La Sostenibilidad Corporativa. Administración Ambiental
Anton Leeuwenhoek
1. ANTON LEEUWENHOEK: INVENTOR DEL MICROSCOPIO
Leeuwenhoek fue el primero en descubrir el paso de la sangre por los capilares. En
otros estudios Leeuwenhoek observó los protozoarios en el agua estancada, reveló la
existencia de los
espermatozoides, describió
con asombrosa fidelidad las
estructuras de la piel y de
los cabellos, detalles de los
insectos, etc.
Anton van Leeuwenhoek
(Países Bajos, 1632 -1726)
fue un comerciante y
científico neerlandés,
conocido por las mejoras
que introdujo a la
fabricación de microscopios
y por sus descubrimientos
pioneros sobre los
protozoos, los glóbulos
rojos, el sistema de
capilares y los ciclos vitales
de los insectos.
El título de primer microscopista está unido al nombre del fisiólogo italiano Marcello
Malpighi, que descubrió los capilares en 1661, demostrando la validez de la teoría de
Harvey sobre la circulación de la sangre. Pero fue un holandés, Anton Leeuwenhoek,
quien demostró en el siglo XVII de lo que era capaz un microscopio.
Era dueño de una tienda de paños, y entró en contacto con las lentes debido a su
negocio, ya que utilizaba lupas para examinar cuidadosamente sus telas. También era
conserje del ayuntamiento de Delft, y esas dos fuentes de ingresos le permitieron
dedicarse a su afición de la fabricación de lentes, una afición que se convirtió en la
obsesión de su vida. Cuando murió, había creado 419 lentes.
Leeuwenhoek fue un observador, no un teórico, pero como observador no tenía rival.
Abrió los ojos de sus contemporáneos a la enorme diversidad de la vida. Fue el
primero en describir los diversos tipos de plancton existentes en el agua, descubrió el
grupo de criaturas unicelulares que llamamos infusorios, e incluso descubrió y
describió las bacterias, unas formas de vida tan pequeñas que pasarían otros cien
años antes de que alguien fuera capaz de añadir algo útil a lo que él ya había dicho.
Construyó su primer microscopio en 1660. Sus instrumentos eran microscopios
simples, de una sola lente. Básicamente eran lupas potentes y consistían en una lente
pequeña, muy convexa, situada en el centro de una placa de metal. Las tenía que
sostener con una mano y le cansaban mucho los ojos.
Se calcula que Leeuwenhoek fabricó 419 lupas como ésta. Logró obtener un poder
separador de 2 milésimas de milímetro, pero la iluminación era deficiente y el campo
estrecho. Sus fecundos descubrimientos sólo pudieron ser el fruto de un
prodigioso esfuerzo de paciencia.
2. Pero sus lentes eran tan nítidas y estaban pulidas con tanta habilidad, que su poder de
resolución superaba con mucho el de los microscopios compuestos utilizados por sus
contemporáneos y producían imágenes libres de los colores distorsionados
(aberración cromática) que generaban los demás. No obstante, dejando aparte a sus
insignes contemporáneos, ha sido bastante ignorado, ya que no sabía latín y no leía
en ningún otro idioma que no fuera su holandés nativo.
A pesar de su origen humilde, Leeuwenhoek se convirtió en miembro de la Sociedad
Real de Londres, y fue por correspondencia Lovai Socienrias a esta correspondencia
unilateral escribió casi 400 cartas, todas en holandés como se conoció su trabajo fuera
de su país. En la última de estas cartas, legó a la Royal Society 26 de sus mejores
instrumentos, para que sus miembros pudieran explorar ese nuevo mundo por sí
mismos.
En 1677, Leeuwenhoek fue la primera persona en describir los espermatozoides. Fue
uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la biología, pero a corto
término hizo poco por la comprensión de la concepción. Se sabía desde hacía miles
de años que los humanos, como todas las criaturas sexuales, se concebían como
consecuencia de un intercambio sexual, pero la mecánica de la concepción seguía
siendo tan misteriosa en el siglo XVII como lo había sido en el siglo XVII a. G.
Con un “microscopio” como éste, de 5 x 2,5 cm Leeuwenhoek descubrió los glóbulos
rojos, los espermatozoides, las fibras musculares estriadas, etc. Diferente de los
instrumentos ópticos de su época, es una simple lupa: una pequeña lente, casi
esférica, aprisionada entre dos láminas de cobre; frente a la lente, una punta móvil con
una lámina de mica que hacia las veces de portaobjetos. A. Tornillo principal, para
mover el objeto que se examina. B. Cuerpo del microscopio. C. “Pinche” para clavar el
objeto y peder hacerlo girar. D. Lente simple asegurada al cuerpo del microscopio.
Aunque Leeuwenhoek describió los espermatozoides en detalle (imagen abajo), tanto
sus contemporáneos como él siguieron creyendo que la función de la hembra era
meramente alojar y nutrir la diminuta semilla proporcionada por el macho. No sería
hasta 1827, cuando el embriólogo germano-ruso Von Baer descubrió el óvulo en el
ovario mamífero y empezó a desentrañar el misterio de cómo se conciben los seres
humanos.
LA OBSERVACIÓN DE LAS BACTERIAS: El triunfo más grande de Leeuwenhoek
provino, sin embargo, del examen del sarro de sus propios clientes. Con gran
sorpresa, vio una gran cantidad de “bestezuelas que se movían de un modo muy
divertido”. Notó, en las mayores, movimientos muy vivaces y activos: las veía moverse
a través de la saliva “con la velocidad del pez en el mar”. Casi con seguridad fue ésta
la primera vez que se observaron las bacterias, tan importantes en la putrefacción y
las enfermedades, y en la vida de muchos seres.