Reygadas “distincion y reciprocidad notas para una antropologia de la equidad”
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Reygadas, Luis
DISTINCIÓN Y RECIPROCIDAD. NOTAS PARA UNA ANTROPOLOGÍA DE LA
EQUIDAD
Revista Nueva Antropología, Vol. XXI, Núm. 69, julio-diciembre, 2008, pp. 9-31
Universidad Nacional Autónoma de México
México
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2. DISTINCIÓN Y RECIPROCIDAD.
NOTAS PARA UNA ANTROPOLOGÍA DE LA EQUIDAD
Luis Reygadas
a antropología siempre se ha cidad, que alimentan tendencias a la
L distinguido por sus aportes a la
comprensión de la diversidad.
¿Podría contribuir también a un mejor
nivelación, la igualación y la equidad
dentro de las sociedades.
Esta separación está relacionada
entendimiento de la igualdad y la desi- con una concepción dualista y cierta di-
gualdad entre géneros, clases, grupos visión del trabajo intelectual vinculada
étnicos, regiones y países? Este escri- a ella. Se coloca, de un lado, a socieda-
to propone algunas líneas para la cons- des y grupos caracterizados por la pree-
trucción de una antropología de la equi- minencia de mecanismos de igualación
dad, y para ello trata de reunir dos e intercambio solidario, y en el otro a
tradiciones antropológicas que casi sociedades donde predomina la genera-
siempre se han mantenido alejadas. ción de distinciones, jerarquías y desi-
Por un lado, muchos antropólogos y an- gualdades. En un costado, la reflexión
tropólogas han estudiado los procesos sobre sociedades “primitivas”, familias
que generan jerarquías, desigualdades, y grupos primarios, supuestamente ho-
distinciones, iniquidades. Por otro lado, rizontales, alérgicos a las jerarquías y
y no siempre en diálogo con los prime- la dominación. En el otro costado, los
ros, otros colegas han analizado diver- análisis de las sociedades “modernas” y
sos mecanismos, sobre todo de recipro- sus instituciones complejas, a las que
3. 10 Luis Reygadas
se concibe como esencialmente verti- minación: en algunas épocas se han
cales, desiguales y atravesadas por el cerrado algunas brechas sociales que
poder. A veces, este dualismo se repro- tiempo después vuelven a abrirse, y vi-
duce en el análisis de las sociedades ceversa. Para no ir más lejos, el siglo XX
contemporáneas: habría en ellas algu- fue testigo de procesos que condujeron
nas instancias prístinas, por ejemplo a una distribución más equitativa de la
las comunidades indígenas, los movi- riqueza, tanto en países capitalistas en
mientos sociales y la “sociedad civil”, a la época de oro del Estado de bienestar
las que se concibe impregnadas por la como entre los que optaron por la vía
solidaridad, la honestidad y los valores socialista; pero durante las últimas dos
comunales, mientras instancias como décadas del siglo pasado nuevamente
el mercado, los gobiernos y las empre- se acentuaron las asimetrías sociales
sas estarían caracterizadas por la ex- en los dos grupos de países. Más que
plotación, la corrupción y las relaciones establecer una tendencia a priori hacia
asimétricas. Este dualismo impide ad- la igualdad o la desigualdad, sería con-
vertir el vínculo dialéctico entre ambos veniente estudiar sus mecanismos de
procesos, presente en todo tipo de so- generación. Propongo que reciprocidad
ciedades e instituciones. y diferenciación pueden ser pensadas
Pero el problema no sólo es la unila- en su entrelazamiento y oposición, e in-
teralidad de cada una de estas perspec- sertarse en un marco analítico que dé
tivas tomadas por separado. En muchas cuenta de los procesos que pueden ge-
ocasiones tiende a suponerse la existen- nerar tanto intercambios compensato-
cia de alguna tendencia metahistórica, rios como desigualdades mayores.
bien hacia la igualdad o bien hacia la Me interesa discutir estos temas
desigualdad, que se impone no sólo por desde la perspectiva de la antropología
encima de las acciones y voluntades de simbólica. Esto quiere decir que no voy
los individuos, sino también predeter- a hablar de la equidad en general, sino
mina la evolución de las sociedades. Es- fundamentalmente de la relación que
ta suposición presenta dos variantes existe entre los procesos simbólicos y la
principales. Por una parte, se piensa dialéctica igualdad-desigualdad. Argu-
que esas tendencias brotan de una cau- mentaré que los símbolos pueden ser, y
salidad estructural inevitable (“la ley de hecho son, utilizados tanto para
general de la acumulación capitalista”, crear distinciones como para disipar-
“siempre habrá ricos y pobres”, “el po- las, y que la dimensión cultural es fun-
der y la riqueza tienden a concentrarse damental para la constitución de las
cada vez más”). Por la otra, se pone en asimetrías sociales. Éstas no se agotan
juego alguna esencia innata comparti- en sus aspectos significativos, están
da por todos los seres humanos (“está fundadas también en realidades mate-
en nuestra naturaleza”, “el individuo riales, económicas, biológicas, geográfi-
siempre quiere destacar sobre los de- cas y políticas. Pero estas realidades no
más”). Una mirada a la historia permi- operan al margen de lo simbólico, y por
te advertir que no existe tal predeter- ello vale la pena indagar la incidencia
4. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 11
de la cultura sobre la estratificación so- Así, al clasificar las cosas del mundo se
cial. Del mismo modo, la construcción establecen entre ellas relaciones de in-
de la equidad está acompañada de uto- ferioridad/superioridad y exclusión/
pías, reivindicaciones, declaraciones, inclusión vinculadas directamente con
proyectos y acciones que tienen un el orden social:
componente simbólico.
El artículo consta de tres partes. En Clasificar no significa únicamente
la primera se discuten algunos enfo- constituir grupos: significa disponer
ques que analizan la relación entre esos grupos de acuerdo a relaciones
símbolos y desigualdad, a partir de las muy especiales. Nosotros los represen-
ideas de Mauss y Durkheim sobre las tamos como coordinados o subordina-
clasificaciones primitivas hasta llegar dos los unos a los otros, decimos que
a la teoría de Bourdieu sobre la distin- éstos [las especies] están incluidos en
ción. En la segunda parte se reflexiona aquéllos [los géneros], que los segun-
sobre la construcción simbólica de la dos subsumen a los primeros. Los hay
reciprocidad y la igualdad, tomando co- que dominan, otros que son domina-
mo punto de partida los análisis de Ma- dos, otros que son independientes los
linowski y Mauss sobre los intercam- unos de los otros. Toda clasificación
bios ceremoniales, para luego incluir implica un orden jerárquico del que ni
algunas reflexiones contemporáneas el mundo sensible ni nuestra concien-
sobre el tema. Por último, se pretende cia nos brindan el modelo (Durkheim
entrelazar ambas perspectivas para y Mauss, 1996: 30).
mostrar la dialéctica igualdad-desi-
gualdad que atraviesa las relaciones y Para Durkheim y Mauss la función
estructuras sociales, así como los signi- clasificatoria de la mente humana era
ficados que se generan en torno a ellas. explicada por la existencia de grupos
sociales; es decir, establecían una re-
DE LAS CLASIFICACIONES lación de primacía o determinación de
PRIMITIVAS A LA DISTINCIÓN la estructura social sobre la estructura
MODERNA del pensamiento. Para ellos, las per-
sonas clasificaban los objetos del mun-
La relación entre símbolos y grupos so- do en grupos debido a que la sociedad
ciales es un tema clásico de las ciencias estaba dividida en grupos.1 Esta corres-
sociales, abordado tempranamente por
autores como Durkheim, Weber y Si-
mmel (Durkheim, 1982; Durkheim y
Mauss, 1996, Simmel, 1950). Debemos 1
En otro pasaje de Clasificaciones primiti-
a Durkheim y Mauss, en su trabajo so- vas (y otros ensayos de antropología positiva),
bre las clasificaciones primitivas, la Durkheim y Mauss lo expresan así: “Es por-
que los hombres están agrupados, y se pien-
idea de que por medio de símbolos las san a ellos mismos en la forma de grupos, que
sociedades y grupos establecen límites en sus ideas ellos agrupan otras cosas” (cita-
que definen conjuntos de relaciones. dos en Lamont y Fournier, 1992: 2).
