Reflexión P. Rogelio Narváez Martínez 14 de mayo 2017
1. CAMINO, VERDAD Y VIDA.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en
Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones. Si
no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un lugar.
Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que
donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar
a donde voy”.
Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dóde vas, ¿cómo podemos
saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie va al Padre sino es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también
a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó:
“Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?
Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices:
“Muéstranos al Padre”? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre
está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es
el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les
aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores,
porque yo me voy al Padre”.
1.- Muy querido amigo:
En este Evangelio hay dos grandes verdades de la fe. Grandes no
solamente por su enorme profundidad, sino también por la trascendencia
que tienen en su aplicación en nuestra vida cristiana. Esencialmente
nosotros nos llamamos cristianos por todas las consecuencias que tienen
estas dos verdades de la fe que acabamos de leer.
Escuchamos que Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Y en ese verbo
ser está toda la contundencia y toda la riqueza expresiva que tienen esos
conceptos en la vida del Señor. Fíjate bien que Jesús no te está diciendo:
“Yo te enseño el camino”, sino: “Yo soy el Camino”. No te dice: “Yo te
enseño la verdad”, sino que te dice: “Yo soy la Verdad”. No te dice: “Yo te
comunico la vida”, sino que te dice: “Yo soy la Vida”. Y a partir de ese
SER, que es la plena posesión de esas tres características fundamentales
de su condición de Dios y Hombre verdadero, viene toda esa
comunicación en la Verdad, en la Vida, en el Camino, para alcanzar al
Padre, que son las enseñanzas básicas que, una vez aceptadas en un
acto de fe, hacen de cada uno de nosotros un verdadero cristiano.
2.- Yo soy el camino, dice Jesucristo, puesto que siendo Dios y Hombre
verdadero, nos está enseñando que su naturaleza humana se convierte en
el camino a lo divino. Y que la plena aceptación de la condición divina y
2. humana en Cristo Jesús como acto de fe, es camino hacia la verdad que
en toda su plenitud Cristo encarna.
Yo soy la Verdad: Cristo Jesús es la verdad. Porque quien es la fuente del
ser de las cosas será la fuente de la verdad de las cosas, en la medida en
que vayan siendo conocidas progresivamente por el pensamiento humano.
Yo soy la Vida. La Vida es Dios. La vida divina, esa comunicación de vida
que, con amor, Dios está haciendo continuamente al hombre por medio de
Cristo, que es la Verdad, por el Espíritu Santo que es el que hace que el
Padre y el Hijo sean uno. De tal manera que quien ve a Cristo ve al Padre.
Así nosotros recibimos esa misma comunicación de la vida divina, de tal
manera que viendo al Padre en Cristo Jesús, nos hacemos uno solo con el
Padre y el Hijo por el Espíritu Santo.
3.- Y estas son las consideraciones de una forma de vida cristiana de
enorme profundidad, porque precisamente son la esencia de nuestro
cristianismo, fueron reveladas además de una forma que se convierten en
la segunda enseñanza de vida y conducta para todos nosotros. Fueron
reveladas en un diálogo sincero compuesto de preguntas y respuestas.
Ahora, yo quisiera que nos detuviéramos por un momento también en esta
forma de comunicación utilizada por Cristo para relacionarse con sus
discípulos y que deteniéndonos un momento en esta consideración
podamos obtener un buen provecho para nuestra vida cristiana.
4.- ¿¡Cuántas veces hemos salido de nuestras reuniones sociales y
familiares con un sentido tremendo de vacío interior!? Cuántas veces
hemos terminado una reunión de amigos con la sensación clarísima de
que aquello fue un griterio en que todos hablaron y nadie oyó, y en que,
aparte de un gran dolor de cabeza y tal vez un mareo debido a los
alcoholes, no sacamos nada de provecho. Nos vamos dando cuenta de
cómo el griterío va creciendo conforme van pasando las horas y los tragos.
Y el nuestro fue un verdadero empobrecimiento porque no oímos ni
hablamos, no preguntamos ni obtuvimos respuesta. Lo único que sucedió
fue que la señora y el señor con la voz agresiva fueron los únicos que se
oyeron, pero por ofensivos nadie los quiso escuchar. Ahora, fíjate todo lo
que significa esto, comprendiendo que es una situación general de
empobrecimiento en nuestro diálogo y en nuestra comunicación social.
¿Qué está pasando con nosotros que en lugar de enriquecernos nos
empobrecemos? Que vivimos en multitudes, apiñados unos sobre otros
experimentando la soledad, y unos contra otros y cada día somos más
ignorantes y cada día más solitarios y cada día más insensibles a todo ese
enriquecimiento espiritual e intelectual que se nos abre como posibilidad
real en comunión y en comunicación con nuestros mismos semejantes.
3. Nos damos cuenta de cómo este empobrecimiento ha penetrado ya hasta
el seno de la misma familia, donde el marido ofende a la esposa porque la
mujer hace preguntas; donde los hijos se cohíben ante los padres porque
en vez de respuestas reciben maltratos.
