2. Quiero compartir con
vosotras la rica y
significativa experiencia
vivida en calidad de
auditora, en la XIII
Asamblea General
Ordinaria del Sínodo de
los Obispos sobre la
«Nueva Evangelización
para la transmisión de la
fe cristiana».
3. Agradezco al Santo
Padre su invitación, que
considero una
responsabilidad para el
Instituto.
Nuestro carisma ha sido
dado a la Iglesia por el
Espíritu Santo y nosotras
estamos llamadas a
hacer brillar esa perla,
anunciando la Buena
Noticia a las jóvenes
generaciones de todos los
continentes donde
estamos presentes.
4. He vivido junto con el
Rector Mayor y con Sor
Enrica Rosanna, invitada
como experta, una
experiencia
única, portadora de
esperanza y de alegría, en
contacto con una Iglesia
viva, renovada por el
Concilio Vaticano II, que
continúa caminando con el
mundo de hoy.
5. Os invito, desde ahora, a
participar en las
iniciativas de la Iglesia
local en la que este tema
se propondrá.
7. Participar en el Sínodo ha
sido un gran don, una
inmersión en la vida de la
Iglesia universal a la luz
del Espíritu Santo.
La actitud de escucha del
Santo Padre ha sido muy
significativa y
estimulante.
8. Muchas veces me decía a
mí misma: «Allí estamos
nosotras». La implicación
se hacía intensa y me
sentía profundamente
interpelada… me
animaba el pensar que
juntas hayamos podido
realizar todo lo que el
Sínodo atribuye a la Vida
Consagrada.
9. El clima, tanto durante las
Congregaciones Generales
como en los Círculos
Menores, era de
cordialidad, diálogo,
libertad de expresión,
serena reflexión, humildad
evangélica, ánimo al
reconocerse Iglesia
sufriente y vulnerable en
sus miembros pero al
mismo tiempo deseosa de
ser evangelizada para
poder anunciar el
Evangelio de Jesús a la
sociedad de hoy.
10. He visto una Iglesia
apasionada, fuertemente
unida para buscar con
humildad caminos de
Nueva
Evangelización, mirando
con objetividad los
desafíos que el mundo
pone al anuncio de la
Buena Noticia del
Evangelio.
11. El Papa nos ha ayudado
a reflexionar: «Pero es
precisamente a partir de
la experiencia de este
desierto, de este vacío,
cuando podemos
descubrir la alegría de
creer, comprender su
importancia vital para
nosotros hombres y
mujeres. En el desierto se
redescubre el valor de lo
que es esencial para
vivir».
12. «En el mundo
contemporáneo son
innumerables los
signos, muchas veces
expresados de forma
implícita o negativa, de la
sed de Dios, del sentido
último de la vida. Y en el
desierto se necesitan sobre
todo personas de fe
que, con su misma
vida, señalen el camino
hacia la Tierra Prometida y
así mantengan despierta la
esperanza»
13. En los momentos de
oración vividos con los
Padres Sinodales, he
pensado en la misión que
la misma Iglesia nos confía
y en la cual pone gran
confianza, ya que la
transmisión de la fe tiene
en la educación un camino
privilegiado.
14. Ante todo reflexionaba lo
importante que es no
Tengo fe
gastar las energías en en en TI
plantearse qué hacer
para…, sino esencialmente
cómo ser FMA, renovadas
en la fe, enamoradas de
Jesús, para hacer brotar el
agua fresca que Jesús
ofreció a la Samaritana
para ofrecerla a las y los
jóvenes
15. No hay nadie que no se
encuentre «junto al pozo
con un ánfora vacía, con
la esperanza de satisfacer
el deseo más profundo del
corazón, el Único que
puede dar significado
pleno a la existencia.
Podemos hacer nuestra la
toma de conciencia de la
Iglesia que siente el deber
de sentarse como Jesús en
el pozo de Sicar, para
hacer presente al Señor de
la vida
16. Es difícil hacer síntesis de
los temas surgidos en el
Sínodo, todos actuales y
muy interesantes: el
encuentro con Cristo, la
santidad, la conversión, las
nuevas oportunidades de
Evangelización, la familia,
los jóvenes, la educación,
la catequesis, el diálogo
interreligioso, el
ecumenismo, la relación
con el Islam.
17. En el aula sinodal se hacía
sentir continuamente la
urgencia de dejarse tocar
profundamente por el
Evangelio, para poderlo
comunicar con la vida. Se
trata esencialmente de un
camino de conversión que
debe involucrar a todo el
Pueblo de Dios.
