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PERFILES
EDUCATIVOS
H O R I Z O N T E S
La concepción de la enseñanza
según los estudiantes del último año de la licenciatu-
ra en Educación Primaria en México
MARÍA BERTHA FORTOUL OLLIVIER*
Este texto retoma parte de una investigación cuyo objeto de estudio son las concepciones
pedagógicas de los alumnos que están por egresar de las escuelas normales públicas de la licenciatura
en Educación Primaria. La pregunta de investigación en la cual nos centraremos es: según dichos alumnos,
¿qué es la enseñanza? La investigación es de corte descriptivo, con la encuesta como la técnica de recolección
de datos y el cuestionario como instrumento. La información se analizó con procedimientos cuantitativos y
cualitativos. La muestra fue de 297 alumnos, lo que corresponde a 7.5% de la población. Las respuestas
de los alumnos normalistas ubican a la enseñanza como una actividad que se realiza centralmente
en un aula, y que consiste en la transmisión de conocimientos para lograr el aprendizaje
en los alumnos. A estas respuestas “consensuadas” hay que sumarle una gran dispersión
de muchas otras, que nos remiten a concepciones muy diversas de la enseñanza.
This article presents part of a research about the pedagogical conceptions shown by students who are about
to finish their degree course in primary education at public teacher training schools in Mexico. The central question
of our research is what does teaching mean for those students. This descriptive research is based on surveys as data
gathering technique and questionnaires as essential tool. The gathered data were analysed following quantitative
and qualitative proceedings, on a sample of 297 students (which means 7.5% of the concerned population).
The answers given by those students show they consider teaching as an activity that is normally carried
out within the classroom and that is made basically of knowledge transfer in order to achieve learning
for the students. To this consensual answers, according to the author, it is important to add a great
variety of other answers that refer to very diverse conceptions of teaching.
Interacción centrada en un tema / Educación confluente / Pedagogía integrativa / Sí mismo /
Medio ambiente / Campo / Figura-fondo
Teacher training school / Teaching/ Believes/ Quantitative and qualitative analysis/ Mexico
Recibido 22 de febrero de 2007
Aprobado 29 de abril de 2008
INTRODUCCIÓN
Este artículo retoma parte de una investi-
gación más amplia cuyo objeto de estudio
son concepciones educativas de alumnos
normalistas, vistas desde lo pedagógico.
Aquí se presenta exclusivamente la infor-
mación recabada de las concepciones
sobre la enseñanza y responde a la pre-
gunta de investigación sobre qué es la
enseñanza según los estudiantes normalis-
tas del último semestre de la licenciatura
en Educación Primaria. Esta pregunta
apunta directamente al significado de
dicho término y a su concreción en cuan-
to a los papeles y características del maes-
tro y del alumno.
Si admitimos que el alumno normalis-
ta está en formación para ser maestro y
que genéricamente su función será la de
enseñar a sus alumnos, reconocer los sig-
nificados asociados a este concepto es
esencial en cuanto que nos permite acce-
der a una parte del marco de referencia
del alumno (y futuro maestro) y de su
forma de actuar ante los grupos de alum-
nos: los actos que valorará como inte-
grativos de una buena enseñanza y que
potencializará; los que evitará o cues-
tionará o no implementará en su aula,
independientemente de su origen (ins-
titucional macro —Secretaría de Edu-
cación Pública—, institucional concreto
—escuela donde labora—, padres de fa-
milia, otros maestros, etcétera).
Aceptar la existencia de concepciones
dentro de una práctica docente implica
necesariamente aceptar que la docencia es
una práctica compleja e intencionada,
que trasciende el paradigma técnico que
supone una aplicación lineal de la teoría
a la práctica y un maestro encargado de
aplicar técnicas de enseñanza, diseñadas
por otros. Integra inmediatamente lo
simbólico como elemento constitutivo
del ser de un maestro (Bazdresh, 2000;
Gimeno Sacristán, 1998). Al respecto,
Carr (1996) nos dirá que toda práctica
está incrustada en la teoría; sólo puede
comprenderse en relación con las precon-
cepciones teóricas tácitas de los practican-
tes. Remedi (1989) sostendrá que el ser
docente no se da solamente por el ejerci-
cio de un hacer, sino que pasa también
por las formas como se representa este
quehacer, su ubicación en él, la legitimi-
dad que tiene para ejercerlo. De aquí que
el estudio de los futuros docentes requie-
ra acercamientos, entre muchos aspectos
más, a su forma de comprender y de
explicarse su profesión.
PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO
Los estudios referentes a la dimensión
simbólica han empleado diferentes térmi-
nos para aludir a ese marco de carácter
cognitivo-actitudinal que van construyen-
do los docentes sobre lo educativo, influ-
ye en su actuar en las escuelas y se nutre
del conocimiento científico, del sentido
común, de las experiencias personales
y de las de otros, de las percepciones
sobre el contexto socio-histórico cultural,
de la normatividad institucional. Hablan
de concepciones, creencias, teorías im-
plícitas, constructos personales, repre-
sentaciones y pensamiento docente. En
esta investigación usaremos el término
concepciones, porque integra en su seno
planteamientos interdisciplinarios (otros
términos tienen, desde su origen, una
73
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EDUCATIVOS
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
* Doctora en Pedagogía. Investigadora de la Escuela de Cien-
cias de la Educación, Universidad La Salle. Entre sus publi-
caciones: Fierro, Cecilia, Bertha Fortoul y Lesvia Rosas
(1999), Transformando la práctica docente. Una propuesta
basada en la investigacón-acción, México, Paidós (Maestros y
enseñanza). Correo electrónico: bfo@ulsa.mx
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
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EDUCATIVOS
carga eminentemente psicológica) y por-
que se refiere a “estructuras” internas con
una articulación cognitivo-actitudinal que
va de moderada a débil. Se definieron
como un conjunto de creencias, ideas
y conocimientos, más o menos articu-
lados que forman parte del pensamiento
de un docente y que le permiten analizar,
explicar y guiar los procesos educativos
áulicos. En este escrito nos centraremos
exclusivamente en las concepciones que
tienen los alumnos normalistas sobre lo
que es la enseñanza.
El contenido de las concepciones edu-
cativas del magisterio ha sido estudiado
por distintos investigadores (Remedi,
1989; Gysling, 1992; Figueroa, 2002;
Figueroa, 2000; Barba y Zorilla, 1993;
Rosas, 1999; Mercado, 2000, en Mireles
y Cuevas, 2003; Dumont y otros, 1994;
Velásquez, 2000, en Mireles y Cuevas,
2003). En la mayoría de los estudios se
ha tomado como población a maestros
que se encuentran en servicio y muchos
de ellos se han centrado en encontrar
los elementos que les dan identidad.
Estos estudios han sido realizados con
enfoques psicoanalíticos, en el caso de los
tres primeros, sociopolítico, los cuatro
siguientes y pedagógico, los dos últimos.
Por su parte, Jiménez (2005) en el estado
del conocimiento sobre procesos de for-
mación reporta que entre 1992 y 2002, la
investigación sobre la identidad de los
profesores de educación básica y normal
está centrada en las repercusiones de la
modernización en los profesores y en es-
tudios de género. No se reportan trabajos
que vayan en la línea buscada.
En cuanto a los estudiantes de las
escuelas normales, Guzmán (2005) y
Piña y Cuevas (2003) reportan en dos
estados del conocimiento diferentes (suje-
tos, actores y procesos de formación:
alumnos y construcciones simbólicas
de los procesos y prácticas en la vida es-
colar) tres estudios realizados sobre los
alumnos normalistas: uno sobre sus ra-
zones y expectativas ante la licenciatura
en Educación (realizado en 1999 por
Mercado); otro sobre las formas cultu-
rales que caracterizan el normalismo es-
tudiantil rural de nuestros días (Mejía
Cazapa, en 1998); otro más sobre las
representaciones en torno a la formación
académica (Hernández, en 2000) que
cursan el primer año de licenciatura en
Educación Primaria.
A diferencia de lo que sucede en otras
profesiones, el alumno que ingresa a la
escuela normal trae ya visiones más o
menos consolidadas sobre su campo labo-
ral dado su tránsito de al menos doce
años en las aulas. Tiene imágenes sobre lo
que es un maestro y lo que es un alumno,
lo que se “hace” en la escuela, lo que “está
permitido hacer”, etc. De acuerdo con lo
señalado en el plan de estudios (SEP,
1999), los contenidos impartidos en las
instituciones normalistas “entran en diá-
logo” o “rompen” esas imágenes previas y
llevan al alumno a enriquecer algunas y a
modificar paulatinamente otras. De aquí
que caracterizar analíticamente el conte-
nido de las concepciones de la enseñanza
de los alumnos a meses de egresar de la
institución nos permita identificar algu-
nos rasgos con los que concluyen sus
estudios los alumnos normalistas.
Poner el énfasis en lo pedagógico nos
permitirá un acercamiento a las posibili-
dades de autoformación de los alumnos y
de los docentes “debutantes” merced a la
lectura o participación en cursos de dis-
tinta índole, de análisis y explicación
tanto de lo que acontece en el aula y en la
escuela como de las propuestas curricula-
res y metodológicas provenientes de orga-
nismos de gobierno o de casas editoriales.
Es una investigación de corte descrip-
tivo; en ella, el núcleo central es identifi-
car y caracterizar analíticamente la
concepción de enseñanza que tienen los
estudiantes normalistas de la licenciatura
en educación primaria que están próxi-
mos al término de su formación inicial.
El cuestionario fue el instrumento
empleado para la recolección de informa-
ción del contenido sobre las concepciones
de la enseñanza según los alumnos norma-
listas. Está compuesto por preguntas
abiertas y escalares, principalmente. Pre-
vio a su aplicación a toda la población de
estudio, fue evaluado y piloteado. Su dise-
ño se basó en las siguientes categorías de
análisis: concepto de enseñanza y, dentro
de él, el lugar del maestro y de los alum-
nos, características esenciales del docente
y papel jugado por el ambiente del aula.
La muestra con la que trabajamos
fue de ocho instituciones normalistas pú-
blicas. Ésta es representativa en cuanto
que contiene instituciones pertenecien-
tes a todas las categorías (Normal Ur-
bana, Normal Rural, Centro Regional de
Educación Normal, y Normal Experi-
mental), a diversas zonas geográficas del
país (norte, centro y sur del país por una
parte, ciudades capitales de los estados,
ciudades secundarias por la otra), sin
serlo estadísticamente. Fueron en total
297 alumnos encuestados luego de tres
meses de terminar su licenciatura en Edu-
cación Primaria.
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
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PERFILES
EDUCATIVOS
Nombre
Escuela Normal Oficial
de Irapuato
Escuela Normal
Experimental de Colotlán
Escuela Normal 1 de
Toluca
Escuela Normal Urbana
Federal Profesor Jesús
Romero Flores
Centro Regional
de Educación Normal
de Oaxaca
Escuela Normal Rural
Plutarco Elías Calles
Escuela Normal Rodolfo
Menéndez de la Peña
Escuela Normal
Experimental Profesor
Salvador Varela Reséndiz
Total
Turno
Vespertina
Matutina
Matutina
Matutina
Matutina
Matutina
Matutina
Matutina
Categoría
Urbana
Experimental
Urbana
Urbana
CREN
Rural
Urbana
Experimental
Localidad
Irapuato,
Guanajuato
Colotlán,
Jalisco
Toluca,
Edomex.
Morelia,
Michoacán
Oaxaca,
Oaxaca
Etchojoa,
Sonora
Mérida,
Yucatán
Juchipila,
Zacatecas
Cantidad
de alumnos
4º. año
74
31
73
81
57
80
73
32
501
Cantidad de
alumnos en
este estudio
38 (mitad
más uno)
31 (todos)
38 (mitad
más uno)
42 (mitad
más uno)
37
41 (mitad
más uno)
38 (mitad
más uno)
32 (todos)
297
CUADRO 1 q Muestra
Fuente: datos del estudio
Con respecto a la cantidad de institu-
ciones que imparten la licenciatura en
Educación Primaria, nuestra muestra es
de 7.14%, considerando como una las
instituciones del Estado de México. Con
respecto a la cantidad de alumnos que
cursan el último año de esta licenciatura,
nuestra muestra es aproximadamente de
3.25% en el ámbito nacional y 59.28%
en el de estas ocho instituciones
Para la codificación y el análisis de las
respuestas de los alumnos se recurrió a la
idea como unidad y a partir de ahí se fue-
ron agrupando y generalizando los datos,
hasta llegar a los núcleos integradores
—llamados nodos—, que nos permitie-
ron unir diferentes respuestas que com-
parten elementos teóricos comunes, tales
como enfoques y posturas.
REFERENTE TEÓRICO
En este rubro presentaremos en primer
lugar el planteamiento oficial sobre el
maestro (perfil, atribuciones) y posterior-
mente el lugar jugado por la conceptuali-
zación sobre la enseñanza en las
concepciones pedagógicas de los alumnos
normalistas.
