incorporan un "código de
conducta" con unas funciones que le son
peculiares y otras que comparten con otras
actividades sociales (el negocio):
el `bienestar del cliente' por encima de sus
intereses personales
considera el `comercialismo' como el enemigo
más serio e insidioso con que tiene que
enfrentarse.
El afán de lucro, excluido.
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23. El código de conducta "profesional" tiende a
mantenerse estable e integrado en el "sistema“. Las
actuaciones "no profesionales” tienen un carácter
excepcional, serían "desviaciones“ irrelevantes.
La estabilidad de la conducta "normal“ deriva de:
un condicionamiento "cultural" sustentado en los procesos
de "socialización“
el sistema de interacciones específico que se establece en
la situación concreta del ejercicio de la profesión (en la
interacción profesional/cliente son los roles
"institucionalizados" los que dan sentido a la práctica
profesional).
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24. A los condicionamientos que conlleva la
"estructura" de la interacción hay que unir
también la ubicación de los profesionales
dentro de la jerarquía social:
El prestigio y los privilegios sociales y materiales de
los que disfrutan los profesionales en la sociedad
derivan, precisamente, de la congruencia de su
conducta con las características propias de su rol.
La sociedad penalizará activamente las conductas que
se salgan de la norma, las desviaciones sobre el rol
establecido.
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25. Administración independiente del rol
profesional:
En su formación, normalmente por un proceso
educativo formalmente organizado, por lo que
sólo los que han recibido la formación adecuada
son considerados cualificados para practicar la
profesión.
Sólo los miembros de la profesión son
considerados cualificados para interpretar
autorizadamente la tradición y, si se admite, para
desarrollarla y mejorarla"
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26. Profesionalismo como proceso por el cual
una ocupación alcanza unos atributos que
son esencialmente profesionales:
Destrezas basadas en un conocimiento teórico.
Entrenamiento y educación formal.
Procedimiento para evaluar la competencia de los
miembros.
Organización formal.
Código ético.
Orientación de servicio altruista.
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27. Secuencia histórica en cinco etapas:
1. Plena dedicación a la profesión.
2. Establecimiento de una escuela.
3. Formación de una asociación profesional.
4. Agitación política para obtener la protección legal del
monopolio del conocimiento.
5. Código de ética profesional “para eliminar a los no
cualificados e inescrupulosos”.
Semiprofesiones : ocupaciones que no han
conseguido acceder a la condición plena de
profesión.
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28. El modelo se ajusta más a las profesiones
clásicas que a las contemporáneas.
Tiende a aceptar las definiciones de los propios
profesionales, que ponen especial énfasis en el
altruismo y los objetivos sociales.
Sesgo de género.
Negación de los conflictos de poder: entre
grupos profesionales y entre profesionales y sus
clientes.
Unilineal y ahistórico: es más un modelo del
“deber ser” que del ser histórico y real de las
ocupaciones.
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Marta Jiménez Jaén