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SINDROME DE RETT: CRITERIOS DIAGNOSTICOS 
Natalia Mabel Blanco, Virginia Soledad Manresa, Gisela Jorgelina Mesch 
Dr. Mauricio Javier Melgarejo 
Resumen: 
El síndrome de Rett es un trastorno neurológico de base genética. Fue descrito en 1966 por el 
doctor Andreas Rett. El síndrome afecta casi exclusivamente a niñas y mujeres. 
Los aspectos clínicos más representativos son: regresión psicomotora, movimientos estereotipa-dos, 
marcha atáxica y conductas autísticas. 
El diagnóstico depende de la información sobre las primeras etapas del crecimiento de la niña, 
del desarrollo y evaluación continua de la historia clínica, y del estado físico y neurológico de la ni-ña. 
El diagnóstico del síndrome de Rett es descriptivo y basado en un conjunto de signos y sínto-mas, 
pero no es etiológico. Sobre la base de los criterios de diagnóstico establecidos internacional-mente 
se puede diferenciar las niñas portadoras de un síndrome de Rett clásico de un síndrome de 
Rett atípico. 
Debido a que es un trastorno poco común, se sabe muy poco sobre la esperanza de vida y la 
pronóstico a largo plazo. 
No existe cura para el síndrome de Rett. El tratamiento del trastorno es sintomático y de apoyo, 
requiriendo un esquema multidisciplinario. 
Summary: 
The syndrome of Rett is a neurological upheaval of genetic base. It was described in 1966 by 
Doctor Andreas Rett. The syndrome almost exclusively affects to children and women. 
The more representative clinical aspects are: psycomotor regression, stereotyped movements, 
ataxic march and autistic conducts. 
The diagnosis depends of the information on the first stages of the growth of the girl, of the deve-lopment 
and continuous evaluation of clinical history, and the physical and neurological state of the 
girl. The diagnosis of syndrome of Rett is descriptive and it is based on a set of signs and symp-toms, 
but is not etiológico. On the base of the criterion of diagnosis established internationally it is 
possible to differentiate the children carrier of classic syndrome of Rett from atypical syndrome of 
Rett. 
Because it is not common upheaval, one knows very little on the life expectancy and the progno-sis 
in the long term. 
Not exist cures for syndrome of Rett. The treatment of the upheaval is symptomatic and of sup-port, 
requiring a multidisciplinary scheme. 
INTRODUCCION 
El síndrome de Rett (SR) es un trastorno 
neurodegenerativo infantil, caracterizado por 
una evolución normal inicial con un cuadro clí-nico 
característico. Ocurre solo en niñas y mu-jeres, 
la mayoría de los casos son esporádicos 
y es genéticamente determinado. 
Este síndrome fue descrito por primera vez 
por Andreas Rett, en 1966, pediatra de la Uni-versidad 
de Viena quien reportó en Alemania 
casos de niñas que habían desarrollado regre-sión 
mental en edades tempranas de vida; pe-ro 
el trastorno fue reconocido en forma genera-lizada 
solo después de la publicación de un 
segundo artículo en 1983 (1-9). 
La evolución del síndrome de Rett, inclu-yendo 
la edad de inicio y la gravedad de los 
síntomas, varía de niña a niña. Sin embargo, 
antes de que los síntomas comiencen, la niña 
parece estar creciendo y desarrollándose nor-malmente. 
Luego, aparecen gradualmente sín-tomas 
mentales y físicos (1). 
El SR es una enfermedad desafiante para la 
mayoría de las familias que afecta. Aunque 
muchas de las niñas con el trastorno llegan a 
vivir más de 40 años, sus vidas frecuentemen-te 
no son fáciles. Muchas de ellas no pueden 
caminar o hablar y tiene que comunicarse con 
sus ojos. Necesitan educación, dietas, y trata-mientos 
especiales para sus varios problemas. 
La mayoría de niñas con el SR no se pueden 
cuidar y necesitan a alguien que las cuide el 
resto de sus vidas. 
INCIDENCIA 
Afecta a todas las razas y es la segunda 
causa más común de retraso mental grave en 
el sexo femenino (después del síndrome de 
Down), y ha sido reportado en más de 40 paí-ses 
en todo el mundo. Cuando se incluye el 
espectro completo del síndrome tiene una inci-dencia 
estimada en la población general de 1 
caso por cada 10.000 mujeres; cuando se res-tringe 
el tipo clásico, su incidencia es de 1 por 
cada 15.000 nacimientos de niñas vivas. Estu-dios 
epidemiológicos suecos han sugerido un 
prevalencia de 1 por 10.000, pero investigacio-nes 
más recientes en Noruega e Italia mues-tran 
tazas de 2 por 10.000 (1- 5,10). 
Revista de Posgrado de l 22 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
En la actualidad, los estudios epidemiológi-cos 
de retraso mental indican que existe una 
prevalencia en la población infantil de 2-3 %. 
De ellos en el 30% de los casos se desconoce 
su causa y lo consideran idiopático, y en reali-dad 
puede ser la expresión de un SR (1, 2). 
ETIOLOGIA Y PATOGENIA 
En octubre de 1999, la Dra. R. Amir y Cols. 
Identificaron el gen responsable de la enfer-medad 
en la mayoría de los pacientes: 
aproximadamente el 80% de las afectadas del 
SR clásico (SRC) tienen mutaciones de novo 
en la región codificante del gen MECP2, que 
se encuentra en la banda 8 de la región 2 del 
brazo largo del cromosoma X (Xq 28). En los 
pacientes en que no hay esta mutación, se 
puede deber a que presentan mutaciones en 
regiones del gen no analizadas o que exista 
otro gen implicado también en la enfermedad (1, 
3, 5-7E, 9l ). gen MECP2 codifica una proteína, la 
MeCP2, que tiene la función de silenciar otros 
genes, que deben dejar de actuar de forma 
sincronizada para regular el desarrollo del ce-rebro. 
La actuación de ciertos genes, fuera del 
tiempo que les corresponde, genera alteracio-nes 
en el desarrollo del cerebro (3, 5, 8). Se ha 
sugerido que la inactivación del cromosoma X 
por los diferentes tipos de mutaciones del gen 
MECP2, contribuye a la heterogeneidad fenotí-pica 
del SRC y sus variantes (8). 
La hipótesis tradicionalmente propuesta pa-ra 
explicar el predominio de pacientes de sexo 
femenino es la letalidad embriológica o perina-tal 
de la mutación en individuos del sexo mas-culino 
(homocigóticos para los genes del cro-mosoma 
X). No obstante, existen niños con 
mutaciones en el gen MECP2 que nacen y so-breviven 
durante un año o más tiempo. Ade-más, 
hay que añadir que no se observa una 
tasa superior de abortos espontáneos en ma-dres 
de pacientes con SR, lo cual sería de es-perar 
si hubiera letalidad embriológica (5). 
Las mutaciones ocurren en el esperma del 
padre, en el cromosoma X, por lo que los hijos 
varones en su mayoría, son sanos (el padre 
trasmite el cromosoma Y a los hijos varo-nes). 
En algún caso se ha visto que la madre 
sana era en realidad portadora, y no se conoce 
con seguridad por qué no manifestaba ningún 
síntoma. 
El riesgo de tener otra hija con síndrome de 
Rett es muy bajo (1%), aunque es importante 
realizar un examen genético de los padres pa-ra 
valorar el riesgo de recurrencia. (3, 5, 8). 
Los estudios genéticos moleculares más re-cientes 
prácticamente descartan que el cromo-soma 
X este implicado. En la actualidad se ha 
propuesto la investigación de anomalías en el 
brazo corto del cromosoma 11, ya que en el se 
localizan los genes para el brain-derived neuro-trophic 
factor, el insulin-like growth factor, el 
receptor de dopamina D4 y la tiroxina hidroxi-lasa 
(10). 
CLINICA: 
Los aspectos clínicos más representativos 
son: regresión psicomotora, movimientos este-reotipados, 
marcha atáxica y conductas autísti-cas 
(3). 