Directamente sobre la enseñanza se
refieren tanto la Ley General de Edu-
cación (LGE) en sus artículos 21, 22 y
29, como el documento base de la polí-
tica nacional para la formación y el de-
sarrollo profesional de los maestros de
educación básica y el plan de estudio
de la licenciatura en Educación Prima-
ria. Estos dos últimos documentos com-
parten el perfil docente, organizados en
rasgos de cinco campos diferentes: “ha-
bilidades intelectuales específicas; do-
minio de los contenidos de enseñanza;
competencias didácticas; identidad pro-
fesional y ética, y capacidad de percep-
ción y respuesta a las condiciones socia-
les del entorno de la escuela” (SEP, 1999:
30-33). Una lectura analítica de toda
esta información de carácter normativo
nos muestra que:
• El educador es visto como un agente
del proceso educativo, cuya función
central es ser un guía pedagógico, un
coordinador. Su tarea principal consis-
te en promover los aprendizajes para el
desarrollo personal, la formación ciu-
dadana y la integración social de cada
uno de sus alumnos. El desarrollo per-
sonal es visto desde la adquisición y
consolidación de competencias y de
saberes que le permitan contar con las
bases necesarias, comprender el mun-
do que le rodea, valorarse como perso-
na, convivir y autodeterminarse. En
estos documentos el papel del maes-
tro está conceptuado como eminen-
temente educativo, como sujeto que
interactúa con otros sujetos, ayudán-
doles a su maduración como personas,
como miembros de una sociedad y de
un país.
• Para que el docente pueda cubrir sus
funciones pedagógicas en el proceso
educativo de manera óptima (con la
“mayor pertinencia y de manera efi-
ciente” —artículo 22, LGE) debe con-
tar con los medios que le permitan
realizarlas, con un perfil determinado
y con un perfeccionamiento constan-
te. Con respecto a los primeros, los
documentos sostienen que contará
con el apoyo de la supervisión y con
la simplificación de tareas de corte
administrativo. Legalmente lo admi-
nistrativo se supedita a lo pedagógico,
aunque en los hechos en muchas es-
cuelas primarias suceda exactamente
lo contrario.
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
76
PERFILES
EDUCATIVOS
• El maestro debe tener un desarrollo
cognitivo alto, mismo que le permita
contar con las herramientas suficientes
para articular en torno a su propia
práctica docente estrategias de autoes-
tudio, de resolución de las problemáti-
cas que en ella se presentan y de
mejora permanente. Este dominio per-
sonal le posibilita además la imple-
mentación en el aula de estrategias que
coadyuven a la formación de la auto-
nomía en los alumnos.
• El conocimiento profundo requerido
sobre el plan de estudios de la educa-
ción primaria (estructura, enfoques,
contenidos), del saber disciplinar que
lo conforma y del desarrollo de los
niños. El maestro necesita tener cono-
cimientos en los tres ámbitos diferen-
tes señalados. Desde aquí, se retoman
los planteamientos (Carretero, 1998;
Hernández, 1998; Saint Onge, 1997;
Fenstermacher, 1997) que señalan que
el maestro es quien transforma el saber
acumulado por la sociedad en saber que
pueda ser captado por otros. De aquí
que fácilmente se haga sinónimo el
maestro y el didacta. Sin embargo, en
un análisis más profundo del plantea-
miento podremos advertir que centrar
al maestro en su función de enseñante
implica reconocer su dominio de los
saberes y de las estructuras de distintas
disciplinas y de los procedimientos que
intervienen en el acto de aprender.
Estos saberes son los que le permiten
intervenir en la estructura y en los
contenidos de las disciplinas para ha-
cerlos accesibles a otros.
• La competencia en el aula, que marca
un maestro capaz de implementar las
estrategias necesarias para que todos
los alumnos aprendan (al respecto
enfatizan los alumnos en riesgo de fra-
caso escolar y los de necesidades espe-
ciales de educación); evaluar los pro-
cesos educativos y usar los resultados
para retroalimentarlos; establecer un
clima áulico propicio para el aprendi-
zaje, y usar los recursos didácticos
necesarios para el logro de los apren-
dizajes.
• Estas competencias deben llevar a que
el maestro implemente todo lo necesa-
rio para facilitar en los alumnos el
logro de los propósitos de la educación
primaria en cuestión de conocimien-
tos, habilidades y actitudes.
• La identidad con su profesión y con
su gremio. Con esto se recalca el apre-
cio personal por el trabajo realizado, la
apropiación de los valores que rigen el
sistema educativo nacional y el es-
tablecimiento de relaciones con los
demás agentes (alumnos, demás maes-
tros y padres de familia) basadas en
valores. Merced a la identidad se unen
la valoración de la docencia con la
lealtad ideológica al país y a los valo-
res-criterios que rigen la educación
nacional. De todos los rasgos del per-
fil que son 27, en este rubro se en-
cuentra la mayor concentración (25.93
por ciento).
• El vínculo con el entorno social de la
escuela. En él se privilegia el reconoci-
miento del mismo y el establecimiento
de relaciones con los padres de familia
y con la comunidad que favorezcan lo
escolar en un clima de respeto y diálo-
go. Con ello se rompe la idea del tra-
bajo docente como exclusivo del aula,
enmarcándolo en lo interpersonal y en
la necesidad de establecer lazos con los
demás agentes participantes y el entor-
no inmediato. La armonía en la comu-
nicación entre todos ellos es altamente
valorada y es considerada como una de
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
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PERFILES
EDUCATIVOS
las bases —telón de fondo— para que
la educación escolar tenga lugar. “El
proceso educativo [...] promoverá el
trabajo en grupo para asegurar la
comunicación y el diálogo entre edu-
candos, educadores, padres de familia
e instituciones públicas y privadas”
(art. 29, LGE).
Podemos sintetizar este perfil del
nuevo maestro al señalar que es el que
tiene saberes en lo intelectual, en lo
didáctico, en lo disciplinar y en lo psico-
lógico, tiene capacidad para relacionarse
éticamente, para enseñar y apreciar su
profesión y los valores que sustentan la
educación nacional. Así, la función del
docente es vista en varias de sus aristas, en
el sujeto que la encarna y en las acciones
a realizar tanto en el aula como en la
escuela y en su entorno. Personalmente
añadiríamos una veta relacionada con el
desarrollo del docente. Ello implicaría
conceptualizarlo como una persona que
puede estar en continuo perfecciona-
miento si percibe la docencia como un
ámbito de aprendizaje y el magisterio
como un campo laboral que permite la
propia formación personal. Dentro de los
ámbitos de la persona, daríamos personal-
mente un peso importante a su desarrollo
afectivo y social.
Lugar jugado por la conceptualización
sobre la enseñanza en las concepciones
pedagógicas de los alumnos normalistas
Según Cerda y otros (1991), la función
de un maestro puede analizarse desde tres
posibilidades de papeles distintos:
• Asignado: cada una de las instituciones
escolares, vistas individualmente y el
sistema educativo en su conjunto,
prescribe desde su normatividad las
funciones que desarrollará un maestro
e implementa mecanismos de control.
No nos imaginemos que dicha asigna-
ción es siempre explícita y compartida
por todas las autoridades; una parte
importante de la misma está implícita
y se hace patente cuando por una si-
tuación conflictiva, uno o varios maes-
tros “no cumplen” con lo esperado.
• Deseado: este papel es el que cada
maestro elabora desde su ideal de ser
docente. Éste se inicia al menos desde
el principio de los estudios de la licen-
ciatura, aunque en algunos casos desde
antes, cuando al vivenciar algún rasgo
de un maestro, el futuro aspirante
decide a veces que quiere ser como él y
en otros casos, querer ser exactamente
lo contrario. A lo largo de los estudios
de la licenciatura, curricularmente se
sostiene que este papel se desarrolla a
partir de la revisión de textos teóricos,
del contacto con las escuelas primarias
y con las experiencias narradas por los
mismos maestros de la licenciatura
(SEP, 1999). Según Cerda y otros
(1991), la sobrevivencia de este papel
deseado dependerá de la fuerza del
asignado y de la claridad en cada uno
de los maestros de su ideal y de los
medios para alcanzarlo.
• Asumido: este papel corresponde final-
mente al aceptado por los maestros,
que combina los dos anteriores, en
porcentajes no necesariamente iguales.
Los alumnos encuestados en este estu-
dio se sitúan en la transición entre el
papel deseado y el asumido, dado el pro-
ceso de acción-reflexión vivido: han cum-
plido algunas funciones docentes en
escuelas primarias y en la escuela normal
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
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PERFILES
EDUCATIVOS
han analizado su desempeño. Por ende se
han enfrentado con el papel asignado a
los docentes en las escuelas en las que han
estado practicando, además del que se les
ha marcado por el profesor de la institu-
ción normal. Ambos no son necesaria-
mente compartidos, ni cercanos.
Entre los elementos que conforman
estos papeles, Avanzini (1990), a diferen-
cia de lo planteado por Cerda y otros
(1991), incluye, entre otros, la represen-
tación de la psicología del sujeto con
quien el enseñante se relaciona. Dentro
de esta representación mental enmar-
ca los niveles y grados del esfuerzo que
aporta naturalmente, la profundidad de
los conocimientos que posee y el interés
por la tarea a realizar. Será a partir de
la percepción del docente sobre las res-
puestas “dadas por los alumnos” como
éste fijará los principios generales que
guiarán su actuar pedagógico en el aula.
Cornu (1993) reafirma este plantea-
miento, al sostener que el principio de
la confianza entre maestros y alumnos
es un elemento constitutivo de la rela-
ción pedagógica, el cual se opone al de
la desconfianza, mismo que se encuen-
tra muy enraizado en la política y en la
educación. Cualquier punto en este con-
tinuo es poderoso en cuanto moviliza
una idea del otro (educando) y por ende
del actuar “natural” o esperable ante él
del educador.
Desde el siglo XVIII hasta nuestros días,
este “actuar natural” se ha visto confron-
tado con el surgimiento de varias repre-
sentaciones de la infancia: Rousseau y
todos los integrantes de la Escuela Nueva
afirman su bondad natural y su papel
salvífico para el adulto; los psicoanalis-
tas con “el niño es el padre del hombre,
pero también es el producto del deseo y
de las proyecciones parentales” (Dubor-
gel, 1990: 136-137). Claparede (1920,
citado por Piaton, 1998) señala que esta
“nueva concepción de la infancia” es una
revolución copernicana, puesto que sos-
tiene la idea de que la escuela debe cen-
trarse en el alumno y que por ende se
requiere conocerlo para poder educarlo.
De aquí que el siglo XX sea el siglo de
la infancia, que su mismo ser es “ser
niño”, dándole automáticamente estatus
y respeto.
Tanto el maestro como el alumno
normalista se encuentran en constante
contacto con significados institucionales
y personales de lo que es la docencia. Re-
medi (1989) nos refiere el lugar jugado
por la concepción de la enseñanza en la
significación de lo educativo y la dificul-
tad intrínseca de conceptualizarla y de
fijar sus aportes y límites, dados los dis-
cursos que sobre la misma se dan en el
medio escolar. Nos dirá que dicha signi-
ficación:
se inscribe y conforma una trayectoria profe-
sional marcada por la concepción del acto de
enseñanza, por el modelo del maestro y por el
carácter que adquiere su actividad en la trans-
misión de saberes instituidos —de lo que la
institución permite, propicia o aspira a reali-
zar— [...] Es precisamente por este imbricado
juego de significados que al maestro le resulta
difícil definir con claridad su concepción de
ser docente y el lugar y efectos de su práctica
(Remedi, 1989: 54-55).
Esta identidad se fija como “miembro
de un colectivo dedicado a la docencia”
y como “sujeto individual”: un maestro
se piensa a sí mismo como maestro y se
identifica, al mismo tiempo, como par-
te de un grupo siendo maestro. En este
artículo reconoceremos estas concepcio-
nes en los alumnos normalistas.
La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89
79
PERFILES
EDUCATIVOS
Resultados obtenidos y análisis
de los mismos
Presentaremos a continuación los resulta-
dos centrales de esta investigación, al
decir de los alumnos normalistas ¿qué es
la enseñanza?
Modelos educativos aludidos mediante
el concepto de enseñanza
A la pregunta directa de “Diga lo que
para usted es la enseñanza”, en todos los
casos, los normalistas contestaron un
enunciado que era una definición-des-
cripción. No se presentaron casos de
ejemplificaciones o de anécdotas, nivel
de respuesta que nos manifiesta que los
alumnos abstrajeron en torno a uno de
los conceptos centrales —enseñanza—
de la práctica de los educadores. Sus res-
puestas a dicha pregunta fueron anali-
zadas a partir de los elementos que la
componían; éstos son:
• Los sentidos de referencia, entendidos
como la acción formal de la enseñan-
za. Responden a la pregunta ¿qué es?,
siendo la respuesta natural “la ense-
ñanza es un/ una...”. Se refieren a pro-
ceso, resultado, estrategia, transmisión,
interacción, muestra de cómo se hace
algo, entre muchos más. Los normalis-
tas las incorporan en 46.61 por ciento.
