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¿Qué dice el texto?
a) Captar las ideas principales (ayuda el subrayar en el texto o escribir tus notas) :
‐ Distinguir quién habla y de qué habla
‐ tratar de intuir qué es lo fundamental
b) Profundizar:
‐ Consultar algún comentario que te ayude a conocer mejor el
sentido del texto.
c) Sentir el texto:
‐ Dar espacio a nuestra propia emoción, identificar una palabra o frase que te haya
impactado y aprópiatela. Dios te habla en ella.
4. “Hallarás meditando” (segundo movimiento)
El pueblo de la Biblia sabía meditar “atando cabos”, tratando de descubrir cómo se
empata una cosa con otra, escrutando el sentido de los acontecimientos, la lógica
del actuar de Dios en medio de todo.
Para meditar nos dejamos orientar por la pregunta clave:
¿Qué me (nos) dice el texto?
a) La asociamos con la vida.
‐ Nos vemos a la luz de Dios, con la mirada de Dios. Emerge si nuestro caminar es
en dirección de Dios o, tal vez, contravía.
b) La asociamos con otros textos ya conocidos.
‐ Se puede hacer una “colecta” de otros textos bíblicos relacionados al que
estamos meditando para que la Palabra se haga aún más viva y más clara.
5. “Llamar orando” (tercer movimiento)
La oración brota espontáneamente de la meditación. La Escritura ha sido la
nodriza que nos ha llevado de la mano hasta la inmediatez de la voz de Dios (Cfr.
Juan 10,4)
¿Qué me (nos) hace decir el texto?
La oración es llevar hacia afuera, por medio de los labios, lo que ha surgido en
nuestra interioridad. Y “el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues
nosotros no sabemos cómo pedir para orar como conviene” (Rom 8,26)