El desarrollo psicomotor es aparentemente 
normal hasta el primero o segundo año de vida 
cuando se inicia una regresión de las funciones 
cerebrales manifestadas por un cuadro de-mencial, 
pérdida de las destrezas motoras de 
las manos asociada a estereotipias manuales, 
dispraxia de la marcha y pérdidas de las habili-dades 
en la comunicación verbal y no verbal. 
Hay desaceleración del crecimiento craneal 
que origina microcefalia y puede asociarse con 
episodios de hiperventilación, aerofagia, y cri-sis 
epilépticas (1- 3, 5). 
Es el único síndrome específico incluido en 
el DSM-IV y el CIE-10 entre los trastornos ge-neralizados 
del desarrollo con lo cual se nos da 
a entender que se trata de una entidad bien 
definida (3, 4, 7, 10) 
Las manifestaciones clínicas del síndrome 
se pueden agrupar cuando menos en 12 cate-gorías 
de fenomenología clínica neurológica, 
que indican áreas específicas de alteración del 
SNC y periférico para esta enfermedad: a) dis-función 
corticosubcortical fronto-temporo-parietal 
y del sistema lúndico bilateral, b) dis-función 
de los ganglios básales o sus conexio-nes, 
c) disfunción del sistema reticular del tallo 
cerebral, d) disfunción del sistema reticular y 
del sistema límbico, e) disfunción bioeléctrica 
paroxística corticosubcortical con expresión 
clínica, f) disfunción neuronopática y/o de neu-ropatía 
periférica, g) complicaciones esqueléti-cas 
tónico posturales, h) disfunción seudobul-bar, 
i) disfunción autonómica, y j) disfunción de 
la sensibilidad al dolor. Este agrupamiento faci-lita 
su diagnóstico y atención integral (1). 
En la evolución de los diferentes signos y 
síntomas alternan fases de mayor y menor 
progresión, con ligeros matices diferenciales 
de una a otra niña, aún sin perder el aire “fami-liar” 
que les proporciona el compartir los crite-rios 
admitidos por unanimidad; se establecen 
inicialmente cuatro estadios evolutivos que se 
mantienen con pequeñas modificaciones y al-gunos 
puntos añadidos, fruto de las observa-ciones 
de los últimos años (anexo 1) (8, 9). 
En el estadio I, la edad de comienzo se 
adelanta a los 5 meses, como punto añadido, 
aunque esta precisión es difícil de discernir; no 
ocurre así en lo concerniente al retraso postu-ral 
temprano y el desarrollo psicomotor dis-ociado. 
Se precisa también, en el sistema ori-ginal, 
el retraso en el desarrollo en lugar de la 
Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 23
detención del mismo, como se contemplaba en 
la descripción de los estadios en 1986 y se se-ñala 
la poca anormalidad significativa de este 
retraso, con la salvedad del SRC, fenotipo III. 
En el estadio II se limita la duración del de-terioro 
rápido a 1 año aproximadamente, pe-ríodo, 
a veces, difícil de aprehender, y se pun-tualiza, 
en los puntos añadidos, la pérdida de 
los logros adquiridos; se señala también la 
presencia del contacto ocular y, en algunos ca-sos 
de SRC, de crisis epilépticas; ambos 
hallazgos no se presentan en los estadios de 
1986. 
En el estadio III –matiza el comienzo al fi-nal 
del estadio II– se señala el comienzo de al-guna 
restitución comunicativa, difícil de apre-ciar, 
y no se vislumbra la frecuencia de la epi-lepsia, 
que es un hecho incontestable en un al-to 
porcentaje de SR. En los puntos añadidos 
expone el wake-up observado en algunos SR, 
y las niñas que no han adquirido la marcha au-tónoma 
a los 10 años pasan al estadio IV-B. 
Algunas pacientes mantienen la deambulación 
durante décadas. Es en este estadio en el que 
algunas niñas presentan una cierta mejoría en 
la comunicación, probablemente más aparente 
que real, en la mayoría; pronuncian algunas de 
las palabras que habían aprendido antes de la 
regresión, aunque es difícil pronunciarse sobre 
si tienen sentido propositivo o las dicen al libre 
albedrío; también se puede observar que co-gen 
algunas cosas pequeñas, que tiran o ma-nosean, 
como si las sobaran- lo que denomi-namos 
“vehicular” las estereotipias -; si son 
chucherías, patatas fritas o golosinas se las 
llevan a la boca. 
En el estadio IV se matiza también el inicio 
de la terminación del estadio III. Se denomina 
el estadio IV-A el de las niñas andadoras pre-vias 
que pierden la deambulación y pasan a la 
silla de ruedas, y estadio IV-B – como hemos 
expuesto anteriormente-, a las que a los 10 
años no han conseguido andar y han mostrado 
siempre dependencia a la silla de ruedas. No 
se precisan algunos aspectos reseñados en 
1986, como la afectación motora, habitualmen-te 
mixta, con signos piramidales y extrapirami-dales, 
y la importancia de los trastornos trófi-cos 
y vasomotores que comienzan a manifes-tarse 
en el estadio III (1, 5, 8, 10). 
Se ha insistido en la necesidad de diferen-ciar 
las crisis epilépticas de otros fenómenos 
acaecidos en el SR – gritos, sacudidas, con-tracturas, 
mirada fija, apnea, paroxismos distó-nicos- 
, que pueden tomarse equivocadamente 
como epilépticos. La evolución de las crisis es 
muy variable, inicialmente se estimó que la 
evolución era benigna con fácil control terapéu-tico, 
mientras que en la actualidad se admite 
que el 30 – 50% de las niñas afectadas pre-sentan 
un pobre control crítico o crisis 
fármacoresistente. La tipología crítica es muy 
resistente. La tipología crítica es muy variable; 
se han descrito crisis tónicas generalizadas, 
tonicoclónicas generalizadas, parciales com-plejas, 
parciales simples, ausencias atípicas, 
crisis mioclónicas, crisis atónicas, y epilepsia 
fotosensible. Las crisis pueden presentarse 
tanto en vigilia como en el sueño, aunque tiene 
tendencia a desencadenarse al despertar, y 
con menor frecuencia en el adormecimiento. 
Las crisis nocturnas pueden contribuir al apa-rente 
incremento de las muertes súbitas ocu-rridas 
durante el sueño (9). 
La incidencia de muerte súbita en el recién 
nacido es mayor que en la población general y 
se ha postulado la baja frecuencia cardiaca de 
estas niñas como otra causa relacionada. Esta 
característica es propia de estadios avanzados 
del SR, con intervalos QT del ECG prolonga-dos. 
No esta todavía claro si los trastornos del 
ritmo cardíaco son un efecto directo del genoti-po 
o de las manifestaciones de la afectación 
SNC en el SR (7). 
Muchas niñas muestran también problemas 
conductuales y emocionales, incluyendo an-siedad, 
bajo estado anímico y conducta auto 
agresiva (3). 
En un tercio de los casos, la muerte aconte-ce 
durante los primeros 20 años de vida, so-bretodo 
durante la noche, no esta relacionada 
con crisis epilépticas, y, por ahora, no existe 
una explicación (5). 
DIAGNOSTICO: 
El diagnóstico suele ser difícil, ya que com-parte 
características con varias enfermedades 
psiquiátricas y degenerativas (4). 
El diagnóstico del SR se lleva a cabo por la 
observación y la valoración clínica, al no existir 
un marcador bioquímico, morfológico, neurofi-siológico, 
citogenético o molecular que facilite 
la determinación del síndrome (9). Debe sospe-charse 
en pacientes del sexo femenino, con 
diagnóstico de parálisis cerebral infantil o re-tardo 
mental idiopático al apoyarse en criterios 
establecidos internacionalmente en 1988 que 
incluyen criterios necesarios, complementarios 
y componentes de exclusión (anexo 2) (1, 5, 6, 9, 
11). Se considera que los primeros tienen que 
presentarse obligatoriamente, los segundos 
pueden presentarse o ausentarse y la presen-cia 
de uno o más de los terceros excluye el 
diagnóstico. (8). 
