ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
el final
1. ♫ ¡Enciende los parlantes ! HAZ CLIC PARA AVANZAR
2. El remordimiento es tan amargo. Yo daría todo sólo por hacer marchar el reloj hacia atrás. Carmela Bouchbout. (Después de ser liberada de una prisión israelí, el 3 de enero de 1996. Ella había matado a su esposo después de años de haber sido físicamente maltratada)
3. Ahora, la palabra ‘aharít está relacionada a la palabra hebrea para “espalda”, y literalmente significa “eso que viene después; los efectos después de; consecuencias finales; el final” De nuestra naturaleza ordinaria, el punto de vista humano, no podemos ver qué viene después, las consecuencias finales de una situación, el ‘aharit. Pero Dios ve todo el panorama. A sus ojos, el ‘aharit está siempre a plena vista. De hecho todo el libro de Proverbios puede resumirse en un versículo: Escucha el consejo, y recibe la corrección, para que seas sabio en tu vejez. (Proverbios 19:20)
4. El problema es que Satanás nunca nos enseña el ‘aharít. En cambio, todo su enfoque está en el aquí y en el ahora, en el placer del momento, en la necesidad de esta hora. Y hace su mejor esfuerzo para quitar nuestros ojos del ‘aharit, el “final” de la historia. Piensa sólo en Esaú, quien vendió su primogenitura por una sola comida, únicamente porque tenía hambre en ese momento. Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado, dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom. Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura. Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura? Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura. Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura. (Gen. 25:29-34)
5. Hebreos nos exhorta a no ser como este hombre “impío”, “quien por una sola comida vendió sus derechos de primogenitura. Después, como ya sabes, cuando quiso heredar la bendición, fue rechazado. Y no pudo cambiar su decisión, aunque la procuró con lágrimas” (Heb. 12:16-17). El ‘aharít de Esaú fue miserable. Una vez después de desobedecer al Señor en una forma relativamente pequeña, me sentía acongojado y me dije: “Antes de sucumbir al pecado la próxima vez, necesito recordar cómo me sentí después de haber pecado esta vez.” Ese debe ser el antídoto. Pero todo en nuestra naturaleza caída trabaja en contra de esa visión del ‘aharít. Dice: Olvida las consecuencias; sólo piensa en el ahora.
6. . Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído, para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, y su paladar es más blando que el aceite; mas su fin es amargo como el ajenjo, agudo como espada de dos filos. Sus pies descienden a la muerte; sus pasos conducen al Seol. Sus caminos son inestables; no los conocerás, si no considerares el camino de vida. (Proverbios 5:1-6) No importa qué tan bien se vea la mujer seductora, la consecuencia final de asociarte con ella será desastrosa. Completa y absolutamente desastrosa.
7. Hay una historia que leí en un periódico de Nueva York en 1984 que provocó que mi estómago estuviera hecho nudos aproximadamente dos días. Un acaudalado hombre de negocios de Long Island, Nueva York, investigado por que había sido secuestrado. De acuerdo con esta grotesca historia, el hombre conoció a una joven muy atractiva que le ofreció tener sexo con él: Se pusieron de acuerdo para verse el día siguiente en un cierto lugar. Pero cuando la encontró y entró en la casa, estaba preparada una emboscada: Varios hombres y mujeres lo amarraron y amordazaron, llevándolo, después a un edificio de departamentos especialmente preparado para ese momento, con tablones extras en las ventanas para amortiguar el ruido de sus lamentos. Lo que el periódico describía después todavía está fresco en mi mente: Empezaron a torturarlo y a abusar de él, lo quemaron con cigarrillos en todo su cuerpo, lo sodomizaron con tal fuerza que algunos de sus órganos internos fueron dañados severamente. Lo dejaron desahogarse en un pañal, y los últimos cinco días de su vida, no le dieron nada de comer. Aunque la esposa ya había aceptado pagar una recompensa por él, lo golpearon hasta matarlo antes de que el dinero les llegara. ¡Mi estómago está hecho nudos aún ahora que escribo esto!
