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La artrosis es una enfermedad producida por el desgaste del cartílago, un tejido que hace de
amortiguador protegiendo los extremos de los huesos y que favorece el movimiento de
la articulación. Es la enfermedad reumática más frecuente, especialmente entre personas de
edad avanzada. Se sabe, por ejemplo, que en España la padece hasta un 16 por ciento de la
población mayor de 20 años y, de ellos, las tres cuartas partes son mujeres
Origina dolor, rigidez e incapacidad funcional. Habitualmente se
localiza en la columna cervical y lumbar, algunas articulaciones
del hombro y de los dedos de las manos, la articulación de la raíz
del pulgar, la cadera, la rodilla y la articulación del comienzo del
dedo gordo del pie.
Es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos
años.
Es la enfermedad articular más frecuente en la actualidad con una incidencia en
aumento, dada su marcada asociación con la edad. Hoy en día en la población general
española la prevalencia de artrosis del 10%. La frecuencia con que afecta a las
personas aumenta con la edad sobre todo a partir de los 40-50 años. Por debajo de los
55 años, la afectación articular es similar en hombres y mujeres. Por encima de esta
edad, la articulación más frecuentemente dañada es la cadera en los hombres y las
articulaciones de las manos y las rodillas en las mujeres.
clasificar la artrosis en dos grupos: primaria sin una causa definida y
secundaria asociada a otras patologías (hemocromatosis, gota, diabetes
mellitus, displasias óseas,...).
Sea o no conocida la causa última de la enfermedad, sí que podemos hablar
de una serie de factores estrechamente ligados a su desarrollo:
-Factores sistémicos (confieren susceptibilidad generalizada)
• Sexo
• Edad
• Herencia
• Osteoporosis (estado hormonal)
-Factores locales (propias de cada articulación)
• Obesidad
• Inestabilidad articular (laxitud, deformidades)
• Traumatismos repetidos
• Sobrecarga articular (ocupacional...)
Alrededor del 10% de los adultos presentan artrosis moderada o grave, aumentando la
incidencia con la edad, con un crecimiento aritmético hasta los 50-55 años y geométrico
a partir de esa edad. Se ha señalado que después de los 35 años el 50% de las personas
presentan al menos una localización artrósica. Hasta los 55 años la artrosis es
ligeramente más frecuente en el varón, siendo a partir de esta edad más prevalente entre
las mujeres , debido a la menopausia.
Las principales articulaciones implicadas son las manos, los pies, las rodillas y las
caderas, si bien el patrón distributivo varía por sexos; la artrosis de rodillas y manos
predomina en las mujeres, habiendo un ligero predominio masculino en la artrosis de
cadera (3).
Las principales articulaciones implicadas son las manos, los pies, las rodillas y las
caderas, si bien el patrón distributivo varía por sexos; la artrosis de rodillas y manos
predomina en las mujeres, habiendo un ligero predominio masculino en la artrosis de
cadera (3).
La rodilla es la principal gran articulación afecta en la artrosis, siendo el riesgo de sufrir
incapacidad por gonartrosis tan grande como el secundario a enfermedades
cardiológicas y mayor que por cualquier otra patología médica en la ancianidad (4). Un
informe reciente de la OMS sobre la carga global de la enfermedad, indica que la
artrosis de rodilla está próxima a ser la cuarta causa más importante de discapacidad en
mujeres y la octava en varones, siendo los costes anuales atribuidos a tal patología
inmensos (5).
El síntoma fundamental es el dolor, de inicio insidioso, profundo y mal
localizado. Este dolor suele aparecer cuando se exige un esfuerzo a la
articulación enferma, bien sea de movimiento o de carga y en
generalempeora a medida que avanza el día. Más adelante, con el
progreso de la enfermedad, el dolor puede aparecer con el reposo o el
descanso nocturno. En la artrosis de la columna vertebral se
produce dolor de cuello o de la región lumbar, dificultad para el
movimiento y contractura de los músculos de la región afectada. En
determinadas ocasiones, por irritación de los nervios que salen entre las
vértebras, el dolor puede transmitirse a las extremidades,
especialmente a las inferiores, con crisis de ciática. Otra posibilidad
cuando el paciente aqueja dolor en el muslo (por dolor irradiado) es que
la artrosis se localice en la cadera.
