4. Agradecimientos
A mis amigos japoneses Masutaro Inou´ y Sachiko Hashimoto, que tanto han
e
hecho por la universalidad de los principios de la Cruz Roja.
Pensar sin obrar no conduce a nada, pero obrar sin pensar conduce al desastre.
Proverbio japon´s.
e
5. Proclamaci´n de los principios fundamentales de la
o
Cruz Roja
La XX Conferencia Internacional de la Cruz Roja, proclama los principios fun-
damentales siguientes en los que est´ basada la acci´n de la Cruz Roja:
a o
1. HUMANIDAD
La Cruz Roja, a la que ha dado nacimiento la preocupaci´n de prestar auxilio,
o
sin discriminaci´n, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza,
o
bajo su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento
de los hombres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la
salud, as´ como a hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensi´n
ı o
mutua, la amistad, la cooperaci´n y una paz duradera entre todos los pueblos.
o
2. IMPARCIALIDAD La Cruz Roja no hace ninguna distinci´n de naciona- o
lidad, raza, religi´n, condici´n social o credo pol´
o o ıtico. Se dedica unicamente a
´
socorrer a los individuos en proporci´n con los sufrimientos, remediando sus
o
necesidades y dando prioridad a las m´s urgentes.
a
3. NEUTRALIDAD Con el fin de conservar la confianza de todos, se abstiene
de tomar parte en las hostilidades y, en todo tiempo, en las controversias de
orden pol´
ıtico, racial, religioso o filos´fico.
o
4. INDEPENDENCIA La Cruz Roja es independiente. Auxiliares de los pode-
res p´blicos en sus actividades humanitarias y sometidas a las leyes que rigen
u
los pa´ respectivos, las Sociedades nacionales deben, sin embargo, conservar
ıses
una autonom´ que les permita actuar siempre de acuerdo con los principios
ıa
de la Cruz Roja.
´
5. CARACTER VOLUNTARIO La Cruz Roja es una instituci´n de socorro
o
voluntaria y desinteresada.
6. UNIDAD En cada pa´ s´lo puede existir una sola Sociedad de la Cruz Roja,
ıs o
debe ser accesible a todos y extender su acci´n humanitaria a la totalidad del
o
territorio.
7. UNIVERSALIDAD La Cruz Roja es una instituci´n universal, en cuyo
o
seno todas las Sociedades tienen los mismos derechos y el deber de ayudarse
mutuamente.
7. 6
Advertencia
La XX Conferencia Internacional de la Cruz Roja, celebrada en Viena el a˜o n
1965, proclam´ los “principios fundamentales en los que est´ basada la acci´n de la
o a o
Cruz Roja “. Desde entonces, en cada reuni´n de la Conferencia, la Cruz Roja escu-
o
cha, en pie, su lectura solemne. Pero esos principios todav´ no han sido objeto de
ıa
ning´n comentario, pues la obra: Los Principios de la Cruz Roja 1 , de donde procede
u
el texto de Viena, es anterior a la formulaci´n oficial, que, si est´ pr´xima al modelo,
o a o
no es id´ntica al mismo. Adem´s, el libro mencionado es un tratado completo, en
e a
cierto modo cient´ıfico, y no un comentario sucinto para uso del gran p´blico. As´ se
u ı,
ha expresado el deseo, especialmente en el ´mbito del estudio sobre la reevaluaci´n
a o
del cometido de la Cruz Roja, de disponer de un comentario, sencillo y moderno,
que haga esos principios accesibles a todos y, sobretodo, a los j´venes, que son nues-
o
tro porvenir. De ese modo, el Comit´ Internacional de la Cruz Roja, la Liga de
e
Sociedades Nacionales y la Cruz Roja Suiza encargaron al Instituto Henry-Dunant
redactar tal comentario. Ese encargo es el origen del presente op´sculo 2 , que repite,
u
evidentemente, en forma m´s breve, complet´ndolo con datos recientes, la obra de
a a
1955. El autor del Informe sobre la Reevaluaci´n del Cometido de la Cruz Roja 3 se
o
pregunta lo que son, exactamente, los principios de la Cruz Roja, considerando que
hay, a este respecto, cierta confusi´n. En realidad, la duda no resulta posible, por
o
lo menos en cuanto a los principios fundamentales: se trata de la Proclamaci´n de o
1965, cuyo car´cter fundamental es manifiesto. En aquella ´poca, la Cruz Roja ten´
a e ıa
la voluntad de conferirse una verdadera Carta, fruto de un siglo de experiencia y
base duradera de su actividad. Hay tambi´n un texto sobre los principios de la Cruz
e
Roja, aprobado por el Consejo de Gobernadores de la Liga, celebrado en Oxford,
el a˜o 1946, y refrendado por la XVIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja
n
en 1952. Pero la Comisi´n conjunta encargada de elaborar el proyecto de los prin-
o
cipios fundamentales, que despu´s lleg´ a ser la Carta de 1965, lo tuvo en cuenta y
e o
reasumi´ lo que conten´ de general. El texto de Oxford, prolijo, redactado de una
o ıa
manera bastante improvisada tras la Segunda Guerra Mundial, est´ hecho, sobre
a
todo, de principios org´nicos, o institucionales, y de simples reglas de acci´n -que
a o
conservan su valor a ese nivel, pero que no han de figurar en una proclamaci´n. o
D´ıgase lo mismo por lo que ata˜e a los diversos preceptos expresados en las resolu-
n
ciones de las Conferencias Internacionales de la Cruz Roja. Ser´ muy ciertamente,
ıa,
1
Jean Pictet: Los Principios de la Cruz Roja, Ginebra, 1955.
