2. La industria alcoholera recurre a dos
estrategias publicitarias básicas:
Incidir en los jóvenes que ya consumen
alcohol para reafirmarles en su elección
o inducirles a un cambio de marca.
Crear un nuevo público mediante una
“acción educadora” de sus
comportamientos y hábitos de consumo
soportada en millonarias inversiones en
publicidad.
3.
4. Los mensajes implícitos que trasmite la
publicidad son que “todos los jóvenes
beben”, “para ser un joven actual hay
que beber” o “sólo la gente rara no
bebe”. Es tal la fuerza de esta
asociación que la publicidad ha
conseguido que muchos adolescentes y
jóvenes consideren que su integración
social puede verse amenazada si optan
por no beber alcohol.
5. La publicidad persigue presentar el
consumo de alcohol como una conducta
normalizada (contribuyendo con ello a
reducir la percepción del riesgo que
entraña su consumo), como un rasgo
característico de la identidad juvenil y
estrechamente vinculado con la fiesta y
la diversión.
6.
7. En conclusión, la comunicación persuasiva
en la venta del alcohol hace creer al ser
humano que el alcohol es necesario cuando
en realidad no lo es, dando mensajes como
«el alcohol te vuelve mejor
persona», «pasarás mejor si estas
bebiendo», «si no tomas sos un amargado»
etc; jugando con la mente del consumidor