• Los objetivos, entendidos como la
finalidad de la enseñanza y que res-
ponden a la pregunta ¿para qué? Los
normalistas los incorporan en 35.78
por ciento.
• Las condiciones retoman los elementos
considerados como necesarios para que
la enseñanza se presente: metodología,
agentes, antecedentes de los alumnos,
y responden mayoritariamente a la
pregunta ¿qué se requiere para que la
enseñanza se dé? Los normalistas las
incorporan en 16.50 por ciento.
• Los tipos retoman las diferentes moda-
lidades que puede adoptar la enseñan-
za y responden a la pregunta ¿cómo
puede ser la enseñanza? Los normalis-
tas los incorporan en 0.83 por ciento.
• Los impactos retoman los logros que la
enseñanza favorece en los educandos.
Responden a la pregunta ¿qué se alcan-
za con la enseñanza? Los normalistas
los incorporaron en sus conceptos en
0.28 por ciento de los casos.
En promedio aparecen 2.43 elementos
por cada uno de los alumnos, con un
rango de 3. En general, se combina los
sentidos de referencia (SR) con alguno de
los otros elementos, dando respuestas
tales como: SR y condiciones; SR y obje-
tivo; SR e impacto. La presencia de dos
elementos diversos en la conceptualiza-
ción de un alumno normalista, así como
haber presentado una definición, nos
manifiesta que éstas son apenas mediana-
mente complejas.
Las concepciones de los alumnos nor-
malistas sobre la enseñanza presentan un
nodo muy compacto, con respuestas
compartidas por una cuarta parte de los
alumnos consultados y mucha dispersión
en el resto de las opiniones, es decir están
de acuerdo sobre lo que es la enseñanza
uno de cada cuatro alumnos; los demás
plantean significados diferentes. Mientras
que los nodos creados para organizar la
información de estos últimos y de las
demás respuestas sobre la concepción de
enseñanza supuso el esfuerzo por cate-
gorizar respuestas con pocos elementos
comunes, en el caso del nodo señalado
encontramos simple y llanamente una
línea de opinión que afirma lo mismo,
aun con las mismas palabras en muchos
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casos, respecto de lo que entienden por
enseñanza.
Enseñanza como transmisión de conoci-
mientos. La idea central compartida por
25% de los alumnos afirma que “la ense-
ñanza es la transmisión de conocimientos
por parte del maestro para que los alum-
nos logren el aprendizaje”. Desde aquí se
visualiza la enseñanza como función del
maestro. Aprender será la tarea del alum-
no. Ambos procesos se vinculan, ya sea de
manera causal (“la enseñanza produce
aprendizaje”), o de manera ontológica
(“son dos caras del mismo proceso”), de
acuerdo con los alumnos. En este nodo,
el aprendizaje es visto como el elemento
natural que se desprende del quehacer de
enseñanza y es a la vez el parámetro para
medir su eficacia. Lograr el aprendizaje
de los conocimientos es signo evidente de
una buena enseñanza. El mensaje pre-
sente en la relación son hechos, datos,
saberes. Desde este modo, el maestro es
concebido como transmisor, como direc-
tor del proceso de enseñanza y aprendiza-
je, como actor principal.
Los verbos a los que recuren los
alumnos para definir la enseñanza son
transmitir, conducir y brindar (los cua-
les suponen al maestro como el que
posee el conocimiento y lo comunica a
otros) y mostrar como hacer (el maestro
como el modelo a copiar); todos expre-
san el mismo principio: el maestro como
el controlador del conocimiento que
es proporcionado al alumno. Este tipo
de respuesta no desconoce el papel del
alumno, sino que visualiza su participa-
ción como un elemento más en la trans-
misión del conocimiento, ya sea a partir
de responder preguntas, resolver ejerci-
cios o seguir indicaciones, pero siempre
supeditado al proceso planteado por el
docente.
Las ideas comprendidas en este nodo
nos remiten a una visión de la enseñanza
que la ha explicado desde hace varios
siglos, en la cual el maestro posee el cono-
cimiento y es el encargado de “dárselo” a
los alumnos que no lo tienen. Al respecto
Ezpeleta (s.f.) nos dirá que “con relación
a las prácticas escolares cotidianas, orden
y autoridad constituyen sus pilares. Or-
den que se materializa en el método y
que organiza el tiempo, el espacio y la
actividad. Autoridad que se personifica
en el maestro, dueño del conocimiento y
del método” (Ezpeleta, s.f.: 13). En él, al
maestro “le corresponde organizar el co-
nocimiento, aislar y elaborar la materia
que ha de ser aprendida, en una palabra,
trazar el camino y llevar por él a sus
alumnos” (Palacios, 1997: 18).
Un último elemento que vale la pena
destacar tiene que ver con la reducción
del quehacer de enseñanza a la transmi-
sión de conocimientos. Ello implica dejar
fuera de consideración otros ámbitos de
la persona, como el desarrollo de afectos,
habilidades, valores, su propio cuerpo, así
como su relación con otras personas y
con la institución.
Su presencia tan repetida en las res-
puestas de los alumnos llama fuertemente
la atención, dado que ha sido llamada
como “tradicional”, es decir como una
forma de comprensión insuficiente de la
realidad y que difícilmente se encuentra
valorada como válida en la teoría educati-
va actual de corte constructivista a la que
han estado expuestos —al menos desde el
planteamiento curricular— durante cua-
tro años. Sin embargo, estos resultados
son acordes con los estudios realizados
por Calvo (1991) y por Reyes Esparza y
Zuñiga (1995) en escuelas normales en
los cuales los autores concluyen que el
maestro que dichas instituciones desean
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formar es uno que realice una enseñanza
tradicional. En contraste, los resultados
del estudio efectuado (Dumont y otros,
1994) a alumnos de octavo semestre de la
Universidad Pedagógica Nacional (UPN)
en las licenciaturas en Educación Pre-
escolar y Primaria para maestros indí-
genas presenta un perfil distinto de los
alumnos respecto de las concepciones de
enseñanza. Para dichos alumnos los pa-
peles de los enseñantes son, en primer
lugar, ayudar a los alumnos a conocer
su cultura, a desarrollar sus capacidades
y aprender a aprender. La transmisión
de conocimientos es poco valorada entre
este grupo de estudiantes de la UPN.
Esta perspectiva trasladada al ámbito
del salón de clases es fácilmente reconoci-
ble cuando el maestro cumple funciones
de transmisor, de director del proceso me-
diante el uso de estrategias basadas fun-
damentalmente en el incremento de los
conocimientos, la verbalización, la ejerci-
tación y memorización de diversas temá-
ticas no necesariamente interrelacionadas
entre ellas. Dentro de la educación, este
modo de concebir la enseñanza ha sido
fuertemente cuestionado en los últimos
años, sin embargo no dejamos de recono-
cer su presencia durante muchos siglos en
las escuelas y su impacto en la formación
cognitiva de muchas generaciones, inclu-
yendo, como podemos constatar, las con-
temporáneas. Reconocemos que su gran
deficiencia se sitúa en el hecho de que, en
aras de lograr el aprendizaje, no considera
que los agentes que viven en el aula son
personas y que es a partir de dicha reali-
dad ontológica y sociocultural que lo edu-
cativo toma su sentido.
Enseñanza como facilitación. Aproxi-
madamente 12% de los alumnos asumen
la perspectiva constructivista en su con-
cepto de enseñanza. La visualizan como
una acción de guía, de facilitación, de
mediación por parte del docente, ante
el alumno y el objeto de conocimiento,
con vistas a promover la construcción,
apropiación, elaboración del contenido.
El aprendizaje no es el producto natural
de la enseñanza, sino que le corresponde
únicamente promoverlo, apoyarlo; lograr-
lo está en manos del alumno. Los alum-
nos nos dirán “proceso de mediación
efectuado por un individuo quien preten-
de ayudar a otro a entender, asimilar y
recrear la realidad que a ambos envuelve,
pero consciente de que el otro conforma-
rá su propia interpretación”; “enseñar es
guiar a una persona para que logre enten-
der nuevas cosas”.
Las concepciones que se agrupan en
torno a los modelos más constructivistas
son diversas y según Coll requieren:
compartir el principio de la importancia de la
actividad mental constructiva del alumno en
la realización de los aprendizajes escolares […]
[sic, trasladada esta concepción de la psicología
a la educación] conduce a concebir el aprendi-
zaje escolar como un proceso de construcción
del conocimiento a partir de los conocimien-
tos y de las experiencias previas y la enseñanza
como una ayuda a este proceso de construc-
ción (Coll, 1990, citado por Díaz Barriga y
Hernández, 2002: 29).
El docente es visto como un guía o un
mediador entre los alumnos y el conoci-
miento a aprender, proporcionándoles las
ayudas necesarias de acuerdo con sus
competencias iniciales. Estas ayudas con-
sisten en facilitar los medios necesarios
para que cada alumno construya sus sig-
nificados en torno al mundo, cambiando
los esquemas de conocimiento que poseía
anteriormente, ya sea mediante la incor-
poración de nuevos elementos o de nue-
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vas relaciones entre ellos. Él es el último
responsable de su adquisición. “El maes-
tro debe encaminar sus esfuerzos docen-
tes a promover el desarrollo psicológico y
la autonomía de los educandos” (Hernán-
dez, 1998: 96) .
Visto desde las aulas, la perspectiva
constructivista de la enseñanza se asocia
con prácticas docentes que propicien una
responsabilidad directa del alumno en su
propio aprendizaje; estrategias didácticas
que trabajen de manera reconstructiva
con respecto al error y que busquen la
interrelación entre los conocimientos.
Para los alumnos normalistas, los co-
nocimientos son el contenido central de
la enseñanza. En este aspecto en particu-
lar se hace evidente que los alumnos
representados en este segmento de opi-
nión comparten sólo parcialmente la
perspectiva constructivista, ya que ésta
sostiene que los contenidos son de corte
declarativo, procedimental y actitudinal-
valoral, y no debe prevalecer un campo
sobre los otros. Tenemos así, en las opi-
niones de los alumnos normalistas, una
versión parcialmente asimilada de esta
perspectiva teórica. Respuestas de seis
alumnos son relevantes al respecto por
una no diferenciación entre ambos
planteamientos: “enseñanza es la acción
de impartir el conocimiento, dárselo a
los alumnos. Es decir guiar a un grupo
de alumnos”. Evidencia una confusión
considerable: “impartir y dar” el conoci-
miento supone acciones de una índole
distinta a las derivadas de “guiar” a un
grupo de alumnos.
Estas respuestas llaman la atención
dado que el enfoque del programa de la
licenciatura en Educación Primaria (SEP,
1999) prioriza los planteamientos cogni-
tivo-constructivistas. Las respuestas con
una frecuencia tan alta de los alumnos en
otros modelos mostrarían que los cuatro
años de licenciatura no lograron romper
en un alto número de ellos con la expe-
riencia escolar vivida y convencerlos de lo
plasmado en los planes de estudio del
nivel en el cual mayoritariamente van a
insertarse.
Enseñanza como la implementación de
procedimientos y/o de elementos considera-
dos como “docentes/didácticos”. Otra res-
puesta más a lo que es la enseñanza es la
centrada en un accionar técnico sostenida
por alrededor de 5% de los alumnos. Para
ellos, este proceso se define como la pre-
sencia de unos principios didácticos o de
unos métodos, técnicas, frecuentemente
interrelacionados con los intereses de los
alumnos. Nos dirán: “es lo que hace el
docente cuando está con sus alumnos”,
“es el uso de recursos junto con los alum-
nos y el docente”, “es partir de lo simple
a lo complejo, considerando los intereses
de los alumnos”. Es así como la enseñan-
za es vista como “algo” cuyas notas de
orden procedimental son sus elementos
distintivos y esenciales.
Enseñanza como enseñar. Una última
forma de conceptualizar la enseñanza es
definida como: “enseñanza es enseñar”.
Aquí tenemos agrupadas las opiniones de
4% de los alumnos. Esta formulación
destaca respecto de las otras por la no
inclusión de algún elemento que defina
el concepto, sino que éste se define de
forma tautológica, utilizando la misma
palabra.
Concepciones dispersas en torno a la
enseñanza. Aproximadamente 55% de
las respuestas de los alumnos consulta-
dos se encuentran referidas a las más
diversas e incluso dispares ideas y creen-
cias, entre las que pueden citarse: “pro-
ceso donde hay por lo menos dos
personas, el que enseña y el que apren-
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de”, “es aquello que se comparte y no es
solamente uno el que da”, “es un pro-
ceso en el cual se brindan herramientas
para lograr la enseñanza-aprendizaje”,
“es algo que aprendimos y que ahora es
algo práctico, como una habilidad ad-
quirida”, “es lo que el maestro hace”.
