En lo que va del tercer milenio se han publicado numerosas obras en las que el sujeto poético, femenino, defiende la libertad, el derecho y la igualdad que siguen privándose en un contexto de violencia como es el que todavía vive México. Parteaguas resultó Antígona González (2012) de Sara Uribe: obra de teatro y luego libro de poesía en que Uribe construye la enunciante tomando como referencia la teoría de su maestra Cristina Rivera Garza. El yo se apropia de la voz de una desaparecida a la vez que hace gala de una de las técnicas habituales en la literatura mexicana contemporánea, la intertextualidad. Aunque sería interesante abordar la influencia de la tragedia griega en poetas que configuran diferentes sujetos femeninos con la violencia como nexo, a continuación planteamos un estudio de autoras que pueden leerse a partir de subjetividades emergentes desde la recuperación prehispánica y colonial. Obras publicadas hace solo unos años nos permitirán, de manera retrospectiva, entender los orígenes y los cambios de lo que tradicionalmente se ha considerado yo lírico femenino. Pese a que con sujeto poético femenino no nos referimos únicamente al feminismo (estudiado por Montanaro Mena en 2017), sino a la construcción de un personaje marcado (gramatical y simbólicamente) femenino (por la enunciación que aborda Osorio desde 2017) que protagoniza la obra, como veremos, de Anaité Ancira García (Ciudad de México, 1980), Elvis Guerra (Juchitán de Zaragoza, Oaxaca, 1993) y Clyo Mendoza (Oaxaca, 1993) donde el cuerpo verbal femenino se posiciona a favor de la equidad entre hombres y mujeres y la representatividad, históricamente negada, del cuerpo en la voz de estas. Por un lado, Ancira García concluye play, pausa, rec, mute (Grupo Rodrigo Porrúa, 2018) con una serie dedicada a sor Juana Inés de la Cruz y las recetas de cocina de la monja jerónima: intertextualidad que dialoga en la página del libro de poesía como nota a pie de página, con una tipografía diferente, que imita el estilo clásico con que se contrapone el texto, cuerpo verbal. Lejos de imitar el espacio doméstico, interno, los pasos a seguir para preparar los famosos platillos mexicanos contrastan con la construcción de una voz que supera el tópico que tratan en la lírica del país que nos ocupa desde Rosario Castellanos a Kyra Galván. El cuerpo verbal femenino, pues, atiende a la tradición que se vale del pasado para reivindicar en el presente la subjetividad que emerge también con Elvis Guerra. A diferencia del cuerpo trans que describe Francia Perales (2017 y 2019) a partir del personaje de sor Juana, Guerra ofrece una autobiografía de su caso particular como muxe, el cual ejemplifica la violencia que se ejerce sobre aquella persona diferente, que combina las tradiciones prehispánicas en su comunidad indígena con el postulado cuir abordado por Néstore (2020). Su libro Ramonera (publicado en México, 2019, y en España, 2020) evidencia la violencia del cuerpo físico que se vale de la anamnesis, d