Los templos griegos tenían partes arquitectónicas distintivas. Consistían principalmente en una columnata exterior que soportaba un friso y un techo de dos aguas, con una cella o naos en el interior para albergar la estatua de la deidad. Había cinco órdenes arquitectónicos principales - dórico, jónico, corintio, toscano y compuesto - que se distinguían por las proporciones de sus columnas y los detalles de sus capiteles.