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N° 9 / 1971 / $ 3.50 ($ 350 m/n.)
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BIEN EL AGUA?
Restauración -
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•y. sus aplicaciones
AUTOMOVILES
ELECTRICOS
El arma química puede ser tan
devastadora como la nuclear, A esta
conclusión llega Nguyen Bang Tam,
al analizar los efectos de la utilización
de productos tóxicos con fines
militares.
Nguyen Dang Tam
Julio Moreno
Roberto Fernández Prini
Misclia Collar
Lucía Bonadeo
Jorge Sábalo
Horacio Speratti
Frangois de Closets
Hilario Fernández Long
3
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64
64
Revista
de ciencia y tecnología
Misterio en Castelar
La guerra química
Humor nuevo
El agua líquida
Responsabilidad ética y social del científico
Inauguración del Centro de Cómputo de la
Fundación Bariloche
Restauración del fresco toscano
SEGBA: Programa de investigación y desarrollo
El automóvil eléctrico aún no tiene pilas
Novedades de Ciencia y Tecnología
1. La fecundación de la reina
2. Los inductores de interferón
3. El reactor de neutrones rápidos
4. Microcirugía ocular
5. Generador solar
6. El puente sumergido
7. El motor Wankel se complica
8. Los microorganismos que transforman las piedras
9. Desequilibrio entre materia y antimateria
La ciencia de los hipersonidos
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Misterio en Castelar
Una de las funciones de una revista como CIENCIA
NUEVA es exaltar y alentar el desarrollo de las acti-
vidades científicas y tecnológicas del país y en cumpli-
miento de esa función ejerció reiteradamente su crítica
contra la falta de elementos y presupuesto, contra el
mal üso o aplicación de recursos dedicados a la inves-
tigación.
Por ello no resulta paradójico preguntarse acerca del
verdadero sentido de un monumental proyecto que se
ha puesto en marcha en nombre, de la investigación
científica, conocido casi esotéricamente entre los inves-
tigadores argentinos directamente afectados con la deno-
minación de "proyecto Castelar".
En grandes trazos, el "proyecto Castelar" implica la
realización y puesta en marcha de un enorme centro
de investigaciones biomédicas en edificios a construirse
sobre un terreno de 25 hectáreas que posee actual-
mente el INTA en Castelar. El centro estaría básica-
mente integrado por varios institutos, entre otros: Neu-
robiología, Biofísica, Biología y Medicina Experimental,
Bioquímica, Farmacología y Medicina del Trabajo. Coxn-
pletado en siete años, daría ocupación a unos mil investi-
gadores.
El costo total del proyecto ascendería a 25 millones
de dólares, 60 por ciento de los cuales dedicados a la
construcción, 25 por ciento a la integración de equipo
científico complementario y 15 por ciento a la forma-
ción de personal. No se sabe que haya previsión presu-
puestaria para cubrir los gastos operativos. Cuarenta por
ciento del dinero necesario será prestado por el Banco
Interamericano de Desarrollo y el 60 por ciento restante
provisto por el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas.
Es precisamente en el CNICT donde ha surgido este
piramidal proyecto que habría nacido contra la opinión
de los doctores Houssay y Leloir y a instancias de fun-
cionarios administrativos. El proyecto entró en la prime-
ra etapa de realización en abril de 1970, cuando sin con-
curso y en un costo que se estima en ocho millones de
pesos viejos, se encargó el anteproyecto de arquitec-
tura a una firma que ya habría realizado su trabajo, in-
cluyendo una maqueta que circuló por las oficinas del
CNICT.
Un proyecto de tal magnitud merecería, por nuestra
parte, un análisis detallado, más allá de los límites que
impone un comentario editorial, pero aquí surge la prin-
cipal irregularidad: fuera del estrecho círculo de perso-
nas involucradas directamente en el proyecto, nadie co-
noce la realidad del mismo, nadie ha visto textos, des-
cripciones ni cifras, algunos de los investigadores nomi-
nados en carpeta apenas han llegado a tener entrevistas
verbales con personas que conocen parcialmente el pro-
yecto; otros ni siquiera han sido informados de la tarea
que les ha sido asignada en el "proyecto Castelar". Tam-
poco en la Universidad, en el CONACYT o en el Mi-
nisterio de Educación parecen estar suficientemente in-
formados en este proyecto que de alguna manera los
involucra y que debió necesariamente, en alguna etapa,
transitar los ministerios de Economía, Educación y Re-
laciones Exteriores. Esta irrealidad aparente del "pro-
yecto Castelar" es lo único concreto. Todo lo demás son
suposiciones, informaciones que se filtran fuera del ce-
rrado grupo que maneja el proyecto, indefiniciones. Es
por ello que debemos dar a toda aquella información el
precario carácter de postulado, para poder apoyar un jui-
cio crítico tentativo.
No escapa a nadie la magnitud económica del proyecto
que requeriría la inversión total de los recursos actuales
del CNICT durante cuatro años, más la posterior devo-
lución del préstamo del BID y de sus intereses —que no
son magros— más los costos operativos. Además toda
esta inversión estará destinada predominantemente a la
biología y bioquímica, ignorando las eventuales necesida-
des de otras ciencias puras y de todas las aplicadas que,
en muchos casos, pueden tener mayor urgencia y mayor
mérito económico frente a las necesidades reales del país.
La distribución de gastos también llama la atención:
60 por ciento de 25 millones de dólares es mucho di-
nero invertido solamente en instalaciones inmuebles. Y
algunas versiones afirman que el 25 por ciento corres-
pondiente a equipo complementario presupone el tras-
lado de los investigadores de sus actuales lugares de
trabajo hacia Castelar, junto con los equipos actual-
mente en servicio. Esta pretensión implicaría el des-
mantelamiento de algunos laboratorios y especialmente
de los laboratorios universitarios. De cualquier manera
es obvio que el proyecto separará inevitablemente la
investigación de la labor docente, lo que puede, implicar
3
un peligroso e irrecuperable cercenamiento de la activi-
dad universitaria.
Es esencialmente esta característica del "proyecto Cas-
telar", el alejamiento de los investigadores de la función
docente hacia laboratorios de ciencia pura, culturalmen-
te esterilizada, la que marca una de sus mayores contra-
dicciones.
El proyecto pretende tener, en un plazo de siete años,
alrededor de 1 000 investigadores trabajando en el lu-
gar. Pero se da el caso de que el CNICT tiene, en la
actualidad, 410 investigadores (más 260 becarios) y el
total de investigadores que trabajan en la actualidad en
laboratorios y universidades de todo el país y en todas
las áreas, rio supera en mucho esa cifra.
¿Cómo podrán formarse e integrarse en siete años los
600 ó 700 investigadores adicionales que requerirá el
"proyecto Castelar"? ¿Es lógico tener muchos más in-
vestigadores trabajando en bioquímica y medicina que
en todo el resto de las áreas sumadas, en todo el país?
¿Tiene acaso sentido la enorme inversión que requiere
la puesta en marcha de este gigante y los ingentes gastos
que exigirá su funcionamiento, cuando una simple gene-
rosidad presupuestaria y una partida de refuerzo para
renovar equipos e instalaciones bastarían para brindar lo
necesario a este sector de la investigación científica ar-
gentina? ¿No es paradójica la realización de este proyec-
to hipertrofiado frente a las carencias de todo tipo que
sufren los institutos de investigación y las universida-
des? El alejamiento de los investigadores científicos de
las tareas docentes, ¿no compromete acaso desde su mis-
ma iniciación el futuro de este proyecto que necesitará
una adecuada realimentación de profesionales de alto ni-
vel proveniente de las universidades?
Todos estos interrogantes surgen de los trascendidos
de un proyecto que no ha tomado estado público, que
no ha sido discutido abiertamente frente a los interesa-
dos que ni siquiera han tenido acceso a ^información
necesaria y cuyos objetivos políticos y económicos a cor-
to y a largo plazo sólo pueden conjeturarse.
Se puede conjeturar sobre las intenciones discrimina-
torias de los sostenedores de este proyecto, sobre las am-
biciones personales en juego; acerca de un progresivo
debilitamiento de las universidades ante la incapacidad
de los gobiernos militares para congeniar el fantasma
revolucionario que le atribuyen con la adecuada capaci-
dad de formación de técnicos y dirigentes que le quita-
ron. Se puede aún conjeturar sobre la posibilidad que
significa impulsar la producción científica en un área es-
trecha de un grupo ele gente que ya tiene nivel interna-
cional, para contrapesar los efectos de la intervención
universiraria, ele la discriminación ideológica, de la cen-
sura y de otras agresiones contra la cultura del país. Pe-
ro todas estas conjeturas no serán más que un juego
dialéctico que puede generarse, precisamente, en la falta
de información concreta.
Quizá ante todo —y a colación de este proyecto— co-
rrespondería preguntarse otra vez la razón de ser del
CNICT y del CONACYT como organismos indepen-
dientes y, a su vez, independientes ambos de las uni-
versidades y del Ministerio de Educación.
4
L
La guerra química
Nguyen Dang Tam
En su mayoría, los armamentos modernos
basan en las propiedades explosivas de cier-
tas sustancias y, en definitiva, toda arma es
"química". Sin embargo, se ha reservado el
nombre de guerra química a la utilización
directa de productos tóxicos contra el hom-
bre u otras formas de vida. Revelada por la
guerra de 1914-1918, considerablemente
perfeccionada después y producida en can-
tidad industrial, el arma química es motivo
de preocupación tanto para la opinión públi-
ca mundial como para los expertos milita-
res. La Conferencia de Ginebra de 1970 de-
bió concluir con la prohibición absoluta de
las armas químicas y biológicas. Nguyen
Dang Tam expuso en la revista francesa "La
Recherche" los problemas que plantea su
empleo.
Nguyen Dang Tam nació en los alrededores de Hanoi;
estudió agronomía en Parts y química en Tübingen.
Ex asistente del Instituto Max Planck de Munich
y en la actualidad j e f e de investigaciones del CNRS,
el autor se ha dedicado particularmente al estudio de
la utilización militar de cierto¿ productos tóxicos y a los
problemas éticos que deben encarar los. científicos.
Durante el mes de mayo de 1969, cierto número de
parlamentarios liberales norteamericanos lanzaron una
campaña contra la producción y la experimentación de
armas químicas y bacteriológicas en los EE. UU. De
esta manera ellos continuaron con la obra ele más de
cinco mil investigadores de su país (entre los cuales
hay 17 premios Nobel y 127 miembros de la Academia
de Ciencias de Nueva York) quienes, desde 1966, vie-
nen cuestionando el empleo de productos fitotóxicos
sobre los bosques y campos de Vietnam. A pesar del
secreto en que se los mantuvo, los numerosos accidentes
acaecidos en centros de investigación y sobre terrenos
de ensayos militares llegaron a ser de dominio público;
el más espectacular fue la muerte de 6.000 corderos,
el 14 de marzo de 1968, en Dugway (Utah), sobre los
cuales el viento hizo derivar una nube artificial de un
producto neurotóxico.
La oposición a este estado de cosas también está co-
brando importancia fuera de los Estados Unidos. En In-
glaterra, el Parlamento obligó al Gobierno a intervenir,
mediante una comisión investigadora, un centro de in-
vestigaciones sobre la guerra química y biológica, el de
Porton. Una conferencia nacional reunió en Edimburgo,
^ comienzos de 1969, a un apreciable número de cien-
tíficos. En julio de 1969 algunos soldados norteame-
ricanos se intoxicaron con gases almacenados en Oki-
nawa. Sólo entonces el pueblo japonés pudo enterarse
de que el ejército norteamericano los había deposita-
do allí ante el desconocimiento del mismo Gobierno de
Tokio. En mayo de 1970, por segunda vez en doce
meses, la Asamblea legislativa de Okinawa reclamó la
evacuación total de tan peligroso "stock". La ONU
realizó una encuesta cuyos resultados fueron publicados
en 1969 y en 1970. Las protestas de los países extran-
jeros reforzaron la oposición a la guerra química des-
atada en Estados Unidos. Fueron enviadas misiones in-
vestigadoras a Vietnam y después a Camboya para es-
tudiar las consecuencias de la defoliación de vastas ex-
tensiones de bosques, plantaciones y cultivos (ver
CIENCIA NUEVA N? 5, N. de la R.).
En Francia se realizó .una reunión en la Facultad de
Ciencias de Orsay el 21 de febrero de 1970: investi-
gadores del CNRS y médicos presentaron una aprecia-
ble cantidad de informaciones tanto sobre los agentes
químicos como sobre los desastres ecológicos y los
efectos teratógenos provocados por las defoliaciones en
Vietnam.
Estos movimientos de protesta demuestran que un
número creciente de científicos y de políticos han to-
mado y toman conciencia de los peligros de la guerra
química, cuya inquietante intensidad nos revela el con-
flicto vietnamita.
De la guerra de trincheras a la guerra química
Sin embargo, hace ya más de medio siglo que se pone en
práctica este tipo de guerra. El enorme desarrollo de la
química orgánica hacia fines de siglo y la posibilidad
de obtener en cantidades industriales los productos más
tóxicos no podía dejar de tentar a los expertos milita-
res. En 1899, en la Conferencia de la Paz mantenida en
- La Haya, se prohibió el uso de las armas químicas. En
realidad, la Primera Guerra Mundial fue la ocasión ideal
para utilizarlas. En agosto de 1914 las tropas france-
sas se sirvieron de ellas empleando bromoacetato de
etilo, gas lacrimógeno. Más tarde —y no fue por a z a r -
hizo su aparición el cloro, materia industrial importan-
te, el 22 de abril de 1915. Ese día, por consejo del
profesor Fritz Haber, autor de la síntesis del amoníaco
y director del departamento de guerra química, el co-
mandante alemán hizo derramar sobre las líneas fran-
cesas 168 toneladas de cloro contenido en cilindros
be produjeron 5.000 muertes entre los 15.000 soldados
afectados. Esta fecha tiene el triste honor de marcar el
comienzo de a guerra química. Se instalaron plantas
para mejorar la eficacia del gas, idea que volveremos
a encontrar cincuenta años más tarde en el Vietnam Se
hizo necesario inventar medios de protección. Fue de
esta manera como se desencadenó la carrera de los ar-
mamentos químicos, carrera que ya no se detendría más.
En ambos campos, los laboratorios se encargaron de
esta investigación aplicada". Hacia fines de 1915 el
fosgeno otro producto industrial importante, más fácil
de manipular que el cloro, comentó a reemplazarlo!
U n , e sf 1 I e n a " * municiones de artillería y granadas
empleancbse alrededor de 150.000 toneladas&en tres
anos El fosgeno fue responsable del 80 % de los casos
mortales debidos a las armas químicas. También se utüi-
d W f n ° 7 d 0 r °Pl c r i n a - D u r ante la ofensiva sobre
ü Somme, en marzo de 1918, la artillería alemana arro-
P, en 10 días, 500.000 obuses de iperita sobre las tro-
™ tooon C e S a s - L f s o I d a d o s a "e c t a d o s I » ' d m
obstóte7 ,?? P e m S °] o f Pr°dujeron 7 muertes. No
W n r e t í r S T ^ * k **?*> l °S d e p ó s i t 0 s n o
r eron_ retirados. Se puso en evidencia una gran pre-
ocupacion por la prohibición de este tipo de armas £
S e t d T í : MUnÍda Cn G Í n e b f a e n ^ P°" la So-
un p l t ^ í r 1 ^ reC°gíÓ d 1 7 d e í - i o mediante
Protocolo redactado en ese sentido la a d h e r í
p é n H Z ^ f 3 ' ^ ^ l 0 S Atados Unto ° y j í
S ' se señ il d e k S e 8u n d a G u e " a
s S d e M í r ^ f ^ - ^ ^ S í
ejército dp IV - d e ,loS ,C u e r p o s m á s Alantes de
e S o s t o t t o r ^ T d e S a f o i r a d ™ t e C a r e c í a
en octubre de i9¿u'. oportunidad se dio
en los obuses J ' ^ ? P a c t o s mortales
pecialmente sobre lT'viíl Í V f ^ chinas> es"
del río Yang sé ^ S Í t U a d a a I s u r
1. El ejército utilizó diferentes formas de
protección contra los gases. La fotografía
muestra algunos artilleros franceses munidos de cogullas
antepasado de las famosas "máscaras de gas".
(Foto Roger-Viollet).
En busca de nuevas armas
En el período comprendido entre las dos guerras, las in-
vestigaciones y la producción de productos tóxicos no
cesaron y la Alemania del III Reich realizó notables
progresos en este campo. Se sabe que gran parte de la
producción alimentaria mundial es destruida por los
insectos: actualmente se calcula en 30 millones de to-
aQ°'i 0 3 i n s e / c t o s P l a g a n también muchas
enfermedades peligrosas (malaria, fiebre amarilla, etc.).
La preparación de insecticidas constituye una de las ac-
S S r V i " * 3 h °n o r a b I e ,s y también más lucrativas que
S í n l R GS s o f Pr e "d e n t ? entonces que los estable-
cimientos Bayer, que formaban parte de la célebre IG
L i o í m V Y a í r e r e S a d ° ?n f1Jos> más que
Derrmi S, ' d e d i v i s a s extranjeras no
permitía importar insecticidas como el polvo de piretro
SSn A 1
C°n^l0S,pMásÍt0S' redbÍÓ de la
d u Z Z t V 3 1f1S1Ófl d e s i n t e t i 2 a r alanos pro-
ductos activos. Particularmente se interesó en el flúor
Í¿Tlo?:oP mO C r°'C 0 1 1 0 C Í d 0 u H ÍZ ° fluomros de
ro TraL o i l T ? p m e b a s biológicas. Estos prime-
ros trabajos le permitieron comprobar que tanto en la se-
Figura 2, Un ejercicio de defensa contra los gases, en Parts, durante la guerra 1914-1918. (Foto Harlingue-Viollet).
ríe de los fluoruros de metansulfonilo como en la del
íluoretanol había numerosos insecticidas en potencia.
Desgraciadamente ellos eran demasiado tóxicos para
los animales de sangre caliente. Estos fracasos, aunque
interesantes desde el punto de vista científico, obliga-
ron a Schracler a volverse provisoriamente hacia los
plastificantes y otros productos destinados a la indus-
tria del caucho sintético, campo tradicional de Bayer.
Por casualidad hizo algunas pruebas, con los ésteres y
amidas del ácido fosfórico; los ensayos de estos deri-
vados fosfóricos revelaron una propiedad hasta enton-
ces poco conocida: su extraordinaria toxicidad.
Schrader logró preparar el paraoxón o E 600, prepa-
ración que después permitió determinar las condiciones
estructurales de dicha toxicidad, o sea las de la inacti-
vación de la colinesterasa. Pero desafortunadamente los
animales y los hombres no escapaban a ella. Todos los
esfuerzos se concentraron en el problema de la prepa-
ración de un producto que fuera tóxico para los insec-
tos peto inofensivo para el hombre y, las bestias.
Hubo que esperar la finalización de la guerra y nue-
vas investigaciones para encontrar una vía acertada. Los
organofdsforados se impusieron en todo el mundo co-
mo venenos sistémicos. Si bien la antimita amitón es
todavía sumamente peligrosa para el hombre, el mena-
zón y el diclorvos no lo son en absoluto. El haloxón,
antihelmíntico, utilizado en medicina veterinaria, hasta
puede ser suministrado por vía oral al ganado.
Hasta este punto, nada fuera de lo común. Sin em-
bargo, los estudios de Schrader adquirieron una sinies-
tra reputación, quizá a causa de un decreto del gobier-
no hitleriano del año 1935, que ordenaba a todos los
laboratorios a someter a consideración del Ministerio
de Guerra los descubrimientos susceptibles de adqui-
rir una importancia militar. La historia no nos infor-
ma de cómo el Estado Mayor tomó conocimiento de
los resultados de Schrader: las versiones son muchas
y. contradictorias. ,Arribismo, jactancia, control polí-
tico de la investigación científica, espíritu de discipli-
na, patriotismo, o quizá simple exceso de celo o te-
mor a sanciones severas? Todos y cada uno de estos
factores pudieron jugar su papel. Lo cierto es que la
paciente espera de los militares fue al fin recompen-
sada. Los laboratorios de Schrader en Elberfeld lograron
preparar un producto que podía ser utilizado como in-
secticida y enviaron un kilogramo al Ministerio. Era el
tabún. Schrader estaba vinculado con el profesor "Wirth,
director del Instituto de Farmacología y Toxicología
Militar, de la Academia de Medicina Militar. Se exa-
minaron las cualidades bélicas del tabún: eran excelen-
tes. Hay que señalar que ese mismo año los estableci-
mientos Bayer depositaron las patentes para las fórmu-
las de los insecticidas organofosforados. Una vez re-
velada su importancia, las fórmulas pasaron a ser secre-
to militar y así quedarían hasta el final de la guerra.
Las máscaras antigás habían sido distribuidas entre la
población a partir de las primeras amenazas de guerra.
Tanto para los estados mayores como para el gran pú-
blico el término tabún se convirtió en un motivo de
angustia.
Mientras tanto, Schrader continuaba sus trabajos;
en 1938 concluyó con la síntesis del sarín. Varios ins-
titutos universitarios importantes participaron en el des-
arrollo de la nueva "arma secreta". En Dyhetnfurth-
am-Oder se construyó una fábrica en dos años con el
trabajo forzado de 120 prisioneros de guerra. En total
colaboraron 3.000 trabajadores. La producción del ta-
bún (en código: Trilón, jabón en polvo) comenzó en
el verano de 1941. Totalizó 11.980 toneladas en lugar
de las 58.000 solicitadas por el ejército. La producción
del sarín, más estable que el tabún, no pudo ser rea-
lizada: el Reich sería vencido antes de la terminación
de la fábrica subterránea de Falkenhagen, cerca de Ber-
lín. En 1944 Schrader, siempre diligente, logró el com-
puesto más peligroso de la serie, el soman. Pero ya era
demasiado tarde. . .
En realidad, lio se empleó el "gas de la muerte" so-
bre el campo de batalla o contra poblaciones enemigas.
Pero, en cambio, se sabe bien cuál fue el uso de ciertos
gases tóxicos que fueron destinados a los campos de
concentración. ..
Las sustancias modernas y sus posibilidades
No cabe ninguna duda de que los aliados conocían el
tabún. Hoy se sabe que desde 1940 algunos investiga-
dores ingleses trabajaron también en los esteres de los
ácidos fluorcarboxílicos, después en los organofosfatos y
por fin en los esteres orgánicos del ácido fluorfosfórico.
Apuntaron a un arma sumamente tóxica, el DFP, del
cual prepararon grandes cantidades. Pero sólo después
de la guerra, sin duda después de haber descubierto los
documentos de Schrader y de haber capturado los de-
pósitos de tabún y de sarin, las investigaciones plani-
ficadas sobre los tóxicos bélicos tuvieron su verdadero
comienzo. Los trabajos de Schrader servirían de modelo
a todo el mundo (figura 3). El que busca encuentra.
No es menos cierto que la máquina de la investigación
militar, lejos de carecer de aliento, continuó exigiendo
su contingente de créditos y de talentos y que los labo-
ratorios, norteamericanos, esta vez, y también suecos,
pudieron anunciar a las autoridades respectivas el descu-
brimiento de productos extraordinarios, los llamados
agentes V. Se estaba muy lejos de la investigación de
nuevos insecticidas o de nuevos herbicidas, motivación
inicial de tan inquietantes estudios.
