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Bibliografía Fundamental

La felicidad paradójica
Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo
Giles Lipovetzsky

Cátedra: Periodismo V - 2010
                                                                  Selección de ejes significativos:
                                                                            Miguel Pérez Gaudio
                    EJES TEXTUALES                             IDEAS Y APORTES VINCULANTES
      Ha nacido una nueva modernidad: coincide con la
       “civilización del deseo” que se construyó durante
       la segunda mitad del siglo XX.

      Esta revolución es inseparable de las últimas
       orientaciones del capitalismo dedicado a la
       estimulación perpetua de la demanda, a la
       comercialización y la multiplicación infinita de las
       necesidades: el capitalismo de consumo ha
       ocupado el lugar de las economías de producción.

      Apoyado en la nueva religión de la incesante
       mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se
       ha convertido en una pasión de masas, en el
       objetivo supremo de las sociedades democráticas,
       en un ideal proclamado a los cuatro vientos. Pocos
       fenómenos han conseguido modificar tan
       profundamente los estilos de vida y los gustos, las
       aspiraciones y las conductas de tantas personas en
       tan poco tiempo.

      En apariencia, nada o casi nada ha cambiado: nos
       movemos todavía en la sociedad del supermercado
       y de la publicidad, del coche y de la televisión. Sin
       embargo, en los dos últimos decenios se ha
       producido un nuevo “seísmo” que ha puesto fin a
       la buena y vieja sociedad de consumo,
       transformando tanto la organización de la oferta
       como las prácticas cotidianas y el universo mental
       del consumismo moderno: la propia revolución del
       consumo ha sido revolucionada. Se ha puesto en
       marcha con una nueva fase del capitalismo de
       consumo y es la sociedad del hiperconsumo. Su
       funcionamiento y su impacto en la vida son el
       tema de este libro.

      Política de marca, “creación de valor para el
       cliente”, sistemas de fidelización, presión de la
       segmentación y la comunicación: hay en marcha
       una revolución copernicana que reemplaza la
       empresa “orientada al producto” por la empresa
       orientada al mercado y al consumidor.

                                                                                                 1
   No son ya los productores quienes están en el
    origen de la reciente subida del precio del petróleo,
    sino el fuerte tirón de la demanda, en particular la
    norteamericana y la china.

   Es la hora de buscar sistemáticamente una creación
    de valor más elevada.

   Es la hora del consumo-mundo en el que se han
    eliminado los antagonismos culturales.

   Poco a poco, el espíritu de consumo ha conseguido
    infiltrarse hasta las relaciones con la familia y la
    religión, con la política y el sindicalismo, con la
    cultura y el tiempo disponible.

   El hiperconsumidor ya no está sólo deseoso de
    bienestar material: aparece como demandante
    exponencial de confort psíquico, de armonía
    interior y plenitud subjetiva y de ello dan fe el
    florecimiento de las técnicas derivadas del
    Desarrollo Personal.

   La inmensa mayoría se declara feliz, a pesar de lo
    cual la tristeza y la tensión, las depresiones y la
    ansiedad forman un río que crece de manera
    inquietante. La gente se declara mayoritariamente
    feliz pensando que los demás no lo son. Jamás se
    han dedicado tanto los padres a satisfacer los
    deseos de los hijos, jamás ha habido tantas
    conductas problemáticas (entre el 5% y el 9% de
    los jóvenes de quince años) ni tantas enfermedades
    mentales entre éstos.

   Son esos aspectos los que hacen de la sociedad del
    hiperconsumo la civilización de la felicidad
    paradójica.

   “Quién habla de felicidad suele tener los ojos
    tristes”, decía Aragón.

Primera parte
La sociedad del hiperconsumo

   “Sociedad de consumo”: la expresión se oye por
    primera vez en los años veinte, se populariza en los
    cincuenta y su fortuna prosigue hasta nuestros días,
    según se ve por el amplio uso que se le da en el
    lenguaje corriente y en los discursos más
    especializados. La idea de sociedad de consumo

                                                            2
parece hoy algo evidente y se presenta como una
    de las figuras más emblemáticas del orden
    económico y de la vida cotidiana de las sociedades
    actuales.

1. Las tres edades del capitalismo de consumo
La aparición de los mercados de masas
Producción y mercadotecnia de masas

   El ciclo I de la era del consumo de masas
    comienza alrededor de la década de 1880 y termina
    con la Segunda Guerra Mundial.

   Fase I que ve instituirse, en lugar de los pequeños
    mercados locales, los grandes mercados
    nacionales, posibilitados por las infraestructuras
    modernas del transporte y las comunicaciones:
    ferrocarril, telégrafo, teléfono. Al aumentar la
    regularidad, el volumen y la velocidad de los
    transportes a las fábricas y las ciudades, las redes
    ferroviarias en concreto permitieron la formación
    del comercio a gran escala, el traslado regular de
    cantidades masivas de productos, la gestión de los
    flujos de productos de un estado de la producción a
    otro.

