EL LIBERALISMO Y LA OPOSICIÓN AL SISTEMA (TEMA HISTORIA SELECTIVIDAD)
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TEMA 1: EL LIBERALISMO (IDEARIO Y CORRIENTES) Y LA OPOSICIÓN AL MISMO
El primer tercio del siglo XIX se caracterizó por una profunda crisis del Antiguo Régimen. La guerra de la
Independencia marcó el inicio del liberalismo en España, plasmados sus ideales en la Constitución de 1812.
Durante el reinado de Fernando VII esta corriente política sufrió avances y retrocesos, para imponerse
definitivamente durante el reinado de Isabel II, aunque con particularismos.
1. IDEARIO DEL LIBERALISMO
El liberalismo aspira a la eliminación de las características propias del Antiguo Régimen, a la vez que
pretende construir otra sociedad basada en los principios liberales.
En lo político la constitución se erige como la norma reguladora de la vida pública. Se rechaza la monarquía
absoluta y se apuesta por la monarquía constitucional. Se eliminan los privilegios de la nobleza y el clero, así
como el régimen señorial. Se proclaman los derechos del individuo y la soberanía nacional, se establece
la división de poderes y el sufragio universal (masculino). Se formula la nación como conjunto de los
españoles, con igualdad de derechos políticos y como depositaría de la soberanía nacional. El liberalismo
aboga por un estado unitario y centralizado.
En lo económico defiende la propiedad privada libre y plena, se rechazan los bienes vinculados y los
comunales, se aspira a la libertad de comercio e industria, a la libertad de contratación de los trabajadores y
a la fiscalidad común. No se rechaza la religión, pero se tiende a limitar el poder económico de la Iglesia y
aflora el anticlericalismo.
2. EL LIBERALISMO EN ESPAÑA. CORRIENTES
En España la crisis de la monarquía absoluta, desembocó entre 1808 y 1843 en la implantación de un
régimen liberal, pero no democrático.
LOS INICIOS
A lo largo de la primera mitad del siglo XIX, en un contexto de guerras y revolución, se formo el Estado liberal
y se modificaron los fundamentos de la sociedad estamental. Este proceso representó un cambio político y
social respecto a las estructuras del Antiguo Régimen.
La Guerra de la Independencia (1808 – 1814) precipitó la crisis política interna de la monarquía absoluta y
abrió el camino a propuestas de reforma de las viejas estructuras políticas y sociales. La crisis política
generada por la ausencia del rey legítimo (Fernando VII), posibilitó la creación de instituciones nuevas,
Juntas y Cortes, que iniciaron el liberalismo en España. De estas Cortes, continuadas en Cádiz (1810-1813),
surge el primer liberalismo español, y su mayor contribución lo tenemos en la Constitución de Cádiz de
1812.
Un paso atrás supone la vuelta a España del rey Fernando VII en 1814. El conflicto entre absolutismo y
liberalismo se desarrolló durante su reinado (1814-1833). La victoria de una u otra posición permite
distinguir tres etapas:
- El Sexenio Absolutista (1814-1820). Fernando VII regresó a España y anuló la constitución, las Cortes y
su labor legislativa. Es la etapa de la restauración (la vuelta al Antiguo Régimen, desde 1815 hasta las
revoluciones liberales de 1830).
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- El Trienio Liberal (1820-1823). El liberalismo había quedado aplastado y su única vía de éxito era a través
de conspiraciones y revoluciones. Fernando VII se vio obligado a jurar la Constitución de 1812 y se
abolieron derechos señoriales e Inquisición. Además los liberales se dividen en Doceañistas o
moderados y Veintenitas o progresistas.
- La Década Ominosa (1823-1833). Esta última etapa vino marcada por la represión inicial contra los
liberales y el agravamiento de los problemas económicos, que arrastraba el país desde la Guerra de la
Independencia. La cuestión sucesoria también preocupaba seriamente. Con la muerte de Fernando VII se
lograría la implantación definitiva del liberalismo, pero también nacería la oposición al sistema: el
Carlismo.
LA CONSTRUCCIÓN DEL SISTEMA LIBERAL
Se produjo durante el reinado de Isabel II (1833-1868). Debido a la minoría de edad de la nueva reina el
poder cayó en manos de su madre la reina María Cristina, y en manos del general progresista Espartero.
En 1843 la reina fue declarada mayor de Edad. Las etapas de su mayoría son: Década Moderada (1844-54),
Bienio Progresista (1854-56) y Período de alternancias entre Moderados y la Unión Liberal (1856-68).