En ocasiones también hay rigidez articular agravada después del reposo,
eincapacidad funcional de la articulación afecta. También pueden
notarsecrujidos con el movimiento de las articulaciones. Algunos enfermos
con artrosis pueden notar episodios de hinchazón y derrame en las
articulaciones, con acumulación de líquido en las mismas.
A la exploración física pueden observarse deformidades articulares, por
aumento del componente óseo y capsular, y limitación de la movilidad
condolor a la presión, chasquidos y crepitación de la articulación. El
crecimiento de los extremos de los huesos que forman la articulación puede
hacer que la articulación se agrande y ensanche.
La radiología en las fases iniciales puede ser normal, aunque lo más típico
es observar un estrechamiento de espacio articular asociado a esclerosis
subcondral, aparición de osteofitos marginales (prominencias óseas),
quistes y anormalidades del contorno óseo.
No existen alteraciones de laboratorio específicas de la artrosis, ni
marcador alguno que permita hacer un diagnóstico o seguimiento de la
enfermedad.
El cartílago es un tejido flexible que funciona como amortiguador entre los huesos y las
articulaciones y cuando éste se desgasta deja de cumplir su función, comenzando la
dolencia hasta transformarse con el tiempo en trastornos crónicos, afectando
principalmente a las rodillas, manos, columna y cadera. Algunos tipos de artrosis son
hereditarios, incluída la forma mas común que ocasiona deformidad de los nudillos y en
la que se ha encontrado una anomalía genética específica.
La mejor prevención contra este trastorno es el ejercicio físico porque fortalece los
músculos que sostienen los huesos y favorece la lubricación de la articulación, aunque
deben evitarse aquellos que sobrecarguen las mismas.
Son importantes las revisiones desde la infancia con el fin de evitar problemas futuros
tales como desviaciones de columna, mal alineación de las rodillas o piernas con
diferencia de longitud.
La artrosis siempre debe estar vigilada por un traumatólogo o un fisioterapeuta ya que
ellos nos aconsejarán la medicación y ejercicio adecuado.
En casos más graves y sobre todo cuando este tipo de dolencia afecta de manera muy
negativa a la salud se debe optar por la cirugía.
La alimentación como siempre juega un papel importante siendo aconsejable el llevar
una dieta equilibrada y donde predominen alimentos como las frutas y verduras,
cereales integrales, frutos secos y pescados ricos en vitamina C,E,B5,B6 y minerales
como el cobre, zinc
MODALIDADES DE TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO
La información debería ser una parte integral en el manejo de cualquier patología
crónica, debiendo incluir detalles acerca de la enfermedad, de la investigación al
respecto y de su manejo actual, todo ello en el marco de un programa educacional, tanto
para el paciente como para su familia (2,14). Son muchos los ensayos clínicos y
metanálisis que han demostrado los beneficios de distintas técnicas educacionales en la
reducción del dolor así como en el incremento de las habilidades físicas. De igual forma
dichos programas han mostrado ser útiles al conseguir una disminución en el número de
visitas que el paciente realiza a su médico de familia, con la consiguiente repercusión en
los costes (19-22).
Las técnicas educacionales que han demostrado efectividad incluyen programas
individualizados de educación, llamadas telefónicas regulares, grupos de apoyo y
entrenamiento en la adquisición de habilidades (23-26).
La educación sanitaria debe tener como objetivo enseñar al paciente a vivir de acuerdo
con sus limitaciones articulares, evitando sobrecargas, modificando posturas incorrectas
y realizando actividades adecuadas.
Las medidas higiénico dietéticas incluyen el reposo como primera medida ante un
episodio de dolor agudo. Se recomienda alternar dicho reposo con una deambulación
progresiva, desaconsejándose la inmovilización prolongada que no hará sino favorecer
la atrofia muscular y la progresión de la enfermedad artrósica. El reposo nocturno será
como mínimo de 8 horas (1,3).