La economía fordiana

   Caracterizada por un extraordinario crecimiento
    económico, por la elevación del nivel de
    productividad del trabajo y por la generalización
    de la regulación fordiana de la economía, la fase II
    es idéntica a lo que se ha llamado “sociedad de la
    abundancia”. Al multiplicar por tres o cuatro el
    poder adquisitivo de los salarios y democratizando
    los sueños del Dorado consumista, la fase II se
    presenta como el modelo puro de la “sociedad de
    consumo de masas”

Hiperconsumo y ansiedad

   La ansiedad está asimismo en la base del gusto de
    los adolescentes por las marcas. Si bien es verdad
    que la marca permite diferenciar o clasificar a los
    grupos, la motivación que sostiene la adquisición
    no está menos ligada a la cultura democrática.
    Pues exhibir un logotipo, para un joven, no
    equivale a ponerse por encima de los otros sino a
    no parecer menos que los otros.

Medicalización del consumo


                                                           3
   Nada expresa mejor la decadencia del espíritu del
    consumo por prestigio que la evolución de las
    demandas y de los comportamientos relacionados
    con la salud. La sociedad del hiperconsumo es la
    sociedad en la que los gastos de salud aumentan en
    todas las direcciones, más que el conjunto del
    consumo. El Homo consumericus camina cada vez
    más aprisa hacia el Homo sanitas: consultas,
    fármacos, análisis, tratamientos, todos estos
    consumos dan lugar a un proceso acelerado que no
    parece tener fin. Al mismo tiempo, los espíritus se
    preocupan un poco más cada día por el cuidado de
    la salud, los consejos preventivos, la información
    competente: ya no se consumen sólo
    medicamentos, sino también programas de
    televisión y radio, artículos para el gran público,
    páginas web, obras de divulgación guías y
    enciclopedias médicas. He aquí la salud erigida en
    primer valor y que aparece como una preocupación
    omnipresente en casi todas las edades: no basta
    con curar las enfermedades, ahora se trata de
    intervenir por adelantado para desviar su curso,
    anticiparse al futuro, cambiar los comportamientos
    de las conductas de riesgo, dar constancia de buena
    “observancia”.

Ligereza y fragilidad

   Si la mayoría se declara feliz en los sondeos,
    todos, a intervalos más o menos regulares, se
    muestran inquietos, tristes, insatisfechos de su vida
    privada o profesional. La civilización que se
    avecina no elimina la sociabilidad humana,
    destruye la tranquilidad con uno mismo y la paz
    con el mundo, ya que es como si las
    insatisfacciones aportadas por el mercado. Un paso
    adelante, un paso atrás: la alegría, la gracia de vivir
    no están en la agenda del progreso. Cada vez más
    satisfacciones materiales, cada vez más viajes,
    juegos, esperanza de vida: pero eso no nos ha
    abierto de par en par las puertas de la alegría de
    vivir.

Vida profesional, vida sentimental, vida fracasada

   Sin embargo ¿es el consumo el mejor ángulo de
    observación para entender la decepción
    hipermoderna? Seguramente no. En otras esferas
    se presenta con más intensidad: la vida profesional
    y la vida afectiva son sus principales vectores.

   A causa de la desregulación del mercado de trabajo

                                                              4
y de la precarización del empleo, la esfera
    profesional está en la base de una creciente marea
    de sentimientos de inseguridad, de inquietudes y
    dudas sobre uno mismo.

   Decepción profesional que viene con un alud de
    decepciones de naturaleza comunicacional,
    sentimental y familiar. Pues la precarización afecta
    tanto a la vida de pareja como a la vida
    profesional. Proliferación de separaciones, espiral
    de divorcios, conflictos por la custodia de los
    hijos, dificultades para comunicarse: el proceso de
    individualización comporta expectativas más
    intensas en la vida de pareja y al mismo tiempo la
    multiplicación de los conflictos y las decepciones
    íntimas: cuando la pareja se basa únicamente en el
    sentimiento, todo acaba en rupturas, crisis
    relacionales y desilusiones.

DESEOS, FRUSTRACIONES Y PUBLICIDAD

   Decepción, frustración: en los procesos incoados
    contra el cosmos consumista, la publicidad ocupa,
    como se sabe, un lugar primordial. Por machacar a
    los consumidores, por crear necesidades
    superfluas, por lanzar incesantemente nuevos
    deseos de comprar, por identificar la felicidad con
    los bienes comerciales, se ha acusado a la
    publicidad no sólo de manipular, estandarizar e
    idiotizar a las personas, sino también de ser una
    trampa diabólica que hincha hasta el infinito la
    insatisfacción individual.

