Santa Teresa de Ávila es declarada doctora de la Iglesia. Sus escritos, como la autobiografía Libro de la vida y el Castillo interior, ofrecen una doctrina espiritual profunda que influyó en el progreso de la teología. Su enseñanza enfatiza las virtudes evangélicas, la oración, la centralidad de Cristo y la perfección como meta de la vida cristiana. Teresa del Niño Jesús también es declarada doctora por su doctrina del amor divino expresada en sus escritos.
4. Tres requisitos
Es el mayor reconocimiento que el Papa puede
dar a un santo
Sus escritos son doctrinalmente fiables
Doctrina eminente, ha influido en el progreso
en la teología.
7. CARTA APOSTÓLICA
MULTIFORMIS SAPIENTIA DEI
POR LA QUE SANTA TERESA DE ÁVILA,
SE PROCLAMA DOCTORA DE LA IGLESIA
PABLO VI
PARA PERPETUA MEMORIA
BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Sala Pablo VI
Miércoles 2 de febrero de 2011
10. Nace en Ávila, España, en 1515, con el nombre de Teresa de Ahumada
Todavía niña, cuando tiene menos de nueve años, lee las vidas de algunos mártires que le inspiran el
deseo del martirio, hasta el punto de que improvisa una breve huida de casa para morir mártir y subir
al cielo (cf. Vida 1, 5); «quiero ver a Dios» dice la pequeña a sus padres.
Teresa hablará de sus lecturas de la infancia y afirmará que en ellas descubrió la verdad, que resume en
dos principios fundamentales:
por un lado «el hecho de que todo lo que pertenece al mundo de aquí, pasa»;
y, por otro, que sólo Dios es «para siempre, siempre, siempre», tema que se reitera en la famosísima
poesía «Nada te turbe / nada te espante; / todo se pasa. / Dios no se muda; / la paciencia todo lo
alcanza; / quien a Dios tiene / nada le falta / ¡Sólo Dios basta!».
Al quedar huérfana de madre a los 12 años, pide a la santísima Virgen que le haga de madre (cf. Vida 1,
7).
11.
12.
13. A la edad de 20 años, entra en el monasterio carmelita de la Encarnación, también en Ávila;
en la vida religiosa toma el nombre de Teresa de Jesús.
Tres años después, enferma gravemente; tanto que permanece cuatro días en coma, aparentemente
muerta (cf. Vida 5, 9).
En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa alcanza la cima de la lucha contra sus debilidades.
El descubrimiento fortuito de la estatua de «un Cristo muy llagado» (Vida 9, 1) marca profundamente
su vida.
14. En la Cuaresma de 1554, a los 39 años, Teresa alcanza la cima de
la lucha contra sus debilidades.
El descubrimiento fortuito de la estatua de «un Cristo muy
llagado» (Vida 9, 1) marca profundamente su vida.
«Acaecíame... venirme a
deshora un sentimiento de
la presencia de Dios, que
en ninguna manera podía
dudar que estaba dentro de
mí, o yo toda engolfada en
él» (Vida 10, 1).
15. En 1562 funda en Ávila, con el apoyo del obispo
de la ciudad, don Álvaro de Mendoza, el primer
Carmelo reformado, y poco después recibe
también la aprobación del superior general de la
Orden…. En los años sucesivos prosigue las
fundaciones de nuevos Carmelos, en total
diecisiete.
En efecto, en 1582, después de haber constituido el Carmelo de Burgos y
mientras se encuentra camino de regreso a Ávila, muere la noche del 15 de
octubre en Alba de Tormes, repitiendo humildemente dos expresiones: «Al
final, muero como hija de la Iglesia» y «Ya es hora, Esposo mío, de que nos
veamos».
16.
17. Teresa de Jesús no tenía una formación académica, pero siempre sacó
provecho de las enseñanzas de teólogos, literatos y maestros espirituales.
Entre sus principales obras hay que recordar ante todo la autobiografía,
titulada Libro de la vida, que ella llama Libro de las misericordias
del Señor. Compuesta en el Carmelo de Ávila en 1565, refiere el itinerario
biográfico y espiritual, escrito, como afirma la propia Teresa, para someter
su alma al discernimiento del «Maestro de los espirituales», san Juan de
Ávila.
