Vivir en paz es el anhelo de la mayoría de los habitantes del planeta, aunque, por desgracia,decir mayoría implica que algunos no están de acuerdo. El pequeño grupo de individuos que detentan el poder político y el económico (y a veces ambas cosas a la vez), coloca su ambición
desmedida por encima de los derechos de todas las especies que pueblan el planeta, incluida la especie humana. Pretextos abundan, la religión, la patria, la soberanía, las fronteras, cualquier artificio de tantos que hemos inventado para diferenciarnos unos de otros mientras invocamos la unidad.
En esta novela intento explorar, con la falta de seriedad que el asunto amerita, la situación de una de las zonas del planeta donde la paz ha estado ausente durante los últimos cinco mil años.
El conflicto árabe-judío es relativamente reciente, aunque convive con otras dificultades un tanto más añejas: la confrontación árabe-persa, la turco-árabe, la libio-árabe, sin olvidar la árabe-árabe; aunque por
supuesto hay otros antecedentes que se pierden en el tiempo: la enemistad egipcio-judía, la asirio-judía, la hitita-judía, la fenicio-judía, la griego-judía, la romano-judía. Algunos de estos malentendidos han dejado de tener vigencia porque los cretenses y fenicios se cargaron a los
hititas, los persas a los asirios, los griegos a los persas, los romanos a todos los que se les pusieron enfrente, los ostrogodos a los romanos, los árabes a los egipcios (a lo que quedaba de ellos), los cruzados a los árabes, los turcos a los cruzados, a los árabes y de paso a los
bizantinos y así hemos seguido hasta nuestros días.
La paz no se vislumbra en el horizonte, los musulmanes claman con ira que no debe haber judíos en Medio Oriente, lo gritan desde sus enclaves tradicionales y desde sus nuevos asentamientos en París, Berlín, Barcelona, Nueva York, Río de Janeiro, Ginebra o Melbourne. En una
época en que se puede ser católico en Pekín, copto en Amsterdam, animista en Moscú, judío en Mumbai, musulmán en Roma, evangélico en Yakarta o budista en Buenos Aires, los reclamos territoriales se antojan
absurdos, sin embargo siguen siendo prioritarios en las asambleas de la ONU, para gloria y fortuna de la industria bélica.
7. 7
Agradezco a Naftali Modek y a Mario Pedro Wainstein
sus observaciones puntuales y su paciencia, sobre todo
su paciencia. También agradezco el gran interés
y apoyo de Laila Schneider, Juanita Feldman,
Fany Beckerman, Mijal Tal, Leonardo Fierro
y Fernanda Amaranta López.
8. 8
Nota aclaratoria: lo contenido en esta novela es ficticio, los nombres de ciertos
personajes públicos sirven como referencia de la época y el lugar en que ocurre la
acción, pero NO representan el carácter, intenciones o aspectos de la vida de esas
personas.
9. 9
Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y
el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño los conducirá.
La vaca y la osa pacerán, juntas acostarán sus crías, el león, como los bueyes, come-
rá paja.
Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid, y en la hura de la víbora el recién
destetado meterá la mano.
Nadie hará daño, nadie hará mal en todo mi Santo Monte, porque la tierra estará
llena de conocimiento de Yahvé, como cubren las aguas el mar.
Aquel día la raíz de Jesé que estará enhiesta para estandarte de pueblos, la gente la
buscará, y su morada será gloriosa.
Aquel día volverá el Señor a mostrar su mano para recobrar el resto de su pueblo
que haya quedado de Asur y de Egipto, de Patrós, de Kus, de Elam, de Senaar, de
Jamat y de las islas del mar.
Izará bandera a los gentiles, reunirá a los dispersos de Israel, y a los desperdigados
de Judá agrupará de los cuatro puntos cardinales.
Isaías 11/6-12
La conservación de la especie se debe a que el ser humano sabe perdonar.
Mahabharata
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I
Era mayo, esa noche no había luna ni brillaban las
estrellas. Más allá del alcance de los reflectores el mundo
desaparecía de súbito, la oscuridad era densa, tan espesa que
podía palparse y la tierra ardía, parecía empeñarse en negar la
existencia del frío nocturno del desierto del que hablan tantas
viejas historias. Las tinieblas descendían hasta rozar la árida
superficie cuya silueta perfilaba una tenue línea de resplandor
rojizo, como si el Neguev fuera la cavidad de un horno
colosal con la flama al máximo bajo la plancha inferior. La sed
de siglos de la tierra se manifestaba en polvo, inmensas nubes
de polvo ocupaban el vacío, polvo, todo era polvo, todo era
cubierto por el polvo, todo quedaba velado tras esa neblina
huérfana de humedad, tamo nostálgico de hierba que invadía
cada rincón y dotaba al ambiente de un aspecto irreal, difuso,
donde resultaba temerario moverse, estar, aún respirar era
osado, las lenguas se retraían dentro de las bocas en búsqueda
del último resquicio de saliva. Miles de millones de partículas
flotaban suspendidas en el ambiente, mónadas que navegaban
en el limitado paisaje de aspecto lunar, ingrávido, movimiento
12. 12
browniano en seco de corpúsculos que se extendían sobre los
objetos hasta atraparlos bajo su manto intangible para
otorgarles un carácter impreciso, etéreo, volúmenes
extraviados en el tramado minúsculo que envolvía a cada
persona y a cada cosa en su literal monotonía, color de barro
seco que homologaba ropas, cuerpos, muebles, armas,
construcciones. Lo único que lograba establecer un menguado
contraste eran las persistentes manchas de humedad en el
uniforme de faena de la Oficial Schneider, descendían sobre su
vientre desde la parte inferior de los voluminosos senos,
ascendían a partir de la oquedad de las axilas, trazaban un
mapa de geografías ignotas en la parte media de la espalda,
abarcaban el lado interno de los rotundos muslos y marcaban
una ruta amplia sobre el hombro derecho, la franja de sudor
rebasaba por ambos lados la ancha correa de fibra
incombustible del rifle IMI Galil AR reglamentario.
El aburrido sonido del ventilador cenital hacía más
desesperante la larga noche que tenían por delante, no lograba
siquiera ser asumido como anhelo de brisa, la estela circular
de las seis aspas que giraban al máximo removía apenas un
ápice el ambiente caldeado. Daniela estaba agotada, detrás de
los cristales inastillables de los anteojos sus párpados insistían
en caer sobre el añil de su mirada, se desperezó, con la mano
izquierda se rascó el pubis sin ningún recato, irguió la
espalda, apoyó las manos en las rodillas, dejó el arma colgar
libre del hombro y comenzó a respirar profundo para
obligarse a permanecer despierta; estaba concentrada en
aplicar la técnica kapalabhati, que había aprendido desde su
primer viaje a India, cuando la intromisión repentina de un
sonido metálico le hizo perder el ritmo, de manera automática
miró el reloj en el dorso de su muñeca derecha, eran las 0257,
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se levantó y caminó hacía el mirador, alzó el reflector, la luz
marcó la borrosa silueta de Beit Hanoun, un amasijo de
construcciones cúbicas, empequeñecidas bajo la polvareda, las
cosas parecían estar en calma.
– ¿Qué ocurre? – Preguntó el Cabo Froiem Wachowski, otro
de los integrantes de la guardia nocturna en el Paso de Erez.
– Ese ruido, parece un buldózer…
– Si, pero viene del norte, por la ruta cuatro, o estás dormida o
estás perdiendo el toque, me extraña de ti, siempre tan certera,
además por el sonido te puedo asegurar que son bastante más
que uno.
Se dirigieron al otro extremo de la torre y encendieron
el proyector de localización, arrojaron el haz de luz sobre la
carretera, en la cima de la lejana colina asomaba una hilera
interminable de máquinas que avanzaban con parsimonia
hacía ellos, cubrían por completo el vago horizonte, que se
hacía más incierto en la medida que su lento avance levantaba
cúmulos de arena finamente molida por la fricción de las
pesadas orugas y las enormes ruedas de caucho.
– ¿Qué crees que estén haciendo, será una huelga de
operadores de maquinaria pesada?
– ¿A las tres de la mañana?, no me hinches las pelotas Froiem,
mejor tomá el teléfono y llamale al Mayor.
– Llámale tú.
– La jefa de guardia soy yo, llamá, es una orden.
– Enseguida Teniente, gracias por recordarme el principio de
autoridad.
Contestó irónico mientras se rascaba el pene sobre el
pantalón, imitando el movimiento que había hecho Daniela
poco antes, ella le respondió mostrándole el dedo cordial de la
mano izquierda. Justo en ese instante, las 0305, sonó el
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teléfono de la torre de vigilancia, los otros cinco militares
dieron un salto involuntario, Froiem se apresuró a tomar el
auricular.
– Erez Aleph.
– ¿Teniente Schneider?
– Habla el Cabo Wachowski, Mayor Feldman. – Froiem
reconoció la voz de su superior.
– Ya me parecía que había enronquecido, por favor
comuníqueme con Daniela. – Alargó el teléfono inalámbrico
en dirección de su superior jerárquico, quien lo tomó
enseguida.
– ¿Mayor?
– ¿De qué está enterada Daniela?
– ¿Qué es lo que ocurre señor?
– ¿Por qué siempre me responde con otra pregunta, acaso
sufre del síndrome de Marylin Monroe?
– No conozco ese síndrome señor y tampoco estoy tan buena,
por lo que se refiere a las novedades le informo que cientos de
buldóceres vienen hacia la frontera, estábamos por llamarle,
espero instrucciones, Mayor.
– La cifra exacta es de doscientos ochenta y tres, cubrirán todo
el extremo noroeste y se extenderán a una sección del noreste,
hasta Karni. Aguarde a que se acerquen más, cuando
considere que en la avanzada están en posibilidad de escuchar
con claridad el altavoz, emita la orden de alto tres veces,
después disparen salvas al aire, tres veces también, registren
la operación y no hagan nada más, limítense a observarlos,
manténgame al tanto de cualquier movimiento y no lo olvide,
salvas, no deben disparar más que salvas.
– Pero los disparos van a alertar a los pobladores.
– Me parece, Daniela, que a estas horas el ruido de las
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máquinas debe haber despertado hasta al Primer Ministro
Vitalicio de Hamás, aun cuando tuviera encima de la cabeza a
las tres esposas que le permite la Ley Islámica, lo importante
para nosotros es dejar evidencia de que tratamos de impedir
que llegaran a la frontera y, sobre todo, que lo hicimos sin
recurrir a la violencia.
– ¿Pero qué está pasando Mayor, quienes son los que vienen?
– No se lo podría decir por teléfono, si lo supiera con
exactitud, únicamente me informaron que son ciudadanos
israelíes e integran un operativo del que el Gobierno quiere
deslindarse. Por contradictorio que parezca las instrucciones
son no enfrentarlos.
– ¿Y si intentan pasar a Gaza?
– Teniente le puedo asegurar que eso es precisamente lo que
van a hacer, van a traspasar las barreras, a retirar los muros y
alambradas y avanzarán a lo largo de toda la frontera, su
intención es tomar Gaza, por mí que les aproveche… cero
reacción, cero intervención, la misión de ustedes es cumplir
con el protocolo de impedimenta con tres avisos verbales y
tres de salvas para que quede constancia de que el Tzáhal no
tiene nada que ver con esto, ni mi vieja y sorda abuela se lo va
a creer, pero esa decisión rebasa mis atribuciones. Ustedes,
insisto, limítense a ver, escuchar y reportar…
– Señor me parece prudente que los de la Maguen David Adom
o la Cruz Roja Internacional den fe de las advertencias, es una
sugerencia mayor, eh, y, bueno, para tomar las precauciones
debidas, ¿tiene contemplado modificar el cambio de guardia?
– Como siempre agradezco su interés, las ambulancias de la
Maguen David Adom, Yad Sarah y Zaka van justo detrás de los
buldóceres y los de la Cruz Roja Internacional aparecerán
bastante más temprano de lo deseable, junto con cinco
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docenas de oenegés y enjambres de periodistas, por el
momento limítese a cumplir las instrucciones. En cuanto al
cambio de guardia no están previstas modificaciones, de
cualquier manera esta va a ser una noche muy larga para
ustedes. En unos minutos arribará el Capitán Fainstein, seguro
que eso las pondrá felices a usted y a sus compañeras.
– Puede apostarlo Mayor, pero no lo considero gracioso.
Colgó y vio doce ojos pendientes de ella, en lugar de
informarles les espetó una pregunta.
– ¿Quién de ustedes sabé que boludez es esta?
Los seis pusieron cara de sorpresa, aunque alcanzó a
distinguir un pequeño gesto extraño en el veterano Suboficial
Goldfinger.
– ¿Y bien Sargento?