5. 12 Luis Reygadas
pondencia entre las estructuras menta- levantes. De aquí no se sigue que las
les y las estructuras sociales ha sido inequidades sólo son resultado del tra-
ampliamente criticada (Díaz, 2002), bajo simbólico de ordenar, separar y eti-
pero sigue teniendo partidarios tan re- quetar los diferentes grupos humanos,
nombrados como Pierre Bourdieu; en ya que además intervienen muchos
su libro sobre la distinción suscribió el otros procesos, entre ellos la explota-
llamado “conformismo lógico” de Durk- ción, los monopolios de diversos recur-
heim al afirmar: sos y los cierres sociales. Dado que los
estudios de antropólogos y otros cientí-
Las estructuras cognitivas que elabo- ficos interesados en las dimensiones
ran los agentes sociales para conocer significativas muestran que las asime-
prácticamente el mundo social son trías sociales tienen un fuerte compo-
unas estructuras sociales incorpora- nente simbólico, vale la pena recordar
das. El conocimiento práctico del mun- algunas contribuciones al respecto.
do social que supone la conducta “ra- Como se dijo antes, Durkheim y
zonable” en ese mundo elabora unos Mauss se interesaron en la actividad
esquemas clasificadores […], esque- clasificatoria del ser humano, quien al
mas históricos de percepción y apre- ordenar, agrupar y separar objetos, ani-
ciación que son producto de la división males y plantas, personas e institucio-
objetiva en clases [clases de edad, nes, también marca diferencias, límites
clases sexuales, clases sociales] y que y fronteras entre ellos, define jerar-
funcionan al margen de la conciencia quías, crea situaciones de inclusión y
y del discurso. […] En la lucha y para exclusión. Interesados en fundar una
las necesidades de la lucha funcionan ciencia de lo social, insistieron en seña-
unos principios de división insepara- lar que el origen de esta función clasifi-
blemente lógicos y sociológicos que, al catoria no era lógico ni biológico, sino
producir unos conceptos, producen
unos grupos, los mismos grupos que
los producen y los grupos contra los 2
El mismo Bourdieu señala que hay una
cuales se producen (Bourdieu, 1988: autonomía relativa entre ambas: “En la inde-
479 y 490). pendencia relativa de la estructura del sis-
tema de las palabras enclasantes y enclasadas
Más allá de que se suscriba o no la […] con respecto a la estructura de la distribu-
tesis de la correspondencia entre las ción del capital, y, con mayor precisión, en el
desajuste […] entre el cambio de los puestos,
clasificaciones sociales y las clasifica- ligado al cambio del aparato de producción, y
ciones simbólicas, o de que se postule el cambio de las titulaciones, es donde reside
algún tipo de autonomía entre ellas,2 el principio de las estrategias simbólicas que
una idea que permanece con gran fuer- tratan de explotar las discordancias entre lo
za es que las desigualdades sociales se nominal y lo real, de apropiarse las palabras
para tener las cosas que aquéllas designan o
encuentran asociadas con un conjunto de apropiarse las cosas en espera de obtener
de operaciones simbólicas, siendo la de las palabras que las sancionen” (Bourdieu,
agrupar y clasificar una de las más re- 1988: 491).
6. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 13
histórico y social, resultado de la seg- la que contamina y es expiada desde
mentación de la sociedad en grupos. el punto de vista religioso” (Weber,
La agudeza de la correlación conduce a 1996: 689).
reflexionar sobre las implicaciones so- Relacionar la impureza y las man-
ciales de acciones simbólicas tan sim- chas con las clasificaciones sociales ha
ples y constantes como agrupar y se- sido un recurso empleado en diversas
parar, establecer un orden, incluir y ocasiones, pero tal vez nadie le haya
excluir. Al analizar estas operaciones prestado tanta atención como Mary
en el contexto de las relaciones de po- Douglas, quien recurre al análisis de lo
der y de la distribución de recursos, pri- puro y lo impuro, lo contaminado y
vilegios y oportunidades, se entra de lo sucio para comprender los límites
lleno en el estudio de la desigualdad. simbólicos que separan los grupos. Lo
Otro clásico, Max Weber, también sucio es lo que está fuera de lugar, lo
vinculó el estudio de los significados que no corresponde con la estructura
con el análisis de las clases sociales esperada. Al descifrar las estructuras
y los grupos de estatus. Además de cla- simbólicas con que una sociedad dis-
ses sociales formadas gracias a diver- tingue lo impoluto, lo limpio y lo in-
sos monopolios sobre recursos económi- maculado de lo contaminado, sucio o
cos, Weber postulaba la existencia de manchado puede aprenderse mucho de
grupos de status, explicados por la dis- ciertas estructuras sociales (Douglas,
tribución desigual del prestigio y el ho- 1984). Contemplar las relaciones entre
nor social. Estos diferenciales de pres- clases sociales o entre géneros desde la
tigio no pueden entenderse sin hacer ventana abierta por Douglas represen-
referencia a lo simbólico, ya que se asig- ta un camino para descubrir formas su-
na a cada grupo de estatus cierta es- tiles de exclusión y discriminación.
timación social, positiva o negativa, Desde un registro muy diferente,
asociada a una cualidad común a las Erwin Goffman reflexiona sobre los es-
personas de ese grupo (Weber, 1996: tigmas, un tipo particular de máculas
684 y ss.). Esta asignación es un hecho que marcan de manera profunda a
cultural, independientemente de que quienes son objeto de ellos (Goffman,
pueda estar asociada a situaciones eco- 1986). A este autor no le interesan tan-
nómicas y políticas; sin embargo, Weber to las estructuras simbólicas que agru-
va más allá y postula la existencia de pan y distinguen a los individuos, sino
marcas rituales que acompañan la las acciones e interacciones median-
constitución de muchos grupos de sta- te las cuales se etiquetan a sí mismos y
tus: “… al lado de la garantía con- a los demás. Podría decirse que se preo-
vencional y jurídica de la separación de cupa más por las estrategias de clasifi-
estamentos existe también una garan- cación que por las clasificaciones. Para
tía ritual, de suerte que todo contacto Goffman, son los pequeños actos de de-
físico con un miembro de una casta con- ferencia o rebajamiento los que, al acu-
siderada ‘inferior’ es para los pertene- mularse, constituyen las grandes dife-
cientes a la casta ‘superior’ una mácu- rencias sociales:
7. 14 Luis Reygadas
Rutinariamente la cuestión es: la opi- vide áreas masculinas y femeninas en
nión de quién es emitida más frecuen- las casas familiares). Esta pesadísima
te y contundentemente, quién hace las trama contribuye a la existencia de dis-
decisiones menores aparentemente criminaciones de género en los ámbitos
requeridas para la coordinación de al- económico y político (Godelier, 1986).
guna acción conjunta en curso y a los El tema de la desigualdad de género
intereses pasajeros de quién se otorga ha experimentado una impresionante
más peso. Y por más trivial que algu- expansión durante los últimos veinti-
nas de estas pequeñas ganancias y cinco años, y analizarlo, así sea some-
pérdidas puedan parecer, sumando to- ramente, requeriría varios artículos.