Entre estos criterios se encuentran algunas 
discinesias como la distonía, las estereotipias 
manuales y la apraxia de la marcha. Sin em-bargo, 
puede haber otras discinesias que no 
estén bien descriptas como los movimientos 
estereotipados del tronco, la cabeza o los 
miembros inferiores, temblor, corea, miocló-nias, 
rigidez y anomalías de la marcha (6). Las 
crisis epilépticas parciales complejas se distin- 
Revista de Posgrado de l 24 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
guen de las estereotipias porque en las crisis 
epilépticas parciales se da un cierto grado de 
trastorno de conciencia y, además, es evidente 
una clara actividad encefalográfica paroxística 
durante los episodios (12). 
Cuando se cumplen con todas los criterios 
necesarios se denomina Clásico, y cuando se 
reúne la mayoría de los criterios, pero difiere 
del clásico por el inicio, los síntomas iniciales, 
las manifestaciones clínicas más alternadas o 
incompletas, se denomina síndrome de Rett 
atípico o sus variantes (anexo 3) (1, 5, 8, 11) 
Se establecieron tres subgrupos o fenotipos 
clínicos del SRC: Fenotipo I o SRC ambulante, 
fenotipo II o SRC ambulante transitorio, y feno-tipo 
III o SRC no ambulante (8). 
En las formas atípicas aparecen más tarde 
las estereotipias, así como la edad de adquisi-ción 
y pérdida de la sedestación, deambulación 
y prensión, y también la edad en la que se rea-liza 
el diagnóstico. El porcentaje de pacientes 
que desarrollan lenguaje y que no presentan 
retraso del crecimiento es más alto en las for-mas 
típicas. Como era de esperar, en las for-mas 
atípicas el porcentaje de pacientes que 
conservan la prensión y andan por sí solas 
comparativamente es más elevado (2, 5, 11). 
Hagberg y col describieron 5 tipos de va-riantes 
Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 25 
(anexo 4): 
• Forma con epilepsia precoz: estas pa-cientes, 
aunque cumplan con los crite-rios 
del SRC, inician los síntomas antes 
de los 6 meses de edad y la presenta-ción 
clínica inicial esta dominada por las 
crisis epilépticas. 
• Forma congénita: en esta forma nunca 
se experimento un período de normali-dad 
en el desarrollo psicomotor, aunque 
las pacientes cumplan los criterios del 
SRC. 
• Forma de regresión tardía: la regresión 
del desarrollo psicomotor se manifiesta 
más tarde (generalmente después de los 
4 años) y de forma más insidiosa. 
• Forma frustre: el curso clínico es más 
leve, incompleto y prolongado. La regre-sión 
se produce habitualmente entre el 
primer y el tercer año de vida, pero no 
es tan grave como el SRC, llegando a la 
pubertad con el cuadro clínico completo. 
El uso de las manos puede estar preser-vado 
y las estereotipias pueden ser mí-nimas 
o atípicas. Generalmente no pre-sentan 
microcefalia ni baja estatura. Es-ta 
es la variante del SR más frecuente. 
• Forma con conservación del lenguaje: 
estas pacientes, tras la fase de regre-sión, 
consiguen pronunciar palabras que 
habían aprendido antes de manifestarse 
la enfermedad. 
• Otras variantes posibles: 
ƒ SR provisional o potencial: se trata de 
niñas pequeñas, entre uno y tres 
años, con retraso psicomotor inexpli-cado 
y/o pérdida de las habilidades 
funcionales, particularmente logros 
manuales adquiridos. 
ƒ Variante casos familiares atípicos: 
existen familias con mas de dos 
miembros potenciales candidatos a 
SR que muestran marcadas diferen-cias 
en las desviaciones del desarrollo 
entre ellos; uno de los miembros tiene 
un SRC y el/los otro/s pueden presen-tar 
patrones conductuales autistas, re-traso 
mental o ambos. 
ƒ Variante variabilidad gemelos mono-cigotos: 
con o sin concordancia feno-típica 
entre ellos. 
Los casos descritos en la literatura de niños 
con SR corresponden a varones con un cario-tipo 
47 XYY y en hermanos de niñas con SR 
familiar, que provoca frecuentemente encefa-lopatías 
letales en la infancia. Excepcionalmen-te, 
el SR en niños puede manifestarse como 
una encefalopatía no letal con un curso seme-jante 
al del sexo femenino (5, 11). 
Además de los criterios clínicos ya estable-cidos, 
se ha informado de anormalidades 
óseas, estas incluyen menor tamaño del 4 o 5 
metacarpiano, 4 metatarsiano corto, cubito cor-to, 
y pie pequeño. También se describen alte-raciones 
estructurales por resonancia magnéti-ca 
del cráneo, como incremento del grosor del 
diploe, probablemente por disminución del vo-lumen 
del tejido cerebral, reducción del tamaño 
del hipocampo, atrofia moderada y severa de 
ambos lóbulos temporales, así como imagen 
hipointensa en sustancia negra y globos páli-dos 
(1). 
DIAGNOSTICO DIFERENCIAL: 
No sorprende que en el proceso diagnóstico 
de estas niñas suela plantearse la duda res-pecto 
a los otros trastornos del grupo incluidas 
en el DSM. Las alteraciones precoses de la in-teracción 
social evocan el autismo infantil. El 
trastorno desintegrador infantil comienza entre 
los 2 y los 10 años de edad en un niño hasta 
entonces normal (4, 10). Podría decirse que se 
trata de un trastorno autista de inicio tardío. Se 
recomienda la prueba de Bo Olsson en el dia-gnóstico 
diferencial entre autismo de Kanner y 
SR (13). La enfermedad de Asperger se caracte-riza 
por el fallo en el uso pragmático del len-guaje, 
aunque no muestra retraso grave del 
desarrollo cognitivo, ni del lenguaje verbal en la 
esfera formal. Por otra parte, todos estos tras-tornos 
son más frecuentes en varones, y en 
ninguno de ellos se observa disminución del 
PC, ataxia, apraxia, estereotipias manuales, 
bruxismo, ni el patrón ventilatorio característico 
del SR.
El deterioro cognitivo siempre forma parte 
de este síndrome. De hecho, las niñas con SR 
parecen tener un patrón cognitivo similar al de 
las niñas con retraso mental profundo sin SR 
pero manifiestan menos conductas comunicati-vas. 
Por lo tanto el retraso mental es otro dia-gnóstico 
diferencial. 
Aunque en el SR se observa la pérdida de 
funciones entre el primer y el quinto año de vi-da, 
después se advierte una estabilización, cir-cunstancia 
que lo diferencia de la mayor parte 
de las enfermedades neurodegenerativas de la 
niñez. El SR también debe diferenciarse de las 
enfermedades secuelares a una agresión pre, 
peri o postnatal del SNC y de las debidas a 
otras enfermedades genéticas. 
Otros diagnósticos diferenciales incluyen al 
síndrome de Angelman en el cual no hay pér-dida 
de habilidades, sino un retardo simple y 
una proporción sexual inespecífica, y el sín-drome 
de Prader – Willi en el cual hay ausen-cia 
de microcefalia y presencia de un retardo 
mental leve (3, 4). 
PRONOSTICO: 
Podemos decir que cuanto más precoz es 
la aparición de los signos clínicos, más grave 
son las formas clínicas. 
Un dato pronostico de gran importancia es 
que la epilepsia padecida por estas pacientes, 
incluso cuando es rebelde a los fármacos anti-epilépticos, 
no interfiere en la conservación de 
la deambulación autónoma (2). 
Aunque se conoce poco sobre las expecta-tivas 
de vida, se cree que una joven con SR, 
tiene alrededor del 95% de oportunidad de so-brepasar 
los 25 años de edad. 
TRATAMIENTO: 
En cuanto al aspecto relativo al tratamiento, 
no existe cura para el SR. Hoy en día el trata-miento 
del trastorno es sintomático y de apoyo, 
requiriendo un esquema multidisciplinario. 
Pueden requerirse medicamentos para con-trolar 
las irregularidades respiratorias y las difi-cultades 
motoras, y se pueden utilizar drogas 
antiepilépticas para controlar las convulsiones. 
Los anticonvulsivantes más conocidos son: 
Carbamacepina, Acido Valproico y Fenobarbi-tal. 
La epilepsia solo se muestra largos años 
resistentes a los fármacos en un tercio de los 
casos. 