2
El autor desea agradecer aqu´ a las personas que le han ayudado con sus consejos y, muy
ı
en particular, al se˜or Jean Pascalis, secretario general adjunto de la Cruz Roja Suiza, que le
n
prest´ una muy valiosa ayuda.
o
3
Donald Tansley: Informe final: una agenda para la Cruz Roja, Ginebra, 1975. Este documento
y sus anexos son un conjunto importante de hechos y de experiencias, que citaremos en varias
ocasiones, con la denominaci´n de “Informe Tansley”.
o
8. 7
util reunir, una vez, tambi´n los principios org´nicos, por ahora dispersos, en una
´ e a
sola declaraci´n, a la cual la Conferencia Internacional podr´ dar su aprobaci´n.
o ıa o
Por ultimo, no deben confundirse los principios de la Cruz Roja con los principios
´
del derecho internacional humanitario, contenidos principalmente en los Convenios
de Ginebra para la protecci´n de las v´
o ıctimas de la guerra. Los primeros inspiran
en todo tiempo la acci´n de la Cruz Roja como instituci´n privada; los segundos,
o o
que son de ´ ındole oficial, regulan, en tiempo de conflicto, el comportamiento de los
Estados para con sus enemigos. Sin embargo, hay una relaci´n entre los dos ´mbitos:
o a
el derecho humanitario ha tomado su principio en el ideal de la Cruz Roja y ´sta ha
e
suscitado su desarrollo. Por ello, ciertos principios, tales como los de humanidad y
de no discriminaci´n, les son, en cierto modo, comunes. Adem´s, cuando conceden
o a
su protecci´n a las Sociedades nacionales de la Cruz Roja, los Convenios se refieren,
o
a veces, a sus actividades con arreglo a los principios fundamentales formulados por
las Conferencias Internacionales de la Cruz Roja 4 . Actualmente, esos principios no
son sino los de la Proclamaci´n de Viena 5 . En la presente obra se intentar´, pues,
o a
comentar dicha Proclamaci´n. Present´ndola, el a˜o 1965, en las sesiones de la Cruz
o a n
Roja, sus redactores no pensaban, en absoluto, haber llegado, en un primer intento, a
la perfecci´n. De hecho, el texto tiene algunos defectos o deficiencias, que aparecer´n
o a
en el examen cr´ ıtico que haremos en el transcurso de este estudio, que contribuir´,a
pues, a perfilar las l´ıneas de una revisi´n futura, cuando se haga; porque nada, en
o
este mundo, es inmutable. Pero tales imperfecciones no tienen ni la importancia ni
la urgencia que justifiquen una pr´xima modificaci´n. Tal como es, la Proclamaci´n
o o o
ofrece a la Cruz Roja, por largo tiempo todav´ una base doctrinal s´lida y sana.
ıa, o
Una doctrina universal
La obra de la Cruz Roja naci´ de un alto ideal; a ´l acude sin cesar para extraer
o e
nueva vida. Pero, como esta obra est´ hecha, sobre todo, de acciones pr´cticas, a
a a
menudo improvisadas, es grande el riesgo de que, en el apresuramiento del gesto
caritativo, y a pesar de la pureza de la intenci´n, se aparte de las l´
o ıneas directrices,
y de que la unidad de pensamiento llegue a faltar. Despu´s, la Cruz Roja se arraiga
e
en todos los terrenos, tan diversos, de nuestro planeta. Las Sociedades nacionales son
muy diferentes unas de otras; tienen cada una su rostro propio. Las hay poderosas,
mientras que otras son todav´ d´biles; tienen muchos o pocos miembros; algunas
ıa e
tienen una larga experiencia, otras acaban apenas de nacer; incluso no tienen siempre
una actividad id´ntica, un programa claramente definido. La doctrina de la Cruz
e
Roja es, pues, -con los Estatutos de la Cruz Roja Internacional, pero m´s que ´stos- el
a e
4
I Convenio de Ginebra, 1949, articulo 44 y Protocolo I, 1977, art. 81.