Se aconseja tratamiento dietético en pacientes con sobrepeso, al ser la obesidad el
mayor factor de riesgo para el desarrollo y progresión de la artrosis de rodilla y cadera
(7).
De entre los distintos estudios existentes, encontramos uno en el que la pérdida de peso
se asoció con un menor grado de desarrollo de artrosis de rodilla sintomática en la mujer
(27); bien es cierto que permanece aún por dilucidar si la pérdida de peso enlentece la
progresión o alivia los síntomas en pacientes con gonartrosis preexistente (15). Sin
embargo, los pacientes con artrosis de rodilla afectos de sobrepeso, especialmente si se
consideran candidatos para la artroplastia total de rodilla, deberían ser animados a
participar en un programa racional de pérdida de peso, que incluyese consejo dietético y
ejercicio aeróbico (28).
No se recomiendan terapias dietéticas específicas en el manejo de estos pacientes (29).
La terapia física y ocupacional juega un papel central en el manejo de pacientes con
limitaciones funcionales que con frecuencia les impiden desarrollar actividades de la
vida diaria (14). Tiene como objetivos prevenir la lesión y la incapacidad, mejorar el
dolor y la rigidez y mantener la funcionalidad el mayor tiempo posible.
El terapeuta valora la fuerza muscular, la estabilidad articular y la movilidad del
paciente con artrosis, y recomienda el uso de distintas modalidades terapéuticas, como
el uso de calor (infrarrojos, ultrasonidos, microondas, diatermia, parafina líquida, etc.),
especialmente útil antes de iniciar el movimiento, programas de ejercicios controlados
que mejoren el grado de movilidad articular y la fuerza muscular periarticular, y
proporciona diversos instrumentos ortopédicos de ayuda, tales como férulas, zapatos
con suelas viscoelásticas que absorban el shock, plantillas de descarga que corrijan las
anormalidades biomecánicas en una rodilla en varo o las secundarias a la diferencia de
altura entre las piernas en el caso de la artrosis de cadera, bastones, muletas o andadores
(14,30,31).
Tanto en el caso de la artrosis de cadera como en la de rodilla, el uso apropiado de un
bastón, en la mano contralateral a la cadera o rodilla afectas, reduce las fuerzas de carga
en la articulación y se asocia con una disminución del dolor y una mejora en la función
(15,17).
El frío es también útil en la fase aguda de dolor, aplicado mediante bolsas heladas o de
gelatina durante 10-15 minutos, evitando la aplicación directa sobre la piel.
Los ejercicios aeróbicos han demostrado ser útiles y eficaces en pacientes con artrosis
de rodilla y cadera, sobre todo los acuáticos o de paseo, durante 30-60 minutos diarios,
iniciando la deambulación en función de la tolerancia del paciente (2,15,32).
Distintos estudios llevados a cabo en pacientes con artrosis de rodilla han demostrado
que la potenciación muscular del cuádriceps mediante ejercicios isométricos o
isotónicos se asocian con una mejoría significativa en la fuerza de dicho músculo, así
como con una disminución en el dolor de la rodilla y una mejoría en la función, al
comparar al grupo estudio con el grupo control (33,34).
En el caso de la artrosis de cadera, los objetivos de un programa de ejercicios son
preservar al menos 30º de flexión y la extensión completa de la cadera, y el
fortalecimiento de los músculos abductores y extensores de la cadera (35,36).