– Bueno Dani, perdón… Teniente, – Para él era un poco
complicado ser subalterno en el Tzáhal de quien había sido
alumna suya en la universidad y todavía era su ocasional
subordinada en proyectos de investigación académica, fuera
del ejército era el maestro, dentro estaba obligado a obedecer
sus instrucciones. – no es mucho lo que sé y ahora puedo
contarlo, ¿cierto?, la operación ya inició, no me lo esperaba, no
por aquí, es genial, ¿cierto?, en unas horas se sabrá todo con
lujo de detalles, este cambio de último momento fue una
jugada genial, digna de un partido de ajedrez en un certamen
internacional. Casi toda mi familia está dentro, no creo que
haya familia judía en Israel que no tenga a uno o más de sus
miembros participando, ¿cierto?, es una idea muy, como les
diré, muy poco convencional pero factible, están movilizando
a mucha gente, a mucha...
La emoción impedía al Sargento expresarse de forma
clara, se vieron entre sí, nadie entendía nada, el sonido de los
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buldóceres se escuchaba cada vez más cerca.
– Explícate por favor. – Dijo Daniela mientras colocaba la
mano izquierda sobre su propia frente.
– Sí, sí claro, la impresión me ha turbado, perdón Da…
Teniente, el punto es que miles de personas penetrarán a Gaza
en unos minutos, decenas de miles en realidad, aunque se
suponía que la acción sería en otro sitio, todo el plan se
consideró originalmente en base a… a otro lugar, por eso me
sorprende; la modificación del objetivo es fabulosa, una
decisión impresionante, aunque quizá… sí, sí, entiendo, de
nuevo ando por las ramas. Está bien prometo evitar las
dispersiones, voy al punto, ocurre que la gente no confía más
en los políticos, nosotros tampoco, ¿cierto?, y algunas
personas, muchas de hecho, han decidido pasar a la acción
para lograr una paz civil. Una paz real y duradera para que
los pobladores de los territorios en conflicto decidan por ellos
mismos sin estar bajo la mira de las armas de esos
impresentables de la Yihad.
Se trata del Movimiento Shalom, así se llama, la respuesta
ciudadana al fallido Plan de Desconexión, una respuesta desde
la gente, en pocas palabras es una reconexión para buscar una
vida en armonía entre árabes y judíos.
No me vean así no es idea mía aunque sí la secundo. Por
utópica que parezca se me hace más razonable que las
genialidades de los políticos desde la Guerra de Yom Kippur
hasta hoy, incluido el dichoso programa que brindó
generosamente la autonomía territorial a los terroristas, en
lugar de llamarlo Plan de Desconexión debieron asignarle un
título más acorde, como “Dotación gratuita de bases de
lanzamiento para misiles” o “Yo te dejo en paz y tu dedícate a
joderme”.
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Con este operativo se busca construir un espacio común
donde los únicos excluidos sean los amos del odio, barrer de
la zona a los esquizofrénicos para que no puedan actuar
contra Israel ni utilizar como escudos humanos a quienes
quieren vivir tranquilos. Se trata de generar el ambiente
propicio para que cada quien haga su vida libre de temores,
para eliminar esta sombra distópica con la que hemos iniciado
el siglo XXI. Que se libere ese territorio sin definición legal que
los fundamentalistas islámicos utilizan para atacarnos un día
sí y otro también sin que ningún país asuma ninguna
responsabilidad de las agresiones. En el fondo ellos y nosotros
sabemos que el plan de dos países no funcionará, es un vano
anhelo de los moderados judíos y una jugada de engaño de los
promotores de la Yihad, si quedamos divididos en dos países
las posibilidades de entendimiento se nulifican, los rencores se
extenderán por generaciones completas hasta que uno aplaste
al otro o alguien nos invada a los dos, arriemos las banderas,
debemos despojarnos de las telarañas cerebrales y aprender a
convivir ya mismo, ahora…
Mientras Osher Goldfinger hablaba, con emoción
ascendente en la medida que avanzaba su explicación, el
Capitán Archibaldo Fainstein había entrado sigilosamente a la
torre de vigilancia, en el momento que Daniela iba a preguntar
algo interrumpió con un par de palmadas que más que
aplausos parecían los golpes que se utilizan para espantar a
las gallinas cuando invaden los campos de cultivo, engoló su
gruesa voz de locutor de radio nocturna.
– Muy bien, bastante bien, felicidades a todos, me parece un
buen resumen, ¡excelente!, congratulaciones Sargento
Goldfinger por su claridad y emotividad. También me parece
magnífico que usted Teniente y su destacamento, buenas
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noches señoritas, señores, se preocupen por estar bien
informados, es una virtud de las mujeres querer estar
enteradas de todo. Ahora me podría explicar, ¡quién carajos
está de guardia!, quién está vigilando lo que ocurre a uno y
otro lado de la valla.
En lo que sus eminencias se ponen al día algo está sucediendo
ahí afuera, el ruido que los despertó, ah no, no, no, perdón, si
ustedes siempre están despiertos en su guardia, pongámoslo
de otro modo, antes de que vayan a enviar una queja en mi
contra al alto mando, acusándome de maltrato verbal, –
Cambió a un tono de voz pausado, para hacer enfática la
mordacidad. – el ruido que los puso en estado de alerta
también colocó sobre aviso a esos desquiciados del Hamás, en
un par de minutos vamos a tener a los soldados muertos
mejor documentados de todo el ejército. ¿Quieren saber una
cosa? Prefiero ignorantes vivos. De inmediato Schneider,
instale una guardia.
Con la sola mirada Daniela envío a Esther Rodríguez y
Amin Burman a cubrir el lado de Gaza y a Froiem Wachowski
y Mihail Ashkenazi el lado de Israel, quienes de inmediato se
colocaron en sus posiciones, ella se encaró con su superior.
– ¿Qué nos espera Capitán?
– No sé más de lo que acaba de decir el Sargento y de lo que
ya le informó el Mayor Feldman, los cacharros esos llegarán
pronto, dentro de quince minutos usted les marcará la primera
orden de alto por megáfono, sesenta segundos después la
segunda y a los ciento veinte la tercera, exactamente noventa
segundos más tarde dispararán las primeras salvas y
posteriormente las otras dos con pausas idénticas, para ellos
será como oír llover, pero qué mierda digo, esa palabra está
fuera de lugar en este desierto donde jamás cae una jodida
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gota de agua, ahora hasta de noche arde la tierra, ¡bah!, da
igual…
– “Las noches del desierto pueden ser frías, pero aquella
había sido un fuego…”
– ¿Qué dice?
– Recordé algo que escribió Jorge Luís Borges.
– ¿Quién es ese Borges?, ¿en qué unidad está?
– No vive más, combatió una larga batalla imposible de ganar,
con plena conciencia fue partícipe de la derrota que da origen
a todas las guerras. En realidad eso no importa, usted nos
explicaba lo que tenemos que hacer.
– Eh, sí, por supuesto, no vuelva a interrumpirme con
anécdotas de sus amistades. Tras la última descarga no
haremos nada más que observar y reportar, permaneceremos
viendo a través de los binoculares como retiran las jodidas
barreras y las alambradas. Cuando penetren al territorio
enemigo empezarán a caer como tristes patitos de metal del
módulo de tiro de una feria, si el Tzáhal no logró resultados
contundentes en Plomo Fundido, un puñado de civiles tiene
mucho menos posibilidades, muchísimo menos, carecen de la
menor oportunidad. Sin remedio caerán en las trampas de los
terroristas, esos sujetos no se andan con miramientos, así
aprenderán estos idiotas a no jugar al soldadito.
– ¿No cree conveniente…
– No creo nada Teniente, no me interesa saber cómo le parece
a usted que deban ser las cosas, ya tiene sus instrucciones,
limítese a lo indicado y no me haga hablar más que cada vez
que abro la boca acabo tragándome este jodido polvo de
mierda.
– Miles de personas no son un puñado.
Intervino Goldfinger molesto por el desparpajo del
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Capitán.
– Sargeeeento – alargó la palabra mientras alzaba la mano
derecha juntando los cinco dedos – nadie organiza una
operación clandestina involucrando a miles personas, si eso
hicieron puedo apostarle a que hay un terrorista infiltrado por
cada cinco ilusos que participan en esta mascarada; esto es un
disparate que va a costar muchas vidas, es el fin de este
gabinete. Haberse hecho los desentendidos les va a costar la
carrera a más de veinte políticos y militares del Alto Mando.
¡Mierda!, no me provoquen, no he dicho nada, esto es mera
especulación, no me interesa, no debe interesarme, nuestra
función es cumplir con el teatrito ese de la disuasión y
documentarlo.
Se reportarán a esta torre un camarógrafo y dos fotógrafos
militares, además de diez refuerzos. Su misión Schneider, abra
bien los oídos Oficial, su misión es que no caiga ningún
cadáver del lado israelí, si esos bastardos atacan formen una
cortina de contención que les permita a nuestros tontos
escapar y cierren el paso al enemigo con la misma maquinaria
con la que los ilusos estos están iniciando el jueguito: ningún
jodido pistolero árabe debe lograr penetrar, las bajas civiles
deben reducirse al mínimo y bajo ninguna circunstancia
debemos tener bajas militares.
Extremen precauciones, recuerden que estos son civiles
divirtiéndose con guerritas, manténganlos protegidos. El que
muchos de ellos sean o hayan sido reservistas no garantiza
nada, la experiencia acumulada durante años por un ejército,
por un verdadero ejército, no es posible reproducirla en unas
cuantas semanas, por mejores que sean sus jodidas
intenciones. Lo peor que nos puede ocurrir es que los
“promotores de la paz y la comprensión entre los pueblos”
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queden atrapados entre fuego cruzado, los redentores siempre
acaban crucificados.
Prioridad uno – Enfatizó colocando el índice izquierdo
sucesivamente sobre los dedos índice, cordial y anular de la
mano derecha. – proteger a los civiles israelíes, prioridad dos,
que en la confusión no se introduzcan a Israel terroristas
musulmanes, prioridad tres, cero bajas del ejército.
Además está estrictamente prohibido que ustedes entren a la
Franja de Gaza, si tienen que disparar debe ser en respuesta a
un ataque, bajo ninguna circunstancia disparen primero y
deben hacerlo desde aquí, desde esta torre o desde cualquier
punto detrás de la línea del armisticio, no pueden colocar ni
siquiera la punta de la bota más allá de esa línea.
Voy a seguir el recorrido en Erez Bet, Gimmel y Dalet y en
sesenta minutos estaré de regreso. No quiero sorpresas
Schneider, usted siempre dice que las mujeres pueden
responder tan bien como los hombres: hoy lo va a demostrar.
Observó el reloj.
– En ocho minutos empieza la función.
– Están huyendo, van armados.
Indicó la Soldado Rodríguez.
– ¿Cómo que están huyendo?, ¿quiénes?
Preguntó Fainstein. Burman le colocó en la mano unos
binoculares de vista nocturna, desde las casas cercanas a la
frontera salían vehículos sobrecargados de personas, en el
interior por lo menos duplicaban el cupo normal de cada
transporte, otras viajaban en las bateas de las camionetas o
sentadas sobre el capacete de los automóviles o dentro de las
cajuelas, que llevaban abiertas, casi todos portaban armas
largas, partían a velocidad inmoderada con las luces
apagadas, enfilaban rumbo a Beit Lahiya.
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Daniela, Osher, Esther y Chaim Govesenzky colocaron sus
armas en posición de tiro.
– No disparen, mi orden fue precisa, la única acción
justificable es en respuesta a fuego enemigo.
Indicó tajante el capitán Fainstein.
– Mantengan la vigilancia y sigan las indicaciones al pie de la
letra, los yihaidistas ya se percataron de su inferioridad
numérica para resistir aquí, quizá eso resulte benéfico para
estos locos; se van a hacer fuertes en la Conjunción Norte de
Gaza, al Este de Beit Lahiya, o fijarán la contención en ese
laberinto demencial de Jibaliya, eso lo sabremos muy pronto.
Si ellos no disparan déjenlos marcharse, limítense a
observarlos, no estamos autorizados para intervenir sin
evidencias contundentes de que ellos dispararon primero
sobre instalaciones militares.
El Capitán avanzó tres pasos y casi al empezar a descender
los escalones volteó hacia la Oficial Schneider.
– Para que esté usted a gusto Teniente, ocho de los diez
refuerzos son mujeres, mazel tov.
