1. La Leyenda de la Viuda Alegre
Hace casi dos siglos, Martín fue a la fiesta del pueblo, ya que sus
hermanos menores le habían insistido que los acompañara. Él era un
hombre bastante reservado que pasaba la mayor parte de su tiempo
trabajando.
Llegaron al sitio de la tertulia y de inmediato los fraternos de Martín
encontraron con quien bailar. Mientras tanto, él se sentó en un rincón y
esperó a que la celebraciónterminara.
De pronto, se acercó a él una bella mujer delgadade ojos negros y cabello
rizado que le dijo:
– ¿Qué haces aquí sólo?
– Yo solo vine a acompañar a mis hermanos. Las fiestas no me gustan, no
soy ni buen conversador,ni mucho menos un buen bailarín.
– A mí tampoco me gusta bailar, ¿por qué no vamos afuera para charlar un
rato? El ruido de la música ya no lo soporto.
Esa noche la luna estaba espléndiday el clima era bastante agradable.
Los dos empezarona conversar y luego de un par de horas se besaron.
Súbitamente, la mujer miró al cielo y mencionó:
– Ya es muy tarde, debo irme a mi casa.
– Yo te llevo. Tienes razón, no es bien visto que una mujer soltera esté
fuera de su hogar cuando se aproxima la medianoche.
La mujer aceptó y los dos subieron al caballo de Martín. Sin embargo,el
corcelen el momento exacto en el que la chica se subió en su lomo,
relinchó de una manera como nunca lo había hecho antes.
Luego el sujeto tomó el camino que conducíaal pueblo,más la dama le
dijo:
– Mi casa está cercadel cementerio,por favor llevarme para allá.
– ¿Qué? Pero si en el camposanto no hay casas. Replicó Martín, aunque
obedeció las instrucciones que le habían dado.
En el preciso instante en el que llegaron afuera del panteón, la mujer lanzó
un alarido de terror. Hay quienes dicen que el grito fue tan fuerte que pudo
escucharse hasta en el rincón más recóndito de Bolivia.
El hombre volteó hacia atrás y quedó horrorizado al notar que la dama se
había transformado en un esqueleto andante.
Se trataba de la «Viuda Alegre», un ente que intenta matar de un susto a
sus víctimas.