Actualmente, las grandes potencias están dotadas de
un arsenal químico tan terrible como su panoplia ató-
mica o biológica. Ahora bien, ¿de cuáles armas quími-
cas dispone actualmente un estado mayor? Antes de
responder esta pregunta sería interesante conocer los
elementos de reflexión que guiaron la elaboración de
esas armas. En los laboratorios y fábricas se puede en-
contrar con facilidad una cantidad de sustancias inte-
resantes; un lacrimógeno, o los cloruros de acetilo, o el
benzilo podrían ser candidatos aceptables. Pero la uti-
lización impone exigencias frecuentemente contradicto-
rias. Como hemos señalado antes, deben tomarse en
consideración, simultáneamente, varios criterios técni-
cos (ver figura 4).
Entre las sustancias consideradas, se comprueba la
existencia de un gran número de productos que con-
Armas mortales
Tabún (1937)
Sarín (1938)
DFP (1942)
Somán (1944)
Ester de Tammelin (1955)
VX (1955)
Insecticidas
Paraoxón o E 600 (1944)
Amitón (1955)
Malatión (1950)
Menazón
Figura 3. Fórmula fundamental de Schrader,
tienen halógenos, arsénico, el grupo cianógeno (CN) ,
una amina cuaternaria, un resto fosfónico o tiofosfó-
nico. Los glicolatos sustituidos se encuentran entre l o s
alucinógenos anticolinérgicos. Los venenos naturales,
como la estricnina, el curare, la aconitina y los venenos
de serpientes, no tuvieron ninguna utilización militar.
En cambio, las investigaciones modernas en química
estructural y en farmacología revelaron que en los ve-
getales _ (ricino), los hongos (psilocibo, amanita), l o s
microbios (Clostridium botulinum y Clostridmm teta-
ni), algunos peces y algunos gastrópodos marinos
(Thais flor ¿diana) existe una cantidad apreciable d e
sustancias extremadamente tóxicas, por las que los es-
pecialistas manifestaron un vivo interés. Algunas h a n
sido^ sintetizadas y se puede afirmar que el estudio sis-
temático de las correlaciones entre la estructura y l a
actividad fisiológica benefició enormemente a algunas
investigaciones.
Según la Organización Mundial de la Salud, la lista
de los productos "operativos" comprende once sustan-
cias. Pero no cabe ninguna duda de que en caso d e
conflicto las potencias utilizarían todas las sustancias
a su disposición y las que podrían probar después, aun
cuando no todas se revelasen "eficaces". Como se pue-
de comprobar observando el cuadro de las páginas 10 y
11 el arsenal de las armas químicas, clásicas o moder-
nas, es lo suficientemente grande como para permitir
todas las combinaciones.
8
Vietnam, campo de experimentación
de la guerra química
Dosis sola facit venenum, dijo una vez Paracelso. A ba-
ja concentración, el paraoxón del Schrader y el DPF
de los ingleses se utilizan en oftalmología como mió-
ticos y antiglaucómicos. A la inversa, sin embargo, el
empleo de los defoliantes en Vietnam es una demos-
tración por el absurdo de esa proposición. Los países
ricos se sirven de los productos fitotóxicos para elimi-
nar las hierbas malas de los cultivos y jardines. La
dosis normal para el 2,4 D, por ejemplo, es de 0,75 a
1,5 kg por hectárea.
En Vietnam, las dosis empleadas no tienen nada en
común con el uso agrícola. Estos herbicidas y defolian-
tes se convirtieron, en las manos de los expertos mili-
tares norteamericanos, en armas devastadoras que no
sólo destruyen hoy las fuentes vegetales alimenticias e
industriales, sino también comprometen seriamente el
porvenir del país esterilizando el suelo —que es el
efecto del monurón y del bromadlo—, transformando
el medio, provocando la erosión o la transformación de
las plantaciones y de los campos en regiones desérti-
cas carentes de toda vida animal. Es necesario recordar
que estos efectos se suman a los de los bombardeos
masivos (figuras 8 y 9).
Efectivamente, se ha podido comprobar la acción de
dichos defoliantes en los tejidos animales. La posibili-
dad de accidentes graves, como abortos o malforma-
ciones fetales, en ratas y ratones, ha sido demostrada
por investigadores norteamericanos. El herbicida 2, 4,
5 T (contenido en el producto "naranja") administra-
do oralmente o por vía subcutánea provoca un au-
mento en la frecuencia de ríñones poliquísticos y de
Figura 4. Relaciones entre los criterios
que intervienen en la selección o
investigación de las armas químicas.
anoxemia
W inflamación, necrosis
v:vi'. - x ^ ' i ^ i í ÍV'3
• V /
-*'*( inhibición de las
^ enzimas celulares
SV ,-,VcvniM«0.; V»!J
•;*t 1'jgw-m. ibioq«i'micor>)
• * / / • »
clase de productos
Él
alucino'genos (BZ)
lacrimógenos (CS,CN)
irritantes pulmonares
(fosgeno)
(K'l'i '.'rcanosi afecir-i'ieX
^sistema nervioso"
central .ly.
i.t't!i t t t t l t t M H /t'yVt
:2*Ipojost nariz, gargantai-* i é * «+ • »« .<%v> 4. * O * C * .
pulmones
X—....—v-a- —s—IT—t—*,.
hemotoxicos (cianuro)
agentes letales neuro-
toxicos (Sarin, VX)
veneno de los refle-
jos (adamsita)
i < i t . . . " .
«C^if"" músculos jl^ m
!•:•:.•.•' ; •* • •
piel J y .
— — . . ...—<" **
objetivos
hombres y animales
domésticos
condiciones técnicas y eco-l
ndmicas de producción y J
de utilización militar^/
9
Código Nombre vulgar, nombre
US Army y fórmulas químicos
Modo de expansión (y
forma (le protección)
Acción
bioquímica
Síntomas
Agentes letales
Francia utilizó el cloruro de cianógeno
iperita en 1917.
en 1914-1918. Por su parte, Alemania empleó el fosgeno en 1915 y la
CG Fosgeno
c i 
c—0
Cl/
Gas
(máscara antigás)
Tos, cianosis; asfixia
por edema pulmonar.
AC Acido prúsico
H—C=N
ácido cianídrico
Gas
(máscara antigás)
Transformación del hie-
rro de la citocromo-
oxidasa en un derivado
desprovisto de poder
catalítico.
Convulsiones, angustia,
pérdida de la concien-
cia, asfixia.
Cl —C=N
Cloruro de
cianógeno
Líquido o gas
(máscara antigás)
Lacrimógeno tóxico
(dosis letal:
400 mg/nv1 en 10 tn.)
HD Iperita o
gas mostaza
/CH—CHjCI
s.
^-CH,—CHSCI
Líquido o gas
(máscara antigás, vesti-
mentas especiales de
protección)
Inhibición de las pep-
tidasas y lipasas; esti-
mulación de la respira-
ción celular; acción so-
bre el ADN.
Inflamaciones y ulcera-
ciones en los ojos, en-
rojecimiento de la piel;
necrosis, asfixia, neu-
HN-3 Mostaza al
nitrógeno
yCHa—CHjCI
R-N
^CH,—CHaCI
Líquido, gas o aerosol
(máscara antigás, vesti-
mentas especiales de
protección)
monía; necrosis epite-
lial pulmonar; pertur-
bación de las funciones
de la corteza cerebral.
Agentes de "hostigamiento" e incapacitantes
La cloroacetofenona se utiliza en todo el mundo para la represión de los motines y en Victnam desde 1963. En
Estados Unidos, la adamsita fue propuesta como arma bélica en 1914-1918. El OCRM se utiliza para la represión
de manifestaciones y en Vietnam desde 1963.
CN CAP
o-co-cloroacetofenona
Aerqsol
(máscara antigás)
co—CH,CI
Reacciona con los gru-
pos SH de las cisteínas
en las proteínas: inhi-
bición ele enzimas (pa-
paína, ureasa, exoqui-
nasa)
Sensación de ardor en
la piel húmeda, secre-
ción lagrimal abundan-
te. En dosis altas pue-
de ser mortal.
DM Adamsita Aerosol
(máscara antigás y ves-
timentas especiales)
Cloruro de fenarsacina
Fatiga, henticranta, tos,
náuseas, vómitos, psi-
cosis de angustia, ataca
las mucosas (nariz,
garganta).
CS OCBM
ci
 /
o-clorobenzol malononitrilo
Polvo
(máscara especial)
Sensación de ardor en
la piel. Fatiga, secre-
ción lagrimal abundan-
te, náuseas, tos violen-
ta.
BZ Aerosol Disminución de la ac-
tividad física y mental.
Pérdida de la orien-
tación, alucinaciones.
Trastornos de compor-
tamiento.
10
"Agentes neurotóxicos
Acción bioquímica:
Inhibición de la colinesterasa e inhibición de
numerosas enzimas importantes (peptidasas, oxidasas,
lipasa, amilasa...)
Síntomas:
Trastornos de la visión y respiración. Náuseas.
Vómitos, calambres, trastornos de comportamiento,
coma, convulsiones, asfixia.
Los VX pueden permanecer activos sobre el
terreno hasta 16 semanas.
Código Nombre vulgar, nombre Mpdo de expan-
US Army y fórmula químicos Von & ™ , a
de protección).
GA Tabún o trilón
i C H ^ — U ^ X C N
dimetilaminociano-fosfato
de etilo.
GD
VX
Líquido, gas o
aerosol.
(escafandra
autónoma).
GB Sarín
c h 3 x
.-CH —O O
CH3/  F
metil-fluorofosfato de
isopropilo.
Líquido o gas
(escafandra
autónoma).
Somán
CH3
I •
CH,—C — CH— O. ^O
I I
Líquido, gas o
aerosol.
(escafandra
autónoma).
CH3 CH3 CH.
C,HS—O
CH./ ^
Ir
ffi
S—CH2 —CHS N(CH3)3
Metil-S (2-dietilaminoetil) Líquido o aero-
tiolfosfato de etilo sol.
(bromhidrato)
Fitocidas
y esterilizantes del suelo
Defoliantes2-4-D
O—CHa —CO —O —(CHS
C1
-CH,
n-butil ester del ácido
Ci 2,4-diclorofenoxiacético
2-4-5-T
O —CHj — CO— 0— (CH2)3— CH3
Cl
n-butil ester del ácido
2,4,5-triclorofenoxiacético
Picloram
ácido 4-amino
3,5,6-tricloro picolínico
"-COOH
cacodilato de sodio <CR,}2AS—-0 —ONa
endotal
3,6-endoxo-hexahidroftalato
de sodio ©
,COONa
"COONa
2-4-DNP
2,4-dinitrofenol
' OH
ÓNOj
NOj
Esterilizantes del suelo
DNOC
4,6-dinitro-2-metilfenol
OH
NO2
-OH,
Monurón (CMU)
N-(cloro-4,feníl)N',N'-
dimetilurea
o = c

>
Bromacilo
bromo-5,butil-3,metil-6,
uracilo
CH.
I '
CH,—CH,—CH—N"
11
Establecimientos militares y actividades
Instalaciones
(en millones de
dólares)
Presupuesto de
funcionamiento
(en millones de
dólares)
Personal
Arsenal de Edgewood (Maryland)
Centro de investigación de las armas químicas.
Salarios de 1965: 46 millones de dólares.
Arsenal de Pine Bluff (Arkansas)
Centro de producción de armas biológicas, de CS
y BZ.
En 1969: 2.720 toneladas.
Arsenal de Denver (Colorado)
Producción de sarín: 10.900 toneladas en depósito.
Fábrica de Newport (Indiana)
Producción de VX.
Polígono de ensayos de Dugway (Utah)
Ensayos de armas químicas y biológicas.
300
175
200
13,5
228 (1968)
19 (1965)
3,5 (1962)
15
4.500 (1965)
1.800
1.600
Figura 5. El precio de la guerra química.
Contrariamente a lo que se supone, las armas químicas
y bacteriológicas son sumamente costosas.
La necesidad^ de rigurosas medidas de seguridad, la
automatización de un gran mímero de operaciones
y un personal altamente especializado que percibe
salarios elevados, aumenta su precio en forma
considerable. El cuadro proporciona algunas
cifras para los Estados Unidos: el presupuesto
de la guerra química sería, según la SIPRI Yearbook,
1968-69 "muy superior a los 550 millones de dólares".
A simple título de comparación, digamos que
la ayuda piiblica total de los países ricos al tercer
mundo, para el año 1968, se aproxima a los 6.300
millones de dólares. (Informe del Comité de ayuda
al desarrollo de la OCDE, 1969)
fisura palatina en el ratón, una elevación de la relación
del peso del hígado con respecto al peso del cuerpo en
los fetos de ratones y hemorragias gastrointestinales
en fetos de ratas. Se están realizando investigaciones
para determinar si estos efectos se deben a una impu-
reza contenida en el producto comercial "naranja" o
"púrpura", el 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina1.
_ Otro ejemplo del efecto de un aumento en la do-
sis aplicada lo proporciona la utilización del CS, cuyo
usó se expandió en Vietnam a partir de 1964. En 1969
el ejército norteamericano compró para sus tropas 2.800
toneladas de CS en 23 tipos de municiones diferentes,
desde las granadas de mano hasta las bombas para avio-
nes pasando por los obuses de 155 mm y las granadas
de acción retardada. Ha sido puesta a punto una bomba
especial para insuflar el polvo CS en los refugios sub-
terráneos (figura 6). De este modo la dosis letal, de
25 a 150 g/mn/m3, es fácil y ampliamente superada.
Por otra parte las víctimas son, con bastante frecuen-
cia^ débiles y subalimentadas: ancianos, niños y mujeres
encintas encerrados en los tormentos de una guerra que
dura desde hace treinta años. Mientras que en los paí-
ses de Europa y América las granadas con CS utilizadas
en motines y demostraciones callejeras, al aire libre,
por lo general no provocan intoxicaciones mortales (fi-
gura 10).
Se puede deducir que las sustancias aún relativamen-
te poco tóxicas se vuelven mortales si se las adminis-
tra en gran cantidad y repetidamente. Si se ha hecho, .no
ha sido justamente por azar, sino porque ello formaba
parte de un plan minuciosamente preparado por los
expertos, y la decisión de ejecutarlo no se debió a un
cambio de humor de alguna autoridad. Este sistema se
1 K. D. Courtney et al, Science, 168, 864, (1970).
12
inspira, en efecto, en la teoría de la guerra total de
Ludendorff, según la cual "los mejores medios a em-
plear para quebrar la voluntad anímica de resistencia
del pueblo enemigo, son la destrucción de la economía
y de la población adversaria".
Con el correr de los años y a medida que la guerra
se agravaba, los cerebros del ejército norteamericano,
ayudados por investigadores de la industria y hasta por
algunas universidades importantes, prepararon y ensa-
yaron armas^ y equipos cada vez más mortíferos. La
tecnología bélica realizó enormes progresos gracias, por
una parte, a los colosales créditos a su disposición, y por
otra a las condiciones muy variadas y reales ("live"!)
en las que fueron realizadas las experiencias. Nadie duda
que los investigadores militares norteamericanos han ex-
traído de las informaciones recogidas en Vietnam, a cos-
ta de la tierra y de toda la población, "preciosas ense-
ñanzas que conducirán seguramente a otros "estudios
interesantes" y a otras experiencias.
El escenario de un ataque químico
En Vietnam no se ha utilizado la totalidad de las ar-
mas y las reservas disponibles; sin embargo, los ex-
pertos y científicos consultados por la Organización
Mundial de la Salud previeron el caso de que dos po-
tencias en guerra utilicen sus armas químicas.
Ellos imaginaron diversas situaciones provocadas por
un ataque químico (figura 12).
Por otra parte, se pudo evaluar el número de perso-
nas expuestas al VX si la línea de ataque está situada
a 1 km del centro de una ciudad de 5.000 000 de
u n p a í s industrialmente desarrollado: son
150.000. 80.000 morirán antes de que se los pueda
DIRT PILEO ON EDGE OF PONCHO
TO INSURE A GOOD SEAL
Figura 6. La "migbty-mite" es una bomba muy
potente que permite insuflar en los refugios
subterráneos, grutas o túneles, un chorro de aire
cargado de polvo de CS a una velocidad de
aproximadamente 300 kilómetros por hora. Las dosis
masivas utilizadas, así como la extrema velocidad
TUNNEL ENTRANCE
UNOER PONCHO
de dispersión del polvo, hacen que esta arma sea casi
siempre mortal para las mujeres, niños y ancianos
ocultos en los refugios y también para los_
guerrilleros desprovistos de máscaras. (Dibujo
extraído del Manual antiguerrilla del ejército
norteamericano. Documento RDV).
Agente Composición
Concentración
en equivalente
de ácido (g/1)
Tasa de aplica-
ción (kg/lia)
Vietnam USA
Efectos deseados
naranja ester de n-butilo de
2,4D (50)
ester de n-butilo de
2,4,5D (50)
478,8
421,8 30,25 2,24
Defoliación general de bos-
ques, matorrales y plantas de
cultivo de hojas anchas.
púrpura ester de n-butilo de
2,4D (50)
ester de n-butilo de
2,4,5T (30)
ester de isobutilo
de 2,4,5T (20)
478,8
250,8
171,0
Defoliación general como la
precedente. Producto inter-
cambiable con el agente na-
ranja.
blanco sal de triisopropilamonio
de 2,4D
picloram
228,0
61,5
6,72 0,56-2,24
Defoliación de los bosques a
largo plazo.
azul cacodilato de sodio
(27,7)
ácido cacodílico libre
(4,8)
cloruro de sodio
agua
353,4 10,42 5,6-8,4
Defoliación rápida a corto
plazo, destrucción de pastiza-
les y arrozales.
Figura 7. Composición química, tasa de aplicación
y efectos de los herbicidas. Datos proporcionados
por los Ministerios de Defensa y Agricultura ae tos
Estados Unidos. (Según G. H. Orians y E. W. P f e i f f e r ) .
13
Figura 8. Defoliación en la selva vietnamita.
Los herbicidas y defoliantes se convirtieron,
en manos de los expertos militares, en armas
devastadoras que transforman ios campos en
regiones desérticas.
Figura 9. Superficie de selvas defaliadas y cosechas
destruidas en Vietnam, según los cálculos de la fuerza
aérea norteamericana, citados por Orians y P f e i f f e r
(Science, 168, 545, 1970) y por Meselson
(Scientific American, mayo de 1970, 22). En
Vietnam del Sur, la superficie total de las selvas es de
aproximadamente 5,6 millones de hectáreas
y la de las tierras cultivadas alrededor de 3,2
millones de hectáreas.
14
SUPERFICIE
( 1 0 0 0 HA)
1 9 6 2 1 9 6 3 1964 1 9 6 5 1 9 6 6 1 9 6 7 1968
socorrer y 35.000 tal vez puedan salvarse si se les
suministra rápidamente atropina y un e n é r g i c o trata-
miento de recuperación. Los restantes 35.000 quiza_ lo-
gren salvarse gracias a los medicamentos y a tratamien-
tos eficaces" (informe del OMS).
En un caso semejante, ¿podemos imaginar que se
pueda intervenir a tiempo (es decir en p o c o s minutos)
entre decenas de miles de personas inmovilizadas en
los embotellamientos provocados con toda segundad
por el pánico v la muerte de los conductores alcanza-
dos en plena marcha? Los mismos hospitales serian
contaminados, los médicos y el personal muertos, ¿be
contaría con suficientes salvadores bien equipados? Es-
tos necesitarían, en efecto, escafandras especiales, her-
méticas, con las que los movimientos y el tamo de
acción se ven necesariamente limitados. ¿Adonde se-
rían transportadas las personas afectadas y por b tan-
to portadoras del veneno? La zona afectada serw mor-
tal durante un período de 1 a 16 semanas, según las
condiciones climáticas. Finalmente, el número de muer-
tos superaría el mencionado en el informe de la ÜMjs.
¿Qué hacer entonces con un número tan elevado de
cadáveres? En realidad, los efectos de un ataque de
este tipo, lanzado sin embargo con tan pocos medios
—un solo bombardero, 20 toneladas de bombas— se-
rían verdaderamente aterradores y cabe preguntarse si
habría realmente sobrevivientes después de una guerra
real, en la que no se escatimarían toneladas. El Gobier-
no del país y los órganos superiores de la organización
administrativa podrían contarse entre las primeras vic-
timas y así, de golpe, el país entero se vería sumergido
en el caos más profundo,
Figura 10. El gas CS no sólo se utiliza en los
campos de batalla; como agente de hostigamiento, se
ha convertido en una de las armas principales para
la represión de manifestaciones. Muchos biólogos
y médicos han cuestionado su empleo, en razón
de sus conocidos efectos secundarios y de los riesgos
que puede presentar si se lo utiliza en dosis
elevadas. Su empleo por parte de la policía parece tener
efectos más bien contrarios a los esperados,
provocando la exasperación de los manifestantes
y la reprobación general de los testigos.
(Foto líenri Bureau-Gamma)
En consecuencia, no sería exagerado afirmar que el
arma química puede ser tan devastadora como la nu-
clear. ¿Quién la posee? En primer lugar los Estados
Unidos y la Unión Soviética, después Gran Bretaña,
Suecia y probablemente otros países provistos de una
industria química y fábricas de armamentos importan-
tes, tales como Francia e Italia. Tanto las dos Alema-
nias como Japón podrían, si lo juzgasen necesario, ad-
quirirla rápidamente. Y nadie duda que ciertos países
harían lo posible para fabricarlas de inmediato o por
lo menos para adquirir la tecnología, aun cuando ello
les signifique la imposición de nuevas privaciones, ya
que si bien no se puede comparar con el arma ató-
mica, su costo es aún relativamente caro.
Desde el momento que las armas nucleares, biológi-
cas y químicas existen y son operativas, debemos re-
signarnos a analizar los riesgos a los que estamos ex-
15
S = 40 Km2
15 20
niebla mortal
S = superficie cubierta por vientos de 2,5 m/s
Figura 11. Efectos de un ataque efectuado en un
frente de 2 km utilizando hasta 4 toneladas de
agentes químicos cuyo lanzamiento exige
de 15 a 20 toneladas de proyectiles. Estos se colocan
en un frente perpendicular a la dirección media
del viento y explotan a nivel del suelo.
El aerosol de VX es supuestamente monodisperso
y estaría compuesto por partículas de 5 micrones
de diámetro. (OMS, 1970.)
puestos, mediante una especie de Kriegspiel, de simu-
lación analógica o de escenario. Del examen de la lista
de la OMS y sobre todo de la clasificación militar, se
desprende que dominan los agentes letales, seguidos
por los agentes de hostigamiento o neutralizantes y un
solo incapacitante psicotrópico. Supongamos que dos
potencias industrializadas quisieran enfrentarse. La fi-
fura 12 presenta las situaciones posibles.
Se puede comprobar que el arma química letal (VX)
si bien no es un "arma de papel", no podría servir pa-
ra mucho en el caso de dos países muy poderosos pero
situados a unos 8.000 km uno del otro y de fuerza
equivalente. En el mejor de los casos, podría interve-
nir en una operación de represalia —en el caso de que
ninguno de los adversarios posea armas nucleares— pa-
ra sembrar el terror en el campo enemigo.
La situación podría cambiar si A y B fuesen vecinos
inmediatos. A podría utilizar neutralizantes y agentes
letales, si no sobre las ciudades, por lo menos contra
las concentraciones de tropas en el frente. Pero, en
realidad, en el mundo actual, habiendo armas atómicas
tácticas, el agredido tal vez no quiera perder tiempo
en preparar con esmero su respuesta. Lanzará un ki-
lotón nuclear, tanto más que la opinión pública así lo
exigirá por conocer las terribles consecuencias de un
ataque químico. Estamos así en el caso de la guerra
nuclear. Si B no posee armas nucleares, tendrá un
protector que se las proporcionará o ejercerá él mismo
las represalias sobre A, rápidamente. De este modo
volvemos al caso precedente.
