El libro se basa en la versión aramea que nos ofrecen los papiros descubiertos en Elefantina en 1906-1907 por arqueólogos alemanes, fechados hacia el final del siglo v a. C.
El estado en el que se encuentra el texto de Ajicar de Elefantina es bastante fragmentario, pero, a pesar de ello, se puede seguir la parte histórica de la vida de Ajicar, como la debían de presentar originariamente los papiros, excepto el final, que falta totalmente.
En esa primera parte «histórica» o narrativa se nos cuenta cómo Ajicar se había hecho influyente y poderoso en la corte de Senaquerib, llegando a ser «consejero de toda Asiría» y «portador del sello del rey Senaquerib». La segunda parte de la obra está formada por los dichos de Ajicar
Pocos son, sin embargo, los que conservamos completos o con palabras suficientes para entender sin dificultad su sentido. En su mayor parte, se trata de proverbios sapienciales o moralizantes parecidos a los que encontramos en otras colecciones en distintos pueblos del Próximo Oriente.
1. LIBRO ARAMEO DE AJICAR
I. PARTE NARRATIVA (1-5)
11
Estas son las palabras del llamado Ajicar, escribano sabio y experto, que instruyó a
su hijo Nadín. Nadín era el hijo de su hermana, 2
pero dijo: «Ciertamente él será mi hijo».
Antes de sus palabras, Ajicar se había engrandecido y era consejero de toda Asiría 3
y
portador del sello de Senaquerib, rey de Asiria. Y dijo: «Hijos no tengo. 4
A mis consejos y
mis palabras se atenían Senaquerib, rey de Asiría; luego murió Senaquerib, rey de Asiría,
y se alzó 5
el llamado Asarhaddón, su hijo, y fue rey de Asiría en lugar de Senaquerib su
padre. Entonces dije: 6
«Anciano soy, ¿quién será para mí como un hijo que me siga, para
sucederme a mi muerte, y quién será 7
escribano y portador del sello de Asarhaddón, el
rey, como lo he sido yo mismo de Senaquerib, 8
rey de Asiría?».
Seguidamente yo, Ajicar, tomé al llamado Nadín, el hijo de mi hermana, y lo crié 9
y lo
instruí, multipliqué mis favores y lo coloqué conmigo a la puerta del palacio ante el rey,
entre 10
sus cortesanos. Lo presenté ante Asarhaddón, rey de Asiría, y le hablaba
sabiamente en todo 11
lo que le preguntaba. Entonces lo amó Asarhaddón, rey de Asiría, y
dijo: « ¡Larga vida tenga Ajicar, 12
el escriba sabio, consejero de toda Asiría, que ha
designado como hijo suyo, no teniendo hijos, al hijo de su hermana!».
13
Cuando hubo hablado así el rey de Asiría, me postré y me incliné yo, Ajicar, ante
Asarhaddón, rey de Asiría. 14
Y en los días siguientes, yo, Ajicar, al ver favorable el rostro
de Asarhaddón, rey de Asiría, tomé la palabra 15
y dije ante el rey: «Yo he servido al rey
Senaquerib, tu padre, que fue rey antes que tú.
16
…
21
Yo soy viejo. No puedo servir a la puerta de palacio ni hacer mi trabajo para ti. 2
He aquí que el llamado Nadín, mi hijo, ha crecido; que me sustituya como escriba y
consejero de toda Asiría, y que él 3
sea para ti portador del sello; además le he enseñado
mi sabiduría y mi consejo».
Contestó Asarhaddón, 4
el rey de Asiría, y me dijo: « ¡Efectivamente, que sea así!, que tu
hijo sea para mí escribano y portador del sello 5
en tu lugar; que él haga tu trabajo para
mí».
Entonces yo, Ajicar, cuando hube oído 6
la palabra dada, me marché a mi casa, y me
quedé tranquilo en mi casa, «pues este hijo mío 7
que crié y que he colocado a la puerta
del palacio ante Asarhaddón, rey de Asiria, entre 8
sus servidores» —me dije— «él
buscará mi beneficio en correspondencia de lo que he hecho por él».
