1. Para el 10 de mayo de 2014
PARA ESTA SEMANA: Romanos 7:1-6; 8:5-8; 7:7-13; 4:15; Hechos 13:38,
39; Gálatas 3:10.
TEXTO CLAVE: "Así mismo, hermanos míos, ustedes murieron a la ley
mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue
levantado de entre los muertos. De este modo daremos fruto para Dios"
(Romanos 7:4).
PREVIEW SÁBADO
03Mayo“E
ntonces Pilato se lo entregó para que lo crucificaran, y los
soldados se lo llevaron. Jesús salió cargando su propia
cruz hacia el lugar de la Calavera [...]. Allí lo crucificaron"
(Juan 19:16-18). ¡Se llevaron al Autor de la vida! Él sufrió
para que nosotros podamos ser salvos. Su muerte significa esperanza y
libertad del pecado.
Muchas personas se preguntan cuál es el significado de la vida. Pien-
san que obedecer a Dios suena aburrido. Yo solía sentirme así. Pero,
luego conocí a Jesús. Antes de experimentarlo, el pecado es como un
lazo alrededor de nuestro cuello. Nos quita la vida. Y Satanás está deter-
minado a matarnos. Sí, la Ley de Dios nos muestra lo pecadores que
somos; queremos cumplir la Ley, pero no podemos (Mateo 26:41). Mu-
chos hemos deseado que las leyes de Dios no existieran; queremos que
desaparezcan porque parece tan complicado y difícil obedecerlas. No en-
contramos gozo en hacerlo.
Sin embargo, la verdad sobre la Ley de Dios es que no es una cuerda
que nos ata: es una cuerda que se extiende desde el cielo y nos conecta
con nuestro Padre celestial y nuestro verdadero hogar.
Como hijos de Dios, hemos muerto a la Ley. Realmente "He[mos] sido
crucificado[s] con Cristo, y ya no [vivimos nosotros] sino que Cristo vive
en [nosotros]. Lo que ahora [vivimos] en el cuerpo, lo [vivimos] por la fe
en el Hijo de Dios, quien [nos] amó y dio su vida por [nosotros]" (Gálatas
2:20). Vivimos a través de su justicia, y somos perfectamente libres solo
en él. Solo el poder de Cristo puede ganar la batalla entre la carne y el
espíritu.
Aprendamos esta semana que ser cristianos no es tratar de no pecar.
Es enfocarnos tanto en Jesús ¡que el pecado ni siquiera sea una opción!
Lección para jóvenes | 40
06La muerte de
Cristo y la Ley
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2. JESUCRISTO MURIÓ.
¿MURIERON TAMBIÉN LAS LEYES?
El nacimiento de Cristo fue un punto de inflexión en la historia. Ahora
los calendarios juliano y gregoriano designan los años como a.C. (antes
de Cristo) o d.C. (después de Cristo). Es una especie de marca del final
de un período y el comienzo de uno nuevo. Pero, ¿te has preguntado al-
guna vez qué cambió gracias al nacimiento y la muerte de Cristo?
Romanos 8:2 nos dice que aquellos que están en Cristo están libres
de la ley del pecado y la muerte. Si tomamos estas palabras fuera de
contexto, podríamos llegar a la conclusión de que cuando Jesús murió
en la cruz abolió la ley moral de Dios: los Diez Mandamientos. Pero ¿es
cierto esto? La ley moral demanda que quien quiebre la Ley debe morir.
Es por esto que, como todos hemos pecado (Romanos 3:23), todos de-
beríamos morir la muerte eterna. Pero alabado sea Dios, porque Jesu-
cristo murió una muerte que él pensó que lo separaría para siempre del
Padre. Su muerte cumple con la demanda de la ley moral. Podemos ele-
gir aceptar la muerte de Cristo como la nuestra, y así escapar de la
muerte eterna que mereceríamos por nuestros pecados, o podemos
aceptar su muerte por nosotros y vivir con él por la eternidad.
Cuando aceptamos el generoso regalo de Cristo, ¿tenemos permitido
vivir como queramos, como si los Mandamientos de Dios no tuvieran
poder sobre nosotros? ¿Es la manera en que mostramos nuestro agra-
decimiento al Señor por salvarnos? ¿O es nuestra obediencia a la ley
moral, a través de la presencia del Espíritu Santo, lo que muestra que
realmente hemos aceptado su salvación? Jesús no vino a destruir la Ley
y los profetas, sino a cumplirlos (Mateo 5:17). La Ley de Dios todavía
tiene demandas, pero Cristo ya pagó el precio por nuestra desobedien-
cia.
