3. TEXTO CLAVE
“Y procurad la paz de la
ciudad a la cual os hice
transportar, y rogad por
ella a Jehová; porque en
su paz tendréis vosotros
paz”
(Jeremías 29:7)
4. OBJETIVOS
1. Comprender las razones por las
cuales Jerusalén fue destruida, y
el contexto histórico y profético.
2. Percibir que incluso en
dificultades extremas, Dios tiene
un plan para su pueblo.
3. Buscar a Dios con la certeza de
que Él puede suplir nuestras
necesidades.
5. VERDAD CENTRAL
En todas las situaciones de
la vida, Dios está siempre
presente, buscando una
manera de salvar a sus
hijos.
7. Llanto por Tamuz
LA DESTRUCCIÓN
DE JERUSALÉN
¿Cuáles pueden ser los “dioses” modernos que
ocupan el lugar de Dios en nuestra vida?
El pueblo de Israel adoraba al Dios
verdadero, pero continuaba dividiendo el
espacio de su corazón con otros dioses.
Dios anhela que abandonemos todo aquello
que obstaculice nuestra relación con Él.
Dios presta atención a todos los detalles de
nuestra vida, orientándonos para que
siempre tomemos las decisiones correctas.
8. «Me dijo entonces: Hijo de hombre, ¿no ves lo que éstos hacen, las grandes
abominaciones que la casa de Israel hace aquí para alejarme de mi
santuario? Pero vuélvete aún, y verás abominaciones mayores» (Ezequiel 8:6)
El sacerdote Ezequiel fue llevado a Babilonia durante la segunda
deportación (597 a.C.). Allí fue llamado al ministerio profético.
Había un ídolo
en la entrada
del templo.
70 ancianos
adoraban a
reptiles y bestias.
Las mujeres
endechaban a
Tamuz.
25 varones
adoraban al sol
en el atrio.
En visión, fue llevado al templo para contemplar las
acciones de los dirigentes de la nación judía (Ezequiel 8).
Allí pudo ver por qué sería destruida Jerusalén.
9. Incumplir el acuerdo realizado con
Nabucodonosor.
No escuchar a Jeremías, el profeta de
Dios.
Buscar ayuda en Egipto y no en Dios.
¿Cuáles fueron los principales errores que
cometió Sedequías?
El desgraciado reinado
de Sedecías
LA DESTRUCCIÓN
DE JERUSALÉN
10. «Así ha dicho Jehová Dios de Israel: Diréis así al rey de Judá, que os envió a
mí para que me consultaseis: He aquí que el ejército de Faraón que había salido
en vuestro socorro, se volvió a su tierra en Egipto. Y volverán los caldeos y
atacarán esta ciudad, y la tomarán y la pondrán a fuego» (Jeremías 37:7-8)
En el cuarto año de su reinado, Sedequías
fue llamado a Babilonia para renovar su
pacto de obediencia. Esto coincidió
seguramente con los hechos relatados en
Daniel 3.
Poco después, rompió su juramento e hizo
alianza con Egipto para rebelarse contra
Babilonia.
Nabucodonosor sitió Jerusalén.
Pero, al oír que el faraón venía
contra él, levantó el sitio.
En ese momento, Sedequías pidió
el consejo de Jeremías. ¿Habría
cambiado Dios de opinión?
11. «Y dijeron los príncipes al rey: Muera ahora este hombre; porque de esta
manera hace desmayar las manos de los hombres de guerra que han quedado
en esta ciudad, y las manos de todo el pueblo, hablándoles tales palabras;
porque este hombre no busca la paz de este pueblo, sino el mal» (Jeremías 38:4)
Aunque el rey respetaba a Jeremías, no
era capaz de contradecir a sus príncipes,
y lo entregó en sus manos.
Acusados por su conciencia, los príncipes
no se atrevieron a derramar sangre
inocente. Arrojaron a Jeremías en una
cisterna cenagosa, con la esperanza de
que muriese de forma «natural».
Aunque Jeremías anhelaba el bien de su
pueblo, fue acusado de buscar su mal.
Y a pesar de todo, se mantuvo fiel al
mensaje que había recibido de Dios.
12. La caída de Jerusalén
Al no escuchar la voz de Dios, Jerusalén fue
tomada y destruida, y el pueblo fue llevado a
la cautividad.
Nabuzaradán, un pagano, reconoció la
superioridad de Dios, y que todo el sitio y la
caída de Jerusalén le fueran atribuidas a Dios
y no al poder de Babilonia.
Aun ante la posibilidad de ser tratado bien en
Babilonia, Jeremías escogió quedarse con el
pueblo que no había sido llevado al cautiverio,
para apoyarlos en sus necesidades.
Las elecciones que hagamos, tarde o
temprano, traerán sus consecuencias.
LA DESTRUCCIÓN
DE JERUSALÉN
13. «Y quemaron la casa de Dios, y rompieron el muro
de Jerusalén, y consumieron a fuego todos sus
palacios, y destruyeron todos sus objetos deseables»
(2ª de Crónicas 36:19)
Tras dos años de asedio, los ejércitos babilónicos entraron en Jerusalén.
El rey Sedequías intentó huir, pero fue arrestado. Sus hijos murieron, y él fue cegado
y llevado cautivo a Babilonia.
A causa de la terca negativa
del pueblo a arrepentirse,
Jerusalén fue destruida.