5
Para ser concisos, la llamaremos en adelante: “la Proclamaci´n”. Fue objeto de una primera
o
lectura en el Consejo de Delegados de la Cruz Roja Internacional, celebrado en Praga el a˜o 1961.
n
9. 8
nexo aut´ntico que une a esas Sociedades, el cemento que une las piedras, para hacer
e
un edificio s´lido y bien construido. De la doctrina nacen la unidad y la universalidad
o
de la obra, que hace de la Cruz Roja una realidad. Sin principios, la Cruz Roja no
existir´ as´ sencillamente. Por consiguiente, resulta indispensable que tenga una
ıa; ı,
doctrina s´lida y precisa. Sin embargo, por singular que pueda parecer, solamente
o
tras las convulsiones de la Primera Guerra Mundial, el Comit´ Internacional de
e
la Cruz Roja 6 , ´rgano fundador del movimiento y encargado de salvaguardar sus
o
principios, sinti´, por primera vez, la necesidad de formular tal doctrina. En otro
o
tiempo, la tradici´n ten´ m´s fuerza que la ley escrita. Ciertos imperativos de
o ıa a
´
ındole moral se impon´ a la conciencia, sin que estuviese admitido discutirlos y
ıan
sin que fuese necesario explicarlos. As´ la Cruz Roja, polifac´tica, ha forjado sus
ı, e
dogmas en la ruda escuela de la vida. Pero esta primera menci´n, que data de 1921,
o
es muy modesta. Se trata de los que llamamos hoy el resumen de los principios
fundamentales, que figura en los Estatutos de la Cruz Roja Internacional. El CICR
los enumer´ as´ la imparcialidad, la independencia pol´
o ı: ıtica, religiosa y econ´mica,
o
la universalidad de la Cruz Roja y la igualdad de las Sociedades nacionales. Faltaba
todav´ el principal, es decir, el principio de humanidad. Despu´s, un gran servidor de
ıa e
la Cruz Roja, Max Huber, presidente del CICR, se empe˜´ en dar a la instituci´n una
no o
doctrina. Lo hizo con una altura de miras y una seguridad de juicio incomparables.
Pero los elementos de principio est´n dispersos en sus diversas obras, la mayor parte
a
de ellos elaborados al hilo de los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial. La
primera exposici´n sistem´tica de los principios de la Cruz Roja data, ya lo dijimos,
o a
de 1955, y se tom´ como base para elaborar la Proclamaci´n oficial, que hoy da fe.
o o
La doctrina de la Cruz Roja es permanente. Es la expresi´n de una sabidur´ a largo
o ıa
plazo, indiferente al flujo y al reflujo de las opiniones en boga y a las ideolog´ del
ıas
momento. Sobrevive a quienes la han suscitado, y esa caracter´ ıstica duradera es, tal
vez, un signo de su superioridad sobre todo lo que acontece aqu´ abajo. Para tener
ı
el cometido decisivo que le compete, esta doctrina ha de ser universal. Para que los
hombres de todas las razas, de todas las culturas, de todas las opiniones puedan
suscribirla, es necesario hablar un idioma que sea tambi´n comprendido por todos.
e
La Cruz Roja ha proclamado su unidad y su universalidad. Ahora bien, esas nociones
no pueden fundarse sino en el parecido. Si los hombres difieren, la naturaleza humana
es por doquier semejante. Y nada est´ tan extendido como el sufrimiento: todos los
a
hombres est´n expuestos a sufrir y padecen de la misma manera. Pero si se reconoce
a
hoy la unidad del psiquismo humano, ya no se cree que haya una sola civilizaci´n o
v´lida y digna de ese nombre. Se admite, en cambio, el pluralismo de las culturas
a
y la necesidad de aproximarse a las mismas, de estudiarlas con detenimiento. Se
comprueba entonces que los principios humanitarios pertenecen a todos los pueblos
y que tienen sus ra´ en todos los terrenos f´rtiles. Cuando se re´nen y se comparan
ıces e u
6
En adelante designado, para abreviar, el CICR.
10. 9
las diversas morales, cuando se eliminan las escorias, es decir, lo que tienen de
particular, queda en el fondo del recipiente un metal puro, que es el patrimonio
com´n de la humanidad. Ya se ve que, en el ´mbito de nuestra investigaci´n, no hay
u a o
choque irreductible entre los “mundos” que se pretende oponer. Todas las doctrinas
pueden conducir a la gran ley de la Cruz Roja. Pero cada uno llega por los medios
que le son propios, seg´n sus convicciones y el genio de los pueblos. La Cruz Roja
u
es lo que une, no lo que separa. As´ se ha llegado a proclamar normas de un valor
ı,
universal, porque son plenamente conformes con la naturaleza humana.