La muerte de Cristo no abolió nuestra necesidad de obedecer los Diez
Mandamientos. Al contrario, su muerte fue por nosotros. Los Diez Man-
damientos todavía son importantes, porque muestran el verdadero ca-
rácter de Dios; el tipo de carácter que él desea que nosotros
desarrollemos a través de la presencia del Espíritu Santo. Es por esto
que su Ley nos recuerda constantemente que necesitamos a Aquel que
está, que estuvo y que ha de venir.
Biblia en mano
Examina cuidadosamente Romanos 7:1 al 6, y resume lo mejor que puedas
lo que está diciendo Pablo. Léelo con cuidado, recordando otros pasajes bí-
blicos acerca de la Ley.
DOMINGO
04
41 | Lección para jóvenes
Mayo
3. LA MUERTE DE CRISTO Y LA LEY LUNES
05Muerte a la Ley/Vida en Cristo (Romanos 6, 7)
Necesitamos la ley moral de Dios (los Diez Mandamientos) para ex-
poner el pecado. Sin la Ley de Dios nunca nos daríamos cuenta de que
necesitamos un Salvador (Romanos 7:7). La iniquidad está impregnada
en nuestra naturaleza, y nos lleva a una muerte segura. Es por esto que
Jesús decidió morir por nosotros, salvándonos así de nuestra naturaleza
pecaminosa y de nuestra condenación a muerte eterna por su ley moral,
al ser transgresores. No hay ninguna otra manera de ser salvos que a
través del sacrificio de Cristo (Romanos 6:8-11). No hay ninguna otra
manera de cumplir la Ley que cuando estamos vivos en Cristo (Juan
14:15; 15:10).
En Romanos 6, 7 y 8 Pablo nos muestra la relación entre la obedien-
cia y la gracia de Dios. La gracia suple el poder que hace posible la obe-
diencia y la victoria sobre el pecado.
El poder y la función de la Ley (Romanos 4:15; 7:8-11)
Según la ley moral de Dios, todos somos culpables porque no tene-
mos poder en nosotros mismos para cumplir la Ley. El castigo para los
transgresores de la Ley es la muerte. Aunque darnos cuenta de esto
nos llevaría a la desesperación, la hermosa verdad es que nos deberí-
amos acercar más a Cristo, porque él es quien tiene las llaves de la
muerte.
Lo que la Ley no puede hacer (Hechos 13:38, 39; Romanos 8:3; Gálatas
3:21)
El propósito de la Ley de Dios es mantenernos cerca de él. Sin em-
bargo, la Ley nunca puede justificarnos (Gál. 3:10). Esto es así porque
todos somos pecadores, demasiado débiles para cumplir la Ley por nos-
otros mismos. Si pudiéramos cumplir los Mandamientos de Dios, no ha-
bría sido necesario que Cristo viniera a la Tierra y muriera por nuestros
pecados. La salvación sería el resultado de nuestro propio esfuerzo. Sin
embargo, todo lo que era imposible a través de la Ley, Jesús lo logró a
través de su muerte. Vino en un cuerpo humano, y murió por nosotros
sin transgredir la Ley ni una sola vez en toda su vida. Cuando lo acep-
tamos por fe como nuestro Salvador, Dios nos acepta como sus hijos
preciosos.
Biblia en mano
¿De qué modo el análisis de Pablo en Romanos 7:7 al 13 ¡lustra el rol
de la Ley? y ¿De qué manera te relacionas con la Ley cuando la que-
brantas?
Lección para jóvenes | 42
Mayo
4. “CRISTO, CON SU MUERTE,
MAGNIFICÓ LA LEY”
"Cristo consintió en morir en lugar del pecador, a fin de que el hombre,
mediante una vida de obediencia, pudiese escapar a la penalidad de la
ley de Dios. Su muerte no anuló la ley; no la eliminó, ni disminuyó sus
santos requerimientos, ni redujo su sagrada dignidad. La muerte de
Cristo proclamó la justicia de la ley de su Padre al castigar al transgresor,
al consentir en someterse él mismo a la penalidad de la ley, a fin de sal-
var de su maldición al hombre caldo. La muerte del amado Hijo de Dios
en la cruz revela la inmutabilidad de la ley de Dios. Su muerte la magni-
fica y la honra, y evidencia ante el hombre su carácter inmutable. De sus
labios divinos se oyen las palabras: 'No penséis que he venido para
abrogar la ley o los profetas: no he venido para abrogar, sino a cumplir'
(Mateo 5:17). La muerte de Cristo justificó las demandas de la ley" (Tes-
timonios para la iglesia, t. 2, p. 181).
"Al meditar en el carácter paternal de Dios y su amor por el hombre
expresado en el regalo de su Hijo unigénito, debemos decirle al mundo
por qué era necesario un sacrificio tan caro. Es por causa del pecado.
¿Qué es el pecado? La transgresión de la ley. Solo el Hijo de Dios podía
pagar el precio, y era a través de su propia humillación y muerte. Al mirar
la cruz, la conciencia del hombre será provocada. Verán la majestuosi-
dad de la ley, la santidad de Dios, y su propio contraste con su carácter"
(1888 Materials, p. 781).