Entonces 9
el hijo de mi hermana, al que yo crié, urdió contra mí la maldad, y dijo en su
corazón: 10
«Ciertamente palabras como estas puedo yo decir: 'Ese Ajicar, el anciano, que
fue portador del sello 11
del rey Senaquerib, tu padre, él mismo ha soliviantado al país
contra ti, pues es consejero y escribano 12
sabio, y a su consejo y a sus palabras se
atenía toda Asiría'. Entonces Asarhaddón 13
se encolerizará mucho al escuchar las
palabras que yo le habré dicho, y matará a Ajicar».
Seguidamente, 14
cuando mi hijo, que no era hijo mío, hubo planeado tal mentira contra
mí… 15
….
2. 31
Entonces montó en cólera Asarhaddón, rey de Asiría, y dijo: 2
« ¡Que venga a mí
Nabusumiskun, uno de los oficiales de mi padre, que comió el pan de mi padre!» 3
Y le
dijo el rey: «Buscarás a Ajicar. En el sitio donde lo encuentres 4
lo has de matar. Si este
Ajicar, el anciano, es un escribano sabio 5
y consejero de toda Asiria, ¿por qué solivianta
el país contra nosotros?». Seguidamente, cuando 6
hubo hablado así el rey de Asiria,
nombró con él a otros dos hombres para ver cómo 7
se llevaba a cabo esto.
Marchó este oficial Nabusumiskun, montando un caballo suyo' rápido, 8
con él esos dos
hombres.
Al cabo de otros tres días, 9
él junto con los otros hombres que estaban con él me vieron
mientras yo caminaba por entre las viñas. 10
Cuando me vio ese oficial Nabusumiskun, en
seguida rasgó sus vestiduras, se lamentó, 11
y dijo: « ¿Eres tú el escriba sabio y el
poseedor de buenos consejos que fue varón 12
justo y a cuyo consejo y palabra se atenía
toda Asiría? Se ha portado mal contigo 13
el hijo que criaste y pusiste a la puerta del
palacio. Él te ha arruinado: un mal pago 14
ha sido esto».
Entonces yo, Ajicar, tuve miedo ciertamente. Respondí y dije a ese oficial Nabusumiskun:
15
«Verdaderamente yo soy Ajicar el que tiempo atrás te salvó de una muerte inmerecida
16
cuando Senaquerib, el padre de este rey Asarhaddón, montó en cólera contra ti 17
queriéndole matar. Entonces te llevé a mi casa. Allí te estuve sustentando
41
como hace un hombre con su hermano, y te oculté de ante él. Dije: ''Lo he
matado'. Hasta que en otro tiempo y después de muchos otros días 2
te presenté ante el
rey Senaquerib, e hice perdonar tus faltas ante él 3
y no te hizo daño. Más aún, el rey
Senaquerib me amó mucho porque te dejé con vida y no te maté. Ahora tú, 4
en
correspondencia de lo que te hice, haz así conmigo: no me mates, llévame a tu casa
hasta otros días. 5
Como es sabido, el rey Asarhaddón es misericordioso; después se
acordará de mí y querrá pedir mi consejo. Entonces tú 6
me presentarás a él y me dejará
vivir». Respondió luego el oficial Nabusumiskun y me dijo: « ¡No temas! Ciertamente 7
vivirás, Ajicar, padre de toda Asiría, a cuyo consejo se atenía el rey Senaquerib y todo el
ejército de Asiría».
8
Seguidamente el oficial Nabusumiskun dijo a sus compañeros, aquellos dos hombres
que estaban con él: 9
«Vosotros atended y escuchadme, y yo os daré mi consejo, que es
muy buen consejo».
10
Entonces respondieron aquellos dos hombres y le dijeron: « ¡Oh jefe Nabusumiskun!
dinos 11
lo que tú decidas y nosotros te escucharemos».
Contestó entonces el oficial Nabusumiskun y les dijo: « ¡Oídme!
12
Ciertamente éste es Ajicar. Él es un hombre importante y portador del sello del rey
Asarhaddón, y cuyo consejo y palabras 13
atendía todo el ejército de Asiria. ¡No le
matemos nosotros a él, que es inocente! Os daré un esclavo mío, un eunuco. 14
¡Que sea
muerto entre estos dos montes en vez de este Ajicar! Y cuando se oiga la noticia el rey
enviará a otros hombres 15
después de nosotros para ver el cadáver de este Ajicar.
Entonces verán el cadáver de este eunuco, mi esclavo.