Que un concepto central para los do-
centes como lo es la enseñanza tenga co-
mo núcleo fundamental de opinión de
los alumnos de octavo semestre la disper-
sión de opiniones, no es un dato menor.
Por el contrario, nos refiere a la falta de
un cuerpo conceptual mínimamente con-
sensuado a propósito de un analizador
clave para lo educativo: la enseñanza.
Además de expresar falta de consenso
denota también una debilidad teórica
muy básica, ya que las opiniones disper-
sas suelen estar más referidas a nociones
de sentido común que a teorías educati-
vas particulares. Son además ideas y cre-
encias que suelen presentar uno o dos
componentes en la gran mayoría de los
casos, lo que equivale a un armado con-
ceptual muy elemental.
Los sujetos con quienes interactúa el docente
Los alumnos: únicos sujetos de interacción.
Los sujetos con los que se interactúa nos
remiten a otro nodo. Muchos alumnos
normalistas se refieren a los niños, como
sujeto único. Son ellos, las personas a
las que hay que enseñar, para los cuales
uno es docente. Es así como la enseñan-
za es conceptuada como reducida a la
interacción con los alumnos para lograr
una meta (lograr o facilitar el aprendiza-
je). El aula es el único espacio donde la
enseñanza se da. Los alumnos encuesta-
dos nos dirán “enseñar son los conoci-
mientos que se dan a los alumnos”, “es
una forma de compartir a los niños”, “el
maestro trabaja con niños y en una
aula”.
Fácilmente recurren a nombrar carac-
terísticas que propician o no el aprendi-
zaje. Dentro de éstas se encuentran su
gran capacidad para aprender, su curiosi-
dad, su responsabilidad y su interés lúdi-
co. Se le reconoce como un ser que pasa
por etapas y que cada una de ellas tiene
características particulares. Mediante las
estrategias que implementa, el maestro
requiere entrar en contacto con dichas
características. Priva una visión psicolo-
gista del niño.
Otros sujetos. Otros alumnos normalis-
tas, en porcentajes inferiores a los que
sostienen el nodo anterior, incluyen den-
tro de la enseñanza la consideración sobre
otros agentes, además de los alumnos. Se
refieren a ellos mismos, así como a los
demás maestros y las autoridades escola-
res como educandos, lo que implica con-
cebir la escuela como espacio de
formación entre pares y a la enseñanza
como una acción más abarcadora que la
interacción en el salón de clase con los
alumnos. Respuestas como: “interacción
entre sujetos (yo, mis compañeros, mis
alumnos) que propicia el aprendizaje de
todos”, “no solo yo enseño, sino que los
otros, de la escuela, también” nos mani-
fiestan la presencia de este nodo.
Características deseables del docente
Las características del docente nos remi-
ten a un nodo más. Dentro de ellas, los
alumnos coinciden en que las de orden
personal —centradas en el ser— son
esenciales para un educador, seguidas de
las académicas-didácticas y posteriormen-
te las cognitivas.
Los alumnos sostienen que la docencia
es un trabajo complejo, dado que requie-
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re de la presencia, en una misma persona,
de elementos de distinta naturaleza: éti-
cos, académicos, de disposición, de habi-
lidades cognitivas. La calidad del trabajo
realizado, la posibilidad de establecer rela-
ciones con niños, de desarrollarse perso-
nal y profesionalmente son los principales
argumentos esgrimidos. El énfasis pues-
to en la responsabilidad y en la vocación
—a las que ellos mismos aluden con altos
porcentajes (98% y 75%, respectivamen-
te)— puede entenderse desde la alusión a
la calidad del trabajo realizado, así como
a la importancia otorgada al desarrollo
personal y profesional del docente. Sin
ellas, la docencia, dadas las condiciones
de gestión académicas y administrativas
en el sistema educativo y en cada una de
las escuelas, puede fácilmente ser conver-
tida en una práctica muy rutinaria, sin un
sentido de vida para el enseñante y con
altas cargas de frustración por no cum-
plirse con las expectativas hacia la escuela
y hacia los niños. El comprometerse con
el aprendizaje y evitar la rutina requiere
de un aporte del docente, ya sea desde el
deber (responsabilidad) o desde el interés
personal (vocación). Este aporte afectivo,
llamado de maneras diferentes a lo largo
de las respuestas (disposición, compromi-
so con, vocación, responsabilidad, querer
hacer) se encuentra presente de manera
consistente en las respuestas de los alum-
nos consultados.
Hansen (2001) sostiene que el me-
canismo es el siguiente: ante lo que la
sociedad da a los maestros (sueldo y
compensaciones no materiales: satisfac-
ción personal, “triunfo de ciertos alum-
nos”, reconocimientos públicos), los
maestros se sienten obligados a respon-
der, obligación entendida como dar su
propia respuesta ante las demandas y
necesidades institucionales y sociales con
respeto, y dentro de ciertos límites y con-
troles. A su vez esta respuesta genera
demandas a la sociedad y ésta le res-
ponde dándoles, y así sucesivamente en
espirales. Como podemos ver en este
mecanismo, la responsabilidad del apren-
dizaje no es hacia los educandos sino
hacia el sistema y hacia un ente difícil-
mente aprehensible: la sociedad, lo que la
hace muy etérea, muy volátil. El servicio
que el docente presta ante ella consiste
en un compromiso hacia la creación de
un mundo mejor, lo que supone un ejer-
cicio profesional más creativo, flexible,
comprometido, pero no necesariamente
con mejores logros.
El análisis emprendido da a entender que, si
no tiene una motivación interna de servicio,
será mucho más difícil para el maestro evitar
la tentación a la que se enfrentan todos los que
ejercen la docencia: limitarse a “cubrir” el pro-
grama de una forma mecánica, admitir expec-
tativas mas bajas para los alumnos o desoír las
necesidades sociales y hacer únicamente lo que
a uno le place. Caer víctima de tales tentacio-
nes significa olvidarse de las obligaciones que
comparte la docencia (Hamsen, 2002: 174).
En un segundo bloque tenemos carac-
terísticas unidas a lo académico y a lo
didáctico con 20.03%. Si bien en los ras-
gos que sostienen la licenciatura cursada
(SEP, 1999) éstas ocupan el primer lugar
si se agrupan las que se refieren a los do-
minios de los contenidos de enseñanza y
las competencias didácticas (37.04%), los
alumnos normalistas las bajan de nivel.
Para ellos el saber enseñar se coloca des-
pués del ser. Más de quince años de esco-
laridad como alumnos en los diferentes
niveles educativos con presencia de maes-
tros de muy diversos estilos pedagógicos
e interpersonales no es un dato ajeno en
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la comprensión de esta demanda de los
futuros maestros de ser.
Las respuestas de los alumnos que
componen este bloque se refieren a varios
aspectos de orden académico y didáctico:
el dominio de los contenidos; el conoci-
miento sobre el plan de estudio, sobre lo
educativo; la competencia para relacio-
narse sanamente con los alumnos, de
impulsar el desarrollo de aprendizajes
de tipo procedimental y valoral, y de ins-
trumentar (mediante planeación y eva-
luación) su docencia. Como podemos
observar las respuestas se concentran
en lo pedagógico, en lo psicológico y en
lo disciplinar. El conocimiento sobre lo
social, tanto en su sentido más amplio en
cuanto a las relaciones entre escuela y
sociedad, como en lo más micro en cuan-
to a la presencia de los contextos en las
aulas y en el aprendizaje, así como la
parte de corte filosófico, que ofrecería res-
puestas sobre el ser del hombre y las fina-
lidades, no se encuentran presentes.
Con respecto a las figuras del maestro,
encontramos una gran variedad: guía,
director, transmisor, coordinador, respon-
sable, pilar, actor, espejo, modelo, orien-
tador, etc., mismas que pueden ubicarse
en un continuo que va desde ser el maes-
tro como la figura (papel protagónico) de
los procesos, con todo el poder y la toma
de decisiones en sus manos hasta que
dicha figura es ocupada por el alumno.
De entre las figuras presentadas por los
alumnos normalistas hay algunas que se
apegan a lo señalado por la SEP en cuanto
al perfil y funciones del maestro. A la
letra dice: “La tarea del profesor consisti-
rá en promover en sus alumnos los apren-
dizajes que requieren para su desarrollo
[...] Se espera que el docente cumpla el
papel de guía pedagógico y permita al
educando orientarse ante la creciente
masa de información que genera el
mundo contemporáneo” (SEP, 2003: 7).
De aquí que figuras como transmisor,
como director (presentes en más de la
cuarta parte de los alumnos) nos dan
cuenta de concepciones diferentes de lo
que es ser docente.
EL CLIMA DEL SALÓN DE CLASES
Una categoría más se encuentra en la
visión sobre el clima del salón de clase.
Éste es considerado por los alumnos nor-
malistas como el fondo, el prerrequisito,
el ambiente que “sostiene lo central: pro-
ceso de enseñanza y aprendizaje o proce-
so educativo”. El ambiente de clase se
considera el soporte o un requisito indis-
pensable para generar las condiciones
propias de la enseñanza y el aprendizaje.
De ahí la importancia del ambiente de
confianza y respeto entre maestros y
alumnos. Sin embargo no se considera en
sí mismo como un espacio formativo que
da lugar al desarrollo de los afectos, a la
resolución de conflictos.
Esta percepción del clima es lo que
propicia el que tanto la formación de los
afectos como la de los valores estén prác-
ticamente ausentes en las alusiones a los
aprendizajes que tienen lugar en la escue-
la. El no reconocimiento de este ámbito
formativo impide a los alumnos admitir
otro tipo de aprendizajes a los directa-
mente planeados por el docente, como
son los aprendizajes indirectos, la autoes-
tima, la creación de pautas de relación
solidaria o competitiva entre alumnos.
Todos los aprendizajes asociados a la cate-
goría de “sobrevivencia escolar” tienen
que ver precisamente con interacciones
más referidas al ambiente general de clase
que a contenidos curriculares específicos.
Asimismo experiencias asociadas a la in-
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clusión o discriminación, la apertura a
la diversidad de perspectivas culturales,
religiosas y sociales tienen en el “clima
ecológico de aula”, los mecanismos de
poder y sumisión son un ámbito pri-
vilegiado de formación que requiere ser
reconocido si se espera intervenir en él
(Doyle, 1986, citado por Gimeno Sacris-
tán y Pérez Gómez, 1995).
En síntesis, los alumnos reconocen en
el clima del aula un aspecto necesario
para el aprendizaje sin ir más allá en la
identificación de sus posibilidades como
ámbito privilegiado de la educación no
formal que ocurre en las escuelas.
Desde esta forma de apreciar el clima
requerido para la enseñanza, varias ca-
racterísticas señaladas sobre el docente
con porcentajes altos van apareciendo
—paciente, prudente, sencillo, respetuo-
so, sociable, etc.—, mismas que permiten
establecer relaciones con otras personas.
Se constituyen en el soporte que el maes-
tro aporta para construir la enseñanza, el
aprendizaje, la educación.
Ante la pregunta sobre si consideran
que el maestro debe buscar el que sus
alumnos aprendan aunque en ciertas oca-
siones ello suponga tener una relación
distante o tensa con alguno de ellos, las
respuestas de los alumnos se agrupan en
dos nodos: los que inclinan la balanza
hacia privilegiar la importancia del clima
del salón de clase, mismos que correspon-
den a un poco más de la mitad de los
alumnos consultados. Una tercera parte
dirán que lograr el aprendizaje justifica el
que en ocasiones se tenga un clima dis-
tante o tenso ocasionalmente. El porcen-
taje restante está indeciso.
Los argumentos dados para sostener
sus respuestas en ambos nodos aluden a
las herramientas (estrategias) que el maes-
tro puede emplear para que ello no suce-
da, a la disciplina áulica, a características
del docente muy relacionadas con su
forma de ser, a las diferencias entre los
alumnos que conllevan al uso de ciertas
estrategias con alguno de ellos, al deber
ser y a planteamientos tautológicos.
Podemos suponer que los alumnos
normalistas que representan el primer
grupo de opinión y destacan la impor-
tancia del clima del aula por encima del
logro de aprendizajes específicos, de algu-
na manera intuyen que “el fin no justifi-
ca los medios”, es decir, que el ambiente
de clase conlleva “asuntos importantes”
que no pueden ser pasados por alto aun
cuando está en juego el aprendizaje, lo
que equivale a reconocer implícitamente
que otros aprendizajes están allí en juego
también.
CONCLUSIONES
Varios de los nodos presentados nos
remiten a conocimientos, creencias e
ideas propios del sentido común, más
que de la formación especializada, dado
su nivel de vaguedad y de imprecisión.