La publicidad-reflejo

   Los adversarios de la publicidad se enfadan porque
    las últimas tendencias se dedican a difundir valores
    y mensajes con sentido, a semejanza de un sistema
    totalitario. La acusación es fuerte, la
    argumentación débil. ¿Dónde está la dominación
    despótica cuando el marketing de los valores no
    hace más que alinearse con la ideología triunfante
    de los derechos humanos, la moralidad mínima o
    la ecología? ¿Toma de las tiendas de la cultura por
    el branding? Aún falta mucho, porque la
    publicidad sólo exalta lo consensuado. Cuanto más
    creativa y social se quiere la comunicación, más
    pone en escena sistemas referenciales que no son
    suyos, que están ya consagrados por el cuerpo
    social. La publicidad hipermoderna se presenta
    más como una caja de resonancia que como un
    agente de transformación social y cultural. Educa

                                                           5
al consumidor y lo refleja. El Leviatán publicitario
    es un espejismo que oculta una fuerza que ha
    dejado de inventar nuevas formas de vivir.

POBREZA Y DELINCUENCIA: LA VIOLENCIA
DE LA FELICIDAD

Exclusión, consumo e individualización

   La pobreza y la indefensión de masa que hay en
    nuestras sociedades se manifiestan con rasgos
    desconocidos. Hasta hace poco la pobreza
    describía a grupos sociales tradicionalmente
    estables e identificables, que conseguían subsistir
    gracias a las solidaridades vecinales. Esta época ha
    pasado, las poblaciones invalidadas de la sociedad
    posindustrial no constituyen, hablando con
    propiedad, una clase social determinada. Parados
    de mucho tiempo, madres solas que trabajan a
    tiempo parcial, jóvenes sin cualificar que buscan
    pequeñas ocupaciones, beneficiarios del subsidio
    de ingresos mínimos, el paisaje de la exclusión
    hipermoderna se presenta como una nebulosa sin
    cohesión de situaciones y recorridos particulares.
    En esta constelación de dimensiones plurales no
    hay ni conciencia de clase, ni solidaridad de grupo,
    ni destino común, sino trayectorias e historias
    personales muy diferentes. Víctimas de procesos
    de descalificación o invalidación social, de
    situaciones y dificultades individuales, los nuevos
    “desafiliados” aparecen en una sociedad que, por
    ser brutalmente desigualitaria, también es
    hiperindividualista al mismo tiempo o, dicho de
    otro modo, se ha liberado del marco cultural y
    social de las clases tradicionales.

   Por un lado, los jóvenes de los barrios periféricos
    de las grandes ciudades asimilan masivamente las
    normas y los valores consumistas. Por el otro, la
    vida precaria y la pobreza les impiden participar
    plenamente en las actividades de consumo y en las
    diversiones comerciales. De esta contradicción
    surge con fuerza un chorro de sentimientos de
    exclusión y de frustración, al mismo tiempo que
    comportamientos de tipo delictivo. Puesto que no
    conocen más que el fracaso escolar y la
    precariedad, los jóvenes de los barrios
    “problemáticos” se despreocupan del trabajo,
    tienden a justificar la pequeña delincuencia, el
    robo y los “apaños” como recursos fáciles para
    obtener dinero y participar en los modos de vida
    dominantes con que nos bombardean los medios.

                                                           6
¿Por qué alienar su vida y su libertad con un
    trabajo que les reporta tan poco?

EL MAL DE OJO

   Por lejos que nos remontemos en la historia de las
    sociedades humanas, el veneno de la envidia se
    conoce, se nombre y al mismo tiempo se teme. En
    todas las civilizaciones y lenguas conocidas, el
    individuo presa de la envidia es blanco de
    condenas y críticas, en los cuentos, las leyendas y
    los proverbios, en todas partes, desde las creencias
    salvajes hasta el Antiguo Testamento (Caín y
    Abel), la envidia y la codicia se califican de
    pasiones devoradoras, de amenazas, plagas
    terribles. Pero si este sentimiento es una constante
    de la naturaleza humana y de la vida en sociedad,
    tenemos derecho a pensar que no todas las
    sociedades le conceden la misma importancia, no
    todas favorecen del mismo modo la aparición del
    individuo envidioso.

   La envidia está en la base de las desgracias que le
    suceden a todo el mundo. Éste es el motivo de que
    sean numerosos los ritos y creencias destinados a
    protegerse de quienes tienen predisposición a la
    mala voluntad.

   La televisión, las revistas y la prensa del corazón
    presentan cotidianamente el espectáculo de los que
    encarnan la plenitud de la vida. Por medio de fotos
    y reportajes por todo lo alto, los medios no sólo
    hacen brillar los modelos de vida feliz, sino que se
    dedican a hacer más bello, más deseable lo más
    deseable, más felices a los más felices. Tras una
    lógica tradicional de disimulo llega una lógica de
    sobreexposición de imágenes de felicidad fuera de
    lo común.

ETICA Y ESTÉTICA: ¿UNA NUEVA
BARBARIE?