Definici´n y clasificaci´n
o o
Antes de abordar el estudio de los principios de la Cruz Roja, hay que preguntarse
lo que es un principio. Es ´sa una de las nociones que no resultan de f´cil definici´n,
e a o
pero de la cual, sin embargo, cada uno tiene una percepci´n bastante clara. A nivel
o
filos´fico, un principio es una abstracci´n de ´
o o ındole moral, deducida de tendencias
ideales de la sociedad, que se impone a la conciencia humana y llega a ser un impera-
tivo absoluto, indiscutible. Al nivel que aqu´ nos ocupa, diremos m´s sencillamente
ı a
que es una regla, fundada sobre el juicio y la experiencia, que una comunidad adop-
ta para guiar su conducta. Para lograr su finalidad, los principios han de tener una
forma clara, accesible a todos. A este respecto, la Proclamaci´n es particularmente
o
sobria, incluso lapidaria. Lo que no significa que sea superfluo comentarla. Cuanto
m´s un texto es general y condensado, tanto m´s es rico en virtualidades, tanto m´s
a a a
abre perspectivas. Para cubrir los casos no previstos, es necesario extrapolar, es decir,
prolongar las l´ıneas fuera del dise˜o original. Haremos lo posible para dar al presente
n
comentario la claridad y la sencillez del modelo 7 . Los principios de la Cruz Roja no
presentan todos la misma importancia. Tienen una jerarqu´ que indica ya el orden
ıa,
que ocupan en la Proclamaci´n. Tienen, asimismo, entre ellos relaciones l´gicas y
o o
proceden, m´s o menos, los unos de los otros. As´ pues, intentaremos clasificarlos
a ı
por categor´ No obstante, toda clasificaci´n conlleva una parte de arbitrariedad.
ıas. o
Por ello, el esquema siguiente ser´ te´rico en algunos de sus aspectos y las categor´
a o ıas
estar´n sujetas, en la vida concreta, a ciertas interferencias. Permaneceremos fieles
a
a la terminolog´ de la Proclamaci´n, llamando principios fundamentales a las siete
ıa o
propuestas adoptadas en 1965. Sin embargo, algunas de ellas contienen otras dos o
tres, lo que hace que el n´mero real de los principios sea de diecisiete. No trataremos
u
aqu´ las simples reglas de acci´n que se aplican a nivel pr´ctico y tienden a la eficacia
ı o a
de la organizaci´n, tal como se las encuentra, por ejemplo, en el documento llamado
o
de Oxford, ya mencionado. Entre los principios fundamentales figuran, en primer
7
Es la raz´n por la cual agruparemos a veces, en una secci´n distinta, algunos datos de filosof´
o o ıa
elemental, para quienes quieran profundizar en su estudio. Las personas que dispongan de poco
tiempo podr´n, as´ dejarla de lado.
a ı,
11. 10
lugar, los principios sustanciales. Situados por encima de las contingencias y de los
casos particulares, inspiran a la instituci´n y condicionan sus actos. Pertenecen al
o
´mbito de los fines, y no al de los medios. Entre ellos, el primero, el de humanidad,
a
ocupa lugar privilegiado, porque expresa el m´vil profundo de la Cruz Roja y del
o
mismo proceden los dem´s principios; lo llamaremos el principio esencial. Los otros
a
principios sustanciales son la no discriminaci´n y la proporcionalidad (confundidos,
o
en la Proclamaci´n, en el vocablo de imparcialidad). El primero est´ estrechamente
o a
relacionado con el principio de humanidad; el segundo procede de las nociones de
humanidad y de no discriminaci´n. A continuaci´n est´n los principios derivados:
o o a
neutralidad e independencia, que hacen posible la aplicaci´n del principio esencial
o
y permiten que pasen, sin deformaci´n, los principios sustanciales a la realidad de
o
los hechos. Garantizan tambi´n a la Cruz Roja la confianza de todos, que le es in-
e
dispensable para cumplir su misi´n. Ah´ est´ el ´mbito de los medios, y no de los
o ı a a
fines. La neutralidad y la independencia est´n en relaci´n con la no discriminaci´n.
a o o
Por ultimo, la tercera categor´ es la de los principios org´nicos o institucionales.