Implican la presencia de categorías muy
laxas y por ende muy genéricas para
observar, analizar y explicarse lo educati-
vo. Esta panorámica es preocupante ante
la consolidación de los procesos de for-
mación en los educandos, al no darse
previsiblemente una continuidad mínima
de perspectivas entre los docentes. Los
alumnos de educación primaria aprende-
rán entonces que cada maestro es “un
mundo” y que ellos requieren adaptarse
a ese “mundo”.
El conjunto de opiniones aquí recogi-
das dio cuenta de un concepto de enseñar
como la transmisión de conocimientos
para el logro de los aprendizajes en los
alumnos; enseñar es un proceso que fun-
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damentalmente se da en el aula. A todo
ello hay que sumarle una gran dispersión
de respuestas, que nos remiten a concep-
ciones muy diversas de la enseñanza.
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Las concepciones de la enseñanza

  • 1. 72 PERFILES EDUCATIVOS H O R I Z O N T E S La concepción de la enseñanza según los estudiantes del último año de la licenciatu- ra en Educación Primaria en México MARÍA BERTHA FORTOUL OLLIVIER* Este texto retoma parte de una investigación cuyo objeto de estudio son las concepciones pedagógicas de los alumnos que están por egresar de las escuelas normales públicas de la licenciatura en Educación Primaria. La pregunta de investigación en la cual nos centraremos es: según dichos alumnos, ¿qué es la enseñanza? La investigación es de corte descriptivo, con la encuesta como la técnica de recolección de datos y el cuestionario como instrumento. La información se analizó con procedimientos cuantitativos y cualitativos. La muestra fue de 297 alumnos, lo que corresponde a 7.5% de la población. Las respuestas de los alumnos normalistas ubican a la enseñanza como una actividad que se realiza centralmente en un aula, y que consiste en la transmisión de conocimientos para lograr el aprendizaje en los alumnos. A estas respuestas “consensuadas” hay que sumarle una gran dispersión de muchas otras, que nos remiten a concepciones muy diversas de la enseñanza. This article presents part of a research about the pedagogical conceptions shown by students who are about to finish their degree course in primary education at public teacher training schools in Mexico. The central question of our research is what does teaching mean for those students. This descriptive research is based on surveys as data gathering technique and questionnaires as essential tool. The gathered data were analysed following quantitative and qualitative proceedings, on a sample of 297 students (which means 7.5% of the concerned population). The answers given by those students show they consider teaching as an activity that is normally carried out within the classroom and that is made basically of knowledge transfer in order to achieve learning for the students. To this consensual answers, according to the author, it is important to add a great variety of other answers that refer to very diverse conceptions of teaching. Interacción centrada en un tema / Educación confluente / Pedagogía integrativa / Sí mismo / Medio ambiente / Campo / Figura-fondo Teacher training school / Teaching/ Believes/ Quantitative and qualitative analysis/ Mexico Recibido 22 de febrero de 2007 Aprobado 29 de abril de 2008
  • 2. INTRODUCCIÓN Este artículo retoma parte de una investi- gación más amplia cuyo objeto de estudio son concepciones educativas de alumnos normalistas, vistas desde lo pedagógico. Aquí se presenta exclusivamente la infor- mación recabada de las concepciones sobre la enseñanza y responde a la pre- gunta de investigación sobre qué es la enseñanza según los estudiantes normalis- tas del último semestre de la licenciatura en Educación Primaria. Esta pregunta apunta directamente al significado de dicho término y a su concreción en cuan- to a los papeles y características del maes- tro y del alumno. Si admitimos que el alumno normalis- ta está en formación para ser maestro y que genéricamente su función será la de enseñar a sus alumnos, reconocer los sig- nificados asociados a este concepto es esencial en cuanto que nos permite acce- der a una parte del marco de referencia del alumno (y futuro maestro) y de su forma de actuar ante los grupos de alum- nos: los actos que valorará como inte- grativos de una buena enseñanza y que potencializará; los que evitará o cues- tionará o no implementará en su aula, independientemente de su origen (ins- titucional macro —Secretaría de Edu- cación Pública—, institucional concreto —escuela donde labora—, padres de fa- milia, otros maestros, etcétera). Aceptar la existencia de concepciones dentro de una práctica docente implica necesariamente aceptar que la docencia es una práctica compleja e intencionada, que trasciende el paradigma técnico que supone una aplicación lineal de la teoría a la práctica y un maestro encargado de aplicar técnicas de enseñanza, diseñadas por otros. Integra inmediatamente lo simbólico como elemento constitutivo del ser de un maestro (Bazdresh, 2000; Gimeno Sacristán, 1998). Al respecto, Carr (1996) nos dirá que toda práctica está incrustada en la teoría; sólo puede comprenderse en relación con las precon- cepciones teóricas tácitas de los practican- tes. Remedi (1989) sostendrá que el ser docente no se da solamente por el ejerci- cio de un hacer, sino que pasa también por las formas como se representa este quehacer, su ubicación en él, la legitimi- dad que tiene para ejercerlo. De aquí que el estudio de los futuros docentes requie- ra acercamientos, entre muchos aspectos más, a su forma de comprender y de explicarse su profesión. PLANTEAMIENTO METODOLÓGICO Los estudios referentes a la dimensión simbólica han empleado diferentes térmi- nos para aludir a ese marco de carácter cognitivo-actitudinal que van construyen- do los docentes sobre lo educativo, influ- ye en su actuar en las escuelas y se nutre del conocimiento científico, del sentido común, de las experiencias personales y de las de otros, de las percepciones sobre el contexto socio-histórico cultural, de la normatividad institucional. Hablan de concepciones, creencias, teorías im- plícitas, constructos personales, repre- sentaciones y pensamiento docente. En esta investigación usaremos el término concepciones, porque integra en su seno planteamientos interdisciplinarios (otros términos tienen, desde su origen, una 73 PERFILES EDUCATIVOS La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 * Doctora en Pedagogía. Investigadora de la Escuela de Cien- cias de la Educación, Universidad La Salle. Entre sus publi- caciones: Fierro, Cecilia, Bertha Fortoul y Lesvia Rosas (1999), Transformando la práctica docente. Una propuesta basada en la investigacón-acción, México, Paidós (Maestros y enseñanza). Correo electrónico: bfo@ulsa.mx
  • 3. La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 74 PERFILES EDUCATIVOS carga eminentemente psicológica) y por- que se refiere a “estructuras” internas con una articulación cognitivo-actitudinal que va de moderada a débil. Se definieron como un conjunto de creencias, ideas y conocimientos, más o menos articu- lados que forman parte del pensamiento de un docente y que le permiten analizar, explicar y guiar los procesos educativos áulicos. En este escrito nos centraremos exclusivamente en las concepciones que tienen los alumnos normalistas sobre lo que es la enseñanza. El contenido de las concepciones edu- cativas del magisterio ha sido estudiado por distintos investigadores (Remedi, 1989; Gysling, 1992; Figueroa, 2002; Figueroa, 2000; Barba y Zorilla, 1993; Rosas, 1999; Mercado, 2000, en Mireles y Cuevas, 2003; Dumont y otros, 1994; Velásquez, 2000, en Mireles y Cuevas, 2003). En la mayoría de los estudios se ha tomado como población a maestros que se encuentran en servicio y muchos de ellos se han centrado en encontrar los elementos que les dan identidad. Estos estudios han sido realizados con enfoques psicoanalíticos, en el caso de los tres primeros, sociopolítico, los cuatro siguientes y pedagógico, los dos últimos. Por su parte, Jiménez (2005) en el estado del conocimiento sobre procesos de for- mación reporta que entre 1992 y 2002, la investigación sobre la identidad de los profesores de educación básica y normal está centrada en las repercusiones de la modernización en los profesores y en es- tudios de género. No se reportan trabajos que vayan en la línea buscada. En cuanto a los estudiantes de las escuelas normales, Guzmán (2005) y Piña y Cuevas (2003) reportan en dos estados del conocimiento diferentes (suje- tos, actores y procesos de formación: alumnos y construcciones simbólicas de los procesos y prácticas en la vida es- colar) tres estudios realizados sobre los alumnos normalistas: uno sobre sus ra- zones y expectativas ante la licenciatura en Educación (realizado en 1999 por Mercado); otro sobre las formas cultu- rales que caracterizan el normalismo es- tudiantil rural de nuestros días (Mejía Cazapa, en 1998); otro más sobre las representaciones en torno a la formación académica (Hernández, en 2000) que cursan el primer año de licenciatura en Educación Primaria. A diferencia de lo que sucede en otras profesiones, el alumno que ingresa a la escuela normal trae ya visiones más o menos consolidadas sobre su campo labo- ral dado su tránsito de al menos doce años en las aulas. Tiene imágenes sobre lo que es un maestro y lo que es un alumno, lo que se “hace” en la escuela, lo que “está permitido hacer”, etc. De acuerdo con lo señalado en el plan de estudios (SEP, 1999), los contenidos impartidos en las instituciones normalistas “entran en diá- logo” o “rompen” esas imágenes previas y llevan al alumno a enriquecer algunas y a modificar paulatinamente otras. De aquí que caracterizar analíticamente el conte- nido de las concepciones de la enseñanza de los alumnos a meses de egresar de la institución nos permita identificar algu- nos rasgos con los que concluyen sus estudios los alumnos normalistas. Poner el énfasis en lo pedagógico nos permitirá un acercamiento a las posibili- dades de autoformación de los alumnos y de los docentes “debutantes” merced a la lectura o participación en cursos de dis- tinta índole, de análisis y explicación tanto de lo que acontece en el aula y en la escuela como de las propuestas curricula- res y metodológicas provenientes de orga-
  • 4. nismos de gobierno o de casas editoriales. Es una investigación de corte descrip- tivo; en ella, el núcleo central es identifi- car y caracterizar analíticamente la concepción de enseñanza que tienen los estudiantes normalistas de la licenciatura en educación primaria que están próxi- mos al término de su formación inicial. El cuestionario fue el instrumento empleado para la recolección de informa- ción del contenido sobre las concepciones de la enseñanza según los alumnos norma- listas. Está compuesto por preguntas abiertas y escalares, principalmente. Pre- vio a su aplicación a toda la población de estudio, fue evaluado y piloteado. Su dise- ño se basó en las siguientes categorías de análisis: concepto de enseñanza y, dentro de él, el lugar del maestro y de los alum- nos, características esenciales del docente y papel jugado por el ambiente del aula. La muestra con la que trabajamos fue de ocho instituciones normalistas pú- blicas. Ésta es representativa en cuanto que contiene instituciones pertenecien- tes a todas las categorías (Normal Ur- bana, Normal Rural, Centro Regional de Educación Normal, y Normal Experi- mental), a diversas zonas geográficas del país (norte, centro y sur del país por una parte, ciudades capitales de los estados, ciudades secundarias por la otra), sin serlo estadísticamente. Fueron en total 297 alumnos encuestados luego de tres meses de terminar su licenciatura en Edu- cación Primaria. La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 75 PERFILES EDUCATIVOS Nombre Escuela Normal Oficial de Irapuato Escuela Normal Experimental de Colotlán Escuela Normal 1 de Toluca Escuela Normal Urbana Federal Profesor Jesús Romero Flores Centro Regional de Educación Normal de Oaxaca Escuela Normal Rural Plutarco Elías Calles Escuela Normal Rodolfo Menéndez de la Peña Escuela Normal Experimental Profesor Salvador Varela Reséndiz Total Turno Vespertina Matutina Matutina Matutina Matutina Matutina Matutina Matutina Categoría Urbana Experimental Urbana Urbana CREN Rural Urbana Experimental Localidad Irapuato, Guanajuato Colotlán, Jalisco Toluca, Edomex. Morelia, Michoacán Oaxaca, Oaxaca Etchojoa, Sonora Mérida, Yucatán Juchipila, Zacatecas Cantidad de alumnos 4º. año 74 31 73 81 57 80 73 32 501 Cantidad de alumnos en este estudio 38 (mitad más uno) 31 (todos) 38 (mitad más uno) 42 (mitad más uno) 37 41 (mitad más uno) 38 (mitad más uno) 32 (todos) 297 CUADRO 1 q Muestra Fuente: datos del estudio