Si con el arma química se ha pensado poder perma-
necer en un grado de violencia aceptable para el ad-
versario y evitar la agravación del conflicto, se ha caído
en el error de acunar peligrosas ilusiones. El arma
química o biológica servirá más bien como detonador
16
para la gran conflagración final. Nadie duda que en
ese caso la humanidad asistirá a su propio fin. En efec-
to, es necesario recordarlo ya que la opinión pública
lo olvida con demasiada facilidad, los Estados Unidos
y la Unión Soviética disponen actualmente de 3.854 y
2.155 ojivas operativas, respectivamente y si no inter-
viene ningún acuerdo de limitación ellos habilitarán la
red de los MIRV (Múltiple independently targeted
reentry vehicle), cohetes cuyas ojivas múltiples pueden
dirigirse sobre objetivos diferentes, independientemen-
te unas de otras. Hacia 1975 estas dos potencias po-
seerán en conjunto 16.559 ojivas, que permitirá des-
truir un país 66,2 veces más grande que cualquiera
de ellas. De esta manera, el arma química y bacterio-
lógica es, por la ley de simetría que rige la carrera ar-
mamentista y las respuestas en caso de agresión, tan
utilizable como el arma nuclear entre grandes potencias
o alianzas equivalentes.
Esto es exactamente lo que piensa un gran número
de científicos y políticos norteamericanos. Ante la Aca-
demia de las Ciencias de Nueva York, reunida el 13
de octubre bajo la presidencia del profesor Meselson,
de la Universidad de Harvard, H. Swyter, alto fun-
cionario del Ministerio de Guerra, declaró que una
guerra en Europa es sumamente improbable. El con-
cluyó que aparte de las armas letales, que en rigor
se podrían conservar como medio de disuasión o de re-
presalias, los Estados Unidos no necesitan ni armas
químicas ni bacteriológicas.
En la última conferencia de Ginebra, Estados Uni-
dos y Gran Bretaña no desearon suscribirse a la abo-
lición ni a la prohibición del arma química en todas
sus formas, aconsejadas por los mismos científicos
norteamericanos. Estas dos potencias desean guardar-
se el derecho de utilizar a voluntad, tanto en sus paí-
ses como en el extranjero, los lacrimógenos (CS, DM)
y los herbicidas. Hay que señalar que son estos justa-
mente los productos utilizados en Vietnam, en condi-
ciones que los hacen mortales. En consecuencia, si los
estados mayores así lo consideran y si su oposición en
la conferencia de Ginebra fue tan grande, es que en
realidad el arma química constituye un elemento im-
portante, si no esencial, de una estrategia moderna so-
bre la cual el estudio de la historia de los últimos cua-
renta años nos proporciona valiosas enseñanzas. Las
armas químicas fueron utilizadas, lo hemos visto, en
Etiopía y en China. ¿Pía sido casual que en ambos ca-
sos los agresores —asociados en una alianza que com-
prendió la Alemania de Hitler, la Italia mussoliniana
y el Japón militarista—• fueran poderosos, mientras que
sus víctimas eran países agrícolas atrasados desde el
punto de vista industrial? Si consideramos objetiva-
mente la actual guerra de Indochina, nos vemos obliga-
dos a reconocer que el arma química está manejada
bajo un camuflage semántico por la mayor potencia del
mundo contra países también esta vez subdesarrolla-
dos, desprovistos de industrias.
La "diseminación química" puede ser muy peligrosa
para la humanidad; tenemos motivos para creerla aún
más peligrosa que la diseminación nuclear.
¿Qué hacer?
¿Qué pueden hacer los científicos del mundo ante el
peligro que representan las armas químicas y bacterio-
Sarín
VX
dirección del viento
» | I l
, Sr: 2 KrnJ
i
= 6 Km2
Toxina
botúlica
VX
en aerosol
¡gfljf
i
= 12 Km2
0 5 10
distancia de propagación de la
Ataques de A
Armas disponibles
en cada campo AN AN + AC AC y (*'•• ) AC sin ICBM (***)
Ataque por AC (ICBM) ICBM
AN » AN AN (*) AN (*) AN
AN4- AC
o
"O
tnra
AN AN (*) AN (*) AC (ICBM)
o AN
AC + ICBM
<u
3
a AC? AC? AC AC
AC sin ICBM
cu« O O AC (***) AC (***)
AN = arma nuclear AC = arma química ICBM = cohete intercontinental.
(••') El sistema de alerta de B no le permite distinguir si un proyectil es químico o nuclear.
(**) Históricamente este caso no tiene sentido, ya que las potencias que poseen los ICBM (cohetes intercontinen-
tales) también tienen armas nucleares.
{***) Ataque aéreo o por submarinos, a lo largo de las costas, mediante cohetes de doble alcance.
lógicas? ¿Habría que renunciar a toda investigación
sobre los productos tóxicos? ¿Habría que denunciarlos?
¿Quién lo hará? Hemos mostrado toda la ambigüedad
de la noción de toxicidad en los casos relacionados
con el tema. Hemos mostrado también que los pro-
ductos tóxicos no se convierten en armas bélicas si
no es por una decisión no solamente técnica sino esen-
cialmente política. De todo lo dicho se desprende la
necesidad de que los investigadores se informen sobre
los peligros señalados, que tomen conciencia de su gran
responsabilidad ante todos los hombres y que no den
como pretexto de su debilidad la necesidad de refu-
giarse en sus trabajos. La comunidad científica nor-
teamericana, que merece un sincero homenaje, demos-
tró que una acción informativa, determinada y pacien-
te, puede conducir a progresos importantes. El Pre-
sidente de los Estados Unidos, después de señalar que
ella ayudó al Gobierno a formarse una opinión al res-
pecto, anunció el 25 de noviembre de 1969:
1?) que los Estados Unidos reafirman su renuncia,
repetida con frecuencia, al uso de armas químicas letales;
2?) que extienden esta renuncia al uso de los inca-
pacitantes químicos;
3°) que su administración someterá a consideración
del Senado la ratificación del Protocolo de Ginebra de
1925, que condena el uso de gases asfixiantes, tóxicos u
otros y los métodos de guerra bacteriológica;
4°) que ha decidido que los Estados Unidos re-
nunciará a todas las formas de guerra biológica, leta-
les o no;
5°) que limitarán sus investigaciones a medidas de-
fensivas tales como la inmunización y la seguridad;
6?) que pidió al Ministerio de Guerra proponer
la destrucción de las reservas existentes de armas bac-
teriológicas.
Debemos congratularnos por tales intenciones y ad-
herirnos a otra proposición del Gobierno norteamerica-
no, del año 1952, que dice que "las principales garan-
tías contra las armas biológicas —nosotros agregamos
las armas químicas— se lograrían mediante un sistema
continuo y efectivo de divulgación y verificación de to-
das las fuerzas armadas y de todos los armamentos",
nosotros incluiríamos los centros y programas de inves-
tigaciones y los campos de ensayo. La ONU, que ya
ha trabajado en este sentido, debería encargarse de di-
chas verificaciones, ella debería también centralizar la
Figura 12. Situaciones hipotéticas de una guerra
química. "A" ataca con las armas de que dispone
(arriba); las posibles respuestas de "B"
están indicadas en las casillas inferiores. Se supone
que la distancia del centro de A al centro
de B es de 8.000 km.
documentación y publicarla. Y una de las medidas más
útiles, una de las demostraciones más convincentes del
retorno a la razón, sería la detención definitiva —y no
la simple suspensión— del uso de productos fitocidas
y del empleo de los incapacitantes en Indochina, Ade-
más, nos gratificaría enormemente presenciar el día en
que todas las naciones prohiban, sin ninguna reserva, la
fabricación, el almacenamiento y la utilización de armas
químicas y biológicas.
En este mundo armado hasta el exceso de artefactos
de muerte y de destrucción masiva, la paz depende, es
necesario repetirlo, del esfuerzo de cada uno. La co-
munidad científica no debe avergonzarse de experimen-
tar un sentimiento de solidaridad humana, sólo porque
sea irracional. Debemos reafirmar, con el profesor Mo-
nod que "lo más valioso y grande de la ciencia reside en
la ética que es su fundamento. ( . . . ) La ciencia es ante
todo una actitud moral".O
Lecturas sugeridas
Nigel Calder, Les armements modernes, Flammarion,
1970.
General Ludendorf, La guerre totale, Flammarion, 1936.
Naciones Unidas, Las armas químicas y bacteriológicas
(biológicas) y los efectos de su eventual utilización, N? A
7575/Rev. 1, Nueva York, 1969.
M. S. Meselson, Scientific American, 222, 22, 1970.
S. Franke, Lehrbuch der Militarchemie, Deutscher Mili-
tarverlag, Berlín, 1967.
A. Albert, Selective íoxiáty, cuarta edición, Methuen,
Londres, 1968.
G. H. Orians y E. W. Pfeiffer, Science, 168, 545, 1970.
M. S. Meselson, G. Bunn, H. Swyter y E. L. Bennett
Jr., "A symposium on chemícal and biological warfare",
Proc. Nat. Acad. ScL, 65, 250-279, 1969.
J. Cookson y J, Nottingham, A survey of chemical and
biological ivarfare, Sheed y Ward, Londres, 1969.
Humor Julio Moreno
l a
ÜKÍ'"
El agua líquida.
Roberto Fernández Prini
1
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3
¿Conocemos bien el agua? Esta
pregunta puede parecer sorpren-
dente. Sin embargo, el gran nú-
mero de investigaciones realiza'
das y en curso de realigación
sobre su estructura y sus propie-
dades, indica que aún tenemos
mucho que aprender sobre esta
sustancia fundamental para la
vida sobre la Tierra.
Roberto Fernández Prini es
Doctor en Química de la
Facultad de"Ciencias Exactas
de la UBA y recientemente realizó
investigaciones sobre soluciones
acuosas en el Departamento
de Química de la Universidad
de Maryland, EE.UU.
Debido al papel fundamental que el
agua desempeña en los procesos bio-
lógicos y en muchos procesos tecno-
lógicos, se ha dedicado un esfuerzo
mayor a su estudio que al de ninguna
otra sustancia. Los alquimistas acep-
taron el concepto aristotélico de los
cuatro elementos que forman la ma-
teria y explican sus transformacio-
nes: uno de estos elementos era el
agua, Podría parecer que el agua es
una sustancia que no concita interés
científico en un siglo como éste, ca-
racterizado por tan vertiginoso ade-
lanto científico y tecnológico. Sin
embargo, este líquido tan común
muestra características muy peculia-
res. Recién en 1933 se propuso el
primer modelo del agua líquida y
ello significó un gran avance en nues-
tro conocimiento de tan importante
compuesto.
En nuestros días el elevado nú-
mero de trabajos científicos que se
publica anualmente y que trata sobre
propiedades del agua o de soluciones
acuosas, es un claro índice del inte-
rés que el tema despierta hoy en los
científicos y del ñúmero apreciable
de problemas que no están aún com-
pletamente dilucidados.
En esta nota sólo nos referiremos
al agua pura dejando de lado el im-
portante capítulo de las soluciones
acuosas. La reciente descripción del
agua anómala o poiiagua, no convie-
ne incluirla en un mismo contexto
con el agua común, debido a sus cu-
riosas propiedades y a su controver-
tida existencia.
¿Es un líquido normal?
En general se afirma lo contrario.
El agua es "anormal" en el sentido
que muchas de las propiedades que
manifiesta el líquido agua no son
comunes a otros líquidos que se de-
nominan simples o normales. El agua
es Ja única sustancia en estado líqui-
do con que estamos familiarizados a
través de la experiencia diaria. Esto
seguramente contribuye a dificultar
la comparación de sus propiedades
con las de otros líquidos.
La más conocida propiedad anó-
mala del HaO es que el sólido (hie-
lo) tienen a la temperatura de fusión
(0°C) una densidad menor que la
del H«0 líquida (agua). La figura 1
ilustra la variación ele densidad del
hielo y del agua líquida con la tem-
peratura. Que el hielo flote en el
agua y que al congelar agua dentro
de un recipiente cerrado muchas ve-
ces éste reviente, son dos obvias con-
secuencias del anormal aumento de
volumen que sufre el agua al conge-
lar (a 0°C el volumen molar del
hielo es 19,6 cm3 y 18,0 cm3 el del
agua). Aunque menos obvia, tam-
bién ésta es la causa de la facilidad
con que se puede patinar sobre el
hielo así como del fenómeno cono-
cido como resolidificación del hielo.
Si apretamos fuertemente dos trozos
de hielo uno contra el otro y luego
dejamos de presionar, ambos trozos
permanecerán unidos. Lo que ocurre
es que al ejercer presión sobre el hie-
lo (con el filo de ios patines o con
otro trozo de hielo), la fase menos
voluminosa (agua líquida) se estabi-
liza respecto de la más voluminosa.
En consecuencia, la temperatura de
fusión del hielo disminuye y el só-
lido comienza a fundir. Al quitar la
presión, la temperatura de fusión
vuelve a ser 0°C y el líquido for-
mado se congela. Este hecho está
cuantitativamente expresado por la
relación termodinámica de Clapey-
19
Temperatura (SC)
Figura 1. Variación de la densidad del hielo y del
agua liquida con la temperatura.
Figura 2. Variación de la viscosidad del agua
con la presión, a la temperatura de 10°C.
Px10"3 Atm.
ron que para el equilibrio de fusión
se puede escribir:
d (presión) ._ df _ AH/
d (temp. fusión) dTf ~ TfÁVf
donde AH/ es el calor latente de fu-
sión del H2 0 y AV/ el cambio de
volumen que acompaña este proceso.
Como en este caso AH/ es positivo
y AV/ negativo, un aumento de pre-
sión produce una disminución en la
temperatura de fusión del H2O.
En general los líquidos simples
son más viscosos cuanto mayor es la
presión que soportan. El agua, sin
embargo, a temperaturas menores
de 30 °C disminuye de viscosidad al
aumentar la presión (figura 2). La
compresibilidad del agua también es
anómala pues presenta un mínimo
a 45°C, y sólo después de alcanzar
esta temperatura la compresibilidad
aumenta en el agua líquida al ser ca-
lentada, como ocurre en los líquidos
simples.
También se observan anomalías
en las propiedades térmicas del agua.
Su punto de ebullición y su calor la-
tente de vaporización (9,7kcal. por
mol.) son mucho mayores que lo es-
perado. Al fundir el hielo la capaci-
dad calorífica del HaO prácticamen-
te se duplica.
20
Unión hidrógeno
En la molécula de agua, el ángulo
H
/
O es de 105° en el vapor y 109°

H
(el ángulo tetraédrico) en el sólido.
Debido a la electronegatividad del
átomo de O, los electrones involu-
V K / 1
5+ '•..'-. 
5 +
O Oxígeno
# Hidrogeno
Figura 3. Estructura
de la molécula Hs0.
erados en las uniones O—H están
desplazados hacia el oxígeno. Por
otra parte, el oxigenó tiene dos pa-
res de electrones solitarios (que no
intervienen en las uniones quími-
cas), fundamentalmente localizados
en un plano perpendicular al plano
H
/
O (figura 3). La molécula de

H
HaO tiene por lo tanto un momento
dipolar permanente de 1,84 X 10"1S
ues. cm.
Cuando la concentración de molé-
culas de HaO aumenta, aún en fase
gaseosa, la interacción entre los di-
polos de moléculas vecinas contri-
buye significativamente al valor ex-
perimental del segundo coeficiente
de virial del vapor de agua; este
coeficiente manifiesta las primeras
desviaciones de los gases de la idea-
lidad.
En el líquido y en el sólido la
gran proximidad entre las molécu-
las produce una interacción inter-
molecular mucho más fuerte que
en el vapor. Esta ya no puede expli-
carse por interacciones entre los di-
polos moleculares; en la orientación
más favorable de los dipolos (un
caso poco real pero que sirve para
•i•"ísk-SP;/- 5SSÍBÍ ^-í'^is-f-i»,!^
O
£
rao
c
'O
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"CZ
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100
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| -100
£
H,0
-T-
2
—j—
3 —r
4 Período
TeH2
SbH3
IH
SnH4
"i r
2 3
Figura 4. Comparación entre
las temperaturas de ebullición y los
calores de vaporización de
bidruros de elementos
pertenecientes a distintos grupos
de la tabla periódica.
Período
fijar una cota máxima a la energía
dipolar) las interacciones dipolares
harían esperar un calor latente de
sublimación de 2 kcal. por mol. Es-
te valor es mucho menor que el
experimental de 12 kcal. por mol.
Esta diferencia energética se atribu-
ye a la presencia de uniones hidró-
geno entre las moléculas de HaO.
La existencia de uniones hidróge-
no fue postulada en 1920. Bragg, en
1922, infirió de diagramas de rayos
X que en el hielo debía haber unio-
nes hidrógeno del tipo -O-H . . . O-
(el trazo lleno representa uniones
covalentes, el punteado uniones hi-
drógeno ). Para que se formen unio-
nes hidrógeno del tipo -X-H.. .Y-
es necesario que X e Y sean átomos
muy electronegativos. Las uniones
• hidrógeno típicas son aquellas en
que X e Y son átomos de flúor, oxí-
geno o nitrógeno. En términos elec-
trostáticos puede decirse que la
unión hidrógeno se forma porque
hay un déficit de electrones sobre
el átomo de hidrógeno unido cova-
lentemente al átomo electronegativo
X. Es decir, la unión X-H está po-
larizada, Al acercarse otra molécula
con el átomo electronegativo Y, el
H es atraído hacia Y; cuando ambos
átomos están suficientemente cerca
se forma la unión hidrógeno.
En el agua la unión -H.. . O- es
tal que el H está más cerca del oxí-
geno al que está unido covalente-
mente. Cada unión hidrógeno invo-
lucra una energía de entre 2 y 6 kcal.
por mol. de uniones hidrógeno rotas.
Por lo tanto son bastante más dé-
biles que las uniones típicamente
químicas, pero más fuertes que las
interacciones electrostáticas entre
dipolos.
El efecto de la formación de unio-
nes hidrógeno sobre las propieda-
des físicas de las sustancias se mani-
fiesta claramente al comparar una
serie de sustancias con átomos de
un mismo grupo de la tabla perió-
dica (Figura 4). Las temperaturas
de fusión y ebullición, y los calores
latentes de vaporización de los hi-
druros, disminuyen en general al dis-
minuir el peso del átomo central den-
tro de un grupo dado. Sin embargo,
los hidruros de los primeros miem-
bros de cada serie, excepto el meta-
no, tienen valores mucho mayores
de estas propiedades que las que ca-
bría esperar en base a sus pesos mo-
leculares, Justamente son los ele-
mentos que encabezan cada grupo los
que cumplen con las condiciones de
electronegatividad requeridas para la
formación de uniones hidrógeno. El
C que encabeza el grupo IV no pre-
senta anomalías porque este átomo
no es lo suficientemente electrone-
gativo.
La estructura del hielo
Como ilustra esquemáticamente la
Figura 3, el oxígeno del HaO puede
considerarse en el centro de un te-
traedro con los H en dos de sus vér-
tices y los dos pares de electrones
no compartidos dirigidos hacia los
otros dos vértices del tetraedro. Es-
ta configuración permite que cada
molécula de H2O participe de cuatro
uniones hidrógeno: donando sus
dos hidrógenos a otras tantas mo-
léculas y aceptando dos hidrógenos
de moléculas vecinas.
21
n p f , P f o c e s o d e formación de unio-
nes hidrogeno entre un número ca-
t n - r d e moiécuias de
üata lugai a una estructura tridi-
mensional donde cada H>0 está en
el centro de un tetraedro'cuyos vér-
tices están ocupados por moléculas
ae agua que forman uniones hidró-
geno con la central. La Figura 5
ilustra la estructura cristalina del
hielo. Debido a que dos uniones hi-
drogeno deben romperse por molé-
cula para sublimar el hielo, la exis-
tencia de uniones hidrógeno en el
hielo explica el gran calor de subli-
mación del H2O. Como muestra la
Figura 5, la estructura cristalina del
hielo es muy "abierta". Cada mo-
lécula tiene sólo cuatro vecinos in-
mediatos (o primeros vecinos),
mientras que en una estructura cris-
talina con máximo empaquetamien-
to, cada molécula tiene 12 primeros
vecinos. Para una red cristalina con
máximo empaquetamiento, las par-
tículas (consideradas esféricas) acu-
pan el 75 % del volumen total de
la estructura. Por otra parte, sólo el
50 % del volumen de una red cris-
talina tetraédrica está ocupada por
sus partículas. Una importante ca-
racterística de la estructura cristali-
na del hielo es la existencia de cavi-
dades que forman canales a lo largo
de la red cristalina. Las cavidades es-
tán comunicadas a través de anillos
hexagonales como el a, b, c, d, e, f
en la Figura 5, y tienen un radio
de 3.5 A ( l A = 10-° metro). La
distancia entre dos HjO vecinas en
el hielo es de 2.78 A.
La estructura cristalina abierta
del hielo (que corresponde a la va-
riedad cristalina del SiOa conocida
como tridimita), explica su baja den-
sidad.
La estructura del agua
¿Cuál es la estructura del agua lí-
quida? A pesar del enorme esfuer-
zo dedicado a esclarecer este pro-
blema, aún no está resuelto aunque
mucho se ha avanzado hacia el es-
tablecimiento de la estructura del
agua líquida.
En 1892 Rontgen propuso una
explicación de las propiedades anó-
malas del agua. Para ello, supuso
que el agua era en realidad una so-
lución de moléculas con la estructura
intermolecular presente en el hielo
disueltas en agua líquida (moléculas
de HaO sin asociar). Este modelo
cualitativo lia sido reformulado de-
22
Figura 5. Estructura cristalina
del hielo.
talladamente por distintos autores y
hoy forma la base de los modelos
de mezcla para el agua líquida.
El alto punto de ebullición del
agua y su gran calor latente de va-
porización permiten inferir que en
el líquido todavía existe un gran
numero de uniones hidrógeno entre
las moléculas. Para vaporizar agua
es necesario romper estas uniones in-
termoleculares. Debido a las eviden-
cias que indican que en el agua lí-
quida persisten en gran medida las
uniones hidrógeno existentes en el
hielo, es que muchos modelos su-
ponen la presencia de estructuras
cristaloides en el líquido, Esta es-
peculación está fundamentalmente
basada en los resultados obtenidos
mediante experiencias de difracción
de rayos X por el agua.
•Esta técnica permite calcular la
función de distribución radial g ( R )
de las moléculas de agua. Si R es la
distancia en el líquido desde una
molécula central dada, el número
medio de moléculas, dn, en el cas-
quete esférico de radio R y espe-
sor dR es
¿« = 4nR2^(R) dR
£0 es la densidad de partículas en el
seno del líquido y g(R) la función
de distribución radial. Cuando las
moléculas están distribuidas al azar
g(R) = 1 y la densidad del líquido
a cualquier distancia de la molécu-
la central es %0: la distribución de
las moléculas es homogénea. En ge-
neral en un líquido es g(R) = 1 en
los casquetes esféricos muy aleja-
dos de la molécula central. Las ca-
racterísticas de g(R) dependen del
tamaño y forma de las moléculas así
como de las energías intermolecula-
res que están en juego. En un líqui-
do, donde las moléculas tienen gran
movilidad, es lógico que al alejarse
de una molécula central, la influen-
cia de ésta sea cada vez menor. Pot-
esto g(R) se hace igual a la unidad
para valores de R grandes. Sin em-
bargo en las cercanías de la molécula
central g ( R ) 1. Valores de g(R)
mayores que la unidad indican una
densidad local mayor que l0 y lo
opuesto es válido para g(R) < 1
En un sólido cristalino (como por
ejemplo^ el hielo), las posiciones de
las moléculas están relativamente fi-
jas por el tipo de red cristalina que
caracteriza al sólido. En un líquido,
las moléculas tienen gran movilidad
y esto hará que se pierda en gran
medida el orden existente en el cris-
tal. La Figura 6 muestra el valor
calculado de g ( R ) en función de la
distancia a una molécula central pa-
ra Hs O a 25°C.
