Disciplinas espirituales en el Ministerio de Alabanza.pptx
GUIÓN SIN CANCIONES DEL DOMINGO 2º DE NAVIDAD. CICLO B. DIA 4 DE ENERO DEL 2015
1. SEGUNDO DOMINGO DE NAVIDAD
Moniciones de entrada:
Este domingo, primero del año, seguimos saboreando la alegre noticia de la Navidad: Dios se
hace presente entre nosotros por medio de Jesús.
Es el Señor quien nos ofrece el camino de la verdadera “Sabiduría” para poder alcanzar
nuestros deseos de felicidad. La Palabra de Dios, la Sabiduría de Dios, el Amor de Dios, viene a
nosotros, pero nosotros no siempre sabemos encontrarle en nuestro camino.
Saludo
Hermanos: La paz y el amor de Dios, nuestro Padre, que se ha manifestado en Cristo, estén con
todos vosotros…
Acto penitencial:
Dios sale a nuestro encuentro a través de su Palabra, que quiere encarnarse en nuestro
corazón. Por nuestra parte, reconozcamos cuántos obstáculos la impiden habitar en nosotros...
– Por las veces que hemos cerrado nuestros oídos a la Palabra que Dios nos dirige. Señor, ten
piedad…
– Porque no hemos escuchado al Dios que nos habla en los acontecimientos y a través de
nuestros hermanos. Cristo, ten piedad…
– Porque no hacemos vida en nuestras vidas el mensaje y la voluntad de nuestro Dios. Señor,
ten piedad…
Oración:
Te bendecimos, Padre bueno, porque nos pensaste desde antiguo y nos llamaste a la vida para
desarrollar una existencia digna en tu presencia. Reconocemos que tu simiente está en
nuestro interior. Ayúdanos a asumir nuestra vocación para saber comunicar tu sabiduría y tu
bendición. Por NSJ…
Escuchamos la Palabra
Monición a las lecturas
En su afán de acercarse y de manifestarse, Dios ha plantado su sabiduría en el campo de la
historia y ha echado raíces donde se le ha acogido. Por eso, como personas y como creyentes,
tenemos muchos motivos para bendecir a Dios. Él nos ha bendecido primero. Ya antes de
nacer, había pronunciado nuestro nombre, nos había elegido como hijos y nos había soñado a
imagen de Jesús.
Lectura del libro del Eclesiástico
La sabiduría hace su propio elogio, se gloría en medio de su pueblo. Abre la boca en la
asamblea del Altísimo y se gloría delante de sus potestades. En medio de su pueblo será
ensalzada, y admirada en la congregación plena de los santos; recibirá alabanzas de la
2. muchedumbre de los escogidos y será bendita entre los benditos.
Entonces el Creador del universo me ordenó, el Creador estableció mi morada: – Habita en
Jacob, sea Israel tu heredad. Desde el principio, antes de los siglos, me creó, y no cesaré jamás.
En la santa morada, en su presencia ofrecía culto y en Sión me estableció; en la ciudad
escogida me hizo descansar, en Jerusalén reside mi poder. Eché raíces en un pueblo glorioso,
en la porción del Señor, en su heredad.
Palabra del Señor
Salmo: La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros
(Salmo 147)
Lectura del santo Evangelio según san Juan
En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La
Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no
se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.
La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo
estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los
suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen
en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de
Dios. Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria:
gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Palabra del Señor
Homilía:
Nuevamente suenan las palabras del Evangelista Juan, en medio de estos días de Navidad, que
nos describen el inmenso error de los hombres al no acoger a Dios: “Vino al mundo y el mundo
no le conoció… Vino a su casa y los suyos no le recibieron”.
Son muchos los que ya no esperan a Dios ni les preocupa en absoluto recibirlo en sus vidas. Les
basta recibir con euforia el Año Nuevo.
Hemos contemplado en la TV cómo se ha recibido en el mundo el año nuevo. Hemos visto
gentes reunidas en Londres para escuchar las campanadas del Big Ben e iniciar la “noche loca”
del Año Nuevo, el espectáculo de los fuegos artificiales sobre el cielo de Nueva York, las clases
elegantes de París brindando con el mejor champagne, los jóvenes de Nueva Sydney
saludando el año con la primera borrachera.
Lo que no he podido ver en ningún canal es cómo se recibe al Año Nuevo en los barrios de
Kigali, Ruanda, o en los poblados de Sudán o Etiopía o en la periferia de Calcuta… No habrá
fuegos artificiales porque no tiene luz para iluminar sus casas destartaladas. No brindarán con
champagne porque tiene que recorrer muchos kilómetros para buscar un poco de agua
potable. No organizarán el gran cotillón de Nochevieja, con repostería selecta, porque tendrán
que contestarse con algo de mandioca o unos trozos de boniato.