Con furia Daniela quitó el seguro del Galil al tiempo que
giraba el cuerpo ciento ochenta grados con el rifle apuntado
hacía el techo, trató de hacer el mayor ruido posible con este
movimiento pero estaba segura de que Fainstein no se había
inmutado, enseguida movió la cabeza hacia los lados
reconociendo para sí misma que el Capitán la había atrapado
de nuevo en su juego recurrente, – Es un macho insufrible, un
cerdo sexista. – dijo por lo bajo y enseguida salió al corredor
perimetral de la torre. Ordenó revisar la situación del blindaje
por los cuatro costados y cambiar a cargadores con salvas, –
No olviden sacar la bala de la cámara de detonación, revisen
dos veces que el cargador que retiran contenga la munición
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completa, veintinueve balas, presionen la última bala con el
índice para confirmar que no queda espacio en el cargador. –
tomó el megáfono mientras pensaba qué iba a decir, poco a
poco su enojo disminuyó.
Desde que había realizado el servicio militar sentía que
en el Tzáhal, las Fuerzas de Defensa de Israel, estaba su lugar en
el mundo, sin embargo la misoginia de algunos de sus
integrantes le provocaba serias dudas sobre lo que el futuro le
deparaba en esa forma de vida, algunos oficiales como
Fainstein utilizaban el cargo para proyectar sus frustraciones,
eran expertos en generar odios. En cuanto llegaron los
refuerzos y los camarógrafos, distribuyó las posiciones.
– ¡Alto!, están invadiendo zona reservada para operaciones
militares, den vuelta de inmediato, esta es la primera
advertencia, ¡Alto!, den vuelta y regresen por donde vinieron,
dispararemos si no se detienen.
Tras las otras dos advertencias doce militares
dispararon salvas al aire mientras sus compañeros se
mantenían en alerta ante cualquier reacción desde Gaza,
noventa segundos después repitieron los disparos y ciento
ochenta segundos más tarde percutieron las salvas por última
vez, con tan eficiente coordinación que cada descarga sonó
como un único y contundente disparo. Desde la parte alta de
la torre un camarógrafo grabó la acción, el avance no se
detuvo ni siquiera un segundo, no obstante el procedimiento
reglamentario se había cumplido.
En cuanto llegaron a la línea divisoria los operadores
empezaron a retirar con todo cuidado sección por sección del
muro de concreto y a desmontar la alambrada, a los
maquinistas no parecía importarles la presencia militar, en
clave Daniela envió el primer mensaje al Mayor desde el
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teléfono satelital, eran las 0333, – Algún cabalista está detrás
de esto. – pensó.
En algunas casas cercanas a la zona de control
empezaban a encender las luces, tomó un rifle M89SR, apuntó,
la mira telescópica infrarroja le permitía ubicar el blanco en la
oscuridad, – Si arman lío me los chingo. – dijo en castellano, a
media voz, recordando ese término de múltiples significados
que había aprendido durante sus vacaciones en México.
– Esa no es buena palabra para una señorita. – Señaló
sonriente Froiem en el mismo idioma, con marcado acento.
Atrás de la maquinaria la avanzada estaba lista.
– Daniela, Esther, Osher vengan a ver esto.
– ¿Ahora qué ocurre Froiem?
– Miren, obsérvenlo con sus propios ojos, por primera vez en
mi vida puedo decir que lo he visto todo, ya puedo morir
tranquilo. El primer frente está formado por falanges de
religiosos, jaredim en formaciones griegas de ataque, esto es
insólito, contradice el carácter pacifista de los ultraortodoxos
y, vaya, que utilicen ese alineamiento es increíble, conozco
bien su aversión a todo lo que les recuerde la profanación
helénica del Templo.
– No traen armas.
– ¿Qué dices Osher?
– Que son una avanzada pacífica, sin armas, únicamente
llevan los escudos blindados, los estandartes y toletes, ¿te das
cuenta? Además el sincretismo lo han llevado al extremo, los
portadores de los estandartes llevan un arnés como los que
utilizaban los samuráis en el medioevo japonés: religiosos
judíos que combaten desarmados, en formaciones griegas y
con banderas de inspiración japonesa. Ver para creer.
–Pero los estandartes no tienen nada, son simples rectángulos
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de tela azul, sin símbolos ni letras, qué extraño. Esto huele
raro.
Mencionó Chaim Govesenzky.
– Están locos, los estandartes los convierten en un blanco fácil
y esos escudos son para motines urbanos, la malla del blindaje
apenas puede detener balas de calibre 22 a diez metros de
distancia y que yo sepa nadie se anda con esas pequeñeces por
aquí. Al primer disparo de M16 o de Kalashnikov van a
derribar hasta la tercera hilera, va a ser como botar con el
índice la ficha del frente del dominó, ¿viste?, las demás
empiezan a caer una tras otra, clanc, clanc, clanc.
Comentó la Teniente con una mezcla de ironía y
preocupación.
– Bueno, también llevan talit katán.
– ¿Es broma?, Osher, los jaredim siempre llevan puesto el talit,
es como su segunda piel, pero dudo mucho que les garantice
la protección divina por más largos que tengan los tzitziyot.
Hace rato que se no ve a Dios por estos rumbos.
27. 27
II
Enrique provenía de una antigua familia sefardí
convertida al cristianismo en el siglo XVI por razones de
supervivencia, en una vitrina de cedro labrado, colocada en el
recibidor de su casa en la ciudad de Antigua, estaban
guardadas las reliquias de la familia: dos viejas lámparas de
aceite, una Séfer Torá dentro de un portarrollos de cerámica,
en miniatura, con las cincuenta y cuatro parashiot escritas con
pluma de ganso en pergamino kosher, una gastada kipá
ceremonial de seda azul bordada con hilo de oro, una Janukiá
de bronce con baño de oro, dos charolas de bronce, una de
plata con agarraderas de latón dorado y la vetusta Menorá de
plata labrada que había sobrevivido a trescientos años de
persecución de la Inquisición Española, un delicado trabajo de
orfebrería que se remitía a los maestros toledanos del siglo X.
Su pátina y melladuras daban fe del tiempo que permaneció
escondida, enterrada primero, más tarde oculta en una
chimenea que fue testigo de fríos inviernos sin fuego en el
hogar o bajo las tablas de un establo, en el rincón que jamás
piso pezuña alguna; de generación en generación la ubicación
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del candelabro ceremonial fue el secreto mejor guardado por
la familia Bartomeu, hasta que los aires independentistas
llegaron a Guatemala se permitieron airearlo, al principio con
precaución extrema. A lo largo del siglo XIX miles de familias
criptojudías fueron recuperando su identidad pública en
Latinoamérica, el apego a las tradiciones ancestrales pudo más
que el odio visceral y destructivo de la “Santa” Inquisición, la
más sanguinaria de las instituciones coloniales del Imperio
Español y de su interesada cómplice, la Iglesia Católica.
A pesar de conocer y comprender las angustias y
sufrimientos de sus antepasados, Enrique Bartomeu no se
consideraba religioso, a la muerte del abuelo su padre había
relajado bastante el ceremonial, si bien nunca dejaron de
contribuir a la sinagoga y de apoyar a la comunidad en los
momentos necesarios.
El día que Enrique informó al viejo Eleazar que se
casaría por lo civil con una mujer goy, su padre reclamó
indignado.
– ¡A la gran chucha!, lo bueno es que vuestra madre no vivió
para verlo, mucho le hubiera dolido el alma de pensar en que
vino a acabar tanto dolor y privaciones de los nuestros
ancestros, tanto llanto contenido mientras se hincaban en las
misas o comían cerdo frente a los goyim para no acabar
devorados por el fuego y vos olvidás todo y te unís a una de
ellos. No te desheredo porque no tengo otro hisho al que darle
lo que tengo y porque tampoco te afectaría en nada, tu ganas
más dinero que yo.
Cada cual hacé su vida hisho mío, la decisión que tomás la
respeto aunque me desgarre por dentro. Eres toda la familia
que me queda, si te declaro muerto a qué árbol me arrimo.
Nada más pido a vos, Enrique, que por HaShem, por vuestra
29. 29
Ima, nunca olvidés cual es vuestro origen. El dolor y el temor
en el que vivieron los nuestros abuelos nos obliga a con ellos,
nuestras creencias no son una tu chumpa que podés quitarte y
colgar en el armario para acordarte de ella sólo cuando llueve.
Con los años Enrique y Valentina tuvieron dos hijas,
Myriam y Judith, su educación hizo surgir la cuestión
religiosa, Enrique le daba vueltas al asunto para evitar
conflictos con su esposa, los suegros presionaban para que las
bautizaran en una pila de agua bendita y él escuchaba
aterrado los comentarios sobre las fastuosas ceremonias y
fiestas de primera comunión a las que los señores Pérez Mitre
acudían, – Tan hermosa que se veía Clarita Portillo Santacruz
con su vestido de blanca seda, su breviario con tapas de marfil
y su rosario de perlas perfectas engarzadas en oro. –
Comentaba con envidia la suegra. – Si no te conviertes al
catolicismo nunca vas a ser aceptado del todo por la alta
sociedad guatemalteca Quique, por nuestros buenos oficios te
toleran pero no te sueltan prenda; los buenos contratos están
con ellos, con los de la Fraternidad Internacional de Hombres de
Negocios del Evangelio Completo, para que te inviten a sus fiestas
y mejoren tus relaciones necesitas liberarte de tu estigma, ser
perdonado por Dios Nuestro Señor. – Le espetaba el suegro
cada tanto. En esas ocasiones lanzaba miradas de auxilio a su
esposa y ella, no siempre de la mejor manera, marcaba el alto
a sus padres o llevaba la charla hacia otros derroteros.
Un viernes al atardecer dedos infantiles tocaron a la
puerta de su estudio, al abrir se sorprendió al ver a Valentina
y a las niñas con la cabeza cubierta con velo y a su padre con
la kipá puesta, no preguntó nada, desdobló las mangas de su
camisa, se puso el saco, abrió un cajón del armario para buscar
una kipá, eligió la de seda blanca y ribetes en dorado, señal de
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que para él esta era una celebración muy importante, y fue a
lavarse las manos. En el comedor Valentina encendió las velas
mientras oraba –Shalom aleihem, malahei hasharet…–
tuvieron el primer Kabalat Shabat de su vida de casados.
A partir de ahí empezaron a participar en pareja en
algunas actividades de la comunidad sefardí y a sufrir, en
consecuencia, el continuo acoso de las matronas que insistían
en que también debían casarse bajo la jupá, esa posibilidad la
habían considerado algunas veces, era la misma presión la que
los hacía resistirse, estaban a la espera del momento adecuado.
Su vida no tenía sobresaltos, el trabajo de Enrique como
arquitecto proporcionaba lo suficiente para pasarla sin
apremios, había sabido mantenerse lejos de los contratos de
obras públicas que igual enriquecían en poco tiempo a sus
colegas que los empobrecían con mayor celeridad, era
frecuente que la voracidad de los funcionarios del gobierno
hiciera quebrar a los constructores; ellos no iban en camino de
forjar una gran fortuna pero sus recursos mantenían un nivel
prudente. Valentina tenía algunas clases en la universidad,
cosía muñecas de trapo y se encargaba de las cuestiones
administrativas del despacho de arquitectos de su marido, no
quería buscar el tiempo completo académico mientras sus
hijas estuvieran pequeñas, conocía de sobra la situación de
gran parte de sus compañeras metidas de lleno en la carrera
de las ratas en el campus, la acumulación de puntos, el
continuo interés por sumar méritos académicos y el cuidarse
de empellones y traspiés ocupaba de tal manera sus vidas que
la formación de sus hijos había quedado a cargo de los
maestros de educación básica y las empleadas domésticas. La
mayoría de sus compañeras había sacrificado el amor por la
cátedra en aras de la politiquería universitaria, el escalafón
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como dogma, la titularidad como emblema de pertenencia a la
nobleza académica y el decano como sacerdote ungido,
apenas un escalón debajo de la suprema autoridad del rector.
Ninguna universidad del mundo escapa a esas situaciones.
Sobrevivieron los años de la guerra sin nada grave que
lamentar, de la misma manera resistían la creciente
inseguridad que había provocado la desmovilización cuando
se firmó la paz, toda esa gente con armas y sin ocupación fija
había terminado por formar grupos de bandoleros que tenían
a las comunidades de origen hebreo entre sus víctimas
propicias para robos y secuestros. No resultaba extraño que
antiguos militares y guerrilleros, enemigos acérrimos durante
décadas, ahora fueran socios en negocios criminales con el
beneplácito de los gobernantes en turno. Familias judías de
Guatemala estaban emigrando a Florida, las señoras de la
comunidad comentaban alarmadas en las reuniones que en
Miami costaba una fortuna tener empleadas domésticas y el
trato no era lo mismo, – Esas cubanas son unas insolentes. –
aunque a cambio vivían sin el temor a los raptos y había
menos hurtos.
Durante el último Seder de Pesaj don Eleazar, en cuyo
rostro asomaban las huellas de la edad, les propuso a su hijo y
a su nuera.