Como adelantáramos, a grandes
distancias g ( R ) se aproxima a un
valor unitario. En las regiones más
cercanas a la molécula central, sin
embargo, g ( R ) es distinta ele la uni-
dad lo que demuestra que existe un
cierto grado de orden (orden de
corto alcance). El primer máximo
de g ( R ) corresponde a la distancia
donde se encuentran en promedio
los primeros vecinos (2.8 A ) que
es muy cercana a la distancia entre
primeros vecinos en el hielo. El se-
gundo máximo se encuentra a una
distancia similar a la de los segun-
dos vecinos en el hielo. En el líquido
hay en promedio 4,4 primeros veci-
nos, lo que implica un 10 % de
aumento respecto a los 4 vecinos en
la estructura tetraédrica del hielo.
Es por lo tanto evidente que el or-
den de corto alcance observado en el
agua es reminiscente de la estructu-
ra cristalina del hielo. Una diferen-
cia entre ambos se manifiesta en la
existencia de un pequeño máximo a
3.5 A en el líquido que está ausente
en el sólido.
Los modelos de mezcla
Bernal y Fowler (1933) basándose
en experiencias de difracción de ra-
yos X, elaboraron en detalle un mo-
delo de mezcla para el agua. Ima-
ginaron que el agua está constituida
por un componente con estructura
cristalina de simetría tetraédrica y
un componente formado por mole-
Figura 6. Valor de la función
de distribución radial en el
agua, g(R)¡ en función de la
distancia R a una molécula H-¿0
central, a la temperatura de 25°C.
culas de HaO libres (que no parti-
cipan en uniones hidrógeno).
, Frank y Evans (1945) postularon
un modelo de mezcla muy pictórico
que describía al agua líquida como
teniendo témpanos de hielo en el se-
no de un fluido formado por H 2 0
libre. Este modelo fue especialmente
utilizado para explicar ciertas pro-
piedades de las soluciones acuosas.
Estos modelos de mezcla son capa-
ces de explicar en parte las anoma-
lías observadas en el agua.
En esencia, los modelos de mez-
cla consideran que en el agua exis-
te un equilibrio entre dos o más es-
pecies de moléculas de HaO que son
estructuralmente distintas. El equili-
brio puede representarse esquemáti-
camente por:
A ^ B (I)
A denota una estructura de tipo
cristalino, voluminosa y en general
similar a la del hielo, donde las mo-
léculas participan extensamente de
enlaces hidrógeno. B denota la espe-
cie densa o compacta representada
por moléculas libres de H 2 0 sin
uniones hidrógeno intermoleculares.
Al proceder el equilibrio (I), de iz-
quierda a derecha, se produce una
disminución en el volumen del sis-
tema y en el número de uniones hi-
drógeno presentes. El equilibrio (I)
es sensible a variaciones de presión
y/o temperatura (así como a la pre-
sencia de solutos). Estas variaciones
perturban el equilibrio de acuerdo
a las características del proceso se-
gún el principio de Le Chatelier. U11
aumento de presión desplazará el
equilibrio (I) hacia la derecha, fa-
voreciendo la especie menos volu-
minosa. En la misma dirección se
desplaza el equilibrio al aumentar la
temperatura: se rompen enlaces hi-
drógeno.
_ Cerca de 0°C prepondera la espe-
cie A. Al calentar el líquido tienen
lugar simultáneamente dos efectos:
a) la especie cristalina se dilata, b)
el equilibrio (I) se desplaza hacia la
formación de B que por ser más den-
sa produce una disminución del vo-
lumen del sistema. Hasta los 4°C
predomina el segundo efecto v el re-
sultado del incremento de tempera-
tura será una reducción del volumen
del líquido. A temperaturas mayo-
res predomina el primer efecto, y el
agua se dilata al ser calentada. Así
se explica que el agua tenga máxima
densidad a 4°C y que su comprensi-
bilidad disminuya con la tempera-
tura.
La fluidez del líquido aumentará
con la fracción de moléculas de HaO
libres (especie B), pues la especie
A por sus características cristalinas
debe ser muy rígida. Resulta lógico
entonces, que un aumento de presión
que estabiliza a la especie B, lleve a
una disminución de la viscosidad del
agua.
Por último, el gran calor específi-
co del agua se debe al hecho de que
para elevar su temperatura 110 sólo
hay que entregar energía para au-
mentar la agitación térmica de las
moléculas, sino que además es nece-
sario romper uniones hidrógeno de-
bido a la existencia del equilibrio
(I).
Hasta aquí los modelos de mezcla
parecen explicar satisfactoriamente
la estructura y propiedades del agua.
Sin embargo estos modelos son exce-
sivamente rígidos para un líquido.
Medidas de relajación dieléctrica y
de relajación estructural (ultrasoni-
do), indican que cualquier equilibrio
que exista en el agua pura debe es-
tablecerse muy rápidamente (el
tiempo de relajación del equilibrio
(I) debería ser menor que ÍO"11 se-
gundos a 25°C).
Frank y Wen (1957) extendieron
el modelo de los témpanos imagi-
nando un proceso dinámico para el
establecimiento del equilibrio (I).
El componente voluminoso fue de-
signado con el nombre de cúmulo
oscilante (flickering cluster). Las
moléculas que forman parte de los
cúmulos están unidas entre sí por
uniones hidrógeno; la simetría de la
especie es tetraédrica pero no tiene
ya por qué parecerse a un trozo de
hielo. La propiedad más novedosa
asignada a estos cúmulos es su ca-
pacidad de formarse y romperse muy
rápidamente de acuerdo con un me-
canismo cooperativo. Debido a que
la formación de una unión hidró-
geno entre dos moléculas produce
una delocalización de los electrones
involucrados en la unión, la forma-
ción de una segunda unión hidróge-
no se vería facilitada y así sucesiva-
mente. La primera unión hidrógeno
dispararía un proceso de formación
de nuevas uniones hidrógeno alrede-
dor de la primera y así se generarían
los cúmulos. De manera análoga la
ruptura de una unión hidrógeno-en
el cúmulo desencadenaría la ruptura
de todo el cúmulo. El esquema de
formación y ruptura del cúmulo es
el siguiente:
23
•„ „ H H H H H H H
O H 4- O -I I x o H ^ O — H . • • O — H + O—H ^ O - H . .. O - H . . . O - H
La existencia del efecto cooperativo
en !a formación de uniones hidró-
geno no esi.í ;iún totalmente estable-
cida, pero recientes estudios teóricos
í Pople y DelHene, .1970) parecen
confirmarla, por lo menos en gru-
pos de hasta seis moléculas de agua,
El modelo d e los cúmulos oscilan-
tes í a e tratado cuantitativamente
por Nérnethy y Seheraga ( 1962-64)
y tuvo protunda influencia en las
ideas que se manejaron en química
de soluciones acuosas, especialmen-
te en sus aspectos biológicos.
En Jos últimos años el enorme
refinamiento de las técnicas experi-
mentales (dispersión inelástica de
neutrones, espectroscopias infrarro-
ja y Raman, rayos X ) ha permitido
poner en duela la existencia de agre-
gados moleculares discretos en el
•agua líquida. El agua no parece for-
mada por distintas especies puesto
que experimentalmente no se obser-
van microrregiones heterogéneas en
el líquido,
El modelo intersticial
Pople (1951) propuso un modelo
continuo para el agua líquida. Al pa-
sar de hielo a agua (o cuando ésta
se calienta), las características es-
tructurales del hielo se conservan,
pero las uniones hidrógeno se defor-
man doblándose, lo que permite así
a algunas moléculas ocupar parte de
las cavidades vacías existentes en el
hielo.
El último tipo de modelo pro-
puesto para el agua que analizare-
mos es el modelo intersticial, for-
mulado detalladamente por Samoi-
lov ( 1957). Este modelo ha conci-
tado mucha atención en los últimos
años, especialmente por no tener
características que estén en abierto
conflicto con los resultados de las
medidas experimentales más recien-
tes .
Samoilov observó que el hielo no
es el único sólido que al fundir se
contrae. Esto es común también a
elementos que, como el galio, bis-
muto y germanio, tienen estructuras
cristalinas abiertas con un número
de primeros vecinos menor que 10.
Según Samoilov la disminución de
26
volumen que se produce al fundir el
hielo sería una propiedad común a
la fusión de otros sólidos, a condi-
ción que sus cristales correspondan
a estructuras abiertas. Si se dispone
una serie de esferas rígidas en una
estructura que corresponda al máxi-
mo empaquetamiento y el volumen
de la estructura es V», al agitar el
sistema (equivalente mecánico de
aumentar su temperatura) se desor-
denara la estructura y el volumen
resultante V será necesariamente
mayor que V„. En cambio si las es-
feras se ordenan en una estructura
abierta (por ejemplo tetraédrica), al
agitar el sistema algunas esferas irán
a ocupar los huecos que quedaban
en la estructura primitiva. Si la agi-
tación no es excesivamente brusca,
V > V0; al aumentar la agitación V
aumenta llegando eventualmente a
sobrepasar V„.
El modelo intersticial propuesto
por Samoilov es capaz de explicar
casi todas las anomalías del agua. En
este modelo el agua se imagina co-
mo poseyendo la estructura del hie-
lo aunque algo desdibujada debido
a la agitación térmica y al gran mo-
vimiento de las moléculas en el lí-
quido. La estructura tiene defectos,
pues algunas moléculas pueden pa-
sar de los sitios que ocupaban en
la red cristalina a las cavidades que
existen en el cristal. Esto explica el
gran aumento de capacidad calorífi-
ca al fundir el hielo porque las mo-
léculas intersticiales que aparecen al
fundir pueden rotar libremente de-
bido a que no tienen uniones hidró-
geno con otras moléculas.
Puede pensarse que en el modelo
intersticial el componente más volu-
minoso de que hablan los modelos
de mezcla es la red cristaloide que
domina todo el líquido; las partícu-
las intersticiales constituyen el com-
ponente más denso. Hay sin embar-
go una diferencia esencial entre el
modelo intersticial y el de mezcla.
En el primero no existen agregados
moleculares que puedan caracterizar-
se como especies distintas. En reali-
dad el modelo intersticial es más
bien un caso extremo del-modelo de
Pople: hay uniones hidrógeno tan
deformadas que permiten a algunas
moléculas penetrar totalmente en las
cavidades y debido a su gran defor-
mación puede considerarse que la
unión hidrógeno está rota.
El modelo de Samoilov explica
en forma muy natural el máximo
observado a 3,5 A en Ja función de
distribución radial que no existe en
el hielo. A esta distancia se encuen-
tran los centros de las cavidades
existentes en el hielo, las que serían
parcialmente ocupadas por HaO in-
tersticial al fundir el sólido. A este
fenómeno también se debe el hecho
que al fundir el hielo, el número de
primeros vecinos de una molécula
de IdaO aumente un 10 %.
Hacia un mejor
conocimiento del agua
Aún hoy tienen vigencia los dos ti-
pos de modelos descritos: modelos
de mezcla y continuos (incluyendo
el intersticial). Los primeros repre-
sentan un extremo que corresponde
a un punto de vista químico, mien-
tras que los modelos continuos re-
presentan el punto de vista físico;
en buena medida esto se refleja
(con excepciones) en la aceptación
que entre químicos o físicos tienen
los distintos modelos. Ambos pun-
tos de vista están cada vez más cerca
y en muchos casos las diferencias
parecen fundamentalmente semánti-
cas y son importantes en cuanto al
detalle de las propiedades del líqui-
do. La diferencia yace en la respuesta
a la pregunta: ¿Cuándo pueden con-
siderarse dos moléculas de una sus-
tancia que están en distintos ambien-
tes moleculares como dos especies
distintas?
De cualquier manera, hay dos ca-
racterísticas fundamentales que de-
berán estar presentes en todos los
modelos que se propongan para el
agua. Debido a la presencia de unio-
nes hidrógeno la estructura del agua
líquida debe tener básicamente una
simetría tetraédrica, como fue seña-
lado por Bernal y Fowler. Las unio-
nes hidrógeno pueden deformarse
(Pople) haciendo que los tres áto-
mos que la forman puedan desviarse
de la linealidad sin que ello impli-
que necesariamente la ruptura de la
unión hidrógeno. O
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de 3a generación.
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de errores.
25
Responsabilidad ética y social
del científico
Mischa Cotlar
La horrible matanza desatada du-
rante las dos guerras mundiales a
causa del uso de la ciencia y la tec-
nología para fines bélicos, ha produ-
cido un fuerte movimiento de opi-
nión acerca de la responsabilidad
social del científico. Así los aconte-
cimientos de la Primera Guerra
Mundial provocaron las declaracio-
nes y estudios de A. Einstein, G.
NicolaiB. Russell y la formación
de importantes asociaciones de in-
telectuales y pacifistas, como la In-
ternacional de los Resistentes a la
Guerra, cuyos trabajos han traído
mucha claridad sobre los horrores,
mentiras e inmoralidades de las gue-
rras y sus orígenes en los grandes
intereses creados de naciones o gru-
pos poderosos, en los particularismos
refractarios de pequeñas naciones y
en las pasiones de los individuos.
La reacción a la Segunda Guerra
Mundial fue más fuerte aún y desde
1948 se está propagando en forma
ininterrumpida e intensa una corrien-
te de inquietud por la responsabili-
dad ética y social de los científicos,
propulsada por las declaraciones de
Mischa Cotlar fue
profesor titular
en la Facultad de Ciencias
Exactas de la Universidad de
Buenos Aires, de 1957 a 1966.
Fue profesor visitante en las
universidades de Niza, Chicago,
Rutgers y Washington, y
presidente de la Asociación
por la Responsabilidad Social
del Científico de Buenos Aires.
26
A. Einstein, B. Russell, L. Pauling
y los 52 laureados Nobel, por los
trabajos de la Conferencia de Pug-
wash, por asociaciones como la Fe-
deración de Trabajadores Científi-
cos, la Society for Social Responsa-
bility in Sciencie o la Boston Area
Faculty Group, por publicaciones co-
mo el Bulletin of the Atomic Scien-
tists y New University Thought, por
los esfuerzos de científicos e intelec-
tuales como Max Born, Joliot-Curie,
C. Powell, J. Bernal, L. Szilard, A.
Szent Georgi, Laurent Schwartz, S.
Smale, N. Wiener, C. Coulson, E.
Fromm, N. Chomsky, J. P. Sartre y
por un gran número de grupos uni-
versitarios.
No será exagerado afirmar que si
un número suficientemente grande
de investigadores y profesores llegan
a compenetrarse con los propósitos
de esta corriente y a traducir su com-
prensión en actos adecuados, podría
producirse uno de los cambios más
importantes de la historia de la hu-
manidad. Sin embargo, las dificulta-
des que deben vencerse para que
esto ocurra, son de una naturaleza
totalmente diferente a las que suelen
presentarse en la ciencia.
El problema de la responsabilidad
de los científicos es tan solo un caso
particular del problema fundamen-
tal de la humanidad: la responsabi-
lidad ética del hombre y la compren-
sión plena de las raíces de la violen-
cia en el mismo. La ética, como la
inteligencia, está latente en la natu-
raleza del hombre, pero su necesidad
no puede demostrarse. Tan sólo se
puede ayudar a despertarla señalan-
do los catastróficos efectos de su
ausencia que han producido un tris-
te panorama, cuyas líneas principa-
1 E. Relgis, George F. Nicolai, Bue-
nos Aires, 1965.
les perfilan justamente los científi-
cos. En efecto, los científicos y los
universitarios en general, tienen una
responsabilidad especial pues son los
depositarios de los incalculables te-
soros de la cultura. Por lo tanto ellos
deben ser los guardianes y divulga-
dores de ese patrimonio, o sea han
de ser los maestros de los pueblos.
Así, si los gremios obreros han sido
capaces de paralizar más de una vez
las actividades en algunas metrópo-
lis para lograr aumentos de sueldos
y mayores seguridades, también po-
drían por ese mismo medio impedir
la construcción de bombas y de ar-
mas de todo tipo. Pero no podemos
esperar tal actitud de parte de los
obreros mientras los científicos no
den primero el ejemplo en forma cla-
ra y terminante; del mismo modo
que no podemos responsabilizar al
peón por el derrumbe de un edifi-
cio sino al ingeniero, de cuya con-
ducción depende la estabilidad del
mismo.
Por eso los científicos que no se
manifiestan claramente contra el uso
de la ciencia para fines bélicos, con-
tra la carrera armamentista, contra
todas las formas de agresión, irracio-
nalidad, violencia, censura, control
ideológico o represión contra estu-
diantes, intelectuales u obreros por
parte de los grupos de poder, asu-
men frente a la colectividad una
gran responsabilidad que no pueden
esperar eludir. Como dijera Einstein,
"el individuo no puede justificar sus
actos por el hecho que ellos le fue-
ron dictados por su Gobierno o la
sociedad; en los juicios de Nurem-
berg se consideró como evidente la
idea de que la presión externa puede
tan sólo limitar, hasta cierto punto,
pero nunca eliminar la responsabili-
dad individual" (Einstein, Science,
Dec. 1950).
Los males de la indiferencia
Muchos males se hubieran evitado si
no fuera por la indiferencia o pol-
la autocensura de intelectuales y
científicos. Quien pasó por la escue-
la y la universidad no puede decir
que desconoce las causas reales de
las guerras o los motivos que mue-
ven a gobiernos para deformar las
mentes o controlar el pensamiento.
Un médico no puede desinteresarse
por la salud mental del pueblo y
quedar indiferente a manifestaciones
brutales de represión o torturas de
estudiantes, obreros y colegas uni-
versitarios. En esta época singular,
todas las energías, todos los descu-
brimientos, todas'las capacidades son
usadas, directa o indirectamente pa-
ra la guerra y la existencia misma de
la humanidad está seriamente ame-
nazada a causa de tal uso. Por con-
siguiente ningún trabajador científi-
co puede despreocuparse totalmente
de estos problemas alegando que su
trabajo particular no tiene que ver
con organizaciones o fines bélicos.
El desarrollo bélico moderno sólo
puede ser conducido por físicos, quí-
micos^ ingenieros que poseen el más
alto nivel de conocimiento, mientras
que la importancia para la guerra de
la estrategia militar clásica, o de los
militares profesionales, es ahora in-
significante.
Por eso es inconcebible que en es-
ta época haya profesores, intelectua-
les y científicos que no estén cons-
tantemente denunciando las aberra-
ciones de las sociedades y gobiernos,
que no se mantengan constantemen-
te activos en los problemas de res-
ponsabilidad social. El progreso de
la ciencia y la solución de los pro-
blemas importantes es realizado por
un pequeño número de científicos
excepcionales; el resto sólo hacemos
una labor de formación cultural o de
perfeccionamiento de detalles^ que
muchas veces es desviada hacia te-
mas superficiales o complicaciones
artificiales, fomentados por intereses
creados (ver a este respecto el libro
de O. Varsavsky, Ciencia, política y
cientificismo, donde se plantean
cuestiones que considero de suma
importancia, si bien no concuerdo
del todo con el autor). Por lo tanto
sería de gran provecho para la so-
ciedad si el docente y científico co-
mún dedicara a los problemas ético-
sociales el mismo interés y número
de horas que al trabajo estrictamente
profesional, siguiendo el ejemplo que
después de A. Einstein, B. Russell
o L. Pauling, nos han dado tantos
hombres de valor. No se debe con-
fundir la renuncia a la violencia, que
es no dañar, con la indiferencia que
puede ser causa de grandes daños y
cómplice de la violencia. Y por su-
puesto no se debe confundir el ver-
dadero sentido de palabras como
violencia, paz, etc., con el sentido
desfigurado que suele dárseles cuan-
do se llama violencia a actos de pro-
testa de universitarios que se organi-
zan en manifestaciones o interrumpen
el tránsito mientras no se considera
violenta la matanza de millones de
seres humanos con bombas de na-
palm o por el hambre, o las repre-
siones de la policía o de la censura.
Sin embargo, los errores acumu-
lados a "través de los siglos, hacen
que los gobiernos y sociedades pre-
sionen para que las universidades se
limiten a producir en masa especia-
listas estrechos con enorme capaci-
dad técnica para fabricar armas y
artículos de consumo, y para que no
cuestionen aquellos aspectos de la
sociedad que contradicen a los pre-
ceptos culturales. Esta es tal vez una
de las causas principales de la cre-
ciente hostilidad hacia los estudian-
tes y universitarios conscientes que
se observa ahora en todo el mundo.
Al servicio de la guerra
Por otra parte la ciencia confiere un
poder extraordinario que puede usar-
se para solucionar los problemas del
hambre, enfermedades e ignorancia,
pero que también puede ser puesto
al servicio de las fuerzas degradantes
de la irracionalidad y del crimen.
'El mal uso que se hizo de la ciencia
en lo que va del siglo es realmente
deplorable y alarmante. Por penoso
que sea es necesario recordar algu-
nos hechos a este respecto, por su-
puesto no con intención de menos-
precio o de hacer acusaciones por
faltas de las cuales somos todos res-
ponsables, sino para una mejor com-
prensión del problema.
En 1914 se produjo la primera
gigantesca colaboración entre hom-
bres de ciencia y las fuerzas de la
destrucción. Paralelamente a los ejér-
citos se han enfrentado, además, emi-
nentes intelectuales, científicos, es-
critores, y hasta militantes socialistas,
glorificando la matanza en nombre
de un nacionalismo estrecho, mien-
tras que los sacerdotes bendecían
los cañones. Sin embargo bien pron-
to quedó claro que se trataba de la
guerra más estúpida e injustificada
que sólo benefició a algunos sectores
interesados en el lucro. En los años
que siguieron, el enorme progreso de
la ciencia ha devuelto la fe en la
actividad científica. Es así que du-
rante el período 1920-1945 el estu-
dioso y el investigador sólo se pre- •
ocupaban por la verdad científica
"en sí", con plena fe en que las ¡
aplicaciones de la ciencia harían más
feliz al mundo. Pero bien pronto ¡
quedó claro cuánto peligro puede !
presentar el uso de la ciencia por
hombres que no lian profundizado
los problemas éticos.