3. 51
Hasta que al final el rey Asarhaddón se acuerde de Ajicar y pida su consejo, y se
lamente 2
a causa de él, y el corazón del rey Asarhaddón se vuelva a mí y diga a sus
oficiales y cortesanos: 3
‘Os daré riquezas como el número de la arena del mar si
encontráis a Ajicar'». Y este consejo 4
pareció bueno a aquellos sus compañeros. Los dos
hombres contestaron y dijeron al oficial Nabusumiskun: 5
«Haz conforme has planeado.
No lo mataremos, y tú nos darás aquel esclavo 6
eunuco, en vez de este Ajicar. El será
matado entre aquellos dos montes».
7
En ese tiempo corrió la noticia en el país de Asiria: 'Ciertamente Ajicar, el escriba del rey
Asarhaddón 8
ha sido muerto'. Entonces ese oficial, Nabusumiskun, me llevó a su casa,
me ocultó. También 9
me sustentaba allí como hace un hombre con su hermano, y dijo:
«... ¡Que sean llevados pan y agua 10
ante mi señor!»
... Así 11
me dio abundante sustento y muchas otras cosas.
Después ese oficial, Nabusumiskun, 12
fue al rey Asarhaddón y le dijo: «Conforme me
ordenaste, así hice. 13
Fui, encontré a ese Ajicar y lo maté». Y cuando oyó esto el rey
Asarhaddón, 14
preguntó a los dos hombres que nombró junto con Nabusumiskun, y
dijeron: «Fue así, como 15
ha dicho». Entonces, cuando el rey Asarhaddón…
II. LOS DICHOS DE AJICAR (6-14)
61
¿Qué es más fuerte que el vino que fermenta en el lagar?
2
El hijo al que se instruye y se corrige y se coloca el grillete en sus pies, tendrá éxito.
3
No le ahorres a tu hijo la vara, sino no podrás librarle de la maldad.
4
Si te golpeara, hijo mío, no morirás; pero si te dejara a tu voluntad, no vivirás.
5
Golpe al esclavo, reprensión a la sierva, disciplina también para todos tus criados. El
hombre que 6
compra un siervo vicioso o una doncella ladrona, introduce la inquietud en
su casa, y deshonra 7
el nombre de su padre y de su familia por la fama de su mal
proceder. Un escorpión para nadie es 8
alimento: ningún viviente lo come, y esto resulta
mejor para él que para el que lo saborease.
9
…
10
El león olfatea al ciervo en el escondite de la cueva, y salta sobre él y lo atrapa.
Después 11
esparcirá su sangre y devorará su carne: tal es el encuentro entre los
hombres. Si merodea el león, 12
un asno abandona su carga y no la lleva. Se cargará de
vergüenza ante sus congéneres y llevara una carga que no es suya; 13
la carga de un
camello habrá de transportar. El asno se inclina ante la asna por amor a ella, y los
pájaros...
14
Dos cosas son del agrado y tres son de la complacencia de Samas: el que bebe vino y
lo ofrece, el que retiene la sabiduría 15
y el que escucha algo y no lo relata. Esto es valioso
ante Samas. Pero el que bebe vino y no lo ofrece 16
y cuya sabiduría se pierde, y el
charlatán, ¿quién los ve? Las naciones son favorecidas por los cielos, pues la sabiduría
procede de los dioses.
4. 71
También para los dioses es ella valiosa. De ella es el reinado por siempre. En los
cielos está asentada, pues el señor de los santos la ha exaltado.
2
Hijo mío, no charles tanto que manifiestes todo asunto que venga a tu corazón, 3
pues en
todo lugar están los ojos de los otros y sus oídos: guarda tu boca para que no sea tu
ruina.
4
Sobre todo cuidado, cuida de tu boca, y lo que oyes haz que lo sopese tu corazón, que
la palabra es un ave: la suelta uno y no la atrapa.
5
Calcula los secretos de tu boca, después habla a tu hermano en su ayuda, que más
poderosa es una asechanza de la boca que una asechanza en la batalla.
6
No quites valor a la palabra de un rey, que sea medicina para tu cuerpo. Suave es el
habla de un rey, pero es más afilada y poderosa que un cuchillo de dos filos.