Las frecuentes anomalías del sueño con 
despertares y risa convulsiva pueden ser mejo-radas 
con melatonina, según un ensayo recien-te 
que precisa replicación. 
Debe haber supervisión regular para la es-coliosis 
y las posibles anormalidades del cora-zón. 
Algunos niños pueden requerir equipos y 
ayuda especial, tales como soportes para de-tener 
la escoliosis, férulas, tirantes o tablillas 
para modificar los movimientos de las manos, 
para tratar los “pies de bailarina”, etc. El trata-miento 
ortésico o quirúrgico de la escoliosis 
puede conseguir que esta no llegue a causar 
graves dificultades respiratorias. 
Los programas alimenticios evitan la desnu-trición, 
el aumento de peso y los disturbios del 
crecimiento. El manejo del estreñimiento se 
maneja con la ingesta de fluidos, una dieta rica 
en fibras y la realización de ejercicios. Es im-portante 
evitar el uso prolongado de laxantes, 
supositorios o enemas. 
La terapia ocupacional (en la cual los tera-pistas 
ayudan a las niñas a desarrollar las ca-pacidades 
necesarias para realizar actividades 
autónomas, por ejemplo, vestirse, alimentarse 
y realizar labores artísticas o artesanales), la 
fisioterapia, la musicoterapia y la hidroterapia 
pueden prolongar la movilidad y la calidad de 
vida de estas pacientes. El tratamiento fisiote-rapéutico 
y de rehabilitación ayuda a mantener 
las habilidades motoras por el mayor tiempo 
posible, mejorando la ataxia, los movimientos 
involuntarios, la hipertonía y la apraxia. La mu-sicoterapia 
constituye un modo alternativo de 
contacto. 
También se pueden requerir en algunos ca-sos 
servicios especiales académicos, sociales, 
vocacionales, y de ayuda. 
El tratamiento Psicopedagógico tiene como 
objetivo el mejoramiento de las capacidades 
cognitivas (10). 
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Revista de Posgrado de l 26 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
Anexo 1 
Sistema de clasificación original Puntos añadidos 
Estadio I: estancamiento de inicio temprano. 
• Edad de inicio: 6 -18 meses. 
• Retardo en el progreso de desarrollo 
• Patrón de desarrollo aun no francamente anormal. 
• Duración: entre semanas y meses. 
Estadio II: regresión rápida del desarrollo. 
• Edad de inicio: 1-4 años 
• Perdida de destrezas y comunicación adquiridas 
• Se hace evidente la deficiencia mental 
• Duración: semanas a meses, posiblemente 1 año 
Estadio III: período pseudo estacionario 
• Inicio: después del estadio II 
• Algo de restitución en la comunicación 
• Preservación aparente de la capacidad ambulatoria. 
• Regresión neuromotora lenta, inaparente 
• Duración: algunos años a décadas 
Estadio IV: deterioro motor tardío 
• Inicio: cuando cesa la ambulación en el estadio III 
• Dependencia completa a silla de ruedas 
• Discapacidad grave: atrofia y deformidad distal 
• Duración : décadas 
• Inicio desde los 5 meses 
• Retraso postural temprano 
• Desarrollo disociado 
• Se arrastra sentado (Bottom- Shufflers) 
• Pérdida de los logros adquiridos: uso de los 
dedos, balbuceos / palabras, juego activo 
• Ocasionalmente “ en otro mundo” 
• Contacto ocular preservado 
• Problemas de respiración todavía modestos 
• Crisis solamente en el 15% 
• Período de despertar ( wake up) 
• Apraxia / dispraxia manuales prominentes 
Estadio III / IV: paciente no ambulatorio 
Estadio IV-A: previamente ambulatoria, ahora 
no ambulatoria. 
Estadio IV-B: nunca ambulatoria 
Fuente: referencia bibliográfica números 1, 5, 8, 10 
Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 27 
Anexo 2 
Criterios necesarios: 
No todos se dan necesariamente 
1. Periodo pre y perinatal aparentemente normal. 
2. Desarrollo psicomotor aparentemente normal hasta 
los 6 meses (entre 12 y 18 meses en ocasiones). 
3. El perímetro craneal al nacimiento es normal. 
4. Retardo en el crecimiento cefálico entre los 6 meses 
y los 4 años. 
5. Pérdida de la utilización voluntaria de las manos en-tre 
los 6 meses y 5 años. Se acompaña de deterioro 
en la capacidad de comunicación y comportamiento 
social. 
6. Ausencia de desarrollo del lenguaje o un lenguaje 
muy rudimentario junto con retraso psicomotor 
severo. Pérdida de balbuceos adquiridos / pala-bras 
aprendidas. 
7. Estereotipias manuales de torsión/presión, golpe-teo/ 
palmoteo, frotamiento/lavado de manos / esti-rado 
de lengua/ ensalivado / bruxismo. 
8. Alteración de la marcha (apraxia) o no adquisición 
de la deambulación y apraxia/ataxia de tronco en-tre 
1-4 años. 
9. Apariencia de deficiencia mental obvia. 
10. El diagnóstico de certeza se realiza a partir de los 
2 a 5 años 
Criterios de soporte: 
1. Anomalías del ritmo respiratorio en vigilia. 
2. Apneas periódicas en vigilia. 
3. Hiperventilación intermitente 
4. Periodos de contener la respiración. 
5. Emisión forzada de aire y saliva. 
6. Distensión abdominal por deglución de grandes can-tidades 
de aire. 
7. Anomalías EEG (Electroencefalograma) 
8. Actividad de base lenta con períodos rítmicos – in-termitentes 
de 3-5 Hz. 
9. Descargas paroxísticas epileptiformes con o sin cri-sis 
clínicas. 
10. Convulsiones / epilepsia: varios tipos de crisis. 
11. Signos de espasticidad - Anomalías del tono 
muscular con atrofia de las masas musculares y/o 
distonías 
12. Trastornos vasomotores periféricos 
13. Cifosis / escoliosis de tipo neurogénico 
14. Retraso en el crecimiento (talla). 
15. Pies pequeños hipotróficos y fríos. 
16. Anomalías en el patrón de sueño del lactante, con 
mayor tiempo de sueño diurno. 
Criterios de exclusión: 
1. Retraso en el crecimiento dentro del útero. 
2. Signos clínicos de alguna enfermedad de depósito 
u organomegalia (aumento crecimiento de órga-nos). 
3. Atrofia del nervio óptico / retinopatías. 
4. Tamaño pequeño del cráneo (microcefalia) congé-nito 
(desde el nacimiento). 
5. Enfermedad metabólica conocida o una enferme-dad 
neurológica progresiva. 
6. Enfermedad neurológica adquirida a raíz de una in-fección 
grave o traumatismo craneoencefálico se-vero 
o evidencia de daño cerebral adquirido prena-talmente. 
Fuente: referencia bibliográfica 1, 5, 6, 8-11
Anexo 3 
Criterios de diagnóstico para las formas no clásicas o atípicas: 
Criterios de inclusión: 
Al menos 3 de los siguientes criterios principales: 
1. Ausencia o reducción de las habilidades manuales. 
2. Pérdida del lenguaje/jerga. 
3. Pérdida de las habilidades para comunicarse. 
4. Desaceleración del crecimiento de la cabeza. 
5. Estereotipias manuales. 
6. Trastorno del desarrollo con un perfil de S. de Rett. 
Al menos 6 de los 11 criterios de soporte: 