– ¿Y si esta vez hiciéramos realidad el brindis: el año que
viene en Jerusalem?, no sentís que necesitamos un cambio, los
cinco; las cosas aquí cada día se tornan más violentas, cómo
voy decir algún día a las mis nietas “novia que te vea” si los
novios se han ido, juyido, como dicen los compadritos. La
casamentera nos va a costar la mitad del patrimonio buscando
maridos por todo México, Estados Unidos o Canadá y la
familia, sin que lo podamos evitar, va a acabar desperdigada,
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ustedes aquí, una de ellas en Nueva York, otra en Filadelfia o
en Toronto, la Misericordia Divina nos brinde su protección, el
fin de los Bartomeu. No, no voy a volver a insistir en que
tengás otro hisho, eso es asunto zanjado, ustedes saben su
vida y no importa el apellido, importamos nosotros, la familia,
permanecer unidos hasta que HaShem nos llame a rendir
cuentas.
Hijos, estoy cansado, la mí espalda se dobla bajo el peso de los
años, cada vez que mido otro metro de tela pienso cuántos
metros me faltan por medir, el entusiasmo se me ha esfumado,
se largó con mi lozanía el infeliz; comienzo a actuar
mecánicamente, la rutina vil, ni siquiera me preocupa ahora
que tras el primer tijeretazo siga perfecto el corte a todo lo
ancho de la tela, eso había sido siempre mi máximo orgullo,
vos lo sabés, los cortes impecables, rectos. Me molesta hacer
las cosas sin el debido cuidado, sin sentirlas, sin más objeto
que el negocio y ni eso; no me alegra igual que antes el sonido
de los centavitos de quetzal cayendo en la caja registradora,
eso no es justo para este su viejo ni para la mi clientela, perdí
el estilo, me sofoco pronto, quiero venderla mi tienda pero si
vendo no me queda nada más que hacer aquí. Es posible que
en Eretz Israel haya un algo en lo que un anciano decrépito
pueda ayudar, quizá haya un algo para ustedes, todos los
nuestros se van y ser los últimos yudíos de Guatemala no nos
será reconocido como mérito por nadie, no va a quedar nadie
para aplaudir nuestra hazaña.
Enrique y Valentina cruzaron la mirada atónitos, nunca
habían pensado en esa posibilidad, no tenían la menor idea de
cómo era Israel, de hecho jamás se habían planteado la
posibilidad de abandonar Guatemala y aún dentro de su
comunidad era bastante más frecuente refugiarse en Estados
33. 33
Unidos que retornar a Israel. En Guatemala tenían su hermosa
casa en Antigua, un búngalo en Atitlán, relativamente cerca
del lago, cuando necesitaban quedarse en la Capital estaba la
residencia del abuelo en la Zona Cuatro, además de la
modesta casa de playa en Puerto San José, en la costa del
Pacífico, también de don Eleazar; en términos generales vivían
mejor que la media, por lo que no consideraban que hubiera
una buena razón para dejar la tierra donde habían nacido.
Iban de vacaciones a Florida, a Costa Rica o a Puerto
Rico, con relativa frecuencia viajaban a Ciudad de México o a
Monterrey por negocios o por compromisos familiares, pero ni
por casualidad Israel les había atravesado por la mente, no se
explicaban de dónde salía ahora el abuelo con esa loca idea.
Después de platicar el asunto entre ellos, medio en
broma medio en serio, decidieron empezar por conocer Eretz
Israel, la tierra prometida, le propusieron a don Eleazar tomar
unas vacaciones para Rosh HaShana.
Enorme fue su sorpresa cuando, al investigar, vieron
que la extensión de Israel era apenas la quinta parte de
Guatemala, ellos que pensaban que vivían en un paisito, esa
fue la primera de muchas cosas que les llamarían la atención.
Myriam tenía cinco años y Judith tres cuando pusieron
pie por primera vez en tierra de la que habían salido sus
antepasados tres mil años atrás para asentarse en la península
Ibérica, la mítica Sefarad, en la vecindad de las colonias
fenicias y griegas.
Por recomendación del Rabino Zacarías no tomaron
uno de tantos tours que les ofrecían en la agencia de viajes,
rentaron un departamento de Herzliya, a unas cuadras de la
orilla del Mediterráneo. Alberto Ayadón, un maduro olé
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argentino, jubilado, se puso a su servicio como guía y
conductor con su gastada vagoneta Toyota, símbolo de una de
las máximas premisas israelíes: si funciona no lo cambies, que
lo mismo aplica a electrodomésticos que a vehículos e incluso
a autoridades, algunos alcaldes han sido reelectos en cinco o
seis ocasiones. A través de Alberto conocieron a muchos
sudamericanos que habían hecho aliyá y por ellos supieron lo
que realmente implicaba vivir en Israel, a pesar de que la
subsistencia no era fácil todos se sentían orgullosos de haber
tomado esa decisión.
Anduvieron de Rosh Hanikra a Eilat, de Haifa a las
colinas del Golán, de Ashkelon a Ein Gedi, estuvieron en
todos los sitios de rigor: Akko, Metula, Megido, Caesarea,
Tiberias, Jericó, Masada, el Mar Muerto, Sde Boker, Hebrón. A
don Eleazar el viaje le había sentado de maravilla, parecía
haber rejuvenecido veinte años.
Valentina se veía en aprietos por momentos, no se
atrevía a preguntar abiertamente por lugares sagrados para su
anterior religión, aun cuando estaba convencida de que su
sitio estaba en el judaísmo, sentía curiosidad por conocer los
sitios que habían sido sus referentes en la infancia y la
adolescencia, su anciano suegro se percató del dilema y como
por causalidad mencionaba.
– ¿Y si mañana vamos a Betleheim?, no perdemos nada con
ver la cueva donde dicen que nació el Rabí Joshua.
– ¿Ya que estamos en el norte por qué no visitamos Nazaret?
– ¿A vos hija cuál os parece que sea el verdadero sepulcro, el
que está al final de la Vía Dolorosa o el que se encuentra fuera
de la ciudad amurallada?, quizá sea mejor ir a los dos y
nuestras propias conclusiones sacar, que igual ninguno es. Leí
qué, un par de años hace de eso, encontraron otra sepultura de
35. 35
un hombre llamado Joshua Ben Joseph, también en Jerusalem,
con esa suman tres, es probable que ese nombre fuera bastante
común en aquellos años.
Un buen día abordaron en Tiberias un barquito de
madera para recorrer el lago Kineret, Enrique no pudo evitar
comentar con sorna.
– Cuando Jesús recorrió el entonces llamado Mar de Galilea,
acompañado de los pescadores que conformaban su grey, el
barco no podía haber ostentado una cruz, la cruz fue lo último
que le sucedió a ese santo hombre en la vida y no nada más a
él, cientos de miles fueron crucificados durante siglos para
mantener la supremacía del Imperio Romano. La cruz fue
asumida como símbolo religioso bastante después del deceso
del Rabí, sin embargo estas barcazas que pretenden recrear a
las de aquella época tienen una cruz como mástil, eso sin
tomar en cuenta que funcionan a motor, lo que hace aún más
burdo el montaje; pero eso sí, te venden la idea de recorrer el
lago en una barca de pescadores como en los tiempos en que
Jesús predicaba por estos rumbos. Alguien está llevando las
cosas demasiado lejos con tal de sacarle dinero a los turistas.
– Por lo menos tuvieron la precaución de retirar del agua las
piedras sobre las que caminó el Rabí.
Se burló don Eleazar restándole importancia al
comentario de su hijo, mientras volteaba a izquierda y
derecha, temía que les hubiera escuchado alguien que hablara
castellano. Las niñas estaban felices, corrían y saltaban por
todas partes, si acaso a Judith había que cargarla un rato por
las tardes porque sus pequeñas piernas no daban más; en
cuanto tenían algún momento libre las dos se iban a jugar a
alguno de los muchos parques que hay en todas las
poblaciones de Israel, la preocupación que sienten en el país
36. 36
por los niños contrasta con el carácter habitualmente hosco de
sus habitantes, Sabras al fin, son espinosos por fuera y dulces
por dentro.
A Enrique le incomodaban una serie de casualidades,
parecía que en cada lugar los estuvieran esperando, siempre
había un erudito religioso dispuesto a guiarlos, a resolverles
sus dudas, a acompañarlos. Con regularidad sucedía que
estaba una comida dispuesta con anticipación, aún en lugares
de la Iglesia Católica o de la Iglesia Ortodoxa e inclusive en
esos sitios lograba percibirse la presencia discreta de tres o
cuatro jaredim, era consciente de que les concedían una
importancia que ellos no tenían y resultaba notorio que los
turistas convencionales no eran objeto de las mismas
atenciones.
– ¿No estarán conduciéndonos a una trampa?
Le preguntó una mañana a Valentina.
– ¿Quién y para qué?, sos paranoico Enrique, vos y yo no
somos nadie, aún padre no destaca entre la comunidad por su
fortuna, es buen comerciante, respetable, pero no es temido, ni
odiado, vaya ni siquiera envidiado. Todos saben el trabajo que
le ha costado lo poco que tiene, él lo dice en todo momento: a
los Bartomeu nos pueden alzar por los tobillos y no obtendrán
nada, lo único que nos sacarán de los bolsillos serán unos
céntimos de quetzal, nuestro único patrimonio es el trabajo. Es
probable que sean amigos del Rabino Zacarías y al atendernos
manifiestan el aprecio que le dispensan, a fin de cuentas él fue
quien nos puso en contacto con el dueño del piso, con la OLEI
y con Alberto, por cierto, ¿viste vos cómo se tensa nuestro
querido guía cuando está cerca de los jasidim?
– Pobre, esta es una dura prueba para él, un veterano
combatiente socialista y ateo teniendo que llevarnos a través
37. 37
de sitios religiosos, únicamente en Sde Boker estuvo a sus
anchas, mostrándonos orgulloso la austera vivienda donde
vivieron David Ben Gurion y Paula Monbesz y hablando de
los ideales sionistas. Su discurso frente a las tumbas en los
jardines del mirador fue un derroche de pasión, los ojos se me
llenaron de lágrimas, ¿no te parece que todo el país es un
inmenso museo, que nuestros anfitriones más que personas
son personajes?
– No, discúlpeme usted señor Arquitecto Bartomeu pero esta
vez no estamos de acuerdo, mi impresión es opuesta, si en
algún lugar he logrado sentir la intensidad de la vida es este.
La religiosidad extrema de las comunidades ultraortodoxas y
el espíritu de colectividad de los sionistas son dos aspectos
esenciales del judaísmo, aspectos vigentes, vivos, dos de
muchas partes que se complementan, porque ellos son los
extremos pero en medio hay una gran variedad de maneras de
entender y vivir la fe y la ética de nuestro pueblo y aquí en
Israel todas esas formas conviven cada día, se toleran,
negocian y por momentos también se confrontan, cierto, pero
siempre construyen, trabajan, coinciden en un aspecto
esencial: la tierra, la tierra prometida. Me siento orgullosa de
ser judía.
– Vaya declaración de principios, en el Colegio Monte Sinaí
hubieras obtenido sobresaliente, ten cuidado o acabarás
convertida en una yiddish Ima, preparando guefilte fish con la
receta de la abuela y educando a nuestras hijas para que sepan
cómo atender a sus maridos.
– Eso quisieras vos, quedar libre del tormento de lavar la loza.
– Mi padre está que no cabe de dicha, igual que las niñas, pero
no ha vuelto a decir nada de venir a vivir aquí.
– Es discreto, no ha pronunciado ni media palabra al respecto
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pero estuvo indagando en el hotel de retiro en Nahariya, creo
que le atrajo la idea de aprender macramé y tener una hora
diaria de natación en la pileta.
– Sí, recuerdo que lo sorprendí admirando las nalgas de una
enfermera rusa.
– Vos sos un macho vulgar, no podés negar tu origen chapín.
– Cuidado, ahí viene Alberto seguido de nuestros benefactores
del día.
– Al final verás que no pasó nada, miedoso.
Al Muro Occidental acudían una vez por semana,
cuando se aproximaba la fecha contemplada para su regreso a
Guatemala decidieron realizar la que, pensaban, sería su
última vista; al iniciar el día dejaron en el Museo de Jerusalem al
abuelo con las niñas, acompañado de Lucy, una pianista
bielorrusa, jubilada, guapa, pequeña y vivaracha, que cuidaba
niños de cuando en cuando para sentirse activa y permitirse
pequeños lujos que estaban fuera del alcance de su menguada
pensión. Se quedaron instalados en la hermosa área destinada
a los niños, Judith de inmediato se subió a una escultura que
representa dos manos unidas, vació arena en la parte superior
y bajó corriendo para observar divertida como caía, desde la
estrecha separación entre las palmas de las manos, una
cascada de minúsculos granos que brillaban al recibir la luz
del sol.