´ ıa a
Ah´ se cuentan el desinter´s y el voluntariado (que en la Proclamaci´n se confunden
ı e o
bajo “car´cter voluntario”), la unidad y la universalidad. Son normas de aplicaci´n,
a o
que ata˜en a la forma de la instituci´n y a su funcionamiento; aparecen sobre todo
n o
a prop´sito de las tareas determinadas. Su alcance es, evidentemente, menor. No
o
obstante, hay que destacar que el principio de universalidad tiene una ´ındole mixta,
pues se refiere, a la vez, al ideal y a la pr´ctica, y procede, por una parte, de los
a
preceptos de humanidad y de no discriminaci´n. En cuanto al desinter´s y al volun-
o e
tariado, se relacionan estrechamente con el principio de humanidad. Por ultimo, la
´
unidad est´ asociada a la no discriminaci´n.
a o
La aplicaci´n
o
La doctrina de la Cruz Roja, ya lo dijimos, es universal. Su aplicaci´n debe serlo
o
tambi´n. Si se observa escrupulosamente por doquier, la actividad de la Cruz Roja,
e
inspirada en ella, seguir´ en los diferentes pa´ v´ paralelas, lo que es particular-
a ıses ıas
mente necesario en casos de conflicto. Esta doctrina forma un sistema coherente, un
todo indivisible, cuyas diferentes partes son solidarias como las piedras de un edifi-
cio. As´ pues, no se podr´ seg´n la latitud o la longitud, aceptar ciertos elementos
ı ıa, u
y rechazar otros. La lectura de la Proclamaci´n plantea, a veces, la cuesti´n siguien-
o o
te: ¿Hay una sola Sociedad de la Cruz Roja que practique, siempre y totalmente,
esta doctrina admirable? No es f´cil responder. Como fuere, se comprueba que buen
a
n´mero de Sociedades distan de cumplir los principios fundamentales de la Cruz
u
Roja, en su letra o en su esp´ıritu 8 . Baste mencionar, como pruebas de dificultades,
8
En el Informe Tansley se dice que, de 23 Sociedades nacionales estudiadas, 4 no respond´ a
ıan
las condiciones de reconocimiento y que, para 2 o 3 de ellas, hab´ serias dudas.
ıa
12. 11
la no discriminaci´n en el socorro y la composici´n org´nica, la autonom´ para con
o o a ıa
los poderes p´blicos, la neutralidad pol´
u ıtica y confesional, la extensi´n de la activi-
o
dad al territorio entero. Se plantea entonces una segunda cuesti´n, no menos grave:
o
¿no hay hipocres´ al proclamar una Carta considerada como intangible y al tolerar,
ıa
simult´neamente, su transgresi´n? En verdad, nada en la vida es absoluto. Formula-
a o
da en un momento de la historia, la doctrina de la Cruz Roja se aplica a un mundo
vivo, sin cesar en movimiento, a una sociedad integrada por hombres, que no conoce
la perfecci´n. A veces, representar´ el modelo ideal al que tender, m´s que una ley
o a a
r´
ıgida y rigurosa. En el aspecto jur´ ıdico, es muy cierto que el CICR podr´ en casos
ıa,
graves, retirar el reconocimiento internacional, que hab´ concedido anteriormen-
ıa
te, a una Sociedad nacional que llegase a estar en contradicci´n flagrante con las
o
“condiciones de reconocimiento”, una de las cuales es precisamente “adherirse a los
principios fundamentales de la Cruz Roja”. Si el CICR no tuviera ese derecho, todo
el procedimiento de entrada en la Cruz Roja Internacional no ser´ sino una farsa:
ıa
bastar´ a una Sociedad estar en orden durante un d´ ¡el de su reconocimiento! La
ıa ıa,
Conferencia Internacional de la Cruz Roja confirm´ recientemente, por lo dem´s,
o a
ese poder 9 . Notemos que nunca, todav´ el CICR ha debido tomar una medida
ıa,
tan extrema. Por otra parte, mientras que el esp´ ıritu de la Cruz Roja, que hace del
movimiento una realidad viva y coherente, subsista, las sanciones son superfluas; si
ese esp´ıritu deja de existir, es m´s que probable que las sanciones serian impotentes
a
para restaurar el derecho. As´ pues, si el CICR vela celosamente por el mantenimien-
ı
to de los principios de la Cruz Roja -esa es una de sus misiones cardinales- se puede
estar seguro de que se guardar´ de ser dogm´tico, inspir´ndose en el adagio: fortiter
a a a
10
in re, suaviter in modo . Publicando, antes de la Segunda Guerra Mundial, las
condiciones de reconocimiento de las nuevas Sociedades de la Cruz Roja, que hab´ ıa
por s´ mismo formulado, el CICR las hac´ seguir de una menci´n: dada, en especial,
ı ıa o
la complejidad del estatuto jur´ ıdico internacional de diversas agrupaciones estatales,
el CICR se ve obligado a interpretar estos principios con cierta elasticidad, teniendo
en cuenta las circunstancias propias de cada caso espec´ ıfico 11 . Tal reserva es sabia y
vale tambi´n para los principios de la Cruz Roja. Las Sociedades nacionales son las
e
auxiliares de los poderes p´blicos; necesitan su pleno apoyo, y las relaciones deben
u
ser de confianza. Esas Sociedades no pueden ser un cuerpo extra˜o en la naci´n,n o
como ya puso de relieve Max Huber. Por consiguiente, se puede pensar que, con la
mayor frecuencia, cuando una Sociedad nacional se encuentre, de manera duradera,
en contradicci´n con uno de los principios, ser´ por raz´n de exigencias que le sean
o a o
impuestas por la ley o por el poder y a las cuales no le sea posible, por s´ misma, ı
sustraerse. En cambio, lo que se espera de la misma es que permanezca vigilante
9
XXII Conferencia, Teher´n 1973, resoluci´n VI. Adem´s, en los Estatutos de la Liga se prev´n
a o a e
expresamente, para una Sociedad miembro, ciertos casos de suspensi´n.