1. Anomalías del ritmo respiratorio. 
2. Bruxismo (rechinar dientes). 
3. Escoliosis / cifosis. 
4. Amiotrofias de extremidades inferiores. 
5. Pies fríos y cianóticos. 
6. Aerofagia. 
7. Deambulación anormal o ausente. 
8. Trastornos del sueño. 
9. Señalar con la mirada característica del Síndrome de Rett. 
10. Gran tolerancia al dolor. 
11. Crisis de risa o gritos. 
Fuente: Referencia bibliográfica 1, 6-8 
Anexo 4 
Expresiones fenotípicas del SR. Hagberg, 1995 
I. SR clásico en mujer 
II. SR atípico en mujer 
Subtipo: comienzo 
precoz con crisis 
Formas frustradas 
Original ( mayores de 13 años de edad) 
Provisional ( 10 - 13 años de edad) 
Regresión infantil tardía 
Lenguaje conservado 
Congénito 
Otras variantes 
Provisional o potencial 
Variante casos familiares atípicos 
Variante variabilidad gemelo monocigotos 
III. SR en varón 
Fuente: Referencia Bibliográfica 1,8, 11 
Revista de Posgrado de l 28 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006

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6 153transtorno rett

  • 1. SINDROME DE RETT: CRITERIOS DIAGNOSTICOS Natalia Mabel Blanco, Virginia Soledad Manresa, Gisela Jorgelina Mesch Dr. Mauricio Javier Melgarejo Resumen: El síndrome de Rett es un trastorno neurológico de base genética. Fue descrito en 1966 por el doctor Andreas Rett. El síndrome afecta casi exclusivamente a niñas y mujeres. Los aspectos clínicos más representativos son: regresión psicomotora, movimientos estereotipa-dos, marcha atáxica y conductas autísticas. El diagnóstico depende de la información sobre las primeras etapas del crecimiento de la niña, del desarrollo y evaluación continua de la historia clínica, y del estado físico y neurológico de la ni-ña. El diagnóstico del síndrome de Rett es descriptivo y basado en un conjunto de signos y sínto-mas, pero no es etiológico. Sobre la base de los criterios de diagnóstico establecidos internacional-mente se puede diferenciar las niñas portadoras de un síndrome de Rett clásico de un síndrome de Rett atípico. Debido a que es un trastorno poco común, se sabe muy poco sobre la esperanza de vida y la pronóstico a largo plazo. No existe cura para el síndrome de Rett. El tratamiento del trastorno es sintomático y de apoyo, requiriendo un esquema multidisciplinario. Summary: The syndrome of Rett is a neurological upheaval of genetic base. It was described in 1966 by Doctor Andreas Rett. The syndrome almost exclusively affects to children and women. The more representative clinical aspects are: psycomotor regression, stereotyped movements, ataxic march and autistic conducts. The diagnosis depends of the information on the first stages of the growth of the girl, of the deve-lopment and continuous evaluation of clinical history, and the physical and neurological state of the girl. The diagnosis of syndrome of Rett is descriptive and it is based on a set of signs and symp-toms, but is not etiológico. On the base of the criterion of diagnosis established internationally it is possible to differentiate the children carrier of classic syndrome of Rett from atypical syndrome of Rett. Because it is not common upheaval, one knows very little on the life expectancy and the progno-sis in the long term. Not exist cures for syndrome of Rett. The treatment of the upheaval is symptomatic and of sup-port, requiring a multidisciplinary scheme. INTRODUCCION El síndrome de Rett (SR) es un trastorno neurodegenerativo infantil, caracterizado por una evolución normal inicial con un cuadro clí-nico característico. Ocurre solo en niñas y mu-jeres, la mayoría de los casos son esporádicos y es genéticamente determinado. Este síndrome fue descrito por primera vez por Andreas Rett, en 1966, pediatra de la Uni-versidad de Viena quien reportó en Alemania casos de niñas que habían desarrollado regre-sión mental en edades tempranas de vida; pe-ro el trastorno fue reconocido en forma genera-lizada solo después de la publicación de un segundo artículo en 1983 (1-9). La evolución del síndrome de Rett, inclu-yendo la edad de inicio y la gravedad de los síntomas, varía de niña a niña. Sin embargo, antes de que los síntomas comiencen, la niña parece estar creciendo y desarrollándose nor-malmente. Luego, aparecen gradualmente sín-tomas mentales y físicos (1). El SR es una enfermedad desafiante para la mayoría de las familias que afecta. Aunque muchas de las niñas con el trastorno llegan a vivir más de 40 años, sus vidas frecuentemen-te no son fáciles. Muchas de ellas no pueden caminar o hablar y tiene que comunicarse con sus ojos. Necesitan educación, dietas, y trata-mientos especiales para sus varios problemas. La mayoría de niñas con el SR no se pueden cuidar y necesitan a alguien que las cuide el resto de sus vidas. INCIDENCIA Afecta a todas las razas y es la segunda causa más común de retraso mental grave en el sexo femenino (después del síndrome de Down), y ha sido reportado en más de 40 paí-ses en todo el mundo. Cuando se incluye el espectro completo del síndrome tiene una inci-dencia estimada en la población general de 1 caso por cada 10.000 mujeres; cuando se res-tringe el tipo clásico, su incidencia es de 1 por cada 15.000 nacimientos de niñas vivas. Estu-dios epidemiológicos suecos han sugerido un prevalencia de 1 por 10.000, pero investigacio-nes más recientes en Noruega e Italia mues-tran tazas de 2 por 10.000 (1- 5,10). Revista de Posgrado de l 22 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
  • 2. En la actualidad, los estudios epidemiológi-cos de retraso mental indican que existe una prevalencia en la población infantil de 2-3 %. De ellos en el 30% de los casos se desconoce su causa y lo consideran idiopático, y en reali-dad puede ser la expresión de un SR (1, 2). ETIOLOGIA Y PATOGENIA En octubre de 1999, la Dra. R. Amir y Cols. Identificaron el gen responsable de la enfer-medad en la mayoría de los pacientes: aproximadamente el 80% de las afectadas del SR clásico (SRC) tienen mutaciones de novo en la región codificante del gen MECP2, que se encuentra en la banda 8 de la región 2 del brazo largo del cromosoma X (Xq 28). En los pacientes en que no hay esta mutación, se puede deber a que presentan mutaciones en regiones del gen no analizadas o que exista otro gen implicado también en la enfermedad (1, 3, 5-7E, 9l ). gen MECP2 codifica una proteína, la MeCP2, que tiene la función de silenciar otros genes, que deben dejar de actuar de forma sincronizada para regular el desarrollo del ce-rebro. La actuación de ciertos genes, fuera del tiempo que les corresponde, genera alteracio-nes en el desarrollo del cerebro (3, 5, 8). Se ha sugerido que la inactivación del cromosoma X por los diferentes tipos de mutaciones del gen MECP2, contribuye a la heterogeneidad fenotí-pica del SRC y sus variantes (8). La hipótesis tradicionalmente propuesta pa-ra explicar el predominio de pacientes de sexo femenino es la letalidad embriológica o perina-tal de la mutación en individuos del sexo mas-culino (homocigóticos para los genes del cro-mosoma X). No obstante, existen niños con mutaciones en el gen MECP2 que nacen y so-breviven durante un año o más tiempo. Ade-más, hay que añadir que no se observa una tasa superior de abortos espontáneos en ma-dres de pacientes con SR, lo cual sería de es-perar si hubiera letalidad embriológica (5). Las mutaciones ocurren en el esperma del padre, en el cromosoma X, por lo que los hijos varones en su mayoría, son sanos (el padre trasmite el cromosoma Y a los hijos varo-nes). En algún caso se ha visto que la madre sana era en realidad portadora, y no se conoce con seguridad por qué no manifestaba ningún síntoma. El riesgo de tener otra hija con síndrome de Rett es muy bajo (1%), aunque es importante realizar un examen genético de los padres pa-ra valorar el riesgo de recurrencia. (3, 5, 8). Los estudios genéticos moleculares más re-cientes prácticamente descartan que el cromo-soma X este implicado. En la actualidad se ha propuesto la investigación de anomalías en el brazo corto del cromosoma 11, ya que en el se localizan los