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EL RIFLE DEL DÍA DE REYES
En una fecha como hoy seis de enero, pero de principios de la década de los años
setentas mi padre Tomás y mi Tío Antonio, tomaron el acuerdo de pasar un día de
campo en unión familiar, sobre todo por celebrar el cumpleaños de la abuela
Zenaida madre de ambos cuyo onomástico había sido el día uno de enero y mi
hermano Antonio el menor de nosotros en ambas familias cumplía ese día diez años
de vida; y su vivacidad ese día resplandecía por el hecho de que tendríamos un día
de campo con ambas familias.
Así que se hicieron los preparativos previos a la salida, la logística era, elaboración
de los alimentos, mesas, sillas, manteles y artículos de limpieza, poco se usaba en
aquellos años los utensilios de mesa desechables, si bien eran de plástico, pero
reciclables ya que eran de uso doméstico cotidiano.
Mi Padre recuerdo que comentó que revisaría una de las ruedas traseras de la
camioneta una estaquita Willys modelo 54 de cuatro cilindros y tres velocidades que
al igual que la de mi tío funcionaban a la perfección con su doble tracción pues
ambos eran de oficio mecánicos en la empresa Ferrocarriles Unidos del Sureste.
Cuando mi padre me llamó con el característico silbido familiar, acudí pronto al
llamado, a lo que me indicó de inmediato, trae por favor la caja de herramientas que
tengo en el resguardo de mis cosas de trabajo, fui con rapidez y traje la caja con
herramientas, mi padre había desmontado la llanta trasera derecha de la camioneta,
y ávido buscó dentro de la caja pudiendo percibir su frustración al no hallar lo que
necesitaba, por lo que pregunté ¿necesita otra cosa papi?, no, se barrió la cuña que
lleva la rueda y es un pequeño pedazo de metal el que necesito, de pronto su mirada
se dirigió hacia una lima que a manera de percha estaba clavada en un horcón y
sostenía unos valentones y por lo expresivo de su mirada supe que era un Eureka,
sin vacilar se levantó, tomo la lima con la mano y la aflojó hasta retirarla del palo, se
dirigió con ella hasta la rueda de la camioneta y metió la punta del mango de la lima
en la ranura de la cuña la cual coincidió como mandada a hacer exprofeso. Se sonrió
y completo su trabajo con éxito, asegurándose de que todo estuviese bien y en su
lugar para continuar con los preparativos del día.
Ya cerca del mediodía todos estábamos arriba de la camioneta mi madre y mi padre
en la cabina y todos nosotros con los alimentos y enseres a utilizar en la reunión
arriba en la redila. Pasamos por la casa de nuestros tíos quienes ya nos esperaban,
el sitio de destino considero que ya ellos dos lo habían acordado, ya en caravana
salimos rumbo a la carretera de Boca del Cerro y para nuestra sorpresa no se
detuvieron ahí, sino que continuaron hasta Pénjamo hoy Gregorio Méndez del
municipio de Emiliano Zapata, Tabasco y continuaron en el camino de brecha que
conducía al conocido aserradero de Chancalá municipio de Palenque, Chiapas, a
donde supongo era el sitio elegido para tener la reunión de pasadía y celebrar de
esta manera el cumpleaños de la abuela y desde luego la celebración del día de
reyes y cumpleaños del menor de mis hermanos.
Ya bien adentrados en el camino de brecha delante de nosotros estaba el conocido
Cerro de la Vaca, el cual constituía el principal obstáculo a vencer para llegar al
destino y disfrutar de las cristalinas aguas y formidable paraje del Río Chancalá. Mi
tío fue el primero en acometer el reto de cruzar el Cerro de la Vaca, y casi que lo
logra a no ser por un derrumbe que obstruyó el camino por completo probablemente
un día anterior. Detrás íbamos nosotros y de pronto en lo más alto de la pendiente
las dos familias varadas y sin poder continuar hacia su destino, ¡qué frustración tan
grande! Se deshicieron las expectativas de la celebración momentáneamente y
ellos, los mayores tomaron el acuerdo de no regresar y ahí cerca del Cerro de la
Vaca en el primer paraje con arroyo celebraríamos el pasadía.