Estos programas de ejercicio, sin embargo, requieren una disponibilidad de tiempo y un
esfuerzo por parte del paciente. El grado de adherencia a la terapia física se asocia
significativamente con la magnitud de la mejoría clínica, tanto del dolor como de la
capacidad funcional (14)
El terapeuta valora la fuerza muscular, la estabilidad articular y la movilidad del
paciente con artrosis, y recomienda el uso de distintas modalidades terapéuticas, como
el uso de calor (infrarrojos, ultrasonidos, microondas, diatermia, parafina líquida, etc.),
especialmente útil antes de iniciar el movimiento, programas de ejercicios controlados
que mejoren el grado de movilidad articular y la fuerza muscular periarticular, y
proporciona diversos instrumentos ortopédicos de ayuda, tales como férulas, zapatos
con suelas viscoelásticas que absorban el shock, plantillas de descarga que corrijan las
anormalidades biomecánicas en una rodilla en varo o las secundarias a la diferencia de
altura entre las piernas en el caso de la artrosis de cadera, bastones, muletas o andadores
(14,30,31).
Tanto en el caso de la artrosis de cadera como en la de rodilla, el uso apropiado de un
bastón, en la mano contralateral a la cadera o rodilla afectas, reduce las fuerzas de carga
en la articulación y se asocia con una disminución del dolor y una mejora en la función
(15,17).
El frío es también útil en la fase aguda de dolor, aplicado mediante bolsas heladas o de
gelatina durante 10-15 minutos, evitando la aplicación directa sobre la piel.
Los ejercicios aeróbicos han demostrado ser útiles y eficaces en pacientes con artrosis
de rodilla y cadera, sobre todo los acuáticos o de paseo, durante 30-60 minutos diarios,
iniciando la deambulación en función de la tolerancia del paciente (2,15,32).
Distintos estudios llevados a cabo en pacientes con artrosis de rodilla han demostrado
que la potenciación muscular del cuádriceps mediante ejercicios isométricos o
isotónicos se asocian con una mejoría significativa en la fuerza de dicho músculo, así
como con una disminución en el dolor de la rodilla y una mejoría en la función, al
comparar al grupo estudio con el grupo control (33,34).
En el caso de la artrosis de cadera, los objetivos de un programa de ejercicios son
preservar al menos 30º de flexión y la extensión completa de la cadera, y el
fortalecimiento de los músculos abductores y extensores de la cadera (35,36).
Estos programas de ejercicio, sin embargo, requieren una disponibilidad de tiempo y un
esfuerzo por parte del paciente. El grado de adherencia a la terapia física se asocia
significativamente con la magnitud de la mejoría clínica, tanto del dolor como de la
capacidad funcional (14)

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  • 1. La artrosis es una enfermedad producida por el desgaste del cartílago, un tejido que hace de amortiguador protegiendo los extremos de los huesos y que favorece el movimiento de la articulación. Es la enfermedad reumática más frecuente, especialmente entre personas de edad avanzada. Se sabe, por ejemplo, que en España la padece hasta un 16 por ciento de la población mayor de 20 años y, de ellos, las tres cuartas partes son mujeres Origina dolor, rigidez e incapacidad funcional. Habitualmente se localiza en la columna cervical y lumbar, algunas articulaciones del hombro y de los dedos de las manos, la articulación de la raíz del pulgar, la cadera, la rodilla y la articulación del comienzo del dedo gordo del pie. Es una enfermedad crónica que se desarrolla a lo largo de muchos años. Es la enfermedad articular más frecuente en la actualidad con una incidencia en aumento, dada su marcada asociación con la edad. Hoy en día en la población general española la prevalencia de artrosis del 10%. La frecuencia con que afecta a las personas aumenta con la edad sobre todo a partir de los 40-50 años. Por debajo de los 55 años, la afectación articular es similar en hombres y mujeres. Por encima de esta edad, la articulación más frecuentemente dañada es la cadera en los hombres y las articulaciones de las manos y las rodillas en las mujeres. clasificar la artrosis en dos grupos: primaria sin una causa definida y secundaria asociada a otras patologías (hemocromatosis, gota, diabetes mellitus, displasias óseas,...). Sea o no conocida la causa última de la enfermedad, sí que podemos hablar de una serie de factores estrechamente ligados a su desarrollo: -Factores sistémicos (confieren susceptibilidad generalizada) • Sexo • Edad • Herencia • Osteoporosis (estado hormonal) -Factores locales (propias de cada articulación) • Obesidad • Inestabilidad articular (laxitud, deformidades) • Traumatismos repetidos • Sobrecarga articular (ocupacional...)