genes para el brain-derived neuro-trophic factor, el insulin-like growth factor, el receptor de dopamina D4 y la tiroxina hidroxi-lasa (10). CLINICA: Los aspectos clínicos más representativos son: regresión psicomotora, movimientos este-reotipados, marcha atáxica y conductas autísti-cas (3). El desarrollo psicomotor es aparentemente normal hasta el primero o segundo año de vida cuando se inicia una regresión de las funciones cerebrales manifestadas por un cuadro de-mencial, pérdida de las destrezas motoras de las manos asociada a estereotipias manuales, dispraxia de la marcha y pérdidas de las habili-dades en la comunicación verbal y no verbal. Hay desaceleración del crecimiento craneal que origina microcefalia y puede asociarse con episodios de hiperventilación, aerofagia, y cri-sis epilépticas (1- 3, 5). Es el único síndrome específico incluido en el DSM-IV y el CIE-10 entre los trastornos ge-neralizados del desarrollo con lo cual se nos da a entender que se trata de una entidad bien definida (3, 4, 7, 10) Las manifestaciones clínicas del síndrome se pueden agrupar cuando menos en 12 cate-gorías de fenomenología clínica neurológica, que indican áreas específicas de alteración del SNC y periférico para esta enfermedad: a) dis-función corticosubcortical fronto-temporo-parietal y del sistema lúndico bilateral, b) dis-función de los ganglios básales o sus conexio-nes, c) disfunción del sistema reticular del tallo cerebral, d) disfunción del sistema reticular y del sistema límbico, e) disfunción bioeléctrica paroxística corticosubcortical con expresión clínica, f) disfunción neuronopática y/o de neu-ropatía periférica, g) complicaciones esqueléti-cas tónico posturales, h) disfunción seudobul-bar, i) disfunción autonómica, y j) disfunción de la sensibilidad al dolor. Este agrupamiento faci-lita su diagnóstico y atención integral (1). En la evolución de los diferentes signos y síntomas alternan fases de mayor y menor progresión, con ligeros matices diferenciales de una a otra niña, aún sin perder el aire “fami-liar” que les proporciona el compartir los crite-rios admitidos por unanimidad; se establecen inicialmente cuatro estadios evolutivos que se mantienen con pequeñas modificaciones y al-gunos puntos añadidos, fruto de las observa-ciones de los últimos años (anexo 1) (8, 9). En el estadio I, la edad de comienzo se adelanta a los 5 meses, como punto añadido, aunque esta precisión es difícil de discernir; no ocurre así en lo concerniente al retraso postu-ral temprano y el desarrollo psicomotor dis-ociado. Se precisa también, en el sistema ori-ginal, el retraso en el desarrollo en lugar de la Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 23
  • 3. detención del mismo, como se contemplaba en la descripción de los estadios en 1986 y se se-ñala la poca anormalidad significativa de este retraso, con la salvedad del SRC, fenotipo III. En el estadio II se limita la duración del de-terioro rápido a 1 año aproximadamente, pe-ríodo, a veces, difícil de aprehender, y se pun-tualiza, en los puntos añadidos, la pérdida de los logros adquiridos; se señala también la presencia del contacto ocular y, en algunos ca-sos de SRC, de crisis epilépticas; ambos hallazgos no se presentan en los estadios de 1986. En el estadio III –matiza el comienzo al fi-nal del estadio II– se señala el comienzo de al-guna restitución comunicativa, difícil de apre-ciar, y no se vislumbra la frecuencia de la epi-lepsia, que es un hecho incontestable en un al-to porcentaje de SR. En los puntos añadidos expone el wake-up observado en algunos SR, y las niñas que no han adquirido la marcha au-tónoma a los 10 años pasan al estadio IV-B. Algunas pacientes mantienen la deambulación durante décadas. Es en este estadio en el que algunas niñas presentan una cierta mejoría en la comunicación, probablemente más aparente que real, en la mayoría; pronuncian algunas de las palabras que habían aprendido antes de la regresión, aunque es difícil pronunciarse sobre si tienen sentido propositivo o las dicen al libre albedrío; también se puede observar que co-gen algunas cosas pequeñas, que tiran o ma-nosean, como si las sobaran- lo que denomi-namos “vehicular” las estereotipias -; si son chucherías, patatas fritas o golosinas se las llevan a la boca. En el estadio IV se matiza también el inicio de la terminación del estadio III. Se denomina el estadio IV-A el de las niñas andadoras pre-vias que pierden la deambulación y pasan a la silla de ruedas, y estadio IV-B – como hemos expuesto anteriormente-, a las que a los 10 años no han conseguido andar y han mostrado siempre dependencia a la silla de ruedas. No se precisan algunos aspectos reseñados en 1986, como la afectación motora, habitualmen-te mixta, con signos piramidales y extrapirami-dales, y la importancia de los trastornos trófi-cos y vasomotores que comienzan a manifes-tarse en el estadio III (1, 5, 8, 10). Se ha insistido en la necesidad de diferen-ciar las crisis epilépticas de otros fenómenos acaecidos en el SR – gritos, sacudidas, con-tracturas, mirada fija, apnea, paroxismos distó-nicos- , que pueden tomarse equivocadamente como epilépticos. La evolución de las crisis es muy variable, inicialmente se estimó que la evolución era benigna con fácil control terapéu-tico, mientras que en la actualidad se admite que el 30 – 50% de las niñas afectadas pre-sentan un pobre control crítico o crisis fármacoresistente. La tipología crítica es muy resistente. La tipología crítica es muy variable; se han descrito crisis tónicas generalizadas, tonicoclónicas generalizadas, parciales com-plejas, parciales simples, ausencias atípicas, crisis mioclónicas, crisis atónicas, y epilepsia fotosensible. Las crisis pueden presentarse tanto en vigilia como en el sueño, aunque tiene tendencia a desencadenarse al despertar, y con menor frecuencia en el adormecimiento. Las crisis nocturnas pueden contribuir al apa-rente incremento de las muertes súbitas ocu-rridas durante el sueño (9). La incidencia de muerte súbita en el recién nacido es mayor que en la población general y se ha postulado la baja frecuencia cardiaca de estas niñas como otra causa relacionada. Esta característica es propia de estadios avanzados del SR, con intervalos QT del ECG prolonga-dos. No esta todavía claro si los trastornos del ritmo cardíaco son un efecto directo del genoti-po o de las manifestaciones de la afectación SNC en el SR (7). Muchas niñas muestran también problemas conductuales y emocionales, incluyendo an-siedad, bajo estado anímico y conducta auto agresiva (3). En un tercio de los casos, la muerte aconte-ce durante los primeros 20 años de vida, so-bretodo durante la noche, no esta relacionada con crisis epilépticas, y, por ahora, no existe una explicación (5). DIAGNOSTICO: El diagnóstico suele ser difícil, ya que com-parte características con varias enfermedades psiquiátricas y degenerativas (4). El diagnóstico del SR se lleva a cabo por la observación y la valoración clínica, al no existir un marcador bioquímico, morfológico, neurofi-siológico, citogenético o molecular que facilite la determinación del síndrome (9). Debe sospe-charse en pacientes del sexo femenino, con diagnóstico de parálisis cerebral infantil o re-tardo mental idiopático al apoyarse en criterios establecidos internacionalmente en 1988 que incluyen criterios necesarios, complementarios y componentes de exclusión (anexo 2) (1, 5, 6, 9, 11). Se considera que los primeros tienen que presentarse obligatoriamente, los segundos pueden presentarse o ausentarse y la presen-cia de uno o más de los terceros excluye el diagnóstico. (8). Entre estos criterios se encuentran algunas discinesias como la distonía, las estereotipias manuales y la apraxia de la marcha. Sin em-bargo, puede haber otras discinesias que no estén bien descriptas como los movimientos estereotipados del tronco, la cabeza o los miembros inferiores, temblor, corea, miocló-nias, rigidez y anomalías de la marcha (6). Las crisis epilépticas parciales complejas se distin- Revista de Posgrado de l 24 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