   Al igual que la biosfera, el mundo del espíritu o de
    la cultura aparece como otro gran continente
    devastado por el capitalismo de consumo. La
    acusación recoge numerosas quejas. ¿A qué
    recuerda una cultura fagocitada por los medios de
    masas sino a un océano de simplezas e
    insignificancias? ¿Qué queda de la vida del
    espíritu cuando triunfan el zapeo y la diversión
    generalizados? Mientras se debilita la autoridad
    simbólica de la vida intelectual, prosperan las

                                                           7
industrias de programa, los parques temáticos y los
    juegos atraen a las masas, aumenta el tiempo que
    pasamos ante el televisor: la era gloriosa de la
    cultura desaparece en beneficio del imperio del
    entretenimiento.

   Lo que se ha apagado es el entusiasmo político, no
    los sentimientos morales. Hay que desterrar ese
    lugar común que dice que el consumo-mundo trae
    la deslegitimación de todos los valores, cinismo y
    relativismo generalizados. Por mucho que reine el
    “todo vale”, la mayor parte de los individuos tiene
    convicciones morales que se expresan mediante
    reacciones de indignación y una variedad de
    comportamientos “responsables” o altruistas. No
    presenciamos tanto la decadencia nihilista de los
    ideales como una nueva regulación social de la
    ética, compatible con el individuo hipermoderno.
    Los ideales del Bien y la Justicia no han muerto:
    aunque no construyen un mundo a su imagen,
    permiten juzgar, crítica, corregir algunos excesos o
    derivas del cosmos individual-consumista.

   La verdad es que nuestra época presencia menos la
    desvalorización de todos los valores que una
    recuperación de la pregunta moral, que tiene que
    ver con el retroceso de la influencia de lo político y
    de los grandes sistemas de sentido.

   Tampoco hay que pasar por alto que la sociedad
    del bienestar completo es la sociedad en que,
    paradójicamente, se multiplican las pasiones por la
    conquista y el riesgo. Salta a la vista que el
    consumo no es la principal motivación de los
    grandes empresarios: trabajan “como locos”,
    olvidan los placeres y el confort de la tranquilidad,
    a fin de satisfacer sus ansias de poder, de
    dominación y riesgo.

   El imperativo futuro es inventar nuevos modos de
    educación y trabajo que permitan a los individuos
    encontrar una identidad y satisfacciones que no
    sean las de los paraísos pasajeros del consumo.

EL POSHIPERCONSUMO

   Con el capitalismo de consumo, el hedonismo se
    ha impuesto como valor supremo y las
    satisfacciones comerciales como la vía privilegiada
    hacia la felicidad. Mientras la cultura de la vida
    cotidiana esté dominada por este sistema de
    referencia, y mientras no se produzca una

                                                             8
catástrofe ecológica o económica, la sociedad de
    hiperconsumo seguirá inevitablemente su curso.
    Pero si apareciesen nuevas formas de evaluar los
    goces materiales y los placeres inmediatos, si se
    impusiera otro modo de enfocar la educación, la
    sociedad del hiperconsumo haría sitio a otro tipo
    de cultura. La mutación futura vendrá por la
    invención de nuevas metas y nuevos sentidos, de
    nuevas perspectivas y prioridades en la vida.
    Cuando la felicidad se identifique menos con la
    satisfacción del máximo de necesidades y la
    renovación sin fin de objetos y diversiones, se
    habrá cerrado el ciclo del hiperconsumo. Este
    cambio socioeconómico no supone ni renuncia al
    bienestar material ni desaparición de la
    organización comercial de los modos de vida, sino
    un nuevo pluralismo de los valores, una nueva
    apreciación de una vida canibalizada por el orden
    del consumo versátil.

EL ECLECTICISMO DE LA FELICIDAD

   Son muchas las razones que permiten pensar que la
    cultura de la felicidad comercial no se puede
    considerar un modelo de buena vida. Sin embargo,
    ¿son suficientes para invalidar radicalmente el
    principio?

   Nada es concluyente en este dominio, todo está por
    inventar y construir sin modelo garantizado. Tarea
    ardua, inevitablemente insegura y sin fin,
    conquistar la felicidad sin poder saber hasta donde.

   Lo que es verdadero para la sociedad lo es para el
    individuo: el hombre avanza hacia un horizonte
    que se diluye mientras cree aproximarse, ya que
    toda solución plantea nuevos dilemas. Hay que
    inventar la felicidad continuamente y nadie tiene
    las llaves que abren las puertas de la Tierra
    Prometida: lo único que sabemos es pilotar con
    ayuda de instrumentos y rectificar continuamente,
    con más o menos éxito. Luchamos por una
    sociedad y una vida mejores, buscamos
    incesantemente caminos que nos lleven a la
    felicidad, pero ¿cómo ignorar que eso que más
    apreciamos, la alegría de vivir, será siempre como
    una propina?