Cuando el nazismo estaba en su :
apogeo en Alemania y el resto del
mundo vivía en el terror de ser sub- [
yugado por Hitler quien abiertamen- j
te sostenía una ideología contraria a
los principios humanitarios, una gran
parte de los científicos alemanes, no ¡
sólo no se pronunciaban entonces en >
contra del hitlerismo, sino que tra- 1
bajaban febrilmente para lograr su
victoria, participaban en la persecu- j
ción de científicos judíos o polacos ¡
y hasta usaron a sus colegas extran- |
jeros para experimentos en sus labo- ;
ratorios. ¡
Los científicos alemanes y euro-
peos que se refugiaron en los Esta-
dos Unidos, convencieron a Einstein
de escribir una carta al Presidente
Roosevelt para advertirle sobre el
peligro de que Alemania se adelan-
tara en la construcción de la bomba
atómica. Se movilizaron entonces to-
dos los recursos científicos y técni-
cos imaginables y se logró construir
el primer reactor nuclear antes que
Alemania. Szilard y un pequeño gru-
po de científicos encabezados por
J. Franck, advirtieron al Presidente
y al Secretario de Guerra sobre los
peligros de un mal uso de la bomba
recién construida. Pero un grupo
mucho más numeroso de científicos,
técnicos, políticos y militares los
convencieron de que debían hacer
explotar la bomba sobre ciudades
japonesas. Esta decisión suele justi-
ficarse diciendo que ella aceleró la
terminación de la guerra salvando
así la vida de centenares de miles
de soldados de ambos bandos. Sin
embargo se' ha sacrificado, en la for-
ma más espantosa, a otros tantos
centenares de miles de civiles y lo
peor es que no hubo ninguna nece-
sidad de arrojar la bomba sobre ciu-
dades densamente pobladas, pues
hubiera bastado con una demostra-
ción en un área desierta. Si los cien-
tíficos no hubieran estado de acuer-
do con la decisión de los políticos
27
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Ciencianueva9

  • 1. = t Revista de Ciencia y Tecnología. N° 9 / 1971 / $ 3.50 ($ 350 m/n.) ¿CONOCEMOS BIEN EL AGUA? Restauración del fresco toscano Los hipersonidos y sus aplicaciones AUTOMOVILES ELECTRICOS ' i ~
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  • 3. m¿CONOCEMOS ' BIEN EL AGUA? Restauración - del fresco toscano Loa hioersonldos •y. sus aplicaciones AUTOMOVILES ELECTRICOS El arma química puede ser tan devastadora como la nuclear, A esta conclusión llega Nguyen Bang Tam, al analizar los efectos de la utilización de productos tóxicos con fines militares. Nguyen Dang Tam Julio Moreno Roberto Fernández Prini Misclia Collar Lucía Bonadeo Jorge Sábalo Horacio Speratti Frangois de Closets Hilario Fernández Long 3 5 18 19 26 31 32 39 40 45 51 58 62 63 64 64 Revista de ciencia y tecnología Misterio en Castelar La guerra química Humor nuevo El agua líquida Responsabilidad ética y social del científico Inauguración del Centro de Cómputo de la Fundación Bariloche Restauración del fresco toscano SEGBA: Programa de investigación y desarrollo El automóvil eléctrico aún no tiene pilas Novedades de Ciencia y Tecnología 1. La fecundación de la reina 2. Los inductores de interferón 3. El reactor de neutrones rápidos 4. Microcirugía ocular 5. Generador solar 6. El puente sumergido 7. El motor Wankel se complica 8. Los microorganismos que transforman las piedras 9. Desequilibrio entre materia y antimateria La ciencia de los hipersonidos El juego del GO Libros nuevos Correo del lector Respuesta a Metegol N9 4 Metegol N9 5 De las opiniones expresadas en los artículos firmados son responsables exclusivos sus autores.
  • 4. Año I / N* 9 / Abril 1971 / Buenos Aires Av. Roque Sáenz Peña 825, 4» piso, Of. 43 Buenos Aires — Tel.: 45-8935 Ricardo A. Ferraro Eduardo A. Mari Héctor Abrales Daniel Goldstein Ricardo Schwarcz Lina Mari Horacio Speratti Isabel Carballo Femando Díaz Julio Moreno María Susana Abrales Caracas: Pascual Llórente Florencia: Hernán Bonadeo Frankfurt: Jan ICovarik Londres: Eduardo Ortiz Nueva York: Roberto Lugo París: Jorge Schvarzer Praga: Jan Rehacek San Pablo: Ricardo Albizuri Santiago de Chile: J. Pablo Schifiní New Scientist; Sciences; Science et Avenir; Science-Progrés-Découverte; Science et Vie; _ Science Journal; Scientific World; Sapere; C ° ° K ! 1 0 " L e í n Í q U e ; S c Í e n c e S e n , i c ^ Associated Press; ' 1 A S S ' C T K ; A D N ; Agencia DAN; ICA press. Es una publicación de Editorial Ciencia Nueva S.R.L., Av. R. Sáenz Peña 825 4? P, of. 43, Buenos Aires. República Ar' gentina, Tel.: 45-8935. Distribuidores- en la República Argentina Ryela S.A.I.C I F y A., Paraguay 340, Capital Federal.' feí 32-6010 al 29; en Capital Federal, Vaccaro Hnos., S.R.L., Solís 585, Capital Federal Impreso en Talleres Gráficos DIDOT S C. A., Luca 2223, Buenos Aires. Precio del ejemplar: ley 18.188 $ 3,50 (m$n 350) Suscripciones: Argentina, ley 18.188 $ 40 (rn$n. 4.000) por uño; exterior, por vía ordinaria, u$s. 15 anual. Registro de h propiedad intelectual n? 1049414. Hecho el depósito de ley. Circula por el Correo Argentino con Tarifa Reducida, concesión n- 9165, y Franqueo Pagado, concesión n* 3689. Derechos reservados en castellano y cualquier otro idioma para los trabajos originales, y en castellano para colabora- ciones traducidas. Directores Asesores de dirección Secretarios de Redacción Diseño gráfico Dibujo Humor Secretaria Corresponsales Servicios del exterior
  • 5. lluj¡KPipv»M'i i «/!' ' • t ' . .' ' "-'h " :í " r_ '••"..: '«i "... i£. .-«•» - Misterio en Castelar Una de las funciones de una revista como CIENCIA NUEVA es exaltar y alentar el desarrollo de las acti- vidades científicas y tecnológicas del país y en cumpli- miento de esa función ejerció reiteradamente su crítica contra la falta de elementos y presupuesto, contra el mal üso o aplicación de recursos dedicados a la inves- tigación. Por ello no resulta paradójico preguntarse acerca del verdadero sentido de un monumental proyecto que se ha puesto en marcha en nombre, de la investigación científica, conocido casi esotéricamente entre los inves- tigadores argentinos directamente afectados con la deno- minación de "proyecto Castelar". En grandes trazos, el "proyecto Castelar" implica la realización y puesta en marcha de un enorme centro de investigaciones biomédicas en edificios a construirse sobre un terreno de 25 hectáreas que posee actual- mente el INTA en Castelar. El centro estaría básica- mente integrado por varios institutos, entre otros: Neu- robiología, Biofísica, Biología y Medicina Experimental, Bioquímica, Farmacología y Medicina del Trabajo. Coxn- pletado en siete años, daría ocupación a unos mil investi- gadores. El costo total del proyecto ascendería a 25 millones de dólares, 60 por ciento de los cuales dedicados a la construcción, 25 por ciento a la integración de equipo científico complementario y 15 por ciento a la forma- ción de personal. No se sabe que haya previsión presu- puestaria para cubrir los gastos operativos. Cuarenta por ciento del dinero necesario será prestado por el Banco Interamericano de Desarrollo y el 60 por ciento restante provisto por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Es precisamente en el CNICT donde ha surgido este piramidal proyecto que habría nacido contra la opinión de los doctores Houssay y Leloir y a instancias de fun- cionarios administrativos. El proyecto entró en la prime- ra etapa de realización en abril de 1970, cuando sin con- curso y en un costo que se estima en ocho millones de pesos viejos, se encargó el anteproyecto de arquitec- tura a una firma que ya habría realizado su trabajo, in- cluyendo una maqueta que circuló por las oficinas del CNICT. Un proyecto de tal magnitud merecería, por nuestra parte, un análisis detallado, más allá de los límites que impone un comentario editorial, pero aquí surge la prin- cipal irregularidad: fuera del estrecho círculo de perso- nas involucradas directamente en el proyecto, nadie co- noce la realidad del mismo, nadie ha visto textos, des- cripciones ni cifras, algunos de los investigadores nomi- nados en carpeta apenas han llegado a tener entrevistas verbales con personas que conocen parcialmente el pro- yecto; otros ni siquiera han sido informados de la tarea que les ha sido asignada en el "proyecto Castelar". Tam- poco en la Universidad, en el CONACYT o en el Mi- nisterio de Educación parecen estar suficientemente in- formados en este proyecto que de alguna manera los involucra y que debió necesariamente, en alguna etapa, transitar los ministerios de Economía, Educación y Re- laciones Exteriores. Esta irrealidad aparente del "pro- yecto Castelar" es lo único concreto. Todo lo demás son suposiciones, informaciones que se filtran fuera del ce- rrado grupo que maneja el proyecto, indefiniciones. Es por ello que debemos dar a toda aquella información el precario carácter de postulado, para poder apoyar un jui- cio crítico tentativo. No escapa a nadie la magnitud económica del proyecto que requeriría la inversión total de los recursos actuales del CNICT durante cuatro años, más la posterior devo- lución del préstamo del BID y de sus intereses —que no son magros— más los costos operativos. Además toda esta inversión estará destinada predominantemente a la biología y bioquímica, ignorando las eventuales necesida- des de otras ciencias puras y de todas las aplicadas que, en muchos casos, pueden tener mayor urgencia y mayor mérito económico frente a las necesidades reales del país. La distribución de gastos también llama la atención: 60 por ciento de 25 millones de dólares es mucho di- nero invertido solamente en instalaciones inmuebles. Y algunas versiones afirman que el 25 por ciento corres- pondiente a equipo complementario presupone el tras- lado de los investigadores de sus actuales lugares de trabajo hacia Castelar, junto con los equipos actual- mente en servicio. Esta pretensión implicaría el des- mantelamiento de algunos laboratorios y especialmente de los laboratorios universitarios. De cualquier manera es obvio que el proyecto separará inevitablemente la investigación de la labor docente, lo que puede, implicar 3
  • 6. un peligroso e irrecuperable cercenamiento de la activi- dad universitaria. Es esencialmente esta característica del "proyecto Cas- telar", el alejamiento de los investigadores de la función docente hacia laboratorios de ciencia pura, culturalmen- te esterilizada, la que marca una de sus mayores contra- dicciones. El proyecto pretende tener, en un plazo de siete años, alrededor de 1 000 investigadores trabajando en el lu- gar. Pero se da el caso de que el CNICT tiene, en la actualidad, 410 investigadores (más 260 becarios) y el total de investigadores que trabajan en la actualidad en laboratorios y universidades de todo el país y en todas las áreas, rio supera en mucho esa cifra. ¿Cómo podrán formarse e integrarse en siete años los 600 ó 700 investigadores adicionales que requerirá el "proyecto Castelar"? ¿Es lógico tener muchos más in- vestigadores trabajando en bioquímica y medicina que en todo el resto de las áreas sumadas, en todo el país? ¿Tiene acaso sentido la enorme inversión que requiere la puesta en marcha de este gigante y los ingentes gastos que exigirá su funcionamiento, cuando una simple gene- rosidad presupuestaria y una partida de refuerzo para renovar equipos e instalaciones bastarían para brindar lo necesario a este sector de la investigación científica ar- gentina? ¿No es paradójica la realización de este proyec- to hipertrofiado frente a las carencias de todo tipo que sufren los institutos de investigación y las universida- des? El alejamiento de los investigadores científicos de las tareas docentes, ¿no compromete acaso desde su mis- ma iniciación el futuro de este proyecto que necesitará una adecuada realimentación de profesionales de alto ni- vel proveniente de las universidades? Todos estos interrogantes surgen de los trascendidos de un proyecto que no ha tomado estado público, que no ha sido discutido abiertamente frente a los interesa- dos que ni siquiera han tenido acceso a ^información necesaria y cuyos objetivos políticos y económicos a cor- to y a largo plazo sólo pueden conjeturarse. Se puede conjeturar sobre las intenciones discrimina- torias de los sostenedores de este proyecto, sobre las am- biciones personales en juego; acerca de un progresivo debilitamiento de las universidades ante la incapacidad de los gobiernos militares para congeniar el fantasma revolucionario que le atribuyen con la adecuada capaci- dad de formación de técnicos y dirigentes que le quita- ron. Se puede aún conjeturar sobre la posibilidad que significa impulsar la producción científica en un área es- trecha de un grupo ele gente que ya tiene nivel interna- cional, para contrapesar los efectos de la intervención universiraria, ele la discriminación ideológica, de la cen- sura y de otras agresiones contra la cultura del país. Pe- ro todas estas conjeturas no serán más que un juego dialéctico que puede generarse, precisamente, en la falta de información concreta. Quizá ante todo —y a colación de este proyecto— co- rrespondería preguntarse otra vez la razón de ser del CNICT y del CONACYT como organismos indepen- dientes y, a su vez, independientes ambos de las uni- versidades y del Ministerio de Educación. 4 L
  • 7. La guerra química Nguyen Dang Tam En su mayoría, los armamentos modernos basan en las propiedades explosivas de cier- tas sustancias y, en definitiva, toda arma es "química". Sin embargo, se ha reservado el nombre de guerra química a la utilización directa de productos tóxicos contra el hom- bre u otras formas de vida. Revelada por la guerra de 1914-1918, considerablemente perfeccionada después y producida en can- tidad industrial, el arma química es motivo de preocupación tanto para la opinión públi- ca mundial como para los expertos milita- res. La Conferencia de Ginebra de 1970 de- bió concluir con la prohibición absoluta de las armas químicas y biológicas. Nguyen Dang Tam expuso en la revista francesa "La Recherche" los problemas que plantea su empleo. Nguyen Dang Tam nació en los alrededores de Hanoi; estudió agronomía en Parts y química en Tübingen. Ex asistente del Instituto Max Planck de Munich y en la actualidad j e f e de investigaciones del CNRS, el autor se ha dedicado particularmente al estudio de la utilización militar de cierto¿ productos tóxicos y a los problemas éticos que deben encarar los. científicos. Durante el mes de mayo de 1969, cierto número de parlamentarios liberales norteamericanos lanzaron una campaña contra la producción y la experimentación de armas químicas y bacteriológicas en los EE. UU. De esta manera ellos continuaron con la obra ele más de cinco mil investigadores de su país (entre los cuales hay 17 premios Nobel y 127 miembros de la Academia de Ciencias de Nueva York) quienes, desde 1966, vie- nen cuestionando el empleo de productos fitotóxicos sobre los bosques y campos de Vietnam. A pesar del secreto en que se los mantuvo, los numerosos accidentes acaecidos en centros de investigación y sobre terrenos de ensayos militares llegaron a ser de dominio público; el más espectacular fue la muerte de 6.000 corderos, el 14 de marzo de 1968, en Dugway (Utah), sobre los cuales el viento hizo derivar una nube artificial de un producto neurotóxico. La oposición a este estado de cosas también está co- brando importancia fuera de los Estados Unidos. En In- glaterra, el Parlamento obligó al Gobierno a intervenir, mediante una comisión investigadora, un centro de in- vestigaciones sobre la guerra química y biológica, el de Porton. Una conferencia nacional reunió en Edimburgo, ^ comienzos de 1969, a un apreciable número de cien- tíficos. En julio de 1969 algunos soldados norteame- ricanos se intoxicaron con gases almacenados en Oki- nawa. Sólo entonces el pueblo japonés pudo enterarse de que el ejército norteamericano los había deposita- do allí ante el desconocimiento del mismo Gobierno de Tokio. En mayo de 1970, por segunda vez en doce meses, la Asamblea legislativa de Okinawa reclamó la evacuación total de tan peligroso "stock". La ONU realizó una encuesta cuyos resultados fueron publicados en 1969 y en 1970. Las protestas de los países extran- jeros reforzaron la oposición a la guerra química des- atada en Estados Unidos. Fueron enviadas misiones in- vestigadoras a Vietnam y después a Camboya para es- tudiar las consecuencias de la defoliación de vastas ex- tensiones de bosques, plantaciones y cultivos (ver CIENCIA NUEVA N? 5, N. de la R.). En Francia se realizó .una reunión en la Facultad de Ciencias de Orsay el 21 de febrero de 1970: investi- gadores del CNRS y médicos presentaron una aprecia- ble cantidad de informaciones tanto sobre los agentes químicos como sobre los desastres ecológicos y los efectos teratógenos provocados por las defoliaciones en Vietnam.
  • 8. Estos movimientos de protesta demuestran que un número creciente de científicos y de políticos han to- mado y toman conciencia de los peligros de la guerra química, cuya inquietante intensidad nos revela el con- flicto vietnamita. De la guerra de trincheras a la guerra química Sin embargo, hace ya más de medio siglo que se pone en práctica este tipo de guerra. El enorme desarrollo de la química orgánica hacia fines de siglo y la posibilidad de obtener en cantidades industriales los productos más tóxicos no podía dejar de tentar a los expertos milita- res. En 1899, en la Conferencia de la Paz mantenida en - La Haya, se prohibió el uso de las armas químicas. En realidad, la Primera Guerra Mundial fue la ocasión ideal para utilizarlas. En agosto de 1914 las tropas france- sas se sirvieron de ellas empleando bromoacetato de etilo, gas lacrimógeno. Más tarde —y no fue por a z a r - hizo su aparición el cloro, materia industrial importan- te, el 22 de abril de 1915. Ese día, por consejo del profesor Fritz Haber, autor de la síntesis del amoníaco y director del departamento de guerra química, el co- mandante alemán hizo derramar sobre las líneas fran- cesas 168 toneladas de cloro contenido en cilindros be produjeron 5.000 muertes entre los 15.000 soldados afectados. Esta fecha tiene el triste honor de marcar el comienzo de a guerra química. Se instalaron plantas para mejorar la eficacia del gas, idea que volveremos a encontrar cincuenta años más tarde en el Vietnam Se hizo necesario inventar medios de protección. Fue de esta manera como se desencadenó la carrera de los ar- mamentos químicos, carrera que ya no se detendría más. En ambos campos, los laboratorios se encargaron de esta investigación aplicada". Hacia fines de 1915 el fosgeno otro producto industrial importante, más fácil de manipular que el cloro, comentó a reemplazarlo! U n , e sf 1 I e n a " * municiones de artillería y granadas empleancbse alrededor de 150.000 toneladas&en tres anos El fosgeno fue responsable del 80 % de los casos mortales debidos a las armas químicas. También se utüi- d W f n ° 7 d 0 r °Pl c r i n a - D u r ante la ofensiva sobre ü Somme, en marzo de 1918, la artillería alemana arro- P, en 10 días, 500.000 obuses de iperita sobre las tro- ™ tooon C e S a s - L f s o I d a d o s a "e c t a d o s I » ' d m obstóte7 ,?? P e m S °] o f Pr°dujeron 7 muertes. No W n r e t í r S T ^ * k **?*> l °S d e p ó s i t 0 s n o r eron_ retirados. Se puso en evidencia una gran pre- ocupacion por la prohibición de este tipo de armas £ S e t d T í : MUnÍda Cn G Í n e b f a e n ^ P°" la So- un p l t ^ í r 1 ^ reC°gíÓ d 1 7 d e í - i o mediante Protocolo redactado en ese sentido la a d h e r í p é n H Z ^ f 3 ' ^ ^ l 0 S Atados Unto ° y j í S ' se señ il d e k S e 8u n d a G u e " a s S d e M í r ^ f ^ - ^ ^ S í ejército dp IV - d e ,loS ,C u e r p o s m á s Alantes de e S o s t o t t o r ^ T d e S a f o i r a d ™ t e C a r e c í a en octubre de i9¿u'. oportunidad se dio en los obuses J ' ^ ? P a c t o s mortales pecialmente sobre lT'viíl Í V f ^ chinas> es" del río Yang sé ^ S Í t U a d a a I s u r 1. El ejército utilizó diferentes formas de protección contra los gases. La fotografía muestra algunos artilleros franceses munidos de cogullas antepasado de las famosas "máscaras de gas". (Foto Roger-Viollet). En busca de nuevas armas En el período comprendido entre las dos guerras, las in- vestigaciones y la producción de productos tóxicos no cesaron y la Alemania del III Reich realizó notables progresos en este campo. Se sabe que gran parte de la producción alimentaria mundial es destruida por los insectos: actualmente se calcula en 30 millones de to- aQ°'i 0 3 i n s e / c t o s P l a g a n también muchas enfermedades peligrosas (malaria, fiebre amarilla, etc.). La preparación de insecticidas constituye una de las ac- S S r V i " * 3 h °n o r a b I e ,s y también más lucrativas que S í n l R GS s o f Pr e "d e n t ? entonces que los estable- cimientos Bayer, que formaban parte de la célebre IG L i o í m V Y a í r e r e S a d ° ?n f1Jos> más que Derrmi S, ' d e d i v i s a s extranjeras no permitía importar insecticidas como el polvo de piretro SSn A 1 C°n^l0S,pMásÍt0S' redbÍÓ de la d u Z Z t V 3 1f1S1Ófl d e s i n t e t i 2 a r alanos pro- ductos activos. Particularmente se interesó en el flúor Í¿Tlo?:oP mO C r°'C 0 1 1 0 C Í d 0 u H ÍZ ° fluomros de ro TraL o i l T ? p m e b a s biológicas. Estos prime- ros trabajos le permitieron comprobar que tanto en la se-
  • 9. Figura 2, Un ejercicio de defensa contra los gases, en Parts, durante la guerra 1914-1918. (Foto Harlingue-Viollet). ríe de los fluoruros de metansulfonilo como en la del íluoretanol había numerosos insecticidas en potencia. Desgraciadamente ellos eran demasiado tóxicos para los animales de sangre caliente. Estos fracasos, aunque interesantes desde el punto de vista científico, obliga- ron a Schracler a volverse provisoriamente hacia los plastificantes y otros productos destinados a la indus- tria del caucho sintético, campo tradicional de Bayer. Por casualidad hizo algunas pruebas, con los ésteres y amidas del ácido fosfórico; los ensayos de estos deri- vados fosfóricos revelaron una propiedad hasta enton- ces poco conocida: su extraordinaria toxicidad. Schrader logró preparar el paraoxón o E 600, prepa- ración que después permitió determinar las condiciones estructurales de dicha toxicidad, o sea las de la inacti- vación de la colinesterasa. Pero desafortunadamente los animales y los hombres no escapaban a ella. Todos los esfuerzos se concentraron en el problema de la prepa- ración de un producto que fuera tóxico para los insec- tos peto inofensivo para el hombre y, las bestias. Hubo que esperar la finalización de la guerra y nue- vas investigaciones para encontrar una vía acertada. Los organofdsforados se impusieron en todo el mundo co- mo venenos sistémicos. Si bien la antimita amitón es todavía sumamente peligrosa para el hombre, el mena- zón y el diclorvos no lo son en absoluto. El haloxón, antihelmíntico, utilizado en medicina veterinaria, hasta puede ser suministrado por vía oral al ganado. Hasta este punto, nada fuera de lo común. Sin em- bargo, los estudios de Schrader adquirieron una sinies- tra reputación, quizá a causa de un decreto del gobier- no hitleriano del año 1935, que ordenaba a todos los laboratorios a someter a consideración del Ministerio de Guerra los descubrimientos susceptibles de adqui- rir una importancia militar. La historia no nos infor- ma de cómo el Estado Mayor tomó conocimiento de los resultados de Schrader: las versiones son muchas y. contradictorias. ,Arribismo, jactancia, control polí- tico de la investigación científica, espíritu de discipli- na, patriotismo, o quizá simple exceso de celo o te- mor a sanciones severas? Todos y cada uno de estos factores pudieron jugar su papel. Lo cierto es que la paciente espera de los militares fue al fin recompen- sada. Los laboratorios de Schrader en Elberfeld lograron preparar un producto que podía ser utilizado como in- secticida y enviaron un kilogramo al Ministerio. Era el tabún. Schrader estaba vinculado con el profesor "Wirth, director del Instituto de Farmacología y Toxicología Militar, de la Academia de Medicina Militar. Se exa- minaron las cualidades bélicas del tabún: eran excelen- tes. Hay que señalar que ese mismo año los estableci- mientos Bayer depositaron las patentes para las fórmu- las de los insecticidas organofosforados. Una vez re- velada su importancia, las fórmulas pasaron a ser secre- to militar y así quedarían hasta el final de la guerra. Las máscaras antigás habían sido distribuidas entre la población a partir de las primeras amenazas de guerra. Tanto para los estados mayores como para el gran pú-
