(feb.2013) Quinto poema de la serie “Poemas Pythagóricos” del autor, que nos invita a trascender el tiempo y la distancia al trascender las emociones y renacer incesantemente cuando nos despojamos de cargamentos vanos y nos permitimos escuchar en silencio el divino llamado del misterio.
Creación original: Carlos Rangel
2. El firmamento, las rocas,
los ríos, los mares,
las montañas,
todos viven
y están despiertos,
todos viven
y contienen vida
que se expande
y se multiplica
y se eleva hacia el Universo.
3. Allí están las sabias montañas,
desde los Himalayas hasta los Andes
y los volcanes sagrados…
Y el Alma que eternamente renace
escucha el silencioso llamado
alzando el vuelo con enormes alas.
4. Ya no tiene
reclamos ni quejas
pues simplemente Sabe…
Y tú sabes
que cuando
realmente se sabe,
tan sólo basta sentir y creer
para darse cuenta
que el caos aparente
es un torrente
de bendiciones disfrazadas.
5. Y vuela el Alma por encima de todo
escuchando la música del silencio…
Abajo quedan las leyendas,
las circunstancias, las anécdotas,
las sombras, las tristezas,
los arrebatos, los miedos.
6. A veces tiene alas de cóndor,
a veces tiene mirada de águila,
y se da cuenta que trasciende el tiempo
a la vez que trasciende distancias
cuando trasciende las emociones
y se despoja de cargamentos vanos.
7. Y como buen
alquimista de la Vida,
transforma la tosquedad
del Hucha
en un Sami
de delicada finura
y no hay manera
de detener la magia
que sigue volando
por los aires
observándolo todo
desde nuevas alturas.
8. Y generosamente brinda el Alma
su vuelo a la Vida.
Y mientras más se entrega,
más abundancia recibe
y más se sumerge en el flujo
de la unidad perfecta…
9. Ya no miente,
acepta y sonríe!
Ya no posterga,
agradece y actúa!
Ya no roba,
reintegra y bendice!
Ya no duda,
observa y reconoce!
Ya no atrapa,
libera y perdona!
Ya no muere,
renace incesantemente!
10. Y allí están las montañas
sonriendo pacientemente,
extendiendo su paz
y su aroma
a todo aquel
que vuele sobre ellas
y se lleve consigo
sus ideales y sus sueños
para sembrarlos
en su corazón.
11. Así el sol brilla en los pueblos escarpados
y en las rocas esculpidas donde se ajusta el tiempo,
y con gran respeto se detiene a la entrada
del oscuro vientre de la Madre Tierra
para inundar con su luz brillante
a quien resurge de sus entrañas.
12. Y el corazón de la Tierra late a ritmo de tambor
en una danza de plumas ancestrales
con aroma de incienso y copal
para emprender el vuelo en la montaña sagrada
donde el Norte y el Sur dejan de serlo
para latir en un solo corazón de Paz y de Bien.
13. Un corazón alegre
que valora y agradece
que renace a cada instante
cuando en silencio
escucha sonriente
el llamado de las montañas,
el divino llamado del misterio,
el llamado de la vida…
Carlos Rangel
Octubre, 2012