  • 5. Con respecto a la cantidad de institu- ciones que imparten la licenciatura en Educación Primaria, nuestra muestra es de 7.14%, considerando como una las instituciones del Estado de México. Con respecto a la cantidad de alumnos que cursan el último año de esta licenciatura, nuestra muestra es aproximadamente de 3.25% en el ámbito nacional y 59.28% en el de estas ocho instituciones Para la codificación y el análisis de las respuestas de los alumnos se recurrió a la idea como unidad y a partir de ahí se fue- ron agrupando y generalizando los datos, hasta llegar a los núcleos integradores —llamados nodos—, que nos permitie- ron unir diferentes respuestas que com- parten elementos teóricos comunes, tales como enfoques y posturas. REFERENTE TEÓRICO En este rubro presentaremos en primer lugar el planteamiento oficial sobre el maestro (perfil, atribuciones) y posterior- mente el lugar jugado por la conceptuali- zación sobre la enseñanza en las concepciones pedagógicas de los alumnos normalistas. Directamente sobre la enseñanza se refieren tanto la Ley General de Edu- cación (LGE) en sus artículos 21, 22 y 29, como el documento base de la polí- tica nacional para la formación y el de- sarrollo profesional de los maestros de educación básica y el plan de estudio de la licenciatura en Educación Prima- ria. Estos dos últimos documentos com- parten el perfil docente, organizados en rasgos de cinco campos diferentes: “ha- bilidades intelectuales específicas; do- minio de los contenidos de enseñanza; competencias didácticas; identidad pro- fesional y ética, y capacidad de percep- ción y respuesta a las condiciones socia- les del entorno de la escuela” (SEP, 1999: 30-33). Una lectura analítica de toda esta información de carácter normativo nos muestra que: • El educador es visto como un agente del proceso educativo, cuya función central es ser un guía pedagógico, un coordinador. Su tarea principal consis- te en promover los aprendizajes para el desarrollo personal, la formación ciu- dadana y la integración social de cada uno de sus alumnos. El desarrollo per- sonal es visto desde la adquisición y consolidación de competencias y de saberes que le permitan contar con las bases necesarias, comprender el mun- do que le rodea, valorarse como perso- na, convivir y autodeterminarse. En estos documentos el papel del maes- tro está conceptuado como eminen- temente educativo, como sujeto que interactúa con otros sujetos, ayudán- doles a su maduración como personas, como miembros de una sociedad y de un país. • Para que el docente pueda cubrir sus funciones pedagógicas en el proceso educativo de manera óptima (con la “mayor pertinencia y de manera efi- ciente” —artículo 22, LGE) debe con- tar con los medios que le permitan realizarlas, con un perfil determinado y con un perfeccionamiento constan- te. Con respecto a los primeros, los documentos sostienen que contará con el apoyo de la supervisión y con la simplificación de tareas de corte administrativo. Legalmente lo admi- nistrativo se supedita a lo pedagógico, aunque en los hechos en muchas es- cuelas primarias suceda exactamente lo contrario. La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 76 PERFILES EDUCATIVOS
  • 6. • El maestro debe tener un desarrollo cognitivo alto, mismo que le permita contar con las herramientas suficientes para articular en torno a su propia práctica docente estrategias de autoes- tudio, de resolución de las problemáti- cas que en ella se presentan y de mejora permanente. Este dominio per- sonal le posibilita además la imple- mentación en el aula de estrategias que coadyuven a la formación de la auto- nomía en los alumnos. • El conocimiento profundo requerido sobre el plan de estudios de la educa- ción primaria (estructura, enfoques, contenidos), del saber disciplinar que lo conforma y del desarrollo de los niños. El maestro necesita tener cono- cimientos en los tres ámbitos diferen- tes señalados. Desde aquí, se retoman los planteamientos (Carretero, 1998; Hernández, 1998; Saint Onge, 1997; Fenstermacher, 1997) que señalan que el maestro es quien transforma el saber acumulado por la sociedad en saber que pueda ser captado por otros. De aquí que fácilmente se haga sinónimo el maestro y el didacta. Sin embargo, en un análisis más profundo del plantea- miento podremos advertir que centrar al maestro en su función de enseñante implica reconocer su dominio de los saberes y de las estructuras de distintas disciplinas y de los procedimientos que intervienen en el acto de aprender. Estos saberes son los que le permiten intervenir en la estructura y en los contenidos de las disciplinas para ha- cerlos accesibles a otros. • La competencia en el aula, que marca un maestro capaz de implementar las estrategias necesarias para que todos los alumnos aprendan (al respecto enfatizan los alumnos en riesgo de fra- caso escolar y los de necesidades espe- ciales de educación); evaluar los pro- cesos educativos y usar los resultados para retroalimentarlos; establecer un clima áulico propicio para el aprendi- zaje, y usar los recursos didácticos necesarios para el logro de los apren- dizajes. • Estas competencias deben llevar a que el maestro implemente todo lo necesa- rio para facilitar en los alumnos el logro de los propósitos de la educación primaria en cuestión de conocimien- tos, habilidades y actitudes. • La identidad con su profesión y con su gremio. Con esto se recalca el apre- cio personal por el trabajo realizado, la apropiación de los valores que rigen el sistema educativo nacional y el es- tablecimiento de relaciones con los demás agentes (alumnos, demás maes- tros y padres de familia) basadas en valores. Merced a la identidad se unen la valoración de la docencia con la lealtad ideológica al país y a los valo- res-criterios que rigen la educación nacional. De todos los rasgos del per- fil que son 27, en este rubro se en- cuentra la mayor concentración (25.93 por ciento). • El vínculo con el entorno social de la escuela. En él se privilegia el reconoci- miento del mismo y el establecimiento de relaciones con los padres de familia y con la comunidad que favorezcan lo escolar en un clima de respeto y diálo- go. Con ello se rompe la idea del tra- bajo docente como exclusivo del aula, enmarcándolo en lo interpersonal y en la necesidad de establecer lazos con los demás agentes participantes y el entor- no inmediato. La armonía en la comu- nicación entre todos ellos es altamente valorada y es considerada como una de La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 77 PERFILES EDUCATIVOS
  • 7. las bases —telón de fondo— para que la educación escolar tenga lugar. “El proceso educativo [...] promoverá el trabajo en grupo para asegurar la comunicación y el diálogo entre edu- candos, educadores, padres de familia e instituciones públicas y privadas” (art. 29, LGE). Podemos sintetizar este perfil del nuevo maestro al señalar que es el que tiene saberes en lo intelectual, en lo didáctico, en lo disciplinar y en lo psico- lógico, tiene capacidad para relacionarse éticamente, para enseñar y apreciar su profesión y los valores que sustentan la educación nacional. Así, la función del docente es vista en varias de sus aristas, en el sujeto que la encarna y en las acciones a realizar tanto en el aula como en la escuela y en su entorno. Personalmente añadiríamos una veta relacionada con el desarrollo del docente. Ello implicaría conceptualizarlo como una persona que puede estar en continuo perfecciona- miento si percibe la docencia como un ámbito de aprendizaje y el magisterio como un campo laboral que permite la propia formación personal. Dentro de los ámbitos de la persona, daríamos personal- mente un peso importante a su desarrollo afectivo y social. Lugar jugado por la conceptualización sobre la enseñanza en las concepciones pedagógicas de los alumnos normalistas Según Cerda y otros (1991), la función de un maestro puede analizarse desde tres posibilidades de papeles distintos: • Asignado: cada una de las instituciones escolares, vistas individualmente y el sistema educativo en su conjunto, prescribe desde su normatividad las funciones que desarrollará un maestro e implementa mecanismos de control. No nos imaginemos que dicha asigna- ción es siempre explícita y compartida por todas las autoridades; una parte importante de la misma está implícita y se hace patente cuando por una si- tuación conflictiva, uno o varios maes- tros “no cumplen” con lo esperado. • Deseado: este papel es el que cada maestro elabora desde su ideal de ser docente. Éste se inicia al menos desde el principio de los estudios de la licen- ciatura, aunque en algunos casos desde antes, cuando al vivenciar algún rasgo de un maestro, el futuro aspirante decide a veces que quiere ser como él y en otros casos, querer ser exactamente lo contrario. A lo largo de los estudios de la licenciatura, curricularmente se sostiene que este papel se desarrolla a partir de la revisión de textos teóricos, del contacto con las escuelas primarias y con las experiencias narradas por los mismos maestros de la licenciatura (SEP, 1999). Según Cerda y otros (1991), la sobrevivencia de este papel deseado dependerá de la fuerza del asignado y de la claridad en cada uno de los maestros de su ideal y de los medios para alcanzarlo. • Asumido: este papel corresponde final- mente al aceptado por los maestros, que combina los dos anteriores, en porcentajes no necesariamente iguales. Los alumnos encuestados en este estu- dio se sitúan en la transición entre el papel deseado y el asumido, dado el pro- ceso de acción-reflexión vivido: han cum- plido algunas funciones docentes en escuelas primarias y en la escuela normal La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 78 PERFILES EDUCATIVOS
  • 8. han analizado su desempeño. Por ende se han enfrentado con el papel asignado a los docentes en las escuelas en las que han estado practicando, además del que se les ha marcado por el profesor de la institu- ción normal. Ambos no son necesaria- mente compartidos, ni cercanos. Entre los elementos que conforman estos papeles, Avanzini (1990), a diferen- cia de lo planteado por Cerda y otros (1991), incluye, entre otros, la represen- tación de la psicología del sujeto con quien el enseñante se relaciona. Dentro de esta representación mental enmar- ca los niveles y grados del esfuerzo que aporta naturalmente, la profundidad de los conocimientos que posee y el interés por la tarea a realizar. Será a partir de la percepción del docente sobre las res- puestas “dadas por los alumnos” como éste fijará los principios generales que guiarán su actuar pedagógico en el aula. Cornu (1993) reafirma este plantea- miento, al sostener que el principio de la confianza entre maestros y alumnos es un elemento constitutivo de la rela- ción pedagógica, el cual se opone al de la desconfianza, mismo que se encuen- tra muy enraizado en la política y en la educación. Cualquier punto en este con- tinuo es poderoso en cuanto moviliza una idea del otro (educando) y por ende del actuar “natural” o esperable ante él del educador. Desde el siglo XVIII hasta nuestros días, este “actuar natural” se ha visto confron- tado con el surgimiento de varias repre- sentaciones de la infancia: Rousseau y todos los integrantes de la Escuela Nueva afirman su bondad natural y su papel salvífico para el adulto; los psicoanalis- tas con “el niño es el padre del hombre, pero también es el producto del deseo y de las proyecciones parentales” (Dubor- gel, 1990: 136-137). Claparede (1920, citado por Piaton, 1998) señala que esta “nueva concepción de la infancia” es una revolución copernicana, puesto que sos- tiene la idea de que la escuela debe cen- trarse en el alumno y que por ende se requiere conocerlo para poder educarlo. De aquí que el siglo XX sea el siglo de la infancia, que su mismo ser es “ser niño”, dándole automáticamente estatus y respeto. Tanto el maestro como el alumno normalista se encuentran en constante contacto con significados institucionales y personales de lo que es la docencia. Re- medi (1989) nos refiere el lugar jugado por la concepción de la enseñanza en la significación de lo educativo y la dificul- tad intrínseca de conceptualizarla y de fijar sus aportes y límites, dados los dis- cursos que sobre la misma se dan en el medio escolar. Nos dirá que dicha signi- ficación: se inscribe y conforma una trayectoria profe- sional marcada por la concepción del acto de enseñanza, por el modelo del maestro y por el carácter que adquiere su actividad en la trans- misión de saberes instituidos —de lo que la institución permite, propicia o aspira a reali- zar— [...] Es precisamente por este imbricado juego de significados que al maestro le resulta difícil definir con claridad su concepción de ser docente y el lugar y efectos de su práctica (Remedi, 1989: 54-55). Esta identidad se fija como “miembro de un colectivo dedicado a la docencia” y como “sujeto individual”: un maestro se piensa a sí mismo como maestro y se identifica, al mismo tiempo, como par- te de un grupo siendo maestro. En este artículo reconoceremos estas concepcio- nes en los alumnos normalistas. La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 79 PERFILES EDUCATIVOS