Cuando Jesús invitaba a “acoger el reino de Dios y su justicia”, no estaba proclamando un
mensaje espiritual y etéreo. Estaba señalando el único camino que nos puede llevar a los
3. hombres hacia un futuro más humano y más dichoso para todos.
Cuando los hombres acogen, realmente, a Dios como Padre de todos y como criterio absoluto
que rige sus vidas, en la misma medida en la tierra comienza a reinar la solidaridad fraterna.
Los poderosos no pueden abusar de lo débiles, ni los ricos ignorar a los pobres, ni los países
satisfechos del Norte abandonar a los pueblos hambrientos de la tierra.
Este mensaje constituye el núcleo esencial del evangelio y nos lo hemos de tomar en serio
quienes nos decimos cristianos. NO para amargarnos las fiestas o dejar de disfrutar de la vida,
sino para que escuchemos en el fondo de nuestra conciencia una pregunta ineludible: ¿podéis
ser felices sabiendo que no todos pueden tener parte en vuestra felicidad?
Estoy convencido de que seríamos más humanos y más felices si nos atreviéramos a poner un
límite a nuestro bienestar para poder compartirlo con los pueblos pobres de la tierra.
Estoy seguro de que seríamos más humanos y más felices si pusiéramos un límite a nuestro
egoísmo y fuéramos más solidarios y generosos.
Y ello sería una urgencia, si Dios fuera nuestro Padre y el criterio que rige nuestra vida…
Pero esto no es así, y por ello persiste esta enorme injusticia y por eso sigue siendo una
llamada urgente la del evangelio de hoy: “Vino a los suyos y los suyos no le recibieron…”
Oración de los fieles:
Bendito sea Dios, que nos ha bendecido en Jesucristo. Le presentamos nuestras plegarias,
porque es Padre misericordioso.
1.- Palabra de Dios, que has venido a la tierra para ayudarnos a encontrar sentido a nuestra
vida: haz de tu Iglesia un testimonio fiel de la Buena Noticia de Jesús. Oremos.
2.- Príncipe de la Paz: haz que todas las personas nos respetemos mutuamente, y podamos
trabajar con toda intensidad por la paz entre los pueblos y entre nosotros. Oremos.
3.- Dios eternamente joven, pequeña criatura en un pesebre: conserva en los niños su
sencillez. Oremos.
4.- Pan de Vida que alimentas nuestra vida: da consuelo y fuerza a los enfermos, a los
solitarios, a los afligidos y, también a los que cuidan de ellos. Oremos.
5.- Libertador del mundo: ilumina con tu luz a todos los que te buscan en la belleza de la
creación. Oremos.
Escucha, Padre, nuestra oración. Por JNS.
Presentación de ofrendas
a) Presentación de un elemento significativo de acampar
(Hace la ofrenda un joven de la comunidad. Si no hay tienda se puede sustituir por un saco de
dormir)
Señor, te traigo esta tienda de campaña, en nombre de cuantos formamos esta comunidad. Es
símbolo más del estilo de vida juvenil, acostumbrados a las acampadas y colonias. Sin
embargo, con ella queremos ofrecerte el talante de nuestra comunidad y de cada uno de
nosotros. Sabemos que vivimos en tierra extraña y que caminamos hacia tu Reino. Pero
sabemos también que, como tu Hijo que plantó su tienda entre nosotros, no caminamos por
4. esta tierra sin que nos interese nada. Al contrario, los dolores, esperanzas y alegrías de los
hombres son, también, los nuestros, y queremos luchar con todos ellos por su liberación.
b) Presentación de una lámpara de camping
(También puede presentar la lámpara un joven, aunque pudiera hacerlo cualquiera de las
personas adultas. Debe estar encendida y se situará junto a las velas que lucen en el altar)
Yo te traigo, Señor, esta lámpara de camping que ha presidido más de una velada de
vacaciones. Ha lucido en la noche para iluminar nuestra convivencia. Y ahora te la ofrezco
como símbolo del deseo que tenemos, como comunidad y como personas, de ser luz en medio
de nuestra sociedad y nuestro mundo, tal como lo fue tu Hijo Jesucristo para todos nosotros.
c) Presentación de unas gafas
(Lo puede hacer una de las personas mayores de la comunidad, que las use habitualmente)
Mira, Señor, yo te traigo estas gafas, que me ayudan a leer y a ver, porque mi vista está ya
cansada a causa de los años. Sin embargo, yo te las ofrezco ahora como compromiso del
esfuerzo que hemos de hacer para fiarnos de la luz de tu Hijo Jesús. Aunque también, como
recuerdo de que, si Tú no nos regalas la fe, nos puede suceder lo que a tu antiguo pueblo que
no reconoció al que vivió entre ellos.
