Un anciano estaba sentado llorando frente a su casa. Un hombre lo vio pero siguió su camino sin hablar con él. Esa noche no pudo dormir por remordimiento. Al día siguiente regresó para hablar con el anciano, pero descubrió que había muerto. El hijo del anciano le mostró el diario donde decía que la sonrisa del hombre lo había hecho feliz ese día.
2. Allí estaba en anciano…
Sentado en una piedra sobre las baldosas rotas de la vereda; gorra
gris, manos arrugadas sosteniendo un viejo bastón de madera; una
camisa blanca, gastada, con un chaleco de lana tejido a mano,
una chaqueta azul, pantalones arremangados que dejaban libres
sus píes descalzos.
3. El anciano miraba a la nada.
Entonces el viejo lloró.
En su única lágrima expresó tanto que me fue muy difícil acercarme,
preguntarle si necesitaba algo, o siquiera consolarlo en silencio.
4. Yo pasaba por el frente de su
casa. Su presencia me
atrapó. Al levantar su mirada
la fijó en mi, le sonreí lo más
amablemente que pude, lo
saludé con un gesto un tanto
tímido, pero no crucé la calle,
no me animé, no lo conocía.
A pesar de que comprendí
que en aquella mirada, en
aquella lágrima se mostraba
una gran necesidad, seguí mi
camino, sin convencerme de
estar haciendo lo correcto.
Foto: Rey Cuba, Flickr
5. En mi camino guardé la imagen, la de su mirada encontrándose con la
mía. Traté de olvidarme. Caminé rápido como escapándome.
Compré un libro y tan pronto llegué a mi casa, comencé a leerlo
esperando que el tiempo borrara esa presencia...
pero esa lágrima no se borraba...
Los viejos no lloran así por nada, me dije.
6. Esa noche me costó dormir; la conciencia no entiende de horarios y
decidí que a la mañana volvería a ese lugar, tocaría a la puerta de su
casa y conversaría con él, tal como entendí que me lo había pedido.
Luego de vencer mi pena,
logré dormir.
Al día siguiente preparé un
poco de café, compré galletas
y muy de prisa fui a su casa
convencido de tener mucho
por conversar.
7. Llamé a la puerta, cedieron las rechinantes bisagras y salió
otro hombre.
- ¿Qué desea? preguntó, mirándome con un gesto adusto.
- Busco al anciano que vive en esta casa, contesté, tratando
de sonreír y ser amable.
El hombre me miró con amargura,
las lágrimas brotaron de sus ojos y
luego de unos momentos logró
contestarme casi a media voz:
- Mi padre murió ayer por la tarde.
- ¡Murió…!
dije decepcionado. Las piernas se
me aflojaron, la mente se me nubló
y los ojos se me humedecieron.
8. - ¿Usted quien es? volvió a preguntar.
- En realidad, nadie, contesté.
y agregué….
- Ayer pasé por la puerta de su casa y estaba su padre sentado. Vi que
lloraba, lo saludé desde la acera de enfrente, pero no me detuve a
preguntarle qué le sucedía. Por eso hoy he vuelto para hablar con él.
Pero veo que he llegado tarde….
9. Las emociones en el rostro del hombre eran cambiantes. Del rechazo
inicial había pasado al dolor, pero ahora me parecía que me mirara
casi con ternura…
- Entonces es usted la persona de quien hablaba en su diario…
Extrañado por lo que me
decía, lo miré pidiéndole más
explicación.
-Por favor, pase. Me dijo sin
contestar mi pregunta muda.
10. Luego de servirme un poco de café, entró en la habitación contigua y
me trajo el diario de su padre. Lo abrió en la última hoja y me la mostró:
-“Un hombre desconocido de mirada sincera hoy me ha regalado una
sonrisa plena y un saludo amable. Hoy es un día bello.”
11. Tuve que sentarme. Me dolió el Alma sólo de pensar lo importante que
habría sido para ese hombre que yo cruzara aquella calle.
Me levanté lentamente y al mirar al hombre le dije:
-Si al menos hubiera cruzado la
acera y hubiera conversado
unos instantes con su padre...
12. Pero me interrumpió y con los ojos
humedecidos de llanto dijo:
- Si yo hubiera venido a visitarlo al
menos una vez este último año,
quizás el saludo y la sonrisa de usted,
no le habrían significado tanto…
Autor desconocido
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13. … Hoy es HOY…
.....
… mañana puede ser tarde …