5.- ¿A dónde vamos a dar cuando llega el momento de la distracción y
en vez de gastarla alegremente en una conversación, rica y abundante en
diálogo, nos sentamos como tontos ante una pantalla o una computadora
que nos atonta más de lo que ya estamos? Y nuestras mentes se van
empobreciendo y la nuestra es una soledad creciente en el hastío de una
compañía presente y de una ausencia por el egoísmo.
Lois Wyse, en su libro de poemas titulado Lovetalk dibuja la huída
emprendida por el hombre evitando la comunicación:
Tantos matrimonios de televisión...
esa representación de vidas contra
el telón de fondo del aparato.
En vez de dos vidas que llenen la habitación,
hay dos vidas y las noticias de las once
con la constante interrupción de los comerciales.
En vez de lo que tú dices y lo que yo digo
es lo que dicen Dick y Johnny y sus invitados.
Tú ya no ríes conmigo;
todo el ingenio sale a borbotones del aparato.
Y juntos nos reímos de ello.
Mientras más evitamos hablar
más pasiva se vuelve nuestra relación.
La televisión nos permite caminar por la vida
con parlamentos muy reducidos.
Y mientras más dejamos de hablar
más difícil se vuelve hacerlo.
6.- ¿Cómo está nuestro diálogo? Toda pregunta honesta merece una
respuesta honesta y las preguntas serias merecen respuestas serias.
Tenemos que saber preguntar y tenemos que saber contestar: este es uno
de los ejemplos que podemos aprender de Cristo por la forma como
comunica enseñanzas de gran trascendencia. Cristo respeta a quien
pregunta y nos enseña con su vida, sus enseñanzas y sus actitudes que
un hombre no se manifiesta tanto en sus respuestas como en sus
preguntas. Y esto es un hecho: un niño que pregunta es un niño
inteligente. Un niño inteligente merece respuestas inteligentes y si
pregunta es porque no sabe, porque nadie nace sabiendo. Esto vale
también para los adultos, que hemos caído en cosas que todos saben y
que a nadie le importan y que nadie tiene nada que decir a los demás.
Este empobrecimiento de educación que ha ido haciendo sólo de la
información nuestra cultura. ¡Pero si la información es superficialidad! Es la
4. superficialidad por esencia. Si todos estamos informados de las mismas
superficialidades no tenemos nada qué hablar. Y no teniendo nada de qué
hablar no hay más que gritar todos al mismo tiempo al calor de las copas y
empobrecer miserablemente la relación familiar en respuestas malas o en
agresividad que impide el crecimiento espiritual e intelectual, tanto de
quien pregunta como de quien contesta. Porque al que da una mala
respuesta pierde una oportunidad de enriquecerse pues, si bien es cierto
que aprendemos mucho oyendo, aprendemos mucho también, mucho más
tal vez, enseñando y respondiendo inteligentemente a las preguntas que
se nos hacen.
7.- Llevemos en nuestra conciencia este domingo, en modo particular,
un propósito: vamos a examinar la calidad de nuestras relaciones
humanas y de nuestra comunión entre nosotros, como siempre, dándole
preferencia a las relaciones personales y familiares. Vamos a ver en qué
sentido estamos respondiendo a las preguntas que se nos hacen y vamos
a ver si no nos está sucediendo también que ya nadie nos hace preguntas
porque no hemos sabido responder y vamos cayendo entonces en el más
estéril de los silencios.
Vamos a ver si no nos está pasando la misma superficial información, que
está en manos de todos, y que no tenemos nada que aportar para tener un
diálogo verdaderamente enriquecedor a semejanza del diálogo que
encontramos entre Cristo y sus discípulos.
Que todos, desde su perspectiva, los chicos, los medianos y los grandes,
aprendamos a preguntar y a responder. Que sepamos preguntar con
honradez para enriquecer nuestro acervo y para comprender lo que no
hemos comprendido y que nadie se sienta ofendido ni molesto por una
pregunta honesta. Que sepamos comunicar de una riqueza interior que en
lo sobrenatural nos viene de la gracia de Dios y en lo humano de una
reflexión constante acerca de los hechos, de las realidades y de su
relación con la trascendencia, porque esto es lo que hace que el
pensamiento sea profundo. Demos gracias a Dios que nos ha dado una
mente para inquirir y para comunicar. Porque si no preguntamos y no
comunicamos, lo único que haremos será ir acrecentando nuestra soledad
y nuestra miseria espiritual.
8.- La comunicación no es solamente el alma del amor y la garantía de
su crecimiento, sino la esencia del amor mismo.
Que Dios nuestro Señor nos permita encontrar el camino mejor para que,
por medio de una revisión total de nuestras relaciones interpersonales,
sepamos inspirarnos en esa conducta de Cristo que comunica vida y
pensamiento a sus apóstoles, así como Él es comunión de vida y amor con
el Padre por medio del Espíritu Santo.
5. UNA HABITACIÓN EN LA CASA DEL CIELO.
“En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “No pierdan la paz. Si creen en
Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones.
Si no fuera así, yo se lo habría dicho a ustedes, porque voy a prepararles un
lugar. Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo,
para que donde yo esté, estén también ustedes.”