o
10
Con resoluci´n en el acto, con suavidad en el modo.
o
11
Manuel de la Croix-Rouge internationale, s´ptima edici´n, p´g. 250.
e o a
13. 12
e intente, en toda ocasi´n, hacer comprender mejor la profunda significaci´n de la
o o
Cruz Roja; que haga tambi´n todo lo que pueda para volver a una situaci´n normal.
e o
Lo importante es permanecer en uni´n, suceda lo que sucediere, con el ideal y el
o
esp´ıritu de la Cruz Roja. A este respecto, se pueden dar pruebas de intransigencia.
Ese ideal y ese esp´ıritu han encontrado su expresi´n en los principios sustanciales
o
que, ya lo vimos, rebasan a los otros. A este nivel, la Cruz Roja no podr´ abdicar
ıa
a ning´n precio. Permanecer´ fiel a sus principios, o no subsistir´.
u a a
Unas palabras todav´
ıa
Se nota en el mundo un debilitamiento del esp´ ıritu de servicio. Tambi´n la Cruz
e
Roja sufre por ello. Se trata, pues, en primer lugar, para ella, de revalorizar ese
esp´ıritu entre sus miembros. En una sociedad que cambia r´pidamente, demasiada
a
gente parece perder de vista las realidades subyacentes que deben guiar a la insti-
tuci´n. D. Tansley ha descubierto, en la Cruz Roja, mucha obscuridad por lo que
o
ata˜e a su cometido fundamental y a la falta de una finalidad com´n. Ve su causa en
n u
el desarrollo, diversificado hasta el extremo, de sus actividades en el transcurso de
su primer siglo, una tendencia que hoy no hace sino acrecentarse. No hab´ proble-
ıa
mas en los or´ ıgenes de la Cruz Roja, cuando ´sta no se ocupaba sino de los heridos
e
y de los enfermos de los ej´rcitos. Pero, actualmente, adem´s de sus tareas tradi-
e a
cionales, ciertas Sociedades nacionales despliegan actividades tan diversas como la
lucha contra la poluci´n, el socorrismo en monta˜a, la alfabetizaci´n, la limitaci´n
o n o o
de nacimientos... A este respecto, D. Tansley no denuncia solamente los inconve-
nientes de la ignorancia, sino tambi´n nada menos que el peligro de desintegraci´n.
e o
Ojal´ la presente obra pueda remediar, en cierto modo, esto y contribuir a que se
a
comprenda mejor un ideal que a todos nos sobrepasa. Como el mundo tiene nuevas
necesidades, es normal intentar enfrentarse con las mismas. Pero todo sufrimiento
no es necesariamente competencia de la Cruz Roja, que no tiene todav´ programa
ıa
completa y claramente delimitado; sus elementos est´n dispersos. Trazarlo ser´ una
a a
labor dif´ que exigir´ tiempo y mucha atenci´n. La Cruz Roja presupone, por su-
ıcil, a o
puesto, una cierta visi´n del mundo: el respeto de la vida, de la libertad individual,
o
de la felicidad de cada uno, la negaci´n de la violencia y del odio, la tolerancia, la no
o
discriminaci´n. As´ se puede decir que su filosof´ es optimista, ya que no desespera
o ı, ıa
del individuo y porque refrenda con actos su fe en la existencia, pues si ya no cree
que puede amar a sus hermanos, el hombre est´ perdido 12 . Dicho esto, la Cruz Roja
a
no se adhiere a tal o cual ideolog´ No le compete aprobar un sistema y condenar
ıa.
los otros. Toma el mundo como es, con sus luces y sus sombras, sus fuerzas y sus
debilidades, sus aspiraciones, sus pasiones, sus ficciones. Lo que busca y propone,
son, por lo que respecta a la ayuda mutua, soluciones pr´cticas, a la medida del
a
12
Maxence van der Meersch.
