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Lección 12: Para el 22 de marzo de 2014
LA SIEGA Y
LOS SEGADORES
Sábado 15 de marzo
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 1:40-46; 4:28-30; Lucas
24:4-53; Hechos 1:6-8; Mateo 9:36-38; Lucas 15.
PARA MEMORIZAR:
“En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis
discípulos” (Juan 15:8).
EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA es una continuación del anterior. Cristo estableció
líderes espirituales con el propósito de proclamar el Reino de Dios. Los prin-
cipios y la metodología que Jesús usó siguen siendo el fundamento espiritual
para la preparación del cristiano de hoy.
Es decir, las teorías modernas para el liderazgo nunca deben sustituir el
fundamento que Cristo puso. Cada vez que la excitación y la publicidad tienen
prioridad sobre el crecimiento espiritual, los resultados son superficiales y dan
esterilidad espiritual. Cada vez que el proselitismo desplaza el arrepentimiento,
la conversión y la transformación espiritual, la misión tambalea. Entrenar a los
líderes para dirigir campañas de aumento de feligresía, y para hacer publicidad
en los medios y relaciones públicas en lugar de prepararlos para la guerra es-
piritual es invitar al desastre. La verdadera evangelización y discipulado están
centrados en 1) el reconocimiento de nuestra pecaminosidad, 2) una real con-
trición de corazón, 3) nuestra entrega espiritual total y 4) el impulso irrepri-
mible de diseminar el mensaje divino.
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// Lección 12Domingo 16 de marzo
EL PAN DEL MENDIGO
Al acercarse a su partida de la Tierra, la preocupación de Cristo se con-
centró en sus discípulos, a quienes había servido abnegadamente y amado pro-
fundamente. No quedarían abandonados. Aunque Jesús mismo debía retornar
al cielo, comisionó al Espíritu Santo para mantener la intimidad espiritual que
los discípulos habían gozado con la presencia de Jesús. La instrucción de Cristo
con respecto a la obra del Espíritu era tan valiosa que Juan dedicó varios capí-
tulos a su conservación. Un elemento definitorio era el testimonio del Espíritu
con respecto a Cristo, aun cuando el Espíritu no testificaría sin ayuda. Acom-
pañados por el Espíritu, los discípulos testificarían del ministerio de Jesús. Dios
podría haber comisionado a ángeles para proclamar el evangelio. En vez de
eso, eligió designar a seres humanos, pecadores y descarriados, para esa sa-
grada vocación.
Lee Juan 1:40 al 46; 4:28 al 30; 15:26 y 27; y 19:35 y 36. ¿Qué nos en-
señan estos textos acerca de las maneras en que lo humano y lo divino
actúan juntos en la ganancia de almas?
La evangelización ha sido definida en lenguaje popular como “los mendigos
les cuentan a otros mendigos dónde encontrar pan”. Andrés ciertamente se des-
taca aquí. Los escritos de su hermano Pedro formarían parte de la Escritura, y
su ministerio fue registrado en Hechos; Cristo incluyó a Pedro entre sus tres aso-
ciados más íntimos. Estos honores nunca recayeron en Andrés. No obstante, él
recibió un reconocimiento especial por seguir la sencilla instrucción de Cristo
de llevar gente a Jesús.
¿Cuántos de los vasos elegidos por Dios –líderes en la evangelización, la ad-
ministración y la conducción– fueron presentados a Cristo por fieles discípulos
cuyas identidades, hablando humanamente, han sido olvidadas hace mucho?
Aunque estas personas no fueron destacadas, piensa en cuánto habría sufrido
la obra de Dios si ellos no hubieran testificado fielmente acerca de Jesús. Cristo
preparó a sus discípulos para tareas mayores, ofreciéndoles primero labores
sencillas, que estaban dentro de sus posibilidades. La mujer samaritana, Felipe
y Andrés demuestran el poder de testimonios sencillos e invitaciones fervo-
rosas. Todos somos llamados a hacer lo mismo.
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Lección 12 // Lunes 17 de marzo
CUANDO JESÚS ESTIMULÓ LA PACIENCIA
Lee Lucas 24:47 al 53; y Hechos 1:6 al 8 y 16:6 al 10. ¿Por qué era
necesario esperar al Espíritu? ¿Cuál fue el lugar del Espíritu en la tarea
evangelizadora de la iglesia primitiva? ¿Qué estímulo podrían obtener
los creyentes modernos de la experiencia de Pablo frente a la frustra-
ción? ¿Qué lecciones con respecto a la paciencia y a esperar los tiempos
de Dios se sugieren en estos pasajes?
Por medio de la palabra y el ejemplo, Jesús enseñó a sus discípulos la
paciencia. Frente a la intolerancia, la ignorancia, los malentendidos y, direc-
tamente, la conspiración, Cristo perseveró en la paciencia. Esta perseverancia
estaba anclada en la dependencia completa de Cristo del Espíritu de Dios.