Mientras tanto Alberto condujo a Valentina y Enrique
al Museo Yad Vashem, durante el recorrido por las salas puso
especial énfasis en el hecho de que, sin importar que ellos no
hubieran perdido a ningún familiar cercano en la tragedia,
eran receptores de la atroz afrenta que había significado la
Shoá. El delito de millones de personas no fue otro que ser
diferentes, no ser arios ni estar de acuerdo con el ideario nazi,
39. 39
porque en los campos de exterminio además de judíos
murieron disidentes políticos alemanes, testigos de Jehová,
gitanos, homosexuales, discapacitados físicos y mentales,
combatientes rusos.
– En este sitio – Les mostró la Sala de los Nombres, el
impactante archivo cónico excavado en la roca. – existe un
cartapacio por cada uno de los nuestros que estuvo en los
campos de exterminio durante la Segunda Guerra Mundial,
mirá, los diferentes museos de la Shoá en el mundo se
preocupan por reunir información fidedigna de todos y cada
uno de los seis millones de seres cobardemente asesinados por
los miembros de las Waffen SS y sus secuaces, hasta ahora
contamos con datos de más de tres millones y medio de
personas: pasaportes, acreditaciones, cartas, dibujos,
fotografías, setenta y cuatro millones de páginas de
información relacionada con el Holocausto. Cada prueba de
una existencia que se consigue en uno de los museos es
codificada y cargada en todas las bases de datos de inmediato,
resulta impresionante la cantidad de información que todavía
va apareciendo por aquí y por allá, a más de sesenta años de
distancia, muchas veces por casualidad. Como el diario y los
dibujos de Petr Ginz que permanecieron guardados dentro de
una valija en un ático de Praga, hasta que ocurrió aquella
desgracia de la nave espacial Columbia que se desintegró al
entrar en la atmósfera, en el 2003 si la memoria no me falla.
Entre los tripulantes de la nave estaba Ilán Ramón, el primer
astronauta israelí, él había pedido a los administradores de
este museo, de aquí donde estamos ahora, algo significativo
para llevar a su viaje por el espacio exterior, ellos le
proporcionaron la copia de un dibujo a lápiz de un paisaje
lunar realizado por Petr, un chiquillo que devoraba las obras
40. 40
de Julio Verne y que murió en Auschwitz con tan sólo
dieciséis años. Al ocurrir el accidente y salir en televisión la
ilustración que llevaba el astronauta, Jiri Ruzicka, un residente
de Praga, recordó que tenía guardados unos dibujos parecidos
en su desván, al revisar entre esos papeles encontró también el
diario que el muchacho había escrito, ahora todo eso está aquí,
además de que el diario fue publicado en varios idiomas por
Chava Ginz, la hermana de Petr, ella logró sobrevivir y vive
aún, en un pequeño poblado cerca de Beersheva, he platicado
con ella un par de veces.
En la medida en que preservemos el recuerdo de esos seis
millones de tragedias personales mantendremos viva la
memoria colectiva. Conservaremos la puerta abierta para que
más y más información sea localizada, no puedo entender por
qué no hacen esto mismo los rusos, los alemanes, los polacos,
los franceses, los gitanos, recuperar la identidad de sus
muertos es la mejor forma de prevención contra el olvido,
recordar es una forma de evitar que la historia se repita.
Documentar, para que locos de atar, como el Mahmud
Ahmadinejad ese, no osen negar o minimizar los hechos,
porque el nazismo ahí sigue con los skinheads en todas las
barriadas europeas, con el odio a los emigrantes, con la semilla
de los viejos SS en los ejércitos sudamericanos, les aseguro que
no es coincidencia que el mayor número de desaparecidos
durante los años sangrientos de la Operación Cóndor haya sido
de judíos argentinos.
Mirá que vosotros, los sefardíes, deberíais hacer lo mismo con
las víctimas de la Inquisición Española, esos ilustrísimos hijos
de su pérfida progenitora, aunque de seguro muy ferviente.
Estáis obligados a recuperar los datos de todos los torturados
y asesinados en nombre de su Iglesia, esa que según ellos es
41. 41
“Una, Católica, Apostólica y Romana”, una, sólo una, la
verdadera, la de ellos. Qué cara dura tienen, cómo pueden
atreverse a decir tamaña barbaridad, su retórica es tan
trasnochada, tan pobre y maniquea, que equivale a la de los
fanáticos del Islam que afirman que Alá es uno y Mahoma su
profeta, la concha de su tía, acaso es tan difícil entender que
cada cual tiene derecho a creer en lo que quiera y que el resto
del mundo viva en paz.
Es importante registrar los hechos, porque, ¿viste?, en el caso
concreto de los inquisidores y las otras tantas lindezas de la
época de la Colonia, los españoles han resultado muy
olvidadizos. De pronto han dejado en el pasado el daño que
causaron a los pueblos indígenas de América, a los judíos que
llevaban más de dos mil quinientos años asentados en la
península Ibérica y también a los árabes que estuvieron ahí
por más de siete siglos, que se dicen fácil. A los gachupines les
resulta cómodo olvidar, dejar que el agua pase bajo el puente,
pero eso sí, se llenan la boca para acusarnos de ocupar los
territorios palestinos, ¿de qué ocupación hablan esos
atorrantes?, ¿cómo vamos a ocupar un país que no existe y
que jamás existió en el pasado?, ¿captás?
Ellos se ocuparon medio mundo y lo sangraron, vaya que si lo
sangraron, no hay agua que alcance para lavar tanta sangre.
Durante tres siglos cargaron con todo lo que encontraron a su
paso y asesinaron al que se les puso enfrente y ahora sin
ningún remordimiento se erigen en nuestros jueces y se
pasean orondos por Las Ramblas con la kuffiyah al cuello, ese
pañuelo terminará por ahorcarlos, amnésicos e ignorantes van
rumbo al matadero, espero no vivir para ver a las niñas
españolas con la burkha, arrastrando la mirada gacha por las
calles.
42. 42
Perdón por la rabia, pero me parece inconcebible que España
sea el país con mayor antisemitismo en todo Europa, su
cinismo me reta, para ellos yo soy objeto de discriminación
por partida triple, por ser viejo, por ser judío y por ser sudaca.
Muy diplomáticos eso sí, se disculparon por expulsar a un
pueblo que llevaba siglos en la península Ibérica, se
disculparon por sus abusos en América, ¿y el parné?, ¿dónde
quedó la pasta que se embolsaron?, ¿y la de gallegos que nos
dejaron allá?, ¿y los recursos que todavía nos exprimen con
sus petroleras, sus bancos y sus telefónicas?, a pesar de la
rabia que me provocan no les deseo ningún mal, pero no
comprendo su ceguera, no me cabe en la cabeza que no sepan
reconocer quién es su enemigo. Mientras andan encandilados
con las supuestas inversiones de los emiratos, el Islam repta al
acecho para recuperar Al Andaluz, lo del once de marzo fue la
primera advertencia.
Después del almuerzo se dirigieron juntos al Kotel,
Valentina, Myriam y Judith, con las cabezas cubiertas,
entraron a la sección de mujeres acompañadas por Jaia, joven
esposa del Rabino Oheb Montefiore, de la Yeshivá Mercaz
HaTalmud Torá; Enrique, Eleazar, Alberto y el Rabino entraron
a la sección más amplia, la destinada a los hombres.
En la zona femenina había un pequeño jaleo, maduras
mujeres jaredim discutían con un grupo de rabinas
reformistas que trataban de orar con el talit gadól sobre la
cabeza y el tefilín colocado en la frente y el brazo izquierdo, en
el área abierta, las ultraortodoxas insistían en que utilizaran el
espacio reservado, a lo que finalmente accedieron las rabinas,
como siempre.
– Es parte del ritual – le explicó Jaia a Valentina – para
nosotros las mujeres no deben ser rabinas ni utilizar talit ni
43. 43
filacterias, si ellas consideran que pueden hacerlo está bien, lo
que les pedimos es que no lo hagan en público por respeto a
nuestras creencias y las de otros sectores judaicos, sin
embargo ellas insisten en hacerlo abiertamente y así seguirán.
A fin de cuentas son judías y la terquedad es una de nuestras
características, el problema es que no saldrá nada bueno de
confrontar terquedad contra terquedad. Oheb me ha dicho
que HaShem, en Su Sabiduría Infinita, nos bendice dándonos
enemigos para que no nos destrocemos entre nosotros
mismos, quizá tenga razón… ¿Por qué me ves así Valentina,
dije algo que te molestara?
– No Jaia, discúlpame, pero no me parecía que vos fueras una
mujer sumisa.
– No lo soy, no lo somos las mujeres religiosas, nadie nos
obliga a vestirnos así y si aceptamos quedarnos en casa es
porque consideramos que es mejor para la familia el que exista
una distribución de responsabilidades. Observa lo que ocurre
en muchas familias reformistas, el hombre y la mujer trabajan
y entonces la educación de los hijos queda a cargo de la
televisión, se supone que quieren brindarles a sus niños
mejores condiciones de vida pero únicamente consiguen
darles más dinero a cambio de casi nada de atención, para qué
entonces traerlos al mundo, los niños necesitan del amor de
sus padres. No pretendemos imponer nuestra razón,
respetamos la decisión de cada cual, nosotras consideramos la
maternidad un privilegio y vivimos sin televisores ni aparatos
costosos porque esas cosas producen insatisfacción, la
austeridad y la dedicación son nuestra forma de realización. A
las que consideraban opresivo nuestro ambiente las hemos
visto marcharse, algunas se instalaron a menos de dos cuadras
de Mea Sharim, con eso es suficiente para librarse de nuestras
44. 44
“cadenas”, no hay resentimientos, aunque es inevitable que
los lazos de convivencia se desgasten, ninguna cuerda resiste
demasiada tensión. No es fácil hablar de esto.
– Lo sé, estoy consciente de que en muchos casos ocurre como
vos cuentas, pero en otros, hombre y mujer comparten la
responsabilidad en la educación de los hijos y pueden
atenderlos sin tener que renunciar a desarrollarse en su
profesión. Eso no significa que critique vuestra forma de vida,
me parece bien siempre que sea asumido como una opción, a
fin de cuentas hay muchas maneras de afrontar la existencia.
– Por supuesto, además ninguna de las manifestaciones del
judaísmo es proselitista, nosotros no pretendemos convencer a
nadie de que adopte nuestras costumbres, sin embargo nos
negamos a que pretendan cambiarlas desde fuera; nuestras
convicciones se nutren en la energía que brota de este Muro,
pueden considerarlas arcaicas, nosotros estamos convencidos
de que son sólidas.
Jaia sonrió a Valentina y a las niñas.
–Todas las opciones son respetables, te agradezco que nos
hayas compartido vuestro punto de vista, ¿Te parece bien si
nos acercamos al Muro para orar?, las niñas quieren dejar un
papelito, aunque se niegan a develarme su contenido, es algo
secreto.
Enrique se colocó la colorida kipá que había comprado
una semana antes a un anciano artesano en la escalinata que
conecta la explanada del Muro Occidental con el barrio judío
de la ciudad antigua, en el tejido estaba primorosamente
plasmada la urbe amurallada, un trabajo grácil y delicado,
digno de estar en la vitrina de la casa en Guatemala pero no
del todo correcto para ir a orar en compañía de un religioso; al
notar la mirada de desaprobación del Rabino, Alberto se le
45. 45
acercó con una sobria kipá de terciopelo negro y le sugirió que
guardara la otra.
Desde que se lavaban las manos con las jarras, en la
explanada, Enrique tuvo la sensación de que algo extraño le
ocurría, entró en una especie de trance cuando colocó la frente
y las palmas de las manos en las piedras de los restos del
Templo que mandó a construir el Rey Herodes sobre los
sillares del Templo reconstruido por los judíos que volvieron
de Babilonia, quienes a su vez lo habían hecho sobre las ruinas
del primer Templo erigido por el Rey Salomón. En cada una
de las visitas anteriores había sentido la atracción de esas
moles, involuntarias protagonistas de una historia milenaria,
no dejaba de sorprenderle la permanencia de su gente a pesar
de siglos de penurias y del tremendo esfuerzo que ha
significado mantener vigente la cultura de un pueblo que
durante casi mil ochocientos años fue considerado extranjero
en su propia tierra; sabía que mucha de esa fuerza emanaba de
la religiosidad, aunque al final se imponía siempre su carácter
racionalista, inquisitivo y laico.