  • 9. Resultados obtenidos y análisis de los mismos Presentaremos a continuación los resulta- dos centrales de esta investigación, al decir de los alumnos normalistas ¿qué es la enseñanza? Modelos educativos aludidos mediante el concepto de enseñanza A la pregunta directa de “Diga lo que para usted es la enseñanza”, en todos los casos, los normalistas contestaron un enunciado que era una definición-des- cripción. No se presentaron casos de ejemplificaciones o de anécdotas, nivel de respuesta que nos manifiesta que los alumnos abstrajeron en torno a uno de los conceptos centrales —enseñanza— de la práctica de los educadores. Sus res- puestas a dicha pregunta fueron anali- zadas a partir de los elementos que la componían; éstos son: • Los sentidos de referencia, entendidos como la acción formal de la enseñan- za. Responden a la pregunta ¿qué es?, siendo la respuesta natural “la ense- ñanza es un/ una...”. Se refieren a pro- ceso, resultado, estrategia, transmisión, interacción, muestra de cómo se hace algo, entre muchos más. Los normalis- tas las incorporan en 46.61 por ciento. • Los objetivos, entendidos como la finalidad de la enseñanza y que res- ponden a la pregunta ¿para qué? Los normalistas los incorporan en 35.78 por ciento. • Las condiciones retoman los elementos considerados como necesarios para que la enseñanza se presente: metodología, agentes, antecedentes de los alumnos, y responden mayoritariamente a la pregunta ¿qué se requiere para que la enseñanza se dé? Los normalistas las incorporan en 16.50 por ciento. • Los tipos retoman las diferentes moda- lidades que puede adoptar la enseñan- za y responden a la pregunta ¿cómo puede ser la enseñanza? Los normalis- tas los incorporan en 0.83 por ciento. • Los impactos retoman los logros que la enseñanza favorece en los educandos. Responden a la pregunta ¿qué se alcan- za con la enseñanza? Los normalistas los incorporaron en sus conceptos en 0.28 por ciento de los casos. En promedio aparecen 2.43 elementos por cada uno de los alumnos, con un rango de 3. En general, se combina los sentidos de referencia (SR) con alguno de los otros elementos, dando respuestas tales como: SR y condiciones; SR y obje- tivo; SR e impacto. La presencia de dos elementos diversos en la conceptualiza- ción de un alumno normalista, así como haber presentado una definición, nos manifiesta que éstas son apenas mediana- mente complejas. Las concepciones de los alumnos nor- malistas sobre la enseñanza presentan un nodo muy compacto, con respuestas compartidas por una cuarta parte de los alumnos consultados y mucha dispersión en el resto de las opiniones, es decir están de acuerdo sobre lo que es la enseñanza uno de cada cuatro alumnos; los demás plantean significados diferentes. Mientras que los nodos creados para organizar la información de estos últimos y de las demás respuestas sobre la concepción de enseñanza supuso el esfuerzo por cate- gorizar respuestas con pocos elementos comunes, en el caso del nodo señalado encontramos simple y llanamente una línea de opinión que afirma lo mismo, aun con las mismas palabras en muchos La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 80 PERFILES EDUCATIVOS
  • 10. casos, respecto de lo que entienden por enseñanza. Enseñanza como transmisión de conoci- mientos. La idea central compartida por 25% de los alumnos afirma que “la ense- ñanza es la transmisión de conocimientos por parte del maestro para que los alum- nos logren el aprendizaje”. Desde aquí se visualiza la enseñanza como función del maestro. Aprender será la tarea del alum- no. Ambos procesos se vinculan, ya sea de manera causal (“la enseñanza produce aprendizaje”), o de manera ontológica (“son dos caras del mismo proceso”), de acuerdo con los alumnos. En este nodo, el aprendizaje es visto como el elemento natural que se desprende del quehacer de enseñanza y es a la vez el parámetro para medir su eficacia. Lograr el aprendizaje de los conocimientos es signo evidente de una buena enseñanza. El mensaje pre- sente en la relación son hechos, datos, saberes. Desde este modo, el maestro es concebido como transmisor, como direc- tor del proceso de enseñanza y aprendiza- je, como actor principal. Los verbos a los que recuren los alumnos para definir la enseñanza son transmitir, conducir y brindar (los cua- les suponen al maestro como el que posee el conocimiento y lo comunica a otros) y mostrar como hacer (el maestro como el modelo a copiar); todos expre- san el mismo principio: el maestro como el controlador del conocimiento que es proporcionado al alumno. Este tipo de respuesta no desconoce el papel del alumno, sino que visualiza su participa- ción como un elemento más en la trans- misión del conocimiento, ya sea a partir de responder preguntas, resolver ejerci- cios o seguir indicaciones, pero siempre supeditado al proceso planteado por el docente. Las ideas comprendidas en este nodo nos remiten a una visión de la enseñanza que la ha explicado desde hace varios siglos, en la cual el maestro posee el cono- cimiento y es el encargado de “dárselo” a los alumnos que no lo tienen. Al respecto Ezpeleta (s.f.) nos dirá que “con relación a las prácticas escolares cotidianas, orden y autoridad constituyen sus pilares. Or- den que se materializa en el método y que organiza el tiempo, el espacio y la actividad. Autoridad que se personifica en el maestro, dueño del conocimiento y del método” (Ezpeleta, s.f.: 13). En él, al maestro “le corresponde organizar el co- nocimiento, aislar y elaborar la materia que ha de ser aprendida, en una palabra, trazar el camino y llevar por él a sus alumnos” (Palacios, 1997: 18). Un último elemento que vale la pena destacar tiene que ver con la reducción del quehacer de enseñanza a la transmi- sión de conocimientos. Ello implica dejar fuera de consideración otros ámbitos de la persona, como el desarrollo de afectos, habilidades, valores, su propio cuerpo, así como su relación con otras personas y con la institución. Su presencia tan repetida en las res- puestas de los alumnos llama fuertemente la atención, dado que ha sido llamada como “tradicional”, es decir como una forma de comprensión insuficiente de la realidad y que difícilmente se encuentra valorada como válida en la teoría educati- va actual de corte constructivista a la que han estado expuestos —al menos desde el planteamiento curricular— durante cua- tro años. Sin embargo, estos resultados son acordes con los estudios realizados por Calvo (1991) y por Reyes Esparza y Zuñiga (1995) en escuelas normales en los cuales los autores concluyen que el maestro que dichas instituciones desean La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 81 PERFILES EDUCATIVOS
  • 11. formar es uno que realice una enseñanza tradicional. En contraste, los resultados del estudio efectuado (Dumont y otros, 1994) a alumnos de octavo semestre de la Universidad Pedagógica Nacional (UPN) en las licenciaturas en Educación Pre- escolar y Primaria para maestros indí- genas presenta un perfil distinto de los alumnos respecto de las concepciones de enseñanza. Para dichos alumnos los pa- peles de los enseñantes son, en primer lugar, ayudar a los alumnos a conocer su cultura, a desarrollar sus capacidades y aprender a aprender. La transmisión de conocimientos es poco valorada entre este grupo de estudiantes de la UPN. Esta perspectiva trasladada al ámbito del salón de clases es fácilmente reconoci- ble cuando el maestro cumple funciones de transmisor, de director del proceso me- diante el uso de estrategias basadas fun- damentalmente en el incremento de los conocimientos, la verbalización, la ejerci- tación y memorización de diversas temá- ticas no necesariamente interrelacionadas entre ellas. Dentro de la educación, este modo de concebir la enseñanza ha sido fuertemente cuestionado en los últimos años, sin embargo no dejamos de recono- cer su presencia durante muchos siglos en las escuelas y su impacto en la formación cognitiva de muchas generaciones, inclu- yendo, como podemos constatar, las con- temporáneas. Reconocemos que su gran deficiencia se sitúa en el hecho de que, en aras de lograr el aprendizaje, no considera que los agentes que viven en el aula son personas y que es a partir de dicha reali- dad ontológica y sociocultural que lo edu- cativo toma su sentido. Enseñanza como facilitación. Aproxi- madamente 12% de los alumnos asumen la perspectiva constructivista en su con- cepto de enseñanza. La visualizan como una acción de guía, de facilitación, de mediación por parte del docente, ante el alumno y el objeto de conocimiento, con vistas a promover la construcción, apropiación, elaboración del contenido. El aprendizaje no es el producto natural de la enseñanza, sino que le corresponde únicamente promoverlo, apoyarlo; lograr- lo está en manos del alumno. Los alum- nos nos dirán “proceso de mediación efectuado por un individuo quien preten- de ayudar a otro a entender, asimilar y recrear la realidad que a ambos envuelve, pero consciente de que el otro conforma- rá su propia interpretación”; “enseñar es guiar a una persona para que logre enten- der nuevas cosas”. Las concepciones que se agrupan en torno a los modelos más constructivistas son diversas y según Coll requieren: compartir el principio de la importancia de la actividad mental constructiva del alumno en la realización de los aprendizajes escolares […] [sic, trasladada esta concepción de la psicología a la educación] conduce a concebir el aprendi- zaje escolar como un proceso de construcción del conocimiento a partir de los conocimien- tos y de las experiencias previas y la enseñanza como una ayuda a este proceso de construc- ción (Coll, 1990, citado por Díaz Barriga y Hernández, 2002: 29). El docente es visto como un guía o un mediador entre los alumnos y el conoci- miento a aprender, proporcionándoles las ayudas necesarias de acuerdo con sus competencias iniciales. Estas ayudas con- sisten en facilitar los medios necesarios para que cada alumno construya sus sig- nificados en torno al mundo, cambiando los esquemas de conocimiento que poseía anteriormente, ya sea mediante la incor- poración de nuevos elementos o de nue- La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 82 PERFILES EDUCATIVOS
  • 12. vas relaciones entre ellos. Él es el último responsable de su adquisición. “El maes- tro debe encaminar sus esfuerzos docen- tes a promover el desarrollo psicológico y la autonomía de los educandos” (Hernán- dez, 1998: 96) . Visto desde las aulas, la perspectiva constructivista de la enseñanza se asocia con prácticas docentes que propicien una responsabilidad directa del alumno en su propio aprendizaje; estrategias didácticas que trabajen de manera reconstructiva con respecto al error y que busquen la interrelación entre los conocimientos. Para los alumnos normalistas, los co- nocimientos son el contenido central de la enseñanza. En este aspecto en particu- lar se hace evidente que los alumnos representados en este segmento de opi- nión comparten sólo parcialmente la perspectiva constructivista, ya que ésta sostiene que los contenidos son de corte declarativo, procedimental y actitudinal- valoral, y no debe prevalecer un campo sobre los otros. Tenemos así, en las opi- niones de los alumnos normalistas, una versión parcialmente asimilada de esta perspectiva teórica. Respuestas de seis alumnos son relevantes al respecto por una no diferenciación entre ambos planteamientos: “enseñanza es la acción de impartir el conocimiento, dárselo a los alumnos. Es decir guiar a un grupo de alumnos”. Evidencia una confusión considerable: “impartir y dar” el conoci- miento supone acciones de una índole distinta a las derivadas de “guiar” a un grupo de alumnos. Estas respuestas llaman la atención dado que el enfoque del programa de la licenciatura en Educación Primaria (SEP, 1999) prioriza los planteamientos cogni- tivo-constructivistas. Las respuestas con una frecuencia tan alta de los alumnos en otros modelos mostrarían que los cuatro años de licenciatura no lograron romper en un alto número de ellos con la expe- riencia escolar vivida y convencerlos de lo plasmado en los planes de estudio del nivel en el cual mayoritariamente van a insertarse. Enseñanza como la implementación de procedimientos y/o de elementos considera- dos como “docentes/didácticos”. Otra res- puesta más a lo que es la enseñanza es la centrada en un accionar técnico sostenida por alrededor de 5% de los alumnos. Para ellos, este proceso se define como la pre- sencia de unos principios didácticos o de unos métodos, técnicas, frecuentemente interrelacionados con los intereses de los alumnos. Nos dirán: “es lo que hace el docente cuando está con sus alumnos”, “es el uso de recursos junto con los alum- nos y el docente”, “es partir de lo simple a lo complejo, considerando los intereses de los alumnos”. Es así como la enseñan- za es vista como “algo” cuyas notas de orden procedimental son sus elementos distintivos y esenciales. Enseñanza como enseñar. Una última forma de conceptualizar la enseñanza es definida como: “enseñanza es enseñar”. Aquí tenemos agrupadas las opiniones de 4% de los alumnos. Esta formulación destaca respecto de las otras por la no inclusión de algún elemento que defina el concepto, sino que éste se define de forma tautológica, utilizando la misma palabra. Concepciones dispersas en torno a la enseñanza. Aproximadamente 55% de las respuestas de los alumnos consulta- dos se encuentran referidas a las más diversas e incluso dispares ideas y creen- cias, entre las que pueden citarse: “pro- ceso donde hay por lo menos dos personas, el que enseña y el que apren- La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 83 PERFILES EDUCATIVOS
