1. María, la tía negada…
María, la tía negada…
Los últimos meses han sido para la Provincia arequipeña de Islay, una
constante de revueltas, discusiones, conflictos y demás, en torno al proyecto
minero Tía María de la empresa Southern Peru. Esto ha generado que muchas
personas, entendidas o no, salgan a la palestra a dar su opinión, con la libertad
a la que por supuesto todos tenemos derecho, en la medida que no
transgredamos la libertad de los demás.
Es justamente por ello que hago uso de mi libertad y del derecho a opinar, no
solo desde la posición de una persona que vivió más de la mitad de su vida
rodeado de imponentes montañas cargadas de tan valioso pero polémico
mineral, sino también con el corazón de aquella persona cuyas raíces
provienen del “Puerto Bravo” que por décadas reclama el protagonismo
económico-social que algún día adquirió a nivel de Latinoamérica.
Escribo con la pluma de aquel cuyos mejores amigos están inmersos en aquel
conflictivo pero privilegiado mundo, pero también con el alma de quién a
juzgar por lo que los hechos demuestran, reconoce que, por lo menos en
algunos lugares, la inversión no necesariamente es sinónimo de desarrollo.
Si pues, la inversión no necesariamente es sinónimo de desarrollo…es difícil
pensarlo y frustrante decirlo, pero acaso eso no es lo que refleja la realidad,
¿verdaderamente el tener un proyecto de inversión asegura el crecimiento de
una ciudad, una mejor educación, mejor calidad de vida? es eso lo que reflejan
las regiones que más canon reciben en el Perú?...no nos vayamos tan lejos,
veamos solamente los ejemplos de Moquegua y Tacna.
Que quede claro que lo digo con un gran pesar, no solo porque a ambas
regiones me une la familia, los amigos, algunos conocidos y otros no tanto,
sino porque en ellas probablemente pasé muchos de los mejores momentos de
mi vida. Pero es así, mientras vivía en aquella burbuja de aire, rodeado de
muchas comodidades, privilegios y gollerías…veía también gente, a solo unos
cuantos minutos, que no solo no se beneficiaba ni se beneficia, sino que por el
contrario, se ve perjudicada por el incremento de los costos y el
encarecimiento de la vida en su ciudad.
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2. María, la tía negada…
Este contexto da lugar a las siguientes interrogantes:
La minería de hoy genera trabajo? Sí señor, no en gran medida pero lo
genera.
La minería de hoy contamina? Cada vez menos y en todo caso siempre (o
casi siempre), bajo los límites permisibles que exige la ley.
La minería de hoy es capaz de convivir con otras actividades económicas
como la agricultura, la pesca, ganadería, turismo, etc.? Sí señor, es capaz
no solo de convivir con ellas, sino también, de propiciar su sostenibilidad en
el tiempo.
La minería genera desarrollo sostenible? Debería, pero no necesariamente
señor.
La minería de hoy genera mayores recursos para los diferentes niveles del
estado a través del impuesto a la renta, canon, sobrecanon, regalías y otros,
recursos que deberían ser adecuadamente invertidos en proyectos de
infraestructura, salud, educación, etc., pero que lamentablemente hoy, no son
más que el motivo de conflictos entre regiones, corrupción, malversación y
disputas a todo nivel.
Me pregunto entonces, cual es el verdadero problema: ¿es la contaminación
que generará el proyecto? ¿Los escasos puestos de trabajo que se generarán
para los pobladores de la zona? ¿La escasez de agua que afectará al sector
agrícola? No lo creo, el tema de fondo va más allá de eso y de la necedad de
la gente.
Y es que las personas estamos acostumbradas a comparar... ¿y con qué
comparamos?, con percepciones obtenidas de experiencias pasadas. Por tanto,
las experiencias pasadas más cercanas y similares, son las de Tacna y
Moquegua, que lamentablemente, por lo ya expuesto, no son de las mejores.
Pero ya es tarde para llorar sobre leche derramada, algo podemos y debemos
hacer. En principio ser conscientes de que esto es responsabilidad de todos
nosotros: Estado (en sus diferentes niveles), empresa privada y sociedad civil.
El Estado porque a decir verdad, no ha sido capaz de llevar un proceso de
descentralización eficiente, traducido fundamentalmente en la transferencia de
recursos económicos a los diferentes niveles de gobierno y en la –me da
mucha pena decirlo- irresponsable, corrupta, burocrática y desenfocada forma
de invertir dichos recursos por parte de quienes los reciben. Todo ello coludido
con los intereses de quienes se funden detrás del objetivo del “bienestar
común”, que en realidad no es más que la búsqueda desmedida del “bienestar
propio”.
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3. María, la tía negada…
La empresa privada por subestimar el alcance de la responsabilidad social
empresarial, limitándola al subsidio de quién no tiene, pero que recibe, y
cuando no hay más, reclama. La empresa privada olvidó la relación “ganar-
ganar” que debería existir con la contraparte: la sociedad. Es cierto, la ley no
obliga, pero la sociedad sí. Lamentablemente, no es suficiente generar los
recursos, sino brindar el soporte para gestionarlos adecuadamente. Esto no es
una exigencia, sino un pedido ante la evidente existencia de vacios de gestión
y la casi imposible tarea del estado de cubrirlos en el corto plazo.
Y por último la sociedad civil, porque en lugar de reclamar a las autoridades
una inversión adecuada de los recursos, deja asomar su orgullo y su actitud
cavernaria para bloquear carreteras y puentes, apedrear locales y policías,
quitar libertades y hasta vidas. Aquella sociedad que no se da cuenta, y si se
da cuenta prefiere ocultarlo, de que hoy tenemos la oportunidad, pero no la
estamos aprovechando.
Dejémonos ya de negociar –término que comúnmente es empleado para
aquellos que tienen intereses distintos-, empecemos a trabajar de manera
integrada, busquemos aquellos objetivos en común, esos que finalmente
conllevarán un contexto de desarrollo sostenible en el que grandes y
pequeños, rurales y urbanos, agricultores y mineros, podamos vivir en
armonía.
No dejemos pasar las oportunidades, no esperemos a que una vez más la vida
nos golpee y nos obligue a vivir de los recuerdos ingratos del que siempre
soñó, pero nunca llegó…de los “casi”, “por poquito”, o “si es que hubiese”.
Digámosle al mundo que “los objetivos los logramos todos”, que “la inversión
en Islay si generará desarrollo”, que “Matarani será nuevamente el Puerto que
alguna vez fue”, que “que no tendremos que migrar para vivir mejor”, “que
nuestros hijos tendrán una buena educación”, “que nuestra ciudad creció y con
ella, crecimos todos”.
Hugo Paz Pastor
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