Un par de días atrás un académico de la Universidad
Hebrea de Jerusalem le había planteado sus sentimientos de
culpa, –…un árabe te puede mostrar donde vivían sus
antepasados hace doscientos años, nosotros qué respuesta
podemos dar…– pensaba en eso mientras percibía la frescura
de las piedras en la frente y las manos, cómo es posible, se
preguntaba mentalmente, que un profesor que vive en
Jerusalem no se dé cuenta de lo que les puede contestar,
nuestros antepasados vivían aquí hace cuatro mil años, no
hace doscientos; dos mil seiscientos años antes de la existencia
del Islam había judíos en esta tierra y siguió habiéndolos a
pesar del exilio en Egipto y en Babilonia y de las diásporas
46. 46
romanas, numerosas familias judías han permanecido aquí
por siempre a pesar de los pogromos de árabes, cruzados y
otomanos. Hubo años de esplendor bajo la protección de
sultanes turcos que tuvieron aprecio por el “pueblo del libro”,
también cada tanto resurgían las persecuciones, pero nunca
dejó de haber judíos en la tierra de Israel, caminando
tranquilos por las calles y caminos de Judea, Galilea y Samaria
durante las épocas de tolerancia u ocultos en cuevas en medio
del desierto en épocas de oscurantismo, nunca, desde la
llegada de Abraham, la tierra de Israel ha dejado de ser
sembrada por manos judías, está probado que a mediados del
siglo XIX, todavía en la plenitud del dominio turco, los judíos
eran la población mayoritaria de Jerusalem.
El debate interior fue cediendo lugar al vacío, un vano
que lejos de provocarle angustia le agradaba, perdió la noción
del tiempo mientras estuvo ahí sumido en ese profundo
letargo, una sensación de calma invadía sus sentidos, el
análisis había cedido ante la nada, el bienestar que le producía
ese espacio en blanco, la purificación, el Aleph.
Cuando recuperó la conciencia estuvo más de diez
minutos sin moverse, seguía de pie, a medio metro del Muro
pero ahora dándole la espalda, miraba hacia el frente sin
entender con exactitud que ocurría, una leve sonrisa asomó en
sus labios, destilaba felicidad por los poros. Con lentitud
empezó a recordar donde estaba, notó entonces la ausencia de
sus acompañantes y buscó alrededor, no vio a su padre ni al
Rabino ni a Alberto, salió a la explanada casi corriendo,
tampoco encontró a Valentina ni a sus hijas, empezaba a
desesperarse cuando se le acercó un niño jaredí, de unos diez
años, que lucía largos peyot castaños, rizados, portaba lentes
de montura de pasta y vestía un extraño pantalón que llegaba
47. 47
apenas debajo de la rodilla, largas medias, un impecable
caftán encima del chaleco y la camisa, en la cabeza un amplio
biber hit que le cubría la kipá y buena parte de la frente, todo
en negro, en un día en que la temperatura alcanzaba los
cuarenta y dos grados, uno de los últimos calores con los que
el verano cedía el paso al otoño, Enrique pensó al verlo, que
tenía suerte de no tener que utilizar aún el talit katán, por lo
menos hasta hacer el Bar Mitzvá o hasta que contraiga
matrimonio, eso depende de la corriente religiosa a la que
pertenezca. El pequeño lo abordó mirándolo de manera
imprudente a través de los gruesos cristales de sus gafas y le
dijo en perfecto castellano.
– Señor Zvi Bartomeu, ¿puede acompañarme por favor?
– Zv… ya, sí, mi nombre en hebreo. Sí, soy yo. ¿A dónde
quieres que te acompañe ishto?
– Al lugar donde vivirá una de las más intensas experiencias
de su vida.
– ¿Y esa cuál es ishto?
– ¿Qué es ishto?
– Niño, en mi país así decimos a los niños, pero usted me
intriga ishto, dígame, quién lo envió, de qué experiencia habla.
– La del matrimonio.
– ¿Quién se casa ishto?
– Usted y me llamo Amos.
– Pues déjeme decirle Amos que anda usted errado, en una de
esas me confundió con otro Bartomeu, yo ya estoy casado y
con una mujer maravillosa.
– Pero no ante quien nos brinda su protección eterna.
– Que bien enterado está usted, pues sí, no nos hemos casado
bajo el palio. ¿Y usted? Acaso no puede decir la palabra Dios.
– Zvi, usted sabe que somos insignificantes ante su grandeza,
48. 48
podemos hablar con HaShem pero no debemos hablar de
HaShem, somos indignos de pronunciar su Santo Nombre, el
cumplir con esta pequeña norma es una de las maneras de
manifestarle nuestro agradecimiento por permitirnos
despertar cada amanecer.
– Sí, sí Amos, no vaya ahora a darme ahora un repaso del
Vayikrá, sé de sobra que merezco ser lapidado por mi manía
de afeitarme el rostro cada mañana, pero nunca me he
acostumbrado a la barba. ¿Y qué es eso del matrimonio del
que me habla, tampoco me puede decir de qué se trata?
– Ya casi llegamos.
Contestó Amos secamente, resultó evidente que no le
gustaban las bromas en torno a los asuntos religiosos. Enrique
Bartomeu no sabía qué pensar de lo que ocurría, o ese niño
estaba loco y él era más loco al seguirlo o había una confusión,
pero… ¿Dónde estaban Valentina, las niñas y los demás?
Entraron a una añosa casa del barrio judío de la ciudad
vieja de Jerusalem, tras una pequeña puerta, casi oculta en
medio de un grueso muro de piedra, se abrió como por arte de
magia un cuadrángulo amplio y agradable, con un cuidado
jardín interior, pletórico de verdes y de encendidas anémonas
azules, rojas y violáceas, en el centro los restos de columnas
romanas establecían un curioso contraste con los arcos
medievales del corredor, testimonio de dos de las muchas
ocupaciones que había sufrido la antigua ciudad de los
jebuseos. Bajo un palio adornado con narcisos lo esperaba
Valentina, escoltada por Myriam y Judith, las tres vestían de
blanco, la ropa era de una sencillez exquisita y era evidente
que estaba hecha a su medida; el diseño del vestido de
Valentina resultaba bastante provocador, a pesar de que en
49. 49
realidad no mostraba nada, tan sólo lo sugería, la cubría del
cuello hasta la punta de los zapatos, el velo aumentaba el
volumen de su cabeza y resaltaba su belleza. Se detuvo
sorprendido, pensó que estaba en medio de un sueño, sólo
entonces se percató de que su aspecto estaba fuera de lugar,
rodeado de medio centenar de personas vestidas con
pulcritud y elegancia, casi todas en tonos oscuros, él
desentonaba con su atuendo de paseante: pantalón caqui con
bolsas en las piernas, polo azul con marcas de sudor, una
pequeña mochila de lona colgada al hombro, botines de
excursión, de lona con suela de goma, si hubiera estado
desnudo no se hubiera sentido más intimidado; antes de que
pudiera decir nada un anciano de larga barba blanca, con el
talit gadól sobre la cabeza y los hombros, le tomó del
antebrazo y le dijo casi en un susurro.
– Zvi, tenemos que hablar unos minutos antes de pasar a la
ceremonia, seré breve.
Perplejo, se dejó conducir dócilmente a una pequeña
habitación, se sentaron en una rústica banca de madera en la
semipenumbra, el anciano le habló en un tono apenas más alto
que un susurro.
– Hijo, tú crees que todo esto es una trampa, pero no es así, el
Santo, Bendito sea su Nombre, en su inmensa sabiduría te ha
designado para una importante tarea, ese es el aviso que
recibiste hoy en Kotel Hama’aravi, pero antes de hacer lo que
te será encomendado es necesario que ustedes purifiquen su
unión, que la consagren como es debido bajo la Jupá, deben
ser bendecidos por el Poder Eterno para alcanzar la dignidad
que les será conferida. Como sabemos que se marcharán
pronto de regreso a su país hemos tenido que actuar hoy,
precipitadamente en apariencia, en realidad teníamos todo
50. 50
preparado desde el día que arribaron. Ocurre que queríamos
que fuera una sorpresa para ustedes, por eso tuvimos que
mantenerlo en reserva; eso es lo lindo de las sorpresas, lo
inesperado, si se revelan antes de tiempo se diluye toda la
emoción, espero que sabrás disculpar nuestro atrevimiento y
que no te negarás a cumplir con lo que te ha sido asignado ni a
casarte religiosamente con la mujer que amas.
– Hubiera sido un magnifico detalle de su parte que nos
preguntaran nuestro parecer, caramba, no sé qué pensar, la
boda, es nuestra boda no de ustedes, por qué no nos tomaron
en cuenta, además me viene con lo de una designación divina,
discúlpeme Rabino pero me parece absurdo, al menos resulta
anacrónico, cómo creer que este tipo de cosas ocurren todavía,
estamos en el siglo XXI y usted quiere que crea que el mar se
abrirá de nuevo. Qué tipo de misión me será encomendada,
Rabino, no quiero ofenderlo, usted me parece un hombre bien
intencionado, pero así de súbito boda, encomienda, podría
habernos dosificado las cosas, no sé, un día la boda, otro el
asunto ese que no acabo de entender, o viceversa, mire, me ha
colocado usted entre la espada y el abismo.
Valentina está allá afuera con las niñas, vestidas de blanco,
resplandecientes, bellísimas… bueno bellas son de cualquier
manera pero esas ropas las resaltan, las tres se ven
emocionadas, mi padre igual, vestido con toda propiedad y yo
aquí con usted, hecho un guiñapo y sin entender nada. Resulta
evidente que no puedo decirle a Valentina y las niñas
cámbiense y vámonos, su aspecto es tan radiante, supongo
que al aceptar la boda también me comprometo con el
encarguito ese, vaya el asunto que…
– El asunto que te acaba de ser notificado y que aún no logras
decodificar, de asimilar, las señales de Quien Todo lo Puede
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no siempre son literales, tenemos que asumirlas, imbuirnos en
ellas, comprender cómo tenemos que actuar; no podemos
negarnos a cumplirlas, no está en nuestras manos, quiénes
somos nosotros para oponernos a los designios del Creador de
todo lo que vemos y disfrutamos, así ha sido desde el
principio de los tiempos. Los milagros ocurren en cualquier
momento, en todas las épocas, no siempre son tan
espectaculares como cuando Moisés abrió el mar al levantar
su cayado y tampoco están la totalidad registrados en los
libros sagrados, pero suceden, provienen del Poder Absoluto,
Elohim, Yahvé, Adonai, el Santo Bendito, HaShem, Dios…
espero no haber invocado su nombre en vano, debes entender
de dónde proviene todo. Maimónides, el gran filósofo, lo
explicó con claridad hará unos ochocientos años, “Cuando el
hombre contempla Sus obras y creaciones grandes y
maravillosas, vislumbrando por medio de ellas Su sabiduría
inconmensurable e infinita, de inmediato lo ama, lo alaba y lo
glorifica y es presa de un inmenso anhelo por conocer su Gran
Nombre”.
En cuanto a lo que te espera no tengo idea de su naturaleza
concreta, tampoco te ha sido comunicado todavía, lo que hoy
recibiste fue únicamente el aviso de que debías prepararte,
cuando llegue el momento el resto te será revelado, a ti
directamente.
– ¿Valentina estaba de acuerdo con ustedes para este viaje,
está de acuerdo con la boda?, es probable que quisiera que
estuvieran sus padres, ¿mi padre lo sabía?
– Ellos lo supieron una hora antes que tú, tu larga oración, tu
revelación, nos permitió prepararlos, creyeron como debes
creer tú ahora, no en mí sino en el Poder Supremo. En cuanto
a lo de tus suegros, me parece que a ellos no les emocionaría
52. 52
una boda judía, bastante les pesa que Valentina se haya
reconvertido, es recordarles que sus antepasados, obligados
por las circunstancias, abandonaron la fe de Abraham y de
Moisés y se sometieron al yugo del cristianismo, digo esto no
porque el cristianismo resulte perjudicial en sí mismo sino
porque las cosas impuestas se viven como afrenta. Sí Zvi, ella
también, como miles de católicos, como miles de cristianos
ortodoxos y de musulmanes, tiene origen hebreo; es una
paradoja que las religiones que surgieron de las prédicas de
un rabino judío hayan obligado a abandonar su fe a quienes la
compartían con el hombre que adoptaron como guía
espiritual, cómo pueden adorar a un judío y odiar al resto, se
equivocan por partida doble, tan erróneo es su antisemitismo
como su idolatría hacia un ser humano, únicamente al Ser
Supremo debemos rendir pleitesía y siempre desde la razón y
el espíritu, la fe no debe cegar sino iluminar. Lo mismo, con
diferente matiz, ocurrió con la religión surgida de un pastor
judío, árabe de La Medina, quien desconoció a sus
correligionarios cuando no aceptaron la refundación que sus
devaneos de iluminado le dictaban; cómo no estuvieron de
acuerdo con su manera de vivir la fe mandó a asesinar a miles
de islamitas, árabes judíos, singular manera de predicar con la
cimitarra tenía el Profeta. No obstante que el origen de la fe
cristiana y de la islámica está en el judaísmo, ministros de
ambas religiones han obligado durante siglos a muchos judíos
a convertirse, como si las creencias pudieran implantarse; lo
que le sucedió a la familia de Valentina es que con los años
ellos olvidaron donde habían ocultado su Menorá y les pesa,
ella es una bnei anusim, por eso se ha adaptado sin dificultad,
porque no se convirtió a una religión diferente a la de su
origen sino que retornó a la religión de sus ancestros, nuestras
53. 53
creencias siempre han fluido por sus venas.
