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Capítulo I
                               El principio de la naturaleza

La preocupación fundamental desde que los filósofos se dieron la tarea de filosofar, fue
sobre la naturaleza, aquel medio material (orgánico e inorgánico) de la cual somos parte; la
primera cuestión a plantearse fue por tanto, ¿cuál es el principio de la naturaleza? Si la
naturaleza tiene un principio, ¿qué carácter tiene? ¿Cuál es su propiedad? Este afán
cuestionador llevó a los primeros filósofos a indagar o investigar la naturaleza, partiendo de
ella misma, en base a los conocimientos más adelantados de la época. La búsqueda
investigativa en base a herramientas cognoscitivas como: matemáticas, física, biología, etc.,
conlleva a la observación de la realidad natural técnicamente elaborada. Los primeros
filósofos fueron, en esencia, científicos empíricos. En esta perspectiva, los filósofos de la
antigua Grecia son notables investigadores de la naturaleza. En este capítulo estudiaremos
tres periodos históricos en la cual se desarrolló la filosofía en su origen. Para ello nos
centraremos en un punto específico, la naturaleza, dejando de lado temas como el
conocimiento y la sociedad. El primer periodo, la filosofía de la physis; el segundo periodo, la
filosofía de la psyche; y, el tercer periodo, la filosofía helénica.

1. Filosofía de la physis.
El contexto histórico y social de la antigua Grecia en la que nació la filosofía en sentido
estricto (como ciencia), tiene características particulares que van a influenciar hondamente
en el pensamiento filosófico. Para entender los diferentes tipos de filosofía de los filósofos,
se hace necesario conocer la base material sobre la cual se enraíza el pensamiento
filosófico, es decir, su ubicación geográfica y producción económica en base a las cuales se
erige la organización social y cultural.
            Las condiciones geográficas y materiales son la base para la conformación de una
cultura, y su ubicación geográfica así como sus recursos naturales y humanos caracterizan la
forma de su desarrollo. “En los siglos VIII – VI a. n. e. [antes de nuestra era] llegó a su
término el establecimiento de los helenos en la Península Balcánica [Europa]. En el Mar
Mediterráneo se levantaron importantes ciudades-estados. De esa misma época data la
fundación de numerosas colonias griegas. El desarrollo de la producción artesanal textil, de
la minería metalúrgica, junto con la agricultura, contribuyó a que se ampliara el comercio
entre las ciudades griegas, así como en Grecia y los países de Oriente...Las necesidades
políticas de la producción artesanal, de la agricultura, el comercio y la investigación
impulsaron la aparición y el desarrollo de los conocimientos astronómicos, meteorológicos,
matemáticos y físicos, los cuales en su forma originaria se presentaban entrelazados
íntimamente con las ideas filosóficas y políticas, formando un todo único e indisoluble con
ellas.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 68).
            La organización económica y social de esta época, se sustenta en el esclavismo, es
decir, la fuerza productiva por excelencia se sustentaba en la fuerza humana, el esclavo,
quien sostenía la condición privilegiada de la nobleza aristocrática, los esclavistas, y
generaban tiempo libre necesario para el hombre libre ya sea que se dedicara a la política, el
arte, la filosofía, etc., así como el comercio. Esta diferenciación económica, social y cultural
entre el esclavo y el esclavista, conllevó a serios conflictos entre ambas clases antagónicas,
muchas veces originados por los intereses particulares de la clase dominante. En estas
condiciones nace la filosofía en la antigua Grecia, siglo VI a. n. e. “La filosofía griega nace
no como materia de investigaciones especiales, sino en nexo indisoluble con los
acontecimientos científicos en el terreno de las matemáticas y las ciencias naturales, con las
embrionarias nociones políticas y, asimismo, con la mitología y el arte.” (Iovchuk-
Oizerman-Schipanov: 1978, p. 50). Esto quiere decir que la investigación filosófica tenía todo
un componente armónico con la ciencia (matemática, biología, física, etc.), y no era
puramente filosófica, como hoy en día con su propio objeto de estudio; de allí en decir que
desde su nacimiento, la filosofía se constituyó en madre de todas las ciencias.
          Después de conocer brevemente en lo fundamental las condiciones materiales de
existencia en la que nace la filosofía en la antigua Grecia, veamos ahora, el significado de
filosofía de la physis, base con la cual comienza el desarrollo de la filosofía como ciencia
particular. La filosofía de la physis consiste en dar a conocer el principio que explique todo
lo existente, es decir, la naturaleza concreta que es tangible y en la cual vivimos los seres
vivos (hombres, animales, vegetales, etc.). La explicación sobre el principio de las cosas tiene
como base la concepción del filósofo que propone su teoría, según como la percibe en base
a sus investigaciones.
          Como ya se ha mencionado, en la antigua Grecia, existían numerosas colonias
fuera de la Península Balcánica (Europa), asentadas unas en la costa occidental de Asia
menor (Jonia) y otras en el sur de Italia (Sicilia), ambas regiones distantes una de otra, sólo
las unía el Mar Mediterráneo. La filosofía, propiamente dicha, nace primero en las colonias,
debido a la mayor influencia cultural extrajera a través del comercio (Egipto, Babilonia,
entre otras) y porque existía mayor libertad de desarrollo comercial que en la Grecia
continental (Península Balcánica: Atenas). Es importante destacar esto porque caracterizó
el tipo de filosofía que realizaron los filósofos. “Los filósofos del sur de Italia y de Sicilia se
inclinaron más al misticismo y a la religión que los de Jonia, que fueron enteramente
científicos y escépticos en sus tendencias. Pero las matemáticas, bajo la influencia de
Pitágoras, florecieron más en la Magna Grecia que en Jonia; sin embargo, los matemáticos
de aquel tiempo mezclaron el misticismo con su ciencia.” (Russell, B.: 1971, p. 68). Esto en
parte se explica porque las colonias de Jonia se dedicaban a la producción industrial de la
artesanía, prioritariamente, mientras que las colonias del sur de Italia, eran esencialmente
agrícolas. Esta diferencia de desarrollo material, conllevó también el grado de cultura
política y social de las ciudades-estado. Ahora veremos el orden en que se desarrollaron,
según nos lo dan a conocer los historiadores de la filosofía.

    A. Escuela Jónica.
    A los filósofos que marcaron época por sus propuestas teóricas o doctrinales quienes
    investigaron el principio de la naturaleza, se les llama, por convencionalismo (acuerdo
    entre los historiadores de la filosofía para dar un orden cronológico aproximado del
    desarrollo del pensamiento griego) “filósofos pre-socráticos”, precisamente porque el
    objeto de la filosofía para ellos fue la physis (naturaleza) desde diferentes perspectivas:
    empírico-naturalistas, místico-religiosas y racionalistas, como veremos a continuación.
    La escuela1 jónica reúne a los filósofos empírico-naturalistas, tanto los de Mileto como
    los de Efeso.

    Tales (finales del siglo VII y primera mitad del siglo VI a. de n. e.)
    Tales de Mileto, es el primer filósofo de la antigua Grecia. Para este pensador, “existe un
    único principio originario, causa de todas las cosas que son, y sostuvo que dicho
    principio es el agua (...) Tales basa sus afirmaciones en el puro razonamiento, en el
    logos...El agua de Tales hay que considerarla de una manera totalizante, como aquella
    physis líquida originaria, de lo que todo se deriva de la que el agua que bebemos no es
1
   El Término “escuela”, tiene una significación particular para los antiguos griegos, pues constituía una
búsqueda asociada. Así tenemos que: “Los alumnos de una escuela se llamaban ‘compañeros’ y establecían entre
ellos no sólo la solidaridad de pensamiento, sino también de costumbres y de vida en un intercambio
continuo de dudas, de dificultades y de búsquedas...Todas las grandes personalidades de la filosofía griega son
fundadores de escuela, que es centro de búsquedas; la obra de las personalidades menores se suma luego de la
doctrina fundamental y contribuye a formar el patrimonio común de la escuela...La investigación
filosófica...exigía...una concordancia de esfuerzos, una comunicación incesante entre los hombres que hacían
de ella el objetivo fundamental de la vida y determinaba, por tanto, una solidaridad sólida y efectiva entre
quienes se dedicaban a ella. (Abbagnano, N.: 1954, pp. 7-8).
más que una de sus manifestaciones...En la práctica su agua llegaba a coincidir con lo
divino...Y cuando Tales afirmaba además que ‘todo está lleno de dioses’, quería decir
que todo [lo que] está penetrado por el principio originario es vida, todo está vivo y
todo tiene un alma (panpsiquismo).” (Rale-Antiseri: 1995, pp. 37-39).
      Tales elige este elemento material de la naturaleza porque “se apoyaba tal vez en el
hecho de ver que el alimento de todas las cosas es húmedo e incluso lo caliente se
engendra y vive en lo húmedo; ahora bien, aquello de que todo se engendra es el
principio del todo. Por eso se asió a tal conjetura y aun porque las semillas de todas las
cosas poseen una naturaleza húmeda y el agua es en las cosas húmedas el principio de la
naturaleza.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 13).
      El que Tales haga coincidir el principio material agua con lo divino, no significa en
forma alguna misticismo o creencia religiosa alguna, sino, dado la cultura de la época de
creencia politeísta (mitología), lo divino era el impulso vital. “Su teoría del agua como
fundamento de las cosas se remonta a las concepciones más antiguas de los griegos, así
como de los egipcios y de otros pueblos de Oriente.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 72).

Anaximandro (aproximadamente 610 a. de n. e.)
Este filósofo, también de Mileto y contemporáneo de Tales, elaboró su teoría en base a
otro principio. A éste le denominó apeirón (infinito). Tiene la característica de ser
ilimitado, “como el fundamento único y eterno de los fenómenos de la naturaleza...El
proceso de generación y destrucción de los seres singulares discurre, según
Anaximandro, en virtud de la necesidad...Del apeirón se separan los contrarios
contenidos en él –lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo– formándose así todas las
cosas.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 72).
       Esta substancia, el apeirón, además de infinita, eterna y sin edad, ‘envolvía a todos
los mundos’, “porque creía que nuestro mundo era uno solo entre muchos.” (Russell,
B.: 1971, p. 68). Tiene la propiedad de ser “una materia cuyos elementos no están
todavía diferenciados, por lo cual, además de infinita, es también indefinido.”
(Abbagnano, N.: 1954, p. 13).

Anaxímenes (546-45 al 528-24 a. de n. e.)
Otro filósofo de Mileto, tal vez discípulo de Anaximandro, fue Anaxímenes, propuso un
nuevo principio fijando su atención en otra substancia material, en base a la cual elabora
su propia teoría. Este principio es el aire; “a tal materia atribuye los caracteres del
principio de Anaximandro: la infinitud y el movimiento incesante…el modo como el
aire determina la transformación de las cosas...es el doble proceso de la rarefacción y de
la condensación. Rarefaciéndose, el aire se convierte en fuego; condensándose se
convierte en viento, después en nube y, condensándose más en agua, en tierra y, por
tanto, en piedra. El calor y el frío son debidos también al mismo proceso: la
condensación produce el frío; la rarefacción, el calor...Anaxímenes admite el devenir
cíclico del mundo; por lo tanto, su disolución periódica en el principio originario y su
periódica regeneración por el mismo.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 15).
       Respecto a sus dos predecesores Tales y Anaximandro, “esta teoría tiene el mérito
de establecer diferencias cuantitativas entre la distintas sustancias; todo es cuestión del
grado de condensación.” (Russell, B.: 1971, p. 48). Pero además, aportó la dinamicidad
del mundo, es decir, no está estático, sino en permanente movimiento (o devenir)
mediante la disolución (o autodestrucción) y regeneración (o nueva construcción).

Heráclito (aproximadamente 530 al 470 a. de n. e.)
Este filósofo es originario de la ciudad de Efeso, la segunda ciudad importante después
de Mileto, en Asia menor. Heráclito elabora su teoría filosófica en base a otra substancia
material diferente a sus predecesores como principio fundamental de la naturaleza; ésta
es el fuego. “Según Heráclito, el mundo, o la naturaleza, se hallan en proceso
ininterrumpido de cambio y es justamente el fuego, entre todas las substancias naturales,
la más susceptible de mutación...Proceden del fuego no sólo de las cosas materiales
corrientes, sino también el alma. El alma es material, lo menos húmedo, fuego seco...El
mundo no es inmovilidad, sino un proceso en el que cada cosa y cada propiedad cambia,
pero no de un modo cualquiera, sino que pasa a ser su contraria: lo frío se convierte en
cálido y viceversa; lo húmedo se torna seco y al revés.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov:
1978, pp. 57-58).
       En tanto este proceso de cambios en la naturaleza es un permanente fluir, todo
dentro de ella es movimiento, de ahí su famosa máxima: ‘No es posible sumergirse dos
veces en el mismo río ni tocar dos veces una substancia mortal en el mismo estado;
debido a la velocidad del movimiento, todo se dispersa y se vuelve a componer de
nuevo, todo viene y va’. Asimismo agrega: ‘Este mundo, que es el mismo para todos, no
lo ha creado ningún Dios ni ningún hombre, sino que fue siempre, es y será fuego
eternamente vivo, que con orden regular se enciende y con orden regular se apaga’.
(Abbagnano, N.: 1954, p. 16).

B. Escuela Pitagórica
Esta escuela se convirtió en una “asociación religiosa y política, además de
filosófica...Muy probablemente el pitagorismo fue una de tantas sectas que celebraban
misterios a cuyos iniciados se imponía una cierta disciplina y ciertas reglas de
abstinencia, que no debían ser pesadas...Pitágoras se presenta como el depositario de
una sabiduría que la divinidad le había transmitido; a esta sabiduría sus discípulos no
podían llevar ninguna modificación, antes bien, debían permanecer fieles a la palabra del
maestro. Estaban, además, obligados a mantener el secreto y por eso la escuela se
envolvía en misterios y en símbolos que velaban ante los profanos el significado de la
doctrina.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 21).

Pitágoras (571-70 al 497 a. de n. e.)
Este filósofo nació en la isla de Samos, Mar Mediterráneo, cerca de las costas de Grecia.
Radicó en el sur de Italia hasta su muerte. Al parecer no escribió ninguna obra, por lo
que su doctrina fue dada a conocer por sus discípulos.
       Los pitagóricos consideraban como principio de la naturaleza el número, en tanto
todo en ella rige un orden, éste es su esencia. “Según ellos, los números formaban el
‘orden’ cósmico que constituía el prototipo del ‘orden’ social...la doctrina pitagórica de
los números representaba uno de los primeros intentos encaminados a abordar el
problema del papel y de la significación de las determinaciones cuantitativas de los
fenómenos de la naturaleza...Los pitagóricos enseñaban que el movimiento de los
cuerpos celestes se halle sujeto a ciertas relaciones matemáticas, dando lugar así a la
‘armonía de las esferas’. Esta doctrina de la ‘armonía de las esferas’ expresaba ya la idea
de que los fenómenos naturales se ajustan a leyes...Los pitagóricos, o sea la unidad, que
para ellos es el fundamento de todos los números.” (Dynnik, M. A.: 1963, pp. 77-78)
       El número, por tanto, tiene una “incidencia determinante...en los fenómenos del
universo: el año, las estaciones, los meses, los días, etc., están regulados por leyes
numéricas las que regulan el tiempo de gestación en los animales, los ciclos del
desarrollo biológico y los distintos fenómenos de la vida...el número...es el más real de
las cosas...no es un aspecto que nosotros abstraemos mentalmente de las cosas, sino la
realidad, la physis de las cosas mismas.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 47-48).



C. Escuela Eleática
Esta escuela surge en la ciudad de Elea (Italia). Se constituye en el referente principal del
desarrollo posterior de la filosofía griega. Tiene como representantes a Jenófanes,
Parménides y Zenón. Veamos en qué consiste la filosofía de esta escuela filosófica.

Jenófanes (aproximadamente siglos VI al V a. de n. e.)
Este filósofo nació en Colofón (Asia Menor), pero residió los últimos años de su vida en
Elea. Se afirma que abría influenciado en la formación de esta escuela, no obstante que
su filosofía es materialista y la de sus sucesores, idealista.
       Para este filósofo el principio de la naturaleza era la tierra. Y afirmar tal principio
parte de criticar el antropomorfismo religioso de los griegos. “Los hombres, creen que
los dioses han tenido nacimiento y poseen voz y cuerpo semejante al nuestro. Por eso si
los etíopes hacen a sus dioses chatos y negros, los tracios dicen que tienen ojos azules y
cabellos rojos; también los bueyes, los caballos y los leones, si pudieran, imaginarían a
sus dioses a su semejanza...En realidad, no hay más que una divinidad ‘que no se parece
a los hombres ni en el cuerpo ni en el pensamiento’. Esta única divinidad se identifica
con el universo, es un dios-todo y posee el atributo de la eternidad: no nace, no muere y
es siempre la misma. En efecto, si naciese, eso significaría que antes no era; y lo que no
es tampoco puede nacer ni dar nacimiento a nada...considera que todas las cosas, e
incluso el hombre, están formadas de tierra y agua; que de la tierra todo procede y todo
vuelve a la tierra.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 27).
       En tanto esta única divinidad se identifica con el universo, y éste está compuesto
del elemento tierra, se entiende que la naturaleza es Dios, lo que da como resultado una
concepción panteísta de la naturaleza. “Para este pensador, el mundo es ‘increado e
indestructible’, es ‘uno’, y esa ‘unicidad’ es Dios ‘’ínsito en todas las cosas’.” (Iovchuk-
Oizerman-Schipanov: 1978, p. 56). Esta concepción de la ‘unicidad’ es la que encuentra
continuidad en los demás filósofos de esta escuela y desarrollada en forma idealista.

Parménides (aproximadamente siglos VI al V a. de n. e.)
Este filósofo, “procedía de una rica familia aristocrática; vivió en Elea y gozó de
renombre como gobernante de esa ciudad. Expuso sus ideas filosóficas en el poema De
la Naturaleza.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 80). La educación filosófica que recibió fue
pitagórica por el pitagórico Ameinas, llevando así una vida conforme a esta escuela. Sin
embargo, la originalidad de su pensamiento hizo que se independizara y formara su
propia concepción del mundo.
       Este filósofo orienta su pensamiento en un sentido opuesto a la de sus
predecesores, que se habían fijado en una substancia material, excepto Pitágoras (el
número). Para Parménides la substancia de todo lo existente es el ser. Esta substancia
primordial debe diferenciarse del no ser. Según Parménides, “el ser es pura positividad y
el no ser, la pura negatividad, siendo cada elemento absolutamente contradictorio con el
otro...todo lo que uno piensa y dice, es. No se puede pensar (y por lo tanto, decir), si no
es pensado (y diciendo) aquello que es. Pensar la nada significa no pensar, y decir la nada
significa no decir nada. Por ello la nada es impensable e indecible.” (Reale-Antiseri:
1995, p. 56).
       En base a estas definiciones Parménides distingue las falsas opiniones de la razón.
“Parménides considera que los cambiantes y multiformes fenómenos de la naturaleza
constituían el objeto de las ‘falsas opiniones’. Solamente admitía como ‘verdadero’ el
‘ser’ en general, inmutable, inmóvil y único, que identificaba con el pensamiento. Así,
pues, la abstracción del ser fue separada de la naturaleza y considerada como un ser
aislado e independiente...La abstracción del ser llamada a términos absolutos convierte a
éste en un ente sobrenatural (el verdadero ser), inaccesible a toda percepción de los
sentidos y cognoscible por medio del pensamiento teórico (la razón).” (Dynnik, M. A.:
1963, p. 81). En tanto el pensamiento racional es le verdadero ser, este es el que contiene
mayor valor, de ahí que “el conocimiento verdadero no puede ser más que
conocimiento del ser, esto es, de la realidad absoluta...el ser es autosuficiencia.”
(Abbagnano, N.: 1954, p. 29).

Zenón (aproximadamente siglo V a. de n. e.)
Este filósofo nació en Elea y era discípulo de Parménides; era veinte años más joven que
éste. Tuvo una personalidad en su vida política. “Luchando en defensa de la libertad
contra un tirano, fue encarcelado. Sometido a tortura para obligarle a confesar el
nombre de los compañeros con los que había urdido el complot, se cortó la lengua con
los dientes y se la escupió en la cara al tirano. Otra versión de la tradición, en cambio,
afirma que denunció a los más fieles colaboradores del tirano, con lo que éste se encargó
personalmente de eliminarlos, aislándose y derrotándose a sí mismo.” (Rale-Antiseri:
1995, p. 80).
       En cuanto a la filosofía, siguió a su maestro Parménides, desarrollando sus
argumentos de una forma creativa y polémica. Parte del principio “que el ‘verdadero ser’
es único e inmóvil, y cognoscible exclusivamente por medio de la razón (del
pensamiento), no por los sentidos...lo que rechazaba es que fuese posible alcanzar un
conocimiento verdadero por medio de la percepción sensible; trató de demostrar
asimismo que el movimiento y la multiplicidad no existen en el ‘verdadero ser’ y que
admitir la existencia del movimiento y de la multiplicidad conduce a contradicciones
insolubles (en griego, ‘aporías’).” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 82). Estas ‘contradicciones
insolubles’, Zenón las concibió por medio de aporías o paradojas para demostrar que el
movimiento y la multiplicidad de las cosas no existen en la forma de concebirlas o
entenderlas.
       Esto conllevó a descubrir la dialéctica, aporte fundamental de este pensador,
“término éste que entonces designaba el arte de discriminar la verdad a través del
diálogo mediante la localización de las contradicciones en el juicio del adversario y la
eliminación de las mismas...En sus célebres paradojas, aporías, Zenón intentaba probar
que la idea de que el movimiento es concebible lleva derechamente a varias
contradicciones: partiendo de tal premisa no puede haber ningún movimiento de un
punto a otro, sea de un cuerpo o de dos cuerpos separados por cierta distancia, sea un
movimiento de puntos materiales o de cuerpos dotados de longitud. Tal movimiento no
podría comenzar o, si comenzara, no podría terminar sobre una distancia finita. En la
aporía de Aquiles se trata de demostrar que Aquiles no podrá alcanzar a una tortuga si se
da a ésta en una carrera una ventaja inicial. En la aporía de la flecha en vuelo se requiere
probar que la flecha se halla cada instante en un punto determinado del espacio, ocupa
un lugar igual a su longitud y, en consecuencia, no se mueve...Las aporías no plantean si
el movimiento es perceptible por los sentidos, pues Zenón no lo dudaba ni por un
instante. Lo que se plantea es si cabe concebir el movimiento admitiendo que el espacio
en el cual se mueven los cuerpos está compuesto de múltiples partes y que el tiempo en
que se efectúa el movimiento lo forman múltiples instantes.” (Iovchuk-Oizerman-
Schipanov: 1978, pp. 62-63). De esta manera se demuestra la tesis principal del principio
de la naturaleza difundida por esta escuela: el ser (razón o pensamiento) es inmutable,
inmóvil y único.

D. Escuela Atomística
Esta escuela surge dando a conocer una nueva propuesta sobre la concepción del
mundo, la misma pretende también resolver los problemas planteados por los eleatas
(escuela eleática) como: “la divisibilidad infinita de las cosas, del espacio y el tiempo
desemboca en contradicciones y aporías insalvables.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov:
1978, p. 73). Esta escuela fue fundada por Leucipo, según los historiadores de la
filosofía; sin embargo, otros señalan que nunca existió como es el caso de Epicuro que
niega su existencia; pero en lo que sí todos están de acuerdo es que Demócrito es el más
   original representante de esta escuela filosófica por su planteamiento novedoso y su
   inmensa sabiduría.