1.- El Señor ha ido a prepararnos una habitación en la Casa del Cielo.
Es adecuado hablar sobre el tema de la muerte conforme a la óptica
cristiana.
2.- La muerte no es algo que nos sucede sino Alguien que nos sale al
encuentro.
Es por ello que este domingo quiero compartirles una reflexión más que
sobre la muerte sobre nuestra celebración cristiana de la muerte y, para
ello, les comparto primero un sermón de san Juan Crisóstomo que predicó
en el oficio exequial de las Vírgenes Berenice y Prósdace en la Catedral de
Constantinopla en el siglo IV:
“Al principio se hacían por los muertos señales de dolor y lamentaciones.
Ahora se cantan salmos e himnos. Se lloró a Jacob durante cuarenta días,
y otros tantos días lloraron los judíos a Moisés, porque en aquel entonces
la muerte era la muerte. Ahora ya no es así: se dicen cánticos, oraciones y
salmos, todo lo cual significa que este acontecimiento es fausto. En efecto,
los salmos son señal de regocijo. Como nosotros rebosamos de alegría,
cantamos por los difuntos salmos que nos exhortan a la confianza ante la
muerte”.
Esto que nos narra el Crisóstomo es la vivencia de los primeros cristianos
en un tiempo en que la fe estaba intensamente viva. Es por ello, que en las
simbologías que aparecen grabadas en las catacumbas no aparecen
motivos fúnebres sino de alegría y esperanza: estaba el Buen Pastor que
nunca abandona a las ovejas mientras atraviesan las cañadas oscuras de
la muerte y que les lleva sobre los hombros a los pastos de la eternidad;
estaba el Pescador cargando en sus irrompibles redes la pesca del tiempo
para las mares de la eternidad; estaba el hortelano que satisfecho posee
un huerto cuyos rosales son tan altos como los cipreses; estaba Jonás
expulsado del vientre del cetáceo de la muerte descansando en la costa de
la eternidad; estaba la palma verde y prometedora de los mártires como
clara señal de la victoria; estaban los frescos representando el paraíso y a
los descendientes del nuevo Adán...
3.- Eran aquellos los tiempos en que las celebraciones litúrgicas de los
fieles difuntos se vivían con candelas encendidas en las manos de los
fieles cristianos que acompañaban al finado en el templo como un claro
6. índice de la esperanza, y en aquella celebración los salmos graduales que
se cantaban estaban anunciando al mundo que el difunto estaba subiendo
a la Jerusalén celestial, y al final de los ritos litúrgicos había un banquete
en el entendimiento de que el difunto participaba ya en el alegre festín del
reino.
Lo anterior nos ayuda a comprender aquella observación que hacía
Tertuliano en su libro sobre la mortalidad, cuando en el capítulo 20 escribe:
“Como la muerte del hombre constituye su entrada en el cielo, es
improcedente adoptar vestiduras negras cuando él mismo se ha revestido
de vestiduras blancas”.
Y así eran también los temas de la liturgia de la Palabra: se leía el éxodo
cuando Moisés fue liberado del poder del faraón; o en el primer libro de
Samuel se escuchaba cuando David derrotaba a Goliat; en el libro de
Daniel se escuchaba cuando los tres jóvenes iban saliendo indemnes del
horno ardiente; y así también se leía cuando Daniel estaba rodeado de
leones y, no obstante, aparece ileso y ocupado en alabar a Dios,...
4.- La comunidad cristiana relacionaba la primera visita del cristiano a la
Iglesia en el Bautismo con la última que se efectuaba en las exequias
litúrgicas, en la primera fue traído en brazos y ahora ha sido traído en
hombros. Primero entró en la Iglesia y ahora entra a la vida eterna; al igual
que en el bautismo se ha preparado el mismo hisopo, el mismo cirio
pascual; al inicio se le vistió con la túnica blanca y ahora se le ha vestido
de fiesta; la flor ha caído en tierra porque el fruto ha brotado en el árbol de
la vida cristiana; en el bautismo se había nacido para morir y ahora en las
exequias se muere para nacer; se trata de un nuevo nacimiento: se han
vivido momentos violentos en los dos partos, y estos acontecen con la
convicción de que sí no se es expulsado del vientre materno la matriz se
convierte en elemento nocivo y letal. El bautismo ha sido una muerte y la
muerte es ahora un bautismo, diría san Basilio en su homilía 13: “Toda la
vida es bautismo”.
¿Te fijas cómo la liturgia fúnebre es una de las más bellas celebraciones?
Se trata de la celebración del encuentro y del bautismo definitivo. Y es que
el bautismo es pascua de liberación, lo mismo que la muerte.
La Pascua de la Vida Eterna la debemos contemplar como la primavera
que llega después de los largos inviernos de la enfermedad, del dolor, de
la soledad, de la dependencia que provoca la enfermedad.
5.- Y aquí, en este ámbito oscuro de nuestra vida, Dios quiere ser
nuestro guía aquí y ahora en orden a invitarnos a distinguir ya desde ahora
entre lo que es perecedero y lo eterno, entre lo que es secundario y lo
primario, entre lo que es sustancial y lo accidental, entre lo que es efímero
7. y lo vital, para así convertirse un día en el guía que nos conduce a nuestro
destino de eternidad.