En cuanto a la misión para la que fuiste señalado, cuando mi
entrañable amigo el Rabino Zacarías me escribió y me pidió
que lo ayudáramos para que ustedes tuvieran un viaje
placentero, de inmediato nos fue revelado que tú eras la
persona designada, no te voy a aburrir con la descripción de
todo el periplo que nos llevó a descubrir que tú eres aquel por
el que hemos estado esperando durante estos años, no
tenemos ninguna duda de tu identidad, meses de oraciones y
ayunos se ven compensados ahora.
– ¿Designado para qué, qué tan grande es lo que se supone de
debo hacer?
– No te asustes, no eres El Mesías, HaShem me perdone el
exabrupto, tampoco eres un profeta y confiemos en que la
Todopoderosa Presencia no permita que llegues a creerte uno
de ellos en algún momento; a bastantes lunáticos que se han
hecho pasar por profetas hemos sufrido a lo largo de los
tiempos. No, no, tu misión no es de esas dimensiones, es
importante, por supuesto, es muy importante, pero no es la
más importante, tu trabajo es uno más de los que preparan el
camino, lo que tienes que hacer es vital para el pueblo de
Abraham, tú pueblo, nuestro pueblo, pero de momento no
puedo decirte más porque no lo sé. No, no pongas esa cara por
favor, qué más quisiera que tener todas las respuestas, no soy
más que un humilde rabí, ignoro demasiadas cosas, esa es la
razón por la que estoy obligado a estudiar todos los días a
todas horas, a pesar de que tengo la absoluta certeza de que
nunca alcanzaré a saber la millonésima parte de lo que debería
y de que no tendré jamás la posibilidad de entender los
designios del Ser Supremo; estoy obligado a aceptar que todo
tiene una lógica, pero es una lógica universal, Divina, superior
54. 54
a nuestra capacidad de discernir, ¿quiénes somos nosotros
para aceptar, rechazar o cuestionar las decisiones del
Creador?, nadie, somos apenas organismos un poco más
evolucionados que una cucaracha y habrá científicos que me
rebatan que ni siquiera eso. ¿Por qué fuiste elegido?, no tengo
idea, ¿para qué fuiste elegido?, ¿tú lo sabes Zvi?, yo tampoco.
Debes ser paciente, en unos días o semanas cuando estés a
miles de kilómetros de aquí descubrirás cuál es la causa que
tenemos que emprender y nos lo harás saber, la información
vendrá de ti a nosotros, en esa dirección, eres tú el señalado
para indicarnos el camino, tú sabrás qué o cómo cuando
llegue el momento, por lo pronto debe bastarte saber que eres
alguien especial para tu pueblo, el pueblo elegido.
Enrique respiró profundo, cerró los ojos, descansó los
brazos y volvió a preguntar.
– ¿Será un sueño, tendré una revelación, cómo ocurrirá?, deme
una pista por lo menos.
– Cómo saberlo, puedes ir descartando las espectaculares
apariciones de arcángeles a vírgenes embarazadas, los éxtasis
místicos donde te invade la presencia de una mujer hermosa
rodeada de destellos que solicita que le construyan un templo
para adorarla y cubrirla de joyas o la entrega de planchas de
oro por ángeles de dorados cabellos. A los judíos no nos
ocurren esas cosas, generalmente las señales nos llegan de
manera humilde, simple, recuerda que a nuestro buen Moisés
una cabra perdida lo condujo a la Divina Presencia, ¿se te
ocurre algo menos espectacular que eso?, sin embargo fue
suficiente para que creyera y aceptara la alta responsabilidad
de liberar a los suyos de la esclavitud en Egipto. Podría ser un
sueño, como el de Jacob en Betel, quién no dudó ni un
segundo del regalo que el Ser Supremo le otorgaba, nada más
55. 55
roguemos para que tu sueño no vaya a ser en arameo, que en
buen lío estarías entonces para traducirlo. No, no te
preocupes, te aseguro que tú tampoco tendrás dudas cuando
llegue el momento.
– ¿Y cómo se lo haré saber cuándo ocurra, usted será
informado de forma simultánea, de manera inconsciente le
enviaré un mensaje telepático, le será revelado en un trance
hipnótico, volarán a través del Atlántico y del Mediterráneo
palomas mensajeras o un ángel le traerá el aviso?
– No, por favor, entiende, – contestó el Rabino haciendo caso
omiso del sarcasmo – el mensaje te llegará a ti, insisto, a nadie
más que a ti, si HaShem me lo quisiera decir a mí para qué
estaría yo ahora aquí contigo, sería una absurda pérdida de
tiempo, no, tú eres el favorecido para recibir el mensaje de lo
que tenemos que hacer y no me obligues a preguntarme por
qué te eligió a ti que vives en un país del que nunca había
escuchado hablar y no a un cabalista de Safed o a una mujer
hermosa, como, quién podría ser, la modelo Bar Refaelli acaso,
no, yo no soy nadie para cuestionar Sus decisiones, HaShem
tendrá sus razones para encomendarte esta tarea. Por lo
demás, en cuanto sepas qué tenemos que llevar a cabo utiliza
el mismo medio que el Rabino Zacarías, envíame un e-mail o
contáctame por Skype, es más rápido; desde que existen UPS y
la Internet el Santo, bendito sea, en su infinita sabiduría le ha
asignado a los ángeles misiones que nada tienen que ver con
la mensajería y que yo sepa ningún rabino practica la
telepatía. Siempre es posible, como están las cosas, que ande
por ahí algún rabí mesiánico con esos dones, HaShem lo
perdone y lo colme de bendiciones; en cuanto a la hipnosis,
tampoco, le temo mucho a ese tipo de prácticas, hace unos
meses el Ministerio de Salud solicitó a los psicoterapeutas que
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no utilizaran el hipnotismo para indagar sobre las vidas
pasadas de sus pacientes porque en ocasiones se abren puertas
que es difícil volver a cerrar, me parece muy bien, imagínate si
llego a descubrir que en una vida anterior fui un inquisidor
dominico que enviaba a los judíos a la hoguera o un soldado
del Zar que participaba en un pogromo o, peor aún, un fraile
guerrero de las cruzadas, uno de esos caballeros templarios
que para mayor gloria del Creador atravesaban con su espada
a musulmanes y judíos por igual, no por favor, ¿a quién se le
habrá ocurrido eso de que tuvimos otra vida?, seguramente a
alguien que no tenía en que ocupar su tiempo. Ahora relájate,
tus temores son fundados pero debes afrontar esta nueva
situación con valentía y con fe, con la fe como tú la entiendes,
no pretendemos que te transformes en uno de nosotros,
respetamos tu manera de vivir el judaísmo y esperamos el
mismo respeto hacia nosotros de tu parte, sea cual sea la
misión que te espera y que nos espera a nosotros contigo. No
te impondremos cargas adicionales y trataremos de que tu
vida y la de tu familia se altere lo menos posible, por otra
parte ya es tarde para ti, si no estás acostumbrado al bekishe
desde la infancia lo llevarías de mal modo, lo portarías como
algo ajeno, como vestir un tuxedo rentado.
Te hago énfasis en qué, por favor, tomes en cuenta que esta no
es una decisión nuestra, ni tuya, es un designio, algo a lo que
tenemos que someternos y que, sobre todo, tenemos que
agradecer, la oportunidad de servir al Creador Supremo y de
contribuir a la causa de Israel es una gran mitzvá.
Mientras tanto continuemos con lo que hay que resolver hoy,
lo inmediato, Moshé Amato, uno de mis alumnos, te
acompañará a una habitación para que te refresques un poco y
te pongas el traje que tenemos listo para ti, no es un caftán, es
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un traje apropiado para una ceremonia, lo podrás vestir en
otras ocasiones sin tener que modificarlo. Está hecho de la
seda más suave que se puede encontrar, el corte es impecable,
fue confeccionado aquí en este barrio por uno de los
miembros de nuestro admor, un maestro cortador de la
escuela antigua, verás que estas prendas tienen una caída tan
buena como la de un Armani y en condiciones normales
hubiera sido igual de costoso. Quita esa cara de susto, lo
conseguimos a muy buen precio y ya está pagado, cuando
quieras comprar algo déjalo en mis manos, mi infancia
transcurrió en Esmirna de la yeshivá al shuk y no hay quien
me gane en el regateo, bueno, continuemos, no me permitas
perderme en el océano de las divagaciones porque no
concluimos nunca. Esa kipá que traes va bien, aquí tienes un
biber hit que te mantendrá fresco como agua del manantial,
un talit gadól y un talit katán, ambos de lana pura tejida en
un telar de madera de un taller que existe hace treinta y dos
generaciones, si sientes que te abruma tanta tela es suficiente
con que utilices el talit gadól, y los anillos, observa que
hermoso trabajo. Todo es un obsequio de nuestra comunidad,
al igual que la ceremonia y la fiesta, por favor actúa como
buen judío y ponte feliz, no nada más vas a casarte con una
mujer hermosa que es madre de tus hijas, también te vas a
ahorrar una buena cantidad de shekels, no tienes que
desembolsar nada, ni las flores, ni las viandas, ni el vino, vaya
ni siquiera mis honorarios, sólo eso a mí me haría bailar de
felicidad.
Los anillos eran una obra maestra de orfebrería, se
midió el suyo en el dedo anular, la medida era exacta, el traje
y la camisa de algodón egipcio, cultivado en Israel, también
eran de su talla, al igual que los zapatos, acostumbrado a usar
58. 58
mocasines batalló un poco para atar los cordeles, entró a la
ceremonia con la seguridad de que el anillo de Valentina
entraría en su dedo sin problemas.
Ese fue su primer encuentro con el Rabino Nathaniel
Baruch, la sorpresa incluyó un viaje de bodas, un viaje dentro
del viaje, en el que el abuelo y las hijas trataron de hacerse
invisibles para que tuvieran la mayor privacidad posible, dos
semanas después regresaron a Guatemala sin don Eleazar,
quien al final no se decidió por la residencia de retiro de
Nahariya, compartir con Lucy el cuidado de sus nietas puso al
descubierto sus afinidades, a él le surgieron deseos de
aprender yiddish y ella quería estudiar las diferencias entre el
castellano actual y el ladino, – Hablas como personaje de El
Quijote. – le comentó a don Eleazar nada más conocerlo; la
casa de ella le pareció pequeña al viejo comerciante al
principio, sobre todo comparada con su casona al otro lado del
mundo, pero pronto se dio cuenta de que ahí cabían
perfectamente ellos dos, de momento era todo lo que
necesitaban.
– Los esperamos para Janucá – les dijeron don Eleazar y Lucy
como despedida en el aeropuerto David Ben Gurion en Lod,
Enrique aún estaba aturdido por los acontecimientos, él, casi
ateo, ahora resultaba mensajero de Dios y estaba en tratos con
una de las ramas más rigurosas del judaísmo religioso, al
tomar su lugar en el avión notó que en la fila de al lado
viajaban cuatro hombres con atuendo jaredim, – Espero que
no sean mis guardaespaldas. – pensó.
En cuanto las niñas se durmieron Valentina le
preguntó.
– ¿Vos te arrepentís de haberte casado conmigo?
– No, ni ahora ni hace nueve años, pero tienes que reconocer
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que esto es difícil de digerir, fue una auténtica sorpresa.
– Si, lo fue para ambos o sigues pensando que me comploté
con el Rabino para tenderte una trampa, ya éramos un
matrimonio y no nos hacía falta confirmarlo bajo la jupá,
aunque confieso que ni en sueños me había imaginado una
boda tan hermosa, una comida tan deliciosa y la música, ah,
la música, creo me voy a volver fanática de la música klezmer.
– Mientras no te conviertas en fanática religiosa.
– Hey, hey amiguito, el mensajero divino sos vos, yo aparezco
en esta historia únicamente como la acompañante del héroe,
mi papel, si alguna candela tengo en este funeral, se equipara
al de Luisa Lane al lado de Superman.
– No te burles, aún no se si esto es una broma.