Las camionetas se introdujeron en el monte a la vega de un hermoso arroyo de
aguas nítidas hasta estacionarse en un claro del acahual, ahí alejados de la
civilización en ese paraje convivimos ambas familias, los mayores se sentaron
alrededor de la mesa de servicio haciendo un círculo en donde platicaron sus
anécdotas juntamente con la abuela Zenaida. Mientras tanto nosotros corríamos
dentro en ese pequeño claro del bosque que eran matorrales, bejucales y
crespillales. Mi hermano menor Antonio recibió como regalo un rifle de municiones
y una cajita con los pequeños balines para cargarlo, eran momentos de disfrutar, de
reír, de pasarla extraordinariamente en familia, no importando el sitio, ni el lugar sino
el momento de la unión familiar.
Y así transcurrieron las horas, todos disfrutamos del momento de aquel seis de
enero inolvidable, soleado intensamente ya que todos terminamos rojos como
camarones secos, mis primos y hermanos corrieron hasta el agotamiento, Toño el
menor de mis hermanos me dice toma, cuida mi rifle, mientras ellos continuaron
corriendo por dentro del monte retozando de dicha y alegría en aquel desconocido
paraje. Con el rifle en la mano hice un disparo al monte casi a ras de suelo y
fracciones de segundo después el grito lastimero de mi amado hermano menor
Antonio.
Los mayores como impulsados por un resorte salieron al pronto auxilio ya que
pensaron en alguna mordedura de serpiente venenosa por ser un área de monte y
corriente de agua, llegaron hasta mi hermano a quien mi padre tomó en sus brazos
y al ver un pequeño punto que sangraba en su espinilla pensaron lo peor. Lo llevaron
al claro y le preguntaron ¿qué te sucedió? Y desde luego que no sabía que decir, y
mi tío mientras tanto buscaba a la posible serpiente en el sitio de donde provino el
grito de angustia. En eso mi padre voltea y me ve con el rifle de municiones en la
mano y me increpó ¡fuiste tú!, y le digo ¡sí! Pero fue un accidente, de pronto en
milésimas de segundos vi venir a mi padre sobre mí como un furioso tigre, a lo que
reaccioné de inmediato como un gamo salté por el monte hasta la camioneta
poniendo distancia entre el y yo por todas las sumas de emociones de susto y
angustia del momento.
No me escapé de mi inevitable castigo, terminando así aquel conmemorativo día de
reunión familiar, de celebraciones de cumpleaños y de inicio de año nuevo.
En memoria de mi amado hermano Antonio hoy en su cumpleaños.

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  • 1. EL RIFLE DEL DÍA DE REYES En una fecha como hoy seis de enero, pero de principios de la década de los años setentas mi padre Tomás y mi Tío Antonio, tomaron el acuerdo de pasar un día de campo en unión familiar, sobre todo por celebrar el cumpleaños de la abuela Zenaida madre de ambos cuyo onomástico había sido el día uno de enero y mi hermano Antonio el menor de nosotros en ambas familias cumplía ese día diez años de vida; y su vivacidad ese día resplandecía por el hecho de que tendríamos un día de campo con ambas familias. Así que se hicieron los preparativos previos a la salida, la logística era, elaboración de los alimentos, mesas, sillas, manteles y artículos de limpieza, poco se usaba en aquellos años los utensilios de mesa desechables, si bien eran de plástico, pero reciclables ya que eran de uso doméstico cotidiano. Mi Padre recuerdo que comentó que revisaría una de las ruedas traseras de la camioneta una estaquita Willys modelo 54 de cuatro cilindros y tres velocidades que al igual que la de mi tío funcionaban a la perfección con su doble tracción pues ambos eran de oficio mecánicos en la empresa Ferrocarriles Unidos del Sureste. Cuando mi padre me llamó con el característico silbido familiar, acudí pronto al llamado, a lo que me indicó de inmediato, trae por favor la caja de herramientas que tengo en el resguardo de mis cosas de trabajo, fui con rapidez y traje la caja con herramientas, mi padre había desmontado la llanta trasera derecha de la camioneta, y ávido buscó dentro de la caja pudiendo percibir su frustración al no hallar lo que necesitaba, por lo que pregunté ¿necesita otra cosa papi?, no, se barrió la cuña que lleva la rueda y es un pequeño pedazo de metal el que necesito, de pronto su mirada se dirigió hacia una lima que a manera de percha estaba clavada en un horcón y sostenía unos valentones y por lo expresivo de su mirada supe que era un Eureka, sin vacilar se levantó, tomo la lima con la