Dios quiere ser nuestro guía para que seamos cristianos auténticos y con
ello servidores de los demás para que evitemos el ser enaltecidos y que
podamos vivir la humildad.
Y nos muestra que el único paso autorizado a la vida eterna es el de la
coherencia y el compromiso personal acompañado de la decisión de tomar
en serio las exigencias del Evangelio, sin intentar astutamente reducir el
cociente de dificultades.
La entrada al Reino de los Cielos no será cuestión de membresías ni de
inscripciones, sino que es un asunto de amor auténtico.
6.- En la realidad, pasaremos a la amplitud del Reino, en la medida que
vivamos la estrechez de una vida consecuente de una amplitud del
corazón. Nuestros horizontes se podrán ensanchar si nuestro corazón se
dilata pasando por la puerta estrecha de la verdadera vida cristiana. La
“estrechez” de la solidaridad, fraternidad y servicio al hermano frente al
egoísmo; control y dominio del consumismo frente a la idolatría del dinero,
expresión de una vida congruente frente al maquillaje de nuestro
fariseísmo que quiere enaltecernos sobre los demás y olvidarse de que a
esta vida hemos venido a servir...
Ser católico es ser luchador y la corona por la que se lucha no es otra sino
la eternidad.
7.- Que el mayor de entre ustedes sea su servidor ¿Sabes?
Nuevamente la memoria me ha trasladada hacia lo que ha sido la vida en
las distintas escuelas, para ayudarme a comprender algunos principios de
la Escuela de la Vida y... de la Escuela de la eternidad.
El Evangelio de hoy me recordó aquel principio físico de que “la materia no
se crea ni se destruye sólo se transforma”. Los animales y las plantas sólo
cambian sus calorías, sus átomos y sus moléculas. Su materia básica es
imperecedera.
Sin embargo hay un dato que el Evangelio le añade a la ley física si
utilizamos la imagen del grano de trigo tan favorecida por el Evangelio: la
transformación puede ser de muerte o de vida.
Si el grano de trigo no muere bajo la tierra queda infecundo, no germina,
no va a fructificar, pero si es capaz de morir vivirá auténticamente y de una
forma más plena.
Es nuestra capacidad que se tiene de morir bajo la tierra lo que nos da la
capacidad de adquirir un género de vida mejor: Renacer incesantemente
en otra planta que le reemplazan con ventaja. “Si la semilla no muere...”
8. Pero la semilla en tierra no muere. Al contrario fructifica, es un foco de
actividad intensa, se transforma y se multiplica. La que no muere es la que
en realidad muere, y la que muere es la que en realidad tiene vida.
8.- Hablando de la materia debemos agregar que alguna se transforma
en vida y otra en deshechos infértiles. Esto al mismo tiempo debe
hacernos comprender el mensaje de vida eterna: conservarse es morir en
la transformación posterior; sacrificarse, entregarse, dar la vida significará
vivir en la transformación posterior que esperamos los cristianos.
La excesiva y continua preocupación por uno mismo no deja tiempo para
morir. Y el grano de trigo sigue al sol y al aire, pero sólo, convirtiéndose en
materia infértil.
La vida terrena se prolonga en la vida celestial, la vida temporal aparece
como antesala de la vida eterna. La vida terrena no se prolonga al negar la
vida de ultratumba sino que se encoge miserablemente.
Nuestra vida será insatisfactoria, no porque sea breve, sino porque no la
vivimos a la altura de nuestra aspiración más elemental y más profunda.
La verdadera muerte no es el morir; es dejar de creer, dejar de amar, dejar
de crecer... ¡Y esto se puede dejar de hacer a cualquier edad y en
cualquier momento!
Las conclusiones de una reflexión sobre la eternidad no nos llevan a una
tranquilidad adormecedora como nos acusaba Feuerbach, sino que no
lleva a una incesante vigilancia.
9.- El más allá pone los cimientos de la relaciones del más acá.
La muerte es un desafío que nos dice constantemente que no perdamos el
tiempo.
¿Sabes? Hay un ejemplo de un filósofo español llamado Xavier Zubiri que
siempre vio y vivió su vida en una dimensión cristiana. Él murió en
septiembre de 1983 y en su sepultura quiso que figurara la siguiente
inscripción: “¡Aleluya, aleluya, aleluya! Cristo ha resucitado. No es
vana nuestra fe”.
El hombre no debe ser visto como un ser para la muerte sino un peregrino
en busca de la luz, de un nuevo horizonte.
Y es que Cristo nos ha ido a preparar una habitación para que nosotros
también habitemos la Mansión del Cielos.
9. ¿UNA RELIGIÓN SIN DOGMAS?
Cuando me vaya y les prepare un sitio, volveré y los llevaré conmigo, para que
donde yo esté, estén también ustedes. Y ya saben el camino para llegar al lugar
a donde voy”.