   Demócrito (aproximadamente 460 – 370 a. de n. e.)
   Este filósofo nació en Abdera y fue un hombre de ciencia. “La fama de Demócrito
   como hombre de ciencia ha dado lugar a que su figura se estilizase en la de un sabio
   completamente abstraído de la práctica de la vida. Horacio cuenta que manadas de
   ganado saqueaban, paciendo, los campos de Demócrito, en tanto que la mente del
   hombre de ciencia vagaba lejana. En el reparto de la rica herencia paterna quiso tener su
   parte en moneda contante y así tuvo menos, y lo gastó todo en sus viajes por Egipto y
   entre caldeos. Cuando el padre vivía todavía, acostumbraba a encerrarse en una casita
   campestre que servía también de establo; y en ella cierta vez quedó encerrado sin darse
   cuenta de ello con un buey que el padre había atado allí en espera de llevarlo al
   sacrificio. El carácter ligeramente burlón de estas anécdotas lo dibuja como el tipo del
   hombre de ciencia abstraído.” (Abbagnano, N.: 1954, pp. 38-39).
          En cuanto al principio del origen de la naturaleza, Demócrito considera que es el
   átomo (en griego, significa ‘no-invisible’), es decir un principio material que genera todo
   cuanto existe, para llegar a esta conclusión, este pensador parte del supuesto
   fundamental que existe el vacío y los átomos, “con sus combinaciones infinitamente
   diversas, forman todos los cuerpos. A diferencia de los eleatas, Demócrito, lejos de
   negar el cuadro de la diversidad cualitativa de la realidad transmitida por nuestros
   sentidos, trata de explicarlo partiendo del principio por él formulado. Para lograr tal
   explicación sostiene que los átomos se diferencian entre sí por su figura, orden y
   posición. Estas diferencias primordiales son la base de todas las diferencias observables.
   En consecuencia, ninguna de ellas es incausada...Demócrito niega la causalidad y, a la
   vez, la admite: la niega en el sentido de incausalidad, pues nada puede acontecer sin
   causa; la admite en el sentido de contrapuesto a la finalidad, pues nada surge ni acontece
   en la naturaleza para realizar un propósito determinado. En este orden de cosas, todo
   acaecer es casual...La vida y la muerte de los organismos consiste en la unión y
   disgregación de los átomos, la base de los impulsos vitales son unos átomos especiales:
   redondos, lisos y sumamente pequeños.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 75).
   Así notamos que, desde la versión materialista de Demócrito se supera las
   contradicciones insolubles (aporías) que los filósofos idealistas de Elea platearon.

2. Filosofía de la psyche
Durante el periodo de los sofistas, se planteó el problema del hombre político, como ya se
ha mencionado, en cuanto a su formación como hombre en asuntos de estado, jurídicos y
cultura en general; sin embargo, este tipo de hombre sólo se avocaba a los asuntos que
tenía que ver con las cosas materiales, en las cuales primaba la utilidad práctica y del cual
actuaba de una manera, muchas veces, inexplicable (violencia, egoísmo, manipulación, etc.).
¿Cómo se podría explicar tal actitud humana? Los filósofos de la physis, habían indagado
sobre las particularidades de la naturaleza: su principio, composición y movimiento; pero
muy poco aludieron al hombre y lo que dijeron resultaba insatisfactorio. Por lo tanto, había
que indagar más afondo en la esencia del hombre para conocerlo realmente. Sócrates, fue el
filósofo que se ocupa de esta tarea del filosofar, la esencia del hombre, con él nace la filosofía
idealista propiamente dicha.

   A. Sócrates (470-69 al 399 a. de n. e.)
   Este filósofo nació en Atenas. “Fue hijo de un escultor [Sofronisco] y de una
   comadrona [Fenerete]. No fundó una escuela, como los demás filósofos, pero enseñó
   en lugares públicos (en los gimnasios, en plazas públicas], como una especie de
predicador laico, ejerciendo una enorme fascinación no sólo sobre los jóvenes, sino
   también sobre hombres de todas las edades, lo cual le ganó notables aversiones y
   enemistades.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 85). Esto conllevó a que el gobierno de la ciudad
   lo acusase de impiedad y corromper a menores, por lo que fue condenado a tomar la
   cicuta (veneno) con la cual le dieron muerte; “tras esas acusaciones se ocultaban
   resentimientos de diversas clases y maniobras políticas.” (Loc. cit.). Sócrates no dejó obra
   escrita, su filosofía la trasmitió de forma oral.
          ¿Cómo plantea Sócrates el problema sobre el hombre? Algo que los demás
   filósofos lo habían tratado referencialmente. “Sócrates trata de responder al problema
   siguiente: ´¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre? ¿Cuál es la esencia del
   hombre?’...el hombre es su alma [psyche], pues su alma es precisamente aquello que lo
   distingue de manera específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma
   nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y ética...el alma es para Sócrates el
   yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad intelectual y moral...Si el alma es
   la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa cuidar no del propio cuerpo sino la
   propia alma, y enseñar a los hombres el cuidado de la propia alma en la tarea suprema
   del educador...¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es su cuerpo, sino que es
   aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del
   cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: Nos ordena conocer el alma aquel que
   nos advierte conócete a tí mismo.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 87-88).
          Pero para conocerse a sí mismo, es necesario querer hacerlo, y nada mejor que
   querer concerse cómo es uno. Sócrates dice: “ningún hombre sabe nada
   verdaderamente, pero es sabio únicamente quien sabe que no sabe, no quien se figura
   saber e ignora así hasta su misma ignorancia. Y en realidad sólo quien sabe que no sabe
   procura saber, mientras que quien se cree en posesión de un saber ficticio no es capaz de
   la búsqueda, no se preocupa de sí mismo y permanece irremediablemente alejado de la
   verdad y de la virtud...El medio para promover en los demás este reconocimiento de la
   propia ignorancia, que es condición de la búsqueda, es la ironía. La ironía es la
   interrogación encaminada a la mira de descubrir al hombre su ignorancia de echarlo en
   la duda y en la inquietud para obligarle a la búsqueda...es el medio para descubrir la
   nulidad del saber ficticio, para poner al desnudo la ignorancia fundamental que el
   hombre esconde incluso a sí mismo con los oropeles de un saber hecho de palabras y de
   vacío...La ironía es la llamada al conocimiento de sí mismo, la llamada que el
   interrogante hace percutir hasta lo más íntimo del interrogado, haciéndole volver a la
   sinceridad consigo mismo.” (Abbagnano, N.: 1954, pp. 49-50).

          Después de la muerte trágica de Sócrates, sus discípulos, formaron sus propias
escuelas filosóficas en las cuales enseñaban la doctrina de su maestro, la misma que le
dieron su propia interpretación, algo que incluso, desvirtuaba la doctrina original. Estos
discípulos y sus escuelas fueron: “Euclides, de la escuela de Megara; Fedón, de la de Elida;
Antístenes, de la Cínica; Aristipo, de la Cirenaica.” (Ibíd., p. 56). Además de los ya
mencionados, Platón fue el discípulo más representativo por desarrollar la doctrina
filosófica de Sócrates de forma original y creativa, razón por la cual obviaremos a los demás
para ocuparnos de Platón.

   B. Platón (428-347 a. de n. e.)
   Este pensador nació en Atenas en 428 a. de n. e. “Su verdadero nombre era Aristocles;
   Platón es un sobrenombre añadido, debido según algunos a su vigor físico, o según
   otros a la amplitud de su estilo o la anchura de su frente (en griego, platos significa
   precisamente amplitud, anchura, extensión). Su padre descendía del rey Codro, mientras
   que su madre pertenecía a la familia de Solón...la iniciación...de Platón al frecuentar a
   Sócrates fue la misma que la mayoría de los otros jóvenes, y no consistía en transformar
la filosofía en objetivo de su propia vida, sino en prepararse mejor para la vida política, a
través de la filosofía...Su disgusto...ante los métodos de la política que se practicaba en
Atenas debió llegar a un punto culminante...cuando Sócrates fue condenado a
muerte...Platón se convenció de que por el momento le convenía mantenerse la margen
de la política militante...se trasladó a Megara junto con algunos otros socráticos...hacia
los cuarenta años de edad, partió de viaje por Italia...A su regreso a Atenas fundó la
Academia (en un gimnasio situado en la parte dedicado al héroe Academo, de donde
proviene el nombre de Academia)...permaneció dirigiendo la Academia, hasta su muerte
en el 347 a. de n. e.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 119-120).
        De acuerdo a su concepción filosófica, que es la prolongación de la de Sócrates,
respecto al origen de la naturaleza (o mundo), Platón le da un desarrollo particular. “La
causa del mundo es una divinidad artesana o demiurgo que lo ha producido gracias a
aquella bondad limpia de envidia que quiere difundir y multiplicar el bien...Pero en
cuanto ella ha sido engendrado, no podía ser, igual que el modelo incorpóreo; sino que
debía ser corpórea, en consecuencia visible y tangible.” (Abbagnano, N.:1954, p. 91). A
este mundo engendrado cuya finalidad es el bien, Platón lo llamaba ‘mundo de las cosas
sensibles’, “y veía...un mundo derivado del reino eterno e inmutable de las esencias
espirituales o ideas, a las que denominaba el ‘verdadero ser’. De acuerdo con esta teoría
idealista, las cosas sensibles son una mezcla del ser (idea) y del no ser (materia).”
(Dynnik, M. A.:1963, p. 97).
        Ahora bien, las “ideas”, según Platón, “no son simples pensamientos, sino aquello
que piensa el pensamiento una vez que se ha liberado de lo sensible, son el verdadero
ser, el ser por excelencia...las ideas platónicas son la esencia de las cosas, esto es, aquello
que hace que cada cosa sea lo que es...Lo sensible [el no ser]. Sólo se explica apelando a
la dimensión de lo suprasensible, y lo relativo exige recurrir a los absoluto, lo móvil a lo
inmóvil, y lo corruptible a lo eterno...el mundo de las ideas está constituido por una
multiplicidad, en la medida en que allí hay ideas de todas las cosas: ideas de valores
estéticos, ideas de valores morales, ideas de las diversas realidades corpóreas, ideas de
los distintos entes geométricos y matemáticos, etc.” (Reale-Antiseri: 1995, pp.128-129).
        El sistema platónico del mundo de las ideas, constituye una jerarquía piramidal.
“El mundo de los ‘géneros’ o ‘ideas’ forma un sistema parecido a una pirámide; en la
cima de esta pirámide se encuentra la ‘idea’ del Bien, la cual condiciona la
cognoscibilidad, la existencia de objetos y de ella reciben éstos su esencia...juzga el Bien
no sólo la causa suprema del ser, sino también su finalidad. Los ‘géneros’ son eternos,
no surgen ni perecen, son inmutables, idénticos, no dependen de las circunstancias de
espacio y tiempo. Por el contrario, el mundo de las cosas sensibles es un mundo en
eterno surgimiento y destrucción, movimiento y cambio; todas las cosas sensibles y
todas sus propiedades son relativas, transitorias, fluidas y limitadas por las circunstancias
de espacio y tiempo.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 81).

C. Aristóteles (384-322 a. de n. e.)
Este filósofo griego nació en Estagira, 384 a. de n. e. “Su padre, llamado Nicómaco, era
un excelente médico que estaba al servicio del rey de Amintas de Macedonia (padre de
Filipo de Macedonia)...a los dieciocho años [otros autores afirman que a los 17]
ingresó...en la Academia platónica...Al morir Platón...abandonó Atenas y se instaló en
Asia Menor...vivió primero en Aso...Se trasladó luego a Mitilene en la isla de
Lesbos...Filipo el Macedonio lo llama a su corte y le confía la educación de su hijo
Alejandro, personaje que estaba destinado a revolucionar la historia griega y que en
aquel momento tenía trece años...Aristóteles permaneció en la corte macedonia hasta
que Alejandro subió al trono...regresó a Atenas y alquiló algunos edificios cercanos a un
pequeño templo consagrado a Apolo Liceo, de donde proviene el nombre de ‘Liceo’
atribuido a la escuela. Como Aristóteles impartía sus enseñanzas mientras paseaba por
los senderos del jardín vecino a los edificios, a su escuela también se le llamó ‘Peripato’
(del griego peripatos= paseo) y sus seguidores fueron denominados
‘peripatéticos’...después de la muerte de Alejandro, hubo en Atenas una fuerte reacción
antimacedónica, que también afectó a Aristóteles, culpable de haber sido maestro del
gran monarca...Para huir de sus enemigos, se retiró a Calcis, donde poseía bienes
inmuebles heredados de su madre, dejando a Teofrasto la dirección del Peripato [o
Liceo]. Falleció en el 322 [a. de n. e.], después de unos pocos meses de exilio.” (Reale-
Antiseri: 1995, pp. 159-160).
         En cuanto a su concepción filosófica sobre la naturaleza, Aristóteles, considera
que es “el conjunto de cosas que poseen un sustrato material y que se hallan en eterno
movimiento y cambio. El mundo material ha existido siempre y existirá eternamente;
para explicarlo no hay que recurrir al imaginario reino platónico de las ideas...Aristóteles
elabora la teoría de que la esencia (la substancia) se encuentra en las cosas
mismas...formula también una teoría de las cuatro causas: a) la causa material o materia;
b) la causa formal o forma; c) la causa eficiente o agente; d) la causa final o fin.”
(Dynnik, M. A.: 1963, p. 104).
         Para entender cómo se explican estas causas, un ejemplo simple ayudará a
comprender cómo se explica el sentido de la naturaleza entorno a las mismas. “Si
consideramos a un hombre determinado desde un punto de vista estático, ese hombre
se reduce a su materia (carne, huesos) y a su forma (alma). En cambio, si lo consideramos
desde una perspectiva dinámica y preguntamos ‘cómo ha nacido’, ‘quién lo ha
engendrado’ o ‘por qué se desarrolla y crece’, entonces se hacen precisas otras causas o
razones: la causa eficiente o motora [o agente] –el padre lo ha engendrado– y la causa
final, la finalidad o el objeto al que se encamina el devenir del hombre.” (Reale-Antiseri:
1995, p. 165).
         En otro ejemplo, que es muy común para hacer ver que la “idea” es primero y la
experiencia material después, “Aristóteles explica su teoría de las cuatro causas con ayuda
del siguiente símil: el arquitecto que construya una casa y su propio arte son la causa
eficiente; el plan es la forma [o causa formal]; el material de la obra es la materia [o causa
material], y el edificio ya terminado, la causa final o fin...El arquitecto que levanta una
casa debe tener previamente un plan de construcción; según Aristóteles, el desarrollo de
la naturaleza discurre del mismo modo; la forma precede a la realización de los
fenómenos naturales. Al extender esta concepción a la naturaleza entera, Aristóteles se
ve conducido en fin de cuentas al idealismo, o sea al reconocimiento de que existe una
‘forma de las formas’ o espíritu universal, a la adopción de la concepción teleológica del
mundo, a la aceptación de una finalidad originaria en todos lo fenómenos naturales...La
inteligencia universal o ‘primer motor’ es la forma desligada totalmente de la materia y,
al mismo tiempo, es la causa final a que tienden todos los fenómenos naturales; por
último, es su causa eficiente. Aunque el ‘primer motor’ esté inmóvil es él quien mueve el
mundo entero.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 106).
         La teoría de las causas que se han expuesto, explica el procedimiento general de la
naturaleza. Ahora bien, Aristóteles empleó dos categorías: “potencia” y “acto”, para
explicar más en detalle el procedimiento específico de las cosas naturales. Así tenemos
que la “materia es potencia, potencialidad, en el sentido de que es una capacidad de
asumir o de decir la forma...La madera es potencia de los diversos objetos que se
pueden fabricar con madera, porque es una capacidad concreta de asumir las formas de
esos diferentes objetos. La forma, en cambio se configura como acto o actualización de
esa capacidad. El compuesto de materia y forma, si se considera en cuanto tal, será
predominantemente acto; si se considera en su forma, será sin duda acto o entelequia; si
se considera en su materialidad, en cambio, será mezcla de potencia y acto...Por el
contrario, los seres inmateriales –las formas puras– son puro acto y están exentos de
potencialidad...Dios es pura entelequia.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 169).
Como en última instancia Aristóteles nos habla de Dios, a quien identifica como
el “primer motor inmóvil”, que genera el movimiento de todo lo existente, ¿qué es Dios
para Aristóteles? Según el estagirita, “Dios...es eterno, inmóvil, acto puro, está exento de
potencialidad y de materia, es vida espiritual y pensamiento de pensamiento (...) la
Inteligencia divina...piensa lo que es más divino y más digno de honor, y el objeto de su
pensar es aquello que no cambia...Él no creó el mundo, sino que es más bien el mundo
el que, en cierto sentido, se ha producido en tendencia hacia Dios, atraído por la
perfección...Él es objeto de amor, pero no ama (o como máximo, sólo se ama a sí
mismo)...Cada hombre, como cada cosa, tiende hacia Dios de un modo peculiar, pero
Dios, como no puede conocer a ninguno de los hombres en particular, tampoco los
puede amar. En otras palabras: Dios sólo es amado, pero no es amante; es objeto pero
no sujeto de amor. Para Aristóteles al igual que para Platón, es impensable que Dios (lo
absoluto) ame algo (algo distinto de sí mismo), puesto que el amor es siempre una
tendencia a poseer algo de lo cual se carece y Dios no carece de nada...Dios no puede
amar porque es inteligencia pura y –según Aristóteles– la inteligencia pura es impasible
y, en cuanto tal, no ama.” (Ibíd., pp. 172-173).
       El Dios aristotélico, como se puede observar, tiene una connotación racional y
objetiva (en el sentido de ser independiente a las cosas materiales y sentimentales que no
son de su naturaleza propia), algo muy diferente del Dios cristiano de significado más
emocional y subjetivo (fe del creyente) que tendremos la oportunidad de estudiarlo más
adelante con Aurelio Agustín y Tomás de Aquino.




                                     Capítulo II
                               La creación del mundo
Hasta el periodo anterior, que corresponde a la filosofía griega y greco-romana, las
condiciones materiales de existencia eran las del esclavismo. Este sistema económico y
social que tuvo una duración aproximada de diez siglos, no podía ser eterna; las mismas
contradicciones internas del sistema imperante devinieron en decadencia. “Las
sublevaciones de los esclavos y otras encarnizadas batallas de clase, que tuvieron lugar
durante el periodo de crisis del régimen esclavista, unidas a las invasiones de los bárbaros,
condujeron en el siglo V de nuestra era al hundimiento del Imperio Romano Occidental.
Fue este un acontecimiento de significación universal, que marcaba para el Occidente
Europeo al fin de la antigua sociedad esclavista, a la vez que señalaba que, sobre sus ruinas,
nacía el régimen feudal, medieval...El paso del régimen esclavista al feudalismo fue
acompañado en Europa Occidental de una decadencia temporal de la economía y la
cultura. En estos países se estableció una economía natural, decayó la artesanía, se redujo el
comercio, languidecieron las grandes y animadas ciudades y se desplazaron al campo los
centros vitales...Durante largos siglos, el catolicismo fue la ideología dominante en la Edad
Media Occidental...La Iglesia de la Europa Occidental poseía hasta una tercera parte de
todas las tierras de labor. Al desperdigamiento caótico de los dominios feudales, la iglesia
oponía su organización rígidamente centralizada, con el Papa ∗ a la cabeza. La Iglesia
monopolizaba asimismo la cultura...La filosofía se hallaba al servicio de la religión y de la
Iglesia...La lucha de los campesinos y los artesanos contra los señores feudales seglares y
eclesiásticos y los conflictos dentro de la propia clase dominante adoptaban forzosamente
un matiz religioso.” (Dynnik, M. A.: 1963, pp. 242-243).
           En este nuevo periodo histórico el “régimen feudal no se estableció en los
distintos países simultáneamente, sino en diversos periodos históricos. Así, por ejemplo, en
China, según muchos historiadores, esto aconteció aproximadamente en los siglos III y II
a. de n. e.; en la India, en los primeros siglos de la era actual; en Transcaucasia y Asia
Central, en los siglos IV-VI; en los países de Europa Occidental, en los siglos V-VI, y,
finalmente, en Rusia, en el siglo IX de nuestra era 2. Sin embargo, en todos los países,
independientemente de las formas de la sociedad y de la época de su aparición, la base de
las relaciones feudales de producción era la propiedad del señor feudal sobre la tierra y
sobre otros medios de producción y su propiedad incompleta sobre el productor, el
campesino dependiente o siervo de la gleba.” (Ibíd., p. 148). En este contexto económico y
social, como condición material de existencia que nace y se desarrolla el pensamiento sobre
la creación del mundo, que va a dominar a toda la cultura occidental.
           Como parte de este periodo histórico, en el desarrollo de la filosofía religiosa,
hemos considerado dos fases de su desarrollo, la primera denominada por los historiadores
de la filosofía como patrística y la segunda que denominamos con un término general,
filosofía teológica. Veamos en qué consiste el pensamiento sobre la creación del mundo.

1. Filosofía teológica católica
La sistematización de la doctrina religiosa sobre el dogma cristiano, en base a la Biblia,
toma como guía la filosofía de la antigua Grecia fundamentalmente, a la cual se le
complementa los desarrollos filosóficos que hicieron los filósofos greco-romanos que más
se adecuaban al dogma cristiano. Esta sistematización corresponde a dos teólogos y
filósofos de la Iglesia católica, hombres de talento especulativo prominente. Estos son:
Aurelio Agustín, que la Iglesia lo canoniza santo, llamándolo entre los suyos, San Agustín;
y, Tomás de Aquino, a quien también lo canoniza llamándolo desde entonces, Santo

  El vocablo “Papa” deviene de la voz griega papas que significa padre. A partir de la época feudal se le
designa con tal denominación, Papa, al representante máximo de la iglesia católica en la ciudad del Vaticano.
2
  En la realidad peruana, el feudalismo, como sistema económico y social, lo impusieron los españoles en el
siglo XVI, con las particularidades de la realidad española, pero con las características generales de esta
formación económica que se dio en Europa.
Tomas de Aquino. Estos dos pensadores, a quienes corresponde el mérito de haber
fundamentado las bases filosóficas y teológicas de la doctrina eclesiástica, en base a la cual
todavía se funda su organización cristiana, existe una distancia en el tiempo entre uno y
otro. Aurelio Agustín es, en sí, el representante máximo de la patrística, que por su talla
intelectual y el aporte sustancial a la sistematización de la doctrina eclesiástica, lo
estudiamos a parte de los padres de la Iglesia. En el caso de Tomás de Aquino, que destaca
como intelectual, data de cinco siglos después, en pleno auge de la sociedad feudal, en la
cual ambos autores vivieron, aunque en tiempos diferentes. Entre ambos autores, en el
proceso de desarrollo de la doctrina teológica de la iglesia, media una serie de
desencuentros teóricos que produce una polémica en torno al dogma cristiano, esta
polémica doctrinal se denomina con el nombre de “problema de los universales”. Así es
que el orden de esta sección empieza primero con Aurelio Agustín, la filosofía escolástica y
Tomás de Aquino, veamos cada uno de ellos.