  • 2. Alrededor del 10% de los adultos presentan artrosis moderada o grave, aumentando la incidencia con la edad, con un crecimiento aritmético hasta los 50-55 años y geométrico a partir de esa edad. Se ha señalado que después de los 35 años el 50% de las personas presentan al menos una localización artrósica. Hasta los 55 años la artrosis es ligeramente más frecuente en el varón, siendo a partir de esta edad más prevalente entre las mujeres , debido a la menopausia. Las principales articulaciones implicadas son las manos, los pies, las rodillas y las caderas, si bien el patrón distributivo varía por sexos; la artrosis de rodillas y manos predomina en las mujeres, habiendo un ligero predominio masculino en la artrosis de cadera (3). Las principales articulaciones implicadas son las manos, los pies, las rodillas y las caderas, si bien el patrón distributivo varía por sexos; la artrosis de rodillas y manos predomina en las mujeres, habiendo un ligero predominio masculino en la artrosis de cadera (3). La rodilla es la principal gran articulación afecta en la artrosis, siendo el riesgo de sufrir incapacidad por gonartrosis tan grande como el secundario a enfermedades cardiológicas y mayor que por cualquier otra patología médica en la ancianidad (4). Un informe reciente de la OMS sobre la carga global de la enfermedad, indica que la artrosis de rodilla está próxima a ser la cuarta causa más importante de discapacidad en mujeres y la octava en varones, siendo los costes anuales atribuidos a tal patología inmensos (5).
  • 3. El síntoma fundamental es el dolor, de inicio insidioso, profundo y mal localizado. Este dolor suele aparecer cuando se exige un esfuerzo a la articulación enferma, bien sea de movimiento o de carga y en generalempeora a medida que avanza el día. Más adelante, con el progreso de la enfermedad, el dolor puede aparecer con el reposo o el descanso nocturno. En la artrosis de la columna vertebral se produce dolor de cuello o de la región lumbar, dificultad para el movimiento y contractura de los músculos de la región afectada. En determinadas ocasiones, por irritación de los nervios que salen entre las vértebras, el dolor puede transmitirse a las extremidades, especialmente a las inferiores, con crisis de ciática. Otra posibilidad cuando el paciente aqueja dolor en el muslo (por dolor irradiado) es que la artrosis se localice en la cadera.
  • 4. En ocasiones también hay rigidez articular agravada después del reposo, eincapacidad funcional de la articulación afecta. También pueden notarsecrujidos con el movimiento de las articulaciones. Algunos enfermos con artrosis pueden notar episodios de hinchazón y derrame en las articulaciones, con acumulación de líquido en las mismas. A la exploración física pueden observarse deformidades articulares, por aumento del componente óseo y capsular, y limitación de la movilidad condolor a la presión, chasquidos y crepitación de la articulación. El crecimiento de los extremos de los huesos que forman la articulación puede hacer que la articulación se agrande y ensanche. La radiología en las fases iniciales puede ser normal, aunque lo más típico es observar un estrechamiento de espacio articular asociado a esclerosis subcondral, aparición de osteofitos marginales (prominencias óseas), quistes y anormalidades del contorno óseo. No existen alteraciones de laboratorio específicas de la artrosis, ni marcador alguno que permita hacer un diagnóstico o seguimiento de la enfermedad. El cartílago es un tejido flexible que funciona como amortiguador entre los huesos y las articulaciones y cuando éste se desgasta deja de cumplir su función, comenzando la dolencia hasta transformarse con el tiempo en trastornos crónicos, afectando principalmente a las rodillas, manos, columna y cadera. Algunos tipos de artrosis son hereditarios, incluída la forma mas común que ocasiona deformidad de los nudillos y en la que se ha encontrado una anomalía genética específica. La mejor prevención contra este trastorno es el ejercicio físico porque fortalece los músculos que sostienen los huesos y favorece la lubricación de la articulación, aunque deben evitarse aquellos que sobrecarguen las mismas. Son importantes las revisiones desde la infancia con el fin de evitar problemas futuros tales como desviaciones de columna, mal alineación de las rodillas o piernas con diferencia de longitud. La artrosis siempre debe estar vigilada por un traumatólogo o un fisioterapeuta ya que ellos nos aconsejarán la medicación y ejercicio adecuado. En casos más graves y sobre todo cuando este tipo de dolencia afecta de manera muy negativa a la salud se debe optar por la cirugía.