das ellas a lo largo de todas las situa- Para los propósitos de este escrito cabe
ciones sociales en las cuales ocurren, recordar que la antropología del géne-
podemos ver que su efecto social es ro, junto con muchas autoras feminis-
enorme. La expresión de subordina- tas, ha contribuido a mostrar que las
ción y dominación a través de este en- asimetrías entre hombres y mujeres
jambre de significados situacionales han estado directamente relacionadas
es más que un mero vestigio o símbo- con construcciones simbólicas sobre lo
lo o afirmación ritualista de la jerar- que significa ser varón y ser mujer (Bu-
quía social. Estas expresiones consti- tler, 1996; Lamas, 1996; Ortner, 1979;
tuyen considerablemente la jerarquía Rubin, 1996). La cosmología de muchas
(citado en Bourdieu, 1988: 493-494). culturas está poblada de oposiciones
entre lo masculino y lo femenino, mis-
Los mitos también desempeñan su mas que con frecuencia sobrevaloran
papel en la construcción de desigualda- las cualidades positivas masculinas e
des, como demuestra Maurice Godelier infravaloran las femeninas lo cual con-
en su estudio sobre la dominación mas- tribuye a reproducir relaciones de do-
culina entre los baruya. En este pueblo minación entre los géneros. La antro-
de Nueva Guinea una compleja narra- pología también ha desempeñado un
tiva mítica consagra la supremacía de papel importante en las tareas de mos-
los hombres, a cuyo semen se atribuye trar cómo la subordinación de las mu-
un cúmulo de virtudes (produce la con- jeres está en el origen de muchas otras
cepción, nutre al feto, alimenta a la es- asimetrías sociales.3
posa, se transforma en leche, fortalece En un texto clásico de antropología
a los jóvenes iniciados, etcétera), mien- política, Abner Cohen estudió los ritua-
tras la sangre menstrual es considera-
da una sustancia dañina y peligrosa.
Esta narrativa se prolonga en diferen- 3
Véase Godelier (1986); “la división del tra-
cias en torno a los cuerpos (el del hom- bajo por sexos, por lo tanto, puede ser vista co-
bre se considera bello, puede usar cin- mo un ‘tabú’: un tabú contra la igualdad de
hombres y mujeres, un tabú que divide los se-
tas y plumas) y en torno a los espacios xos en dos categorías mutuamente excluyen-
(hay caminos dobles, los de los hombres tes, un tabú que exacerba las diferencias bioló-
son más altos, una línea imaginaria di- gicas y así crea el género” (Rubin, 1996: 58).
8. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 15
les de exclusividad que permitían a un ferenciación clasista en las sociedades
grupo étnico de Sierra Leona constituir- contemporáneas. Va más allá del sim-
se en una elite social, política y cultural. ple análisis del consumo cultural como
Habla de la “mística de la excelencia” y un poderoso marcador de estatus, para
de los “cultos de elite” que permiten a indagar en torno a los habitus de clase;
un grupo validar y sostener su estatus es decir, los esquemas de disposiciones
privilegiado al afirmar que poseen cua- duraderas que gobiernan las prácticas
lidades escasas y exclusivas que son y gustos de los diferentes grupos, los
esenciales para la sociedad en su con- cuales resultan en sistemas de clasifi-
junto (Cohen, 1981). La ideología de la cación para ubicar a los individuos en
elite estaría objetivada y sostenida por determinada posición social no sólo por
un elaborado cuerpo de símbolos y de- su dinero, sino también por su capital
sempeños dramáticos que incluyen mo- simbólico (Bourdieu, 1988). Hasta en
dales, etiqueta, estilos de vestir, acento, detalles aparentemente insignificantes,
patrones recreativos, costumbres y re- como la manera de hablar o la forma
glas matrimoniales. Este estilo de vida de mover el cuerpo, estaría inscrita la
sólo se adquiere a través de largos pe- ubicación de un sujeto en la división so-
riodos de socialización, en particular en cial del trabajo (ibidem: 477).
espacios informales como la familia, Para Bourdieu, los símbolos, por el
grupos de pares, clubes y actividades poder evocador de la enunciación, ha-
extracurriculares de la escuela (Cohen, cen ver otras cosas, otras propiedades
1981: 2-3).4 El trabajo simbólico de las de las cosas y de las personas, tienen
elites les permite distinguirse del resto un poder capaz de separar y de distin-
de la población en lo relativo a cosas guir y, de este modo, de lo indiferencia-
tan vagas como el decoro, la elegancia, do hacen surgir la diferencia:
la educación y otros atributos que les
permiten acceder a privilegios y recom- El principio de división lógica y política
pensas extraordinarios. que es el sistema de enclasamiento só-
De manera similar, Pierre Bourdieu lo tiene existencia y eficacia porque
encontró en el análisis del gusto algu- reproduce, bajo una forma transfigu-
nos de los más sutiles resortes de la di- rada, en la lógica propiamente simbó-
lica de las distancias diferenciales, es
decir, de lo discontinuo, las diferencias,
lo más frecuente graduales y continuas,
4
Sobre la estrecha relación entre símbolos
y clases sociales, Cohen afirma: “‘los grupos de que confieren su estructura al orden
clase’ son construcciones sociológicas abstrac- establecido: pero sólo añade su contri-
tas que no pueden ser comprendidas al mar- bución propia, es decir, propiamente
gen de los mecanismos simbólicos que entrela- simbólica, al mantenimiento de ese or-
zan a sus miembros y sus familias, y entonces den porque tiene el poder propiamen-
las transforman de meras categorías de perso-
nas en grupos corporativos concretos, cohe- te simbólico de hacer ver y hacer creer
sivos, cooperantes y relativamente durables” que otorga la imposición de estructu-
(Cohen, 1981: XVII). ras mentales (ibidem: 490).
9. 16 Luis Reygadas
Los símbolos también crean límites Tilly critica las aproximaciones indi-
que pueden convertirse en fronteras vidualistas al fenómeno de la desigual-
entre los grupos sociales. Esas fronte- dad, es decir, las centradas en la distri-
ras fijan un estado de las luchas socia- bución de atributos, bienes o posesiones
les y de la distribución de las ventajas entre los actores. En contrapartida pro-
y las obligaciones en una sociedad. En pone un enfoque relacional de la desi-
ese sentido, Charles Tilly ha hecho un gualdad, atento a las interacciones en-
detallado análisis sobre la desigualdad tre grupos de personas. Le interesa el
categorial, una diferencia que surge de trabajo categorial que establece límites
la distinción entre diferentes catego- entre los grupos, crea estigmas y atri-
rías de personas definidas socialmen- buye cualidades a los actores ubicados
te.5 De acuerdo con Tilly, las categorías a uno y otro lado de los límites (ibidem:
son producidas culturalmente en torno 79 y ss.). Los límites pueden separar
a ciertas características, biológicas o so- categorías internas, específicas a una
ciales. La institucionalización de las ca- organización o grupo (por ejemplo los
tegorías pareadas, y de sistemas de cie- que separan a directivos de traba-
rre y exclusión creadas en torno a ellas, jadores o reclutas de oficiales), o bien
hace que la desigualdad perdure. Se in- distinguir categorías externas, comu-
teresa en las diferencias que resultan nes a toda la sociedad (hombre/mujer,
de la existencia de categorías pareadas blanco/negro). Cuando coinciden las ca-
que separan claramente a las personas tegorías internas y externas la desi-
en dos grupos, pues los considera fun- gualdad se ve reforzada (ibidem: 87-
damentales en la generación de las de- 90), mientras la utilización de categorías
sigualdades persistentes: “el argumen- pareadas causa desigualdad persistente
to central reza lo siguiente: las grandes cuando permite la existencia de dos
y significativas desigualdades en las mecanismos básicos: la explotación y el
ventajas de que gozan los seres huma- acaparamiento de oportunidades.6
nos corresponden principalmente a di- Cada uno de los autores menciona-
ferencias categoriales como negro/blan- dos parte de una perspectiva diferente,
co, varón/mujer, ciudadano/extranjero o pero tienen algo en común: en primer
musulmán/judío más que a diferencias lugar, apuntan que los símbolos desem-
individuales en atributos, inclinaciones peñan un papel fundamental en la crea-
o desempeños” (Tilly, 2000: 21). ción y reproducción de las desigualda-
des. No todas las desigualdades tienen
un origen cultural, algunas se derivan
5
“Las categorías pareadas y desiguales, del simple uso de la fuerza, de diferen-
consistentes en relaciones asimétricas a través cias materiales o biológicas, pero inclu-
de una línea divisoria socialmente reconocida
(y habitualmente incompleta), se reiteran en
una amplia variedad de situaciones, y su efec- 6
Tilly habla de otros dos mecanismos com-
to corriente es la exclusión desigual de cada plementarios que refuerzan la desigualdad
red de los recursos controlados por la otra” categorial: la emulación y la adaptación (2000:
(Tilly, 2000: 22). 22-23)
10. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 17
so éstas van a ser filtradas por el en- ticas, mas casi siempre son condición
tramado simbólico. Por ejemplo, dos necesaria para su existencia al combi-
hombres pueden diferir en estatura, narse con jerarquías, instituciones y
aspecto físico o color de la piel por cau- relaciones de poder específicas.