A. Aurelio Agustín (354-340 de n. e.)
Este teólogo y filósofo cristiano, el más representativo de la Iglesia católica, del periodo de
la patrística, “nació en Tagaste, provincia romana de Numidia, África romana. Su padre,
Patricio, era pagano, su madre, Mónica, cristiana, la cual ejerció sobre el hijo una profunda
influencia. Pasó su niñez y adolescencia entre Tagaste y Cartago; de temperamento
ardiente, opuesto a toda clase de frenos, llevó en este periodo una vida desordenada y
disoluta...Cultivaba, no obstante, los estudios clásicos, especialmente latinos y se ocupaba
con pasión en la gramática...Hacia los 19 años, la lectura del Hortencio de Cicerón, lo
condujo a la filosofía...y por vez primera fue encaminado a la investigación filosófica. Se
adhirió entonces a la secta de los maniqueos. Desde los 19 años comenzó a enseñar
retórica en Cartago y conservó su ocupación en esta ciudad hasta los 29 años...se dirigió a
Roma con la intensión de continuar allí su enseñanza de retórica...después de un año se
dirigió a Milán para enseñar oficialmente retórica...El 25 de abril del 387 recibía el
bautismo...Entonces se convence con certeza de que su misión era la de difundir en su
patria la sabiduría cristiana...volvió a Tagaste, donde en el año 391 fue ordenado sacerdote;
en el 395 fue consagrado obispo de Hipona...el 28 de agosto del 430, Agustín moría.”
(Abbagnano, N.: Ob. Cit., pp. 233-234).
           Sobre el origen del mundo, Agustín, sostiene: “En cuanto es Ser, Dios es el
fundamento de todo lo que es; es, pues, el creador de todo...Dios ha creado todas las cosas
por medio de la palabra; pero la palabra de que habla el Génesis no es la palabra sensible,
sino el Logos o Hijo de Dios, que es coeterno con él. El Logos o Hijo tiene en sí las ideas,
esto es, las formas o las razones inmutables de las cosas, que son eternas como eterno es él
mismo; y en conformidad con tales formas o razones han sido formadas todas las cosas
que nacen y mueren...Las ideas divinas son comparadas por Agustín a las rationes seminales,
de que hablaban los estoicos. El orden del Mundo, que depende de la división de las cosas
en géneros y especies, está garantizado precisamente por las razones seminales, que,
implícitas en la mente divina, determinan, en el acto de la creación, la división y ordenación
de las cosas individuales...El problema se presenta también a Agustín: ¿Qué cosa hacía Dios
antes de crear el cielo y la tierra?...Antes de la creación, no había tiempo; no había por
consiguiente, un ‘antes’ y no tiene sentido preguntarse qué cosa hacía ‘entonces’ Dios. La
eternidad está por encima de todo tiempo; en Dios nada es pasado y nada es futuro, porque
su ser es inmutable y la inmutabilidad es un eterno presente, en el que nada pasa. Pero,
¿qué cosa es el tiempo? Ciertamente la realidad del tiempo no es nada permanente...El
futuro todavía no existe, pero hay en el alma la espera de las cosas futuras; el pasado ya no
existe, pero hay en el alama la memoria de las cosas pasadas. El presente carece de duración
y en un instante se convierte en pasado, pero dura en el alma la atención por las cosas
presentes de la vida interior del hombre a través de la atención, la memoria y la
expectación, en la contrariedad interior de la conciencia, que conserva dentro de sí el
pasado y tiende hacia el futuro. Partiendo en busca de la realidad objetiva del tiempo
Agustín llega, en cambio, a aclarar su realidad subjetiva. Una vez más el replegarse de la
conciencia sobre sí mismo aparece como el método que resuelve un problema
fundamental.” (Ibíd., pp. 241-242).
           Agustín muestra así un subjetivismo dogmático de fe cristiana. Esto conduce a la
doctrina de la predestinación. “La predestinación es la fuente de dos reinos opuestos: el
divino y el terrenal; este último es en rigor un campamento de facinerosos, se sustenta en la
guerra, en la conquista y la violencia. La expresión suma del reino celestial es la Iglesia. Pero
la Iglesia sólo parcialmente coincide con el reino celestial...La Iglesia terrenal no es más que
preparación de la celestial.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 135).

B. Filosofía escolástica.
Desde el siglo V de n. e. en que acaece el fallecimiento de Aurelio hasta el siglo IX, en el
lapso de ese tiempo, los diferentes teólogos de la iglesia polemizaron y escribieron muchas
obras sobre la “verdad revelada” de Dios, según la Biblia y los textos de los filósofos
griegos, especialmente Platón, Aristóteles, Plotino y Agustín. Sin embargo, es a partir del
siglo IX, en que se da mayor importancia a los textos de Aristóteles, en contraposición con
los de Platón, con el propósito de encontrar la mejor forma de explicar a Dios. Este
periodo se conoce como escolástica (proviene del vocablo latín scholasticus, que significa
escuela) porque los diferentes teólogos que proponían sus propias interpretaciones
filosóficas de la Biblia, ya sea siguiendo a Platón, Aristóteles, Plotino incluso Agustín,
enseñaban en las universidades europeas, que por este tiempo fueron creadas.
           El periodo del pensamiento escolástico es dividido en tres: 1) escolástica temprana
(del siglo IX al XII); 2) alta escolástica (siglo XIII); y, 3) escolástica decadente o baja
escolástica (siglos XIV y XV). En cada periodo escolástico resaltan grandes figuras como:
Juan Escoto Erígena, Rocelino de Compiegne, Anselmo (1033-1109), Pedro Abelardo
(1079-1142), entre otros, de los cuales también destaca Tomás de Aquino, que lo
estudiaremos en el acápite siguiente.
           La filosofía escolástica surge a raíz de un problema fundamental: la relación entre
razón y fe. “Los escolásticos partían de la tesis que otorga a la fe primacía sobre la razón.
No obstante, el examen de ciertos dogmas religiosos dio lugar a que se debatieran también
cuestiones filosóficas. La más importante de ellas concerniente a la relación entre lo
universal y lo particular.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov. Ob. Cit., p. 135). Este problema
teórico-doctrinal conllevó no sólo a sendas polémicas entre los diferentes teólogos antes
mencionados, sino también implicó persecuciones y encarcelamientos por orden de la
iglesia. Eran tiempos de fundamentalismo eclesiástico en el que primaba la tiranía del poder
papal.
           A este problema teórico-doctrinal se le conoce comúnmente como Problema de los
universales. “El problema se refiere, pues, a los géneros o especies, esto es, a todos los
conceptos, a todo el conocimiento racional: por esto a toda lógica. Se trata de ver si los
conceptos son realidades o no y qué clase de realidad, si corpórea o incorpórea; y dónde
hallen tal realidad, si en las cosas individuales o fuera de ellas. El problema concierne, pues,
al valor objetivo de los conceptos, a su verdad.” (Abbagnano, N. Ob. Cit., p. 296). Los
diferentes teólogos que ya hemos hecho referencia se pusieron en contraposición unos
contra otros según la solución que dieron a tal problema de la filosofía escolástica. No
desarrollaremos las propuestas de cada teólogo porque, en esencia, apuntaron a dar
solución en dos grupos de fundamentales, los “realistas” y los nominalistas. El punto
intermedio entre ambas concepciones lo fijó la concepción denominada ‘realismo
moderado’.

a) Concepción realista
La solución que los “realistas” dieron al problema de los universales es como sigue:
“afirmaban la existencia de los universales como entidades ideales o arquetipos,
preexistentes a las cosas singulares. Primero existe el ‘hombre en general’, decían como una
‘idea’ sui géneris de hombre y después, como producto de ellas, existen los hombres
singulares. La fuente de esta concepción de los realistas era la filosofía platónica.” (Dynnik,
M. A.: 1963, p. 248).
          Su fundamento doctrinal teológico, por tanto, residía en Dios. “El estudio del
lenguaje, pues, era el estudio de la realidad...constituía un estudio de la manifestación
misma de Dios, de aquel Dios sobre cuyas ideas universales y eternas se modelaban las
cosas...Si los universales son reales en sí mismos y también están presentes de manera
esencial en cada uno de los individuos, entonces éstos no difieren entre sí en esencia para
nada, sino sólo por la variedad de accidentes que posean.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 452-
453).
          En resumen, los universales (o entidades ideales, especies, géneros, conceptos)
existen como realidades externas a las cosas concretas y de la vida en general. Son
representantes de esta tendencia teórico-doctrinal: Juan Escoto Erígena, Anselmo de
Canterbury y Guillermo de Champeaux.

b) Concepción nominalista
La solución de los nominalistas al problema de los universales fue totalmente opuesta a la
de los “realistas”. Según los nominalistas, “insistían en la realidad exclusiva de las cosas
singulares y reducían los universales a los puros nombres (en latín nomina) con que los
hombres designaban a las cosas individuales. De acuerdo con ellos, no existen el hombre o
la cosa ‘en general’ [como ‘concepto’ o ‘especie’ antes de las cosas singulares concretas];
éstos no son más que nombres con que se designa, respectivamente, un conjunto de
nombres o cosas individuales [o sea objetos concretos singulares que existen en la
realidad].” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 248).
          De esto se desprende que “el nominalismo es una teoría que exalta lo individual
en perjuicio de lo universal e imposibilita la separación del ámbito meramente analítico y
descriptivo, de una realidad empírica.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., p. 454). El representante
máximo de esta concepción fue Rocelino de Compiegne.
          El problema de los universales, en esencia, “se reducía a esto: ¿las cosas que
existen objetivamente y son percibidas por los sentidos preceden a las ideas generales?
(nominalismo). O, por el contrario, ¿las ideas preexisten a las cosas? (realismo). En otros
términos: ¿nuestro conocimiento se mueve de la sensación al concepto, o del concepto a
las cosas?” (Dynnik. Loc. cit.). La solución, como ya hemos visto, en dos concepciones
opuestas, trajo consigo serias dificultades, la central de ellas radica en que “el realismo, al
chocar contra la individualidad de lo real, testimoniada por la experiencia sensible, el
nominalismo chocando contra la dificultad de entender el valor y justificar el uso mismo de
conceptos reducidos a puros nombres.” (Abbagnano, N. Ob. cit., p. 297).
          No solucionaban el problema de fondo por mantenerse cerrados en el dogma
cristiano, pues, si los “realistas” creían que los universales, especies, géneros o conceptos
constituían entes que se identificaban con Dios en el mundo ininteligible; los nominalistas
creían que Dios, en tanto “acto puro”, no podía ser identificado con ‘especies’, ‘géneros’,
‘conceptos’ que corresponden con las cosas individuales que son concretas, reales; eso
trasgredía la “verdad revelada”. Sin embargo, para dar una solución intermedia, surge el
“realismo moderado”.



c) Realismo moderado
Según esta concepción teórico-doctrinal que intenta zanjar la polémica entre “realismo” y
nominalismo, considera que “sólo pueden existir las cosas singulares (las ‘substancias’). No
obstante, las cosas pueden parecerse y en esa semejanza se basa la posibilidad de los
universales. Cuando afirmamos, algo acerca de muchas cosas, nuestra afirmación concierne
no a las cosas, sino a la palabra. En esto reside la verdad del nominalismo...Junto a esto hay
que admitir la realidad de los conceptos o ideas generales en la mente de Dios y que son los
modelos por los cuales Él crea las cosas.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov. Ob. cit., p. 137).
          La iglesia católica romana, finalmente se impuso con su autoridad jerárquica
estableciendo, según la postura papal (conservadora o moderada) de los diferentes papas
que ocupaban el Vaticano, una concepción teológica según convenía a los intereses de la
institución eclesiástica como máxima expresión del poder y doctrina del medioevo.

C. Tomás de Aquino
Después del éxito doctrinal que significó para la iglesia católica la doctrina de Aurelio
Agustín, hubieron varios teólogos que recrearon el pensamiento agustiniano con filosofías
clásicas como Platón e incluso Plotino, entro otros. Tuvieron que pasar varios siglos,
después de la muerte de Agustín, para que surgiera otro teólogo de talento para que
continuara aportando al cuerpo doctrinal de la iglesia. A ello se sumó cambios de tipo
social y cultural, que conllevaron a una mejor perspectiva del dogma teológico.
           Así tenemos que el “siglo XIII representante al periodo áureo de la teología y la
filosofía. Esto se produce como consecuencia de numerosos factores: la creación de las
universales, la fundación de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos), el
contacto de los medios culturales occidentales se convierten en centros de intensa
enseñanza e investigación; las órdenes mendicantes brindan una gran cantidad de maestros
muy cualificados; la nueva bibliografía se centra sobre todo alrededor de los escritos de la
Metafísica y de la Física de Aristóteles que, conocidos gracias a los árabes, ahora son
redescubiertos en su redacción originaria...los franciscanos y los dominicanos eligieron
como centro de su actividad las ciudades, que se habían transformado en lugares con
intensa vida económica, cultural y religiosa, y que con frecuencia habían sido condenadas
por los ascetas, que invitaban con acentos apocalípticos al menosprecio del mundo y a la
austeridad de vida...Si bien la primera universidad que se fundó fue la de Bolonia –más
interesada en el derecho que en la teología e independiente de la autoridad eclesiástica–
París fue el primero y el más importante de los centros universitarios de filosofía y
teología.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., pp. 461-462).
           El teólogo que destacó en el siglo XIII de n. e. fue Tomás de Aquino, quien
influenciado por los estudios aristotélicos de la época, reelaboró la filosofía de Aristóteles
adaptándola al dogma de la iglesia sustentado en la Biblia. Veamos en qué consiste el
principio de la naturaleza para este teólogo y filósofo, pero antes enterémonos sobre su
biografía brevemente.
           Tomás de Aquino nació en Rocasecca (Lacio meridional), Italia; perteneció a la
familia de los condes de Aquino, en 1221 (según otros autores, 1225-24). “Recibió su
primera educación en la abadía de Montecassino...prosiguió sus estudios en Nápoles, en la
universidad que había sido recientemente fundada por Federico II. Allí entró en contacto
con la orden dominicana, muchos de cuyos miembros se habían dedicado al estudio y a la
enseñanza universitaria. Decidió ingresar a la orden, atraído por esta nueva forma de vida
religiosa, abierta a las nuevas realidades sociales, que tomaba parte en el debate cultural y
que se hallaba exenta de intereses mundanos...Entre 1248 y 1252 fue discípulo de Alberto
Magno (distinguido teólogo y profesor de la universidad de Colonia, Alemania), donde
demostró su talento especulativo muy rápidamente...era llamado el ‘buey mudo’ por su
talante reservado y silencioso...enseñó en París desde 1252 hasta 1254...se le otorgó junto a
San Vuenabentura el título de magister en teología y obtuvo la cátedra en París, donde
enseñó...hasta 1259...Tomás peregrinó (como era costumbre en los maestros de la orden
dominicana) por las principales universidades europeas: Colonia, Bolonia, Roma,
Nápoles...Su salud iba decayendo...Fue sorprendido por la muerte...el 7 de marzo de 1274,
en el monasterio cisterciense de Fossanova, de viaje hacia Lyon, ciudad a la que se dirigía
por mandato del papa Gregorio X, para participar en el Concilio que allí se celebraba.”
(Reale-Antiseri. Ob. cit., pp. 479-481).
          La concepción teológica-filosófica de Tomás de Aquino, respecto del origen de la
naturaleza (o el mundo) radica en que, “Dios ha creado la naturaleza ‘de la nada’ y ésta se
halla sujeta constantemente a los mandatos divinos. La materia es pura potencia
indeterminada y pasiva, a la que sólo la forma ideal de un ser actual conforme a los grados
de un orden jerárquico, que empieza en la región de los seres inanimados, se eleva a través
del hombre hasta los ángeles y los santos y remata, finalmente, en el mismo Dios. Cada
grado inferior tiene un propio fin en otro superior y aspira a él, y todo el sistema aspira a
Dios... El hombre, creado por Dios ‘a su imagen y semejanza’, se halla en el centro del
cosmos, en la tierra inmóvil, y todo cuanto existe en la naturaleza se adapta a él, de un
modo positivo o negativo. El Sol le da luz y calor; la lluvia existe para humedecer sus
campos y los gatos fueron creados para exterminar a los ratones. En cuanto a los temblores
de tierra y huracanes devastadores, Dios los envía como castigo a los hombres por sus
pecados para infundirles temor.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., pp. 251-252). A esta concepción
teológico-filosófica también se le llama ontología teológica.
          En base a este orden jerárquico de la naturaleza expuesto por Tomás, se ve en la
necesidad de demostrar la existencia de Dios, para ello, según él, se “debe partir de lo que
es primero para nosotros, es decir, de los efectos sensibles, y ha de ser a posteriori...llegar de
los efectos sensibles a la existencia de Dios.” (Abbagnano, N. Ob. cit., p. 408). Para ello
expone cinco vías por las cuales se demuestra que el Dios bíblico existe, éstas son como
siguen3:
          La primera vía es la prueba cosmológica, deducido de la Física y de la Metafísica de
Aristóteles. Parte del principio de que ‘todo lo que se mueve es movido por otro’. Ahora
bien, si aquello que lo mueve, se mueve a su vez, es preciso que también él esté movido por
otro, y así sucesivamente. Pero es imposible seguir así hasta el infinito, porque entonces no
habría un primer motor ni los otros moverán, como, por ejemplo, el bastón no se mueve si
no es movido por la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no
sea movido por nada; y ese motor es para todos, Dios.
          La segunda vía es la prueba causal. En la serie de causas eficientes no podemos
remontar hasta el infinito, porque entonces no habría una causa primera y, por
consiguiente, tampoco una causa última ni causas intermedias por lo tanto, debe haber una
causa eficiente primera, que es Dios.
          La tercera vía se deduce de la relación entre posible y necesario . Las cosas
posibles sólo existen en virtud de las cosas necesarias: éstas tienen la causa de su necesidad
o en sí o en otro. Si tienen la causa en otro, remiten a este otro, y como no se puede
suponer una cadena de causas hasta el infinito, es preciso llegar a algo que sea necesario por
sí y sea causa de la necesidad de lo que es necesario por otro: es Dios.
          La cuarta vía es la de los grados. En las cosas hay más o menos verdad, más o
menos bien y más o menos de todas las demás perfecciones, por consiguiente, también
debe haber un grado máximo de dichas perfecciones, que será causa de los grados menores,
como el fuego, que es el máximo de calor, es la causa de todas las cosas calientes. Luego, la
causa del ser y de la bondad y de toda la perfección es Dios.
          La quinta vía se deduce del gobierno de las cosas. Las cosas naturales, privadas
de inteligencia, están, sin embargo, dirigidas a un fin: esto no sería posible si no estuvieran
gobernadas por un Ser dotado de inteligencia, como la flecha no puede dirigirse al blanco si

3
 Las cinco vías de Tomás de Aquino que a continuación se exponen son extraídas de la Historia de la filosofía
de Nicolás Abbagnano: 1954, pp. 408-409.
no es por obra del arquero. Luego, hay un Ser inteligente que dirige todas las cosas
naturales a un fin: este Ser es Dios.
           Estas cinco vías que Tomás de Aquino elabora para demostrar la existencia de
Dios, se vale, como hemos visto, de la filosofía aristotélica en dos libros de Aristóteles, la
Física y la Metafísica, por tanto, utilizando la lógica de pensamiento de Aristóteles el aquinate
las reconvierte (o altera) para demostrar la creencia en Dios; pero en sí, en los hechos
empíricos, se hace imposible tal existencia, motivo por el cual, lo más cercano al
sentimiento de fe del creyente es la lógica de la filosofía idealista, sea platónica o
aristotélica. En este caso Tomás se valió de ésta última; de aquí en adelante, la iglesia
católica se basa en esta doctrina tomista de las cinco vías para afirmar que Dios existe y la
Biblia es la “verdad revelada”.
Capítulo III
                                Racionalismo del mundo

El paso de la sociedad esclavista, en la cual se desarrolló la filosofía griega y greco-romana
(que ya hemos estudiado) a la sociedad feudal, en la cual se desarrolló el pensamiento
escolástico de la creación del mundo –estudiado en el capítulo anterior– demostró que las
organizaciones económico-sociales como el esclavismo el feudalismo no eran ni podían ser
eternas en el tiempo. La evolución histórica de la sociedad humana, sigue su marcha
inescrutablemente al margen de cualquier tipo de ideología dominante que intente imponer
eternamente su régimen económico y político como el mejor de los sistemas sobre los
dominados del mismo a los cuales subyuga. A partir de los cambios operados dentro del
seno de la sociedad feudal, surge una nueva formación económica-social, el capitalismo.
          Las primeras formas capitalistas se empiezan a manifestar en los siglos XVI y XV
en algunas ciudades del Mediterráneo, ubicadas en Italia, tales como: Venecia, Florencia,
Génova y otras. La característica económica del capitalismo inicial se expresa en la
manufactura, el comercio, la banca y las innovaciones técnicas que se desarrollan
preferentemente en las urbes (ciudades). “El comercio (cuyas rutas principales pasaban
entonces por el Mediterráneo), la usura, así como la explotación de los obreros y los
pequeños artesanos dieron vida en muchas ciudades italianas a sectores considerables de
banqueros, mercaderes e industriales, que en algunas de ellas (Venecia, Florencia, Génova y
otras) incluso se adueñaron del poder político.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p.
168).
          La particularidad de esta época es un suceso histórico importante que marcó
época, la primera revolución científica y tecnológica, lo que permitió las innovaciones
técnicas, “aparecieron motores de agua y viento bastante perfeccionados, tornos de hilar,
telares, de pedal, se perfeccionó la construcción de barcos y la construcción en general y
surgieron los altos hornos. A partir del siglo XVI se extendió la producción de armas de
fuego y en la década del 40 del siglo XV tuvo lugar la invención de la imprenta. En 1492,
Colón llegó a las costas de América; seis años después, los portugueses contornearon
África y descubrieron la ruta marítima de la India. A comienzos del siglo XVI se realizó el
primer viaje alrededor del mundo...gracias al empleo de la brújula, a los perfeccionamientos
alcanzados en la construcción de barcos y en la navegación, así como al desarrollo de la
geografía y la astronomía.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 260). Estos cambios operados en la
producción material de la nueva economía capitalista emergente dentro de la sociedad
feudal, iban acompañados de conflictos sociales, políticos y culturales contra el sistema
feudal hasta entonces imperante.
          En este contexto histórico y social de surgimiento práctico del capitalismo
empieza también a surgir una forma diferente de pensar, más acorde con la nueva
economía que empieza a originarse. Para esto es necesario comprender otro aspecto
fundamental en el desarrollo del capitalismo, todavía sujeto en esta época, al sistema feudal
de dominación, esta es las ciencias naturales, componente imprescindible de las
innovaciones técnicas. Esto implica el desarrollo de la astronomía, la mecánica, la química,
la biología, la física, la matemática entre otras.
          Los cambios revolucionarios en la producción económica y la ciencia ligada a ella,
tenía que tener su correlato en la filosofía. “Al desarrollarse las ciencias naturales, cambió
también, en gran medida, el objeto de la filosofía, el círculo de los problemas que estudiaba.
A la filosofía se le planteó la tarea de forjar un nuevo método de conocimiento, basado en
la experiencia, en la investigación empírica de la naturaleza que, al mismo tiempo, tomara e
cuenta los progresos de las matemáticas. Surgió la necesidad de someter a crítica la
escolástica y la teología medievales, hostiles a la ciencia, que frenaban el desarrollo de la
vida social.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 262). En el contexto de esta ola de transformaciones
surge lo que se denomina el Renacimiento y el Humanismo como expresión de una nueva
forma de pensar opuesta al pensamiento escolástico de la Iglesia.