"Jesús, nuestro Sustituto, aceptó cargar por el hombre con la penali-
dad de la ley transgredida. Cubrió su divinidad con humanidad, y de ese
modo llegó a ser el Hijo del Hombre, un Salvador y Redentor. El hecho
mismo de la muerte del amado Hijo de Dios a fin de redimir al hombre,
muestra la Inmutabilidad de la ley divina. ¡Cuán fácilmente, desde el
punto de vista del transgresor. Dios podría haber abolido su ley, prove-
yendo así una vía por la cual los hombres pudieran salvarse y Cristo
permanecer en el cielo! La doctrina que enseña libertad, mediante la
gracia, para quebrantar la ley, es un engaño fatal. Todo transgresor de
la ley de Dios es un pecador, y nadie puede ser santificado mientras vive
conscientemente en pecado" (Fe y obras, p. 29).
Biblia en mano
De acuerdo con Romanos 4:15; 6:13 y 7:7, ¿cuál es la función de la Ley?
Además, ¿qué dice Romanos 7:8 al 11 acerca del efecto que la Ley tiene
sobre la persona que la viola?
¿De qué maneras los textos citados arriba ayudan a arrojar luz sobre 1 Co-
rintios 15:54 al 58?
¿Cuándo fue la última vez que alguien pecó contra ti, es decir, la última vez
que alguien violó la Ley de Dios de una manera que te hirió? ¿Cómo puede
tal experiencia ayudarnos a comprender por qué la ¡dea que afirma que la
Ley de Dios fue abolida después de la Cruz es tan equivocada?
MARTES
06Mayo
43 | Lección para jóvenes
5. LA LEY SIN PODER: POSIBLE EN DIOS ´MIÉRCOLES
07Mayo
Para apreciar el perdón, debemos entender qué sería la vida sin él.
Sin perdón no podríamos entrar en el cielo, no conoceríamos el amor
de Dios y no habría esperanza. Todo estaría perdido. El perdón es ne-
cesario para evitar la muerte eterna: el precio por el pecado. Pero
¿cómo podemos obtener perdón?
El perdón proviene de la santa, pura y redentora sangre de Cristo
(Hechos 13:38, 39). El perdón no es una excusa por el pecado. Es
ánimo para la obediencia. No podemos ganar el perdón, ya que Jesús
pagó el precio del perdón en el Calvario. Todo lo que tenemos que hacer
es creer. Creer implica caminar en obediencia con Dios.
"Teme, pues, a Dios y cumple sus mandamientos, porque esto es
todo para el hombre" (Eclesiastés 12:13). En Romanos 8:3, la palabra
griega para carne es sarx. Esto se refiere a la naturaleza inferior, carnal,
del hombre que se opone a las cosas espirituales. A causa del pecado
hemos perdido nuestra capacidad de obedecer a Dios. La ley del pe-
cado trabaja a través de nuestra naturaleza pecaminosa y se opone a
la Ley de Dios. Es por esta razón que Dios envió "a su propio Hijo en
condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se
ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la
naturaleza humana" (Romanos 8:3).
La palabra encarnación es un término teológico para la venida del
Hijo de Dios al mundo como un ser humano. La capacidad de Jesús de
revelarnos a Dios y traernos salvación depende de su naturaleza com-
pletamente divina y completamente humana al mismo tiempo. ¿Está,
entonces, la Ley en oposición a las promesas de Dios? En Gálatas 3:2,
Pablo equipara la vida con la justicia (y, en consecuencia, la muerte con
la falta de justicia). Dice que si fuera posible que alguna ley diera vida,
habría sido la Ley dada a Moisés. Pero no era posible, porque ese no
era el propósito de la Ley: su propósito es señalar a nuestro Redentor,
Jesucristo.
Biblia en mano
Lee Hechos 13:38 y 39; Romanos 8:3 y Gálatas 3:21. ¿Qué nos dicen acerca
de la Ley y la salvación?
Aunque se nos ha prometido poder para cumplir la Ley de Dios, ¿por qué esta
obediencia no es suficiente para asegurar nuestra salvación? En un sentido,
la respuesta no debiera ser muy difícil. Mírate a ti mismo y tu observancia de
la Ley. Si tu salvación dependiera de tu obediencia, ¿cuánta esperanza ten-
drías?
Lección para jóvenes | 44
6. LA MALDICIÓN DE LA LEY
Como adventistas del séptimo día, siempre hemos afirmado y predi-
cado la importancia de obedecer los Diez Mandamientos de Dios. La Bi-
blia es clara cuando habla sobre la Ley de Dios. "¿Quiere decir que
anulamos la ley con la fe? ¡De ninguna manera! Más bien, confirmamos
la ley" (Romanos 3:31). "Concluimos, pues, que la ley es santa, y que el
mandamiento es santo, justo y bueno" (Romanos 7:12). Pero cuando lle-
gamos a Gálatas 3:10, leemos que "Todos los que viven por las obras
que demanda la ley están bajo maldición".