Padrenuestro:
Padre, que estás entre nosotros, derramando bendición, sabiduría y mensaje salvador. La
creación y la historia están empapadas de tu presencia. Recibe nuestra alabanza y nuestra
bendición al decirte llenos de agradecimiento:
Padre nuestro…
Gesto de paz:
Dios nos ha encargado a cada uno la misión de transformar este mundo. Pero con sencillez. Si
cada uno de nosotros es fiel a la tarea que Dios nos ha encomendado, el mundo será una tierra
en paz, como lo anunciaron los ángeles en Belén…
Comunión:
Cristo pone su tienda entre nosotros. Acampa y hace un alto en el camino para reemprender la
marcha junto a nosotros. Nos reconforta con su pan, nos alienta con su esperanza, nos une con
su amor. Comulgamos con él y con los hermanos para, juntos, proseguir nuestro viaje por la
vida. Dichosos los invitados a la Mesa del Señor…
Oración
Queremos escuchar tu palabra,
queremos conocerla hasta el fondo,
queremos sacar de ella todo el dinamismo que posee.
5. Conocemos tu palabra desde niños,
sabemos que nos alimenta,
y estamos seguros de que contiene la respuesta
a todas nuestras preguntas.
Tu palabra, Señor, tu vida, tu forma de estar en el mundo,
nos la contaron tus amigos más cercanos.
Luego los nuestros nos la han ido transmitiendo,
envuelta en amor o en normas, con más o menos acierto.
Tu palabra es guía,
que dejándose llevar por ella, te lleva a la meta;
tu palabra es verdad, pues tu única afirmación es el amor;
tu palabra es libertad, pues induce al perdón,
a la comprensión y a soltar ataduras
y tu palabra es sosiego, pues atrae, anima,
descansa y disculpa siempre.
Tú nos regalas tu palabra, Señor,
y nosotros buscamos traducciones complicadas.
Tú nos sales al encuentro en tu Evangelio
y nosotros apenas lo leemos.
Tú nos quieres decir algo nuevo cada día
y nosotros lo damos todo por sabido.
Tú nos hablas al corazón siempre
y nosotros seguimos buscándote por otros rincones.
Ayúdanos, Señor, a saber disfrutarte,
a leer entre líneas, a gozar tu mensaje.
Enséñanos a comentarte en compañía,
a compartir lo que susurras a cada uno.
Poténcianos la escucha, la reflexión, la intimidad contigo.
Mantennos muy atentos, disponibles, no dispersos,
y haz que tu palabra nos llegue al corazón.
Así caminaremos hacia la verdadera Vida, esa que
Tú nos ofreces constantemente.
Monición final y bendición:
El tiempo de Navidad es especialmente expresivo de la cercanía de Dios. Como nos ha
recordado el Evangelio. Él ha querido acampar entre nosotros, ser un vecino más y compartir
la marcha de la vida. Vivamos con fe y con entusiasmo esta compañía de nuestro Dios. Seamos
testigos de que Él vive ya entre nosotros. Para ello que la bendición de Dios Todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros…
6. Conocemos tu palabra desde niños,
sabemos que nos alimenta,
y estamos seguros de que contiene la respuesta
a todas nuestras preguntas.
Tu palabra, Señor, tu vida, tu forma de estar en el mundo,
nos la contaron tus amigos más cercanos.
Luego los nuestros nos la han ido transmitiendo,
envuelta en amor o en normas, con más o menos acierto.
Tu palabra es guía,
que dejándose llevar por ella, te lleva a la meta;
tu palabra es verdad, pues tu única afirmación es el amor;
tu palabra es libertad, pues induce al perdón,
a la comprensión y a soltar ataduras
y tu palabra es sosiego, pues atrae, anima,
descansa y disculpa siempre.
Tú nos regalas tu palabra, Señor,
y nosotros buscamos traducciones complicadas.
Tú nos sales al encuentro en tu Evangelio
y nosotros apenas lo leemos.
Tú nos quieres decir algo nuevo cada día
y nosotros lo damos todo por sabido.
Tú nos hablas al corazón siempre
y nosotros seguimos buscándote por otros rincones.
Ayúdanos, Señor, a saber disfrutarte,
a leer entre líneas, a gozar tu mensaje.
Enséñanos a comentarte en compañía,
a compartir lo que susurras a cada uno.
Poténcianos la escucha, la reflexión, la intimidad contigo.
Mantennos muy atentos, disponibles, no dispersos,
y haz que tu palabra nos llegue al corazón.
Así caminaremos hacia la verdadera Vida, esa que
Tú nos ofreces constantemente.
Monición final y bendición:
El tiempo de Navidad es especialmente expresivo de la cercanía de Dios. Como nos ha
recordado el Evangelio. Él ha querido acampar entre nosotros, ser un vecino más y compartir
la marcha de la vida. Vivamos con fe y con entusiasmo esta compañía de nuestro Dios. Seamos
testigos de que Él vive ya entre nosotros. Para ello que la bendición de Dios Todopoderoso,
Padre, Hijo y Espíritu Santo descienda sobre vosotros…