Apéndices
CONSUMO, TIEMPO Y JUEGO

   Ciertas evaluaciones adelantan la hipótesis de que

                                                           9
los gastos reales del ocio podrían representar la
    cuarta parte del presupuesto de los hogares,
    consolidándose así como fuente principal de
    gastos, por delante de la vivienda; cf Gerard
    Mermet, Francoscopie 2001, Larousse, París,
    2000, p.390

   Además, no se puede separar la nueva fortuna de
    los derechos humanos de la expansión del universo
    consumista. Al elevar a norma de vida la búsqueda
    de la felicidad privada, éste ha contribuido a
    desprestigiar las grandes visiones del futuro que
    sacrificaban al individuo en aras de la Historia y la
    Nación, ha dignificado el eje del presente social y,
    en consecuencia, al individuo y sus derechos como
    fundamento último y norma organizadora de la
    vida pública.

   A pesar de su expansión, la influencia de la
    publicidad comercial es, en muchas esferas, menos
    importante que la “publicidad” oral que hacen los
    propios consumidores. Comprar tal libro, ir a ver
    tal película, elegir el lugar de vacaciones dependen
    mucho más del rumor que de la persuasión
    publicitaria.




                                                            10

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La felicidad paradójica en la sociedad del hiperconsumo

  • 1. Bibliografía Fundamental La felicidad paradójica Ensayo sobre la sociedad del hiperconsumo Giles Lipovetzsky Cátedra: Periodismo V - 2010 Selección de ejes significativos: Miguel Pérez Gaudio EJES TEXTUALES IDEAS Y APORTES VINCULANTES  Ha nacido una nueva modernidad: coincide con la “civilización del deseo” que se construyó durante la segunda mitad del siglo XX.  Esta revolución es inseparable de las últimas orientaciones del capitalismo dedicado a la estimulación perpetua de la demanda, a la comercialización y la multiplicación infinita de las necesidades: el capitalismo de consumo ha ocupado el lugar de las economías de producción.  Apoyado en la nueva religión de la incesante mejora de las condiciones de vida, el vivir mejor se ha convertido en una pasión de masas, en el objetivo supremo de las sociedades democráticas, en un ideal proclamado a los cuatro vientos. Pocos fenómenos han conseguido modificar tan profundamente los estilos de vida y los gustos, las aspiraciones y las conductas de tantas personas en tan poco tiempo.  En apariencia, nada o casi nada ha cambiado: nos movemos todavía en la sociedad del supermercado y de la publicidad, del coche y de la televisión. Sin embargo, en los dos últimos decenios se ha producido un nuevo “seísmo” que ha puesto fin a la buena y vieja sociedad de consumo, transformando tanto la organización de la oferta como las prácticas cotidianas y el universo mental del consumismo moderno: la propia revolución del consumo ha sido revolucionada. Se ha puesto en marcha con una nueva fase del capitalismo de consumo y es la sociedad del hiperconsumo. Su funcionamiento y su impacto en la vida son el tema de este libro.  Política de marca, “creación de valor para el cliente”, sistemas de fidelización, presión de la segmentación y la comunicación: hay en marcha una revolución copernicana que reemplaza la empresa “orientada al producto” por la empresa orientada al mercado y al consumidor. 1
  • 2. No son ya los productores quienes están en el origen de la reciente subida del precio del petróleo, sino el fuerte tirón de la demanda, en particular la norteamericana y la china.  Es la hora de buscar sistemáticamente una creación de valor más elevada.  Es la hora del consumo-mundo en el que se han eliminado los antagonismos culturales.  Poco a poco, el espíritu de consumo ha conseguido infiltrarse hasta las relaciones con la familia y la religión, con la política y el sindicalismo, con la cultura y el tiempo disponible.  El hiperconsumidor ya no está sólo deseoso de bienestar material: aparece como demandante exponencial de confort psíquico, de armonía interior y plenitud subjetiva y de ello dan fe el florecimiento de las técnicas derivadas del Desarrollo Personal.  La inmensa mayoría se declara feliz, a pesar de lo cual la tristeza y la tensión, las depresiones y la ansiedad forman un río que crece de manera inquietante. La gente se declara mayoritariamente feliz pensando que los demás no lo son. Jamás se han dedicado tanto los padres a satisfacer los deseos de los hijos, jamás ha habido tantas conductas problemáticas (entre el 5% y el 9% de los jóvenes de quince años) ni tantas enfermedades mentales entre éstos.  Son esos aspectos los que hacen de la sociedad del hiperconsumo la civilización de la felicidad paradójica.  “Quién habla de felicidad suele tener los ojos tristes”, decía Aragón. Primera parte La sociedad del hiperconsumo  “Sociedad de consumo”: la expresión se oye por primera vez en los años veinte, se populariza en los cincuenta y su fortuna prosigue hasta nuestros días, según se ve por el amplio uso que se le da en el lenguaje corriente y en los discursos más especializados. La idea de sociedad de consumo 2