A nosotras esta llamada
nos recuerda los caminos
de conversión al Amor que
nos propuso el CGXII.
18. Os invito a meditar el
Mensaje del Sínodo, a
concretar aquellos
aspectos que pueden
marcar nuestro
compromiso con la Iglesia
como educadoras y
testimonios del Evangelio
con el estilo de la
Espiritualidad Salesiana
19. El éxito del Sínodo no
vendrá de iniciativas y
planificaciones sino sobre
todo de la coherencia
evangélica de nuestros
testimonios valientes y
audaces que sienten arder
lo que escribe San Pablo:
«Anunciar el Evangelio no
es gloria para mí, sino una
necesidad que se me
impone. ¡Ay de mí, si no
anuncio el Evangelio»
21. Emprender la aventura
de la Nueva
Evangelización requiere
un camino de conversión
para un encuentro
renovado con Jesús.
«Quien ha recibido la
Vida Nueva del encuentro
con Jesús, a su vez, no
E
puede menos de ser
anunciador de verdad y
de esperanza para los
demás».
22. En la intervención que
presenté en la Asamblea
Sinodal en nombre del
Instituto, puse de relieve
que la «Vida Consagrada
femenina evangeliza
mediante el testimonio de
vida, que refleja el
atractivo de la relación con
Jesús. Conseguimos esta
atracción cuando nos
dejamos evangelizar por
Dios…»
23. Ser creíbles, es la condición
para poder comunicar de
manera convincente la
riqueza del Evangelio que
es siempre anuncio de
esperanza, de belleza y de
alegría. Tomar conciencia
de esta responsabilidad
despierta en nosotras la
pasión misionera de
D. Bosco y M. Mazzarello
que querían
exclusivamente hacer
conocer a Jesús y comunicar
la Buena Noticia del
Evangelio a los jóvenes.
24. Al principio del Sínodo se
tendía a subrayar los
desafíos negativos, las
problemáticas que hacen
difícil el Anuncio. Después se
produjo un giro que llevó a
los Padres Sinodales a tener
una mirada de esperanza
sobre el mundo, invitando a
acoger los desafíos actuales
con valor, audacia y
realismo, considerándolos
como oportunidades
25. El Mensaje del Sínodo está
entretejido de esperanza
que ilumina la lectura del
presente y permite
vislumbrar nuevas
perspectivas de
Evangelización para el
futuro, con atención
particular a la familia y a
la educación de las nuevas
generaciones
26. La esperanza cristiana halla
su raíz en Dios. Él no se
cansa de nosotros, cree en
la persona, tiene confianza
en todos; también en quien
ha perdido el camino y lo
está buscando, o bien ya no
lo busca porque está
desanimado y
desengañado de promesas
ilusorias.
27. El Señor nunca falta a su
Palabra. Este es el
fundamento de la
esperanza cristiana. Es la
razón para no dejarnos
vencer por las corrientes
contrarias y derrotistas que
puedan insinuarse en
nuestras
realidades, debilitando la
fuerza de la esperanza.
28. La Nueva Evangelización es
ante todo obra de
conversión, pide disponerse
para este itinerario que el
Espíritu Santo indica hoy a
la Iglesia.
Dios puede transformar
nuestro corazón de piedra
en corazón de carne.
29. Dios nos salva en Jesús. Por
eso es necesario
apasionarnos de nuevo por
Él, volver a Él, dejarnos
evangelizar el corazón;
encontrarlo en la persona de
las Hermanas, de los
jóvenes, de la gente,
valorando lo cotidiano que
está siempre lleno de su
Presencia.
30. Solo en Jesús podemos ser
personas de esperanza y
dirigirnos al mundo con ojos
nuevos. El mundo es el
espacio de su Amor, de su
misericordia; el espacio del
encuentro, de nuestra
misión entre las jóvenes
generaciones, el lugar
donde brilla la belleza de
Dios
31. Como educadoras, como
mujeres al servicio de la
esperanza, sabemos
referirnos a la belleza de
Dios vivificada por su
amor fiel que ilumina
incluso las situaciones más
oscuras y dramáticas. Es
esta belleza la que da a
nuestros ojos la luz para
captar lo que es
verdadero, bueno y puro.
32. Nuestro corazón ¿no tiene
acaso la necesidad de
descubrir la belleza de Dios
que nos ama, que derrama
la salvación sobre cuantos,
piden luz y fuerza para
vivir una existencia con
sentido y convertirla en
don y servicio a la Verdad?