  • 5. La alimentación como siempre juega un papel importante siendo aconsejable el llevar una dieta equilibrada y donde predominen alimentos como las frutas y verduras, cereales integrales, frutos secos y pescados ricos en vitamina C,E,B5,B6 y minerales como el cobre, zinc MODALIDADES DE TRATAMIENTO NO FARMACOLÓGICO La información debería ser una parte integral en el manejo de cualquier patología crónica, debiendo incluir detalles acerca de la enfermedad, de la investigación al respecto y de su manejo actual, todo ello en el marco de un programa educacional, tanto para el paciente como para su familia (2,14). Son muchos los ensayos clínicos y metanálisis que han demostrado los beneficios de distintas técnicas educacionales en la reducción del dolor así como en el incremento de las habilidades físicas. De igual forma dichos programas han mostrado ser útiles al conseguir una disminución en el número de visitas que el paciente realiza a su médico de familia, con la consiguiente repercusión en los costes (19-22). Las técnicas educacionales que han demostrado efectividad incluyen programas individualizados de educación, llamadas telefónicas regulares, grupos de apoyo y entrenamiento en la adquisición de habilidades (23-26). La educación sanitaria debe tener como objetivo enseñar al paciente a vivir de acuerdo con sus limitaciones articulares, evitando sobrecargas, modificando posturas incorrectas y realizando actividades adecuadas. Las medidas higiénico dietéticas incluyen el reposo como primera medida ante un episodio de dolor agudo. Se recomienda alternar dicho reposo con una deambulación progresiva, desaconsejándose la inmovilización prolongada que no hará sino favorecer la atrofia muscular y la progresión de la enfermedad artrósica. El reposo nocturno será como mínimo de 8 horas (1,3). Se aconseja tratamiento dietético en pacientes con sobrepeso, al ser la obesidad el mayor factor de riesgo para el desarrollo y progresión de la artrosis de rodilla y cadera (7). De entre los distintos estudios existentes, encontramos uno en el que la pérdida de peso se asoció con un menor grado de desarrollo de artrosis de rodilla sintomática en la mujer (27); bien es cierto que permanece aún por dilucidar si la pérdida de peso enlentece la progresión o alivia los síntomas en pacientes con gonartrosis preexistente (15). Sin embargo, los pacientes con artrosis de rodilla afectos de sobrepeso, especialmente si se consideran candidatos para la artroplastia total de rodilla, deberían ser animados a participar en un programa racional de pérdida de peso, que incluyese consejo dietético y ejercicio aeróbico (28). No se recomiendan terapias dietéticas específicas en el manejo de estos pacientes (29). La terapia física y ocupacional juega un papel central en el manejo de pacientes con limitaciones funcionales que con frecuencia les impiden desarrollar actividades de la vida diaria (14). Tiene como objetivos prevenir la lesión y la incapacidad, mejorar el dolor y la rigidez y mantener la funcionalidad el mayor tiempo posible.