También fue destruido el
Templo, centro religioso
de Israel.
Allí murieron los falsos
profetas y fueron destruidos
los ídolos abominables en los
que confiaron.
14. «Palabra de Jehová que vino a Jeremías, después que Nabuzaradán
capitán de la guardia le envió desde Ramá, cuando le tomó estando atado
con cadenas entre todos los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban
deportados a Babilonia» (Jeremías 40:1)
Imaginemos la situación… El ejército babilonio rodea
Jerusalén. Algunos habitantes de la ciudad salen de ella y
llegan a su campamento.
Al preguntarles por qué abandonan la ciudad, les cuentan
que el profeta Jeremías recibió de Dios la orden de que se
rindieran a los babilonios.
¿Por qué liberó Nabuzaradán a Jeremías y lo trató respetuosamente?
A través de estos testimonios, los babilonios
tuvieron la oportunidad de ser conscientes de
que estaban siendo usados por Dios para
castigar a Judá (Jeremías 40:2-3).
15. Todo tu corazón
La cautividad fue el último recurso utilizado
por Dios ante la rebeldía de su pueblo.
Si había un arrepentimiento sincero, Dios
prometió que traería nuevamente a su pueblo
a su tierra natal.
Incluso el cautiverio fue una forma por la cual
Dios rescató a su pueblo, una muestra de
gracia y redención.
¿Podemos encontrar bendiciones, aún en
medio de las dificultades?
LA DESTRUCCIÓN
DE JERUSALÉN
16. «Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; y me
buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón»
(Jeremías 29:12-13)
Dios conoce el fin desde el principio. Aún mientras la gente en Jerusalén estaba
peleando todavía con los babilonios, aún esperando que las palabras de los falsos
profetas fueran ciertas, Dios estaba usando a Jeremías para hablar del futuro a los
que ya estaban en Babilonia y a aquellos que finalmente irían allí.
«He aquí que no se ha
acortado la mano de
Jehová para salvar, ni
se ha agravado su oído
para oír» (Isaías 59:1)
Ya que ellos fueron castigados
por sus pecados, solamente
podrían retornar cuando se
hubiesen arrepentido
sinceramente de ellos.
La disposición de Dios a
perdonar a sus hijos
descarriados había sido
predicha muchos siglos antes
(Deuteronomio 30:1-4). Hoy, sigue
siendo misericordioso y
paciente con nosotros.
17. Los setenta años
Tanto las profecías de Jeremías relacionadas al
cautiverio, como la profecía del retorno a Judá,
finalmente se cumplieron.
Pareciera difícil aceptar que Dios permitió la
destrucción de Jerusalén, su templo y su
pueblo pero aquí vemos su gracia y
misericordia pues la sucesión de reyes cada día
se inclinaba a la idolatría, la perversión y el
alejamiento de Dios.
Dios les dio la promesa de la restauración y les
profetizó el tiempo de 70 años. En la
actualidad existe la nación de Israel
En todas las situaciones a las que nos lleve
la vida, debemos ser agradecidos a Dios y
vivir bien cada momento.
LA DESTRUCCIÓN
DE JERUSALÉN
18. «Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los
setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi
buena palabra, para haceros volver a este lugar» (Jeremías 29:10)
Aunque ya no había Templo, Dios pidió al
pueblo que siguiese orando en la tierra de
su exilio. Debían pedir por la prosperidad
de la ciudad donde habían sido
deportados, «porque en su paz tendréis
vosotros paz» (Jer. 29:7).
Debían vivir en Babilonia como si nunca
hubieran de regresar (Jer. 29:5-6), pero
con la seguridad de que regresarían
cuando llegase el momento oportuno.
Setenta años después de la primera
deportación (605 a.C.), Daniel intercedió
por su pueblo ante Dios (Daniel 9) y ante
Ciro.
19. «Entre los hijos de Israel que fueron llevados a Babilonia al
principio de los setenta años de cautiverio, se contaban patriotas
cristianos, hombres que eran tan fieles a los buenos principios
como el acero, que no serían corrompidos por el egoísmo, sino
que honrarían a Dios aun cuando lo perdiesen todo. En la tierra
de su cautiverio, estos hombres habrían de ejecutar el propósito
de Dios dando a las naciones paganas las bendiciones
provenientes del conocimiento de Jehová. Habían de ser sus
representantes. No debían en caso alguno transigir con los
idólatras, sino considerar como alto honor la fe que sostenían y
el nombre de adoradores del Dios viviente. Y así lo hicieron.
Honraron a Dios en la prosperidad y en la adversidad; y Dios los
honró a ellos»
E.G.W. (Profetas y reyes, pg. 351)
Tú y yo vivimos en este mundo esperando la pronta liberación de
la cautivad del pecado. Decide hoy ser fiel a los principios de Dios
y toma la decisión de honrarlo, como lo hicieron estos cautivos.
20. CONCLUSIONES
1. Dios no hace nada sin antes revelarnos su
voluntad su amor y misericordia.
2. Todos los actos divinos son redentores.
3. Debemos creer en la Palabra de Dios y en
la de sus enviados.
4. La consecuencia de obedecer la voz de
Dios siempre, al final, traerá buenos
resultados.
21. Te invito a bajar y estudiar cada una de las 13 lecciones
que tratan sobre el tema:
JEREMIAS
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