33. La esperanza fundada en
Dios es una forma de la
Nueva Evangelización que
hoy la Iglesia espera de la
Vida Consagrada una
nueva llamada a la que
queremos responder con
plena disponibilidad.
34. El CG XII subrayó que el
nuestro es un «tiempo
favorable». O sea tiempo
de nuevas oportunidades
para una vida santa, para
la misión educativa, para
las relaciones positivas con
el mundo, con nosotras
mismas; usando nuevos
canales de comunicación
con el deseo de hacer
brillar la presencia de Jesús
en el mundo actual.
35. M. Mazzarello nos recuerda
que «ahora es
precisamente el tiempo de
reavivar el fuego» (C,24), el
fuego del Evangelio que
queremos anunciar
36. Como las mujeres en el
sepulcro la mañana de
Pascua, descubriremos
con gran alegría que las
primeras destinatarias
dela Evangelización
somos nosotras.
38. Hablar de alegría en este
momento histórico de crisis
-no solo económica,
financiera- sino sobre todo
antropológica, puede
suscitar en nosotras un
pensamiento de
impotencia.
Es frecuente oir hablar de
crisis y poco de alegría
cristiana.
39. Os invito, queridas
Hermanas, a descubrir e
irradiar la alegría del
Evangelio con audacia y
juntas, porque es un don
que se nos ha regalado y
nos permite actualizar el
carisma de nuestros
Fundadores.
40. La alegría es parte
integrante de nuestra
espiritualidad, es un
aspecto relevante de
nuestra misión orientada
a hacer felices a los
jóvenes
41. El Papa Pablo VI
auspiciaba con visión
penetrante de la realidad:
«Que el mundo de nuestro
tiempo, que busca tanto en
la angustia como en la
esperanza, pueda recibir la
Buena Noticia no de
evangelizadores tristes y
desanimados, impacientes y
ansiosos, sino de ministros
del Evangelio, cuya vida
irradia fervor, que aceptan
poner en juego su propia
vida para que el Reino sea
anunciado en el mundo»
42. Se ha dicho que «la alegría
es el gigantesco secreto del
cristiano». Yo añado que es
el secreto de la
FMA, llamada por carisma, a
hacer brillar su rostro con
una sonrisa que refleja un
corazón que cree, espera y
ama.
43. ¿Cómo podemos ayudarnos
a vivir el año de la Fe,
haciéndonos misioneras de
esperanza y alegría en
comunidad y entre las
personas con quienes nos
encontramos?
44. La raíz de la alegría se
encuentra en un corazón
habitado por
Dios, aferrado a su
Amor, transformado por
la carta del Amor que
cada día nos regala en su
Palabra y que podemos
saborear en la Eucaristía y
en el encuentro con Él.
45. El Sínodo ha dedicado una
especial atención a los
jóvenes «porque ellos, que
son parte relevante del
presente de la humanidad y
de la Iglesia, son también su
futuro»
46. El Rector Mayor en su
Aguinaldo para el 2013, nos
involucra en este
compromiso que se hace
servicio a las nuevas
generaciones como Familia
Salesiana: «Alegraos siempre
en el Señor, os lo repito,
estad alegres»
47. D. Bosco escribe: «Solo tengo
un deseo, veros felices en el
tiempo y en la eternidad» y
la M. Mazzarello: «Estad
siempre alegres, amaos
todas en el Señor».
Refiriéndose a las jóvenes y a
las Postulantes recomienda:
«Quiero que sean buenas y
alegres, que salten, que rían,
que canten».
48. Cultivar la esperanza y la
alegría como misión nos
permite emprender hoy un
renovado camino de
evangelización y, al mismo
tiempo, transforma nuestras
Comunidades en lugares
vocacionales donde la
alegría atrae y suscita
interrogantes vitales en el
corazón de los jóvenes.
49. ¡Cuántas de nosotras hemos
descubierto el eco de la
llamada de Jesús
precisamente en ambientes
donde la alegría no era
imagen mediática, sino una
realidad que procedía de la
experiencia del Amor del
Padre hecho visible en la
comunión entre las
Hermanas y las jóvenes!
50. Deseo que esta sencilla
comunicación nos ayude a
vivir en plenitud el don de
la Navidad:
acontecimiento esencial
para la fe cristiana porque
revela un Dios tan
apasionado por la felicidad
de la persona humana que
envía a la Tierra a su único
Hijo.
51. María, Estrella de la
Evangelización, nos lleva a
Jesús. Con mucho afecto os
auguro una buena fiesta
de la Inmaculada y una
luminosa Navidad.