1. ESCUCHAD AL SEÑOR.
Queridos amigos: En la fiesta del Bautismo de Jesús, el Señor nos exhorta con
estas palabras: “Este es mi Hijo, el amado, escuchadle”. (Mc. 1, 9).
¿Qué es escuchar y cómo escuchar al Señor?
Escuchar, es olvidarnos por unos momentos de nosotros mismos y abrir nuestros
oídos y nuestro corazón al que nos habla, al que se comunica con nosotros.
Escuchar, es creer y aceptar que la escucha tiene un poder sanador; puede
desangustiarnos y ayudarnos a encontrar alivio, serenidad y paz.
Escuchar, es admitir que la escucha puede hacer mucho bien con muy poco.
Escuchar, no es tan fácil como parece. Exige disposición para recibir, paciencia
para admitir el ritmo del otro, capacidad de encaje de lo inesperado o
sorprendente, inteligencia para captar bien y elegancia para valorar lo que te
dicen. Por eso, aprender a escuchar bien, es una tarea necesaria, apasionante,
pero trabajosa. No nos engañemos.
Cuando hoy, el Señor nos exhorta diciéndonos: ¡Escuchad!, ¿qué nos pide?
Escuchar requiere silencio, no tener prisa, sentir la vida y sintonizar con los
demás.
Escuchad – dice el Señor – al pobre, al que sufre, al que se encuentra solo, al que
no es valorado, al que se encuentra sin trabajo o sin perspectiva de futuro.
Escuchad las voces que hemos olvidado: nuestra propia voz, la voz de los
amigos, de los golpeados, de los oprimidos y olvidados.
Escuchad al Señor, que nos habla por su Espíritu, que lo penetra todo, lo invade
todo, lo unge todo, lo alegra y fortalece todo.
Escuchemos al Señor, no sólo para dar respuesta y para dignificar al que no es
escuchado, sino para aprender de Él. Si sabemos escuchar; las palabras, las
quejas, las esperanzas, las súplicas y hasta los silencios y lágrimas serán como
Palabra de Dios que nos interpela y nos juzga.
“ESTE ES MI HIJO, EL AMADO, ESCUCHADLE”. (Mc. 1, 9)
Gabriel.
Madrid. 8 de Enero de 2012. El Bautismo del Señor. Ciclo. B.