7
Mira frente a ti: si hay algo duro en el semblante del rey, no te quedes, su ira es más
rápida que un relámpago. Tú ten cuidado 8
de que él no la manifieste a causa de tus
palabras y tengas que irte antes de tu hora.
9
Si te manda algo ante el rey, ello es fuego abrasador: apresúrate, hazlo; no pongas saco
sobre ti ni escondas tus manos, que 10
también la palabra del rey se da con cólera del
corazón. ¿Por qué tiene que disputar la leña con el fuego, la carne con el cuchillo, el
hombre con el rey?
11
He probado incluso la amarga acerola, y el sabor era fuerte, pero no hay nada que sea
más amargo que la pobreza. Suave es la lengua del rey, 12
pero quiebra las costillas de un
dragón. Es como la muerte, que no se percibe. Que no se alegre tu corazón por la
abundancia de hijos, ni sientas vergüenza porque sean pocos.
13
Un rey es como el Misericordioso, su voz es potente. ¿Quién es el que puede estar ante
él sino aquel con quien está Dios?
14
Hermoso es ver a un rey como Samas, y gloriosa es su majestad a los que caminan
pacíficamente por la tierra. 15
Una buena vasija guarda una palabra en su corazón, pero la
que está rota la echa fuera.
16
El león se acercó a saludar al asno: «La paz sea contigo». Y el asno respondió y dijo al
león:
8 1
He levantado arena y he cargado sal, pero no hay nada más pesado que una
deuda.
2
He cogido paja y tomado salvado, pero no hay nada de más poco peso que un forastero.
3
Una espada agitará las aguas calmas entre dos buenos amigos.
4
Un hombre insignificante, si prodiga sus palabras, ellas se remontan por encima de él,
pues el abrir de su boca ensalza 5
a los dioses, pero si él fuera amado por los dioses, ellos
colocarían en su paladar algo bueno que decir.
6
Muchas son las estrellas de los cielos cuyo nombre no conoce el hombre, del mismo
modo tampoco el hombre conoce a los humanos.
7
No hay león en el mar; por tanto, si rugen las olas es para congelar el corazón.
8
El leopardo se tropezó con la cabra, que tenía frío; tomó la palabra el leopardo y dijo a la
cabra: —«Ven y te cubriré con mi piel». Contestó 9
la cabra y dijo al leopardo: —« ¿Para
qué tratas conmigo, señor mío? De mi piel no me despojes». Pues él no saluda 10
a la
gacela si no es para chupar su sangre. El oso fue a los corderos: —«Entregadme a uno
de vosotros y 11
yo callaré».
5. Y le dijeron: —«Tómate al que te quieras tomar de nosotros, nosotros somos tus
corderos».
12
Ciertamente no se halla en poder del hombre levantar sus pies o bajarlos sin los dioses.
13
Ciertamente no está en tu poder alzar tu pie o bajarlo.
Si algo bueno sale de la boca de los hombres, ¡buena cosa es!
14
Pero si algo malo saliere de su boca, los dioses les harán mal. Si los ojos de los dioses
están sobre los hombres 13
un hombre corta leña en la oscuridad sin ser visto como un
ladrón que irrumpe en una casa y es oído.
91
No tenses tu arco ni dispares tu saeta contra el justo, no sea que venga Dios en su
ayuda y la vuelva contra ti. 2
Si tú te encuentras necesitado, hijo mío, recoge toda cosecha
y haz cualquier trabajo, entonces podrás comer y saciarte, y darás a tus hijos.
3
Si tensas tu arco y disparas tu flecha contra el que es más justo que tú, un pecado es
ante Dios.
4
Si tú te encuentras necesitado, hijo mío, toma prestado grano y trigo que puedas comer
y quedar saciado, y puedas dar a tus hijos que tienes contigo.
5
Deuda pesada y de un mal hombre no tomes en préstamo; pero si la tomas, no des
reposo a tu espíritu hasta que 6
pagues la deuda. Un préstamo es dulce cuando se está
necesitado, pero su pago requiere lo que llena una casa.
7
Todo lo que oigas debes comprobarlo por tus oídos, pues la gracia de un hombre es su
credibilidad; su aversión, las mentiras de su boca.
8
Al principio se levanta un trono al mentiroso, pero después se descubrirán sus mentiras
y le escupirán a la cara.