  • 3. parece hoy algo evidente y se presenta como una de las figuras más emblemáticas del orden económico y de la vida cotidiana de las sociedades actuales. 1. Las tres edades del capitalismo de consumo La aparición de los mercados de masas Producción y mercadotecnia de masas  El ciclo I de la era del consumo de masas comienza alrededor de la década de 1880 y termina con la Segunda Guerra Mundial.  Fase I que ve instituirse, en lugar de los pequeños mercados locales, los grandes mercados nacionales, posibilitados por las infraestructuras modernas del transporte y las comunicaciones: ferrocarril, telégrafo, teléfono. Al aumentar la regularidad, el volumen y la velocidad de los transportes a las fábricas y las ciudades, las redes ferroviarias en concreto permitieron la formación del comercio a gran escala, el traslado regular de cantidades masivas de productos, la gestión de los flujos de productos de un estado de la producción a otro. La economía fordiana  Caracterizada por un extraordinario crecimiento económico, por la elevación del nivel de productividad del trabajo y por la generalización de la regulación fordiana de la economía, la fase II es idéntica a lo que se ha llamado “sociedad de la abundancia”. Al multiplicar por tres o cuatro el poder adquisitivo de los salarios y democratizando los sueños del Dorado consumista, la fase II se presenta como el modelo puro de la “sociedad de consumo de masas” Hiperconsumo y ansiedad  La ansiedad está asimismo en la base del gusto de los adolescentes por las marcas. Si bien es verdad que la marca permite diferenciar o clasificar a los grupos, la motivación que sostiene la adquisición no está menos ligada a la cultura democrática. Pues exhibir un logotipo, para un joven, no equivale a ponerse por encima de los otros sino a no parecer menos que los otros. Medicalización del consumo 3
  • 4. Nada expresa mejor la decadencia del espíritu del consumo por prestigio que la evolución de las demandas y de los comportamientos relacionados con la salud. La sociedad del hiperconsumo es la sociedad en la que los gastos de salud aumentan en todas las direcciones, más que el conjunto del consumo. El Homo consumericus camina cada vez más aprisa hacia el Homo sanitas: consultas, fármacos, análisis, tratamientos, todos estos consumos dan lugar a un proceso acelerado que no parece tener fin. Al mismo tiempo, los espíritus se preocupan un poco más cada día por el cuidado de la salud, los consejos preventivos, la información competente: ya no se consumen sólo medicamentos, sino también programas de televisión y radio, artículos para el gran público, páginas web, obras de divulgación guías y enciclopedias médicas. He aquí la salud erigida en primer valor y que aparece como una preocupación omnipresente en casi todas las edades: no basta con curar las enfermedades, ahora se trata de intervenir por adelantado para desviar su curso, anticiparse al futuro, cambiar los comportamientos de las conductas de riesgo, dar constancia de buena “observancia”. Ligereza y fragilidad  Si la mayoría se declara feliz en los sondeos, todos, a intervalos más o menos regulares, se muestran inquietos, tristes, insatisfechos de su vida privada o profesional. La civilización que se avecina no elimina la sociabilidad humana, destruye la tranquilidad con uno mismo y la paz con el mundo, ya que es como si las insatisfacciones aportadas por el mercado. Un paso adelante, un paso atrás: la alegría, la gracia de vivir no están en la agenda del progreso. Cada vez más satisfacciones materiales, cada vez más viajes, juegos, esperanza de vida: pero eso no nos ha abierto de par en par las puertas de la alegría de vivir. Vida profesional, vida sentimental, vida fracasada  Sin embargo ¿es el consumo el mejor ángulo de observación para entender la decepción hipermoderna? Seguramente no. En otras esferas se presenta con más intensidad: la vida profesional y la vida afectiva son sus principales vectores.  A causa de la desregulación del mercado de trabajo 4
  • 5. y de la precarización del empleo, la esfera profesional está en la base de una creciente marea de sentimientos de inseguridad, de inquietudes y dudas sobre uno mismo.  Decepción profesional que viene con un alud de decepciones de naturaleza comunicacional, sentimental y familiar. Pues la precarización afecta tanto a la vida de pareja como a la vida profesional. Proliferación de separaciones, espiral de divorcios, conflictos por la custodia de los hijos, dificultades para comunicarse: el proceso de individualización comporta expectativas más intensas en la vida de pareja y al mismo tiempo la multiplicación de los conflictos y las decepciones íntimas: cuando la pareja se basa únicamente en el sentimiento, todo acaba en rupturas, crisis relacionales y desilusiones. DESEOS, FRUSTRACIONES Y PUBLICIDAD  Decepción, frustración: en los procesos incoados contra el cosmos consumista, la publicidad ocupa, como se sabe, un lugar primordial. Por machacar a los consumidores, por crear necesidades superfluas, por lanzar incesantemente nuevos deseos de comprar, por identificar la felicidad con los bienes comerciales, se ha acusado a la publicidad no sólo de manipular, estandarizar e idiotizar a las