1. Renacimiento y Humanismo
El pensamiento medieval, que en esencia se reduce a la “creación del mundo” por el Dios
bíblico, lleva también consigo el gran poder de la iglesia romana sobre Europa para vigilar
que nadie se “desvíe” de lo que manda la ley de Dios; esta institución eclesiástica se
encargaría de hacer cumplirla procesando y castigando a quienes osen contradecir el
misterio de Dios. Este dogmatismo fundamentalista de la religión cristiana encabezado por
la iglesia católica, conduce a gobernar la ideología de los europeos bajo una férula rígida y
jerarquizada. Es decir, no podía haber libertad de pensamiento ni de acción de los
individuos, porque todo pasaba por el consentimiento conservador del poder eclesiástico
del Vaticano. El medioevo representó para los individuos, como realización profesional
dentro de la sociedad, seguir el oficio de sacerdote. Se podía ser abogado y además
sacerdote, el ser ordenado sacerdote significaba ser respetado y venerado. Este
condicionamiento ideológico y cultural del medioevo en los hombres significó una gran
presión social y política de encarcelamiento espiritual.
           Ante ese estado de cosas surge el Renacimiento y el Humanismo como un
movimiento cultural innovador impulsado por los cambios revolucionarios de los
descubrimientos técnicos, geográficos y culturales que transformaron la producción
(industria y comercio) hacia el emergente capitalismo. Esto implicaba una nueva forma de
pensar con libertad, sin las ataduras ideológicas del poder religioso de la iglesia, y así
investigar en todos los campos de la cultura humana sin estar sujetos a prohibiciones
eclesiásticas que impongan un dogma, y por tanto un proceso contencioso que conlleve a
ser encerrado en la cárcel por herejía. Los nuevos pensadores (filósofos, científicos, poetas,
etc.) que expresaban el nuevo sentir de los cambios operados en la producción capitalista
que empezaba a aparecer, se fijan en la cultura de la antigüedad (la griega y greco-romana)
que durante el feudalismo habían sido tergiversados y, en muchos casos, olvidados. Estos
pensadores retoman la cultura antigua adaptándola a los nuevos tiempos que implique su
verdadero sentido humano. Es decir, este movimiento cultural en este nuevo periodo
histórico, significa volver a lo realmente humano, que el medioevo había disminuido o
dejado sin importancia para rendir culto dogmático al Dios bíblico. Esto no significa una
cultura de ateísmo. Los nuevos pensadores del renacimiento y el humanismo, muchos de
ellos, sacerdotes, dieron un nuevo orden a las ideas cristianas sin abjurar a ellas, poniendo al
hombre delante de ellas.
           Así tenemos que “el humanismo renacentista no es tan solo el amor y el estudio
de la sabiduría clásica y la demostración de su acuerdo fundamental con la verdad cristiana;
es también, y sobre todo, la voluntad de restaurar en su forma auténtica y original aquella
sabiduría, de entenderla en su efectiva realidad histórica.” (Abbagnano, N. 1954, II, p. 10).
Esto implica estudiar las obras de los clásicos griegos y greco-romanos en su propio idioma
e interpretarlos en su propia realidad histórica para adaptarlos a los nuevos cambios, lo cual
significa valorar al ser humano de la sabiduría clásica.
           El humanismo en sí conlleva a retomar la cultura clásica de los griegos. “A la
poesía, a la elocuencia, a la filosofía se les reconocía de este modo un valor esencial en la
que el hombre es verdaderamente y debe ser, pues dar la capacidad formativa del hombre
verdadero y el poder de volverlo a conducir a la genuina forma humana...es la convicción
de que sólo a través de aquellas buenas artes, de las que los antiguos fueron los cultivadores
inigualables, el hombre puede renovarse a sí mismo y volver a la forma auténtica de la
humanidad.” (Ibíd., p. 11).
           El renacimiento constituye en paralelo con el humanismo, este redescubrir al
hombre. “Este implica el mundo del hombre en su totalidad: su actividad práctica, su arte,
su poesía, su vida social. El renacer del hombre no es el nacer de una vida diferente y
superhumana, sino más bien, el nacer a una vida verdaderamente humana, porque se funda
en lo que el hombre posee de más propio: las artes, las disciplinas, la investigación, que
nacen de él un ser diferente a todos los demás seres de la naturaleza y semejante a Dios,
devolviéndolo a la condición de la que había decaído. El significado religioso y el
significado mundano del renacer se identifican; el último término del renacer es el hombre
mismo...El retorno a la antigüedad clásica es, en todas las manifestaciones del
Renacimiento, el retorno a las posibilidades que ha dado a los hombres; es el volver a entrar
en poder de estas posibilidades para hacerlas revivir y fructificar y conducirlas más allá del
límite a que llegaron en el pasado.” (Ibíd., pp. 11-12).
           El Renacimiento y el Humanismo, como movimiento cultural fundamentalmente,
contribuyó a derribar progresivamente por la base, a toda la superestructura ideológica
teológico-eclesiástica de la sociedad feudal, mientras que la nueva forma productiva en base
a las innovaciones técnicas y descubrimientos de las ciencias naturales hacía lo propio en la
estructura económica de la misma. Sin embargo, tuvo una gran limitación, “ya que al
pronunciarse en favor de la liberación de la personalidad humana respecto de las
arbitrariedades feudales y del yugo espiritual de la iglesia no se planteaba a su vez la tarea de
liberar la personalidad del hombre trabajador de los grilletes de la explotación y del yugo de
la miseria.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 264). Aun así, se constituyó en un avance progresista
inmensamente superior a las etapas históricas anteriores, lo que marca la progresiva marcha
ascensional de la evolución humana.
           Este periodo histórico en el cual se desarrolla este movimiento cultural o
revolución científica, abarca los siglos XV y XVI, aunque sus precursores se hallan en el
siglo XVI. Destacan diversas figuras en diferentes áreas del pensamiento humano y el
conocimiento en general como: Miguel de Montaigne (filosofía natural y el hombre),
Erasmo de Rotherdam (filosofía cristiana), Martín Lutero y Juan Calvino (reforma teológica
de la iglesia), Nicolás Maquiavelo, Tomás Moro, Tomás Münzer y Tomás Campanella
(política), Giordano Bruno, Tycho Brae, Johannes Kepler (filosofía natural), Leonardo de
Vinci (arte e ingeniería), entre otros.

A. Nicolás Copérnico (1473-1543)
Este pensador naturalista (astronomía), nació en Torun (en alemán Thorn), Polonia, en
1473, “estudió en la Universidad de Cracovia [Facultad de Arte: aprende geometría,
trigonometría, cálculo astronómico y los fundamentos teóricos de la astronomía] y luego en
Bolonia, en Padua y en Ferrara [Italia], donde se doctoró en derecho canónico...volvió a su
patria entre los cuidados administrativos de un canonicato y los estudios astronómicos.”
(Ibíd., p. 135).
           A Copérnico se le conoce por haber revolucionado el esquema mental
tradicionalista sobre el universo, que desde Aristóteles y Ptolomeo hasta la doctrina
creacionista, se había creído en la antigüedad y el medioevo europeo respectivamente; con
él marca el rumbo de la nueva concepción moderna del universo. Lo que hace Copérnico
en realidad es cambiar el centro del universo sustentado en el sistema aristotélico-
ptolemaico en el cual se consideraba a la tierra como el centro del universo (sistema
geocéntrico), por el Sol como centro del mismo (sistema heliocéntrico). Conviene recordar
brevemente el sistema geocéntrico de Aristóteles y Ptolomeo.
           Para Aristóteles, “la tierra ocupa el centro del universo esférico, finito en el
espacio e infinito en el tiempo. Alrededor de ella giran unas esferas especiales, en las que
están fijados los planetas, y el cielo con las estrellas fijas en él.” (Dynnik, M. A.: 1963, p.
113). En el caso de Ptolomeo, postula cinco tesis: “1)el mundo (el cielo) es esferiforme...; 2)
de manera análoga, la Tierra considerada en su conjunto es esferiforme; 3) ésta se halla en
el medio del mundo, como un centro; 4)...la Tierra es como un punto, en comparación con
la esfera de las estrellas fijas (la que abarca el cielo); 5) la Tierra no realiza ningún
movimiento de lugar, es inmóvil.” (Reale-Antiseri: 1995, I, p. 316). Este sistema
geocéntrico que se formuló en la antigüedad, en lo esencial tiene por centro a la Tierra en el
universo y no tiene movimiento, los que se mueven alrededor de ella son el sol y las
estrellas. Así permaneció en la creencia del medioevo durante siglos y se constituyó en la
norma oficial de la iglesia, porque venía a confirmar, la doctrina bíblica.
           En su obra, Las revoluciones de los cuerpos celestes, Copérnico expone su concepción
heliocéntrica del universo. “Partiendo de la necesidad de distinguir los movimientos reales y
los aparentes, Copérnico sostenía que es la Tierra y no el Sol la que se describe
verdaderamente el movimiento anual. De donde deduce lo siguiente: ‘Lo que se nos
presenta como movimiento del Sol no deriva del movimiento de éste, sino del movimiento
de la Tierra y de su esfera, junto con la cual giramos alrededor del Sol como cualquier otro
planeta. Por tanto la Tierra tiene más de un movimiento. Los movimientos aparentes
simples y retrógrados de los planetas no se deben a su propio movimiento, sino al de la
Tierra. Así, pues, el movimiento de la Tierra por sí solo basta para explicar también las
numerosas desarmonías aparentes del cielo’.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 287). De esto se
deduce que la Tierra gira alrededor del Sol, lo que implica a éste como el centro y la Tierra
es la del movimiento; este movimiento, por lo demás, es de diferente tipo: simples y
retrógrados.
           Como es obvio, en un contexto cultural del medioevo en decadencia, en el cual la
doctrina de la iglesia era muy influyente aun y la filosofía escolástica dominante en muchos
intelectuales, reaccionaron contra Copérnico. La iglesia esgrimió el argumento, en defensa
de la teoría geocéntrica aristotélico-ptolemaica que por lo demás confirma la Biblia, que
“Josué había pedido a Dios que detuviera la marcha del Sol, no de la Tierra, a fin de poder
terminar una batalla. De allí se deducía, según los clérigos, que si Dios hubo de parar
precisamente, el Sol, ello significaba que lo que se movía era el Sol, no la Tierra.” (Ibíd., p.
288). La propuesta revolucionaria de Copérnico se basaba en la observación directa y de los
cálculos matemáticos del espacio estelar, mientras sus detractores se basaban en la Biblia y
en los textos de Aristóteles y Ptolomeo. Aun así la iglesia nada pudo hacer contra
Copérnico porque éste falleció en 1543, año de la publicación de su obra que levantó
revuelo en los años subsiguientes.

B. Galileo Galilei (1564-1642)
Después de Copérnico, los estudios astronómicos fueron continuados de forma diferente
por Tycho Brae (1546-1601) y continuando la línea copernicana, desarrollándola de forma
original se encuentra Johannes Kepler (1571-1630). Pero quien destacó sobresalientemente
fue Galileo Galilei. “Galileo nació en Pisa el 15 de febrero de 1564 [Italia]. Orientado hacia
los estudios de medicina...se dedicaba también a la observación directa de los fenómenos
naturales...le fue confinada en 1589 la cátedra de matemáticas de la Universidad de Pisa,
donde permaneció tres años...En 1592 pasó a enseñar matemáticas en la Universidad de
Padua, donde pasó 18 años, que fueron los más fecundos y felices de su vida. De los
numerosos inventos de diverso género, hechos durante este periodo, el más importante es
el telescopio (1609)... [Asimismo Galileo] defendía la doctrina de Copérnico. Pero esta
doctrina empezaba...a atraer la atención de la Inquisición de Roma...Galileo fue citado por
el Papa, para comparecer ante el Santo Oficio de Roma. El proceso duró hasta el 22 de
junio de 1633 y concluyó con la abjuración de Galileo. Tenía entonces 70 años...Murió el 8
de enero de 1642.” (Abbagnano, N. Ob. cit., pp. 136-137).
          En cuanto a la concepción de la naturaleza, Galileo la concibe científicamente, es
decir, partiendo de la experiencia de los fenómenos materiales. “La experiencia es la
revelación directa de la naturaleza en su verdad...El razonamiento sirve para extender la
experiencia sensible y suplirla donde ésta no alcanza; pero no puede sustituirla. Mucho
menos puede sustituirla la lógica, que sirve solamente para conocer si los discursos y las
demostraciones ya hechas y halladas proceden de modo concluyente. Pero la experiencia
no es solamente el fundamento, sino también el límite del conocimiento humano. Le es
imposible alcanzar la esencia de las cosas: debe limitarse a determinar sus cualidades y sus
accidentes: el lugar, el movimiento, la figura, la magnitud, la opacidad, la producción y la
disolución, son hechos, cualidades o fenómenos que pueden ser conocidos y usados para la
explicación de los problemas naturales...No puede concebir una substancia corpórea si no
es limitada, provista de figura y magnitud determinada, situada en cierto lugar y, en un
cierto tiempo, inmóvil o en movimiento, en contacto o no, una o múltiple; pero se la puede
concebir falta de color, de sabor, de sonido y de olor. Por eso la cantidad, la figura la
magnitud, el lugar, el tiempo, el movimiento, el reposo, el contacto, la distancia y el número
son cualidades propias e inseparables de los cuerpos materiales; mientras que los sabores,
olores, colores y sonidos subsisten solamente en los órganos sensibles; pero no son
caracteres objetivos de los cuerpos, aunque sean producidos por éstos. La objetividad se
reduce, pues, exclusivamente a las cualidades sensibles que son determinaciones
cuantitativas de los cuerpos; mientras que las cualidades que no pueden reducirse a
determinaciones cuantitativas, se declaran por Galileo como puramente subjetivas.” (Ibíd.,
p. 138). En esta concepción científica de la naturaleza, Galileo, da la base teórica a la ciencia
moderna, en lo que respecta a la astronomía, confirma a través del telescopio que en efecto,
Copérnico no estaba equivocado.

2. Filosofía racionalista
Galileo con su aporte a la ciencia y el enfoque que le dio, marcó el rumbo de la ciencia
moderna dejando atrás a la filosofía escolástica. Con la ciencia moderna, nace una forma
diferente de hacer filosofía, ya no centrada en la fe sobre la razón, sino la razón separada de
la fe. Esto quiere decir que los pensadores, habiendo sido educados en el pensamiento
escolástico, sin abandonar la creencia de fe, se abocaron a destacar la razón. Esta forma de
pensamiento se denomina filosofía racionalista.
          El origen de la filosofía racionalista se debe fundamentalmente a dos factores, uno
es el aporte científico que viene desde Copérnico hasta Galileo y el otro, son los cambios
operados en la producción económica y social. Así tenemos que, “el centro de desarrollo de
la industria y el comercio, de la ciencia y la cultura, se desplazó de Italia a Inglaterra,
Holanda y Francia...se desarrolló intensamente la producción manufacturera, que fue
desplazando cada vez a la industria artesanal... La vieja aristocracia feudal entró en una fase
de decadencia y la llamada ‘nueva nobleza’, que administraba las tierras en forma capitalista,
se situó en el primer plano de la vida económica... La incipiente acumulación del capital
condujo a la ruina de los campesinos y artesanos, arrojándolos de los lugares donde vivían y
convirtiéndolos en braceros, indigentes y mendigos. Los campesinos arruinados se lanzaron
a una serie de insurrecciones contra sus opresores; insurrecciones que, en algunos casos
alcanzaron grandes proporciones...Pero dichas insurrecciones fueron aplastadas
implacablemente por el gobierno.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 316).
          Este cambio en la producción económica, del sistema feudal al sistema capitalista,
se explica porque las tierras de las que eran expulsados los campesinos, “las convirtieron en
pastizales para ovejas, cuya cría era estimulada por una producción textil en rápido
crecimiento. Así apareció la ‘nueva nobleza’, próxima a la burguesía [o clase capitalista] por
su condición y sus intereses, y así se crean premisas materiales necesarias para instaurar una
avenencia entre nobleza y la burguesía, expresión política de la cual es la monarquía
absoluta.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 194). La filosofía racionalista expresa la
concepción del mundo de la ‘nueva nobleza’ imperante en este periodo histórico de
evolución del pensamiento humano.

A. René Descartes (1596-1650)
Este filósofo francés, “nació en La Haya (Turena), el 31 de marzo de 1596... De familia
noble [aristocracia] fue muy pronto enviado al colegio Jesuita de la Fleche en Anjou, que
era uno de los centros de enseñanza más famosos de su tiempo...En 1618, cuando empezó
la Guerra de los Treinta años, se alistó en las tropas de Mauricio de Nassau, quien combatía
contra España y en favor de la libertad de los Países Bajos [Holanda y Bélgica]. En 1628 se
estableció en Holanda, tierra de la tolerancia y las libertades...aceptó en 1649 la invitación
de la reina Cristina de Suecia...en la mañana del 2 de febrero de 1650, el filósofo al salir de
palacio cayó enfermo de pulmonía y murió después de una semana de sufrimientos.”
(Reale-Antiseri: 1995, II, pp. 308-311).
          En cuanto a la concepción de la naturaleza, continua desarrollando lo que Bacon
había iniciado, la formulación de un método riguroso universal que Galileo solo bosquejó
sin sistematizarlo. Descartes, hace esa labor desde su propia forma de concebir el mundo y
la ciencia, que para él las matemáticas era su eje central. Este filósofo es quien inaugura el
dualismo como filosofía moderna, lo que quiere decir la admisión de dos substancias
independientes una de la otra: lo material y lo inmaterial.
          Como consecuencia de ello tenemos dos aspectos de su pensamiento, su
cosmología y su teoría del ser y el conocimiento. “En cosmología (origen y desarrollo del
sistema planetario), en física y en fisiología, Descartes es materialista: propone la hipótesis
del desarrollo natural del sistema planetario e incluso del desarrollo de la vida en la Tierra
conforme a las leyes de la naturaleza; considera los cuerpos de las bestias y de los hombres
como máquinas complejas sometidas a las leyes del movimiento mecánico...en la teoría del
conocimiento, en la doctrina del ser, Descartes es idealista...parte de la duda de cuanto
hasta entonces se considera conocimiento indudable.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov:
1978, p. 203).
          Nos centraremos en su doctrina del ser, que es por el cual se hizo famoso en su
época, pero además porque es el principio fundamental de su sistema filosófico. Descartes
dice: “hay que empezar por una duda radical de todo. No obstante, por general que esa
duda sea, hay algo en el proceso del conocer que no es posible dudar en manera
alguna...Crítica el conocimiento existente4, pero buscaba el verdadero y sabe de antemano
que tal saber existe. Sin duda es sólo recurso previo, no caracteriza en esencia sus ideas, no
es sino método para establecer la verdad. En todo caso, la duda se detiene ante el hecho de
que la duda existe. Puedo dudar de la existencia de todo menos de que la duda existe.
Ahora bien, la duda es un acto del pensar. Por cuanto yo dudo, yo pienso. Por ello la
existencia de mi duda muestra de modo fidedigno la existencia del pensamiento. Quizá mi
cuerpo no exista en realidad. Quizá un genio maligno me haya hecho de tal guisa que me
parezca tener cuerpo cuando en realidad no lo tengo. Mas yo sé directamente que como
sujeto dubitativo, pensante no soy un fantasma, sino que existo. Cogito ergo sum, esto es,
pienso luego existo...para él la existencia del pensamiento es más indudable y cierta que la
existencia del cuerpo, o materia. Dicho de otro modo, Descartes trata de fundamentar el
idealismo no ontológicamente, no como característica del ser, sino como característica de
nuestro conocimiento del ser. En la doctrina del ser no sólo reconoce que, junto con la
substancia material existe la substancia espiritual, sino que sostiene que sobre ambas, como
substancia en el pleno sentido de la palabra, se alza Dios.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov:
1978, pp. 203-204).

B. Isaac Newton (1642-1727)
Este pensador y científico inglés nació en la aldea de Woolsthorpe, cerca de Londres, en
una familia de granjeros en 1642. Sus primeros estudios los hizo en el Trinity College de
Cambrige, donde mostró la mente brillante que poseía, pues, “en un tiempo bastante
reducido había llegado a dominar todas la partes esenciales de la matemática de la época...
[Hizo notables descubrimientos: la teoría de la naturaleza corpuscular de la luz y la ley de la
4
  El conocimiento existente y dominante de la época, como se sabe, es la filosofía escolástica. “Decía
irónicamente de ella que sólo proporcionaba medios adecuados para asombrar a gentes poco sabias. Por ello,
no era de extrañar, según Descartes, que las gentes más versadas en esta filosofía fuesen, de ordinario, menos
razonables que las gentes sencillas que la ignoraban.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 336)
gravedad]...fue elegido diputado en representación de la Universidad de Cambrige...Al
mismo tiempo dio comienzo a una prestigiosa carrera pública. En 1696 fue nombrado
director de la Casa de Monedas de Londres; tres años después llegó a gobernador de
ésta...falleció el 20 de marzo de 1727.” (Reale-Antiseri: 1995, II, pp. 259-262).
            En cuanto a su concepción de la naturaleza, a diferencia de Galileo y Descartes
que veían en ella un libro en lenguaje matemático, Newton lo ve de otra forma; según él
“las letras del alfabeto con el que está escrito el libro de la naturaleza están constituidas por
un número infinito de partículas, cuyos movimientos se hallan regulados por una sintaxis
configurada por las leyes del movimiento y por la de la gravitación universal.” (Ibíd., p.
267).
            Para Newton el universo se forma de materia cuyos cuerpos “se atraen los unos a
los otros y se hallan sujetos a una acción mecánica mutua...que se realiza en un espacio
absolutamente vacío...en el que entran en acción nuevos y nuevos fenómenos de la
naturaleza...[este movimiento está determinado por una fuerza intrínseca]...Al analizar el
movimiento de los planetas alrededor del Sol y considerarlo invariable...el movimiento
elíptico de los planetas alrededor del Sol y considerarlo invariable...el movimiento elíptico
de los planetas era un movimiento, complejo, compuesto y, por ello, descomponible en sus
movimientos simples (componentes), a saber: uno, dirigido hacia el centro de la órbita –el
Sol–, y otro, tangencial a ella...cada uno de estos movimientos componentes es provocado
por una fuerza especial. La primera fuerza actúa siguiendo la normal a la órbita del
movimiento del planeta; dicha fuerza no es otra que la gravitación. Para la otra fuerza, es
decir, para la que actúa tangencialmente a la órbita (‘fuerza tangencial’), Newton no pudo
señalar ninguna fuente material. [‘En verdad –responde Newton– no he logrado aún
deducir de los fenómenos la razón de estas propiedades de la gravedad, y no invento
hipótesis’. Hypothesis non fingo5]. De ahí que llegara a la conclusión de que ‘alguien’, desde
fuera comunicó alguna vez ese movimiento tangencial en forma de ‘impulso inicial’ a la
órbita. Desde entonces, después de iniciarse el movimiento de rotación alrededor del astro
central, los planetas continuaron moviéndose en la forma ya establecida de una vez para
siempre...Pero admitir dicho impulso equivalía sencillamente a admitir, con otras palabras,
la existencia de un Dios creador. Y así surgió la hipótesis newtoniana del impulso divino
inicial, con ayuda del cual el Creador había dado cuerda al ‘reloj del universo’.” (Dynnik, M.
A., Ob. cit., pp. 372-373). Esto nos enseña que cuando se llega a un límite momentáneo en
el tiempo de la racionalidad científica, da paso al desborde de la imaginación fantasiosa y
mística, aun en grandes hombres de ciencia (habría que esperar hasta Einstein, para que
resolviera lo que Newton no puedo hacer).
            Newton, con su concepción mecánica de la física aclara el verdadero objetivo de
la ciencia. “La ciencia no busca substancias, sino funciones; no busca la esencia de la
gravedad, sino se contenta con que ésta exista de hecho y explique los movimientos de los
cuerpos celestes y de nuestro mar...Sin embargo... ‘la causa primera, ciertamente, no es
mecánica’.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., p. 269). Esto conllevó que a partir de Newton la
ciencia, en los pensadores y científicos que destacaron después de él, se redujera a ser
meramente descriptiva. “La renuncia a penetrar en la ciencia de las cosas y la tendencia a
limitarse a expresar en términos matemáticos los nexos de las cosas condujeron a la tesis
anticientífica de que había que renunciar en general al pensamiento teórico y, por tanto, a la
filosofía, propugnando la pura descripción empírica de los hechos, especialmente la
caracterización puramente matemática y la expresión del aspecto cuantitativo de los
fenómenos estudiados.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 373). Esto tipo de pensamiento abarcó
todo el siglo XVIII y parte del XIX, en que aconteció la segunda revolución científica y
tecnológica.