sas estrictamente genéticas (sin necesi- En segundo lugar, dichos autores
dad de considerar los casos en que la identifican diversos procesos y opera-
estatura u otros rasgos físicos varían ciones simbólicas que entran en juego
por causas sociales), pero la cultura en la construcción de desigualdades.
puede etiquetarlos como iguales o, por Durkheim habla de clasificaciones y
el contrario, establecer entre ellos je- formación de grupos; Weber de atribu-
rarquías y diferencias valorativas. So- ción de cualidades y de marcas rituales;
bre esa base les pueden ser reconocidos Mary Douglas propone calificaciones
diferentes derechos, obligaciones, retri- de pureza e impureza, Goffman de es-
buciones, castigos y privilegios. Las cla- tigmas y así sucesivamente. El siguien-
sificaciones simbólicas no son condición te cuadro muestra las distintas ope-
suficiente para la producción de desi- raciones simbólicas detectadas y los
gualdades materiales, culturales y polí- efectos de desigualdad que producen:
Relaciones entre simbolismo y desigualdad
Autor Operaciones simbólicas Efectos de desigualdad
Durkheim y Mauss Clasificación, ordenación y Jerarquías.
agrupación. Inclusión y exclusión.
Weber Atribución de cualidades Distribución desigual del prestigio.
a los grupos. Cierres sociales y monopolios
Marcas rituales. de recursos.
Douglas Calificaciones de pureza e Fronteras entre los grupos.
impureza. Prescripción de relaciones
adecuadas dentro de los grupos.
Goffman Estigmatización. Exclusión.
Estrategias de clasificación. Reproducción cotidiana de
Deferencia y rebajamiento. los privilegios y las desventajas.
Godelier Mitos. Dominación y subordinación
Simbolismo del cuerpo y de género.
del espacio.
Ritos de iniciación.
Butler, Lamas, Construcción cultural del género. Dominación masculina.
Ortner y Rubin Sobrevaloración e Asimetrías de género.
infravaloración.
Tabúes.
11. 18 Luis Reygadas
Relaciones entre simbolismo y desigualdad (continuación)
Autor Operaciones simbólicas Efectos de desigualdad
Cohen Rituales de exclusividad. Constitución de elites.
Cultos de elite. Distinción con respecto al
Mística de la excelencia. resto de la población.
Acceso a privilegios, estatus
y recompensas extraordinarios.
Bourdieu Formación de habitus. Sistemas de enclasamiento.
Enunciación, separación y Distinción de clase.
distinción. Límites y fronteras entre
Distancias diferenciales. los grupos sociales.
Tilly Categorías pareadas. Desigualdad persistente.
Atribución de límites, estigmas Explotación.
y cualidades a los miembros Acaparamiento de oportunidades.
de las categorías.
La lista podría extenderse y exten- sultado del esfuerzo, la inteligencia, la
derse, pues existe una gran cantidad de elegancia, el buen gusto, la cultura,
recursos simbólicos que pueden ser uti- la educación, la belleza o cualquier otra
lizados para crear y reproducir desigual- característica que posea el propio grupo.
dades. No tendría caso hacer una enu- Como complemento de lo anterior,
meración exhaustiva de dichos recursos, pero de signo contrario, están todos los
pero puede ser útil tratar de identificar dispositivos simbólicos que atribuyen
algunos de las principales estrategias características negativas a los otros
simbólicas que entran en juego en la grupos: estigmatización, satanización,
construcción de la desigualdad. señalamientos de impureza, rebaja-
En primer término están todas las miento e infravaloración de lo ajeno o
que imputan características positivas extraño. Todas ellas legitiman el esta-
al grupo social al cual se pertenece. tus inferior de los otros por la posesión
En la misma línea opera la sobrevalo- de rasgos físicos, sociales o culturales
ración de lo propio, las autocalificacio- poco adecuados o de menor valor. En
nes de pureza y todas las operaciones conjunto, estos dos tipos de recursos
que presentan los privilegios propios simbólicos constituyen dispositivos de
como resultado de la posesión de ras- categorías pareadas, clasificaciones y
gos especiales. La mística de la exce- ordenamientos que producen jerar-
lencia y las estrategias de distinción quías y sistemas de enclasamiento.
constituirían una variante de estos me- Pero no basta con clasificar en gru-
canismos, en la medida en que presen- pos jerarquizados, se requiere además
tan la ganancia de estatus como un re- preservar la separación entre las agru-
12. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 19
paciones conformadas, por lo que tam- también pasa por los mitos, las rutinas
bién entra en juego un tercer mecanis- cotidianas, el discurso, el habitus, las
mo, consistente en establecer fronteras narraciones y argumentaciones, el sim-
y mantener las distancias sociales. Así, bolismo del cuerpo y el espacio, las cos-
el trabajo de construcción y reproduc- movisiones y por un sinfín de acciones
ción de límites simbólicos (boundary simbólicas que elevan, degradan, sepa-
work) crea situaciones de inclusión y ran y legitiman las distancias y dife-
exclusión y sostiene los límites mate- rencias sociales.
riales, económicos y políticos que sepa- La insistencia en la capacidad de los
ran a los grupos. La creación de una procesos simbólicos para generar fron-
distancia cultural es fundamental para teras y diferencias ayuda a compren-
hacer posibles distancias y diferencias der mejor la dinámica de la desigual-
de otra naturaleza. dad, pero también entraña riesgos. Uno
Además de sobrevalorar, demeritar de ellos es sobrestimar su poder legiti-
y separar, las tres estrategias anterio- mador, hasta el punto de pensar que
res también contribuyen a legitimar los dominados simplemente aceptan el
las desigualdades, mas puede añadirse lugar que les ha asignado la división
una cuarta estrategia, enfocada especí- social del trabajo, como señala Pierre
ficamente en el trabajo de legitimación. Bourdieu:
Se trata de recursos simbólicos que pre-
sentan los intereses particulares de un Utilizando, para apreciar el valor de
grupo como si fueran universales, es su posición y de sus propiedades, un
decir, cuya satisfacción redunda en el sistema de esquemas de percepción y
beneficio de toda la sociedad. También apreciación que no es otra cosa que la
entran aquí todos los discursos que na- incorporación de las leyes objetivas
turalizan la desigualdad o la conside- según las cuales se constituye objeti-
ran inevitable o normal. vamente su valor, los dominados tien-
Estas cuatro estrategias recurren a den de entrada a atribuirse lo que la
una diversidad de dispositivos simbóli- distribución les atribuye, rechazando
cos para lograr su eficacia. Probable- lo que les es negado [“eso no es para no-
mente el más analizado de ellos es el sotros”], contentándose con lo que se les
ritual, por la enorme fuerza expresiva otorga, midiendo sus esperanzas por
que tienen las dramatizaciones rituales sus posibilidades, definiéndose como
al concentrar una gran cantidad de los define el orden establecido, repro-
símbolos que vinculan emociones y pres- duciendo en el veredicto que hacen so-
cripciones (Díaz, 1998; Geertz, 2000; bre sí mismos el veredicto que sobre
Turner, 1988). Aun cuando el ritual es ellos hace la economía, destinándose,
uno de los mecanismos más poderosos en una palabra, a lo que en todo caso
para conferir estatus y legitimar la ob- les pertenece (Bourdieu, 1988: 482).