Entonces Tomás le dijo: “Señor, no sabemos a dóde vas, ¿cómo podemos
saber el camino?” Jesús le respondió: “Yo soy el camino, la verdad y la vida.
Nadie va al Padre sino es por mí. Si ustedes me conocen a mí, conocen también
a mi Padre. Ya desde ahora lo conocen y lo han visto”.
1.- Muy queridos amigos:
En el cristianismo hemos decubierto que solamente existe un Camino:
Jesús, el cual nos ha mostrado la grandeza de la entrega diaria. Sabemos
que solamente existe una Verdad: Cristo, el cual nos ha enseñado la
excelsitud del amor. Somos conscientes de que solamente existe una Vida
auténtica: Cristo Jesús, el cual nos ha querido comunicar la dignidad de un
destino sobrehumano en una vida que tiene perfecta realización en la
eternidad.
Y la verdad es que nos debe resultar increíble que el cristiano posea en
Cristo el Camino, la Verdad y la Vida y que ande buscando otras veredas,
que se encamine tras de las falacias y los sofismas o que se antoengañe
ante fugaces intentos de sobrevivencia. Jesús no es un camino sino que Él
es el Camino. Jesús no es una verdad, sino que Él es la Verdad, Jesús no
es una forma de vida, sino que el Señor es la Vida.
2.- Y nosotros nos pasamos la vida buscando geografías precisas,
cuando el camino no tiene complicaciones. Hay tantas veredas de las que
uno sale lleno de espinas y abrojos, de las que uno termina asaltado por la
inseguridad.
Y nosotros nos pasamos la existencia en la búsqueda de un pequeño rayo
de verdad que pueda orientar nuestra vida, y lo hacemos encendiendo
lámparas a plena luz de un Sol que nace de lo alto y que nos ilumina con
su Santo Espíritu.
Y nosotros nos pasamos nuestros días queriendo y ansiando un poco de
agua que nos pueda dar un poco de vida y lo hacemos bebiendo
desesperadamente de cisternas agrietadas y putrefactas cuando Dios
mismo se ha convertido en el manantial del agua viva que nos ofrece la
Vida verdadera.
3.- Pero,... vayamos por partes y démosle un momento a cada cosa, ya
que no podemos hablar de todo al mismo tiempo. Es por ello, que te quiero
invitar a hablar sobre esa Verdad de nuestra vida llamado Jesús.
10. En los días pasados y en este día, he tenido la posibilidad de recuperar del
baúl de la memoria dos momentos sumamente especiales de mi vida
cristiana: uno de ellos reciente y el otro distante por el tiempo, pero nunca
en mi valoración.
El momento reciente fue el del día de mi Ordenación Sacerdotal, el cual ha
sido recreado en los días recientes por dos motivos: mi decimo quinto
aniversario de ordenación sacerdotal y la elección de un nuevo Pontífice
de la Iglesia. El otro momento se remonta a mi primera infancia durante mi
bautismo cristiano.
4.- El Evangelio de este día y los festejos de estos días me han
permitido deleitarme con la imaginación de algo tan real al mismo tiempo
que sobrenatural, como lo fue aquel invaluable momento en que mis
padres, mis padrinos y el Padre Esparza, que de Dios goce, con piadosa
conciencia, me engendraron para la fe, mediante la gracia de Dios.
La memoria y la imaginación han hecho de las suyas y me han trasladado
a través del laberinto del tiempo, al momento más grande en la vida del
cristiano: el día en que por medio del Bautismo, se nos adopta como Hijos
de Dios. Por otra parte, las emociones y los afectos detonados en un
aniversario y en un acontecimiento sumamente especial me han hecho
regresar también a la infancia de mi propio sacerdocio.
5.- ¿Cómo evitar el pensar en el amor de mis padres comunicándome la
herencia de la fe cristiana que ellos dignamente atesoraban, y que
profesaron en mi nombre durante mi bautismo?
Pero,... Ha sido más fácil recordar que imaginar, al pensar en el ejercicio
de mi compromiso bautismal de adulto y del beneficio recibido por el don
divino en los tiempos recientes a través del ministerio sacerdotal que
indignamente he recibido.
¿Cómo poder olvidar el orgullo que sentí al expresar el juramento como
ministro consagrado el día de mi ordenación sacerdotal? ¿Cómo desterrar
de la memoria el juramento de fe que nos pide la Santa Madre Iglesia a
todos aquellos a quienes nuestro Obispo, en su nombre, nos permite
enseñar la doctrina sagrada?
“Yo, Rogelio Narváez Martínez, abrazo y acepto firmemente todas y
cada una de las cosas que han sido definidas, afirmadas y declaradas
por el Magisterio infalible de la Iglesia, ...”
En lo personal, como Bautizado y como Sacerdote, creo firmemente que la
Iglesia es Madre y que es Maestra, puesto que ha recibido el encargo de
Enseñar, Conducir y Santificar a todos aquellos que hemos sido
engendrados para Dios en su propio seno. Estoy profundamente
agradecido con la Iglesia, tanto por los vastos momentos de manifestación
11. del amor materno, como por aquellos momentos magisteriales en que me
ha mostrado la doctrina verdadera.