Jesús entendió que, a menos que estos discípulos también experimentaran
esta dependencia, el progreso del Reino terminaría estando seriamente li-
mitado. A la inversa, si ellos aprendían desde el comienzo esta lección, su
ministerio futuro estaría destinado a logros celestiales. Por lo tanto, su orden
al despedirse fue: “Esperen”.
Cristo desea que los creyentes modernos también dominen esa lección.
Cristianos bien intencionados pero con mucha confianza propia pueden traer
vergüenza a sí mismos y al Reino de Dios cuando esperan pacientemente, pero
de mala gana, la conducción del Espíritu.
El apóstol Pablo trazó planes ambiciosos para entrar en Bitinia; pero, aun
el testarudo Pablo era sensible a la conducción del Espíritu, y aceptó la inter-
ferencia del Espíritu en vez de resistirla. El apóstol recibió de buena gana la
directiva del Espíritu que, en cambio, lo envió a Macedonia. Muchos milagros
acompañaron sus esfuerzos allí. Si Pablo hubiera seguido sus propios planes, la
misión europea tal vez se habría detenido indefinidamente.
¿Cómo pueden los espíritus ansiosos calmarse para esperar pacientemente la
conducción del Espíritu? ¿Qué acciones prácticas deberíamos llevar a cabo en
nuestros esfuerzos para cultivar esa paciencia? Una confianza paciente y llena
de oración ¿qué indica sobre nuestra relación con Dios?
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// Lección 12Martes 18 de marzo
EJERCER AUTORIDAD
Compara los siguientes pasajes: Marcos 6:7-13; Mateo 16:14-19; 18:17-20;
28:18-20; Juan 20:21-23. ¿Qué nos dicen sobre el tipo de autoridad que te-
nían los discípulos? ¿Qué significa esto para nosotros hoy?
“Pedro había expresado la verdad que es el fundamento de la fe de la iglesia,
y Jesús lo honró como representante de todo el cuerpo de los creyentes. Dijo: ‘A ti
daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ligares en la tierra será ligado
en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos’.
“ ‘Las llaves del reino de los cielos’ son las palabras de Cristo. Todas las
palabras de la Santa Escritura son suyas y están incluidas en esa frase. Esas
palabras tienen poder para abrir y cerrar el cielo. Declaran las condiciones bajo
las cuales los hombres son recibidos o rechazados. Así la obra de aquellos que
predican la palabra de Dios tiene sabor de vida para vida o de muerte para
muerte. La suya es una misión cargada de resultados eternos” (DTG 382).
Como el Padre comisionó a Jesús, Cristo comisiona a sus discípulos. Por
medio del Espíritu, el Padre invistió a Cristo con poder divino. Por medio del Es-
píritu, Jesús inviste a sus discípulos con poder divino para sus tareas terrenales.
Ningún seguidor debería sentir temor de que Cristo le esté dando menos. Él da
cada habilidad, fortaleza, capacidad y talento que sean necesarios.
Algunas veces, el liderazgo humano no reconoce el principio aquí involu-
crado. Siempre que los líderes asignan tareas sin dar el poder apropiado, el
fracaso es predecible. A menudo, las inseguridades del líder se manifiestan a
través de conductas controladoras que subyugan los pensamientos, la creati-
vidad ordenada por Dios y la individualidad de otros; entonces, el discípulo
deja de ser efectivo. Tal conducta sería como si un director de orquesta tratara
de tocar todos los instrumentos simultáneamente, en lugar de dirigir la sinfonía.
El ejemplo de Jesús habla con voz muy alta: si alguien poseyó el derecho
de tener la autoridad y dictar una conducta, ciertamente ese fue Cristo. Mas,
por el contrario, él invistió a otros con autoridad, los comisionó para trabajar
donde solo su influencia sería su instructor y ejemplo, y los envió a ministrar y
a testificar.
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Lección 12 // Miércoles 19 de marzo
OBREROS PARA LA SIEGA
“Y al ver las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban de-
samparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo
a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos.
Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mat. 9:36-
38). ¿Qué mensaje importante podemos encontrar en estos versículos
para la tarea que está delante de nosotros hoy?
La mies espiritual era abundante, pero los segadores eran escasos. El suelo
del corazón había sido preparado; la semilla espiritual había sido plantada; la
germinación, la humedad y la luz solar abundantes fomentaron un crecimiento
increíble. Las almas maduras esperaban la cosecha, pero ¿dónde estaban los
segadores? Usando palabras gráficas, sencillas y fácilmente comprensibles,
Jesús procuró inspirar un celo contagioso.
Algunas veces, los cristianos anhelamos el compañerismo con otros cre-
yentes y formamos grupos que pasan por alto, ciegamente, a los buscadores
de la verdad que están en el mundo y que ya están maduros para la cosecha.
Tal vez no percibimos que debemos rendir cuentas por las almas que perecen,
y ocupamos nuestro tiempo con actividades en la iglesia, responsabilidades
cívicas, el mantenimiento de los edificios y otros proyectos valiosos dedicados
a conservar el statu quo. Sin duda, todo esto es bueno. No obstante, miembros
de iglesia bien intencionados dudan, a veces, del valor de la evangelización, o
expresan este sentimiento: “Pastor, este asunto de la evangelización está bien,
pero ¿no necesitamos programas para las personas que ya están en la iglesia?”