18. En 1566, Teresa escribe el Camino de perfección, que ella llama Avisos y
consejos que da Teresa de Jesús a sus hermanas. Las destinatarias son las
doce novicias del Carmelo de san José en Ávila. Teresa les propone un
intenso programa de vida contemplativa al servicio de la Iglesia, cuya base
son las virtudes evangélicas y la oración. Entre los pasajes más preciosos está
el comentario al Padre nuestro, modelo de oración.
La obra mística más famosa de santa Teresa es el Castillo interior, escrito en
1577, en plena madurez. Se trata de una relectura de su propio camino de
vida espiritual y, al mismo tiempo, de una codificación del posible desarrollo
de la vida cristiana hacia su plenitud, la santidad, bajo la acción del Espíritu
Santo.
19. A su actividad de fundadora de los Carmelos reformados Teresa dedica el Libro de las
fundaciones, escrito entre 1573 y 1582, en el cual habla de la vida del grupo religioso
naciente. Como en la autobiografía, la narración trata de poner de relieve sobre todo la
acción de Dios en la obra de fundación de los nuevos monasterios.
21. No es fácil resumir en pocas palabras la profunda y articulada espiritualidad
teresiana.
Quiero mencionar algunos puntos esenciales. En primer lugar, santa Teresa
propone las virtudes evangélicas como base de toda la vida cristiana y
humana:
en particular, el desapego de los bienes o pobreza evangélica, y esto nos
atañe a todos;
el amor mutuo como elemento esencial de la vida comunitaria y social;
la humildad como amor a la verdad;
la determinación como fruto de la audacia cristiana;
la esperanza teologal, que describe como sed de agua viva.
Sin olvidar las virtudes humanas: afabilidad, veracidad, modestia,
amabilidad, alegría, cultura.
22. En segundo lugar, santa Teresa propone una profunda sintonía con los grandes personajes
bíblicos y la escucha viva de la Palabra de Dios.
Ella se siente en consonancia sobre todo con la esposa del Cantar de los cantares y con el apóstol
san Pablo, además del Cristo de la Pasión y del Jesús eucarístico.
23. Asimismo, la santa subraya cuán esencial es la oración; rezar, dice, significa «tratar de amistad,
estando muchas veces tratando a solas con quien sabemos nos ama» (Vida 8, 5).
La idea de santa Teresa coincide con la definición que santo Tomás de Aquino da de la caridad
teologal, como «amicitia quaedam hominis ad Deum», un tipo de amistad del hombre con Dios,
que fue el primero en ofrecer su amistad al hombre; la iniciativa viene de Dios (cf. Summa
Theologiae ii-ii, 23, 1).
…. Más que una pedagogía de la oración, la de Teresa es una verdadera «mistagogia»: al lector de
sus obras le enseña a orar rezando ella misma con él; en efecto, con frecuencia interrumpe el relato
o la exposición para prorrumpir en una oración.
Otro tema importante para la santa es la centralidad de la humanidad de Cristo.
Para Teresa, de hecho, la vida cristiana es relación personal con Jesús, que culmina en la unión con
él por gracia, por amor y por imitación. De aquí la importancia que ella atribuye a la meditación de
la Pasión y a la Eucaristía, como presencia de Cristo, en la Iglesia, para la vida de cada creyente y
como corazón de la liturgia.
24. Cuando Ambrosio Montesino tradujo al romance
la Vida de Cristo de Ludolfo de Sajonia, añadió al texto
varias leyendas procedentes de la Leyenda de los
Santos, de Jacobo de la Vorágine.
En ellas se cuenta que María Magdalena era la
secretaria de María la Virgen, y juntas acompañaban
siempre a Jesús y sus discípulos en sus viajes. Solo en
dos ocasiones no pudieron acompañarle físicamente,
en la oración solitaria del Monte de los Olivos, y
cuando estaba atado a la columna, antes de su
muerte.
Ambos lugares se convierten en los predilectos de
Teresa para estar en oración, haciéndole compañía.
25. Santa Teresa vive un amor incondicional a la Iglesia: manifiesta un vivo
«sensus Ecclesiae» frente a los episodios de división y conflicto en la Iglesia de su
tiempo. Reforma la Orden carmelita con la intención de servir y defender mejor a
la «santa Iglesia católica romana», y está dispuesta a dar la vida por ella
(cf. Vida 33, 5).
Un último aspecto esencial de la doctrina teresiana, que quiero subrayar, es la
perfección, como aspiración de toda la vida cristiana y meta final de
la misma.