  • 10. blico el término tabún se convirtió en un motivo de angustia. Mientras tanto, Schrader continuaba sus trabajos; en 1938 concluyó con la síntesis del sarín. Varios ins- titutos universitarios importantes participaron en el des- arrollo de la nueva "arma secreta". En Dyhetnfurth- am-Oder se construyó una fábrica en dos años con el trabajo forzado de 120 prisioneros de guerra. En total colaboraron 3.000 trabajadores. La producción del ta- bún (en código: Trilón, jabón en polvo) comenzó en el verano de 1941. Totalizó 11.980 toneladas en lugar de las 58.000 solicitadas por el ejército. La producción del sarín, más estable que el tabún, no pudo ser rea- lizada: el Reich sería vencido antes de la terminación de la fábrica subterránea de Falkenhagen, cerca de Ber- lín. En 1944 Schrader, siempre diligente, logró el com- puesto más peligroso de la serie, el soman. Pero ya era demasiado tarde. . . En realidad, lio se empleó el "gas de la muerte" so- bre el campo de batalla o contra poblaciones enemigas. Pero, en cambio, se sabe bien cuál fue el uso de ciertos gases tóxicos que fueron destinados a los campos de concentración. .. Las sustancias modernas y sus posibilidades No cabe ninguna duda de que los aliados conocían el tabún. Hoy se sabe que desde 1940 algunos investiga- dores ingleses trabajaron también en los esteres de los ácidos fluorcarboxílicos, después en los organofosfatos y por fin en los esteres orgánicos del ácido fluorfosfórico. Apuntaron a un arma sumamente tóxica, el DFP, del cual prepararon grandes cantidades. Pero sólo después de la guerra, sin duda después de haber descubierto los documentos de Schrader y de haber capturado los de- pósitos de tabún y de sarin, las investigaciones plani- ficadas sobre los tóxicos bélicos tuvieron su verdadero comienzo. Los trabajos de Schrader servirían de modelo a todo el mundo (figura 3). El que busca encuentra. No es menos cierto que la máquina de la investigación militar, lejos de carecer de aliento, continuó exigiendo su contingente de créditos y de talentos y que los labo- ratorios, norteamericanos, esta vez, y también suecos, pudieron anunciar a las autoridades respectivas el descu- brimiento de productos extraordinarios, los llamados agentes V. Se estaba muy lejos de la investigación de nuevos insecticidas o de nuevos herbicidas, motivación inicial de tan inquietantes estudios. Actualmente, las grandes potencias están dotadas de un arsenal químico tan terrible como su panoplia ató- mica o biológica. Ahora bien, ¿de cuáles armas quími- cas dispone actualmente un estado mayor? Antes de responder esta pregunta sería interesante conocer los elementos de reflexión que guiaron la elaboración de esas armas. En los laboratorios y fábricas se puede en- contrar con facilidad una cantidad de sustancias inte- resantes; un lacrimógeno, o los cloruros de acetilo, o el benzilo podrían ser candidatos aceptables. Pero la uti- lización impone exigencias frecuentemente contradicto- rias. Como hemos señalado antes, deben tomarse en consideración, simultáneamente, varios criterios técni- cos (ver figura 4). Entre las sustancias consideradas, se comprueba la existencia de un gran número de productos que con- Armas mortales Tabún (1937) Sarín (1938) DFP (1942) Somán (1944) Ester de Tammelin (1955) VX (1955) Insecticidas Paraoxón o E 600 (1944) Amitón (1955) Malatión (1950) Menazón Figura 3. Fórmula fundamental de Schrader, tienen halógenos, arsénico, el grupo cianógeno (CN) , una amina cuaternaria, un resto fosfónico o tiofosfó- nico. Los glicolatos sustituidos se encuentran entre l o s alucinógenos anticolinérgicos. Los venenos naturales, como la estricnina, el curare, la aconitina y los venenos de serpientes, no tuvieron ninguna utilización militar. En cambio, las investigaciones modernas en química estructural y en farmacología revelaron que en los ve- getales _ (ricino), los hongos (psilocibo, amanita), l o s microbios (Clostridium botulinum y Clostridmm teta- ni), algunos peces y algunos gastrópodos marinos (Thais flor ¿diana) existe una cantidad apreciable d e sustancias extremadamente tóxicas, por las que los es- pecialistas manifestaron un vivo interés. Algunas h a n sido^ sintetizadas y se puede afirmar que el estudio sis- temático de las correlaciones entre la estructura y l a actividad fisiológica benefició enormemente a algunas investigaciones. Según la Organización Mundial de la Salud, la lista de los productos "operativos" comprende once sustan- cias. Pero no cabe ninguna duda de que en caso d e conflicto las potencias utilizarían todas las sustancias a su disposición y las que podrían probar después, aun cuando no todas se revelasen "eficaces". Como se pue- de comprobar observando el cuadro de las páginas 10 y 11 el arsenal de las armas químicas, clásicas o moder- nas, es lo suficientemente grande como para permitir todas las combinaciones. 8
  • 11. Vietnam, campo de experimentación de la guerra química Dosis sola facit venenum, dijo una vez Paracelso. A ba- ja concentración, el paraoxón del Schrader y el DPF de los ingleses se utilizan en oftalmología como mió- ticos y antiglaucómicos. A la inversa, sin embargo, el empleo de los defoliantes en Vietnam es una demos- tración por el absurdo de esa proposición. Los países ricos se sirven de los productos fitotóxicos para elimi- nar las hierbas malas de los cultivos y jardines. La dosis normal para el 2,4 D, por ejemplo, es de 0,75 a 1,5 kg por hectárea. En Vietnam, las dosis empleadas no tienen nada en común con el uso agrícola. Estos herbicidas y defolian- tes se convirtieron, en las manos de los expertos mili- tares norteamericanos, en armas devastadoras que no sólo destruyen hoy las fuentes vegetales alimenticias e industriales, sino también comprometen seriamente el porvenir del país esterilizando el suelo —que es el efecto del monurón y del bromadlo—, transformando el medio, provocando la erosión o la transformación de las plantaciones y de los campos en regiones desérti- cas carentes de toda vida animal. Es necesario recordar que estos efectos se suman a los de los bombardeos masivos (figuras 8 y 9). Efectivamente, se ha podido comprobar la acción de dichos defoliantes en los tejidos animales. La posibili- dad de accidentes graves, como abortos o malforma- ciones fetales, en ratas y ratones, ha sido demostrada por investigadores norteamericanos. El herbicida 2, 4, 5 T (contenido en el producto "naranja") administra- do oralmente o por vía subcutánea provoca un au- mento en la frecuencia de ríñones poliquísticos y de Figura 4. Relaciones entre los criterios que intervienen en la selección o investigación de las armas químicas. anoxemia W inflamación, necrosis v:vi'. - x ^ ' i ^ i í ÍV'3 • V / -*'*( inhibición de las ^ enzimas celulares SV ,-,VcvniM«0.; V»!J •;*t 1'jgw-m. ibioq«i'micor>) • * / / • » clase de productos Él alucino'genos (BZ) lacrimógenos (CS,CN) irritantes pulmonares (fosgeno) (K'l'i '.'rcanosi afecir-i'ieX ^sistema nervioso" central .ly. i.t't!i t t t t l t t M H /t'yVt :2*Ipojost nariz, gargantai-* i é * «+ • »« .<%v> 4. * O * C * . pulmones X—....—v-a- —s—IT—t—*,. hemotoxicos (cianuro) agentes letales neuro- toxicos (Sarin, VX) veneno de los refle- jos (adamsita) i < i t . . . " . «C^if"" músculos jl^ m !•:•:.•.•' ; •* • • piel J y . — — . . ...—<" ** objetivos hombres y animales domésticos condiciones técnicas y eco-l ndmicas de producción y J de utilización militar^/ 9
  • 12. Código Nombre vulgar, nombre US Army y fórmulas químicos Modo de expansión (y forma (le protección) Acción bioquímica Síntomas Agentes letales Francia utilizó el cloruro de cianógeno iperita en 1917. en 1914-1918. Por su parte, Alemania empleó el fosgeno en 1915 y la CG Fosgeno c i c—0 Cl/ Gas (máscara antigás) Tos, cianosis; asfixia por edema pulmonar. AC Acido prúsico H—C=N ácido cianídrico Gas (máscara antigás) Transformación del hie- rro de la citocromo- oxidasa en un derivado desprovisto de poder catalítico. Convulsiones, angustia, pérdida de la concien- cia, asfixia. Cl —C=N Cloruro de cianógeno Líquido o gas (máscara antigás) Lacrimógeno tóxico (dosis letal: 400 mg/nv1 en 10 tn.) HD Iperita o gas mostaza /CH—CHjCI s. ^-CH,—CHSCI Líquido o gas (máscara antigás, vesti- mentas especiales de protección) Inhibición de las pep- tidasas y lipasas; esti- mulación de la respira- ción celular; acción so- bre el ADN. Inflamaciones y ulcera- ciones en los ojos, en- rojecimiento de la piel; necrosis, asfixia, neu- HN-3 Mostaza al nitrógeno yCHa—CHjCI R-N ^CH,—CHaCI Líquido, gas o aerosol (máscara antigás, vesti- mentas especiales de protección) monía; necrosis epite- lial pulmonar; pertur- bación de las funciones de la corteza cerebral. Agentes de "hostigamiento" e incapacitantes La cloroacetofenona se utiliza en todo el mundo para la represión de los motines y en Victnam desde 1963. En Estados Unidos, la adamsita fue propuesta como arma bélica en 1914-1918. El OCRM se utiliza para la represión de manifestaciones y en Vietnam desde 1963. CN CAP o-co-cloroacetofenona Aerqsol (máscara antigás) co—CH,CI Reacciona con los gru- pos SH de las cisteínas en las proteínas: inhi- bición ele enzimas (pa- paína, ureasa, exoqui- nasa) Sensación de ardor en la piel húmeda, secre- ción lagrimal abundan- te. En dosis altas pue- de ser mortal. DM Adamsita Aerosol (máscara antigás y ves- timentas especiales) Cloruro de fenarsacina Fatiga, henticranta, tos, náuseas, vómitos, psi- cosis de angustia, ataca las mucosas (nariz, garganta). CS OCBM ci / o-clorobenzol malononitrilo Polvo (máscara especial) Sensación de ardor en la piel. Fatiga, secre- ción lagrimal abundan- te, náuseas, tos violen- ta. BZ Aerosol Disminución de la ac- tividad física y mental. Pérdida de la orien- tación, alucinaciones. Trastornos de compor- tamiento. 10
  • 13. "Agentes neurotóxicos Acción bioquímica: Inhibición de la colinesterasa e inhibición de numerosas enzimas importantes (peptidasas, oxidasas, lipasa, amilasa...) Síntomas: Trastornos de la visión y respiración. Náuseas. Vómitos, calambres, trastornos de comportamiento, coma, convulsiones, asfixia. Los VX pueden permanecer activos sobre el terreno hasta 16 semanas. Código Nombre vulgar, nombre Mpdo de expan- US Army y fórmula químicos Von & ™ , a de protección). GA Tabún o trilón i C H ^ — U ^ X C N dimetilaminociano-fosfato de etilo. GD VX Líquido, gas o aerosol. (escafandra autónoma). GB Sarín c h 3 x .-CH —O O CH3/ F metil-fluorofosfato de isopropilo. Líquido o gas (escafandra autónoma). Somán CH3 I • CH,—C — CH— O. ^O I I Líquido, gas o aerosol. (escafandra autónoma). CH3 CH3 CH. C,HS—O CH./ ^ Ir ffi S—CH2 —CHS N(CH3)3 Metil-S (2-dietilaminoetil) Líquido o aero- tiolfosfato de etilo sol. (bromhidrato) Fitocidas y esterilizantes del suelo Defoliantes2-4-D O—CHa —CO —O —(CHS C1 -CH, n-butil ester del ácido Ci 2,4-diclorofenoxiacético 2-4-5-T O —CHj — CO— 0— (CH2)3— CH3 Cl n-butil ester del ácido 2,4,5-triclorofenoxiacético Picloram ácido 4-amino 3,5,6-tricloro picolínico "-COOH cacodilato de sodio <CR,}2AS—-0 —ONa endotal 3,6-endoxo-hexahidroftalato de sodio © ,COONa "COONa 2-4-DNP 2,4-dinitrofenol ' OH ÓNOj NOj Esterilizantes del suelo DNOC 4,6-dinitro-2-metilfenol OH NO2 -OH, Monurón (CMU) N-(cloro-4,feníl)N',N'- dimetilurea o = c > Bromacilo bromo-5,butil-3,metil-6, uracilo CH. I ' CH,—CH,—CH—N" 11
  • 14. Establecimientos militares y actividades Instalaciones (en millones de dólares) Presupuesto de funcionamiento (en millones de dólares) Personal Arsenal de Edgewood (Maryland) Centro de investigación de las armas químicas. Salarios de 1965: 46 millones de dólares. Arsenal de Pine Bluff (Arkansas) Centro de producción de armas biológicas, de CS y BZ. En 1969: 2.720 toneladas. Arsenal de Denver (Colorado) Producción de sarín: 10.900 toneladas en depósito. Fábrica de Newport (Indiana) Producción de VX. Polígono de ensayos de Dugway (Utah) Ensayos de armas químicas y biológicas. 300 175 200 13,5 228 (1968) 19 (1965) 3,5 (1962) 15 4.500 (1965) 1.800 1.600 Figura 5. El precio de la guerra química. Contrariamente a lo que se supone, las armas químicas y bacteriológicas son sumamente costosas. La necesidad^ de rigurosas medidas de seguridad, la automatización de un gran mímero de operaciones y un personal altamente especializado que percibe salarios elevados, aumenta su precio en forma considerable. El cuadro proporciona algunas cifras para los Estados Unidos: el presupuesto de la guerra química sería, según la SIPRI Yearbook, 1968-69 "muy superior a los 550 millones de dólares". A simple título de comparación, digamos que la ayuda piiblica total de los países ricos al tercer mundo, para el año 1968, se aproxima a los 6.300 millones de dólares. (Informe del Comité de ayuda al desarrollo de la OCDE, 1969) fisura palatina en el ratón, una elevación de la relación del peso del hígado con respecto al peso del cuerpo en los fetos de ratones y hemorragias gastrointestinales en fetos de ratas. Se están realizando investigaciones para determinar si estos efectos se deben a una impu- reza contenida en el producto comercial "naranja" o "púrpura", el 2,3,7,8-tetraclorodibenzo-p-dioxina1. _ Otro ejemplo del efecto de un aumento en la do- sis aplicada lo proporciona la utilización del CS, cuyo usó se expandió en Vietnam a partir de 1964. En 1969 el ejército norteamericano compró para sus tropas 2.800 toneladas de CS en 23 tipos de municiones diferentes, desde las granadas de mano hasta las bombas para avio- nes pasando por los obuses de 155 mm y las granadas de acción retardada. Ha sido puesta a punto una bomba especial para insuflar el polvo CS en los refugios sub- terráneos (figura 6). De este modo la dosis letal, de 25 a 150 g/mn/m3, es fácil y ampliamente superada. Por otra parte las víctimas son, con bastante frecuen- cia^ débiles y subalimentadas: ancianos, niños y mujeres encintas encerrados en los tormentos de una guerra que dura desde hace treinta años. Mientras que en los paí- ses de Europa y América las granadas con CS utilizadas en motines y demostraciones callejeras, al aire libre, por lo general no provocan intoxicaciones mortales (fi- gura 10). Se puede deducir que las sustancias aún relativamen- te poco tóxicas se vuelven mortales si se las adminis- tra en gran cantidad y repetidamente. Si se ha hecho, .no ha sido justamente por azar, sino porque ello formaba parte de un plan minuciosamente preparado por los expertos, y la decisión de ejecutarlo no se debió a un cambio de humor de alguna autoridad. Este sistema se 1 K. D. Courtney et al, Science, 168, 864, (1970). 12 inspira, en efecto, en la teoría de la guerra total de Ludendorff, según la cual "los mejores medios a em- plear para quebrar la voluntad anímica de resistencia del pueblo enemigo, son la destrucción de la economía y de la población adversaria". Con el correr de los años y a medida que la guerra se agravaba, los cerebros del ejército norteamericano, ayudados por investigadores de la industria y hasta por algunas universidades importantes, prepararon y ensa- yaron armas^ y equipos cada vez más mortíferos. La tecnología bélica realizó enormes progresos gracias, por una parte, a los colosales créditos a su disposición, y por otra a las condiciones muy variadas y reales ("live"!) en las que fueron realizadas las experiencias. Nadie duda que los investigadores militares norteamericanos han ex- traído de las informaciones recogidas en Vietnam, a cos- ta de la tierra y de toda la población, "preciosas ense- ñanzas que conducirán seguramente a otros "estudios interesantes" y a otras experiencias. El escenario de un ataque químico En Vietnam no se ha utilizado la totalidad de las ar- mas y las reservas disponibles; sin embargo, los ex- pertos y científicos consultados por la Organización Mundial de la Salud previeron el caso de que dos po- tencias en guerra utilicen sus armas químicas. Ellos imaginaron diversas situaciones provocadas por un ataque químico (figura 12). Por otra parte, se pudo evaluar el número de perso- nas expuestas al VX si la línea de ataque está situada a 1 km del centro de una ciudad de 5.000 000 de u n p a í s industrialmente desarrollado: son 150.000. 80.000 morirán antes de que se los pueda
  • 15. DIRT PILEO ON EDGE OF PONCHO TO INSURE A GOOD SEAL Figura 6. La "migbty-mite" es una bomba muy potente que permite insuflar en los refugios subterráneos, grutas o túneles, un chorro de aire cargado de polvo de CS a una velocidad de aproximadamente 300 kilómetros por hora. Las dosis masivas utilizadas, así como la extrema velocidad TUNNEL ENTRANCE UNOER PONCHO de dispersión del polvo, hacen que esta arma sea casi siempre mortal para las mujeres, niños y ancianos ocultos en los refugios y también para los_ guerrilleros desprovistos de máscaras. (Dibujo extraído del Manual antiguerrilla del ejército norteamericano. Documento RDV). Agente Composición Concentración en equivalente de ácido (g/1) Tasa de aplica- ción (kg/lia) Vietnam USA Efectos deseados naranja ester de n-butilo de 2,4D (50) ester de n-butilo de 2,4,5D (50) 478,8 421,8 30,25 2,24 Defoliación general de bos- ques, matorrales y plantas de cultivo de hojas anchas. púrpura ester de n-butilo de 2,4D (50) ester de n-butilo de 2,4,5T (30) ester de isobutilo de 2,4,5T (20) 478,8 250,8 171,0 Defoliación general como la precedente. Producto inter- cambiable con el agente na- ranja. blanco sal de triisopropilamonio de 2,4D picloram 228,0 61,5 6,72 0,56-2,24 Defoliación de los bosques a largo plazo. azul cacodilato de sodio (27,7) ácido cacodílico libre (4,8) cloruro de sodio agua 353,4 10,42 5,6-8,4 Defoliación rápida a corto plazo, destrucción de pastiza- les y arrozales. Figura 7. Composición química, tasa de aplicación y efectos de los herbicidas. Datos proporcionados por los Ministerios de Defensa y Agricultura ae tos Estados Unidos. (Según G. H. Orians y E. W. P f e i f f e r ) . 13
  • 16. Figura 8. Defoliación en la selva vietnamita. Los herbicidas y defoliantes se convirtieron, en manos de los expertos militares, en armas devastadoras que transforman ios campos en regiones desérticas. Figura 9. Superficie de selvas defaliadas y cosechas destruidas en Vietnam, según los cálculos de la fuerza aérea norteamericana, citados por Orians y P f e i f f e r (Science, 168, 545, 1970) y por Meselson (Scientific American, mayo de 1970, 22). En Vietnam del Sur, la superficie total de las selvas es de aproximadamente 5,6 millones de hectáreas y la de las tierras cultivadas alrededor de 3,2 millones de hectáreas. 14 SUPERFICIE ( 1 0 0 0 HA) 1 9 6 2 1 9 6 3 1964 1 9 6 5 1 9 6 6 1 9 6 7 1968
  • 17. socorrer y 35.000 tal vez puedan salvarse si se les suministra rápidamente atropina y un e n é r g i c o trata- miento de recuperación. Los restantes 35.000 quiza_ lo- gren salvarse gracias a los medicamentos y a tratamien- tos eficaces" (informe del OMS). En un caso semejante, ¿podemos imaginar que se pueda intervenir a tiempo (es decir en p o c o s minutos) entre decenas de miles de personas inmovilizadas en los embotellamientos provocados con toda segundad por el pánico v la muerte de los conductores alcanza- dos en plena marcha? Los mismos hospitales serian contaminados, los médicos y el personal muertos, ¿be contaría con suficientes salvadores bien equipados? Es- tos necesitarían, en efecto, escafandras especiales, her- méticas, con las que los movimientos y el tamo de acción se ven necesariamente limitados. ¿Adonde se- rían transportadas las personas afectadas y por b tan- to portadoras del veneno? La zona afectada serw mor- tal durante un período de 1 a 16 semanas, según las condiciones climáticas. Finalmente, el número de muer- tos superaría el mencionado en el informe de la ÜMjs. ¿Qué hacer entonces con un número tan elevado de cadáveres? En realidad, los efectos de un ataque de este tipo, lanzado sin embargo con tan pocos medios —un solo bombardero, 20 toneladas de bombas— se- rían verdaderamente aterradores y cabe preguntarse si habría realmente sobrevivientes después de una guerra real, en la que no se escatimarían toneladas. El Gobier- no del país y los órganos superiores de la organización administrativa podrían contarse entre las primeras vic- timas y así, de golpe, el país entero se vería sumergido en el caos más profundo, Figura 10. El gas CS no sólo se utiliza en los campos de batalla; como agente de hostigamiento, se ha convertido en una de las armas principales para la represión de manifestaciones. Muchos biólogos y médicos han cuestionado su empleo, en razón de sus conocidos efectos secundarios y de los riesgos que puede presentar si se lo utiliza en dosis elevadas. Su empleo por parte de la policía parece tener efectos más bien contrarios a los esperados, provocando la exasperación de los manifestantes y la reprobación general de los testigos. (Foto líenri Bureau-Gamma) En consecuencia, no sería exagerado afirmar que el arma química puede ser tan devastadora como la nu- clear. ¿Quién la posee? En primer lugar los Estados Unidos y la Unión Soviética, después Gran Bretaña, Suecia y probablemente otros países provistos de una industria química y fábricas de armamentos importan- tes, tales como Francia e Italia. Tanto las dos Alema- nias como Japón podrían, si lo juzgasen necesario, ad- quirirla rápidamente. Y nadie duda que ciertos países harían lo posible para fabricarlas de inmediato o por lo menos para adquirir la tecnología, aun cuando ello les signifique la imposición de nuevas privaciones, ya que si bien no se puede comparar con el arma ató- mica, su costo es aún relativamente caro. Desde el momento que las armas nucleares, biológi- cas y químicas existen y son operativas, debemos re- signarnos a analizar los riesgos a los que estamos ex- 15