– No creo que destinen tanto dinero a bromas, para empezar
acordate que compramos boletos de clase turista y desde que
tomamos el avión en Guatemala resultó que no se explicaban
el error y nos pasaron a primera clase, en Israel no pagamos ni
siquiera el departamento. Alberto no aceptó ningún dinero y
al final estuvo de acuerdo en que le obsequiáramos nuestro
telefonito nada más porque el suyo no tenía cámara y la idea
de poder andar mostrando las fotos de sus nietos lo
enloqueció, y ahora… ahora quién sabe que sigue, ¿Has
pensado vos cuál va a ser el precio de todo esto?
– Alto, muy alto, nada es gratis en esta vida. ¿Qué compraste
de recuerdo a mi suegra?
– Me pidió un poco de tierra de Tierra Santa y agua del río
Jordán.
– ¿Pagaste por esa tierra y agua del charco que venden las
tiendas de suvenires?
– No, qué vos piensas, llené un frasquito con agua del grifo y
tomé tierra del jardín del edificio en una bolsa Ziplock, toda el
60. 60
agua de Israel proviene del río Jordán y todo Israel es Tierra
Santa, qué más da, el problema hubiera sido si me pide una
astilla de la cruz.
– Creo que todavía las venden, en alguna tienda del shuk
seguro tendrán, aunque si juntáramos todas las astillas que se
han vendido durante los últimos siglos nos toparíamos con
que la cruz era del tamaño de una secuoya.
Siete semanas después del retorno a Guatemala,
Enrique empezó a cambiar sus hábitos, delegaba la
supervisión de las construcciones más de lo habitual, se
encerraba en el estudio a escribir durante horas en la laptop;
Valentina lo observaba preocupada aunque, como siempre,
respetaba esos cambios repentinos, generalmente formaban
parte del proceso creativo al estar dedicado a una nueva idea.
Lo raro es que Enrique siempre bocetaba a mano e incluso
prefería trazar en la mesa de dibujo y trasladaba todo al
programa en la computadora hasta que tenía la idea precisa
del desarrollo estructural, además ahora se escuchaba el
apagado sonido de los dedos sobre las teclas con demasiada
frecuencia, eso no era lo usual en sus proyectos
arquitectónicos. Por parte de Valentina la rutina no era fácil,
supervisar las tareas de la casa, coordinar los horarios del
colegio de las niñas con los de las clases que impartía en la
universidad le causaba dificultades, últimamente él no
mostraba mucha disposición para colaborar, así que decidió
sacrificar un poco del tiempo que dedicaba a su gusto por la
manufactura de muñecas de tela mientras superaban ese
escollo, lo cierto es que nada más tenía un par de pedidos
pendientes en la tienda con la que trabajaba.
Como contable ella estaba incorporada a las
61. 61
necesidades del despacho de su marido, primero él definía
perfectamente la idea básica y después veían juntos la cuestión
de costos, ese sistema en ocasiones implicaba un completa
transformación de la propuesta cuando ella analizaba los
precios de los materiales y de los tiempos y movimientos,
alguna vez habían intentado coordinarse desde el inicio de un
proyecto y no había funcionado, someter una idea desde su
gestación al corsé presupuestal afectaba el desarrollo creativo,
era preferible trabajar el doble para ajustar la idea a las
posibilidades reales; Valentina esperaba ansiosa el momento
adecuado para conocer la nueva obra en la que suponía que
trabajaba Enrique, con el trajín diario había olvidado el asunto
de la encomienda sagrada. Un par de semanas más tarde por
fin se atrevió a preguntarle de qué se trataba, su risa brotó
espontánea cuando Enrique, con evidente desasosiego, le
confesó que escribía una novela.
– Pero si existe alguien ágrafo en esta vida sos vos mi amor,
jamás me escribiste una carta romántica, vaya, ni siquiera una
dedicatoria en alguno de los libros que me regalaste durante
tu discreto galanteo; no redactás ni las notas de justificación
para la escuela de las niñas y en los proyectos los aspectos
señalados son totalmente técnicos, las explicaciones que das a
los clientes sobre la naturaleza de la edificación siempre son
orales…
– Surgió de repente.
– ¿Tiene algo que ver con lo ocurrido en Israel, con la misión
que te sería revelada?
– Es probable, por lo menos tiene una estrecha relación.
– ¿De qué trata?
– Mira, lee lo que llevo.
Valentina se sentó frente a la máquina y leyó en la
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pantalla: “Era mayo, esa noche no había luna ni brillaban las
estrellas. Más allá del alcance de los reflectores el mundo
desaparecía de súbito, la oscuridad era densa, tan espesa que
podía palparse y la tierra ardía, parecía empeñarse en negar la
existencia del frío nocturno del desierto del que hablan tantas
viejas historias, las tinieblas descendían hasta tocar la árida
superficie cuya silueta perfilaba una tenue línea de resplandor
rojizo, como si el Neguev fuera…”
Dos horas después se levantó, se frotó los párpados,
miró la hora en el reloj, le avisó que iba por las niñas al
colegio, al regreso llamaría a su madre para preguntarle si
podía ayudarla encargándose de llevarlas por la tarde a la
clase de natación, tenían que charlar con calma.
– Cuando surgió la idea de tu padre de hacer aliyá me dijiste
que apenas y sabías donde quedaba Israel, que a diferencia de
muchos de tus amigos jamás te atrajo al idea de ir a pasar una
temporada en un kibbutz y menos aún la de hacer el servicio
militar allá, como aún lo hacen un buen número de jóvenes
judíos de medio mundo; cómo es que ahora tenés datos del
ejército, armamento, poblaciones de Gaza, aspectos
geográficos, todo eso, ¿Me engañaste?
Le dijo mientras le daba una copa del vino tinto que
habían traído del lagar de Motty y Esther en Zijron Ya’akov.
– En realidad tengo infinidad de dudas, empiezo a escribir y
me sigo, hasta que siento que estoy a la deriva, que no tengo
datos concretos para aterrizar, entonces busco mapas, atlas,
consulto manuales de armamento, rastreo en la Internet a ver
que encuentro, invariablemente descubro que las referencias
que coloqué son ciertas, pero es información que no poseía
previamente, son datos del todo ajenos a mis áreas de interés
habituales.
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– Al menos lo son de manera consciente, quizá por algún
subterfugio de tu mente fuiste captando aspectos concretos
durante el viaje o en los noticiarios, en la prensa, que sé yo.
– No deja de ser absurdo, ¿ahora Dios dicta novelas?
– Te diré, de cosas peores le acusan, Abraham le achaca
bromas de mal gusto y promover las relaciones extramaritales,
Moisés nos lo presenta como xenófobo, homofóbico, misógino
y quisquilloso con la comida, Jesús le endilga embarazos en
adolescentes, actos de prestidigitación y hacerse el
desentendido cuando las cosas se complican y por si fuera
poco llega Mohammed y nos dice que es intolerante con los
que no creen en Él y con las flatulencias. ¿Te pusiste ya en
contacto con el Rabino Baruch?
– No, temo que se burle, además la idea aún está inconclusa,
tengo planeado enviarle el texto cuando tenga todos los
detalles listos.
– Quizá el conozca algún estratega militar que te oriente.
– No todavía, es preciso avanzar más sobre la idea, estoy
seguro de que sabré cuando es el momento de ponerlo al
tanto.
– ¿Crees que si hacemos el amor ahora se suscite alguna
interferencia en la divina señal a través de la que te llega la
información?
– ¿Podría vuestra señora madre llevar a las niñas a natación
con mayor frecuencia?
– No creo que sea problema, pero natación es únicamente dos
veces por semana, música es tres.
–Sí, pero la maestra de música viene a la casa a impartirles la
lección, prefiere que destrocen nuestro piano y no el suyo,
babosa no es, tendremos que conformarnos con natación.
– Coloca el seguro de la puerta, no vaya a venir Clarita a
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informarme que terminó de limpiar la cocina, ya ves cómo es
de oportuna, tamaño papelón haríamos si nos llega a
encontrar en pelotas.
Mientras hablaban las manos de Enrique exploraban
bajo la ropa de Valentina, ella decidió andar con menos
rodeos, el asunto de la novela había ocupado buen número de
las últimas noches de su marido y el deseo la desbordaba,
atacó directo al cierre de la bragueta, esa tarde los mensajes
divinos y los problemas de Medio Oriente se difuminaron
entre los sillones del estudio en la planta baja de una casona
de Antigua, la vieja ciudad que aún mostraba las heridas de su
destrucción en el terremoto del siglo XVII.
Cuatro días más tarde llamaron a Enrique de la
embajada de Israel, el Embajador quería verlo lo más pronto
posible, se sorprendió de que alguien importante, que además
no conocía, le pidiera con tanta premura que se reunieran.
En la sala de juntas de la embajada estaban tres
personas además del Embajador, se presentaron como
encargados de negocios, de cultura y de cooperación
institucional, Enrique supuso que alguno de los tres era el
delegado del Mossad, pero su instinto de conservación le
recomendó no tratar de averiguarlo.
– Por la naturaleza de mi puesto estoy consciente de que en
algunos casos es mejor no hacer demasiadas preguntas.
Dijo el Embajador abriendo la reunión.
– Tenemos mucha información sobre usted y a pesar de eso no
sabemos qué está ocurriendo, en Israel hay mucho
hermetismo al respecto, lo que me hace suponer que tampoco
encontraremos mucha disposición de su parte para aclarar las
cosas, comprenderá usted que no es normal que un ciudadano
guatemalteco tenga cuatro guardaespaldas ultraortodoxos.
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– ¿Tenga qué?
– Por favor, no pretenda burlarse de nosotros, siempre que
sale de su casa lo siguen una o dos sombras, del Ministerio del
Exterior de su país nos están acosando, quieren saber si
tenemos algo que ver, pretendían detener a los jasidim que lo
cuidan.
– Señor Embajador, con todo respeto, le aseguro que no soy la
persona que tiene las respuestas; sí, con frecuencia he tenido la
sensación de ser seguido, pero no se lo he comentado ni a mi
esposa porque me va a decir que me estoy volviendo
paranoico.
– Hay uno de guardia afuera del colegio sefardí donde asisten
sus hijas, otro la sigue a ella y uno o dos a usted. No podemos
creer que no sepa nada o que no se haya dado cuenta de la
vigilancia, no hay manera de que sus guardianes pasaran
desapercibidos, aspecto de chapines no tienen, en fin, no
vamos a insistir; ustedes no son ciudadanos israelíes, no aún y
no me diga que tampoco sabe nada de los trámites que tiene
listos la Sojnut.
– Siga mejor, así me entero por usted, señor… ¿excelencia?
– Esos términos están en desuso, tengo entendido que
únicamente los españoles mantienen el apego a esa
formalidad institucional, debe ser por su pasión enfermiza por
la monarquía, ¿alguna vez ha visto la revista Hola?, no, mejor
no me responda. Me llamo Joshua, Joshua Peleg y veo que
usted Arquitecto Bartomeu no confía en nosotros, ustedes los
guatemaltecos cambian del vos al usted cuando no confían en
su interlocutor, está bien, me hubiera gustado que tuviera más
disposición a colaborar, a explicarnos de qué se trata. Es obvio
que están por irse a vivir a Israel y que además tienen buenos
contactos allá, algo que no es frecuente en los olim, sin
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embargo eso no explica ese despliegue de seguridad. Ignoro a
qué mente brillante se le ocurrió enviar a cuatro hombres de
fe a cuidarlo, en este país se notan más que si estuvieran
disfrazados de payasos, pero ya lo arreglamos… quiero decir
está arreglado, en Israel, nosotros oficialmente no tenemos
nada que ver, al menos eso creo.
Han llegado los relevos, dos de ellos no pueden ocultar que
son extranjeros y los otros dos podrían pasar por
guatemaltecos si no hablan, su acento los delata, su acento en
castellano, son olim argentinos, por lo menos ninguno de ellos
utiliza vestimenta religiosa. Para que ahora no le quede
ninguna duda en unos momentos se los presentaremos, igual
que los anteriores no tendrán contacto directo con ustedes
pero serán su protección hasta que esto, cualquier cosa que
sea, se solucione o ustedes se vayan de una buena vez; confío
en que sea pronto porque destacados miembros de su
comunidad están indignados, creen que nuestro Gobierno les
está proporcionando custodia y preguntan, cada vez más
fuerte, por qué a ustedes y no a ellos que tienen una mayor
fortuna que proteger.
Es mejor si al terminar esta reunión nos deja una relación de
sus actividades habituales, aunque entendemos que siempre
pueden surgir imprevistos.
Lo que sí cambia es que ahora les daremos los números de los
teléfonos móviles de sus guardianes y podrán notificarles
cualquier movimiento extraño que vean.
– Vaya, pensé que nunca se detendría a tomar aire. Señor
Embajador, no quiero contradecirlo pero conmigo no acertó en
su apreciación sociolingüística, estudié desde la instrucción
básica fuera de Guatemala, en México y en Estados Unidos,
por eso mi forma de hablar es una mezcla de acentos e