8. Si él tan sólo hubiera podido haber visto su ‘aharít ¡Si hubiera podido verse a sí mismo gritando en agonía, suplicando por misericordia, torturado y violado, golpeado y humillado, muerto de hambre y amarrado -y posteriormente yaciendo ahí sin movimiento, un cadáver sangriento-. Si tan sólo hubiera podido ver las consecuencias finales de su adulterio lujurioso, jamás se hubiera acercado a esa joven, sin importar qué tan bien se veía, no importando cuántos placeres físicos le hubiera ofrecido. Hubiera hecho un pacto para no tener sexo por el resto de su vida en vez de encontrar esa fatalidad. ¡Pero no vio su ‘aharít! ¡Por eso las advertencias de Proverbios son tan urgentes. No hay hipérbole aquí!
9. Ahora pues, hijos, oídme, y no os apartéis de las razones de mi boca. Aleja de ella tu camino, y no te acerques a la puerta de su casa; para que no des a los extraños tu honor, y tus años al cruel; no sea que extraños se sacien de tu fuerza, y tus trabajos estén en casa del extraño; y gimas al final, Cuando se consuma tu carne y tu cuerpo, y digas: ¡Cómo aborrecí el consejo, y mi corazón menospreció la reprensión; no oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! casi en todo mal he estado, en medio de la sociedad y de la congregación. (Proverbios 5:7-14) Me he sentado con amigos míos que han destruido sus ministerios por el adulterio, sus caras torcidas de la culpa, lágrimas de pesar cayendo por sus mejillas, sus conciencias atormentadas con desesperanza y desconfianza. Y he orado silenciosamente mientras sollozaba con ellos, ¡Dios, nunca me dejes que olvide la expresión en su cara! No me dejes que olvide esa mirada de angustia y dolor! Deja que esa imagen viva permanezca conmigo por siempre. ¡No vale la pena! ¡NO vale la pena! ¡NO VALE LA PENA! Ninguna cantidad de satisfacción sexual, ninguna cantidad de emoción romántica, ninguna cantidad de plenitud y sensación de libertad, vale la pena para perder el derecho al ministerio. Así como George Hutcheson advirtió muchos siglos atrás “Ten cuidado; en una hora puedes producir algo de lo que nos culpemos para siempre” ¡Recuerda el ‘aharít!
10. Había un pastor y plantador de iglesias que empezó a estar muy desanimado y como resultado se deslizó completamente una noche. Terminó borracho y yendo a una fiesta donde las personas estaban intercambiando parejas libremente. De alguna manera, él cayó tan bajo que tuvo sexo con otro hombre. Al siguiente día la realidad llegó: Él agonizaba atormentado, arrepentido profundamente, llevándolo gradualmente a una situación para restauración. Y después su ministerio continuó, como si todo hubiera regresado a la normalidad. Pero no era así. En esa terrible noche de desobediencia, se contagió de Sida, y cuando se dio cuenta de que había contraído la enfermedad ya había infectado a su esposa y al último niño que tuvo. Cuando conocí a su familia, lo acababan de enterrar. Ahora su esposa y su hijo probablemente ya se hayan ido también. ¡Qué pena!
11. ♫ ¡Enciende los parlantes ! HAZ CLIC PARA AVANZAR ¡Si solamente hubiera podido ver su ‘aharít! Si solamente hubiera visto a su familia y a sus amigos lamentándose en su funeral mientras bajaban a la tierra el ataúd que guardaba su enflaquecido cuerpo... Si hubiera podido ver a su esposa y a su hijo gradualmente debilitarse bajo la embestida de esa misma espantosa enfermedad.... ¡Si solamente hubiera visto su final! Nunca se hubiera acercado al bar en donde se emborrachó, no importa que tan deprimido hubiera estado. Él le hubiera dicho a su esposa, “Amárrame a la pata de mi cama cierra la puerta con llave” -cualquier cosa que lo hubiera detenido de ese desastroso final-. En cambio, su vida es un eco de aquellas palabras de Proverbios: “¡Cómo aborrecí el consejo! ¡Cómo mi corazón menospreció la reprensión! ¡No oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné mi oído! He llegado al límite de la ruina absoluta en medio de la sociedad y de la congregación.” Un pecado. Una vez. Un final fatal.