14. 13
hombre. Como destac´ Max Huber, no olvidemos que la Cruz Roja no est´ edifica-
o a
da sobre una idea abstracta: naci´ en un campo de batalla, en las calamidades de la
o
´poca, de hombres y de mujeres que pusieron manos a la obra. De eso vive y de eso
e
vivir´. Por consiguiente, la moral de la Cruz Roja es v´lida en la medida en que se
a a
traduzca en realidades concretas. Como dec´ Bergson -y es particularmente cierto
ıa
en la Cruz Roja-, hay que actuar siempre como hombres de pensamiento y pensar
como hombres de acci´n.
o
16. Cap´
ıtulo 1
HUMANIDAD
La Cruz Roja, a la que ha dado nacimiento le preocupaci´n de prestar auxilio,
o
sin discriminaci´n, a todos los heridos en los campos de batalla, se esfuerza, bajo
o
su aspecto internacional y nacional, en prevenir y aliviar el sufrimiento de los hom-
bres en todas las circunstancias. Tiende a proteger la vida y la salud, as´ como a
ı
hacer respetar a la persona humana. Favorece la comprensi´n mutua, la amistad, la
o
cooperaci´n y una paz duradera entre todos los pueblos.
o
1.1. Pre´mbulo
a
La Proclamaci´n comienza con una breve menci´n que, evidentemente, no forma
o o
parte del principio de humanidad como tal. Es una especie de pre´mbulo hist´rico,
a o
en el que se recuerda que a la Cruz Roja ha dado nacimiento la preocupaci´n de o
prestar auxilio, sin discriminaci´n, a todos los heridos en los campos de batalla.
o
Sin duda, esta frase no ocupa su lugar l´gico en una declaraci´n que deber´ estar
o o ıa
dedicada unicamente a los principios fundamentales. Pero tiene el m´rito de recordar,
´ e
a quienes tengan hoy tendencia a olvidarlo, y son numerosos, que la Cruz Roja
naci´ de las miserias de la guerra. Cuando se fund´ y durante los primeros a˜os de
o o n
su existencia, la Cruz Roja ten´ por unica misi´n asistir a los heridos militares y
ıa ´ o
prepararse para ese cometido. Sin embargo, para estar a la altura de su misi´n eno
caso de conflicto, las Sociedades nacionales reconocieron muy pronto la necesidad
de trabajar en periodo de paz. En primer lugar, era necesario formar al personal,
preparar el material, en una palabra, hacer posible una movilizaci´n r´pida. Ahora
o a
bien, ese personal no pod´ permanecer inactivo entre los conflictos y desmoralizarse
ıa
en una espera est´ril. No se pod´ formar a una numerosa falange y mantenerla
e ıa
dispuesta, para una eventualidad muy incierta, cuando hab´ en el mundo tantas
ıa
llagas que curar. Por ello, las Sociedades nacionales se han dedicado a cuidar a los
enfermos civiles, a dirigir hospitales o guarder´ infantiles, a fundar escuelas de
ıas
15
17. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 16
enfermeras, a mejorar la higiene y a intervenir en casos de cat´strofes naturales.
a
Han terminado por englobar en sus ´mbitos de acci´n a la totalidad de la poblaci´n,
a o o
y esa obra de tiempo de paz se ha convertido en un fin en si. Esta evoluci´n se o
aceler´ tras el primer conflicto mundial, cuando se cre´ el espectro de la guerra
o ıa
desaparecido para siempre, lo que dio origen a la Liga de Sociedades de la Cruz
Roja. El movimiento no habr´ alcanzado, ciertamente, su influencia universal y su
ıa
popularidad si hubiera permanecido atrincherado en su ´mbito inicial. La asistencia
a
a los heridos de guerra ten´ esencialmente, ya en los comienzos de la Cruz Roja,
ıa
la forma de una estrecha colaboraci´n con el Servicio de sanidad del ej´rcito, del
o e
cual las Sociedades nacionales eran las auxiliares naturales. Y, en muchos pa´ ıses,
la fundaci´n de la Cruz Roja dio lugar, como consecuencia indirecta, a la reforma
o
decisiva de los Servicios militares de sanidad. Hoy, en las naciones m´s favorecidas,
a
esos Servicios han experimentado incluso un tal crecimiento y alcanzado tal grado
de perfecci´n que, a veces, no tienen apenas necesidad de la colaboraci´n de la
o o
Sociedad nacional de la Cruz Roja. Pero no deduzcamos consecuencias precipitadas:
no ocurre, en absoluto, otro tanto en la mayor´ de los pa´ y si, por desgracia,
ıa ıses
una gran batalla tuviese lugar en un continente en v´ de desarrollo, habr´ que
ıas ıa
temer que all´ hubiese un nuevo Solferino.