5
    Reale-Antiseri. Ibíd., p. 266.
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El principio de la naturaleza en la filosofía presocrática

  • 1. Capítulo I El principio de la naturaleza La preocupación fundamental desde que los filósofos se dieron la tarea de filosofar, fue sobre la naturaleza, aquel medio material (orgánico e inorgánico) de la cual somos parte; la primera cuestión a plantearse fue por tanto, ¿cuál es el principio de la naturaleza? Si la naturaleza tiene un principio, ¿qué carácter tiene? ¿Cuál es su propiedad? Este afán cuestionador llevó a los primeros filósofos a indagar o investigar la naturaleza, partiendo de ella misma, en base a los conocimientos más adelantados de la época. La búsqueda investigativa en base a herramientas cognoscitivas como: matemáticas, física, biología, etc., conlleva a la observación de la realidad natural técnicamente elaborada. Los primeros filósofos fueron, en esencia, científicos empíricos. En esta perspectiva, los filósofos de la antigua Grecia son notables investigadores de la naturaleza. En este capítulo estudiaremos tres periodos históricos en la cual se desarrolló la filosofía en su origen. Para ello nos centraremos en un punto específico, la naturaleza, dejando de lado temas como el conocimiento y la sociedad. El primer periodo, la filosofía de la physis; el segundo periodo, la filosofía de la psyche; y, el tercer periodo, la filosofía helénica. 1. Filosofía de la physis. El contexto histórico y social de la antigua Grecia en la que nació la filosofía en sentido estricto (como ciencia), tiene características particulares que van a influenciar hondamente en el pensamiento filosófico. Para entender los diferentes tipos de filosofía de los filósofos, se hace necesario conocer la base material sobre la cual se enraíza el pensamiento filosófico, es decir, su ubicación geográfica y producción económica en base a las cuales se erige la organización social y cultural. Las condiciones geográficas y materiales son la base para la conformación de una cultura, y su ubicación geográfica así como sus recursos naturales y humanos caracterizan la forma de su desarrollo. “En los siglos VIII – VI a. n. e. [antes de nuestra era] llegó a su término el establecimiento de los helenos en la Península Balcánica [Europa]. En el Mar Mediterráneo se levantaron importantes ciudades-estados. De esa misma época data la fundación de numerosas colonias griegas. El desarrollo de la producción artesanal textil, de la minería metalúrgica, junto con la agricultura, contribuyó a que se ampliara el comercio entre las ciudades griegas, así como en Grecia y los países de Oriente...Las necesidades políticas de la producción artesanal, de la agricultura, el comercio y la investigación impulsaron la aparición y el desarrollo de los conocimientos astronómicos, meteorológicos, matemáticos y físicos, los cuales en su forma originaria se presentaban entrelazados íntimamente con las ideas filosóficas y políticas, formando un todo único e indisoluble con ellas.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 68). La organización económica y social de esta época, se sustenta en el esclavismo, es decir, la fuerza productiva por excelencia se sustentaba en la fuerza humana, el esclavo, quien sostenía la condición privilegiada de la nobleza aristocrática, los esclavistas, y generaban tiempo libre necesario para el hombre libre ya sea que se dedicara a la política, el arte, la filosofía, etc., así como el comercio. Esta diferenciación económica, social y cultural entre el esclavo y el esclavista, conllevó a serios conflictos entre ambas clases antagónicas, muchas veces originados por los intereses particulares de la clase dominante. En estas condiciones nace la filosofía en la antigua Grecia, siglo VI a. n. e. “La filosofía griega nace no como materia de investigaciones especiales, sino en nexo indisoluble con los acontecimientos científicos en el terreno de las matemáticas y las ciencias naturales, con las embrionarias nociones políticas y, asimismo, con la mitología y el arte.” (Iovchuk- Oizerman-Schipanov: 1978, p. 50). Esto quiere decir que la investigación filosófica tenía todo un componente armónico con la ciencia (matemática, biología, física, etc.), y no era
  • 2. puramente filosófica, como hoy en día con su propio objeto de estudio; de allí en decir que desde su nacimiento, la filosofía se constituyó en madre de todas las ciencias. Después de conocer brevemente en lo fundamental las condiciones materiales de existencia en la que nace la filosofía en la antigua Grecia, veamos ahora, el significado de filosofía de la physis, base con la cual comienza el desarrollo de la filosofía como ciencia particular. La filosofía de la physis consiste en dar a conocer el principio que explique todo lo existente, es decir, la naturaleza concreta que es tangible y en la cual vivimos los seres vivos (hombres, animales, vegetales, etc.). La explicación sobre el principio de las cosas tiene como base la concepción del filósofo que propone su teoría, según como la percibe en base a sus investigaciones. Como ya se ha mencionado, en la antigua Grecia, existían numerosas colonias fuera de la Península Balcánica (Europa), asentadas unas en la costa occidental de Asia menor (Jonia) y otras en el sur de Italia (Sicilia), ambas regiones distantes una de otra, sólo las unía el Mar Mediterráneo. La filosofía, propiamente dicha, nace primero en las colonias, debido a la mayor influencia cultural extrajera a través del comercio (Egipto, Babilonia, entre otras) y porque existía mayor libertad de desarrollo comercial que en la Grecia continental (Península Balcánica: Atenas). Es importante destacar esto porque caracterizó el tipo de filosofía que realizaron los filósofos. “Los filósofos del sur de Italia y de Sicilia se inclinaron más al misticismo y a la religión que los de Jonia, que fueron enteramente científicos y escépticos en sus tendencias. Pero las matemáticas, bajo la influencia de Pitágoras, florecieron más en la Magna Grecia que en Jonia; sin embargo, los matemáticos de aquel tiempo mezclaron el misticismo con su ciencia.” (Russell, B.: 1971, p. 68). Esto en parte se explica porque las colonias de Jonia se dedicaban a la producción industrial de la artesanía, prioritariamente, mientras que las colonias del sur de Italia, eran esencialmente agrícolas. Esta diferencia de desarrollo material, conllevó también el grado de cultura política y social de las ciudades-estado. Ahora veremos el orden en que se desarrollaron, según nos lo dan a conocer los historiadores de la filosofía. A. Escuela Jónica. A los filósofos que marcaron época por sus propuestas teóricas o doctrinales quienes investigaron el principio de la naturaleza, se les llama, por convencionalismo (acuerdo entre los historiadores de la filosofía para dar un orden cronológico aproximado del desarrollo del pensamiento griego) “filósofos pre-socráticos”, precisamente porque el objeto de la filosofía para ellos fue la physis (naturaleza) desde diferentes perspectivas: empírico-naturalistas, místico-religiosas y racionalistas, como veremos a continuación. La escuela1 jónica reúne a los filósofos empírico-naturalistas, tanto los de Mileto como los de Efeso. Tales (finales del siglo VII y primera mitad del siglo VI a. de n. e.) Tales de Mileto, es el primer filósofo de la antigua Grecia. Para este pensador, “existe un único principio originario, causa de todas las cosas que son, y sostuvo que dicho principio es el agua (...) Tales basa sus afirmaciones en el puro razonamiento, en el logos...El agua de Tales hay que considerarla de una manera totalizante, como aquella physis líquida originaria, de lo que todo se deriva de la que el agua que bebemos no es 1 El Término “escuela”, tiene una significación particular para los antiguos griegos, pues constituía una búsqueda asociada. Así tenemos que: “Los alumnos de una escuela se llamaban ‘compañeros’ y establecían entre ellos no sólo la solidaridad de pensamiento, sino también de costumbres y de vida en un intercambio continuo de dudas, de dificultades y de búsquedas...Todas las grandes personalidades de la filosofía griega son fundadores de escuela, que es centro de búsquedas; la obra de las personalidades menores se suma luego de la doctrina fundamental y contribuye a formar el patrimonio común de la escuela...La investigación filosófica...exigía...una concordancia de esfuerzos, una comunicación incesante entre los hombres que hacían de ella el objetivo fundamental de la vida y determinaba, por tanto, una solidaridad sólida y efectiva entre quienes se dedicaban a ella. (Abbagnano, N.: 1954, pp. 7-8).
  • 3. más que una de sus manifestaciones...En la práctica su agua llegaba a coincidir con lo divino...Y cuando Tales afirmaba además que ‘todo está lleno de dioses’, quería decir que todo [lo que] está penetrado por el principio originario es vida, todo está vivo y todo tiene un alma (panpsiquismo).” (Rale-Antiseri: 1995, pp. 37-39). Tales elige este elemento material de la naturaleza porque “se apoyaba tal vez en el hecho de ver que el alimento de todas las cosas es húmedo e incluso lo caliente se engendra y vive en lo húmedo; ahora bien, aquello de que todo se engendra es el principio del todo. Por eso se asió a tal conjetura y aun porque las semillas de todas las cosas poseen una naturaleza húmeda y el agua es en las cosas húmedas el principio de la naturaleza.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 13). El que Tales haga coincidir el principio material agua con lo divino, no significa en forma alguna misticismo o creencia religiosa alguna, sino, dado la cultura de la época de creencia politeísta (mitología), lo divino era el impulso vital. “Su teoría del agua como fundamento de las cosas se remonta a las concepciones más antiguas de los griegos, así como de los egipcios y de otros pueblos de Oriente.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 72). Anaximandro (aproximadamente 610 a. de n. e.) Este filósofo, también de Mileto y contemporáneo de Tales, elaboró su teoría en base a otro principio. A éste le denominó apeirón (infinito). Tiene la característica de ser ilimitado, “como el fundamento único y eterno de los fenómenos de la naturaleza...El proceso de generación y destrucción de los seres singulares discurre, según Anaximandro, en virtud de la necesidad...Del apeirón se separan los contrarios contenidos en él –lo caliente y lo frío, lo seco y lo húmedo– formándose así todas las cosas.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 72). Esta substancia, el apeirón, además de infinita, eterna y sin edad, ‘envolvía a todos los mundos’, “porque creía que nuestro mundo era uno solo entre muchos.” (Russell, B.: 1971, p. 68). Tiene la propiedad de ser “una materia cuyos elementos no están todavía diferenciados, por lo cual, además de infinita, es también indefinido.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 13). Anaxímenes (546-45 al 528-24 a. de n. e.) Otro filósofo de Mileto, tal vez discípulo de Anaximandro, fue Anaxímenes, propuso un nuevo principio fijando su atención en otra substancia material, en base a la cual elabora su propia teoría. Este principio es el aire; “a tal materia atribuye los caracteres del principio de Anaximandro: la infinitud y el movimiento incesante…el modo como el aire determina la transformación de las cosas...es el doble proceso de la rarefacción y de la condensación. Rarefaciéndose, el aire se convierte en fuego; condensándose se convierte en viento, después en nube y, condensándose más en agua, en tierra y, por tanto, en piedra. El calor y el frío son debidos también al mismo proceso: la condensación produce el frío; la rarefacción, el calor...Anaxímenes admite el devenir cíclico del mundo; por lo tanto, su disolución periódica en el principio originario y su periódica regeneración por el mismo.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 15). Respecto a sus dos predecesores Tales y Anaximandro, “esta teoría tiene el mérito de establecer diferencias cuantitativas entre la distintas sustancias; todo es cuestión del grado de condensación.” (Russell, B.: 1971, p. 48). Pero además, aportó la dinamicidad del mundo, es decir, no está estático, sino en permanente movimiento (o devenir) mediante la disolución (o autodestrucción) y regeneración (o nueva construcción). Heráclito (aproximadamente 530 al 470 a. de n. e.) Este filósofo es originario de la ciudad de Efeso, la segunda ciudad importante después de Mileto, en Asia menor. Heráclito elabora su teoría filosófica en base a otra substancia material diferente a sus predecesores como principio fundamental de la naturaleza; ésta
  • 4. es el fuego. “Según Heráclito, el mundo, o la naturaleza, se hallan en proceso ininterrumpido de cambio y es justamente el fuego, entre todas las substancias naturales, la más susceptible de mutación...Proceden del fuego no sólo de las cosas materiales corrientes, sino también el alma. El alma es material, lo menos húmedo, fuego seco...El mundo no es inmovilidad, sino un proceso en el que cada cosa y cada propiedad cambia, pero no de un modo cualquiera, sino que pasa a ser su contraria: lo frío se convierte en cálido y viceversa; lo húmedo se torna seco y al revés.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, pp. 57-58). En tanto este proceso de cambios en la naturaleza es un permanente fluir, todo dentro de ella es movimiento, de ahí su famosa máxima: ‘No es posible sumergirse dos veces en el mismo río ni tocar dos veces una substancia mortal en el mismo estado; debido a la velocidad del movimiento, todo se dispersa y se vuelve a componer de nuevo, todo viene y va’. Asimismo agrega: ‘Este mundo, que es el mismo para todos, no lo ha creado ningún Dios ni ningún hombre, sino que fue siempre, es y será fuego eternamente vivo, que con orden regular se enciende y con orden regular se apaga’. (Abbagnano, N.: 1954, p. 16). B. Escuela Pitagórica Esta escuela se convirtió en una “asociación religiosa y política, además de filosófica...Muy probablemente el pitagorismo fue una de tantas sectas que celebraban misterios a cuyos iniciados se imponía una cierta disciplina y ciertas reglas de abstinencia, que no debían ser pesadas...Pitágoras se presenta como el depositario de una sabiduría que la divinidad le había transmitido; a esta sabiduría sus discípulos no podían llevar ninguna modificación, antes bien, debían permanecer fieles a la palabra del maestro. Estaban, además, obligados a mantener el secreto y por eso la escuela se envolvía en misterios y en símbolos que velaban ante los profanos el significado de la doctrina.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 21). Pitágoras (571-70 al 497 a. de n. e.) Este filósofo nació en la isla de Samos, Mar Mediterráneo, cerca de las costas de Grecia. Radicó en el sur de Italia hasta su muerte. Al parecer no escribió ninguna obra, por lo que su doctrina fue dada a conocer por sus discípulos. Los pitagóricos consideraban como principio de la naturaleza el número, en tanto todo en ella rige un orden, éste es su esencia. “Según ellos, los números formaban el ‘orden’ cósmico que constituía el prototipo del ‘orden’ social...la doctrina pitagórica de los números representaba uno de los primeros intentos encaminados a abordar el problema del papel y de la significación de las determinaciones cuantitativas de los fenómenos de la naturaleza...Los pitagóricos enseñaban que el movimiento de los cuerpos celestes se halle sujeto a ciertas relaciones matemáticas, dando lugar así a la ‘armonía de las esferas’. Esta doctrina de la ‘armonía de las esferas’ expresaba ya la idea de que los fenómenos naturales se ajustan a leyes...Los pitagóricos, o sea la unidad, que para ellos es el fundamento de todos los números.” (Dynnik, M. A.: 1963, pp. 77-78) El número, por tanto, tiene una “incidencia determinante...en los fenómenos del universo: el año, las estaciones, los meses, los días, etc., están regulados por leyes numéricas las que regulan el tiempo de gestación en los animales, los ciclos del desarrollo biológico y los distintos fenómenos de la vida...el número...es el más real de las cosas...no es un aspecto que nosotros abstraemos mentalmente de las cosas, sino la realidad, la physis de las cosas mismas.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 47-48). C. Escuela Eleática
  • 5. Esta escuela surge en la ciudad de Elea (Italia). Se constituye en el referente principal del desarrollo posterior de la filosofía griega. Tiene como representantes a Jenófanes, Parménides y Zenón. Veamos en qué consiste la filosofía de esta escuela filosófica. Jenófanes (aproximadamente siglos VI al V a. de n. e.) Este filósofo nació en Colofón (Asia Menor), pero residió los últimos años de su vida en Elea. Se afirma que abría influenciado en la formación de esta escuela, no obstante que su filosofía es materialista y la de sus sucesores, idealista. Para este filósofo el principio de la naturaleza era la tierra. Y afirmar tal principio parte de criticar el antropomorfismo religioso de los griegos. “Los hombres, creen que los dioses han tenido nacimiento y poseen voz y cuerpo semejante al nuestro. Por eso si los etíopes hacen a sus dioses chatos y negros, los tracios dicen que tienen ojos azules y cabellos rojos; también los bueyes, los caballos y los leones, si pudieran, imaginarían a sus dioses a su semejanza...En realidad, no hay más que una divinidad ‘que no se parece a los hombres ni en el cuerpo ni en el pensamiento’. Esta única divinidad se identifica con el universo, es un dios-todo y posee el atributo de la eternidad: no nace, no muere y es siempre la misma. En efecto, si naciese, eso significaría que antes no era; y lo que no es tampoco puede nacer ni dar nacimiento a nada...considera que todas las cosas, e incluso el hombre, están formadas de tierra y agua; que de la tierra todo procede y todo vuelve a la tierra.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 27). En tanto esta única divinidad se identifica con el universo, y éste está compuesto del elemento tierra, se entiende que la naturaleza es Dios, lo que da como resultado una concepción panteísta de la naturaleza. “Para este pensador, el mundo es ‘increado e indestructible’, es ‘uno’, y esa ‘unicidad’ es Dios ‘’ínsito en todas las cosas’.” (Iovchuk- Oizerman-Schipanov: 1978, p. 56). Esta concepción de la ‘unicidad’ es la que encuentra continuidad en los demás filósofos de esta escuela y desarrollada en forma idealista. Parménides (aproximadamente siglos VI al V a. de n. e.) Este filósofo, “procedía de una rica familia aristocrática; vivió en Elea y gozó de renombre como gobernante de esa ciudad. Expuso sus ideas filosóficas en el poema De la Naturaleza.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 80). La educación filosófica que recibió fue pitagórica por el pitagórico Ameinas, llevando así una vida conforme a esta escuela. Sin embargo, la originalidad de su pensamiento hizo que se independizara y formara su propia concepción del mundo. Este filósofo orienta su pensamiento en un sentido opuesto a la de sus predecesores, que se habían fijado en una substancia material, excepto Pitágoras (el número). Para Parménides la substancia de todo lo existente es el ser. Esta substancia primordial debe diferenciarse del no ser. Según Parménides, “el ser es pura positividad y el no ser, la pura negatividad, siendo cada elemento absolutamente contradictorio con el otro...todo lo que uno piensa y dice, es. No se puede pensar (y por lo tanto, decir), si no es pensado (y diciendo) aquello que es. Pensar la nada significa no pensar, y decir la nada significa no decir nada. Por ello la nada es impensable e indecible.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 56). En base a estas definiciones Parménides distingue las falsas opiniones de la razón. “Parménides considera que los cambiantes y multiformes fenómenos de la naturaleza constituían el objeto de las ‘falsas opiniones’. Solamente admitía como ‘verdadero’ el ‘ser’ en general, inmutable, inmóvil y único, que identificaba con el pensamiento. Así, pues, la abstracción del ser fue separada de la naturaleza y considerada como un ser aislado e independiente...La abstracción del ser llamada a términos absolutos convierte a éste en un ente sobrenatural (el verdadero ser), inaccesible a toda percepción de los sentidos y cognoscible por medio del pensamiento teórico (la razón).” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 81). En tanto el pensamiento racional es le verdadero ser, este es el que contiene
  • 6. mayor valor, de ahí que “el conocimiento verdadero no puede ser más que conocimiento del ser, esto es, de la realidad absoluta...el ser es autosuficiencia.” (Abbagnano, N.: 1954, p. 29). Zenón (aproximadamente siglo V a. de n. e.) Este filósofo nació en Elea y era discípulo de Parménides; era veinte años más joven que éste. Tuvo una personalidad en su vida política. “Luchando en defensa de la libertad contra un tirano, fue encarcelado. Sometido a tortura para obligarle a confesar el nombre de los compañeros con los que había urdido el complot, se cortó la lengua con los dientes y se la escupió en la cara al tirano. Otra versión de la tradición, en cambio, afirma que denunció a los más fieles colaboradores del tirano, con lo que éste se encargó personalmente de eliminarlos, aislándose y derrotándose a sí mismo.” (Rale-Antiseri: 1995, p. 80). En cuanto a la filosofía, siguió a su maestro Parménides, desarrollando sus argumentos de una forma creativa y polémica. Parte del principio “que el ‘verdadero ser’ es único e inmóvil, y cognoscible exclusivamente por medio de la razón (del pensamiento), no por los sentidos...lo que rechazaba es que fuese posible alcanzar un conocimiento verdadero por medio de la percepción sensible; trató de demostrar asimismo que el movimiento y la multiplicidad no existen en el ‘verdadero ser’ y que admitir la existencia del movimiento y de la multiplicidad conduce a contradicciones insolubles (en griego, ‘aporías’).” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 82). Estas ‘contradicciones insolubles’, Zenón las concibió por medio de aporías o paradojas para demostrar que el movimiento y la multiplicidad de las cosas no existen en la forma de concebirlas o entenderlas. Esto conllevó a descubrir la dialéctica, aporte fundamental de este pensador, “término éste que entonces designaba el arte de discriminar la verdad a través del diálogo mediante la localización de las contradicciones en el juicio del adversario y la eliminación de las mismas...En sus célebres paradojas, aporías, Zenón intentaba probar que la idea de que el movimiento es concebible lleva derechamente a varias contradicciones: partiendo de tal premisa no puede haber ningún movimiento de un punto a otro, sea de un cuerpo o de dos cuerpos separados por cierta distancia, sea un movimiento de puntos materiales o de cuerpos dotados de longitud. Tal movimiento no podría comenzar o, si comenzara, no podría terminar sobre una distancia finita. En la aporía de Aquiles se trata de demostrar que Aquiles no podrá alcanzar a una tortuga si se da a ésta en una carrera una ventaja inicial. En la aporía de la flecha en vuelo se requiere probar que la flecha se halla cada instante en un punto determinado del espacio, ocupa un lugar igual a su longitud y, en consecuencia, no se mueve...Las aporías no plantean si el movimiento es perceptible por los sentidos, pues Zenón no lo dudaba ni por un instante. Lo que se plantea es si cabe concebir el movimiento admitiendo que el espacio en el cual se mueven los cuerpos está compuesto de múltiples partes y que el tiempo en que se efectúa el movimiento lo forman múltiples instantes.” (Iovchuk-Oizerman- Schipanov: 1978, pp. 62-63). De esta manera se demuestra la tesis principal del principio de la naturaleza difundida por esta escuela: el ser (razón o pensamiento) es inmutable, inmóvil y único. D. Escuela Atomística Esta escuela surge dando a conocer una nueva propuesta sobre la concepción del mundo, la misma pretende también resolver los problemas planteados por los eleatas (escuela eleática) como: “la divisibilidad infinita de las cosas, del espacio y el tiempo desemboca en contradicciones y aporías insalvables.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 73). Esta escuela fue fundada por Leucipo, según los historiadores de la filosofía; sin embargo, otros señalan que nunca existió como es el caso de Epicuro que