  • 18. S = 40 Km2 15 20 niebla mortal S = superficie cubierta por vientos de 2,5 m/s Figura 11. Efectos de un ataque efectuado en un frente de 2 km utilizando hasta 4 toneladas de agentes químicos cuyo lanzamiento exige de 15 a 20 toneladas de proyectiles. Estos se colocan en un frente perpendicular a la dirección media del viento y explotan a nivel del suelo. El aerosol de VX es supuestamente monodisperso y estaría compuesto por partículas de 5 micrones de diámetro. (OMS, 1970.) puestos, mediante una especie de Kriegspiel, de simu- lación analógica o de escenario. Del examen de la lista de la OMS y sobre todo de la clasificación militar, se desprende que dominan los agentes letales, seguidos por los agentes de hostigamiento o neutralizantes y un solo incapacitante psicotrópico. Supongamos que dos potencias industrializadas quisieran enfrentarse. La fi- fura 12 presenta las situaciones posibles. Se puede comprobar que el arma química letal (VX) si bien no es un "arma de papel", no podría servir pa- ra mucho en el caso de dos países muy poderosos pero situados a unos 8.000 km uno del otro y de fuerza equivalente. En el mejor de los casos, podría interve- nir en una operación de represalia —en el caso de que ninguno de los adversarios posea armas nucleares— pa- ra sembrar el terror en el campo enemigo. La situación podría cambiar si A y B fuesen vecinos inmediatos. A podría utilizar neutralizantes y agentes letales, si no sobre las ciudades, por lo menos contra las concentraciones de tropas en el frente. Pero, en realidad, en el mundo actual, habiendo armas atómicas tácticas, el agredido tal vez no quiera perder tiempo en preparar con esmero su respuesta. Lanzará un ki- lotón nuclear, tanto más que la opinión pública así lo exigirá por conocer las terribles consecuencias de un ataque químico. Estamos así en el caso de la guerra nuclear. Si B no posee armas nucleares, tendrá un protector que se las proporcionará o ejercerá él mismo las represalias sobre A, rápidamente. De este modo volvemos al caso precedente. Si con el arma química se ha pensado poder perma- necer en un grado de violencia aceptable para el ad- versario y evitar la agravación del conflicto, se ha caído en el error de acunar peligrosas ilusiones. El arma química o biológica servirá más bien como detonador 16 para la gran conflagración final. Nadie duda que en ese caso la humanidad asistirá a su propio fin. En efec- to, es necesario recordarlo ya que la opinión pública lo olvida con demasiada facilidad, los Estados Unidos y la Unión Soviética disponen actualmente de 3.854 y 2.155 ojivas operativas, respectivamente y si no inter- viene ningún acuerdo de limitación ellos habilitarán la red de los MIRV (Múltiple independently targeted reentry vehicle), cohetes cuyas ojivas múltiples pueden dirigirse sobre objetivos diferentes, independientemen- te unas de otras. Hacia 1975 estas dos potencias po- seerán en conjunto 16.559 ojivas, que permitirá des- truir un país 66,2 veces más grande que cualquiera de ellas. De esta manera, el arma química y bacterio- lógica es, por la ley de simetría que rige la carrera ar- mamentista y las respuestas en caso de agresión, tan utilizable como el arma nuclear entre grandes potencias o alianzas equivalentes. Esto es exactamente lo que piensa un gran número de científicos y políticos norteamericanos. Ante la Aca- demia de las Ciencias de Nueva York, reunida el 13 de octubre bajo la presidencia del profesor Meselson, de la Universidad de Harvard, H. Swyter, alto fun- cionario del Ministerio de Guerra, declaró que una guerra en Europa es sumamente improbable. El con- cluyó que aparte de las armas letales, que en rigor se podrían conservar como medio de disuasión o de re- presalias, los Estados Unidos no necesitan ni armas químicas ni bacteriológicas. En la última conferencia de Ginebra, Estados Uni- dos y Gran Bretaña no desearon suscribirse a la abo- lición ni a la prohibición del arma química en todas sus formas, aconsejadas por los mismos científicos norteamericanos. Estas dos potencias desean guardar- se el derecho de utilizar a voluntad, tanto en sus paí- ses como en el extranjero, los lacrimógenos (CS, DM) y los herbicidas. Hay que señalar que son estos justa- mente los productos utilizados en Vietnam, en condi- ciones que los hacen mortales. En consecuencia, si los estados mayores así lo consideran y si su oposición en la conferencia de Ginebra fue tan grande, es que en realidad el arma química constituye un elemento im- portante, si no esencial, de una estrategia moderna so- bre la cual el estudio de la historia de los últimos cua- renta años nos proporciona valiosas enseñanzas. Las armas químicas fueron utilizadas, lo hemos visto, en Etiopía y en China. ¿Pía sido casual que en ambos ca- sos los agresores —asociados en una alianza que com- prendió la Alemania de Hitler, la Italia mussoliniana y el Japón militarista—• fueran poderosos, mientras que sus víctimas eran países agrícolas atrasados desde el punto de vista industrial? Si consideramos objetiva- mente la actual guerra de Indochina, nos vemos obliga- dos a reconocer que el arma química está manejada bajo un camuflage semántico por la mayor potencia del mundo contra países también esta vez subdesarrolla- dos, desprovistos de industrias. La "diseminación química" puede ser muy peligrosa para la humanidad; tenemos motivos para creerla aún más peligrosa que la diseminación nuclear. ¿Qué hacer? ¿Qué pueden hacer los científicos del mundo ante el peligro que representan las armas químicas y bacterio- Sarín VX dirección del viento » | I l , Sr: 2 KrnJ i = 6 Km2 Toxina botúlica VX en aerosol ¡gfljf i = 12 Km2 0 5 10 distancia de propagación de la
  • 19. Ataques de A Armas disponibles en cada campo AN AN + AC AC y (*'•• ) AC sin ICBM (***) Ataque por AC (ICBM) ICBM AN » AN AN (*) AN (*) AN AN4- AC o "O tnra AN AN (*) AN (*) AC (ICBM) o AN AC + ICBM <u 3 a AC? AC? AC AC AC sin ICBM cu« O O AC (***) AC (***) AN = arma nuclear AC = arma química ICBM = cohete intercontinental. (••') El sistema de alerta de B no le permite distinguir si un proyectil es químico o nuclear. (**) Históricamente este caso no tiene sentido, ya que las potencias que poseen los ICBM (cohetes intercontinen- tales) también tienen armas nucleares. {***) Ataque aéreo o por submarinos, a lo largo de las costas, mediante cohetes de doble alcance. lógicas? ¿Habría que renunciar a toda investigación sobre los productos tóxicos? ¿Habría que denunciarlos? ¿Quién lo hará? Hemos mostrado toda la ambigüedad de la noción de toxicidad en los casos relacionados con el tema. Hemos mostrado también que los pro- ductos tóxicos no se convierten en armas bélicas si no es por una decisión no solamente técnica sino esen- cialmente política. De todo lo dicho se desprende la necesidad de que los investigadores se informen sobre los peligros señalados, que tomen conciencia de su gran responsabilidad ante todos los hombres y que no den como pretexto de su debilidad la necesidad de refu- giarse en sus trabajos. La comunidad científica nor- teamericana, que merece un sincero homenaje, demos- tró que una acción informativa, determinada y pacien- te, puede conducir a progresos importantes. El Pre- sidente de los Estados Unidos, después de señalar que ella ayudó al Gobierno a formarse una opinión al res- pecto, anunció el 25 de noviembre de 1969: 1?) que los Estados Unidos reafirman su renuncia, repetida con frecuencia, al uso de armas químicas letales; 2?) que extienden esta renuncia al uso de los inca- pacitantes químicos; 3°) que su administración someterá a consideración del Senado la ratificación del Protocolo de Ginebra de 1925, que condena el uso de gases asfixiantes, tóxicos u otros y los métodos de guerra bacteriológica; 4°) que ha decidido que los Estados Unidos re- nunciará a todas las formas de guerra biológica, leta- les o no; 5°) que limitarán sus investigaciones a medidas de- fensivas tales como la inmunización y la seguridad; 6?) que pidió al Ministerio de Guerra proponer la destrucción de las reservas existentes de armas bac- teriológicas. Debemos congratularnos por tales intenciones y ad- herirnos a otra proposición del Gobierno norteamerica- no, del año 1952, que dice que "las principales garan- tías contra las armas biológicas —nosotros agregamos las armas químicas— se lograrían mediante un sistema continuo y efectivo de divulgación y verificación de to- das las fuerzas armadas y de todos los armamentos", nosotros incluiríamos los centros y programas de inves- tigaciones y los campos de ensayo. La ONU, que ya ha trabajado en este sentido, debería encargarse de di- chas verificaciones, ella debería también centralizar la Figura 12. Situaciones hipotéticas de una guerra química. "A" ataca con las armas de que dispone (arriba); las posibles respuestas de "B" están indicadas en las casillas inferiores. Se supone que la distancia del centro de A al centro de B es de 8.000 km. documentación y publicarla. Y una de las medidas más útiles, una de las demostraciones más convincentes del retorno a la razón, sería la detención definitiva —y no la simple suspensión— del uso de productos fitocidas y del empleo de los incapacitantes en Indochina, Ade- más, nos gratificaría enormemente presenciar el día en que todas las naciones prohiban, sin ninguna reserva, la fabricación, el almacenamiento y la utilización de armas químicas y biológicas. En este mundo armado hasta el exceso de artefactos de muerte y de destrucción masiva, la paz depende, es necesario repetirlo, del esfuerzo de cada uno. La co- munidad científica no debe avergonzarse de experimen- tar un sentimiento de solidaridad humana, sólo porque sea irracional. Debemos reafirmar, con el profesor Mo- nod que "lo más valioso y grande de la ciencia reside en la ética que es su fundamento. ( . . . ) La ciencia es ante todo una actitud moral".O Lecturas sugeridas Nigel Calder, Les armements modernes, Flammarion, 1970. General Ludendorf, La guerre totale, Flammarion, 1936. Naciones Unidas, Las armas químicas y bacteriológicas (biológicas) y los efectos de su eventual utilización, N? A 7575/Rev. 1, Nueva York, 1969. M. S. Meselson, Scientific American, 222, 22, 1970. S. Franke, Lehrbuch der Militarchemie, Deutscher Mili- tarverlag, Berlín, 1967. A. Albert, Selective íoxiáty, cuarta edición, Methuen, Londres, 1968. G. H. Orians y E. W. Pfeiffer, Science, 168, 545, 1970. M. S. Meselson, G. Bunn, H. Swyter y E. L. Bennett Jr., "A symposium on chemícal and biological warfare", Proc. Nat. Acad. ScL, 65, 250-279, 1969. J. Cookson y J, Nottingham, A survey of chemical and biological ivarfare, Sheed y Ward, Londres, 1969.
  • 21. ÜKÍ'" El agua líquida. Roberto Fernández Prini 1 / ¡ •j 3 ¿Conocemos bien el agua? Esta pregunta puede parecer sorpren- dente. Sin embargo, el gran nú- mero de investigaciones realiza' das y en curso de realigación sobre su estructura y sus propie- dades, indica que aún tenemos mucho que aprender sobre esta sustancia fundamental para la vida sobre la Tierra. Roberto Fernández Prini es Doctor en Química de la Facultad de"Ciencias Exactas de la UBA y recientemente realizó investigaciones sobre soluciones acuosas en el Departamento de Química de la Universidad de Maryland, EE.UU. Debido al papel fundamental que el agua desempeña en los procesos bio- lógicos y en muchos procesos tecno- lógicos, se ha dedicado un esfuerzo mayor a su estudio que al de ninguna otra sustancia. Los alquimistas acep- taron el concepto aristotélico de los cuatro elementos que forman la ma- teria y explican sus transformacio- nes: uno de estos elementos era el agua, Podría parecer que el agua es una sustancia que no concita interés científico en un siglo como éste, ca- racterizado por tan vertiginoso ade- lanto científico y tecnológico. Sin embargo, este líquido tan común muestra características muy peculia- res. Recién en 1933 se propuso el primer modelo del agua líquida y ello significó un gran avance en nues- tro conocimiento de tan importante compuesto. En nuestros días el elevado nú- mero de trabajos científicos que se publica anualmente y que trata sobre propiedades del agua o de soluciones acuosas, es un claro índice del inte- rés que el tema despierta hoy en los científicos y del ñúmero apreciable de problemas que no están aún com- pletamente dilucidados. En esta nota sólo nos referiremos al agua pura dejando de lado el im- portante capítulo de las soluciones acuosas. La reciente descripción del agua anómala o poiiagua, no convie- ne incluirla en un mismo contexto con el agua común, debido a sus cu- riosas propiedades y a su controver- tida existencia. ¿Es un líquido normal? En general se afirma lo contrario. El agua es "anormal" en el sentido que muchas de las propiedades que manifiesta el líquido agua no son comunes a otros líquidos que se de- nominan simples o normales. El agua es Ja única sustancia en estado líqui- do con que estamos familiarizados a través de la experiencia diaria. Esto seguramente contribuye a dificultar la comparación de sus propiedades con las de otros líquidos. La más conocida propiedad anó- mala del HaO es que el sólido (hie- lo) tienen a la temperatura de fusión (0°C) una densidad menor que la del H«0 líquida (agua). La figura 1 ilustra la variación ele densidad del hielo y del agua líquida con la tem- peratura. Que el hielo flote en el agua y que al congelar agua dentro de un recipiente cerrado muchas ve- ces éste reviente, son dos obvias con- secuencias del anormal aumento de volumen que sufre el agua al conge- lar (a 0°C el volumen molar del hielo es 19,6 cm3 y 18,0 cm3 el del agua). Aunque menos obvia, tam- bién ésta es la causa de la facilidad con que se puede patinar sobre el hielo así como del fenómeno cono- cido como resolidificación del hielo. Si apretamos fuertemente dos trozos de hielo uno contra el otro y luego dejamos de presionar, ambos trozos permanecerán unidos. Lo que ocurre es que al ejercer presión sobre el hie- lo (con el filo de ios patines o con otro trozo de hielo), la fase menos voluminosa (agua líquida) se estabi- liza respecto de la más voluminosa. En consecuencia, la temperatura de fusión del hielo disminuye y el só- lido comienza a fundir. Al quitar la presión, la temperatura de fusión vuelve a ser 0°C y el líquido for- mado se congela. Este hecho está cuantitativamente expresado por la relación termodinámica de Clapey- 19
  • 22. Temperatura (SC) Figura 1. Variación de la densidad del hielo y del agua liquida con la temperatura. Figura 2. Variación de la viscosidad del agua con la presión, a la temperatura de 10°C. Px10"3 Atm. ron que para el equilibrio de fusión se puede escribir: d (presión) ._ df _ AH/ d (temp. fusión) dTf ~ TfÁVf donde AH/ es el calor latente de fu- sión del H2 0 y AV/ el cambio de volumen que acompaña este proceso. Como en este caso AH/ es positivo y AV/ negativo, un aumento de pre- sión produce una disminución en la temperatura de fusión del H2O. En general los líquidos simples son más viscosos cuanto mayor es la presión que soportan. El agua, sin embargo, a temperaturas menores de 30 °C disminuye de viscosidad al aumentar la presión (figura 2). La compresibilidad del agua también es anómala pues presenta un mínimo a 45°C, y sólo después de alcanzar esta temperatura la compresibilidad aumenta en el agua líquida al ser ca- lentada, como ocurre en los líquidos simples. También se observan anomalías en las propiedades térmicas del agua. Su punto de ebullición y su calor la- tente de vaporización (9,7kcal. por mol.) son mucho mayores que lo es- perado. Al fundir el hielo la capaci- dad calorífica del HaO prácticamen- te se duplica. 20 Unión hidrógeno En la molécula de agua, el ángulo H / O es de 105° en el vapor y 109° H (el ángulo tetraédrico) en el sólido. Debido a la electronegatividad del átomo de O, los electrones involu- V K / 1 5+ '•..'-. 5 + O Oxígeno # Hidrogeno Figura 3. Estructura de la molécula Hs0. erados en las uniones O—H están desplazados hacia el oxígeno. Por otra parte, el oxigenó tiene dos pa- res de electrones solitarios (que no intervienen en las uniones quími- cas), fundamentalmente localizados en un plano perpendicular al plano H / O (figura 3). La molécula de H HaO tiene por lo tanto un momento dipolar permanente de 1,84 X 10"1S ues. cm. Cuando la concentración de molé- culas de HaO aumenta, aún en fase gaseosa, la interacción entre los di- polos de moléculas vecinas contri- buye significativamente al valor ex- perimental del segundo coeficiente de virial del vapor de agua; este coeficiente manifiesta las primeras desviaciones de los gases de la idea- lidad. En el líquido y en el sólido la gran proximidad entre las molécu- las produce una interacción inter- molecular mucho más fuerte que en el vapor. Esta ya no puede expli- carse por interacciones entre los di- polos moleculares; en la orientación más favorable de los dipolos (un caso poco real pero que sirve para
  • 23. •i•"ísk-SP;/- 5SSÍBÍ ^-í'^is-f-i»,!^ O £ rao c 'O o ra "CZ o a ra> o "D O ra O 4 t o i oOf -o 'o X I a> 100 0 - | -100 £ H,0 -T- 2 —j— 3 —r 4 Período TeH2 SbH3 IH SnH4 "i r 2 3 Figura 4. Comparación entre las temperaturas de ebullición y los calores de vaporización de bidruros de elementos pertenecientes a distintos grupos de la tabla periódica. Período fijar una cota máxima a la energía dipolar) las interacciones dipolares harían esperar un calor latente de sublimación de 2 kcal. por mol. Es- te valor es mucho menor que el experimental de 12 kcal. por mol. Esta diferencia energética se atribu- ye a la presencia de uniones hidró- geno entre las moléculas de HaO. La existencia de uniones hidróge- no fue postulada en 1920. Bragg, en 1922, infirió de diagramas de rayos X que en el hielo debía haber unio- nes hidrógeno del tipo -O-H . . . O- (el trazo lleno representa uniones covalentes, el punteado uniones hi- drógeno ). Para que se formen unio- nes hidrógeno del tipo -X-H.. .Y- es necesario que X e Y sean átomos muy electronegativos. Las uniones • hidrógeno típicas son aquellas en que X e Y son átomos de flúor, oxí- geno o nitrógeno. En términos elec- trostáticos puede decirse que la unión hidrógeno se forma porque hay un déficit de electrones sobre el átomo de hidrógeno unido cova- lentemente al átomo electronegativo X. Es decir, la unión X-H está po- larizada, Al acercarse otra molécula con el átomo electronegativo Y, el H es atraído hacia Y; cuando ambos átomos están suficientemente cerca se forma la unión hidrógeno. En el agua la unión -H.. . O- es tal que el H está más cerca del oxí- geno al que está unido covalente- mente. Cada unión hidrógeno invo- lucra una energía de entre 2 y 6 kcal. por mol. de uniones hidrógeno rotas. Por lo tanto son bastante más dé- biles que las uniones típicamente químicas, pero más fuertes que las interacciones electrostáticas entre dipolos. El efecto de la formación de unio- nes hidrógeno sobre las propieda- des físicas de las sustancias se mani- fiesta claramente al comparar una serie de sustancias con átomos de un mismo grupo de la tabla perió- dica (Figura 4). Las temperaturas de fusión y ebullición, y los calores latentes de vaporización de los hi- druros, disminuyen en general al dis- minuir el peso del átomo central den- tro de un grupo dado. Sin embargo, los hidruros de los primeros miem- bros de cada serie, excepto el meta- no, tienen valores mucho mayores de estas propiedades que las que ca- bría esperar en base a sus pesos mo- leculares, Justamente son los ele- mentos que encabezan cada grupo los que cumplen con las condiciones de electronegatividad requeridas para la formación de uniones hidrógeno. El C que encabeza el grupo IV no pre- senta anomalías porque este átomo no es lo suficientemente electrone- gativo. La estructura del hielo Como ilustra esquemáticamente la Figura 3, el oxígeno del HaO puede considerarse en el centro de un te- traedro con los H en dos de sus vér- tices y los dos pares de electrones no compartidos dirigidos hacia los otros dos vértices del tetraedro. Es- ta configuración permite que cada molécula de H2O participe de cuatro uniones hidrógeno: donando sus dos hidrógenos a otras tantas mo- léculas y aceptando dos hidrógenos de moléculas vecinas. 21
  • 24. n p f , P f o c e s o d e formación de unio- nes hidrogeno entre un número ca- t n - r d e moiécuias de üata lugai a una estructura tridi- mensional donde cada H>0 está en el centro de un tetraedro'cuyos vér- tices están ocupados por moléculas ae agua que forman uniones hidró- geno con la central. La Figura 5 ilustra la estructura cristalina del hielo. Debido a que dos uniones hi- drogeno deben romperse por molé- cula para sublimar el hielo, la exis- tencia de uniones hidrógeno en el hielo explica el gran calor de subli- mación del H2O. Como muestra la Figura 5, la estructura cristalina del hielo es muy "abierta". Cada mo- lécula tiene sólo cuatro vecinos in- mediatos (o primeros vecinos), mientras que en una estructura cris- talina con máximo empaquetamien- to, cada molécula tiene 12 primeros vecinos. Para una red cristalina con máximo empaquetamiento, las par- tículas (consideradas esféricas) acu- pan el 75 % del volumen total de la estructura. Por otra parte, sólo el 50 % del volumen de una red cris- talina tetraédrica está ocupada por sus partículas. Una importante ca- racterística de la estructura cristali- na del hielo es la existencia de cavi- dades que forman canales a lo largo de la red cristalina. Las cavidades es- tán comunicadas a través de anillos hexagonales como el a, b, c, d, e, f en la Figura 5, y tienen un radio de 3.5 A ( l A = 10-° metro). La distancia entre dos HjO vecinas en el hielo es de 2.78 A. La estructura cristalina abierta del hielo (que corresponde a la va- riedad cristalina del SiOa conocida como tridimita), explica su baja den- sidad. La estructura del agua ¿Cuál es la estructura del agua lí- quida? A pesar del enorme esfuer- zo dedicado a esclarecer este pro- blema, aún no está resuelto aunque mucho se ha avanzado hacia el es- tablecimiento de la estructura del agua líquida. En 1892 Rontgen propuso una explicación de las propiedades anó- malas del agua. Para ello, supuso que el agua era en realidad una so- lución de moléculas con la estructura intermolecular presente en el hielo disueltas en agua líquida (moléculas de HaO sin asociar). Este modelo cualitativo lia sido reformulado de- 22 Figura 5. Estructura cristalina del hielo. talladamente por distintos autores y hoy forma la base de los modelos de mezcla para el agua líquida. El alto punto de ebullición del agua y su gran calor latente de va- porización permiten inferir que en el líquido todavía existe un gran numero de uniones hidrógeno entre las moléculas. Para vaporizar agua es necesario romper estas uniones in- termoleculares. Debido a las eviden- cias que indican que en el agua lí- quida persisten en gran medida las uniones hidrógeno existentes en el hielo, es que muchos modelos su- ponen la presencia de estructuras cristaloides en el líquido, Esta es- peculación está fundamentalmente basada en los resultados obtenidos mediante experiencias de difracción de rayos X por el agua. •Esta técnica permite calcular la función de distribución radial g ( R ) de las moléculas de agua. Si R es la distancia en el líquido desde una molécula central dada, el número medio de moléculas, dn, en el cas- quete esférico de radio R y espe- sor dR es ¿« = 4nR2^(R) dR £0 es la densidad de partículas en el seno del líquido y g(R) la función de distribución radial. Cuando las moléculas están distribuidas al azar g(R) = 1 y la densidad del líquido a cualquier distancia de la molécu- la central es %0: la distribución de las moléculas es homogénea. En ge- neral en un líquido es g(R) = 1 en los casquetes esféricos muy aleja- dos de la molécula central. Las ca- racterísticas de g(R) dependen del tamaño y forma de las moléculas así como de las energías intermolecula- res que están en juego. En un líqui- do, donde las moléculas tienen gran movilidad, es lógico que al alejarse de una molécula central, la influen- cia de ésta sea cada vez menor. Pot- esto g(R) se hace igual a la unidad para valores de R grandes. Sin em- bargo en las cercanías de la molécula central g ( R ) 1. Valores de g(R) mayores que la unidad indican una densidad local mayor que l0 y lo opuesto es válido para g(R) < 1 En un sólido cristalino (como por ejemplo^ el hielo), las posiciones de las moléculas están relativamente fi- jas por el tipo de red cristalina que caracteriza al sólido. En un líquido, las moléculas tienen gran movilidad y esto hará que se pierda en gran medida el orden existente en el cris- tal. La Figura 6 muestra el valor calculado de g ( R ) en función de la distancia a una molécula central pa- ra Hs O a 25°C. Como adelantáramos, a grandes distancias g ( R ) se aproxima a un valor unitario. En las regiones más cercanas a la molécula central, sin embargo, g ( R ) es distinta ele la uni- dad lo que demuestra que existe un cierto grado de orden (orden de corto alcance). El primer máximo de g ( R ) corresponde a la distancia donde se encuentran en promedio los primeros vecinos (2.8 A ) que es muy cercana a la distancia entre primeros vecinos en el hielo. El se- gundo máximo se encuentra a una distancia similar a la de los segun- dos vecinos en el hielo. En el líquido hay en promedio 4,4 primeros veci- nos, lo que implica un 10 % de aumento respecto a los 4 vecinos en la estructura tetraédrica del hielo. Es por lo tanto evidente que el or- den de corto alcance observado en el agua es reminiscente de la estructu- ra cristalina del hielo. Una diferen- cia entre ambos se manifiesta en la existencia de un pequeño máximo a 3.5 A en el líquido que está ausente en el sólido. Los modelos de mezcla Bernal y Fowler (1933) basándose en experiencias de difracción de ra- yos X, elaboraron en detalle un mo- delo de mezcla para el agua. Ima- ginaron que el agua está constituida por un componente con estructura cristalina de simetría tetraédrica y un componente formado por mole-
