31. Oroel, urna rocosa que en tí encierras
un Hércules dormido. Nazareno
insensible a su cruz. Apóstol bueno
que al cielo intentas acercar la tierra.
Traviesa esfinge que a la luna aterra.
Nave sin mar. Inmóvil himno lleno
de gravedad. Eterna burla al trueno.
Coraza al viento que te acude en guerra.
Control de sol y sombras. Tus laderas
visten zig zag de sendas que, entre pinos,
acariciantes trepan las hileras
de caminantes. Juega en los caminos,
burlón, el aire a murmurar quimeras
que anuncian oro al soñador cansino.