El documento describe los desafíos de la transición digital en el País Vasco y la necesidad de abordarla de manera inclusiva. Señala que el País Vasco tiene una sólida base para la transición digital pero debe prestar atención a aquellos grupos con menor capacidad digital. La inteligencia artificial tendrá un gran impacto y es importante definir reglas claras. La transición debe reducir la vulnerabilidad y construir mecanismos de cohesión social para evitar fracturas. Se requiere la participación de todos los actores y audacia e innovación
1. País Vasco16 elEconomistaOPINIÓN
Audacia en la transición digital
El índice DESI (Digital
Economy and Society
Index) confirma año
tras año que contamos
con unas sólidas bases
para la transición
hacia una economía
competitiva
digitalmente y una
sociedad empoderada
digitalmente
Agustín Zubillaga
Director del Lab de Economía
Digital de Orkestra
C
orren tiempos de cambio. Nada nuevo si no
fuera por la velocidad que está tomando, y por
la profundidad y alcance del cambio digital.
Cada día que pasa nos va quedando más
claro que la actual ola de digitalización
desborda con creces la mera aproximación tecnológica, y,
además, sus efectos y consecuencias afectan a casi todos
los órdenes de nuestras vidas.
Estamos asistiendo, desde dentro, a un cambio radical en
las relaciones económicas y humanas con importantes
consecuencias en el futuro de Euskadi, que tiene por delante
tres grandes desafíos en términos socioeconómicos. Al reto
demográfico y al climático-energético se le suma el digital-
tecnológico. Se entrelazan y en los tres necesitamos encarar
procesos de transición sobre el modelo de futuro que
deseamos construir.
De cara al proceso de transición digital resulta necesario
tener un buen análisis de situación, así como de vectores de
cambio que nos permitan trazar algunos escenarios de futuro
sostenible.
Así, en primer lugar, el último estudio Sociedad y economía
digitales en Euskadi confirma que se han venido haciendo los
deberes de manera acompasada entre el desarrollo digital en
las empresas y las administraciones públicas.
Para ello se han desarrollado potentes capacidades de
conectividad y el capital humano, aunque esto no se traslada
a la demanda desde el hogar con suficiente intensidad.
El índice DESI (Digital economy and society index) confirma
año tras año que contamos con unas sólidas bases para la
transición hacia una economía competitiva digitalmente y una
sociedad empoderada digitalmente.
La mayor parte de los indicadores que componen este
índice han tenido un comportamiento y evolución positivos,
pero igualmente se ha de prestar atención a aquellos que
pueden ser fuente de desequilibrio, sean personas, pymes o
administraciones públicas con menor capacidad.
Igualmente, el estudio señala que el pleno desarrollo ha de
contar necesariamente con las mujeres, y apunta algunos
espacios donde seguir avanzando, especialmente en materia
de competencias digitales.
Este escenario nos permite ser relativamente optimistas
ante los desafíos que tenemos por delante, y al mismo
tiempo ha de inspirar los siguientes pasos que se han de ir
dando.
Entre los vectores de cambio no podemos obviar algunas
tecnologías más o menos disruptivas o con alta capacidad de
impacto.
Entre ellas destaca la inteligencia artificial (IA) por su
2. País Vasco17 elEconomistaOPINIÓN
capacidad para convertir datos en decisiones, automatizar
actividades, su potencial impacto en el empleo y el grado de
especialización que se requiere para adquirir esta capacidad.
¿Ser compradores o constructores de artefactos basados en
inteligencia artificial? No es la única tecnología, pero sí la que
apunta mayor capacidad de alteración de las condiciones
socio-económico-técnicas.
Pero la transición hacia un Euskadi digitalmente competitivo
implica considerar otros vectores. Las fuerzas de los grandes
jugadores globales, la profundidad de los cambios en los
hábitos de personas, las cadenas de valor están siendo
alteradas por nuevas formas de entender los negocios, y la
automatización plantea desafíos en el orden laboral y en los
sistemas de bienestar y cohesión social.
En un internet que no tiene fronteras, la claridad en las
reglas de juego ha de proporcionar certidumbre a las
empresas y las personas.
Y es ahí donde se ha de recuperar el liderazgo del modelo
digital humanista europeo frente a los otros dos grandes
actores globales. Y Euskadi necesita reforzar el alineamiento
con esta estrategia europea.
La revolución digital nos va a afectar en la forma de
entender las relaciones económicas, sociales y la vida de las
personas de una manera comparable a como antes lo
hicieron el convertidor de Bessemer, la electricidad o el
petróleo.
Aceptando que pueda haber ganadores y perdedores -la
historia económica así lo muestra-, la transición digital ha de
reducir los espacios de vulnerabilidad que puedan producir
fracturas sociales abruptas, por lo que es necesario diseñar y
construir mecanismos de cohesión social.
El diseño del modelo de transición digital para Euskadi
implica necesariamente a todos los actores sociales,
económicos, académicos y políticos. Nos apela directamente
a la responsabilidad con el presente y con el futuro
El modelo a construir deberá armonizar el desarrollo y el
equilibrio social. Ante el marco de incertidumbre, conllevará
innovadoras y audaces modos de gestión y la compartición del
riesgo -también en materia financiera-, la generación de nuevas
formas de confianza a través de acuerdos -interinstitucionales,
intersectoriales, intergeneracionales, etc.-, además del
compromiso compartido entre distintos -empresas,
universidades, sindicatos, gobiernos, etc.-.
Acuerdos como la mesa de diálogo social para una
transición digital justa son, sin duda, necesarios y además
significativos, e inequívocamente señalan parte del camino.
Para encarar esta transición buscando la sostenibilidad del
modelo económico con garantías, la audacia y la innovación
han de seguir formando parte del ADN de nuestra sociedad,
nuestras instituciones y nuestras empresas.
No es que sea la mejor forma, es que probablemente es la
única.
Los grandes avances en los momentos decisivos se han
logrado armonizando riesgo y compromiso.
Las crisis de los años ochenta son testigo de ello y nos han
de servir de faro. Porque la marea sigue subiendo.
Aceptando que
pueda haber ganadores
y perdedores,
la transición digital ha
de reducir los espacios
de vulnerabilidad
que puedan producir
fracturas sociales,
por lo que es necesario
construir mecanismos
de cohesión social
Agustín Zubillaga
Director del Lab de Economía
Digital de Orkestra