personas, sino también de ser una trampa diabólica que hincha hasta el infinito la insatisfacción individual. La publicidad-reflejo  Los adversarios de la publicidad se enfadan porque las últimas tendencias se dedican a difundir valores y mensajes con sentido, a semejanza de un sistema totalitario. La acusación es fuerte, la argumentación débil. ¿Dónde está la dominación despótica cuando el marketing de los valores no hace más que alinearse con la ideología triunfante de los derechos humanos, la moralidad mínima o la ecología? ¿Toma de las tiendas de la cultura por el branding? Aún falta mucho, porque la publicidad sólo exalta lo consensuado. Cuanto más creativa y social se quiere la comunicación, más pone en escena sistemas referenciales que no son suyos, que están ya consagrados por el cuerpo social. La publicidad hipermoderna se presenta más como una caja de resonancia que como un agente de transformación social y cultural. Educa 5
  • 6. al consumidor y lo refleja. El Leviatán publicitario es un espejismo que oculta una fuerza que ha dejado de inventar nuevas formas de vivir. POBREZA Y DELINCUENCIA: LA VIOLENCIA DE LA FELICIDAD Exclusión, consumo e individualización  La pobreza y la indefensión de masa que hay en nuestras sociedades se manifiestan con rasgos desconocidos. Hasta hace poco la pobreza describía a grupos sociales tradicionalmente estables e identificables, que conseguían subsistir gracias a las solidaridades vecinales. Esta época ha pasado, las poblaciones invalidadas de la sociedad posindustrial no constituyen, hablando con propiedad, una clase social determinada. Parados de mucho tiempo, madres solas que trabajan a tiempo parcial, jóvenes sin cualificar que buscan pequeñas ocupaciones, beneficiarios del subsidio de ingresos mínimos, el paisaje de la exclusión hipermoderna se presenta como una nebulosa sin cohesión de situaciones y recorridos particulares. En esta constelación de dimensiones plurales no hay ni conciencia de clase, ni solidaridad de grupo, ni destino común, sino trayectorias e historias personales muy diferentes. Víctimas de procesos de descalificación o invalidación social, de situaciones y dificultades individuales, los nuevos “desafiliados” aparecen en una sociedad que, por ser brutalmente desigualitaria, también es hiperindividualista al mismo tiempo o, dicho de otro modo, se ha liberado del marco cultural y social de las clases tradicionales.  Por un lado, los jóvenes de los barrios periféricos de las grandes ciudades asimilan masivamente las normas y los valores consumistas. Por el otro, la vida precaria y la pobreza les impiden participar plenamente en las actividades de consumo y en las diversiones comerciales. De esta contradicción surge con fuerza un chorro de sentimientos de exclusión y de frustración, al mismo tiempo que comportamientos de tipo delictivo. Puesto que no conocen más que el fracaso escolar y la precariedad, los jóvenes de los barrios “problemáticos” se despreocupan del trabajo, tienden a justificar la pequeña delincuencia, el robo y los “apaños” como recursos fáciles para obtener dinero y participar en los modos de vida dominantes con que nos bombardean los medios. 6
  • 7. ¿Por qué alienar su vida y su libertad con un trabajo que les reporta tan poco? EL MAL DE OJO  Por lejos que nos remontemos en la historia de las sociedades humanas, el veneno de la envidia se conoce, se nombre y al mismo tiempo se teme. En todas las civilizaciones y lenguas conocidas, el individuo presa de la envidia es blanco de condenas y críticas, en los cuentos, las leyendas y los proverbios, en todas partes, desde las creencias salvajes hasta el Antiguo Testamento (Caín y Abel), la envidia y la codicia se califican de pasiones devoradoras, de amenazas, plagas terribles. Pero si este sentimiento es una constante de la naturaleza humana y de la vida en sociedad, tenemos derecho a pensar que no todas las sociedades le conceden la misma importancia, no todas favorecen del mismo modo la aparición del individuo envidioso.  La envidia está en la base de las desgracias que le suceden a todo el mundo. Éste es el motivo de que sean numerosos los ritos y creencias destinados a protegerse de quienes tienen predisposición a la mala voluntad.  La televisión, las revistas y la prensa del corazón presentan cotidianamente el espectáculo de los que encarnan la plenitud de la vida. Por medio de fotos y reportajes por todo lo alto, los medios no sólo hacen brillar los modelos de vida feliz, sino que se dedican a hacer más bello, más deseable lo más deseable, más felices a los más felices. Tras una lógica tradicional de disimulo llega una lógica de sobreexposición de imágenes de felicidad fuera de lo común. ETICA Y ESTÉTICA: ¿UNA NUEVA BARBARIE?  Al igual que la biosfera, el mundo del espíritu o de la cultura aparece como otro gran continente devastado por el capitalismo de consumo. La acusación recoge numerosas quejas. ¿A qué recuerda una cultura fagocitada por los medios de masas sino a un océano de simplezas e insignificancias? ¿Qué queda de la vida del espíritu cuando triunfan el zapeo y la diversión generalizados? Mientras se debilita la autoridad simbólica de la vida intelectual, prosperan las 7