tención de privilegios (Kertzer, 1988:
51), no todo se reduce a éste: la cons- Otro riesgo es el de considerar la exis-
trucción simbólica de las desigualdades tencia de un actor exclusivamente ra-
13. 20 Luis Reygadas
cional, orientado hacia la maximización tribal que une a gran número de perso-
de beneficios económicos o de estatus, nas mediante lazos concretos de obliga-
una especie de homo oeconomicus u ho- ciones recíprocas, en la que circulan ob-
mo hierarquicus que siempre estaría jetos rituales (brazaletes y collares de
esforzándose por alcanzar la mayor dis- conchas). No tiene como fin la ganancia
tinción posible. Para enfrentar estos o la acumulación —aunque las expedi-
riesgos resulta conveniente considerar ciones kula puedan estar acompañadas
que los procesos simbólicos también de actividades de comercio—, ya que el
pueden actuar en sentido inverso; es receptor de un objeto kula sólo podrá
decir, contribuir a limitar las desigual- poseerlo y exhibirlo durante un tiempo
dades, a generar solidaridad, a cuestio- y luego deberá donarlo a otro asociado
nar los argumentos legitimadores del del circuito. El intercambio kula, absur-
poder y a erosionar las fronteras erigi- do a los ojos del economista racional y
das entre los grupos. En esa dirección calculador, permite a Malinowski críti-
apunta el siguiente apartado. car la noción de homo oeconomicus y
destacar que esta actividad contribuye
LA LÓGICA DEL DON Y EL HOMO a crear redes de asociación y reciproci-
RECIPROCUS dad que preservan la paz y mantienen
el flujo de las relaciones sociales. Mali-
Por medio de los símbolos, los seres hu- nowski reconoce que entre los trobrian-
manos no sólo establecen diferencias y deses no están ausentes ni el deseo de
fronteras en una realidad continua, posesión ni la búsqueda del prestigio
también hacen lo contrario: afirman la que se obtiene al regalar brazaletes y
continuidad y afinidad en realidades collares particularmente valiosos, pero
que de otro modo serían discontinuas, estas tendencias se encuentran regula-
fragmentadas y desiguales. Así como das por normas y principios que ase-
diversos dispositivos simbólicos gene- guran los vínculos entre los asociados
ran, reproducen y refuerzan las desi- del circuito kula. Dicho en otras pa-
gualdades, muchos otros son funda- labras, la lógica de la distinción, descri-
mentales para construir la igualdad; es ta más arriba, se encuentra acotada
aquí donde resultan relevantes los aná- por la lógica de la reciprocidad. Como
lisis antropológicos sobre los dones y la ha dicho Godbout, el kula tiene como ob-
reciprocidad. jeto esencial la apropiación del poder
Bronislaw Malinowski, en su cono- de dar más que la apropiación de las
cido texto Los argonautas del Pacífico cosas (Godbout, 1997: 143).
Occidental... publicado en 1922, hizo Dos años más tarde, en 1924, Mar-
una importante contribución al tema de cel Mauss publicó su famoso Ensayo so-
la reciprocidad al presentar una detalla- bre los dones, que se convirtió en refe-
da descripción del kula, sistema de in- rencia obligada para la mayoría de las
tercambio ceremonial de los habitantes discusiones posteriores sobre el tema
de las islas Trobriand (Malinowski, de la reciprocidad (Mauss, 1979). El en-
1995). El kula es una amplia red inter- sayo de Mauss se apoyó en el texto de
14. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 21
Malinowski, en escritos de Boas sobre queza y la posibilidad de preservar la
el potlach de los kwakiutl y en nume- reciprocidad:
rosas fuentes etnográficas e históricas
sobre intercambios rituales en diversas [...] los pueblos, las clases, las familias
culturas, para proponer una ambiciosa y los individuos podrán enriquecerse,
interpretación sobre la importancia de pero sólo serán felices cuando sepan
la lógica del don en los pueblos primiti- sentarse, como caballeros, en torno a
vos y en las sociedades modernas. Se- la riqueza común. Es inútil buscar
gún Mauss, en el kula, el potlach y otras más lejos el bien y la felicidad, pues
instituciones similares no participan descansa en esto, en la paz impuesta,
individuos aislados, sino grupos, tribus, en el trabajo acompasado, solitario y
familias y otros sujetos colectivos. Por en común alternativamente, en la
medio de ellas “los pueblos consiguen riqueza amasada y distribuida des-
sustituir la guerra, el aislamiento y el pués en el mutuo respeto y en la recí-
estancamiento, por la alianza, el don y proca generosidad que enseña la edu-
el comercio” (ibidem: 262). cación (ibidem: 262).
Para Mauss, los dones son al mismo
tiempo voluntarios e imperativos, ya Desde una perspectiva que otorga
que se rigen por una triple obligación: mayor prioridad al simbolismo, Claude
la de dar, la de recibir y la de devolver. Lévi-Strauss también abordó el tema
Son también actos sociales totales, ya de la reciprocidad y el intercambio. Con-
que implican aspectos económicos, jurí- sidera la prohibición del incesto como
dicos, familiares, morales, religiosos y una intervención cultural cuya finali-
sociológicos, no sólo se intercambian dad es el reparto equitativo de mujeres,
objetos: “la circulación de los bienes si- al hacer posible su circulación entre las
gue la circulación de los hombres, muje- secciones que componen a un grupo. La
res y niños, la de las fiestas, ritos, cere- interdicción crea el intercambio:
monias y danzas, incluso la de bromas
o injurias. En el fondo es la misma” (ibi- [...] la mujer que nos vedamos y nos
dem: 222). Los procesos simbólicos que vedan es, por eso mismo, ofrecida. [...]
forman parte del don (ceremonias, ta- El fenómeno fundamental que brota
búes, creencia en el hau o espíritu de de la prohibición del incesto es el mis-
las cosas, ritos, conjuros, etc.) tienen un mo: a partir del momento en que me
sentido moral y social, la finalidad vedo el uso de una mujer, quedando
esencial sería la creación de un vínculo, ella así disponible para otro hombre
la producción de un sentimiento de que renuncia a una mujer, que, por
amistad, de recíproco respeto (ibidem: este hecho queda disponible para mí
177 y 199). En el estudio de los dones (Lévi-Strauss, 1949: 64-65).