mano y la aflojó hasta retirarla del palo, se dirigió con ella hasta la rueda de la camioneta y metió la punta del mango de la lima en la ranura de la cuña la cual coincidió como mandada a hacer exprofeso. Se sonrió y completo su trabajo con éxito, asegurándose de que todo estuviese bien y en su lugar para continuar con los preparativos del día. Ya cerca del mediodía todos estábamos arriba de la camioneta mi madre y mi padre en la cabina y todos nosotros con los alimentos y enseres a utilizar en la reunión arriba en la redila. Pasamos por la casa de nuestros tíos quienes ya nos esperaban, el sitio de destino considero que ya ellos dos lo habían acordado, ya en caravana salimos rumbo a la carretera de Boca del Cerro y para nuestra sorpresa no se detuvieron ahí, sino que continuaron hasta Pénjamo hoy Gregorio Méndez del municipio de Emiliano Zapata, Tabasco y continuaron en el camino de brecha que conducía al conocido aserradero de Chancalá municipio de Palenque, Chiapas, a donde supongo era el sitio elegido para tener la reunión de pasadía y celebrar de
  • 2. esta manera el cumpleaños de la abuela y desde luego la celebración del día de reyes y cumpleaños del menor de mis hermanos. Ya bien adentrados en el camino de brecha delante de nosotros estaba el conocido Cerro de la Vaca, el cual constituía el principal obstáculo a vencer para llegar al destino y disfrutar de las cristalinas aguas y formidable paraje del Río Chancalá. Mi tío fue el primero en acometer el reto de cruzar el Cerro de la Vaca, y casi que lo logra a no ser por un derrumbe que obstruyó el camino por completo probablemente un día anterior. Detrás íbamos nosotros y de pronto en lo más alto de la pendiente las dos familias varadas y sin poder continuar hacia su destino, ¡qué frustración tan grande! Se deshicieron las expectativas de la celebración momentáneamente y ellos, los mayores tomaron el acuerdo de no regresar y ahí cerca del Cerro de la Vaca en el primer paraje con arroyo celebraríamos el pasadía. Las camionetas se introdujeron en el monte a la vega de un hermoso arroyo de aguas nítidas hasta estacionarse en un claro del acahual, ahí alejados de la civilización en ese paraje convivimos ambas familias, los mayores se sentaron alrededor de la mesa de servicio haciendo un círculo en donde platicaron sus anécdotas juntamente con la abuela Zenaida. Mientras tanto nosotros corríamos dentro en ese pequeño claro del bosque que eran matorrales, bejucales y crespillales. Mi hermano menor Antonio recibió como regalo un rifle de municiones y una cajita con los pequeños balines para cargarlo, eran momentos de disfrutar, de reír, de pasarla extraordinariamente en familia, no importando el sitio, ni el lugar sino el momento de la unión familiar. Y así transcurrieron las horas, todos disfrutamos del momento de aquel seis de enero inolvidable, soleado intensamente ya que todos terminamos rojos como camarones secos, mis primos y hermanos corrieron hasta el agotamiento, Toño el menor de mis hermanos me dice toma, cuida mi rifle, mientras ellos continuaron corriendo por dentro del monte retozando de dicha y alegría en aquel desconocido paraje. Con el rifle en la mano hice un disparo al monte casi a ras de suelo y fracciones de segundo después el grito lastimero de mi amado hermano menor Antonio. Los mayores como impulsados por un resorte salieron al pronto auxilio ya que pensaron en alguna mordedura de serpiente venenosa por ser un área de monte y corriente de agua, llegaron hasta mi hermano a quien mi padre tomó en sus brazos y al ver un pequeño punto que sangraba en su espinilla pensaron lo peor. Lo llevaron al claro y le preguntaron ¿qué te sucedió? Y desde luego que no sabía que decir, y mi tío mientras tanto buscaba a la posible serpiente en el sitio de donde provino el grito de angustia. En eso mi padre voltea y me ve con el rifle de municiones en la mano y me increpó ¡fuiste tú!, y le digo ¡sí! Pero fue un accidente, de pronto en milésimas de segundos vi venir a mi padre sobre mí como un furioso tigre, a lo que reaccioné de inmediato como un gamo salté por el monte hasta la camioneta
  • 3. poniendo distancia entre el y yo por todas las sumas de emociones de susto y angustia del momento. No me escapé de mi inevitable castigo, terminando así aquel conmemorativo día de reunión familiar, de celebraciones de cumpleaños y de inicio de año nuevo. En memoria de mi amado hermano Antonio hoy en su cumpleaños.