  • 4. guen de las estereotipias porque en las crisis epilépticas parciales se da un cierto grado de trastorno de conciencia y, además, es evidente una clara actividad encefalográfica paroxística durante los episodios (12). Cuando se cumplen con todas los criterios necesarios se denomina Clásico, y cuando se reúne la mayoría de los criterios, pero difiere del clásico por el inicio, los síntomas iniciales, las manifestaciones clínicas más alternadas o incompletas, se denomina síndrome de Rett atípico o sus variantes (anexo 3) (1, 5, 8, 11) Se establecieron tres subgrupos o fenotipos clínicos del SRC: Fenotipo I o SRC ambulante, fenotipo II o SRC ambulante transitorio, y feno-tipo III o SRC no ambulante (8). En las formas atípicas aparecen más tarde las estereotipias, así como la edad de adquisi-ción y pérdida de la sedestación, deambulación y prensión, y también la edad en la que se rea-liza el diagnóstico. El porcentaje de pacientes que desarrollan lenguaje y que no presentan retraso del crecimiento es más alto en las for-mas típicas. Como era de esperar, en las for-mas atípicas el porcentaje de pacientes que conservan la prensión y andan por sí solas comparativamente es más elevado (2, 5, 11). Hagberg y col describieron 5 tipos de va-riantes Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 25 (anexo 4): • Forma con epilepsia precoz: estas pa-cientes, aunque cumplan con los crite-rios del SRC, inician los síntomas antes de los 6 meses de edad y la presenta-ción clínica inicial esta dominada por las crisis epilépticas. • Forma congénita: en esta forma nunca se experimento un período de normali-dad en el desarrollo psicomotor, aunque las pacientes cumplan los criterios del SRC. • Forma de regresión tardía: la regresión del desarrollo psicomotor se manifiesta más tarde (generalmente después de los 4 años) y de forma más insidiosa. • Forma frustre: el curso clínico es más leve, incompleto y prolongado. La regre-sión se produce habitualmente entre el primer y el tercer año de vida, pero no es tan grave como el SRC, llegando a la pubertad con el cuadro clínico completo. El uso de las manos puede estar preser-vado y las estereotipias pueden ser mí-nimas o atípicas. Generalmente no pre-sentan microcefalia ni baja estatura. Es-ta es la variante del SR más frecuente. • Forma con conservación del lenguaje: estas pacientes, tras la fase de regre-sión, consiguen pronunciar palabras que habían aprendido antes de manifestarse la enfermedad. • Otras variantes posibles: ƒ SR provisional o potencial: se trata de niñas pequeñas, entre uno y tres años, con retraso psicomotor inexpli-cado y/o pérdida de las habilidades funcionales, particularmente logros manuales adquiridos. ƒ Variante casos familiares atípicos: existen familias con mas de dos miembros potenciales candidatos a SR que muestran marcadas diferen-cias en las desviaciones del desarrollo entre ellos; uno de los miembros tiene un SRC y el/los otro/s pueden presen-tar patrones conductuales autistas, re-traso mental o ambos. ƒ Variante variabilidad gemelos mono-cigotos: con o sin concordancia feno-típica entre ellos. Los casos descritos en la literatura de niños con SR corresponden a varones con un cario-tipo 47 XYY y en hermanos de niñas con SR familiar, que provoca frecuentemente encefa-lopatías letales en la infancia. Excepcionalmen-te, el SR en niños puede manifestarse como una encefalopatía no letal con un curso seme-jante al del sexo femenino (5, 11). Además de los criterios clínicos ya estable-cidos, se ha informado de anormalidades óseas, estas incluyen menor tamaño del 4 o 5 metacarpiano, 4 metatarsiano corto, cubito cor-to, y pie pequeño. También se describen alte-raciones estructurales por resonancia magnéti-ca del cráneo, como incremento del grosor del diploe, probablemente por disminución del vo-lumen del tejido cerebral, reducción del tamaño del hipocampo, atrofia moderada y severa de ambos lóbulos temporales, así como imagen hipointensa en sustancia negra y globos páli-dos (1). DIAGNOSTICO DIFERENCIAL: No sorprende que en el proceso diagnóstico de estas niñas suela plantearse la duda res-pecto a los otros trastornos del grupo incluidas en el DSM. Las alteraciones precoses de la in-teracción social evocan el autismo infantil. El trastorno desintegrador infantil comienza entre los 2 y los 10 años de edad en un niño hasta entonces normal (4, 10). Podría decirse que se trata de un trastorno autista de inicio tardío. Se recomienda la prueba de Bo Olsson en el dia-gnóstico diferencial entre autismo de Kanner y SR (13). La enfermedad de Asperger se caracte-riza por el fallo en el uso pragmático del len-guaje, aunque no muestra retraso grave del desarrollo cognitivo, ni del lenguaje verbal en la esfera formal. Por otra parte, todos estos tras-tornos son más frecuentes en varones, y en ninguno de ellos se observa disminución del PC, ataxia, apraxia, estereotipias manuales, bruxismo, ni el patrón ventilatorio característico del SR.
  • 5. El deterioro cognitivo siempre forma parte de este síndrome. De hecho, las niñas con SR parecen tener un patrón cognitivo similar al de las niñas con retraso mental profundo sin SR pero manifiestan menos conductas comunicati-vas. Por lo tanto el retraso mental es otro dia-gnóstico diferencial. Aunque en el SR se observa la pérdida de funciones entre el primer y el quinto año de vi-da, después se advierte una estabilización, cir-cunstancia que lo diferencia de la mayor parte de las enfermedades neurodegenerativas de la niñez. El SR también debe diferenciarse de las enfermedades secuelares a una agresión pre, peri o postnatal del SNC y de las debidas a otras enfermedades genéticas. Otros diagnósticos diferenciales incluyen al síndrome de Angelman en el cual no hay pér-dida de habilidades, sino un retardo simple y una proporción sexual inespecífica, y el sín-drome de Prader – Willi en el cual hay ausen-cia de microcefalia y presencia de un retardo mental leve (3, 4). PRONOSTICO: Podemos decir que cuanto más precoz es la aparición de los signos clínicos, más grave son las formas clínicas. Un dato pronostico de gran importancia es que la epilepsia padecida por estas pacientes, incluso cuando es rebelde a los fármacos anti-epilépticos, no interfiere en la conservación de la deambulación autónoma (2). Aunque se conoce poco sobre las expecta-tivas de vida, se cree que una joven con SR, tiene alrededor del 95% de oportunidad de so-brepasar los 25 años de edad. TRATAMIENTO: En cuanto al aspecto relativo al tratamiento, no existe cura para el SR. Hoy en día el trata-miento del trastorno es sintomático y de apoyo, requiriendo un esquema multidisciplinario. Pueden requerirse medicamentos para con-trolar las irregularidades respiratorias y las difi-cultades motoras, y se pueden utilizar drogas antiepilépticas para controlar las convulsiones. Los anticonvulsivantes más conocidos son: Carbamacepina, Acido Valproico y Fenobarbi-tal. La epilepsia solo se muestra largos años resistentes a los fármacos en un tercio de los casos. Las frecuentes anomalías del sueño con despertares y risa convulsiva pueden ser mejo-radas con melatonina, según un ensayo recien-te que precisa replicación. Debe haber supervisión regular para la es-coliosis y las posibles anormalidades del cora-zón. Algunos niños pueden requerir equipos y ayuda especial, tales como soportes para de-tener la escoliosis, férulas, tirantes o tablillas para modificar los movimientos de las manos, para tratar los “pies de bailarina”, etc. El trata-miento ortésico o quirúrgico de la escoliosis puede conseguir que esta no llegue a causar graves dificultades respiratorias. Los programas alimenticios evitan la desnu-trición, el aumento de peso y los disturbios del crecimiento. El manejo del estreñimiento se maneja con la ingesta de fluidos, una dieta rica en fibras y la realización de ejercicios. Es im-portante evitar el uso prolongado de laxantes, supositorios o enemas. La terapia ocupacional (en la cual los tera-pistas ayudan a las niñas a