  • 8. industrias de programa, los parques temáticos y los juegos atraen a las masas, aumenta el tiempo que pasamos ante el televisor: la era gloriosa de la cultura desaparece en beneficio del imperio del entretenimiento.  Lo que se ha apagado es el entusiasmo político, no los sentimientos morales. Hay que desterrar ese lugar común que dice que el consumo-mundo trae la deslegitimación de todos los valores, cinismo y relativismo generalizados. Por mucho que reine el “todo vale”, la mayor parte de los individuos tiene convicciones morales que se expresan mediante reacciones de indignación y una variedad de comportamientos “responsables” o altruistas. No presenciamos tanto la decadencia nihilista de los ideales como una nueva regulación social de la ética, compatible con el individuo hipermoderno. Los ideales del Bien y la Justicia no han muerto: aunque no construyen un mundo a su imagen, permiten juzgar, crítica, corregir algunos excesos o derivas del cosmos individual-consumista.  La verdad es que nuestra época presencia menos la desvalorización de todos los valores que una recuperación de la pregunta moral, que tiene que ver con el retroceso de la influencia de lo político y de los grandes sistemas de sentido.  Tampoco hay que pasar por alto que la sociedad del bienestar completo es la sociedad en que, paradójicamente, se multiplican las pasiones por la conquista y el riesgo. Salta a la vista que el consumo no es la principal motivación de los grandes empresarios: trabajan “como locos”, olvidan los placeres y el confort de la tranquilidad, a fin de satisfacer sus ansias de poder, de dominación y riesgo.  El imperativo futuro es inventar nuevos modos de educación y trabajo que permitan a los individuos encontrar una identidad y satisfacciones que no sean las de los paraísos pasajeros del consumo. EL POSHIPERCONSUMO  Con el capitalismo de consumo, el hedonismo se ha impuesto como valor supremo y las satisfacciones comerciales como la vía privilegiada hacia la felicidad. Mientras la cultura de la vida cotidiana esté dominada por este sistema de referencia, y mientras no se produzca una 8
  • 9. catástrofe ecológica o económica, la sociedad de hiperconsumo seguirá inevitablemente su curso. Pero si apareciesen nuevas formas de evaluar los goces materiales y los placeres inmediatos, si se impusiera otro modo de enfocar la educación, la sociedad del hiperconsumo haría sitio a otro tipo de cultura. La mutación futura vendrá por la invención de nuevas metas y nuevos sentidos, de nuevas perspectivas y prioridades en la vida. Cuando la felicidad se identifique menos con la satisfacción del máximo de necesidades y la renovación sin fin de objetos y diversiones, se habrá cerrado el ciclo del hiperconsumo. Este cambio socioeconómico no supone ni renuncia al bienestar material ni desaparición de la organización comercial de los modos de vida, sino un nuevo pluralismo de los valores, una nueva apreciación de una vida canibalizada por el orden del consumo versátil. EL ECLECTICISMO DE LA FELICIDAD  Son muchas las razones que permiten pensar que la cultura de la felicidad comercial no se puede considerar un modelo de buena vida. Sin embargo, ¿son suficientes para invalidar radicalmente el principio?  Nada es concluyente en este dominio, todo está por inventar y construir sin modelo garantizado. Tarea ardua, inevitablemente insegura y sin fin, conquistar la felicidad sin poder saber hasta donde.  Lo que es verdadero para la sociedad lo es para el individuo: el hombre avanza hacia un horizonte que se diluye mientras cree aproximarse, ya que toda solución plantea nuevos dilemas. Hay que inventar la felicidad continuamente y nadie tiene las llaves que abren las puertas de la Tierra Prometida: lo único que sabemos es pilotar con ayuda de instrumentos y rectificar continuamente, con más o menos éxito. Luchamos por una sociedad y una vida mejores, buscamos incesantemente caminos que nos lleven a la felicidad, pero ¿cómo ignorar que eso que más apreciamos, la alegría de vivir, será siempre como una propina? Apéndices CONSUMO, TIEMPO Y JUEGO  Ciertas evaluaciones adelantan la hipótesis de que 9
  • 10. los gastos reales del ocio podrían representar la cuarta parte del presupuesto de los hogares, consolidándose así como fuente principal de gastos, por delante de la vivienda; cf Gerard Mermet, Francoscopie 2001, Larousse, París, 2000, p.390  Además, no se puede separar la nueva fortuna de los derechos humanos de la expansión del universo consumista. Al elevar a norma de vida la búsqueda de la felicidad privada, éste ha contribuido a desprestigiar las grandes visiones del futuro que sacrificaban al individuo en aras de la Historia y la Nación, ha dignificado el eje del presente social y, en consecuencia, al individuo y sus derechos como fundamento último y norma organizadora de la vida pública.  A pesar de su expansión, la influencia de la publicidad comercial es, en muchas esferas, menos importante que la “publicidad” oral que hacen los propios consumidores. Comprar tal libro, ir a ver tal película, elegir el lugar de vacaciones dependen mucho más del rumor que de la persuasión publicitaria. 10