antiguos Mauss encuentra argumentos
para postular la necesidad de una con- La mujer tendría una valor crucial,
cepción moderna de la equidad, que im- es fundamental para la reproducción
plique cierta redistribución de la ri- biológica y social, de modo que el grupo
15. 22 Luis Reygadas
no podía dejar su distribución al azar o xo; es decir, en las que existen tantas
a la incertidumbre de la competencia. posiciones de prestigio en cualquier
Lévi-Strauss considera que la alianza grado de edad-sexo como personas ca-
posibilitada por la prohibición del in- paces de ocuparlas, si bien esto no es
cesto no sólo involucra a las secciones obstáculo para que existan profundas
que participan en el intercambio, sino diferencias entre los géneros y grupos
al grupo en su conjunto que se benefi- de edad (Fried, 1979:135). Tal igualdad
cia del reparto equitativo de mujeres no sólo se explica por el hecho de que las
(Lévi-Strauss, 1949: 38-39; Fages, 1972: condiciones de la vida nómada hacen
42-49). Nacida de la cultura, la prohibi- que cada individuo sólo pueda poseer
ción del incesto está relacionada con aquello que puede cargar en largos
“estructuras fundamentales del espí- traslados, sino por la existencia de dis-
ritu humano” como la noción de reci- positivos culturales que establecen que
procidad, que integra la oposición entre ciertos bienes estratégicos deben ser
el yo y el otro, lo mismo que el carácter distribuidos entre todo el grupo. En su
sintético de la donación que transfor- descripción de los bosquimanos !kung,
ma a los individuos en asociados (Lévi- Lorna Marshall registra que existen
Strauss, 1949: 108). patrones tan fuertemente arraigados en
Muchas interacciones humanas son la distribución de la carne obtenida en
evaluadas bajo los términos de un códi- la cacería de especies mayores (antílo-
go de reciprocidad. Esto no quiere decir pes, sobre todo), que para ellos resulta
que la mayoría de relaciones sociales inconcebible que un hombre no distri-
sean recíprocas o justas —por el con- buya los frutos de la cacería entre los
trario, casi siempre se presentan asi- otros miembros de la banda:
metrías y desigualdades, pero en mu-
chos casos los agentes implicados en La costumbre de compartir la carne
ellas consideran que deberían ser recí- está tan fuertemente establecida y es
procas. Planteo como hipótesis que la seguida de manera tan equitativa que
persistencia de la reciprocidad en la in- se ha extinguido el concepto de no
teracción social y en los discursos acer- compartir la carne en las mentes de
ca de ella (cotidianos y científicos), se los !kung. Es impensable que una fa-
debe en parte a la fuerza que tiene la milia tuviera mucho que comer y otros
narrativa igualitaria en muchos indivi- nada cuando ellos se sientan en la no-
duos y grupos, narrativa que se sostie- che muy juntos circundados por sus
ne en un entramado simbólico tan den- fogatas. Cuando hice que trajeran a
so como el que nutre los mecanismos su imaginación la imagen de un caza-
de la distinción. dor que escondiera carne para sí mis-
Las etnografías de grupos cazado- mo o para su familia para comerla se-
res recolectores documentan la exis- cretamente (lo que en realidad sería
tencia de sociedades que en muchos as- prácticamente imposible, porque adon-
pectos son igualitarias, por lo menos de quiera que un !kung vaya y lo que él
dentro de cada categoría de edad y se- haga puede leerse en sus huellas), la
16. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 23
gente se rió a carcajadas. Un hombre a 1792, tenía otras características.
sería muy malo si hiciera eso, dijeron. Stuart Piddocke sostiene que antes de
Sería como un león. Ellos tendrían que ese contacto los kwakiutl —aunque en
tratarlo como un león, apartándolo o su conjunto tenían mayores recursos
enseñándole modales no dándole na- alimenticios que otros grupos conocidos
da de carne. No le darían ni siquiera de cazarores-recolectores—, enfrenta-
un trozo delgado. Les pregunté: “¿algu- ban problemas de escasez temporal en
na vez conocieron a alguien que co- algunas tribus o numaym (unidad so-
miera solo como un león?”. Nunca, di- cial básica), por lo que el potlach fun-
jeron (Marshall, 1967: 23). cionaba más bien como un sistema de
intercambio que aseguraba un movi-
En cambio, otros bienes no son dis- miento continuo de alimentos desde los
tribuidos de esa manera; por ejemplo, grupos que disfrutaban una abundan-
los animales pequeños y los productos cia temporal hacia los que sufrían una
vegetales recolectados por los !kung son carencia temporal, lo cual contribuye a
distribuidos sólo entre los miembros de la supervivencia de toda la población
la familia nuclear. Esto sugiere que la (Piddocke, 1981: 106). Quienes partici-
distribución, la reciprocidad y los me- paban en el potlach como donadores
canismos de igualación están sanciona- adquirían un mayor estatus, pero las
dos por la cultura no sólo como respues- rivalidades por el prestigio estaban
ta automática a necesidades adaptativas, subordinadas a la reciprocidad general
sino también por una lógica propiamen- que involucraba a todo el grupo. Des-
te simbólica. Otras sociedades son mu- pués del contacto hubo una drástica
cho menos igualitarias que las bandas disminución de la población kwakiutl
de cazadores recolectores, pero en ellas debido al sarampión y a otras enferme-
también existen prescripciones cultura- dades, al mismo tiempo que tuvieron
les para establecer cuáles bienes son recursos adicionales por el comercio con
objeto de apropiación y usufructo priva- los colonizadores de origen europeo, lo
dos y cuáles son materia de algún tipo cual explicaría la abundancia posterior
de redistribución compensatoria. y la preeminencia de la encarnizada
El potlach de los kwakiutl, tal como lucha por el estatus en el potlach des-
fue descrito por Boas y otros autores a crito por Boas y sus contemporáneos.
finales del siglo XIX y principios del XX, Equidad y diferencia son dos caras
tenía una fuerte connotación de fiera de la misma moneda, pero dos caras con-
competencia por el prestigio: los indivi- tradictorias en tanto expresan tenden-
duos rivalizaban por distinguirse de los cias y contratendencias que atraviesan
otros mediante donaciones cada vez a los grupos humanos. Me parece que
mayores, incluso llegando a destruir Victor Turner planteó de manera suge-
bienes en una encarnizada confronta- rente esta confrontación, al referirse a
ción por el estatus. Otros autores han la potencialidad que tienen los rituales
sugerido que el potlach previo al con- para crear una communitas: “en la his-
tacto con los europeos, es decir anterior toria humana, yo veo una continua ten-
17. 24 Luis Reygadas
sión entre estructura y communitas, en el mensaje de que todos somos iguales
todos los niveles de escala y compleji- —aunque sea un mensaje pasajero—
dad. La estructura, o todo lo que man- para que después la sociedad pueda
tiene a la gente aparte, define sus dife- funcionar de manera ordenada dentro
rencias y constriñe sus acciones, es un de su lógica estructural de distancia,
polo de un campo cargado, para el cual desigualdad y, a veces, explotación.
el polo opuesto es la communitas, o anti- Pese a sus diferentes puntos de vis-
estructura, el igualitario “sentimiento ta, los autores comentados en este apar-
para la humanidad”, del cual habla tado apuntan en la misma dirección:
David Hume” (Turner, 1987: 274). en diversas sociedades existe una ló-
Para Turner, en la fase liminal del gica del don que establece obligaciones
ritual se disuelven temporalmente las de dar, recibir y devolver regalos en dis-
diferencias entre los participantes y se tintos tipos de intercambios ceremonia-
crean entre ellos vínculos directos e les que crean vínculos de reciprocidad
igualitarios que ignoran, revierten, cru- entre individuos y grupos, generan flu-
zan u ocurren fuera de las diferencias jos de bienes, personas, fiestas y ritua-
de rango y posición que caracterizan a les, algunos de los cuales funcionan
las estructuras sociales cotidianas. como mecanismos de redistribución de
Al crear la communitas, el ritual lanza la riqueza creada en esas sociedades.
Construcción simbólica de la reciprocidad
Autor Operaciones simbólicas Efectos de reciprocidad
e igualación
Malinowski Intercambio ceremonial kula. Formación de redes de
asociación y reciprocidad.
Mauss Donaciones como actos Creación de vínculos entre grupos.
sociales totales. Solidaridad.
Redistribución de la riqueza
mediante el gasto noble.
Lévi-Strauss Prohibición del incesto. Circulación y reparto equitativo
de las mujeres.
Marshall Imaginarios igualitarios. Patrones de distribución
equitativa de recursos
particularmente apreciados.
Piddocke Potlach. Transferencia de recursos desde
áreas de abundancia temporal
hacia áreas de escasez temporal.
Turner Liminalidad y creación ritual Disolución temporal de las
de la communitas. categorías estructurales.
18. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 25
El funcionamiento de la reciprocidad tarismo son tendencias únicas en cier-
estaría alimentado por diversos proce- tos individuos o grupos sociales. El ho-
sos simbólicos, que se resumen en el mo reciprocus es un tipo ideal que pue-
cuadro de la página anterior. de describir una dimensión de la vida
Aquí entran en juego dos estrate- social, aquella orientada por las nor-
gias simbólicas básicas que pueden re- mas del don; sin embargo, existen otras
percutir en la construcción de igualda- dimensiones a considerar: por ejemplo,
des. Por un lado, todas aquellas acciones una lógica de la maximización de los
simbólicas que disuelven, relativizan o beneficios que ha sido bien descrita me-
suspenden las diferencias entre los ac- diante otro tipo ideal, el del homo oeco-
tores sociales, creando entre ellos sen- nomicus. También puede ser útil re-
timientos y nociones de igualdad, soli- cordar la distinción que hace Dumont
daridad, amistad, de ser parte de una entre homo aequalis y homo hierarqui-
comunidad, de un sujeto colectivo. Tra- cus, para señalar que los seres huma-
bajan en este sentido los mitos y narra- nos estamos atravesados por la tensión
tivas niveladoras e igualitarias, ya sea que existe entre la búsqueda de la
de carácter religioso, político, social o fi- igualdad y el afán por obtener un esta-
losófico, lo mismo que las dimensiones tus superior (Dumont, 1977). En el si-
del ritual que producen inclusión y co- guiente apartado trataré de reflexionar
mmunitas y los procesos simbólicos que en torno a esa tensión.
transmiten el significado de que todos
somos iguales. Por otro lado están las LA DIALÉCTICA DE LA
ceremonias, creencias, mitos y rituales JERARQUÍA Y LA EQUIDAD
que hacen posibles los intercambios y,
al hacerlo, generan circulación, víncu- La mayoría de estudiosos de la reci-
los, obligaciones, redistribución de bie- procidad advierten que en las donacio-
nes y personas y la formación de densas nes e intercambios ceremoniales está
redes sociales. En conjunto, estos dos presente la lógica de la distinción: do-
mecanismos indican la existencia, en nar es una manera de adquirir estatus,
palabras de Godbout, de un homo reci- de obligar al receptor a adquirir una
procus, que se guía por creencias igua- deuda con el donante. No existe el don
litarias y principios de correspondencia gratuito, ha señalado con claridad Ma-
(Godbout, 1997). ry Douglas (1989). Malinowski y Boas
Identificar estos procesos simbólicos también fueron explícitos al afirmar
permite reconocer una dimensión de la que en el kula y el potlach había una
reciprocidad en la vida social que tuvo competencia por el prestigio Quizás sea
enorme fuerza en las sociedades primi- Ruth Benedict quien haya expresado
tivas, que aún persiste en muchos es- con mayor crudeza la idea de que las
pacios y circunstancias de la vida mo- donaciones entrañan un interés egoís-
derna. Pero no debe exagerarse esta ta, pues veía en los kwakiutl “la obse-
fuerza ni caerse en la ingenua suposi- sión de la riqueza, el deseo de superiori-
ción de que la solidaridad y el iguali- dad, y una megalomanía paranoica sin
19. 26 Luis Reygadas
vergüenza” (Benedict, 1967: 253, citada intercambios de mujeres y cierta com-
en Godbout, 1997: 138).7 Esto es com- petencia por el estatus, mientras en las
prometerse demasiado con la idea del últimas subsiste el don, aunque casi
homo oeconomicus, y me parece más siempre arrinconado a la esfera de las
adecuado entender que los dones y mu- relaciones íntimas. Podría decirse que
chas otras instituciones están atravesa- en las sociedades más simples el pres-
dos por la dialéctica entre jerarquía y tigio se encuentra muy acotado por
equidad. Aquí, nuevamente, Mauss vínculos personales, creencias y prác-
puede ser un guía lúcido: considera que ticas igualitarias, mientras en las so-
dar es signo de superioridad, los dones ciedades contemporáneas las lógicas
y los consumos furiosos establecen je- del mercado, el Estado y las jerarquías
rarquías entre jefes y vasallos, pero sobredeterminan la reciprocidad, y si
también hay una dimensión de gratui- bien ésta no ha desaparecido por com-
dad en el don: no se rige por la pura ge- pleto, incluso en ocasiones reaparece y
nerosidad ni tampoco por el mero in- se reconstruye. En medio de los dos ex-
terés en las utilidades, sino por una tremos hay una enorme diversidad de
“especie de hibrido” (Mauss, 1979: 253). combinaciones.
No se trata, entonces, de que unas Para ilustrar la superposición entre
sociedades se rijan exclusivamente por distinción y equidad y la dialéctica
los lazos comunitarios, el don y la reci- entre ellas quisiera mencionar un ejem-
procidad y otras por el mercado, la ga- plo mexicano como el sistema de car-
nancia y las jerarquías, sino que en la gos en Zinacantán, Chiapas. En esta
mayoría de casos existen todos estos región, los pobladores que desean
elementos en una tensión contradicto- ascender en la jerarquía lo hacen par-
ria, pero con diferente intensidad y dis- ticipando en los cargos ceremoniales, lo
tintas maneras de articularse en cada cual los obliga a distribuir entre los
situación. Se trata de un continuum en miembros de la comunidad una gran
el que un extremo corresponde a las parte de su riqueza, ya que deben ha-
bandas de cazadores-recolectores, para cer importantes gastos en las fiestas
las que el comercio, la acumulación y del poblado:
las distinciones jerárquicas están re-
ducidos al mínimo. En el otro tenemos Los ritos del sistema de cargos mexi-
las sociedades capitalistas contempo- cano ilustran esta mezcla ritual de
ráneas, donde el intercambio mercan- símbolos de igualdad y jerarquía en
til, la búsqueda del excedente económi- una clase muy diferente de sistema
co y las desigualdades han proliferado social. Entre los indios de Zinacantán
por doquier. Pero en las primeras hay prevalece una ideología igualitaria,
reforzada por la creencia de que las
personas que se vuelven ricos deben
7
Raymond Firth y Melville Herskovits
también consideraban los dones como una in- ser brujos y deben ser tratados en con-
versión material para obtener un provecho secuencia. El sistema de cargos es un
(Firth, 1972; Herskovits, 1965). complejo ritual en el cual los hombres
20. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 27
pueden progresar durante el curso de desiguales reproduce la desigualdad”
sus vidas, escalando en una jerarquía (Godbout, 1997: 179).8 Pero no sólo se
de puestos en el ciclo ritual comunal. reproducen las condiciones previas, hay
Para ocupar los peldaños más altos de cualidades emergentes en las inte-
esta escalera, y así adquirir prestigio, racciones sociales, un proceso puede mo-
un hombre debe ser relativamente prós- dificar la correlación de fuerzas pre-
pero, porque los gastos conectados con existente, además de que se pueden
las responsabilidades rituales son con- producir consecuencias no buscadas. A
siderables. Debe pagar por una varie- veces, la suma de los deseos individua-
dad de fiestas y celebraciones de la co- les por distinguirse y obtener estatus
munidad. Por medio de estos ritos, el no produce una mayor jerarquía, sino
hombre es capaz de transformar la un contexto igualitario de competen-
riqueza en status públicamente reco- cia. Del mismo modo, acciones encami-
nocido, pese a la de otro modo tenaz nadas a generar una mayor equidad
adhesión de los aldeanos a una ideo- pueden derivar en la aparición de nue-
logía igualitaria (Kertzer, 1988: 52, vas diferenciaciones. Por ello es im-
cursivas en el original). prescindible el análisis histórico de ca-
da caso concreto.