  • 25. Figura 6. Valor de la función de distribución radial en el agua, g(R)¡ en función de la distancia R a una molécula H-¿0 central, a la temperatura de 25°C. culas de HaO libres (que no parti- cipan en uniones hidrógeno). , Frank y Evans (1945) postularon un modelo de mezcla muy pictórico que describía al agua líquida como teniendo témpanos de hielo en el se- no de un fluido formado por H 2 0 libre. Este modelo fue especialmente utilizado para explicar ciertas pro- piedades de las soluciones acuosas. Estos modelos de mezcla son capa- ces de explicar en parte las anoma- lías observadas en el agua. En esencia, los modelos de mez- cla consideran que en el agua exis- te un equilibrio entre dos o más es- pecies de moléculas de HaO que son estructuralmente distintas. El equili- brio puede representarse esquemáti- camente por: A ^ B (I) A denota una estructura de tipo cristalino, voluminosa y en general similar a la del hielo, donde las mo- léculas participan extensamente de enlaces hidrógeno. B denota la espe- cie densa o compacta representada por moléculas libres de H 2 0 sin uniones hidrógeno intermoleculares. Al proceder el equilibrio (I), de iz- quierda a derecha, se produce una disminución en el volumen del sis- tema y en el número de uniones hi- drógeno presentes. El equilibrio (I) es sensible a variaciones de presión y/o temperatura (así como a la pre- sencia de solutos). Estas variaciones perturban el equilibrio de acuerdo a las características del proceso se- gún el principio de Le Chatelier. U11 aumento de presión desplazará el equilibrio (I) hacia la derecha, fa- voreciendo la especie menos volu- minosa. En la misma dirección se desplaza el equilibrio al aumentar la temperatura: se rompen enlaces hi- drógeno. _ Cerca de 0°C prepondera la espe- cie A. Al calentar el líquido tienen lugar simultáneamente dos efectos: a) la especie cristalina se dilata, b) el equilibrio (I) se desplaza hacia la formación de B que por ser más den- sa produce una disminución del vo- lumen del sistema. Hasta los 4°C predomina el segundo efecto v el re- sultado del incremento de tempera- tura será una reducción del volumen del líquido. A temperaturas mayo- res predomina el primer efecto, y el agua se dilata al ser calentada. Así se explica que el agua tenga máxima densidad a 4°C y que su comprensi- bilidad disminuya con la tempera- tura. La fluidez del líquido aumentará con la fracción de moléculas de HaO libres (especie B), pues la especie A por sus características cristalinas debe ser muy rígida. Resulta lógico entonces, que un aumento de presión que estabiliza a la especie B, lleve a una disminución de la viscosidad del agua. Por último, el gran calor específi- co del agua se debe al hecho de que para elevar su temperatura 110 sólo hay que entregar energía para au- mentar la agitación térmica de las moléculas, sino que además es nece- sario romper uniones hidrógeno de- bido a la existencia del equilibrio (I). Hasta aquí los modelos de mezcla parecen explicar satisfactoriamente la estructura y propiedades del agua. Sin embargo estos modelos son exce- sivamente rígidos para un líquido. Medidas de relajación dieléctrica y de relajación estructural (ultrasoni- do), indican que cualquier equilibrio que exista en el agua pura debe es- tablecerse muy rápidamente (el tiempo de relajación del equilibrio (I) debería ser menor que ÍO"11 se- gundos a 25°C). Frank y Wen (1957) extendieron el modelo de los témpanos imagi- nando un proceso dinámico para el establecimiento del equilibrio (I). El componente voluminoso fue de- signado con el nombre de cúmulo oscilante (flickering cluster). Las moléculas que forman parte de los cúmulos están unidas entre sí por uniones hidrógeno; la simetría de la especie es tetraédrica pero no tiene ya por qué parecerse a un trozo de hielo. La propiedad más novedosa asignada a estos cúmulos es su ca- pacidad de formarse y romperse muy rápidamente de acuerdo con un me- canismo cooperativo. Debido a que la formación de una unión hidró- geno entre dos moléculas produce una delocalización de los electrones involucrados en la unión, la forma- ción de una segunda unión hidróge- no se vería facilitada y así sucesiva- mente. La primera unión hidrógeno dispararía un proceso de formación de nuevas uniones hidrógeno alrede- dor de la primera y así se generarían los cúmulos. De manera análoga la ruptura de una unión hidrógeno-en el cúmulo desencadenaría la ruptura de todo el cúmulo. El esquema de formación y ruptura del cúmulo es el siguiente: 23
  • 26. •„ „ H H H H H H H O H 4- O -I I x o H ^ O — H . • • O — H + O—H ^ O - H . .. O - H . . . O - H La existencia del efecto cooperativo en !a formación de uniones hidró- geno no esi.í ;iún totalmente estable- cida, pero recientes estudios teóricos í Pople y DelHene, .1970) parecen confirmarla, por lo menos en gru- pos de hasta seis moléculas de agua, El modelo d e los cúmulos oscilan- tes í a e tratado cuantitativamente por Nérnethy y Seheraga ( 1962-64) y tuvo protunda influencia en las ideas que se manejaron en química de soluciones acuosas, especialmen- te en sus aspectos biológicos. En Jos últimos años el enorme refinamiento de las técnicas experi- mentales (dispersión inelástica de neutrones, espectroscopias infrarro- ja y Raman, rayos X ) ha permitido poner en duela la existencia de agre- gados moleculares discretos en el •agua líquida. El agua no parece for- mada por distintas especies puesto que experimentalmente no se obser- van microrregiones heterogéneas en el líquido, El modelo intersticial Pople (1951) propuso un modelo continuo para el agua líquida. Al pa- sar de hielo a agua (o cuando ésta se calienta), las características es- tructurales del hielo se conservan, pero las uniones hidrógeno se defor- man doblándose, lo que permite así a algunas moléculas ocupar parte de las cavidades vacías existentes en el hielo. El último tipo de modelo pro- puesto para el agua que analizare- mos es el modelo intersticial, for- mulado detalladamente por Samoi- lov ( 1957). Este modelo ha conci- tado mucha atención en los últimos años, especialmente por no tener características que estén en abierto conflicto con los resultados de las medidas experimentales más recien- tes . Samoilov observó que el hielo no es el único sólido que al fundir se contrae. Esto es común también a elementos que, como el galio, bis- muto y germanio, tienen estructuras cristalinas abiertas con un número de primeros vecinos menor que 10. Según Samoilov la disminución de 26 volumen que se produce al fundir el hielo sería una propiedad común a la fusión de otros sólidos, a condi- ción que sus cristales correspondan a estructuras abiertas. Si se dispone una serie de esferas rígidas en una estructura que corresponda al máxi- mo empaquetamiento y el volumen de la estructura es V», al agitar el sistema (equivalente mecánico de aumentar su temperatura) se desor- denara la estructura y el volumen resultante V será necesariamente mayor que V„. En cambio si las es- feras se ordenan en una estructura abierta (por ejemplo tetraédrica), al agitar el sistema algunas esferas irán a ocupar los huecos que quedaban en la estructura primitiva. Si la agi- tación no es excesivamente brusca, V > V0; al aumentar la agitación V aumenta llegando eventualmente a sobrepasar V„. El modelo intersticial propuesto por Samoilov es capaz de explicar casi todas las anomalías del agua. En este modelo el agua se imagina co- mo poseyendo la estructura del hie- lo aunque algo desdibujada debido a la agitación térmica y al gran mo- vimiento de las moléculas en el lí- quido. La estructura tiene defectos, pues algunas moléculas pueden pa- sar de los sitios que ocupaban en la red cristalina a las cavidades que existen en el cristal. Esto explica el gran aumento de capacidad calorífi- ca al fundir el hielo porque las mo- léculas intersticiales que aparecen al fundir pueden rotar libremente de- bido a que no tienen uniones hidró- geno con otras moléculas. Puede pensarse que en el modelo intersticial el componente más volu- minoso de que hablan los modelos de mezcla es la red cristaloide que domina todo el líquido; las partícu- las intersticiales constituyen el com- ponente más denso. Hay sin embar- go una diferencia esencial entre el modelo intersticial y el de mezcla. En el primero no existen agregados moleculares que puedan caracterizar- se como especies distintas. En reali- dad el modelo intersticial es más bien un caso extremo del-modelo de Pople: hay uniones hidrógeno tan deformadas que permiten a algunas moléculas penetrar totalmente en las cavidades y debido a su gran defor- mación puede considerarse que la unión hidrógeno está rota. El modelo de Samoilov explica en forma muy natural el máximo observado a 3,5 A en Ja función de distribución radial que no existe en el hielo. A esta distancia se encuen- tran los centros de las cavidades existentes en el hielo, las que serían parcialmente ocupadas por HaO in- tersticial al fundir el sólido. A este fenómeno también se debe el hecho que al fundir el hielo, el número de primeros vecinos de una molécula de IdaO aumente un 10 %. Hacia un mejor conocimiento del agua Aún hoy tienen vigencia los dos ti- pos de modelos descritos: modelos de mezcla y continuos (incluyendo el intersticial). Los primeros repre- sentan un extremo que corresponde a un punto de vista químico, mien- tras que los modelos continuos re- presentan el punto de vista físico; en buena medida esto se refleja (con excepciones) en la aceptación que entre químicos o físicos tienen los distintos modelos. Ambos pun- tos de vista están cada vez más cerca y en muchos casos las diferencias parecen fundamentalmente semánti- cas y son importantes en cuanto al detalle de las propiedades del líqui- do. La diferencia yace en la respuesta a la pregunta: ¿Cuándo pueden con- siderarse dos moléculas de una sus- tancia que están en distintos ambien- tes moleculares como dos especies distintas? De cualquier manera, hay dos ca- racterísticas fundamentales que de- berán estar presentes en todos los modelos que se propongan para el agua. Debido a la presencia de unio- nes hidrógeno la estructura del agua líquida debe tener básicamente una simetría tetraédrica, como fue seña- lado por Bernal y Fowler. Las unio- nes hidrógeno pueden deformarse (Pople) haciendo que los tres áto- mos que la forman puedan desviarse de la linealidad sin que ello impli- que necesariamente la ruptura de la unión hidrógeno. O
  • 27. FATE presenta la primera calculadora electrónica creada en el país: CIFRA 311. ÍÉfllfB^HHHpHMB MiPiÉÍOTSiffi Fate - División Electrónica presenta al pais CIFRA 311, la solución con que ingenieros y técnicos argentinos respondieron a las exigencias de precisión y caudal de cálculo de las empresas modernas. CIFRA 311: Mayor potencialidad operativa. Manejo expeditivo, inspirado en el orden lógico de pensamiento del operador. Lógica de circuitos integrados de 3a generación. Memorias con circuitos Integrados de 4a- generación. Total prevención electrónica de errores. 25
  • 28. Responsabilidad ética y social del científico Mischa Cotlar La horrible matanza desatada du- rante las dos guerras mundiales a causa del uso de la ciencia y la tec- nología para fines bélicos, ha produ- cido un fuerte movimiento de opi- nión acerca de la responsabilidad social del científico. Así los aconte- cimientos de la Primera Guerra Mundial provocaron las declaracio- nes y estudios de A. Einstein, G. NicolaiB. Russell y la formación de importantes asociaciones de in- telectuales y pacifistas, como la In- ternacional de los Resistentes a la Guerra, cuyos trabajos han traído mucha claridad sobre los horrores, mentiras e inmoralidades de las gue- rras y sus orígenes en los grandes intereses creados de naciones o gru- pos poderosos, en los particularismos refractarios de pequeñas naciones y en las pasiones de los individuos. La reacción a la Segunda Guerra Mundial fue más fuerte aún y desde 1948 se está propagando en forma ininterrumpida e intensa una corrien- te de inquietud por la responsabili- dad ética y social de los científicos, propulsada por las declaraciones de Mischa Cotlar fue profesor titular en la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, de 1957 a 1966. Fue profesor visitante en las universidades de Niza, Chicago, Rutgers y Washington, y presidente de la Asociación por la Responsabilidad Social del Científico de Buenos Aires. 26 A. Einstein, B. Russell, L. Pauling y los 52 laureados Nobel, por los trabajos de la Conferencia de Pug- wash, por asociaciones como la Fe- deración de Trabajadores Científi- cos, la Society for Social Responsa- bility in Sciencie o la Boston Area Faculty Group, por publicaciones co- mo el Bulletin of the Atomic Scien- tists y New University Thought, por los esfuerzos de científicos e intelec- tuales como Max Born, Joliot-Curie, C. Powell, J. Bernal, L. Szilard, A. Szent Georgi, Laurent Schwartz, S. Smale, N. Wiener, C. Coulson, E. Fromm, N. Chomsky, J. P. Sartre y por un gran número de grupos uni- versitarios. No será exagerado afirmar que si un número suficientemente grande de investigadores y profesores llegan a compenetrarse con los propósitos de esta corriente y a traducir su com- prensión en actos adecuados, podría producirse uno de los cambios más importantes de la historia de la hu- manidad. Sin embargo, las dificulta- des que deben vencerse para que esto ocurra, son de una naturaleza totalmente diferente a las que suelen presentarse en la ciencia. El problema de la responsabilidad de los científicos es tan solo un caso particular del problema fundamen- tal de la humanidad: la responsabi- lidad ética del hombre y la compren- sión plena de las raíces de la violen- cia en el mismo. La ética, como la inteligencia, está latente en la natu- raleza del hombre, pero su necesidad no puede demostrarse. Tan sólo se puede ayudar a despertarla señalan- do los catastróficos efectos de su ausencia que han producido un tris- te panorama, cuyas líneas principa- 1 E. Relgis, George F. Nicolai, Bue- nos Aires, 1965. les perfilan justamente los científi- cos. En efecto, los científicos y los universitarios en general, tienen una responsabilidad especial pues son los depositarios de los incalculables te- soros de la cultura. Por lo tanto ellos deben ser los guardianes y divulga- dores de ese patrimonio, o sea han de ser los maestros de los pueblos. Así, si los gremios obreros han sido capaces de paralizar más de una vez las actividades en algunas metrópo- lis para lograr aumentos de sueldos y mayores seguridades, también po- drían por ese mismo medio impedir la construcción de bombas y de ar- mas de todo tipo. Pero no podemos esperar tal actitud de parte de los obreros mientras los científicos no den primero el ejemplo en forma cla- ra y terminante; del mismo modo que no podemos responsabilizar al peón por el derrumbe de un edifi- cio sino al ingeniero, de cuya con- ducción depende la estabilidad del mismo. Por eso los científicos que no se manifiestan claramente contra el uso de la ciencia para fines bélicos, con- tra la carrera armamentista, contra todas las formas de agresión, irracio- nalidad, violencia, censura, control ideológico o represión contra estu- diantes, intelectuales u obreros por parte de los grupos de poder, asu- men frente a la colectividad una gran responsabilidad que no pueden esperar eludir. Como dijera Einstein, "el individuo no puede justificar sus actos por el hecho que ellos le fue- ron dictados por su Gobierno o la sociedad; en los juicios de Nurem- berg se consideró como evidente la idea de que la presión externa puede tan sólo limitar, hasta cierto punto, pero nunca eliminar la responsabili- dad individual" (Einstein, Science, Dec. 1950).
  • 29. Los males de la indiferencia Muchos males se hubieran evitado si no fuera por la indiferencia o pol- la autocensura de intelectuales y científicos. Quien pasó por la escue- la y la universidad no puede decir que desconoce las causas reales de las guerras o los motivos que mue- ven a gobiernos para deformar las mentes o controlar el pensamiento. Un médico no puede desinteresarse por la salud mental del pueblo y quedar indiferente a manifestaciones brutales de represión o torturas de estudiantes, obreros y colegas uni- versitarios. En esta época singular, todas las energías, todos los descu- brimientos, todas'las capacidades son usadas, directa o indirectamente pa- ra la guerra y la existencia misma de la humanidad está seriamente ame- nazada a causa de tal uso. Por con- siguiente ningún trabajador científi- co puede despreocuparse totalmente de estos problemas alegando que su trabajo particular no tiene que ver con organizaciones o fines bélicos. El desarrollo bélico moderno sólo puede ser conducido por físicos, quí- micos^ ingenieros que poseen el más alto nivel de conocimiento, mientras que la importancia para la guerra de la estrategia militar clásica, o de los militares profesionales, es ahora in- significante. Por eso es inconcebible que en es- ta época haya profesores, intelectua- les y científicos que no estén cons- tantemente denunciando las aberra- ciones de las sociedades y gobiernos, que no se mantengan constantemen- te activos en los problemas de res- ponsabilidad social. El progreso de la ciencia y la solución de los pro- blemas importantes es realizado por un pequeño número de científicos excepcionales; el resto sólo hacemos una labor de formación cultural o de perfeccionamiento de detalles^ que muchas veces es desviada hacia te- mas superficiales o complicaciones artificiales, fomentados por intereses creados (ver a este respecto el libro de O. Varsavsky, Ciencia, política y cientificismo, donde se plantean cuestiones que considero de suma importancia, si bien no concuerdo del todo con el autor). Por lo tanto sería de gran provecho para la so- ciedad si el docente y científico co- mún dedicara a los problemas ético- sociales el mismo interés y número de horas que al trabajo estrictamente profesional, siguiendo el ejemplo que después de A. Einstein, B. Russell o L. Pauling, nos han dado tantos hombres de valor. No se debe con- fundir la renuncia a la violencia, que es no dañar, con la indiferencia que puede ser causa de grandes daños y cómplice de la violencia. Y por su- puesto no se debe confundir el ver- dadero sentido de palabras como violencia, paz, etc., con el sentido desfigurado que suele dárseles cuan- do se llama violencia a actos de pro- testa de universitarios que se organi- zan en manifestaciones o interrumpen el tránsito mientras no se considera violenta la matanza de millones de seres humanos con bombas de na- palm o por el hambre, o las repre- siones de la policía o de la censura. Sin embargo, los errores acumu- lados a "través de los siglos, hacen que los gobiernos y sociedades pre- sionen para que las universidades se limiten a producir en masa especia- listas estrechos con enorme capaci- dad técnica para fabricar armas y artículos de consumo, y para que no cuestionen aquellos aspectos de la sociedad que contradicen a los pre- ceptos culturales. Esta es tal vez una de las causas principales de la cre- ciente hostilidad hacia los estudian- tes y universitarios conscientes que se observa ahora en todo el mundo. Al servicio de la guerra Por otra parte la ciencia confiere un poder extraordinario que puede usar- se para solucionar los problemas del hambre, enfermedades e ignorancia, pero que también puede ser puesto al servicio de las fuerzas degradantes de la irracionalidad y del crimen. 'El mal uso que se hizo de la ciencia en lo que va del siglo es realmente deplorable y alarmante. Por penoso que sea es necesario recordar algu- nos hechos a este respecto, por su- puesto no con intención de menos- precio o de hacer acusaciones por faltas de las cuales somos todos res- ponsables, sino para una mejor com- prensión del problema. En 1914 se produjo la primera gigantesca colaboración entre hom- bres de ciencia y las fuerzas de la destrucción. Paralelamente a los ejér- citos se han enfrentado, además, emi- nentes intelectuales, científicos, es- critores, y hasta militantes socialistas, glorificando la matanza en nombre de un nacionalismo estrecho, mien- tras que los sacerdotes bendecían los cañones. Sin embargo bien pron- to quedó claro que se trataba de la guerra más estúpida e injustificada que sólo benefició a algunos sectores interesados en el lucro. En los años que siguieron, el enorme progreso de la ciencia ha devuelto la fe en la actividad científica. Es así que du- rante el período 1920-1945 el estu- dioso y el investigador sólo se pre- • ocupaban por la verdad científica "en sí", con plena fe en que las ¡ aplicaciones de la ciencia harían más feliz al mundo. Pero bien pronto ¡ quedó claro cuánto peligro puede ! presentar el uso de la ciencia por hombres que no lian profundizado los problemas éticos. Cuando el nazismo estaba en su : apogeo en Alemania y el resto del mundo vivía en el terror de ser sub- [ yugado por Hitler quien abiertamen- j te sostenía una ideología contraria a los principios humanitarios, una gran parte de los científicos alemanes, no ¡ sólo no se pronunciaban entonces en > contra del hitlerismo, sino que tra- 1 bajaban febrilmente para lograr su victoria, participaban en la persecu- j ción de científicos judíos o polacos ¡ y hasta usaron a sus colegas extran- | jeros para experimentos en sus labo- ; ratorios. ¡ Los científicos alemanes y euro- peos que se refugiaron en los Esta- dos Unidos, convencieron a Einstein de escribir una carta al Presidente Roosevelt para advertirle sobre el peligro de que Alemania se adelan- tara en la construcción de la bomba atómica. Se movilizaron entonces to- dos los recursos científicos y técni- cos imaginables y se logró construir el primer reactor nuclear antes que Alemania. Szilard y un pequeño gru- po de científicos encabezados por J. Franck, advirtieron al Presidente y al Secretario de Guerra sobre los peligros de un mal uso de la bomba recién construida. Pero un grupo mucho más numeroso de científicos, técnicos, políticos y militares los convencieron de que debían hacer explotar la bomba sobre ciudades japonesas. Esta decisión suele justi- ficarse diciendo que ella aceleró la terminación de la guerra salvando así la vida de centenares de miles de soldados de ambos bandos. Sin embargo se' ha sacrificado, en la for- ma más espantosa, a otros tantos centenares de miles de civiles y lo peor es que no hubo ninguna nece- sidad de arrojar la bomba sobre ciu- dades densamente pobladas, pues hubiera bastado con una demostra- ción en un área desierta. Si los cien- tíficos no hubieran estado de acuer- do con la decisión de los políticos 27