Si la Ley es santa, justa, y buena, ¿cómo puede ser una maldición? A
lo que Pablo se refiere aquí es que mientras que los gálatas habían acep-
tado gozosamente el evangelio, algunos habían comenzado a escuchar
otras voces y estaban convencidos de que se podía perfeccionar el evan-
gelio de Jesucristo si se cumplían las leyes ceremoniales. Pablo contrasta
entonces las personas de fe con aquellas personas que apoyaban el con-
cepto de salvación a través de obediencia a las leyes ceremoniales.
Cuando habla de la maldición de la Ley, se refiere a la frustración de
tratar de ser salvos por la obediencia a las leyes ceremoniales, olvidando
que esas leyes, y la obediencia por sí misma, no otorgan salvación. En
Gálatas 3:11 afirma que la única forma de ser justificado es estando cerca
de Dios: "el justo vivirá por la fe". La Ley no tiene poder para salvar; solo
condena. "Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldi-
ción por nosotros" (Gálatas 3:13). Cuando Jesús dio su vida, llevó el cas-
tigo por nuestros pecados. La maldición que merecemos cayó sobre él.
Así, él nos redime de esta maldición. ¡Encontramos todo lo que necesi-
tamos en Cristo! A través de él, podemos presentarnos ante Dios dignifi-
cados y justos.
Biblia en mano
¿Qué nos dicen los siguientes textos acerca de la naturaleza humana?
¿Cómo vemos la realidad de esta verdad cada día? Salmo 51:5; Isaías 64:6;
Romanos 3:23.
¿De qué modo Romanos 6:23 ayuda a definir lo que significa "la maldición
de la ley"? Ver también Génesis 2:17 y Ezequiel 18:4.
Piensa en lo que dijo Pablo: “Todos los que dependen de las obras de la ley
están bajo maldición". Esto se debe a que la Ley no puede salvarnos; y así,
somos maldecidos con la muerte. ¿De qué forma el reconocer esta verdad
nos ayuda a apreciar mejor lo que se nos ha dado en Jesús? ¿De qué ma-
neras manifestamos ese aprecio en nuestras vidas? Ver 1 Juan 5:3.
JUEVES
08Mayo
45 | Lección para jóvenes
7. RECUERDA VIERNES
09Mayo
No puede haber obediencia verdadera sin una relación con Jesús. El
nuevo pacto lo trae a nuestras vidas, así que ya no se trata solo de tablas
de piedra; en lugar de eso, aprendemos a relacionarnos con nuestro Sal-
vador. Por eso es un mejor pacto. Esa es la hermosura de la Encarnación.
El Espíritu vive la vida de Cristo en nosotros. Es a través de esta experiencia
que cumplimos los Mandamientos de Dios. Estos no están separados de
Cristo: son la vida de Cristo. Al relacionarnos con él diariamente, su vida
llega a ser nuestra vida a través de la experiencia de la obediencia relacio-
nal.
Lección para jóvenes | 46
CONSIDERA
Escribe o haz un bosquejo de tu historia de vida con Jesús. ¿Qué te»
trajo a él? ¿Qué cambios hizo en tu vida? ¿Qué cambios te está ayu-
dando a hacer hoy?
Comparte tu historia de vida con alguien de tu vecindario, trabajo o»
colegio, sobre cómo Cristo ha cambiado y está cambiando tu vida.
Visita un juzgado para ver cómo el juez interpreta y aplica leyes civiles»
a casos específicos. Piensa cómo este proceso se relaciona con
Cristo y su Ley.
Haz que un grupo de estudiantes universitarios creativos entreviste»
a personas en el predio, acerca de qué piensan en cuanto a la rele-
vancia de los Diez Mandamientos. Haz un video con sus respuestas
y ponlo en varias redes sociales. (Asegúrate de que ellos sepan lo
que planeas hacer. Considera obtener permiso escrito de ellos y de
la institución). »
Busca en Internet la historia detrás del himno "Tal como soy".»
Conversa sobre la obediencia con tu padre terrenal, y compara esa»
conversación con una similar que podrías tener con tu Padre celes-
tial.
AMPLÍA
Juan 1:16-18; 15.
Colaboraron esta semana: Tonja Korosteljev, Zagreb, Croatia; Pía Mlinar, Ljubljana, Eslovenia; Davor
Zimek, Zagreb, Croacia; Tonka Jankovic, Pula, Croacia; Suzane Ziko, Tirana, Albania; Adriana Nunka
Borges; Sergio Torres, Orlando, Florida, EE.UU.
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