12. Es por este tipo de razones que nunca dejo de advertir a mis compañeros ministros (así como a los creyentes) acerca del peligro del pecado sexual. Y siempre que predico este mensaje del ‘aharít, me lo predico a mí mismo. Ninguno de nosotros estamos exentos de esta tentación. Nuestra sociedad está totalmente súpersexualizada, con un constante ataque a nuestros sentidos hacia lo sensual por donde voltees: Hombres y mujeres ataviados escasamente en las portadas de las revistas nos guiñan el ojo desde los estantes de las cajas registradores de los supermercados; bellezas en diminutos bikinis sonriéndonos en sus carros y en los comerciales de cervezas en la televisión; miles de sitios pornográficos esperándonos en Internet. ¿Será extraño que la gran mayoría de nuestros adolescentes sean sexualmente activos? ¡Existe un gran bombardeo! Y la Palabra conoce nuestra naturaleza también, advirtiéndonos una y otra vez para conservarnos sexualmente puros. De hecho, si lees todo Proverbios, encontrarás que fuera de diversos pasajes que tratan de las virtudes y las necedades en general, los pasajes más largos en el libro tienen que ver con pecados sexuales (incluyendo virtualmente todo el capítulo cinco, parte del seis y cada línea del capítulo siete).
13. En la mayoría de los pasajes la mujer seductora es descrita tal cual las fotos de portadas que vemos hoy del “perfecto” chico o chica. Y esa es la única imagen que Satanás quiere que veamos. Él no quiere que entendamos que en esa foto fueron corregidos algunos de los defectos, ni que esa invitadora sonrisa es completamente artificial, ni que esa persona casi desnuda posando ahí es la hija o el hijo de alguien. ¡Satanás no nos enseña eso! Ni tampoco el vacío de esa vida, de ese símbolo sexual, ni los problemas familiares que provocan cuando un esposo o una esposa se vuelve adicto a esas estrellas porno. No, él no quiere que consideremos el ‘aharít.
14. Lo mismo sucede en la publicidad de los cigarros. ¿Recuerdas los comerciales de Marlboro en los 60’s? Un guapo y fuerte vaquero, sentado en su majestuoso caballo en un paraje sin fin de campos verdes. Sí, es el campo de Marlboro. Y puedes vivir ahí también. Sólo respira ese veneno en tus pulmones, respira ese humo blanco y serás como ese hombre Marlboro, sentado en la cima del mundo en esa vasta tierra salvaje y teniendo como techo un cielo sin nubes. Respira profundamente y disfruta el aire limpio. Ya estás viviendo en ese lugar, aunque estés sentado en tu sillón desvencijado, atestado de cucarachas, en un departamentucho, en el Brons, mientras toses y te atragantas. Ahhh, este es el campo de Marlboro.
15. Es el final el que cuenta, el marcador final es el que cuenta. Muchos equipos deportivos han empezado rápido y transitado rápido para fallar al final del juego o de la temporada. Un buen comienzo hace el pobre final más decepcionante. Pablo podía decir asimismo, “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe” (2 Tim. 4:7). Su ‘aharít fue glorioso, el transcurso de su vida fue firme. ¡Así debe ser para nosotros! No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo; porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada. (Prov. 23:17-18; ver Prov. 24:14) Considera al íntegro, y mira al justo; porque hay un final dichoso para el hombre de paz. (Salmos 37:37)
16. No seas como Esaú que cambió su primogenitura por una sola comida. No seas como ese rico hombre de negocios, torturado y golpeado hasta la muerte por que su lujuria le abrió la puerta de la destrucción. No seas como ese pastor con dones, cuya inclinación al desánimo le llevó a deslizarse de lleno en la depravación, siendo finalmente receptor y transmisor del Sida. No seas como el borracho en la calle, que cayó desde el pináculo del éxito después de desbaratarse bajo las presiones de la vida, primero fascinado con la paz del alcohol y luego víctima de su veneno. No seas como el hombre Marlboro, un símbolo de vida, de fuerza y libertad, pero realmente esclavo de un amo de tres pulgadas de nicotina. Finalmente víctima innecesaria del cáncer. ¡No! Escucha el consejo, sométete a la disciplina y tu final será glorioso. Estás advertido. Ahora sé sabio. Recuerda el ‘aharít. Tomado del libro: Go and Sin No More: A Call to Holiness