6.- Y no obstante, el segundo que marca ahora el reloj de la historia y en
el que estamos viviendo nuestra vida cristiana les ha dado paso a aquellos
que quisieran escuchar que Jesús es sólo una más de las muchas
verdades que se han pronunciado en este mundo.
Parecieran incomodarles esos términos absolutos en los que el Señor se
presenta como Camino, como Verdad y como Vida. Les molesta pensar
que en el cristianismo no hay neutralidades y que aún nuestros silencios
se convierten en posicionamientos. Les molesta que un Pontífice de la
Iglesia sea fiel al mensaje revelado y que defienda el depósito de la fe que
se le ha confiado. Quisieran un cristianismo a la carta.
Hoy, nuevamente ha emergido del anonimato un pseudo-mesías que
ofrece una salvación que se queda solamente en lo temporal y cuya
doctrina es el relativismo y el subjetivismo. Su nombre es opinión pública, y
se lleva a cabo con la reverencia de los novedosos. Lo arregla todo,
algunos han pensado que es “la voz de dios”. Esta parece ser la pseudo-
religión de aquellos progresistas que parecen ignorar que no existe nada
más anticuado en el mundo que el creerse modernos.
7.- Parecieran decir los más instruídos de entre los progresistas: “El
mundo necesita una religión sin dogmas”. Verdadera contradicción porque
la negación del dogma se convierte en un dogma para ellos.
A todos aquellos hombres y mujeres que cuestionan el que la Iglesia
posea todavía sus dogmas en un depósito de fe, tenemos que explicarles
respetuosamente que un dogma es un juicio de verdad para nuestra
religión. No puede existir una religión sin dogmas. Una religión sin dogmas
sería una religión sin pensamientos, sin verdades. Sería como una espalda
sin espina dorsal, como un árbol sin raíces y una hermosa construcción sin
cimentación.
8.- No queremos darnos cuenta de que absolutamente todas las
ciencias tienen sus dogmas.
“El mediterráneo es un gran mar interior comprendido entre Europa
Meridional, Africa del Norte y Asia Occidental. Comunica con el Océano
Atlántico por el Estrecho de Gibraltar y con el mar Rojo por el canal de
Suez” es un dogma de la Geografía. “El agua se compone de dos átomos
de Hidrógeno y uno de Oxígeno” es un dogma de la química. “La sangre
es un plasma líquido que unido a los glóbulos transporta los principios
nutritivos desde el aparato digestivo hasta las células a través de las
arterias” es un dogma de la anatomía.
12. Un cirujano también posee algunas verdades en torno a sus intervenciones
quirúrgicas, un biólogo al examinar y profundizar el don de la vida, un físico
al estudiar la materia y la energía, un químico al analizar la composición de
las sustancias y su manera de formarse. La misma teoría de la relatividad
se ha convertido en uno más de nuestros dogmas.
Toda disciplina seria tiene sus dogmas. Una religión sin dogmas sería
como decir que el Mediterráneo es un cerro en forma de silla de montar
que se encuentra en una bella e industrial ciudad en la frontera norte de
México. ¿Acaso alguien osaría en química decir que el H2O es el símbolo
del ácido sulfúrico?
9.- Lo anterior, no significa que esté de acuerdo con la intolerancia
religiosa ni con las prácticas de fanatismo.
Pero de allí, a que le llamen a la Iglesia “oscurantista” por tener un
depósito de fe que tuvo su fuente en Jesucristo y que se redacta en el
Nuevo Testamento y que se ha ido clarificando con el paso de estos 2005
años, precisamente ante las necesidades del mismo interior de la Iglesia,
es algo con lo que no puedo coincidir.
El Dogma en la historia de la Iglesia no nació por necesidades
apologéticas, es decir defensa hacia el exterior, sino por intestinos
conflictos doctrinales.
Seamos celosos del cristianismo. Evangelizar es buscar que nuestra vida
se adecúe al Evangelio y no el Evangelio a nuestra vida.
10.- Jesucristo es la Verdad y “la verdad será verdad aunque nadie la
sostenga”. A la verdad que brota de Aquel que es la Verdad podemos
aplicarle la ley de la conservación de la materia, pues ni se crea ni se
destruye... existe.
Sin caer en un “todo se vale”, aceptemos la enseñanza del Concilio
Vaticano II: “La verdad no se impone de otra manera que por la fuerza de
la misma verdad” (DH 1c).
Aceptemos la verdad de Cristo y la Verdad que es el mismo Cristo aunque
nos cueste un poco o un mucho. Nos puede resultar más fácil creer en
aquellos maestros y merólicos que solamente ofrecen palabras
tranquilizadoras, persuasivas y provisionales.
Por todo lo anterior, y por todas aquellas verdades que en ocasiones se
han quedado dormidas en el baúl del tiempo o de la apatía, hoy quiero
expresarles mi gratitud más sincera al Señor por haber elegido como
Pontífice de su Iglesia al guardián de la Doctrina de la Fe.