  • 7. niega su existencia; pero en lo que sí todos están de acuerdo es que Demócrito es el más original representante de esta escuela filosófica por su planteamiento novedoso y su inmensa sabiduría. Demócrito (aproximadamente 460 – 370 a. de n. e.) Este filósofo nació en Abdera y fue un hombre de ciencia. “La fama de Demócrito como hombre de ciencia ha dado lugar a que su figura se estilizase en la de un sabio completamente abstraído de la práctica de la vida. Horacio cuenta que manadas de ganado saqueaban, paciendo, los campos de Demócrito, en tanto que la mente del hombre de ciencia vagaba lejana. En el reparto de la rica herencia paterna quiso tener su parte en moneda contante y así tuvo menos, y lo gastó todo en sus viajes por Egipto y entre caldeos. Cuando el padre vivía todavía, acostumbraba a encerrarse en una casita campestre que servía también de establo; y en ella cierta vez quedó encerrado sin darse cuenta de ello con un buey que el padre había atado allí en espera de llevarlo al sacrificio. El carácter ligeramente burlón de estas anécdotas lo dibuja como el tipo del hombre de ciencia abstraído.” (Abbagnano, N.: 1954, pp. 38-39). En cuanto al principio del origen de la naturaleza, Demócrito considera que es el átomo (en griego, significa ‘no-invisible’), es decir un principio material que genera todo cuanto existe, para llegar a esta conclusión, este pensador parte del supuesto fundamental que existe el vacío y los átomos, “con sus combinaciones infinitamente diversas, forman todos los cuerpos. A diferencia de los eleatas, Demócrito, lejos de negar el cuadro de la diversidad cualitativa de la realidad transmitida por nuestros sentidos, trata de explicarlo partiendo del principio por él formulado. Para lograr tal explicación sostiene que los átomos se diferencian entre sí por su figura, orden y posición. Estas diferencias primordiales son la base de todas las diferencias observables. En consecuencia, ninguna de ellas es incausada...Demócrito niega la causalidad y, a la vez, la admite: la niega en el sentido de incausalidad, pues nada puede acontecer sin causa; la admite en el sentido de contrapuesto a la finalidad, pues nada surge ni acontece en la naturaleza para realizar un propósito determinado. En este orden de cosas, todo acaecer es casual...La vida y la muerte de los organismos consiste en la unión y disgregación de los átomos, la base de los impulsos vitales son unos átomos especiales: redondos, lisos y sumamente pequeños.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 75). Así notamos que, desde la versión materialista de Demócrito se supera las contradicciones insolubles (aporías) que los filósofos idealistas de Elea platearon. 2. Filosofía de la psyche Durante el periodo de los sofistas, se planteó el problema del hombre político, como ya se ha mencionado, en cuanto a su formación como hombre en asuntos de estado, jurídicos y cultura en general; sin embargo, este tipo de hombre sólo se avocaba a los asuntos que tenía que ver con las cosas materiales, en las cuales primaba la utilidad práctica y del cual actuaba de una manera, muchas veces, inexplicable (violencia, egoísmo, manipulación, etc.). ¿Cómo se podría explicar tal actitud humana? Los filósofos de la physis, habían indagado sobre las particularidades de la naturaleza: su principio, composición y movimiento; pero muy poco aludieron al hombre y lo que dijeron resultaba insatisfactorio. Por lo tanto, había que indagar más afondo en la esencia del hombre para conocerlo realmente. Sócrates, fue el filósofo que se ocupa de esta tarea del filosofar, la esencia del hombre, con él nace la filosofía idealista propiamente dicha. A. Sócrates (470-69 al 399 a. de n. e.) Este filósofo nació en Atenas. “Fue hijo de un escultor [Sofronisco] y de una comadrona [Fenerete]. No fundó una escuela, como los demás filósofos, pero enseñó en lugares públicos (en los gimnasios, en plazas públicas], como una especie de
  • 8. predicador laico, ejerciendo una enorme fascinación no sólo sobre los jóvenes, sino también sobre hombres de todas las edades, lo cual le ganó notables aversiones y enemistades.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 85). Esto conllevó a que el gobierno de la ciudad lo acusase de impiedad y corromper a menores, por lo que fue condenado a tomar la cicuta (veneno) con la cual le dieron muerte; “tras esas acusaciones se ocultaban resentimientos de diversas clases y maniobras políticas.” (Loc. cit.). Sócrates no dejó obra escrita, su filosofía la trasmitió de forma oral. ¿Cómo plantea Sócrates el problema sobre el hombre? Algo que los demás filósofos lo habían tratado referencialmente. “Sócrates trata de responder al problema siguiente: ´¿Cuál es la naturaleza y la realidad última del hombre? ¿Cuál es la esencia del hombre?’...el hombre es su alma [psyche], pues su alma es precisamente aquello que lo distingue de manera específica de cualquier otra cosa. Sócrates entiende por alma nuestra razón y la sede de nuestra actividad pensante y ética...el alma es para Sócrates el yo consciente, es decir, la conciencia y la personalidad intelectual y moral...Si el alma es la esencia del hombre, cuidar de sí mismo significa cuidar no del propio cuerpo sino la propia alma, y enseñar a los hombres el cuidado de la propia alma en la tarea suprema del educador...¿qué es el hombre?, no se podrá responder que es su cuerpo, sino que es aquello que se sirve del cuerpo, la psyche, el alma (la inteligencia) es la que se sirve del cuerpo, de modo que la conclusión es inevitable: Nos ordena conocer el alma aquel que nos advierte conócete a tí mismo.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 87-88). Pero para conocerse a sí mismo, es necesario querer hacerlo, y nada mejor que querer concerse cómo es uno. Sócrates dice: “ningún hombre sabe nada verdaderamente, pero es sabio únicamente quien sabe que no sabe, no quien se figura saber e ignora así hasta su misma ignorancia. Y en realidad sólo quien sabe que no sabe procura saber, mientras que quien se cree en posesión de un saber ficticio no es capaz de la búsqueda, no se preocupa de sí mismo y permanece irremediablemente alejado de la verdad y de la virtud...El medio para promover en los demás este reconocimiento de la propia ignorancia, que es condición de la búsqueda, es la ironía. La ironía es la interrogación encaminada a la mira de descubrir al hombre su ignorancia de echarlo en la duda y en la inquietud para obligarle a la búsqueda...es el medio para descubrir la nulidad del saber ficticio, para poner al desnudo la ignorancia fundamental que el hombre esconde incluso a sí mismo con los oropeles de un saber hecho de palabras y de vacío...La ironía es la llamada al conocimiento de sí mismo, la llamada que el interrogante hace percutir hasta lo más íntimo del interrogado, haciéndole volver a la sinceridad consigo mismo.” (Abbagnano, N.: 1954, pp. 49-50). Después de la muerte trágica de Sócrates, sus discípulos, formaron sus propias escuelas filosóficas en las cuales enseñaban la doctrina de su maestro, la misma que le dieron su propia interpretación, algo que incluso, desvirtuaba la doctrina original. Estos discípulos y sus escuelas fueron: “Euclides, de la escuela de Megara; Fedón, de la de Elida; Antístenes, de la Cínica; Aristipo, de la Cirenaica.” (Ibíd., p. 56). Además de los ya mencionados, Platón fue el discípulo más representativo por desarrollar la doctrina filosófica de Sócrates de forma original y creativa, razón por la cual obviaremos a los demás para ocuparnos de Platón. B. Platón (428-347 a. de n. e.) Este pensador nació en Atenas en 428 a. de n. e. “Su verdadero nombre era Aristocles; Platón es un sobrenombre añadido, debido según algunos a su vigor físico, o según otros a la amplitud de su estilo o la anchura de su frente (en griego, platos significa precisamente amplitud, anchura, extensión). Su padre descendía del rey Codro, mientras que su madre pertenecía a la familia de Solón...la iniciación...de Platón al frecuentar a Sócrates fue la misma que la mayoría de los otros jóvenes, y no consistía en transformar
  • 9. la filosofía en objetivo de su propia vida, sino en prepararse mejor para la vida política, a través de la filosofía...Su disgusto...ante los métodos de la política que se practicaba en Atenas debió llegar a un punto culminante...cuando Sócrates fue condenado a muerte...Platón se convenció de que por el momento le convenía mantenerse la margen de la política militante...se trasladó a Megara junto con algunos otros socráticos...hacia los cuarenta años de edad, partió de viaje por Italia...A su regreso a Atenas fundó la Academia (en un gimnasio situado en la parte dedicado al héroe Academo, de donde proviene el nombre de Academia)...permaneció dirigiendo la Academia, hasta su muerte en el 347 a. de n. e.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 119-120). De acuerdo a su concepción filosófica, que es la prolongación de la de Sócrates, respecto al origen de la naturaleza (o mundo), Platón le da un desarrollo particular. “La causa del mundo es una divinidad artesana o demiurgo que lo ha producido gracias a aquella bondad limpia de envidia que quiere difundir y multiplicar el bien...Pero en cuanto ella ha sido engendrado, no podía ser, igual que el modelo incorpóreo; sino que debía ser corpórea, en consecuencia visible y tangible.” (Abbagnano, N.:1954, p. 91). A este mundo engendrado cuya finalidad es el bien, Platón lo llamaba ‘mundo de las cosas sensibles’, “y veía...un mundo derivado del reino eterno e inmutable de las esencias espirituales o ideas, a las que denominaba el ‘verdadero ser’. De acuerdo con esta teoría idealista, las cosas sensibles son una mezcla del ser (idea) y del no ser (materia).” (Dynnik, M. A.:1963, p. 97). Ahora bien, las “ideas”, según Platón, “no son simples pensamientos, sino aquello que piensa el pensamiento una vez que se ha liberado de lo sensible, son el verdadero ser, el ser por excelencia...las ideas platónicas son la esencia de las cosas, esto es, aquello que hace que cada cosa sea lo que es...Lo sensible [el no ser]. Sólo se explica apelando a la dimensión de lo suprasensible, y lo relativo exige recurrir a los absoluto, lo móvil a lo inmóvil, y lo corruptible a lo eterno...el mundo de las ideas está constituido por una multiplicidad, en la medida en que allí hay ideas de todas las cosas: ideas de valores estéticos, ideas de valores morales, ideas de las diversas realidades corpóreas, ideas de los distintos entes geométricos y matemáticos, etc.” (Reale-Antiseri: 1995, pp.128-129). El sistema platónico del mundo de las ideas, constituye una jerarquía piramidal. “El mundo de los ‘géneros’ o ‘ideas’ forma un sistema parecido a una pirámide; en la cima de esta pirámide se encuentra la ‘idea’ del Bien, la cual condiciona la cognoscibilidad, la existencia de objetos y de ella reciben éstos su esencia...juzga el Bien no sólo la causa suprema del ser, sino también su finalidad. Los ‘géneros’ son eternos, no surgen ni perecen, son inmutables, idénticos, no dependen de las circunstancias de espacio y tiempo. Por el contrario, el mundo de las cosas sensibles es un mundo en eterno surgimiento y destrucción, movimiento y cambio; todas las cosas sensibles y todas sus propiedades son relativas, transitorias, fluidas y limitadas por las circunstancias de espacio y tiempo.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 81). C. Aristóteles (384-322 a. de n. e.) Este filósofo griego nació en Estagira, 384 a. de n. e. “Su padre, llamado Nicómaco, era un excelente médico que estaba al servicio del rey de Amintas de Macedonia (padre de Filipo de Macedonia)...a los dieciocho años [otros autores afirman que a los 17] ingresó...en la Academia platónica...Al morir Platón...abandonó Atenas y se instaló en Asia Menor...vivió primero en Aso...Se trasladó luego a Mitilene en la isla de Lesbos...Filipo el Macedonio lo llama a su corte y le confía la educación de su hijo Alejandro, personaje que estaba destinado a revolucionar la historia griega y que en aquel momento tenía trece años...Aristóteles permaneció en la corte macedonia hasta que Alejandro subió al trono...regresó a Atenas y alquiló algunos edificios cercanos a un pequeño templo consagrado a Apolo Liceo, de donde proviene el nombre de ‘Liceo’ atribuido a la escuela. Como Aristóteles impartía sus enseñanzas mientras paseaba por
  • 10. los senderos del jardín vecino a los edificios, a su escuela también se le llamó ‘Peripato’ (del griego peripatos= paseo) y sus seguidores fueron denominados ‘peripatéticos’...después de la muerte de Alejandro, hubo en Atenas una fuerte reacción antimacedónica, que también afectó a Aristóteles, culpable de haber sido maestro del gran monarca...Para huir de sus enemigos, se retiró a Calcis, donde poseía bienes inmuebles heredados de su madre, dejando a Teofrasto la dirección del Peripato [o Liceo]. Falleció en el 322 [a. de n. e.], después de unos pocos meses de exilio.” (Reale- Antiseri: 1995, pp. 159-160). En cuanto a su concepción filosófica sobre la naturaleza, Aristóteles, considera que es “el conjunto de cosas que poseen un sustrato material y que se hallan en eterno movimiento y cambio. El mundo material ha existido siempre y existirá eternamente; para explicarlo no hay que recurrir al imaginario reino platónico de las ideas...Aristóteles elabora la teoría de que la esencia (la substancia) se encuentra en las cosas mismas...formula también una teoría de las cuatro causas: a) la causa material o materia; b) la causa formal o forma; c) la causa eficiente o agente; d) la causa final o fin.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 104). Para entender cómo se explican estas causas, un ejemplo simple ayudará a comprender cómo se explica el sentido de la naturaleza entorno a las mismas. “Si consideramos a un hombre determinado desde un punto de vista estático, ese hombre se reduce a su materia (carne, huesos) y a su forma (alma). En cambio, si lo consideramos desde una perspectiva dinámica y preguntamos ‘cómo ha nacido’, ‘quién lo ha engendrado’ o ‘por qué se desarrolla y crece’, entonces se hacen precisas otras causas o razones: la causa eficiente o motora [o agente] –el padre lo ha engendrado– y la causa final, la finalidad o el objeto al que se encamina el devenir del hombre.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 165). En otro ejemplo, que es muy común para hacer ver que la “idea” es primero y la experiencia material después, “Aristóteles explica su teoría de las cuatro causas con ayuda del siguiente símil: el arquitecto que construya una casa y su propio arte son la causa eficiente; el plan es la forma [o causa formal]; el material de la obra es la materia [o causa material], y el edificio ya terminado, la causa final o fin...El arquitecto que levanta una casa debe tener previamente un plan de construcción; según Aristóteles, el desarrollo de la naturaleza discurre del mismo modo; la forma precede a la realización de los fenómenos naturales. Al extender esta concepción a la naturaleza entera, Aristóteles se ve conducido en fin de cuentas al idealismo, o sea al reconocimiento de que existe una ‘forma de las formas’ o espíritu universal, a la adopción de la concepción teleológica del mundo, a la aceptación de una finalidad originaria en todos lo fenómenos naturales...La inteligencia universal o ‘primer motor’ es la forma desligada totalmente de la materia y, al mismo tiempo, es la causa final a que tienden todos los fenómenos naturales; por último, es su causa eficiente. Aunque el ‘primer motor’ esté inmóvil es él quien mueve el mundo entero.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 106). La teoría de las causas que se han expuesto, explica el procedimiento general de la naturaleza. Ahora bien, Aristóteles empleó dos categorías: “potencia” y “acto”, para explicar más en detalle el procedimiento específico de las cosas naturales. Así tenemos que la “materia es potencia, potencialidad, en el sentido de que es una capacidad de asumir o de decir la forma...La madera es potencia de los diversos objetos que se pueden fabricar con madera, porque es una capacidad concreta de asumir las formas de esos diferentes objetos. La forma, en cambio se configura como acto o actualización de esa capacidad. El compuesto de materia y forma, si se considera en cuanto tal, será predominantemente acto; si se considera en su forma, será sin duda acto o entelequia; si se considera en su materialidad, en cambio, será mezcla de potencia y acto...Por el contrario, los seres inmateriales –las formas puras– son puro acto y están exentos de potencialidad...Dios es pura entelequia.” (Reale-Antiseri: 1995, p. 169).
  • 11. Como en última instancia Aristóteles nos habla de Dios, a quien identifica como el “primer motor inmóvil”, que genera el movimiento de todo lo existente, ¿qué es Dios para Aristóteles? Según el estagirita, “Dios...es eterno, inmóvil, acto puro, está exento de potencialidad y de materia, es vida espiritual y pensamiento de pensamiento (...) la Inteligencia divina...piensa lo que es más divino y más digno de honor, y el objeto de su pensar es aquello que no cambia...Él no creó el mundo, sino que es más bien el mundo el que, en cierto sentido, se ha producido en tendencia hacia Dios, atraído por la perfección...Él es objeto de amor, pero no ama (o como máximo, sólo se ama a sí mismo)...Cada hombre, como cada cosa, tiende hacia Dios de un modo peculiar, pero Dios, como no puede conocer a ninguno de los hombres en particular, tampoco los puede amar. En otras palabras: Dios sólo es amado, pero no es amante; es objeto pero no sujeto de amor. Para Aristóteles al igual que para Platón, es impensable que Dios (lo absoluto) ame algo (algo distinto de sí mismo), puesto que el amor es siempre una tendencia a poseer algo de lo cual se carece y Dios no carece de nada...Dios no puede amar porque es inteligencia pura y –según Aristóteles– la inteligencia pura es impasible y, en cuanto tal, no ama.” (Ibíd., pp. 172-173). El Dios aristotélico, como se puede observar, tiene una connotación racional y objetiva (en el sentido de ser independiente a las cosas materiales y sentimentales que no son de su naturaleza propia), algo muy diferente del Dios cristiano de significado más emocional y subjetivo (fe del creyente) que tendremos la oportunidad de estudiarlo más adelante con Aurelio Agustín y Tomás de Aquino. Capítulo II La creación del mundo
  • 12. Hasta el periodo anterior, que corresponde a la filosofía griega y greco-romana, las condiciones materiales de existencia eran las del esclavismo. Este sistema económico y social que tuvo una duración aproximada de diez siglos, no podía ser eterna; las mismas contradicciones internas del sistema imperante devinieron en decadencia. “Las sublevaciones de los esclavos y otras encarnizadas batallas de clase, que tuvieron lugar durante el periodo de crisis del régimen esclavista, unidas a las invasiones de los bárbaros, condujeron en el siglo V de nuestra era al hundimiento del Imperio Romano Occidental. Fue este un acontecimiento de significación universal, que marcaba para el Occidente Europeo al fin de la antigua sociedad esclavista, a la vez que señalaba que, sobre sus ruinas, nacía el régimen feudal, medieval...El paso del régimen esclavista al feudalismo fue acompañado en Europa Occidental de una decadencia temporal de la economía y la cultura. En estos países se estableció una economía natural, decayó la artesanía, se redujo el comercio, languidecieron las grandes y animadas ciudades y se desplazaron al campo los centros vitales...Durante largos siglos, el catolicismo fue la ideología dominante en la Edad Media Occidental...La Iglesia de la Europa Occidental poseía hasta una tercera parte de todas las tierras de labor. Al desperdigamiento caótico de los dominios feudales, la iglesia oponía su organización rígidamente centralizada, con el Papa ∗ a la cabeza. La Iglesia monopolizaba asimismo la cultura...La filosofía se hallaba al servicio de la religión y de la Iglesia...La lucha de los campesinos y los artesanos contra los señores feudales seglares y eclesiásticos y los conflictos dentro de la propia clase dominante adoptaban forzosamente un matiz religioso.” (Dynnik, M. A.: 1963, pp. 242-243). En este nuevo periodo histórico el “régimen feudal no se estableció en los distintos países simultáneamente, sino en diversos periodos históricos. Así, por ejemplo, en China, según muchos historiadores, esto aconteció aproximadamente en los siglos III y II a. de n. e.; en la India, en los primeros siglos de la era actual; en Transcaucasia y Asia Central, en los siglos IV-VI; en los países de Europa Occidental, en los siglos V-VI, y, finalmente, en Rusia, en el siglo IX de nuestra era 2. Sin embargo, en todos los países, independientemente de las formas de la sociedad y de la época de su aparición, la base de las relaciones feudales de producción era la propiedad del señor feudal sobre la tierra y sobre otros medios de producción y su propiedad incompleta sobre el productor, el campesino dependiente o siervo de la gleba.” (Ibíd., p. 148). En este contexto económico y social, como condición material de existencia que nace y se desarrolla el pensamiento sobre la creación del mundo, que va a dominar a toda la cultura occidental. Como parte de este periodo histórico, en el desarrollo de la filosofía religiosa, hemos considerado dos fases de su desarrollo, la primera denominada por los historiadores de la filosofía como patrística y la segunda que denominamos con un término general, filosofía teológica. Veamos en qué consiste el pensamiento sobre la creación del mundo. 1. Filosofía teológica católica La sistematización de la doctrina religiosa sobre el dogma cristiano, en base a la Biblia, toma como guía la filosofía de la antigua Grecia fundamentalmente, a la cual se le complementa los desarrollos filosóficos que hicieron los filósofos greco-romanos que más se adecuaban al dogma cristiano. Esta sistematización corresponde a dos teólogos y filósofos de la Iglesia católica, hombres de talento especulativo prominente. Estos son: Aurelio Agustín, que la Iglesia lo canoniza santo, llamándolo entre los suyos, San Agustín; y, Tomás de Aquino, a quien también lo canoniza llamándolo desde entonces, Santo  El vocablo “Papa” deviene de la voz griega papas que significa padre. A partir de la época feudal se le designa con tal denominación, Papa, al representante máximo de la iglesia católica en la ciudad del Vaticano. 2 En la realidad peruana, el feudalismo, como sistema económico y social, lo impusieron los españoles en el siglo XVI, con las particularidades de la realidad española, pero con las características generales de esta formación económica que se dio en Europa.