La santa tiene una idea muy clara de la «plenitud» de Cristo, que el cristiano
revive. Al final del recorrido del Castillo interior, en la última «morada» Teresa
describe esa plenitud, realizada en la inhabitación de la Trinidad, en la unión con
Cristo a través del misterio de su humanidad.
26. En efecto, dentro de esta doctrina sobresalen el sentimiento altísimo de las cosas,
la comprensión íntima del misterio del Dios vivo, de Cristo Salvador y de la
Iglesia, una palpitante experiencia de la gracia que ennoblece y dilata la
naturaleza adornada de tantos dones. De aquí, la suma eficacia y la autoridad
perenne de su doctrina, que incluso se extiende más allá de los confines de la
Iglesia católica y llega hasta los mismos no creyentes. (Pablo VI, decreto del
Doctorado)
Es suficiente proponer el pensamiento de los salmanticenses. Estos, al suscitarse
esta cuestión, en el año de 1657 abiertamente escribieron: “Tiene
también la aureola de doctora… nuestra Madre Santa Teresa, cuya
doctrina… la Iglesia recibe y aprueba como emanada del cielo”. (Pablo
VI, decreto del Doctorado)
28. BENEDICTO XVI
AUDIENCIA GENERAL
Plaza de San Pedro
Miércoles 6 de abril de 2011
CARTA APOSTÓLICA
«DIVINI AMORIS SCIENTIA»
DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II
CON LA QUE SE DECLARA DOCTORA DE LA IGLESIA UNIVERSAL
A SANTA TERESA DEL NIÑO JESÚS Y DE LA SANTA FAZ (1997)
https://www.carmeldelisieux.fr/
29.
30.
31.
32. Santa Teresa de Lisieux, Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz, que sólo vivió
en este mundo 24 años, a finales del siglo XIX, llevando una vida muy sencilla
y oculta, pero que, después de su muerte y de la publicación de sus escritos, se
ha convertido en una de las santas más conocidas y amadas.
33. Teresa nació el 2 de enero de 1873 en Alençon, una ciudad de Normandía, en Francia.
Era la última hija de Luis y Celia Martin, esposos y padres ejemplares,
Los padres han sido canonizados juntos.
Tuvieron nueve hijos, cuatro de los cuales murieron en edad temprana.
Quedaron las cinco hijas, que se hicieron todas religiosas.
Teresa, a los 4 años, quedó profundamente afectada por la muerte de su madre.
El padre, junto con las hijas, se trasladó entonces a la ciudad de Lisieux, donde se desarrollaría toda la
vida de la santa.
Más tarde Teresa, atacada por una grave enfermedad nerviosa, se curó por una gracia divina, que ella
misma definió como «la sonrisa de la Virgen» (ib., 29v-30v).
Recibió la primera Comunión, vivida intensamente (ib., 35r), y puso a Jesús Eucaristía en el centro de
su existencia.
34.
35. A la edad de 14 años, Teresa se acerca cada vez más, con gran fe, a Jesús
crucificado, y se toma muy en serio el caso, aparentemente desesperado, de
un criminal condenado a muerte e impenitente (ib., 45v-46v). «Quería a toda
costa impedirle que cayera en el infierno», escribe la santa, con la certeza de
que su oración lo pondría en contacto con la Sangre redentora de Jesús.
Es su primera y fundamental experiencia de maternidad espiritual: «Tanta
confianza tenía en la misericordia infinita de Jesús», escribe. Con María
santísima, la joven Teresa ama, cree y espera con «un corazón de madre» (cf.
PR 6/10r).
36.
37. En noviembre de 1887, Teresa va en peregrinación a Roma
junto a su padre y su hermana Celina (ib., 55v-67r). Para
ella, el momento culminante es la audiencia del Papa León
XIII, al que pide permiso de entrar, con apenas 15 años, en el
Carmelo de Lisieux.
Un año después, su deseo se realiza: se hace carmelita, «para
salvar las almas y rezar por los sacerdotes» (ib., 69v).
Al mismo tiempo, comienza la dolorosa y humillante
enfermedad mental de su padre.
Es un gran sufrimiento que conduce a Teresa a la
contemplación del rostro de Jesús en su Pasión (ib.,
71rv).
De esta manera, su nombre de religiosa —sor Teresa del
Niño Jesús y de la Santa Faz— expresa el programa de toda
su vida, en la comunión con los misterios centrales de la
Encarnación y la Redención.