13. JESÚS POSEE EL ROSTRO DEFINITIVO DE DIOS.
Le dijo Felipe: “Señor, muéstranos al Padre y eso nos basta”. Jesús le replicó:
“Felipe, tanto tiempo hace que estoy con ustedes, ¿y todavía no me conoces?
Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre. ¿Entonces por qué dices:
“Muéstranos al Padre”? ¿O no crees que yo estoy en el Padre y que el Padre
está en mí? Las palabras que yo les digo, no las digo por mi propia cuenta. Es
el Padre, que permanece en mí, quien hace las obras. Créanme: yo estoy en el
Padre y el Padre está en mí. Si no me dan fe a mí, créanlo por las obras. Yo les
aseguro: el que crea en mí, hará las obras que hago yo y las hará aún mayores,
porque yo me voy al Padre”.
1.- Muy queridos amigos:
Me he quedado estupefacto al contemplar el rostro humano desfigurado
por la barbarie en las contiendas intelectuales y me provoca estupor
constatar como el rostro del niño recién nacido desaparece en un
coeficiente de memoria colectiva convertida en una membrana casi
transparente.
2.- Es lamentable constatar como nuestra antropología sea tan
deficiente como para pretender que la emancipación de las mujeres se
convierta en sólo un mimetismo cultural de los varones.
Sin lugar a dudas la mujer posee su porción de riqueza que plenifica la
humanidad, no obstante me asombra como las mujeres propenden
demasiado a seguir los pasos de los hombres; a pensar como los
hombres, a tratar de resolver los problemas generales de la vida como los
varones. No hace falta que la mujer piense como los hombres, eso es una
nueva esclavitud. La misión de la mujer no es realzar el espíritu viril, sino
expresar la femineidad. Su misión no es conservar un mundo hecho por
los hombres, sino crear un mundo más humano, haciendo que el elemento
femenino participe en todas sus actividades.
3.- ¿Sabes? En el traslado que le permitía al hombre cruzar el umbral
del tiempo para así ingresar al tercer milenio, un grupo de cristianos
(laicos, presbíteros, obispos, patriarcas, miembros de vida consagrada...)
de diferentes denominaciones (católicos, evangélicos, luteranos,
ortodoxos, reformados..) se preguntaron sobre “lo más importante” al inicio
del tercer milenio.
Cincuenta y cuatro respuestas se emitieron y al ordenarlas los
participantes de aquel ejercicio acordaron ubicar en el primer lugar de los
números ordinales la aportación de Bartolomeo I, Patriarca ecuménico de
Constantinopla: Lo más importante es la persona humana, sin olvidar que
la persona más importante es la persona de Cristo.
14. 4.- Lo esencial es la persona. Se trata de la persona en sí misma, no es
más importante el hombre que la mujer, el ministro ordenado que el laico,
ni el presbítero que la religiosa, ni viceversa; no es más importante el
mandatario que los que le mandan, la terapeuta que su paciente ni la
escritora que su lector,..., ni viceversa.
El nombre de la persona es lo importante sin ningún otro apellido paterno
que el “ser humana”,... aunque algunos llevamos un bello apellido materno:
el “ser cristiana”, y esto no podemos sacarlo de nuestras venas y nos hace
comprender que no existe más que un Camino, una Verdad y una Vida
auténtica.
Y no obstante, dejando a un lado lo cristiano tal pareciera que los ministros
ordenados, los gobernantes, los terapeutas, y los editorialistas, en la
actualidad nos hemos dado a la tarea de fragmentar ésta última unidad de
la individualidad llamada: persona humana; y casi sin darnos cuenta en los
sermones, los discursos, las asesorías y en los ensayos hemos sido
sutilmente esclavizados por esos hilos tenues que conforman los criterios
de la posmodernidad.
5.- Un pensamiento auténtico se niega a aceptar el método de la
negación como recurso de definición, y no nos queda más remedio que
aceptar que junto con la pluralidad de nuestro tiempo la falta de identidad
nos ha tomado por asalto. La globalización se ha hecho acompañar de la
fragmentación del hombre.
Hablar de posmodernidad es hablar de negación, de imprecisión, de
carencia de perfiles definidos, de tal manera que nuestra época no tiene ni
nombre: nos hemos limitado a llamarle posmodernidad, es decir, lo que
está después de la modernidad.
Casi nadie se atreve a otorgarle un contenido programático a nuestro
nuevo movimiento “cultural”, más aún un contenido programático atentaría
contra el nuevo movimiento.
La posmodernidad como movimiento se inició en la estética y ofreció sus
primeros frutos en la arquitectura.
6.- Los filósofos la han asumido buscando encontrarle un perfil, formular
una definición y ofrecerle una delimitación. Y la misma filosofía se ha
encontrado en crisis y su talante actual es el de la perplejidad.
El hombre actual se sitúa en la posmodernidad y se encuentra a la deriva,
sin metas fijas, y lo que es peor sin un método definido.
Las verdades universales se han transformado en incertidumbres y
conjeturas; los tratados se convierten en ensayos; el lenguaje se convierte
en paradoja y en metáfora fugaz; los sistemas de pensamientos son ahora
15. episodios y fragmentos; la herencia del conocimiento ha cedido el paso a
lo optativo y circunstancial.