  • 13. de”, “es aquello que se comparte y no es solamente uno el que da”, “es un pro- ceso en el cual se brindan herramientas para lograr la enseñanza-aprendizaje”, “es algo que aprendimos y que ahora es algo práctico, como una habilidad ad- quirida”, “es lo que el maestro hace”. Que un concepto central para los do- centes como lo es la enseñanza tenga co- mo núcleo fundamental de opinión de los alumnos de octavo semestre la disper- sión de opiniones, no es un dato menor. Por el contrario, nos refiere a la falta de un cuerpo conceptual mínimamente con- sensuado a propósito de un analizador clave para lo educativo: la enseñanza. Además de expresar falta de consenso denota también una debilidad teórica muy básica, ya que las opiniones disper- sas suelen estar más referidas a nociones de sentido común que a teorías educati- vas particulares. Son además ideas y cre- encias que suelen presentar uno o dos componentes en la gran mayoría de los casos, lo que equivale a un armado con- ceptual muy elemental. Los sujetos con quienes interactúa el docente Los alumnos: únicos sujetos de interacción. Los sujetos con los que se interactúa nos remiten a otro nodo. Muchos alumnos normalistas se refieren a los niños, como sujeto único. Son ellos, las personas a las que hay que enseñar, para los cuales uno es docente. Es así como la enseñan- za es conceptuada como reducida a la interacción con los alumnos para lograr una meta (lograr o facilitar el aprendiza- je). El aula es el único espacio donde la enseñanza se da. Los alumnos encuesta- dos nos dirán “enseñar son los conoci- mientos que se dan a los alumnos”, “es una forma de compartir a los niños”, “el maestro trabaja con niños y en una aula”. Fácilmente recurren a nombrar carac- terísticas que propician o no el aprendi- zaje. Dentro de éstas se encuentran su gran capacidad para aprender, su curiosi- dad, su responsabilidad y su interés lúdi- co. Se le reconoce como un ser que pasa por etapas y que cada una de ellas tiene características particulares. Mediante las estrategias que implementa, el maestro requiere entrar en contacto con dichas características. Priva una visión psicolo- gista del niño. Otros sujetos. Otros alumnos normalis- tas, en porcentajes inferiores a los que sostienen el nodo anterior, incluyen den- tro de la enseñanza la consideración sobre otros agentes, además de los alumnos. Se refieren a ellos mismos, así como a los demás maestros y las autoridades escola- res como educandos, lo que implica con- cebir la escuela como espacio de formación entre pares y a la enseñanza como una acción más abarcadora que la interacción en el salón de clase con los alumnos. Respuestas como: “interacción entre sujetos (yo, mis compañeros, mis alumnos) que propicia el aprendizaje de todos”, “no solo yo enseño, sino que los otros, de la escuela, también” nos mani- fiestan la presencia de este nodo. Características deseables del docente Las características del docente nos remi- ten a un nodo más. Dentro de ellas, los alumnos coinciden en que las de orden personal —centradas en el ser— son esenciales para un educador, seguidas de las académicas-didácticas y posteriormen- te las cognitivas. Los alumnos sostienen que la docencia es un trabajo complejo, dado que requie- La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 84 PERFILES EDUCATIVOS
  • 14. re de la presencia, en una misma persona, de elementos de distinta naturaleza: éti- cos, académicos, de disposición, de habi- lidades cognitivas. La calidad del trabajo realizado, la posibilidad de establecer rela- ciones con niños, de desarrollarse perso- nal y profesionalmente son los principales argumentos esgrimidos. El énfasis pues- to en la responsabilidad y en la vocación —a las que ellos mismos aluden con altos porcentajes (98% y 75%, respectivamen- te)— puede entenderse desde la alusión a la calidad del trabajo realizado, así como a la importancia otorgada al desarrollo personal y profesional del docente. Sin ellas, la docencia, dadas las condiciones de gestión académicas y administrativas en el sistema educativo y en cada una de las escuelas, puede fácilmente ser conver- tida en una práctica muy rutinaria, sin un sentido de vida para el enseñante y con altas cargas de frustración por no cum- plirse con las expectativas hacia la escuela y hacia los niños. El comprometerse con el aprendizaje y evitar la rutina requiere de un aporte del docente, ya sea desde el deber (responsabilidad) o desde el interés personal (vocación). Este aporte afectivo, llamado de maneras diferentes a lo largo de las respuestas (disposición, compromi- so con, vocación, responsabilidad, querer hacer) se encuentra presente de manera consistente en las respuestas de los alum- nos consultados. Hansen (2001) sostiene que el me- canismo es el siguiente: ante lo que la sociedad da a los maestros (sueldo y compensaciones no materiales: satisfac- ción personal, “triunfo de ciertos alum- nos”, reconocimientos públicos), los maestros se sienten obligados a respon- der, obligación entendida como dar su propia respuesta ante las demandas y necesidades institucionales y sociales con respeto, y dentro de ciertos límites y con- troles. A su vez esta respuesta genera demandas a la sociedad y ésta le res- ponde dándoles, y así sucesivamente en espirales. Como podemos ver en este mecanismo, la responsabilidad del apren- dizaje no es hacia los educandos sino hacia el sistema y hacia un ente difícil- mente aprehensible: la sociedad, lo que la hace muy etérea, muy volátil. El servicio que el docente presta ante ella consiste en un compromiso hacia la creación de un mundo mejor, lo que supone un ejer- cicio profesional más creativo, flexible, comprometido, pero no necesariamente con mejores logros. El análisis emprendido da a entender que, si no tiene una motivación interna de servicio, será mucho más difícil para el maestro evitar la tentación a la que se enfrentan todos los que ejercen la docencia: limitarse a “cubrir” el pro- grama de una forma mecánica, admitir expec- tativas mas bajas para los alumnos o desoír las necesidades sociales y hacer únicamente lo que a uno le place. Caer víctima de tales tentacio- nes significa olvidarse de las obligaciones que comparte la docencia (Hamsen, 2002: 174). En un segundo bloque tenemos carac- terísticas unidas a lo académico y a lo didáctico con 20.03%. Si bien en los ras- gos que sostienen la licenciatura cursada (SEP, 1999) éstas ocupan el primer lugar si se agrupan las que se refieren a los do- minios de los contenidos de enseñanza y las competencias didácticas (37.04%), los alumnos normalistas las bajan de nivel. Para ellos el saber enseñar se coloca des- pués del ser. Más de quince años de esco- laridad como alumnos en los diferentes niveles educativos con presencia de maes- tros de muy diversos estilos pedagógicos e interpersonales no es un dato ajeno en La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 85 PERFILES EDUCATIVOS
  • 15. la comprensión de esta demanda de los futuros maestros de ser. Las respuestas de los alumnos que componen este bloque se refieren a varios aspectos de orden académico y didáctico: el dominio de los contenidos; el conoci- miento sobre el plan de estudio, sobre lo educativo; la competencia para relacio- narse sanamente con los alumnos, de impulsar el desarrollo de aprendizajes de tipo procedimental y valoral, y de ins- trumentar (mediante planeación y eva- luación) su docencia. Como podemos observar las respuestas se concentran en lo pedagógico, en lo psicológico y en lo disciplinar. El conocimiento sobre lo social, tanto en su sentido más amplio en cuanto a las relaciones entre escuela y sociedad, como en lo más micro en cuan- to a la presencia de los contextos en las aulas y en el aprendizaje, así como la parte de corte filosófico, que ofrecería res- puestas sobre el ser del hombre y las fina- lidades, no se encuentran presentes. Con respecto a las figuras del maestro, encontramos una gran variedad: guía, director, transmisor, coordinador, respon- sable, pilar, actor, espejo, modelo, orien- tador, etc., mismas que pueden ubicarse en un continuo que va desde ser el maes- tro como la figura (papel protagónico) de los procesos, con todo el poder y la toma de decisiones en sus manos hasta que dicha figura es ocupada por el alumno. De entre las figuras presentadas por los alumnos normalistas hay algunas que se apegan a lo señalado por la SEP en cuanto al perfil y funciones del maestro. A la letra dice: “La tarea del profesor consisti- rá en promover en sus alumnos los apren- dizajes que requieren para su desarrollo [...] Se espera que el docente cumpla el papel de guía pedagógico y permita al educando orientarse ante la creciente masa de información que genera el mundo contemporáneo” (SEP, 2003: 7). De aquí que figuras como transmisor, como director (presentes en más de la cuarta parte de los alumnos) nos dan cuenta de concepciones diferentes de lo que es ser docente. EL CLIMA DEL SALÓN DE CLASES Una categoría más se encuentra en la visión sobre el clima del salón de clase. Éste es considerado por los alumnos nor- malistas como el fondo, el prerrequisito, el ambiente que “sostiene lo central: pro- ceso de enseñanza y aprendizaje o proce- so educativo”. El ambiente de clase se considera el soporte o un requisito indis- pensable para generar las condiciones propias de la enseñanza y el aprendizaje. De ahí la importancia del ambiente de confianza y respeto entre maestros y alumnos. Sin embargo no se considera en sí mismo como un espacio formativo que da lugar al desarrollo de los afectos, a la resolución de conflictos. Esta percepción del clima es lo que propicia el que tanto la formación de los afectos como la de los valores estén prác- ticamente ausentes en las alusiones a los aprendizajes que tienen lugar en la escue- la. El no reconocimiento de este ámbito formativo impide a los alumnos admitir otro tipo de aprendizajes a los directa- mente planeados por el docente, como son los aprendizajes indirectos, la autoes- tima, la creación de pautas de relación solidaria o competitiva entre alumnos. Todos los aprendizajes asociados a la cate- goría de “sobrevivencia escolar” tienen que ver precisamente con interacciones más referidas al ambiente general de clase que a contenidos curriculares específicos. Asimismo experiencias asociadas a la in- La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 86 PERFILES EDUCATIVOS
  • 16. clusión o discriminación, la apertura a la diversidad de perspectivas culturales, religiosas y sociales tienen en el “clima ecológico de aula”, los mecanismos de poder y sumisión son un ámbito pri- vilegiado de formación que requiere ser reconocido si se espera intervenir en él (Doyle, 1986, citado por Gimeno Sacris- tán y Pérez Gómez, 1995). En síntesis, los alumnos reconocen en el clima del aula un aspecto necesario para el aprendizaje sin ir más allá en la identificación de sus posibilidades como ámbito privilegiado de la educación no formal que ocurre en las escuelas. Desde esta forma de apreciar el clima requerido para la enseñanza, varias ca- racterísticas señaladas sobre el docente con porcentajes altos van apareciendo —paciente, prudente, sencillo, respetuo- so, sociable, etc.—, mismas que permiten establecer relaciones con otras personas. Se constituyen en el soporte que el maes- tro aporta para construir la enseñanza, el aprendizaje, la educación. Ante la pregunta sobre si consideran que el maestro debe buscar el que sus alumnos aprendan aunque en ciertas oca- siones ello suponga tener una relación distante o tensa con alguno de ellos, las respuestas de los alumnos se agrupan en dos nodos: los que inclinan la balanza hacia privilegiar la importancia del clima del salón de clase, mismos que correspon- den a un poco más de la mitad de los alumnos consultados. Una tercera parte dirán que lograr el aprendizaje justifica el que en ocasiones se tenga un clima dis- tante o tenso ocasionalmente. El porcen- taje restante está indeciso. Los argumentos dados para sostener sus respuestas en ambos nodos aluden a las herramientas (estrategias) que el maes- tro puede emplear para que ello no suce- da, a la disciplina áulica, a características del docente muy relacionadas con su forma de ser, a las diferencias entre los alumnos que conllevan al uso de ciertas estrategias con alguno de ellos, al deber ser y a planteamientos tautológicos. Podemos suponer que los alumnos normalistas que representan el primer grupo de opinión y destacan la impor- tancia del clima del aula por encima del logro de aprendizajes específicos, de algu- na manera intuyen que “el fin no justifi- ca los medios”, es decir, que el ambiente de clase conlleva “asuntos importantes” que no pueden ser pasados por alto aun cuando está en juego el aprendizaje, lo que equivale a reconocer implícitamente que otros aprendizajes están allí en juego también. CONCLUSIONES Varios de los nodos presentados nos remiten a conocimientos, creencias e ideas propios del sentido común, más que de la formación especializada, dado su nivel de vaguedad y de imprecisión. Implican la presencia de categorías muy laxas y por ende muy genéricas para observar, analizar y explicarse lo educati- vo. Esta panorámica es preocupante ante la consolidación de los procesos de for- mación en los educandos, al no darse previsiblemente una continuidad mínima de perspectivas entre los docentes. Los alumnos de educación primaria aprende- rán entonces que cada maestro es “un mundo” y que ellos requieren adaptarse a ese “mundo”. El conjunto de opiniones aquí recogi- das dio cuenta de un concepto de enseñar como la transmisión de conocimientos para el logro de los aprendizajes en los alumnos; enseñar es un proceso que fun- La concepción de la enseñanza según los estudiantes... María Bertha Fortoul Ollivier (2008), vol. XXX, núm. 119, pp. 72-89 87 PERFILES EDUCATIVOS
  • 17. damentalmente se da en el aula. A todo ello hay que sumarle una gran dispersión de respuestas, que nos remiten a concep- ciones muy diversas de la enseñanza. REFERENCIAS AVANZINI Guy (comp.) (1990), La pedagogía desde el siglo XVII hasta nuestros días, México, FCE. BARBA CASILLAS, José Bonifacio y Margarita María Zorilla Fierro (1993), “Las instituciones de educación normal en Aguascalientes. Orígenes y situación presente”, México, Universidad Autónoma de Aguascalientes (Reporte de investigación, 32) BAZDRESH PARADA, Miguel (2000), Vivir la educación, trans- formar la práctica, Guadalajara, Gobierno del Estado de Jalisco/SEP. CALVO, Beatriz (1991), “El estudiante normalista: su origen de clase y su relación con el estado”, en: Pablo Latapí (coord.), Educación y escuela, lecturas básicas para in- vestigadores de la educación. La educación formal, México, Nueva Imagen/ Secretaría de Educación Pública, pp. 371-396. CARR, Wilfred (1996), Una teoría para la educación. 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