38. 8 de setiembre de 1890.
Para Teresa, ser religiosa significa ser esposa de Jesús
y madre de las almas (cf. MS B, 2v).
Ese mismo día, la santa escribe una oración que
indica toda la orientación de su vida: pide a Jesús el
don de su Amor infinito, el don de ser la más
pequeña, y sobre todo pide la salvación de
todos los hombres: «Que hoy no se condene ni
una sola alma» (PR 2).
Es de gran importancia su Ofrenda al Amor
misericordioso, que hizo en la fiesta de la Santísima
Trinidad de 1895 (MS A, 83v-84r; PR 6):
39. En 1896, llega la «Gracia de Pascua», que abre el último período de la vida de Teresa, con el
inicio de su pasión en profunda unión a la Pasión de Jesús; se trata de la pasión del cuerpo, con la
enfermedad que la llevaría a la muerte en medio de grandes sufrimientos, pero sobre todo se trata
de la pasión del alma, con una dolorosísima prueba de la fe (MS C, 4v-7v).
Se convierte realmente en una «hermana universal». Su caridad amable y sonriente es la expresión
de la alegría profunda cuyo secreto nos revela: «Jesús, mi alegría es amarte a ti» (P 45/7). En este
contexto de sufrimiento, viviendo el amor más grande en las cosas más pequeñas de la vida diaria,
la santa realiza en plenitud su vocación de ser el Amor en el corazón de la Iglesia (cf. MS B, 3v).
Teresa muere la noche del 30 de septiembre de 1897, pronunciando las sencillas
palabras: «¡Dios mío, os amo!», mirando el crucifijo que apretaba entre sus manos.
Estas últimas palabras de la santa son la clave de toda su doctrina, de su
interpretación del Evangelio.
40.
41.
42. Con santa Teresa del Niño Jesús, deberíamos poder repetir cada día al Señor, que
queremos vivir de amor a él y a los demás, aprender en la escuela de los santos
a amar de una forma auténtica y total.
Y esta lectura de la Biblia, alimentada con la ciencia del amor, no se opone a la ciencia
académica. De hecho, la ciencia de los santos, de la que habla ella misma en la última página
de la Historia de un alma, es la ciencia más alta:
La Eucaristía, inseparable del Evangelio, es para Teresa el sacramento del Amor divino que
se rebaja hasta el extremo para elevarnos hasta él. En su última Carta, sobre una imagen que
representa a Jesús Niño en la Hostia consagrada, la santa escribe estas sencillas palabras:
«Yo no puedo tener miedo a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí (...) ¡Yo lo amo!
Pues él es sólo amor y misericordia» (Carta 266).
43. Teresa del Niño Jesús nos ha legado escritos que,
con razón, le han merecido el título de maestra de
vida espiritual.
Su obra principal es el relato de su vida en los
tres Manuscritos autobiográficos (A, B y C),
publicados inicialmente con el título, que pronto se
hizo célebre, de Historia de un alma.
44. (San Juan Pablo II) la definió «experta en la scientia amoris» (Novo millennio ineunte, 42). Esta
ciencia, que ve resplandecer en el amor toda la verdad de la fe, Teresa la expresa principalmente
en el relato de su vida, publicado un año después de su muerte bajo el título de Historia de un
alma.
Es un libro que inmediatamente tuvo un enorme éxito, fue traducido a muchas lenguas y
difundido en todo el mundo. Quiero invitaros a redescubrir este pequeño gran tesoro,
este luminoso comentario del Evangelio plenamente vivido. De hecho, Historia de
un alma es una maravillosa historia de Amor, narrada con tanta autenticidad,
sencillez y lozanía que el lector no puede menos de quedar fascinado ante ella.
¿Cuál es ese Amor que colmó toda la vida de Teresa, desde su infancia hasta su
muerte? Queridos amigos, este Amor tiene un rostro, tiene un nombre: ¡es Jesús!
La santa habla continuamente de Jesús.
45. Historia de un alma: «Sólo tengo que poner los ojos en el
santo Evangelio para respirar los perfumes de la vida de
Jesús y saber hacia dónde correr... No me abalanzo al
primer puesto, sino al último... Sí, estoy segura de que,
aunque tuviera sobre la conciencia todos los pecados que
pueden cometerse, iría, con el corazón roto de
arrepentimiento, a echarme en brazos de Jesús, pues sé
cómo ama al hijo pródigo que vuelve a él»