Este es un buen cuestionamiento, pero: ¿Cuándo lamentó Jesús la escasez
de conservadores de granos? Su súplica, en cambio, fue por “más segadores”.
¿Cómo podemos encontrar el equilibrio correcto entre ministrar las necesidades
de los que están en la iglesia y, al mismo tiempo, no descuidar la tarea de alcan-
zar a otros?
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// Lección 12Jueves 20 de marzo
PERDIDO Y HALLADO
Mediante la enseñanza y el ejemplo personales, Jesús instruyó a sus discí-
pulos para que se asociaran con los pecadores, aun los notorios, como las pros-
titutas y los cobradores de impuestos. ¿De qué otro modo podrían discipular al
mundo entero? Muchas veces, su enseñanza se concentró en estos pecadores.
Los caracterizó como “perdidos”, lo que demuestra cuán misericordioso era
Cristo. Podría haberlos caracterizado como “rebeldes” (y claramente lo eran),
o “depravados”. En cambio, eligió llamarlos “perdidos”.
Perdido no tiene las connotaciones negativas contenidas en esas otras pa-
labras. Más que castigar a las almas caídas, deberíamos seguir el ejemplo de
Cristo. Perdidos es una descripción generosa, porque la responsabilidad está
colocada sobre quienes los encuentran. Los comentarios de menosprecio
alejan a los perdidos. Un lenguaje neutral transmite aceptación y la posibilidad
de trabar relaciones. Por lo tanto, debemos ser cuidadosos con las palabras
que usamos y, también, con lo que pensamos, pues nuestros pensamientos im-
pactan sobre nuestras actitudes hacia otros.
En todos los evangelios, Jesús estimula a los creyentes a llegar a ser “halla-
dores”. Quiere que amemos y alcancemos a los perdidos, sin importar el tipo de
personas que son o la clase de vida que lleven.
“Este es el servicio que Dios ha escogido: ‘Desatar las ligaduras de im-
piedad, deshacer los haces de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y
que rompáis todo yugo [...] y no te escondas de tu carne’ (Isa. 58:6, 7). Cuando
comprendáis que sois pecadores salvados solamente por el amor de vuestro
Padre celestial, sentiréis tierna compasión por otros que están sufriendo en
el pecado. No afrontaréis más la miseria y el arrepentimiento con celos y cen-
suras. Cuando el hielo del egoísmo de vuestros corazones se derrita, estaréis en
armonía con Dios, y participaréis de su gozo por la salvación de los perdidos”
(PVGM 166).
Estudia Lucas 15. ¿Qué mensaje esencial aparece en todas estas pará-
bolas? ¿Qué debe decirnos ese mensaje sobre la forma en que Dios consi-
dera a los perdidos y nuestra responsabilidad hacia ellos?
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Lección 12 // Viernes 21 de marzo
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “El último viaje desde Galilea”
y “¿Quién es el mayor?”, El Deseado de todas las gentes, pp. 449-459; 399-410.
También lee “La preparación de los Doce”, “La Gran Comisión”, “Pentecostés” y
“El don del Espíritu”, Los hechos de los apóstoles, pp. 15-20; 21-28; 29-38; 39-47.
“Los discípulos sentían su necesidad espiritual, y clamaban al Señor por
la santa unción que los había de hacer idóneos para la obra de salvar almas.
No pedían una bendición para sí. Estaban abrumados por la preocupación de
salvar almas. Comprendían que el evangelio había de proclamarse al mundo, y
demandaban el poder que Cristo había prometido” (HAp 30, 31).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. ¿Qué principios de la metodología de adiestramiento de Cristo deberían
utilizar los maestros modernos de discipulado? Imagina cómo se vería ese en-
trenamiento en tu iglesia.
2. En la sección del jueves, hablamos del lenguaje y de la forma en que
se lo usa. Piensa en la clase de palabras que nosotros, como adventistas, so-
lemos usar a menudo. Aunque podamos considerar nuestro lenguaje de cierta
manera, reflexiona en lo que otros, que no están familiarizados con nuestros
términos, quizá comprendan. ¿Podríamos necesitar ser más cuidadosos al
elegir las palabras, especialmente al hablar con aquellos a quienes procuramos
alcanzar?
3. Medita en la imagen que ya mencionamos, acerca de “mendigos que les
dicen a otros mendigos dónde encontrar pan”. ¿De qué forma describe con
exactitud de qué tratan la testificación y el alcanzar a otros?
4. ¿Qué sucede en tu iglesia local? ¿Está más concentrada en sí misma y
sus propias necesidades que en buscar a otros? ¿De qué manera enfocarse en
alcanzar a otros puede ayudar a tu iglesia? O, para decirlo de otro modo, si
tu iglesia estuviera más concentrada en testificar y alcanzar a otros, ¿podría
estar menos preocupada acerca de sus propias necesidades? ¿De qué modo el
alcanzar a otros podría resolver esas necesidades?