9
Un mentiroso tiene cortado su cuello; es como una doncella del sur que está oculta a la
mirada, como un hombre que ocasiona desgracia 10
que no viene de Dios.
11
No desprecies lo que se halla en tu suerte ni codicies riqueza que se te niegue.
12
No multipliques las riquezas y no hagas errar tu corazón.
13
El que no se enorgullece del nombre de su padre y del nombre de su madre, que no
brille el sol sobre él, pues es un mal hombre.
14
De mí mismo ha salido mi desgracia, ¿con quién me podré justificar? El hijo de mi
vientre ha espiado mi casa, ¿y qué puedo decir a los extraños?
15
Él fue un cruel testigo para mí, ¿quién, entonces, me ha justificado? De mi propia casa
ha surgido la violencia, ¿con quién pelearé y me afanaré? 16
No reveles tus secretos ante
tus amigos, y no será menosprecio tu nombre ante ellos.
101
Con el que es superior a ti, no vayas a litigar.
2
Con el que es más noble y fuerte que tú no pleitees, pues él tomará 3
de tu parte y lo
añadirá a lo suyo.
4
He aquí que así sucede con un hombre insignificante si litiga con un hombre poderoso.
5
No arrojes de ti a la sabiduría, y...
6
No seas demasiado astuto, pero que tampoco se apague tu sabiduría.
7
No te hagas dulce y no te engullirán; no seas amargo y no te escupirán.
8
Hijo mío, si tú quieres ser exaltado, humíllate ante Dios, 9
que abate al hombre soberbio
y exalta al humilde.
10
Lo que maldicen los labios del hombre no lo maldice Dios.
11-14
…
6. 15
Dios torcerá la boca del torcido y despedazará su lengua.
16
¡Que no se oscurezcan unos ojos bondadosos, ni se cierren unos oídos buenos, y que
la boca bondadosa ame 17
la verdad y la profiera!
111
U n hombre excelente de carácter y de buen corazón es como un arco
potente que es tensado por un hombre vigoroso.
2
Si un hombre no está con los dioses, ¿cómo podrá guardarse por su propia fuerza?
3-4
…
5
Nadie sabe qué hay en el corazón de su compañero, y cuando vea un hombre bueno a
un hombre malo, que se cuide de él, 6
no se juntará con él en el camino ni lo contratará:
Un hombre bueno con un hombre malo.
7
La zarza le mandó a decir al granado, «la zarza al granado: — ¿Qué hay de bueno en
tus muchas espinas para el que toca tus frutos?»
8
... Respondió el granado y dijo a la zarza: —«Tú eres toda espinas para el que te toca».
9
Todos los que se hallan en contacto con un justo son prestos en su ayuda.
10
Una ciudad de malvados será destruida en el día de la tempestad, y en la bonanza
caerán sus puertas, pues saqueo 11
del justo son ellos. Mis ojos que alcé a ti y mi corazón
que te entregué con sabiduría 12
los has despreciado, y has convertido mi nombre en algo
repulsivo.
13
Si agarra el malvado los bordes de tu vestido, déjalo en su mano, llégate después a
Samas, él 14
tomará lo suyo y te lo entregará.
15
…
121
Morirán mis enemigos, pero no por mi espada...
2
Te dejé en un escondite de cedro y te marchaste errante...;
3
abandonaste tus amigos y honraste mis enemigos.
4-14
… 15
El hambre endulza lo amargo, y la sed lo agrio.
16
¡Que se sacie de pan el oprimido, y que se sature de vino el alma del pobre!
17-18
…
131
Si te encomienda tu señor agua para guardar y lo haces fielmente, él podrá 2
dejar oro en tu poder.
3
... «acércate a mí», y no se te diga «retírate de mí».
4
…
5
Un esclavo en cuyo pie hay un grillete y que es un ladrón, no debe ser comprado.
6-12
…
13
Dijo uno a un asno salvaje: —«Déjame montarte y yo te sustentaré».
14
... el asno salvaje respondió y dijo: —«Para ti tu sustento y tu heno, y que no vea yo tu
montar».
15
... entre la carne y mi calzado, que no se introduzca una china en mi pie.
16
... que no pueda decir el rico: «Soy ilustre por mis riquezas».
7. 141
No indiques a un árabe el mar o a un sidonio el desierto, que distinta es su
ocupación.