  • 13. Tomas de Aquino. Estos dos pensadores, a quienes corresponde el mérito de haber fundamentado las bases filosóficas y teológicas de la doctrina eclesiástica, en base a la cual todavía se funda su organización cristiana, existe una distancia en el tiempo entre uno y otro. Aurelio Agustín es, en sí, el representante máximo de la patrística, que por su talla intelectual y el aporte sustancial a la sistematización de la doctrina eclesiástica, lo estudiamos a parte de los padres de la Iglesia. En el caso de Tomás de Aquino, que destaca como intelectual, data de cinco siglos después, en pleno auge de la sociedad feudal, en la cual ambos autores vivieron, aunque en tiempos diferentes. Entre ambos autores, en el proceso de desarrollo de la doctrina teológica de la iglesia, media una serie de desencuentros teóricos que produce una polémica en torno al dogma cristiano, esta polémica doctrinal se denomina con el nombre de “problema de los universales”. Así es que el orden de esta sección empieza primero con Aurelio Agustín, la filosofía escolástica y Tomás de Aquino, veamos cada uno de ellos. A. Aurelio Agustín (354-340 de n. e.) Este teólogo y filósofo cristiano, el más representativo de la Iglesia católica, del periodo de la patrística, “nació en Tagaste, provincia romana de Numidia, África romana. Su padre, Patricio, era pagano, su madre, Mónica, cristiana, la cual ejerció sobre el hijo una profunda influencia. Pasó su niñez y adolescencia entre Tagaste y Cartago; de temperamento ardiente, opuesto a toda clase de frenos, llevó en este periodo una vida desordenada y disoluta...Cultivaba, no obstante, los estudios clásicos, especialmente latinos y se ocupaba con pasión en la gramática...Hacia los 19 años, la lectura del Hortencio de Cicerón, lo condujo a la filosofía...y por vez primera fue encaminado a la investigación filosófica. Se adhirió entonces a la secta de los maniqueos. Desde los 19 años comenzó a enseñar retórica en Cartago y conservó su ocupación en esta ciudad hasta los 29 años...se dirigió a Roma con la intensión de continuar allí su enseñanza de retórica...después de un año se dirigió a Milán para enseñar oficialmente retórica...El 25 de abril del 387 recibía el bautismo...Entonces se convence con certeza de que su misión era la de difundir en su patria la sabiduría cristiana...volvió a Tagaste, donde en el año 391 fue ordenado sacerdote; en el 395 fue consagrado obispo de Hipona...el 28 de agosto del 430, Agustín moría.” (Abbagnano, N.: Ob. Cit., pp. 233-234). Sobre el origen del mundo, Agustín, sostiene: “En cuanto es Ser, Dios es el fundamento de todo lo que es; es, pues, el creador de todo...Dios ha creado todas las cosas por medio de la palabra; pero la palabra de que habla el Génesis no es la palabra sensible, sino el Logos o Hijo de Dios, que es coeterno con él. El Logos o Hijo tiene en sí las ideas, esto es, las formas o las razones inmutables de las cosas, que son eternas como eterno es él mismo; y en conformidad con tales formas o razones han sido formadas todas las cosas que nacen y mueren...Las ideas divinas son comparadas por Agustín a las rationes seminales, de que hablaban los estoicos. El orden del Mundo, que depende de la división de las cosas en géneros y especies, está garantizado precisamente por las razones seminales, que, implícitas en la mente divina, determinan, en el acto de la creación, la división y ordenación de las cosas individuales...El problema se presenta también a Agustín: ¿Qué cosa hacía Dios antes de crear el cielo y la tierra?...Antes de la creación, no había tiempo; no había por consiguiente, un ‘antes’ y no tiene sentido preguntarse qué cosa hacía ‘entonces’ Dios. La eternidad está por encima de todo tiempo; en Dios nada es pasado y nada es futuro, porque su ser es inmutable y la inmutabilidad es un eterno presente, en el que nada pasa. Pero, ¿qué cosa es el tiempo? Ciertamente la realidad del tiempo no es nada permanente...El futuro todavía no existe, pero hay en el alma la espera de las cosas futuras; el pasado ya no existe, pero hay en el alama la memoria de las cosas pasadas. El presente carece de duración y en un instante se convierte en pasado, pero dura en el alma la atención por las cosas presentes de la vida interior del hombre a través de la atención, la memoria y la expectación, en la contrariedad interior de la conciencia, que conserva dentro de sí el
  • 14. pasado y tiende hacia el futuro. Partiendo en busca de la realidad objetiva del tiempo Agustín llega, en cambio, a aclarar su realidad subjetiva. Una vez más el replegarse de la conciencia sobre sí mismo aparece como el método que resuelve un problema fundamental.” (Ibíd., pp. 241-242). Agustín muestra así un subjetivismo dogmático de fe cristiana. Esto conduce a la doctrina de la predestinación. “La predestinación es la fuente de dos reinos opuestos: el divino y el terrenal; este último es en rigor un campamento de facinerosos, se sustenta en la guerra, en la conquista y la violencia. La expresión suma del reino celestial es la Iglesia. Pero la Iglesia sólo parcialmente coincide con el reino celestial...La Iglesia terrenal no es más que preparación de la celestial.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 135). B. Filosofía escolástica. Desde el siglo V de n. e. en que acaece el fallecimiento de Aurelio hasta el siglo IX, en el lapso de ese tiempo, los diferentes teólogos de la iglesia polemizaron y escribieron muchas obras sobre la “verdad revelada” de Dios, según la Biblia y los textos de los filósofos griegos, especialmente Platón, Aristóteles, Plotino y Agustín. Sin embargo, es a partir del siglo IX, en que se da mayor importancia a los textos de Aristóteles, en contraposición con los de Platón, con el propósito de encontrar la mejor forma de explicar a Dios. Este periodo se conoce como escolástica (proviene del vocablo latín scholasticus, que significa escuela) porque los diferentes teólogos que proponían sus propias interpretaciones filosóficas de la Biblia, ya sea siguiendo a Platón, Aristóteles, Plotino incluso Agustín, enseñaban en las universidades europeas, que por este tiempo fueron creadas. El periodo del pensamiento escolástico es dividido en tres: 1) escolástica temprana (del siglo IX al XII); 2) alta escolástica (siglo XIII); y, 3) escolástica decadente o baja escolástica (siglos XIV y XV). En cada periodo escolástico resaltan grandes figuras como: Juan Escoto Erígena, Rocelino de Compiegne, Anselmo (1033-1109), Pedro Abelardo (1079-1142), entre otros, de los cuales también destaca Tomás de Aquino, que lo estudiaremos en el acápite siguiente. La filosofía escolástica surge a raíz de un problema fundamental: la relación entre razón y fe. “Los escolásticos partían de la tesis que otorga a la fe primacía sobre la razón. No obstante, el examen de ciertos dogmas religiosos dio lugar a que se debatieran también cuestiones filosóficas. La más importante de ellas concerniente a la relación entre lo universal y lo particular.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov. Ob. Cit., p. 135). Este problema teórico-doctrinal conllevó no sólo a sendas polémicas entre los diferentes teólogos antes mencionados, sino también implicó persecuciones y encarcelamientos por orden de la iglesia. Eran tiempos de fundamentalismo eclesiástico en el que primaba la tiranía del poder papal. A este problema teórico-doctrinal se le conoce comúnmente como Problema de los universales. “El problema se refiere, pues, a los géneros o especies, esto es, a todos los conceptos, a todo el conocimiento racional: por esto a toda lógica. Se trata de ver si los conceptos son realidades o no y qué clase de realidad, si corpórea o incorpórea; y dónde hallen tal realidad, si en las cosas individuales o fuera de ellas. El problema concierne, pues, al valor objetivo de los conceptos, a su verdad.” (Abbagnano, N. Ob. Cit., p. 296). Los diferentes teólogos que ya hemos hecho referencia se pusieron en contraposición unos contra otros según la solución que dieron a tal problema de la filosofía escolástica. No desarrollaremos las propuestas de cada teólogo porque, en esencia, apuntaron a dar solución en dos grupos de fundamentales, los “realistas” y los nominalistas. El punto intermedio entre ambas concepciones lo fijó la concepción denominada ‘realismo moderado’. a) Concepción realista
  • 15. La solución que los “realistas” dieron al problema de los universales es como sigue: “afirmaban la existencia de los universales como entidades ideales o arquetipos, preexistentes a las cosas singulares. Primero existe el ‘hombre en general’, decían como una ‘idea’ sui géneris de hombre y después, como producto de ellas, existen los hombres singulares. La fuente de esta concepción de los realistas era la filosofía platónica.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 248). Su fundamento doctrinal teológico, por tanto, residía en Dios. “El estudio del lenguaje, pues, era el estudio de la realidad...constituía un estudio de la manifestación misma de Dios, de aquel Dios sobre cuyas ideas universales y eternas se modelaban las cosas...Si los universales son reales en sí mismos y también están presentes de manera esencial en cada uno de los individuos, entonces éstos no difieren entre sí en esencia para nada, sino sólo por la variedad de accidentes que posean.” (Reale-Antiseri: 1995, pp. 452- 453). En resumen, los universales (o entidades ideales, especies, géneros, conceptos) existen como realidades externas a las cosas concretas y de la vida en general. Son representantes de esta tendencia teórico-doctrinal: Juan Escoto Erígena, Anselmo de Canterbury y Guillermo de Champeaux. b) Concepción nominalista La solución de los nominalistas al problema de los universales fue totalmente opuesta a la de los “realistas”. Según los nominalistas, “insistían en la realidad exclusiva de las cosas singulares y reducían los universales a los puros nombres (en latín nomina) con que los hombres designaban a las cosas individuales. De acuerdo con ellos, no existen el hombre o la cosa ‘en general’ [como ‘concepto’ o ‘especie’ antes de las cosas singulares concretas]; éstos no son más que nombres con que se designa, respectivamente, un conjunto de nombres o cosas individuales [o sea objetos concretos singulares que existen en la realidad].” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 248). De esto se desprende que “el nominalismo es una teoría que exalta lo individual en perjuicio de lo universal e imposibilita la separación del ámbito meramente analítico y descriptivo, de una realidad empírica.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., p. 454). El representante máximo de esta concepción fue Rocelino de Compiegne. El problema de los universales, en esencia, “se reducía a esto: ¿las cosas que existen objetivamente y son percibidas por los sentidos preceden a las ideas generales? (nominalismo). O, por el contrario, ¿las ideas preexisten a las cosas? (realismo). En otros términos: ¿nuestro conocimiento se mueve de la sensación al concepto, o del concepto a las cosas?” (Dynnik. Loc. cit.). La solución, como ya hemos visto, en dos concepciones opuestas, trajo consigo serias dificultades, la central de ellas radica en que “el realismo, al chocar contra la individualidad de lo real, testimoniada por la experiencia sensible, el nominalismo chocando contra la dificultad de entender el valor y justificar el uso mismo de conceptos reducidos a puros nombres.” (Abbagnano, N. Ob. cit., p. 297). No solucionaban el problema de fondo por mantenerse cerrados en el dogma cristiano, pues, si los “realistas” creían que los universales, especies, géneros o conceptos constituían entes que se identificaban con Dios en el mundo ininteligible; los nominalistas creían que Dios, en tanto “acto puro”, no podía ser identificado con ‘especies’, ‘géneros’, ‘conceptos’ que corresponden con las cosas individuales que son concretas, reales; eso trasgredía la “verdad revelada”. Sin embargo, para dar una solución intermedia, surge el “realismo moderado”. c) Realismo moderado
  • 16. Según esta concepción teórico-doctrinal que intenta zanjar la polémica entre “realismo” y nominalismo, considera que “sólo pueden existir las cosas singulares (las ‘substancias’). No obstante, las cosas pueden parecerse y en esa semejanza se basa la posibilidad de los universales. Cuando afirmamos, algo acerca de muchas cosas, nuestra afirmación concierne no a las cosas, sino a la palabra. En esto reside la verdad del nominalismo...Junto a esto hay que admitir la realidad de los conceptos o ideas generales en la mente de Dios y que son los modelos por los cuales Él crea las cosas.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov. Ob. cit., p. 137). La iglesia católica romana, finalmente se impuso con su autoridad jerárquica estableciendo, según la postura papal (conservadora o moderada) de los diferentes papas que ocupaban el Vaticano, una concepción teológica según convenía a los intereses de la institución eclesiástica como máxima expresión del poder y doctrina del medioevo. C. Tomás de Aquino Después del éxito doctrinal que significó para la iglesia católica la doctrina de Aurelio Agustín, hubieron varios teólogos que recrearon el pensamiento agustiniano con filosofías clásicas como Platón e incluso Plotino, entro otros. Tuvieron que pasar varios siglos, después de la muerte de Agustín, para que surgiera otro teólogo de talento para que continuara aportando al cuerpo doctrinal de la iglesia. A ello se sumó cambios de tipo social y cultural, que conllevaron a una mejor perspectiva del dogma teológico. Así tenemos que el “siglo XIII representante al periodo áureo de la teología y la filosofía. Esto se produce como consecuencia de numerosos factores: la creación de las universales, la fundación de las órdenes mendicantes (franciscanos y dominicos), el contacto de los medios culturales occidentales se convierten en centros de intensa enseñanza e investigación; las órdenes mendicantes brindan una gran cantidad de maestros muy cualificados; la nueva bibliografía se centra sobre todo alrededor de los escritos de la Metafísica y de la Física de Aristóteles que, conocidos gracias a los árabes, ahora son redescubiertos en su redacción originaria...los franciscanos y los dominicanos eligieron como centro de su actividad las ciudades, que se habían transformado en lugares con intensa vida económica, cultural y religiosa, y que con frecuencia habían sido condenadas por los ascetas, que invitaban con acentos apocalípticos al menosprecio del mundo y a la austeridad de vida...Si bien la primera universidad que se fundó fue la de Bolonia –más interesada en el derecho que en la teología e independiente de la autoridad eclesiástica– París fue el primero y el más importante de los centros universitarios de filosofía y teología.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., pp. 461-462). El teólogo que destacó en el siglo XIII de n. e. fue Tomás de Aquino, quien influenciado por los estudios aristotélicos de la época, reelaboró la filosofía de Aristóteles adaptándola al dogma de la iglesia sustentado en la Biblia. Veamos en qué consiste el principio de la naturaleza para este teólogo y filósofo, pero antes enterémonos sobre su biografía brevemente. Tomás de Aquino nació en Rocasecca (Lacio meridional), Italia; perteneció a la familia de los condes de Aquino, en 1221 (según otros autores, 1225-24). “Recibió su primera educación en la abadía de Montecassino...prosiguió sus estudios en Nápoles, en la universidad que había sido recientemente fundada por Federico II. Allí entró en contacto con la orden dominicana, muchos de cuyos miembros se habían dedicado al estudio y a la enseñanza universitaria. Decidió ingresar a la orden, atraído por esta nueva forma de vida religiosa, abierta a las nuevas realidades sociales, que tomaba parte en el debate cultural y que se hallaba exenta de intereses mundanos...Entre 1248 y 1252 fue discípulo de Alberto Magno (distinguido teólogo y profesor de la universidad de Colonia, Alemania), donde demostró su talento especulativo muy rápidamente...era llamado el ‘buey mudo’ por su talante reservado y silencioso...enseñó en París desde 1252 hasta 1254...se le otorgó junto a San Vuenabentura el título de magister en teología y obtuvo la cátedra en París, donde enseñó...hasta 1259...Tomás peregrinó (como era costumbre en los maestros de la orden
  • 17. dominicana) por las principales universidades europeas: Colonia, Bolonia, Roma, Nápoles...Su salud iba decayendo...Fue sorprendido por la muerte...el 7 de marzo de 1274, en el monasterio cisterciense de Fossanova, de viaje hacia Lyon, ciudad a la que se dirigía por mandato del papa Gregorio X, para participar en el Concilio que allí se celebraba.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., pp. 479-481). La concepción teológica-filosófica de Tomás de Aquino, respecto del origen de la naturaleza (o el mundo) radica en que, “Dios ha creado la naturaleza ‘de la nada’ y ésta se halla sujeta constantemente a los mandatos divinos. La materia es pura potencia indeterminada y pasiva, a la que sólo la forma ideal de un ser actual conforme a los grados de un orden jerárquico, que empieza en la región de los seres inanimados, se eleva a través del hombre hasta los ángeles y los santos y remata, finalmente, en el mismo Dios. Cada grado inferior tiene un propio fin en otro superior y aspira a él, y todo el sistema aspira a Dios... El hombre, creado por Dios ‘a su imagen y semejanza’, se halla en el centro del cosmos, en la tierra inmóvil, y todo cuanto existe en la naturaleza se adapta a él, de un modo positivo o negativo. El Sol le da luz y calor; la lluvia existe para humedecer sus campos y los gatos fueron creados para exterminar a los ratones. En cuanto a los temblores de tierra y huracanes devastadores, Dios los envía como castigo a los hombres por sus pecados para infundirles temor.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., pp. 251-252). A esta concepción teológico-filosófica también se le llama ontología teológica. En base a este orden jerárquico de la naturaleza expuesto por Tomás, se ve en la necesidad de demostrar la existencia de Dios, para ello, según él, se “debe partir de lo que es primero para nosotros, es decir, de los efectos sensibles, y ha de ser a posteriori...llegar de los efectos sensibles a la existencia de Dios.” (Abbagnano, N. Ob. cit., p. 408). Para ello expone cinco vías por las cuales se demuestra que el Dios bíblico existe, éstas son como siguen3: La primera vía es la prueba cosmológica, deducido de la Física y de la Metafísica de Aristóteles. Parte del principio de que ‘todo lo que se mueve es movido por otro’. Ahora bien, si aquello que lo mueve, se mueve a su vez, es preciso que también él esté movido por otro, y así sucesivamente. Pero es imposible seguir así hasta el infinito, porque entonces no habría un primer motor ni los otros moverán, como, por ejemplo, el bastón no se mueve si no es movido por la mano. Por consiguiente, es necesario llegar a un primer motor que no sea movido por nada; y ese motor es para todos, Dios. La segunda vía es la prueba causal. En la serie de causas eficientes no podemos remontar hasta el infinito, porque entonces no habría una causa primera y, por consiguiente, tampoco una causa última ni causas intermedias por lo tanto, debe haber una causa eficiente primera, que es Dios. La tercera vía se deduce de la relación entre posible y necesario . Las cosas posibles sólo existen en virtud de las cosas necesarias: éstas tienen la causa de su necesidad o en sí o en otro. Si tienen la causa en otro, remiten a este otro, y como no se puede suponer una cadena de causas hasta el infinito, es preciso llegar a algo que sea necesario por sí y sea causa de la necesidad de lo que es necesario por otro: es Dios. La cuarta vía es la de los grados. En las cosas hay más o menos verdad, más o menos bien y más o menos de todas las demás perfecciones, por consiguiente, también debe haber un grado máximo de dichas perfecciones, que será causa de los grados menores, como el fuego, que es el máximo de calor, es la causa de todas las cosas calientes. Luego, la causa del ser y de la bondad y de toda la perfección es Dios. La quinta vía se deduce del gobierno de las cosas. Las cosas naturales, privadas de inteligencia, están, sin embargo, dirigidas a un fin: esto no sería posible si no estuvieran gobernadas por un Ser dotado de inteligencia, como la flecha no puede dirigirse al blanco si 3 Las cinco vías de Tomás de Aquino que a continuación se exponen son extraídas de la Historia de la filosofía de Nicolás Abbagnano: 1954, pp. 408-409.
  • 18. no es por obra del arquero. Luego, hay un Ser inteligente que dirige todas las cosas naturales a un fin: este Ser es Dios. Estas cinco vías que Tomás de Aquino elabora para demostrar la existencia de Dios, se vale, como hemos visto, de la filosofía aristotélica en dos libros de Aristóteles, la Física y la Metafísica, por tanto, utilizando la lógica de pensamiento de Aristóteles el aquinate las reconvierte (o altera) para demostrar la creencia en Dios; pero en sí, en los hechos empíricos, se hace imposible tal existencia, motivo por el cual, lo más cercano al sentimiento de fe del creyente es la lógica de la filosofía idealista, sea platónica o aristotélica. En este caso Tomás se valió de ésta última; de aquí en adelante, la iglesia católica se basa en esta doctrina tomista de las cinco vías para afirmar que Dios existe y la Biblia es la “verdad revelada”.
  • 19. Capítulo III Racionalismo del mundo El paso de la sociedad esclavista, en la cual se desarrolló la filosofía griega y greco-romana (que ya hemos estudiado) a la sociedad feudal, en la cual se desarrolló el pensamiento escolástico de la creación del mundo –estudiado en el capítulo anterior– demostró que las organizaciones económico-sociales como el esclavismo el feudalismo no eran ni podían ser eternas en el tiempo. La evolución histórica de la sociedad humana, sigue su marcha inescrutablemente al margen de cualquier tipo de ideología dominante que intente imponer eternamente su régimen económico y político como el mejor de los sistemas sobre los dominados del mismo a los cuales subyuga. A partir de los cambios operados dentro del seno de la sociedad feudal, surge una nueva formación económica-social, el capitalismo. Las primeras formas capitalistas se empiezan a manifestar en los siglos XVI y XV en algunas ciudades del Mediterráneo, ubicadas en Italia, tales como: Venecia, Florencia, Génova y otras. La característica económica del capitalismo inicial se expresa en la manufactura, el comercio, la banca y las innovaciones técnicas que se desarrollan preferentemente en las urbes (ciudades). “El comercio (cuyas rutas principales pasaban entonces por el Mediterráneo), la usura, así como la explotación de los obreros y los pequeños artesanos dieron vida en muchas ciudades italianas a sectores considerables de banqueros, mercaderes e industriales, que en algunas de ellas (Venecia, Florencia, Génova y otras) incluso se adueñaron del poder político.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 168). La particularidad de esta época es un suceso histórico importante que marcó época, la primera revolución científica y tecnológica, lo que permitió las innovaciones técnicas, “aparecieron motores de agua y viento bastante perfeccionados, tornos de hilar, telares, de pedal, se perfeccionó la construcción de barcos y la construcción en general y surgieron los altos hornos. A partir del siglo XVI se extendió la producción de armas de fuego y en la década del 40 del siglo XV tuvo lugar la invención de la imprenta. En 1492, Colón llegó a las costas de América; seis años después, los portugueses contornearon África y descubrieron la ruta marítima de la India. A comienzos del siglo XVI se realizó el primer viaje alrededor del mundo...gracias al empleo de la brújula, a los perfeccionamientos alcanzados en la construcción de barcos y en la navegación, así como al desarrollo de la geografía y la astronomía.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 260). Estos cambios operados en la producción material de la nueva economía capitalista emergente dentro de la sociedad feudal, iban acompañados de conflictos sociales, políticos y culturales contra el sistema feudal hasta entonces imperante. En este contexto histórico y social de surgimiento práctico del capitalismo empieza también a surgir una forma diferente de pensar, más acorde con la nueva economía que empieza a originarse. Para esto es necesario comprender otro aspecto fundamental en el desarrollo del capitalismo, todavía sujeto en esta época, al sistema feudal de dominación, esta es las ciencias naturales, componente imprescindible de las innovaciones técnicas. Esto implica el desarrollo de la astronomía, la mecánica, la química, la biología, la física, la matemática entre otras. Los cambios revolucionarios en la producción económica y la ciencia ligada a ella, tenía que tener su correlato en la filosofía. “Al desarrollarse las ciencias naturales, cambió también, en gran medida, el objeto de la filosofía, el círculo de los problemas que estudiaba. A la filosofía se le planteó la tarea de forjar un nuevo método de conocimiento, basado en la experiencia, en la investigación empírica de la naturaleza que, al mismo tiempo, tomara e cuenta los progresos de las matemáticas. Surgió la necesidad de someter a crítica la escolástica y la teología medievales, hostiles a la ciencia, que frenaban el desarrollo de la vida social.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 262). En el contexto de esta ola de transformaciones