desarrollar las ca-pacidades necesarias para realizar actividades autónomas, por ejemplo, vestirse, alimentarse y realizar labores artísticas o artesanales), la fisioterapia, la musicoterapia y la hidroterapia pueden prolongar la movilidad y la calidad de vida de estas pacientes. El tratamiento fisiote-rapéutico y de rehabilitación ayuda a mantener las habilidades motoras por el mayor tiempo posible, mejorando la ataxia, los movimientos involuntarios, la hipertonía y la apraxia. La mu-sicoterapia constituye un modo alternativo de contacto. También se pueden requerir en algunos ca-sos servicios especiales académicos, sociales, vocacionales, y de ayuda. El tratamiento Psicopedagógico tiene como objetivo el mejoramiento de las capacidades cognitivas (10). BIBLIOGRAFIA 1. Coronel Carvajal C. Síndrome de Rett: un nuevo reto para los pediatras. Revisión bibliográfica. Rev Cubana Pediat 2002; abr-jun; 74 (2):162-167 2. Pineda M, Aracil A, Vernet A, Espada M, Cobo E, Ar-teaga R y col. Estadio del síndrome de Rett en la po-blación española. Rev Neurol 1999;28(161):105-109 3. Artigas-Pallares J, Gabau-Vila E, Guitart-Feliubadaló M. El autismo sindrómico: Síndrome de base genética asociados a autismo. Rev Neurol 2005;40(1):151-162 4. Borges-González S, Rodríguez-Perrett N, Ferrando- Pollak M. Síndrome de Rett: descripción clínica y dia-gnóstico diferencial. Rev Neurol 2002;34(7):698-699 5. Temudo T. Síndrome de Rett. Características clínicas y avances genéticos. Rev Neurol 2002;34(1):54-58 6. Temudo T. Discinecia en el síndrome de Rett. Rev Neurol 2005;40(Supl 1):167-171 7. Panossian, SI, Duro EA. Taquiarritmias como primera manifestación en un síndrome de Rett clásico. Rev Neurol 2004;39(3)299-300 8. Nieto-Barrera M, Nieto-Jiménez, Siljestrom ML. Fenoti-pos clínicas del síndrome de Rett clásico. Rev Neurol 2003;36(Supl 1):146-152 9. Nieto-Barrera M, Nieto-Jiménez, Siljestrom ML, Díaz F, Campaña C, Sánchez ML, Ruiz Del Portal L. Evolución de las crisis epilépticas en el síndrome de Rett. Rev Neurol 1999;28(5):449-453 10. Narbona J. El síndrome de Rett como patología de la hodogénesis. Rev Neurol 1999;28(161):97-101 11. Nieto-Barrera M. Formas atípicas del síndrome de Rett. Rev Neurol 1999;28(161):101-104 12. Fernández- Alvárez E. Estereotipas primarias frente a estereotipias secundaria. Rev Neurol 2004;38(1):21-23 13. Velásquez Argota J, Lozano Pérez T. El diagnóstico positivo del autismo infantil. Rev Cubana Pediat 1996;68(2):105-112 Revista de Posgrado de l 26 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006
  • 6. Anexo 1 Sistema de clasificación original Puntos añadidos Estadio I: estancamiento de inicio temprano. • Edad de inicio: 6 -18 meses. • Retardo en el progreso de desarrollo • Patrón de desarrollo aun no francamente anormal. • Duración: entre semanas y meses. Estadio II: regresión rápida del desarrollo. • Edad de inicio: 1-4 años • Perdida de destrezas y comunicación adquiridas • Se hace evidente la deficiencia mental • Duración: semanas a meses, posiblemente 1 año Estadio III: período pseudo estacionario • Inicio: después del estadio II • Algo de restitución en la comunicación • Preservación aparente de la capacidad ambulatoria. • Regresión neuromotora lenta, inaparente • Duración: algunos años a décadas Estadio IV: deterioro motor tardío • Inicio: cuando cesa la ambulación en el estadio III • Dependencia completa a silla de ruedas • Discapacidad grave: atrofia y deformidad distal • Duración : décadas • Inicio desde los 5 meses • Retraso postural temprano • Desarrollo disociado • Se arrastra sentado (Bottom- Shufflers) • Pérdida de los logros adquiridos: uso de los dedos, balbuceos / palabras, juego activo • Ocasionalmente “ en otro mundo” • Contacto ocular preservado • Problemas de respiración todavía modestos • Crisis solamente en el 15% • Período de despertar ( wake up) • Apraxia / dispraxia manuales prominentes Estadio III / IV: paciente no ambulatorio Estadio IV-A: previamente ambulatoria, ahora no ambulatoria. Estadio IV-B: nunca ambulatoria Fuente: referencia bibliográfica números 1, 5, 8, 10 Revista de Posgrado de la VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006 27 Anexo 2 Criterios necesarios: No todos se dan necesariamente 1. Periodo pre y perinatal aparentemente normal. 2. Desarrollo psicomotor aparentemente normal hasta los 6 meses (entre 12 y 18 meses en ocasiones). 3. El perímetro craneal al nacimiento es normal. 4. Retardo en el crecimiento cefálico entre los 6 meses y los 4 años. 5. Pérdida de la utilización voluntaria de las manos en-tre los 6 meses y 5 años. Se acompaña de deterioro en la capacidad de comunicación y comportamiento social. 6. Ausencia de desarrollo del lenguaje o un lenguaje muy rudimentario junto con retraso psicomotor severo. Pérdida de balbuceos adquiridos / pala-bras aprendidas. 7. Estereotipias manuales de torsión/presión, golpe-teo/ palmoteo, frotamiento/lavado de manos / esti-rado de lengua/ ensalivado / bruxismo. 8. Alteración de la marcha (apraxia) o no adquisición de la deambulación y apraxia/ataxia de tronco en-tre 1-4 años. 9. Apariencia de deficiencia mental obvia. 10. El diagnóstico de certeza se realiza a partir de los 2 a 5 años Criterios de soporte: 1. Anomalías del ritmo respiratorio en vigilia. 2. Apneas periódicas en vigilia. 3. Hiperventilación intermitente 4. Periodos de contener la respiración. 5. Emisión forzada de aire y saliva. 6. Distensión abdominal por deglución de grandes can-tidades de aire. 7. Anomalías EEG (Electroencefalograma) 8. Actividad de base lenta con períodos rítmicos – in-termitentes de 3-5 Hz. 9. Descargas paroxísticas epileptiformes con o sin cri-sis clínicas. 10. Convulsiones / epilepsia: varios tipos de crisis. 11. Signos de espasticidad - Anomalías del tono muscular con atrofia de las masas musculares y/o distonías 12. Trastornos vasomotores periféricos 13. Cifosis / escoliosis de tipo neurogénico 14. Retraso en el crecimiento (talla). 15. Pies pequeños hipotróficos y fríos. 16. Anomalías en el patrón de sueño del lactante, con mayor tiempo de sueño diurno. Criterios de exclusión: 1. Retraso en el crecimiento dentro del útero. 2. Signos clínicos de alguna enfermedad de depósito u organomegalia (aumento crecimiento de órga-nos). 3. Atrofia del nervio óptico / retinopatías. 4. Tamaño pequeño del cráneo (microcefalia) congé-nito (desde el nacimiento). 5. Enfermedad metabólica conocida o una enferme-dad neurológica progresiva. 6. Enfermedad neurológica adquirida a raíz de una in-fección grave o traumatismo craneoencefálico se-vero o evidencia de daño cerebral adquirido prena-talmente. Fuente: referencia bibliográfica 1, 5, 6, 8-11
  • 7. Anexo 3 Criterios de diagnóstico para las formas no clásicas o atípicas: Criterios de inclusión: Al menos 3 de los siguientes criterios principales: 1. Ausencia o reducción de las habilidades manuales. 2. Pérdida del lenguaje/jerga. 3. Pérdida de las habilidades para comunicarse. 4. Desaceleración del crecimiento de la cabeza. 5. Estereotipias manuales. 6. Trastorno del desarrollo con un perfil de S. de Rett. Al menos 6 de los 11 criterios de soporte: 1. Anomalías del ritmo respiratorio. 2. Bruxismo (rechinar dientes). 3. Escoliosis / cifosis. 4. Amiotrofias de extremidades inferiores. 5. Pies fríos y cianóticos. 6. Aerofagia. 7. Deambulación anormal o ausente. 8. Trastornos del sueño. 9. Señalar con la mirada característica del Síndrome de Rett. 10. Gran tolerancia al dolor. 11. Crisis de risa o gritos. Fuente: Referencia bibliográfica 1, 6-8 Anexo 4 Expresiones fenotípicas del SR. Hagberg, 1995 I. SR clásico en mujer II. SR atípico en mujer Subtipo: comienzo precoz con crisis Formas frustradas Original ( mayores de 13 años de edad) Provisional ( 10 - 13 años de edad) Regresión infantil tardía Lenguaje conservado Congénito Otras variantes Provisional o potencial Variante casos familiares atípicos Variante variabilidad gemelo monocigotos III. SR en varón Fuente: Referencia Bibliográfica 1,8, 11 Revista de Posgrado de l 28 a VIa Cátedra de Medicina - N° 153 – Enero 2006