El estado actual es el de la negación de los contenidos indiscutibles y los
dogmas preestablecidos. ¿Cómo puede el hombre darse a la tarea de
buscar la verdad?
La negación no tan sólo alcanza a la verdad abstracta sino también a la
verdad racional, se niega no tan sólo el campo del Dios de la revelación
sino la mismísima pretensión humana de convertir en “diosa” a la razón.
7.- La posmodernidad no ha nacido ni en los escritorios, ni en las aulas,
ni en las celdas de los conventos,... ha nacido en la calle y ha tenido el
mejor de los vehículos en los Medios. Desconoce la elucubración, su lema
es interpelar.
Ha llegado a despedir los grandes relatos legitimadores tales como la
lucha de clases, el desarrollo y la épica del progreso... Y con ello vino la
sensación del nihilismo, en realidad no hay afán de lucha porque no hay
convicciones. Ahora reinan los relatos acomodaticios de lo fragmentario, lo
instantáneo y lo episódico. El énfasis se pone en lo singular.
Se rechaza radicalmente todo ideal de fundamentación y con ello se ataca
cualquier expresión de credo religioso. Un dogma de fe revelada se
experimenta como un ataque. Decir que Jesús es la única Verdad se
convierte para ellos en una violación.
Y desaparece la filosofía, y todo tipo de pensamiento, puesto que esta
misma tenía como centro la fundamentación, y se empuja a la religión a
convertirse en un artículo adquirido en una tienda de conveniencia.
8.- El ejercicio implacable de la posmodernidad es la de la duda
epistemológica y ontológica. No se trata de la duda metódica que poseía
una seguridad subyacente, sino una duda profunda, radical y universal. La
posmodernidad es insegura y su método es la sospecha, y esto lleva a la
falta de compromisos y al ataque de cualquier exigencia en la vida de parte
de las instituciones.
Y es entonces cuando vamos culpando a lo abstracto de las culpas que
tiene lo concreto. Hablamos de problemas de delincuencia, en lugar de
hablar del delincuente, de las crisis de la moral en lugar de hablar de la
gente que no vive en forma moral. La crisis no está en la ética sino en lo
poco ético de nuestra vida.
Al no llamar al problema por su nombre, cambiamos los nombres y
desaparecemos los problemas: los cristianos ya no se adaptan al
Evangelio sino el Evangelio tiene que adaptarse a las personas; en lugar
de que se superen las pruebas se busca alterarlas, en lugar de instar a
16. que las personas sostengan sus ideales, cambiamos los ideales, y así la
moral se vuelve susceptible de ser modificada para adaptarla a la
amoralidad, y la ética se modifica para satisfacer a quienes no pueden vivir
en forma ética.
Al no vivir como pensamos, hemos llegado a pensar tal como vivimos.
9.- Si nuestra propuesta es de que en lugar de que los cristianos se
adapten a los principios de moralidad, se deben modificar los principios,
tendríamos que modificar el Evangelio, y decir que Jesús es sólo una más
de las verdades, y uno más de los caminos, sólo una opción de vida;...
... decir que el Hijo pródigo no tiene porque regresar a la casa del Padre,
más aún encontraríamos un nombre nuevo para las cáscaras que se
lanzaban a los cerdos y que el hijo deglutía, les llamaríamos: “progreso
diferenciado de anticuadas y obsoletas formas de moralidad”.
No podemos reducir la fe y la moral a un convencionalismo ni a una
preferencia. ¡Cómo si el amor de la madre Teresa o una declaración de
guerra fueran sólo cuestión de convencionalismos! ¿Entonces porque
existen los infames en la historia?
La moral no es tampoco cuestión de preferencias, y nuestro tiempo
tampoco debe olvidar que la degeneración sobreviene cuando el género
desaparece y es suplantado por la preferencia.
Algunos que nos llamamos cristianos leemos la Biblia como si fueramos
ese abogado que se pone a leer un testamento ajeno, estudiando alcances
y escapatorias técnicas así como la exactitud o imprecisión de las frases.
Es muy diferente de cómo lee un testamento el heredero.
10.- A manera de corolario...
Jacques Loew, primero ateo, y después convertido, religioso dominico,
sacerdote obrero entre los descargadores del puerto de Marsella y místico,
es uno de los cincuenta y cuatro que dieron su opinión y respondió: “Para
mí lo más importante es que no he dejado de buscar a Dios, y tengo 87
años. Aunque casi no puedo leer ni escribir, en mi interior sigo trabajando,
porque no dejo de reflexionar. Indudablemente estoy menos inseguro y soy
menos arrogante. Al final de la vida se busca lo esencial, y lo esencial es
Dios”.
11.- Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida. Es Dios quien nos concede
la fe y la gracia y nunca nos pide que nos arranquemos los ojos ni que
apaguemos la luz de la razón. Es a la luz de un misterio sobrenatural como
lo fue la Encarnación que todo se vuelve claro, inclusive el problema del
mal, la enfermedad, el dolor, la soledad y la muerte.