  • 20. surge lo que se denomina el Renacimiento y el Humanismo como expresión de una nueva forma de pensar opuesta al pensamiento escolástico de la Iglesia. 1. Renacimiento y Humanismo El pensamiento medieval, que en esencia se reduce a la “creación del mundo” por el Dios bíblico, lleva también consigo el gran poder de la iglesia romana sobre Europa para vigilar que nadie se “desvíe” de lo que manda la ley de Dios; esta institución eclesiástica se encargaría de hacer cumplirla procesando y castigando a quienes osen contradecir el misterio de Dios. Este dogmatismo fundamentalista de la religión cristiana encabezado por la iglesia católica, conduce a gobernar la ideología de los europeos bajo una férula rígida y jerarquizada. Es decir, no podía haber libertad de pensamiento ni de acción de los individuos, porque todo pasaba por el consentimiento conservador del poder eclesiástico del Vaticano. El medioevo representó para los individuos, como realización profesional dentro de la sociedad, seguir el oficio de sacerdote. Se podía ser abogado y además sacerdote, el ser ordenado sacerdote significaba ser respetado y venerado. Este condicionamiento ideológico y cultural del medioevo en los hombres significó una gran presión social y política de encarcelamiento espiritual. Ante ese estado de cosas surge el Renacimiento y el Humanismo como un movimiento cultural innovador impulsado por los cambios revolucionarios de los descubrimientos técnicos, geográficos y culturales que transformaron la producción (industria y comercio) hacia el emergente capitalismo. Esto implicaba una nueva forma de pensar con libertad, sin las ataduras ideológicas del poder religioso de la iglesia, y así investigar en todos los campos de la cultura humana sin estar sujetos a prohibiciones eclesiásticas que impongan un dogma, y por tanto un proceso contencioso que conlleve a ser encerrado en la cárcel por herejía. Los nuevos pensadores (filósofos, científicos, poetas, etc.) que expresaban el nuevo sentir de los cambios operados en la producción capitalista que empezaba a aparecer, se fijan en la cultura de la antigüedad (la griega y greco-romana) que durante el feudalismo habían sido tergiversados y, en muchos casos, olvidados. Estos pensadores retoman la cultura antigua adaptándola a los nuevos tiempos que implique su verdadero sentido humano. Es decir, este movimiento cultural en este nuevo periodo histórico, significa volver a lo realmente humano, que el medioevo había disminuido o dejado sin importancia para rendir culto dogmático al Dios bíblico. Esto no significa una cultura de ateísmo. Los nuevos pensadores del renacimiento y el humanismo, muchos de ellos, sacerdotes, dieron un nuevo orden a las ideas cristianas sin abjurar a ellas, poniendo al hombre delante de ellas. Así tenemos que “el humanismo renacentista no es tan solo el amor y el estudio de la sabiduría clásica y la demostración de su acuerdo fundamental con la verdad cristiana; es también, y sobre todo, la voluntad de restaurar en su forma auténtica y original aquella sabiduría, de entenderla en su efectiva realidad histórica.” (Abbagnano, N. 1954, II, p. 10). Esto implica estudiar las obras de los clásicos griegos y greco-romanos en su propio idioma e interpretarlos en su propia realidad histórica para adaptarlos a los nuevos cambios, lo cual significa valorar al ser humano de la sabiduría clásica. El humanismo en sí conlleva a retomar la cultura clásica de los griegos. “A la poesía, a la elocuencia, a la filosofía se les reconocía de este modo un valor esencial en la que el hombre es verdaderamente y debe ser, pues dar la capacidad formativa del hombre verdadero y el poder de volverlo a conducir a la genuina forma humana...es la convicción de que sólo a través de aquellas buenas artes, de las que los antiguos fueron los cultivadores inigualables, el hombre puede renovarse a sí mismo y volver a la forma auténtica de la humanidad.” (Ibíd., p. 11). El renacimiento constituye en paralelo con el humanismo, este redescubrir al hombre. “Este implica el mundo del hombre en su totalidad: su actividad práctica, su arte, su poesía, su vida social. El renacer del hombre no es el nacer de una vida diferente y
  • 21. superhumana, sino más bien, el nacer a una vida verdaderamente humana, porque se funda en lo que el hombre posee de más propio: las artes, las disciplinas, la investigación, que nacen de él un ser diferente a todos los demás seres de la naturaleza y semejante a Dios, devolviéndolo a la condición de la que había decaído. El significado religioso y el significado mundano del renacer se identifican; el último término del renacer es el hombre mismo...El retorno a la antigüedad clásica es, en todas las manifestaciones del Renacimiento, el retorno a las posibilidades que ha dado a los hombres; es el volver a entrar en poder de estas posibilidades para hacerlas revivir y fructificar y conducirlas más allá del límite a que llegaron en el pasado.” (Ibíd., pp. 11-12). El Renacimiento y el Humanismo, como movimiento cultural fundamentalmente, contribuyó a derribar progresivamente por la base, a toda la superestructura ideológica teológico-eclesiástica de la sociedad feudal, mientras que la nueva forma productiva en base a las innovaciones técnicas y descubrimientos de las ciencias naturales hacía lo propio en la estructura económica de la misma. Sin embargo, tuvo una gran limitación, “ya que al pronunciarse en favor de la liberación de la personalidad humana respecto de las arbitrariedades feudales y del yugo espiritual de la iglesia no se planteaba a su vez la tarea de liberar la personalidad del hombre trabajador de los grilletes de la explotación y del yugo de la miseria.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 264). Aun así, se constituyó en un avance progresista inmensamente superior a las etapas históricas anteriores, lo que marca la progresiva marcha ascensional de la evolución humana. Este periodo histórico en el cual se desarrolla este movimiento cultural o revolución científica, abarca los siglos XV y XVI, aunque sus precursores se hallan en el siglo XVI. Destacan diversas figuras en diferentes áreas del pensamiento humano y el conocimiento en general como: Miguel de Montaigne (filosofía natural y el hombre), Erasmo de Rotherdam (filosofía cristiana), Martín Lutero y Juan Calvino (reforma teológica de la iglesia), Nicolás Maquiavelo, Tomás Moro, Tomás Münzer y Tomás Campanella (política), Giordano Bruno, Tycho Brae, Johannes Kepler (filosofía natural), Leonardo de Vinci (arte e ingeniería), entre otros. A. Nicolás Copérnico (1473-1543) Este pensador naturalista (astronomía), nació en Torun (en alemán Thorn), Polonia, en 1473, “estudió en la Universidad de Cracovia [Facultad de Arte: aprende geometría, trigonometría, cálculo astronómico y los fundamentos teóricos de la astronomía] y luego en Bolonia, en Padua y en Ferrara [Italia], donde se doctoró en derecho canónico...volvió a su patria entre los cuidados administrativos de un canonicato y los estudios astronómicos.” (Ibíd., p. 135). A Copérnico se le conoce por haber revolucionado el esquema mental tradicionalista sobre el universo, que desde Aristóteles y Ptolomeo hasta la doctrina creacionista, se había creído en la antigüedad y el medioevo europeo respectivamente; con él marca el rumbo de la nueva concepción moderna del universo. Lo que hace Copérnico en realidad es cambiar el centro del universo sustentado en el sistema aristotélico- ptolemaico en el cual se consideraba a la tierra como el centro del universo (sistema geocéntrico), por el Sol como centro del mismo (sistema heliocéntrico). Conviene recordar brevemente el sistema geocéntrico de Aristóteles y Ptolomeo. Para Aristóteles, “la tierra ocupa el centro del universo esférico, finito en el espacio e infinito en el tiempo. Alrededor de ella giran unas esferas especiales, en las que están fijados los planetas, y el cielo con las estrellas fijas en él.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 113). En el caso de Ptolomeo, postula cinco tesis: “1)el mundo (el cielo) es esferiforme...; 2) de manera análoga, la Tierra considerada en su conjunto es esferiforme; 3) ésta se halla en el medio del mundo, como un centro; 4)...la Tierra es como un punto, en comparación con la esfera de las estrellas fijas (la que abarca el cielo); 5) la Tierra no realiza ningún movimiento de lugar, es inmóvil.” (Reale-Antiseri: 1995, I, p. 316). Este sistema
  • 22. geocéntrico que se formuló en la antigüedad, en lo esencial tiene por centro a la Tierra en el universo y no tiene movimiento, los que se mueven alrededor de ella son el sol y las estrellas. Así permaneció en la creencia del medioevo durante siglos y se constituyó en la norma oficial de la iglesia, porque venía a confirmar, la doctrina bíblica. En su obra, Las revoluciones de los cuerpos celestes, Copérnico expone su concepción heliocéntrica del universo. “Partiendo de la necesidad de distinguir los movimientos reales y los aparentes, Copérnico sostenía que es la Tierra y no el Sol la que se describe verdaderamente el movimiento anual. De donde deduce lo siguiente: ‘Lo que se nos presenta como movimiento del Sol no deriva del movimiento de éste, sino del movimiento de la Tierra y de su esfera, junto con la cual giramos alrededor del Sol como cualquier otro planeta. Por tanto la Tierra tiene más de un movimiento. Los movimientos aparentes simples y retrógrados de los planetas no se deben a su propio movimiento, sino al de la Tierra. Así, pues, el movimiento de la Tierra por sí solo basta para explicar también las numerosas desarmonías aparentes del cielo’.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 287). De esto se deduce que la Tierra gira alrededor del Sol, lo que implica a éste como el centro y la Tierra es la del movimiento; este movimiento, por lo demás, es de diferente tipo: simples y retrógrados. Como es obvio, en un contexto cultural del medioevo en decadencia, en el cual la doctrina de la iglesia era muy influyente aun y la filosofía escolástica dominante en muchos intelectuales, reaccionaron contra Copérnico. La iglesia esgrimió el argumento, en defensa de la teoría geocéntrica aristotélico-ptolemaica que por lo demás confirma la Biblia, que “Josué había pedido a Dios que detuviera la marcha del Sol, no de la Tierra, a fin de poder terminar una batalla. De allí se deducía, según los clérigos, que si Dios hubo de parar precisamente, el Sol, ello significaba que lo que se movía era el Sol, no la Tierra.” (Ibíd., p. 288). La propuesta revolucionaria de Copérnico se basaba en la observación directa y de los cálculos matemáticos del espacio estelar, mientras sus detractores se basaban en la Biblia y en los textos de Aristóteles y Ptolomeo. Aun así la iglesia nada pudo hacer contra Copérnico porque éste falleció en 1543, año de la publicación de su obra que levantó revuelo en los años subsiguientes. B. Galileo Galilei (1564-1642) Después de Copérnico, los estudios astronómicos fueron continuados de forma diferente por Tycho Brae (1546-1601) y continuando la línea copernicana, desarrollándola de forma original se encuentra Johannes Kepler (1571-1630). Pero quien destacó sobresalientemente fue Galileo Galilei. “Galileo nació en Pisa el 15 de febrero de 1564 [Italia]. Orientado hacia los estudios de medicina...se dedicaba también a la observación directa de los fenómenos naturales...le fue confinada en 1589 la cátedra de matemáticas de la Universidad de Pisa, donde permaneció tres años...En 1592 pasó a enseñar matemáticas en la Universidad de Padua, donde pasó 18 años, que fueron los más fecundos y felices de su vida. De los numerosos inventos de diverso género, hechos durante este periodo, el más importante es el telescopio (1609)... [Asimismo Galileo] defendía la doctrina de Copérnico. Pero esta doctrina empezaba...a atraer la atención de la Inquisición de Roma...Galileo fue citado por el Papa, para comparecer ante el Santo Oficio de Roma. El proceso duró hasta el 22 de junio de 1633 y concluyó con la abjuración de Galileo. Tenía entonces 70 años...Murió el 8 de enero de 1642.” (Abbagnano, N. Ob. cit., pp. 136-137). En cuanto a la concepción de la naturaleza, Galileo la concibe científicamente, es decir, partiendo de la experiencia de los fenómenos materiales. “La experiencia es la revelación directa de la naturaleza en su verdad...El razonamiento sirve para extender la experiencia sensible y suplirla donde ésta no alcanza; pero no puede sustituirla. Mucho menos puede sustituirla la lógica, que sirve solamente para conocer si los discursos y las demostraciones ya hechas y halladas proceden de modo concluyente. Pero la experiencia no es solamente el fundamento, sino también el límite del conocimiento humano. Le es
  • 23. imposible alcanzar la esencia de las cosas: debe limitarse a determinar sus cualidades y sus accidentes: el lugar, el movimiento, la figura, la magnitud, la opacidad, la producción y la disolución, son hechos, cualidades o fenómenos que pueden ser conocidos y usados para la explicación de los problemas naturales...No puede concebir una substancia corpórea si no es limitada, provista de figura y magnitud determinada, situada en cierto lugar y, en un cierto tiempo, inmóvil o en movimiento, en contacto o no, una o múltiple; pero se la puede concebir falta de color, de sabor, de sonido y de olor. Por eso la cantidad, la figura la magnitud, el lugar, el tiempo, el movimiento, el reposo, el contacto, la distancia y el número son cualidades propias e inseparables de los cuerpos materiales; mientras que los sabores, olores, colores y sonidos subsisten solamente en los órganos sensibles; pero no son caracteres objetivos de los cuerpos, aunque sean producidos por éstos. La objetividad se reduce, pues, exclusivamente a las cualidades sensibles que son determinaciones cuantitativas de los cuerpos; mientras que las cualidades que no pueden reducirse a determinaciones cuantitativas, se declaran por Galileo como puramente subjetivas.” (Ibíd., p. 138). En esta concepción científica de la naturaleza, Galileo, da la base teórica a la ciencia moderna, en lo que respecta a la astronomía, confirma a través del telescopio que en efecto, Copérnico no estaba equivocado. 2. Filosofía racionalista Galileo con su aporte a la ciencia y el enfoque que le dio, marcó el rumbo de la ciencia moderna dejando atrás a la filosofía escolástica. Con la ciencia moderna, nace una forma diferente de hacer filosofía, ya no centrada en la fe sobre la razón, sino la razón separada de la fe. Esto quiere decir que los pensadores, habiendo sido educados en el pensamiento escolástico, sin abandonar la creencia de fe, se abocaron a destacar la razón. Esta forma de pensamiento se denomina filosofía racionalista. El origen de la filosofía racionalista se debe fundamentalmente a dos factores, uno es el aporte científico que viene desde Copérnico hasta Galileo y el otro, son los cambios operados en la producción económica y social. Así tenemos que, “el centro de desarrollo de la industria y el comercio, de la ciencia y la cultura, se desplazó de Italia a Inglaterra, Holanda y Francia...se desarrolló intensamente la producción manufacturera, que fue desplazando cada vez a la industria artesanal... La vieja aristocracia feudal entró en una fase de decadencia y la llamada ‘nueva nobleza’, que administraba las tierras en forma capitalista, se situó en el primer plano de la vida económica... La incipiente acumulación del capital condujo a la ruina de los campesinos y artesanos, arrojándolos de los lugares donde vivían y convirtiéndolos en braceros, indigentes y mendigos. Los campesinos arruinados se lanzaron a una serie de insurrecciones contra sus opresores; insurrecciones que, en algunos casos alcanzaron grandes proporciones...Pero dichas insurrecciones fueron aplastadas implacablemente por el gobierno.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 316). Este cambio en la producción económica, del sistema feudal al sistema capitalista, se explica porque las tierras de las que eran expulsados los campesinos, “las convirtieron en pastizales para ovejas, cuya cría era estimulada por una producción textil en rápido crecimiento. Así apareció la ‘nueva nobleza’, próxima a la burguesía [o clase capitalista] por su condición y sus intereses, y así se crean premisas materiales necesarias para instaurar una avenencia entre nobleza y la burguesía, expresión política de la cual es la monarquía absoluta.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 194). La filosofía racionalista expresa la concepción del mundo de la ‘nueva nobleza’ imperante en este periodo histórico de evolución del pensamiento humano. A. René Descartes (1596-1650) Este filósofo francés, “nació en La Haya (Turena), el 31 de marzo de 1596... De familia noble [aristocracia] fue muy pronto enviado al colegio Jesuita de la Fleche en Anjou, que era uno de los centros de enseñanza más famosos de su tiempo...En 1618, cuando empezó
  • 24. la Guerra de los Treinta años, se alistó en las tropas de Mauricio de Nassau, quien combatía contra España y en favor de la libertad de los Países Bajos [Holanda y Bélgica]. En 1628 se estableció en Holanda, tierra de la tolerancia y las libertades...aceptó en 1649 la invitación de la reina Cristina de Suecia...en la mañana del 2 de febrero de 1650, el filósofo al salir de palacio cayó enfermo de pulmonía y murió después de una semana de sufrimientos.” (Reale-Antiseri: 1995, II, pp. 308-311). En cuanto a la concepción de la naturaleza, continua desarrollando lo que Bacon había iniciado, la formulación de un método riguroso universal que Galileo solo bosquejó sin sistematizarlo. Descartes, hace esa labor desde su propia forma de concebir el mundo y la ciencia, que para él las matemáticas era su eje central. Este filósofo es quien inaugura el dualismo como filosofía moderna, lo que quiere decir la admisión de dos substancias independientes una de la otra: lo material y lo inmaterial. Como consecuencia de ello tenemos dos aspectos de su pensamiento, su cosmología y su teoría del ser y el conocimiento. “En cosmología (origen y desarrollo del sistema planetario), en física y en fisiología, Descartes es materialista: propone la hipótesis del desarrollo natural del sistema planetario e incluso del desarrollo de la vida en la Tierra conforme a las leyes de la naturaleza; considera los cuerpos de las bestias y de los hombres como máquinas complejas sometidas a las leyes del movimiento mecánico...en la teoría del conocimiento, en la doctrina del ser, Descartes es idealista...parte de la duda de cuanto hasta entonces se considera conocimiento indudable.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, p. 203). Nos centraremos en su doctrina del ser, que es por el cual se hizo famoso en su época, pero además porque es el principio fundamental de su sistema filosófico. Descartes dice: “hay que empezar por una duda radical de todo. No obstante, por general que esa duda sea, hay algo en el proceso del conocer que no es posible dudar en manera alguna...Crítica el conocimiento existente4, pero buscaba el verdadero y sabe de antemano que tal saber existe. Sin duda es sólo recurso previo, no caracteriza en esencia sus ideas, no es sino método para establecer la verdad. En todo caso, la duda se detiene ante el hecho de que la duda existe. Puedo dudar de la existencia de todo menos de que la duda existe. Ahora bien, la duda es un acto del pensar. Por cuanto yo dudo, yo pienso. Por ello la existencia de mi duda muestra de modo fidedigno la existencia del pensamiento. Quizá mi cuerpo no exista en realidad. Quizá un genio maligno me haya hecho de tal guisa que me parezca tener cuerpo cuando en realidad no lo tengo. Mas yo sé directamente que como sujeto dubitativo, pensante no soy un fantasma, sino que existo. Cogito ergo sum, esto es, pienso luego existo...para él la existencia del pensamiento es más indudable y cierta que la existencia del cuerpo, o materia. Dicho de otro modo, Descartes trata de fundamentar el idealismo no ontológicamente, no como característica del ser, sino como característica de nuestro conocimiento del ser. En la doctrina del ser no sólo reconoce que, junto con la substancia material existe la substancia espiritual, sino que sostiene que sobre ambas, como substancia en el pleno sentido de la palabra, se alza Dios.” (Iovchuk-Oizerman-Schipanov: 1978, pp. 203-204). B. Isaac Newton (1642-1727) Este pensador y científico inglés nació en la aldea de Woolsthorpe, cerca de Londres, en una familia de granjeros en 1642. Sus primeros estudios los hizo en el Trinity College de Cambrige, donde mostró la mente brillante que poseía, pues, “en un tiempo bastante reducido había llegado a dominar todas la partes esenciales de la matemática de la época... [Hizo notables descubrimientos: la teoría de la naturaleza corpuscular de la luz y la ley de la 4 El conocimiento existente y dominante de la época, como se sabe, es la filosofía escolástica. “Decía irónicamente de ella que sólo proporcionaba medios adecuados para asombrar a gentes poco sabias. Por ello, no era de extrañar, según Descartes, que las gentes más versadas en esta filosofía fuesen, de ordinario, menos razonables que las gentes sencillas que la ignoraban.” (Dynnik, M. A.: 1963, p. 336)
  • 25. gravedad]...fue elegido diputado en representación de la Universidad de Cambrige...Al mismo tiempo dio comienzo a una prestigiosa carrera pública. En 1696 fue nombrado director de la Casa de Monedas de Londres; tres años después llegó a gobernador de ésta...falleció el 20 de marzo de 1727.” (Reale-Antiseri: 1995, II, pp. 259-262). En cuanto a su concepción de la naturaleza, a diferencia de Galileo y Descartes que veían en ella un libro en lenguaje matemático, Newton lo ve de otra forma; según él “las letras del alfabeto con el que está escrito el libro de la naturaleza están constituidas por un número infinito de partículas, cuyos movimientos se hallan regulados por una sintaxis configurada por las leyes del movimiento y por la de la gravitación universal.” (Ibíd., p. 267). Para Newton el universo se forma de materia cuyos cuerpos “se atraen los unos a los otros y se hallan sujetos a una acción mecánica mutua...que se realiza en un espacio absolutamente vacío...en el que entran en acción nuevos y nuevos fenómenos de la naturaleza...[este movimiento está determinado por una fuerza intrínseca]...Al analizar el movimiento de los planetas alrededor del Sol y considerarlo invariable...el movimiento elíptico de los planetas alrededor del Sol y considerarlo invariable...el movimiento elíptico de los planetas era un movimiento, complejo, compuesto y, por ello, descomponible en sus movimientos simples (componentes), a saber: uno, dirigido hacia el centro de la órbita –el Sol–, y otro, tangencial a ella...cada uno de estos movimientos componentes es provocado por una fuerza especial. La primera fuerza actúa siguiendo la normal a la órbita del movimiento del planeta; dicha fuerza no es otra que la gravitación. Para la otra fuerza, es decir, para la que actúa tangencialmente a la órbita (‘fuerza tangencial’), Newton no pudo señalar ninguna fuente material. [‘En verdad –responde Newton– no he logrado aún deducir de los fenómenos la razón de estas propiedades de la gravedad, y no invento hipótesis’. Hypothesis non fingo5]. De ahí que llegara a la conclusión de que ‘alguien’, desde fuera comunicó alguna vez ese movimiento tangencial en forma de ‘impulso inicial’ a la órbita. Desde entonces, después de iniciarse el movimiento de rotación alrededor del astro central, los planetas continuaron moviéndose en la forma ya establecida de una vez para siempre...Pero admitir dicho impulso equivalía sencillamente a admitir, con otras palabras, la existencia de un Dios creador. Y así surgió la hipótesis newtoniana del impulso divino inicial, con ayuda del cual el Creador había dado cuerda al ‘reloj del universo’.” (Dynnik, M. A., Ob. cit., pp. 372-373). Esto nos enseña que cuando se llega a un límite momentáneo en el tiempo de la racionalidad científica, da paso al desborde de la imaginación fantasiosa y mística, aun en grandes hombres de ciencia (habría que esperar hasta Einstein, para que resolviera lo que Newton no puedo hacer). Newton, con su concepción mecánica de la física aclara el verdadero objetivo de la ciencia. “La ciencia no busca substancias, sino funciones; no busca la esencia de la gravedad, sino se contenta con que ésta exista de hecho y explique los movimientos de los cuerpos celestes y de nuestro mar...Sin embargo... ‘la causa primera, ciertamente, no es mecánica’.” (Reale-Antiseri. Ob. cit., p. 269). Esto conllevó que a partir de Newton la ciencia, en los pensadores y científicos que destacaron después de él, se redujera a ser meramente descriptiva. “La renuncia a penetrar en la ciencia de las cosas y la tendencia a limitarse a expresar en términos matemáticos los nexos de las cosas condujeron a la tesis anticientífica de que había que renunciar en general al pensamiento teórico y, por tanto, a la filosofía, propugnando la pura descripción empírica de los hechos, especialmente la caracterización puramente matemática y la expresión del aspecto cuantitativo de los fenómenos estudiados.” (Dynnik, M. A. Ob. cit., p. 373). Esto tipo de pensamiento abarcó todo el siglo XVIII y parte del XIX, en que aconteció la segunda revolución científica y tecnológica. 5 Reale-Antiseri. Ibíd., p. 266.