Como es ampliamente conocido, mu- En conclusión, habría que alejarse
chos rituales sirven para elevar a los de las definiciones esencialistas que
individuos, permitirles adquirir un es- prescriben de antemano funciones igua-
tatus superior y, en ese sentido, para litarias o jerarquizantes a la cultura.
dar paso a desigualdades y jerarquías No existe una lógica estructural de la
de diversa índole. Pero el ritual tam- sociedad que conduzca irremisible-
bién puede equiparar e igualar, y esta mente a la mayor desigualdad, ni si-
misma dualidad recorre todas las cons- quiera en las sociedades contemporá-
trucciones simbólicas: excluyen e in- neas, ya que en ellas las tendencias
cluyen, elevan y denigran, disuelven polarizantes de la acumulación capita-
clasificaciones tanto como las refuer-
zan, erigen y derriban fronteras, legiti-
man a los poderosos y cuestionan la 8
El don horizontal puede dar paso al don
dominación. No tiene mucho sentido vertical: en lo que Sahlins llama la reciproci-
atribuir a priori a los procesos y arte- dad equilibrada aparecen los dones horizonta-
factos culturales una función de pro- les, que “en principio se efectúan entre pares,
o más bien crean paridad. Salvo que la pari-
ducción de equidad o generación de dis- dad siempre está amenazada por el objetivo
tinciones, ya que ambas posibilidades de obtención de una superioridad, que el he-
existen y los efectos de igualdad o de- cho de devolver reabsorbe e invierte. Los dona-
sigualdad dependen mucho del contex- dores de mujeres son superiores a los tomado-
to, la dinámica simbólica y los intere- res, a menos que excepcionalmente sea la
inversa. Soñar, como decía Mauss, que un don
ses y acciones de los participantes en sea tan enorme que no pueda ser devuelto
cada caso concreto. “El don entre igua- […], es soñar en transformar el don horizontal
les reproduce la igualdad, el don entre en don vertical” (Godbout, 1997: 183).
21. 28 Luis Reygadas
lista se encuentran contrarrestadas por se puede reducir el simbolismo a algu-
diversas instituciones compensatorias, na de las diversas funciones que tiene,
y los mecanismos de distinción social ya que la cultura es un fenómeno com-
son acotados por las tradiciones demo- plejo y abarcador que no se agota en
cráticas, la reconstrucción moderna de sus implicaciones económicas, ecológi-
la reciprocidad y las luchas en pro cas, políticas, sociales o psicológicas.
de la equidad. Del mismo modo, no pue- Puede analizarse la manera en que los
de postularse la existencia de estruc- procesos simbólicos expresan, y a la vez
turas sociales que garanticen de ma- constituyen, la dialéctica entre igual-
nera absoluta equidad y reciprocidad, dad y desigualdad, pero ambos fenóme-
porque incluso en las sociedades y gru- nos contienen múltiples determinacio-
pos más igualitarios se ha documenta- nes que desbordan esa relación.
do la acción de contratendencias que Para concluir, quisiera anotar algu-
ocasionan asimetrías entre los géneros, nas lagunas de este escrito, que debe-
competencia por el prestigio y estrate- rán ser tomadas en consideración para
gias de distinción. Lo que debe investi- el futuro de una antropología de la equi-
garse es de qué manera la estructura dad. En primer lugar, la mayor parte
de cada grupo o sociedad, las interac- de las contribuciones sobre el tema que
ciones entre sus miembros y las estra- he revisado aquí se enfocan primordial-
tegias que siguen articulan esas ten- mente en las acciones de los actores do-
dencias y contratendencias. minantes de la sociedad. Me explico.
Lo mismo ocurre si nos enfocamos Hay una fascinación especial de los ana-
en los individuos. Resulta poco fructí- listas por lo que hacen los poderosos:
fero suponer que el ser humano tiene jefes tribales que hacen donaciones,
una esencia inmutable que lo orienta hombres que intercambian mujeres,
siempre hacia la reciprocidad con sus big men que concentran y redistribu-
semejantes o, por el contrario, aprove- yen recursos para incrementar su pres-
charse de ellos y distinguirse del resto. tigio, castas dominantes que erigen
No hay una pulsión jerarquizante inna- fronteras simbólicas y tabúes para ale-
ta ni una propensión ahistórica hacia jarse de las castas inferiores, elites que
la justicia; no está en nuestra natura- acaparan recursos y protegen sus mo-
leza ser ni homo reciprocus ni homo nopolios mediante sofisticados rituales,
aeconomicus en estado puro, sino que etnias privilegiadas que denigran a las
somos, al mismo tiempo, las dos cosas y minorías, burgueses que acrecientan
mucho más, es decir, individuos de car- su capital simbólico para distinguirse
ne y hueso, situados en circunstancias de la masa y reproducir sus privilegios.
históricas específicas, formados en so- Sin embargo, esto es sólo una cara de
ciedades y culturas concretas que esta- la moneda. Es imprescindible estudiar
mos atravesadas por múltiples con- lo que hacen los dominados para ero-
tradicciones, una de las cuales es la que sionar los monopolios simbólicos y ma-
opone distinción y reciprocidad, pero teriales, cuestionar los rituales de las
no es la única ni la más importante. No elites, ridiculizar las estrategias de dis-
22. Distinción y reciprocidad. Notas para una antropología de la equidad 29
tinción, acotar las inequidades, derri- cimiento extremo; pero todos estos
bar, traspasar o invertir las clasifica- procesos simbólicos, indispensables
ciones y las fronteras culturales, darle para la construcción de un entor-
fuerza ritual a la resistencia y la rebe- no igualitario, no son suficientes pa-
lión. No basta con estudiar la dialéctica ra garantizarlo, también se requieren
entre la reciprocidad y la distinción, mecanismos compensatorios, reglas
también hay que explorar los procesos equitativas, redistribución de recursos
de contradistinción y deconstrucción de de todo tipo, instituciones que repro-
la desigualdad. duzcan la igualdad de oportunidades
En segundo lugar, hay que precisar y, en general, dispositivos técnicos,
los alcances y limitaciones de los pro- políticos y económicos que propicien la
cesos simbólicos en la construcción de continuidad de la justicia. De ahí que
igualdades y desigualdades. En este es- una antropología simbólica de la equi-
crito traté de mostrar que la cultura no dad, al igual que toda antropología sim-
sólo expresa las estructuras sociales, bólica, requiera de un análisis de las
sino también juega un papel central relaciones entre los procesos cultura-
en la constitución de la jerarquía y la les y el resto de las dimensiones de la
estratificación social. Las desigual- vida social.
dades sociales serían impensables, o al Por último, una antropología de la
menos mucho más frágiles, sin las cla- equidad tiene que construirse en diálo-
sificaciones, las marcas rituales, las go permanente con la antropología de
fronteras simbólicas, la acumulación la diferencia: hoy más que nunca pro-
asimétrica de capital cultural, los ri- liferan luchas y esfuerzos por lograr el
tuales de las elites, las estrategias de respeto a la diversidad, y este reclamo
distinción, los mitos del poder, la repro- de una mayor igualdad no puede divor-
ducción de categorías pareadas y la le- ciarse de la aspiración a la diferencia.
gitimación de la dominación. Pero la Sería estéril, ingenuo y hasta peligroso
desigualdad no se reduce a la acción de pensar que es posible lograr la equidad
estas operaciones simbólicas, también por la vía de suprimir la alteridad y la
se relaciona con la distribución de re- pluralidad, buscando la homogeneiza-
cursos de todo tipo, el uso de la fuerza, ción de todos los individuos y grupos.
condiciones ecológicas y estructuras Pero el derecho a la diferencia tampoco
económicas y políticas que aun cuando es satisfactorio si se traduce en desi-
no actúan al margen de la cultura, gualdades y asimetrías cada vez ma-
tampoco se reducen a ella. Del mismo yores. El reto estriba en que las dife-
modo, la equidad está íntimamente rencias no se traduzcan en asimetrías,
vinculada con creencias igualitarias, en encontrar caminos para poder ser
lazos de reciprocidad, obligaciones de diversos en un contexto de equidad.
dar, recibir y devolver, intercambios Pienso que la antropología tiene mu-
ceremoniales, ideologías niveladoras y chas contribuciones por hacer para en-
justicieras, creación ritual de commu- frentar este reto, tanto en la teoría
nitas y sanciones rituales al enrique- como en la práctica.
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