  • 6. El terapeuta valora la fuerza muscular, la estabilidad articular y la movilidad del paciente con artrosis, y recomienda el uso de distintas modalidades terapéuticas, como el uso de calor (infrarrojos, ultrasonidos, microondas, diatermia, parafina líquida, etc.), especialmente útil antes de iniciar el movimiento, programas de ejercicios controlados que mejoren el grado de movilidad articular y la fuerza muscular periarticular, y proporciona diversos instrumentos ortopédicos de ayuda, tales como férulas, zapatos con suelas viscoelásticas que absorban el shock, plantillas de descarga que corrijan las anormalidades biomecánicas en una rodilla en varo o las secundarias a la diferencia de altura entre las piernas en el caso de la artrosis de cadera, bastones, muletas o andadores (14,30,31). Tanto en el caso de la artrosis de cadera como en la de rodilla, el uso apropiado de un bastón, en la mano contralateral a la cadera o rodilla afectas, reduce las fuerzas de carga en la articulación y se asocia con una disminución del dolor y una mejora en la función (15,17). El frío es también útil en la fase aguda de dolor, aplicado mediante bolsas heladas o de gelatina durante 10-15 minutos, evitando la aplicación directa sobre la piel. Los ejercicios aeróbicos han demostrado ser útiles y eficaces en pacientes con artrosis de rodilla y cadera, sobre todo los acuáticos o de paseo, durante 30-60 minutos diarios, iniciando la deambulación en función de la tolerancia del paciente (2,15,32). Distintos estudios llevados a cabo en pacientes con artrosis de rodilla han demostrado que la potenciación muscular del cuádriceps mediante ejercicios isométricos o isotónicos se asocian con una mejoría significativa en la fuerza de dicho músculo, así como con una disminución en el dolor de la rodilla y una mejoría en la función, al comparar al grupo estudio con el grupo control (33,34). En el caso de la artrosis de cadera, los objetivos de un programa de ejercicios son preservar al menos 30º de flexión y la extensión completa de la cadera, y el fortalecimiento de los músculos abductores y extensores de la cadera (35,36). Estos programas de ejercicio, sin embargo, requieren una disponibilidad de tiempo y un esfuerzo por parte del paciente. El grado de adherencia a la terapia física se asocia significativamente con la magnitud de la mejoría clínica, tanto del dolor como de la capacidad funcional (14)
  • 7. El terapeuta valora la fuerza muscular, la estabilidad articular y la movilidad del paciente con artrosis, y recomienda el uso de distintas modalidades terapéuticas, como el uso de calor (infrarrojos, ultrasonidos, microondas, diatermia, parafina líquida, etc.), especialmente útil antes de iniciar el movimiento, programas de ejercicios controlados que mejoren el grado de movilidad articular y la fuerza muscular periarticular, y proporciona diversos instrumentos ortopédicos de ayuda, tales como férulas, zapatos con suelas viscoelásticas que absorban el shock, plantillas de descarga que corrijan las anormalidades biomecánicas en una rodilla en varo o las secundarias a la diferencia de altura entre las piernas en el caso de la artrosis de cadera, bastones, muletas o andadores (14,30,31). Tanto en el caso de la artrosis de cadera como en la de rodilla, el uso apropiado de un bastón, en la mano contralateral a la cadera o rodilla afectas, reduce las fuerzas de carga en la articulación y se asocia con una disminución del dolor y una mejora en la función (15,17). El frío es también útil en la fase aguda de dolor, aplicado mediante bolsas heladas o de gelatina durante 10-15 minutos, evitando la aplicación directa sobre la piel. Los ejercicios aeróbicos han demostrado ser útiles y eficaces en pacientes con artrosis de rodilla y cadera, sobre todo los acuáticos o de paseo, durante 30-60 minutos diarios, iniciando la deambulación en función de la tolerancia del paciente (2,15,32). Distintos estudios llevados a cabo en pacientes con artrosis de rodilla han demostrado que la potenciación muscular del cuádriceps mediante ejercicios isométricos o isotónicos se asocian con una mejoría significativa en la fuerza de dicho músculo, así como con una disminución en el dolor de la rodilla y una mejoría en la función, al comparar al grupo estudio con el grupo control (33,34). En el caso de la artrosis de cadera, los objetivos de un programa de ejercicios son preservar al menos 30º de flexión y la extensión completa de la cadera, y el fortalecimiento de los músculos abductores y extensores de la cadera (35,36). Estos programas de ejercicio, sin embargo, requieren una disponibilidad de tiempo y un esfuerzo por parte del paciente. El grado de adherencia a la terapia física se asocia significativamente con la magnitud de la mejoría clínica, tanto del dolor como de la capacidad funcional (14)