Las características comunes de esta etapa se pueden resumir en cuatro ideas principales: Fue un período de
tendencia muy conservadora y autoritarismo de los gobiernos, en su mayoría moderados (Liberalismo
doctrinario); la reina Isabel intervino muy activamente en la vida política, hecho que provocó el deterioro
progresivo de su reino; la continua participación de los dirigentes militares en el Gobierno, liderando
partidos políticos: Espartero, Narváez, O’Donnell… Por último, exclusión de la gran mayoría de los
ciudadanos de la vida y presencia exclusiva de los partidos burgueses, para “mantener el orden”.
Así, la monarquía tendrá un papel político decisivo en la trayectoria del nuevo Estado Liberal. A la corona se
le atribuyen importantes poderes ejecutivos y una amplia participación en el legislativo. Para gobernar, lo
importante era la confianza de la Corona, que apoyará en especial a los ministros moderados.
El poder legislativo era bicameral. El sistema electoral se basaría en el sufragio censitario masculino, pero el
sistema parlamentario era una falsedad, dada la intervención sistemática del gobierno en las elecciones.
LAS CORRIENTES DEL LIBERALISMO ESPAÑOL
El liberalismo español estaría dividido: moderados y progresistas, que consolidaron el constitucionalismo en
España, junto con otros partidos surgidos más tarde (Unión Liberal, Demócratas y los más tardíos
Republicanos.)
- Los moderados (doceañistas), defendían lo que se denomina el liberalismo doctrinario. Se caracterizan
porque: rechazan el principio de Soberanía Nacional defendiendo el de soberanía compartida. Buscan
la defensa de la seguridad de las personas y de los bienes y de la propiedad privada. Además también
buscan un estado confesional católico y tienden a limitar la autonomía política. Están mejor organizados
y cohesionados doctrinalmente que los progresistas. El apoyo social se basó en los grandes propietarios,
junto con, aristócratas y generales. Por último, estuvieron en el poder durante la Década Moderada y
se turnaron con la Unión Liberal desde 1856 hasta 1868.
- Los progresistas (veinteañistas), defensores del liberalismo radical, se caracterizan porque: buscaban el
principio de la Soberanía nacional defendiendo las libertades individuales frente al Estado. Además no
defendían la democracia ni el sufragio universal masculino, pero eran partidarios de una extensión
paulatina y gradual del derecho a voto. Destaca su intento por separar la Iglesia del Estado buscando
una cultura y una sociedad más laicas. Y entre sus principales apoyos destacan los Generales Espartero y
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Prim, y los ministros Mendizábal y Mandoz, además de pequeños comerciantes, artesanos, periodistas y
funcionarios.
La Unión Liberal se considera un partido “centrista” ya que fue una mezcla de elementos progresistas del
partido moderado y de elementos del partido progresista. Destaca el general O’Donell, el general Serrano y
Antonio Cánovas del Castillo.
Por otro lado el liberalismo democrático se desarrolla a partir del manifiesto de 1849, y demandaron los
siguientes principios: una soberanía nacional plena, el sufragio universal masculino, la Milicia Nacional, la
aconfesionalidad del estado, tolerancia religiosa, enseñanza gratuita y un sistema fiscal proporcional a la
riqueza. Su influencia política fue escasa hasta los años anteriores a la revolución de 1868.
3. LAS OPOSICIONES AL SISTEMA
La primera oposición al liberalismo será el carlismo: a causa de la polémica de la sucesión al trono tras la
muerte de Fernando VII, que desencadenó una guerra civil (Primera Guerra civil Carlista, 1833-1840) que
enfrentó a los defensores liberales de la Regencia de Mª Cristina (isabelinos) con los defensores de los
derechos al trono de Carlos María Isidro, hermano de Fernando VII (carlistas).
Políticamente, el carlismo se caracterizó por un antiliberalismo militante que negaba el principio de la
soberanía nacional y defiende el sistema foral frente a la centralización liberal.
Socialmente, el carlismo fue un movimiento tan heterogéneo como el liberalismo. Donde la mayoría de
los grupos dirigentes, muchos de ellos antiliberales, provenían de la Iglesia.
Los carlistas encontraron apoyo en el medio rural, donde las masas campesinas fueron el principal apoyo
social; se oponían a los cambios que el liberalismo introducía, sobre todo en la propiedad colectiva. También
encontró apoyo en los artesanos, la pequeña nobleza, parte de la jerarquía eclesiástica y del bajo clero.
Desde el punto de vista geográfico, el carlismo se extendió por Vascongadas, Navarra, Cataluña, Aragón.
Valencia, Galicia y Castilla la Vieja.