ı
En nuestros d´ la obra del tiempo de paz es, en volumen, la mayor parte de
ıas,
la labor diaria de las Sociedades nacionales. Pero la menci´n hist´rica que figura
o o
en el encabezamiento de la Proclamaci´n recuerda con mucha oportunidad que la
o
actividad de guerra, para la cual se fund´ la Cruz Roja, conserva la primac´ en
o ıa
el orden de los valores. Eso no es cierto solamente para el CICR, que es, por ex-
celencia, el agente neutral en tiempo de conflicto. Es cierto para el conjunto del
movimiento. Otras instituciones de beneficencia pueden ocuparse de los enfermos
civiles, de los inv´lidos o de los hu´rfanos, mientras que la guerra es, para la Cruz
a e
Roja, la prueba decisiva. Entonces, cuando todo parece perdido, cuando el hombre
desea el sufrimiento y el aniquilamiento, la Cruz Roja defiende intereses supremos.
En el pre´mbulo se recuerda tambi´n la necesidad, reconocida desde los or´
a e ıgenes, de
prestar auxilio “sin discriminaci´n”. Esta noci´n, que trataremos m´s pormenoriza-
o o a
damente en el cap´ ıtulo siguiente, merec´ figurar en buen lugar, pues es inseparable
ıa
de la Cruz Roja y del principio mismo de humanidad. Si la Cruz Roja ampl´ por ıa,
esp´ıritu de equidad, su acci´n a todos, por esp´
o ıritu de humanidad no excluir´ aa
nadie, incluso a quienes se tendr´ tentaci´n de odiar. Como escribi´, hace mucho
ıa o o
tiempo, el fil´sofo chino Meh-ti: s´lo el amor que no haga distinci´n salvar´ al mun-
o o o a
do. Una filantrop´ que se funde en el m´rito de la gente a la cual haya de asistirse
ıa e
estar´ perdida de antemano, falsificada desde el comienzo y abocada al fracaso.
ıa
18. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 17
1.2. Terminolog´
ıa
Se confunde, a veces, humano y humanitario, humanismo y humanitarismo, esos
t´rminos abstractos, todos ellos derivados de una misma ra´ hombre. Humano, en
e ız:
su primera acepci´n, quiere decir: que concierne al hombre. Pero, en el sentido que
o
nos interesa aqu´ “humano” se dice de un hombre que es bueno para sus semejantes.
ı,
Volveremos sobre esto. La humanidad ser´, pues, el sentimiento o la actitud de quien
a
se muestre humano. Con Littr´, definiremos la humanidad como un sentimiento
e
de benevolencia activa para con los hombres. La palabra humanidad conviene tan
perfectamente a la Cruz Roja que fue elegida para nombrar a su principio esencial.
Sin embargo, este t´rmino sirve, asimismo, para designar la naturaleza humana e,
e
incluso, el genero humano en su totalidad. Y es m´s un sentimiento que un principio,
a
de manera que, en buena l´gica, se deber´ haber preferido la palabra humanitarismo.
o ıa
Pero estos inconvenientes son menores y se debe conservar como titulo el t´rmino
e
humanidad, que es sencillo, directo, m´s pr´ximo al hombre. Humanitario califica
a o
a toda acci´n bienhechora para el hombre. El humanismo es una doctrina filos´fica
o o
que tiene como fin ultimo al ser humano. Esta noci´n es m´s amplia que la de
´ o a
humanitarismo, que est´ en el centro de nuestras preocupaciones. El humanitarismo
a
es una doctrina que tiene por objeto la felicidad del g´nero humano o, si se prefiere,
e
es la actitud de humanidad para con los hombres extendida al plano universal. El
humanitarismo moderno es una forma evolucionada y racional de la caridad y de
la justicia. Su esfuerzo no consiste solamente en luchar contra el sufrimiento del
momento, en socorrer a unos individuos; tiene tambi´n objetivos m´s positivos,
e a
como conquistar, para el mayor n´mero posible, tanta felicidad como sea posible.
u
Adem´s, el humanitarismo no induce s´lo a curar, sino tambi´n a prevenir los males,
a o e
a luchar contra las calamidades, con frecuencia a largo plazo. La Cruz Roja es de ello
un vivo ejemplo. Pr´xima a la humanidad est´ la caridad. La caridad es un esfuerzo
o a
que se nos prescribe, desde el interior y desde el exterior, y que llega a ser como
una segunda naturaleza, para aliviar los sufrimientos ajenos y hacer que terminen.
Ah´ igualmente, hay un riesgo de confusi´n en los t´rminos, pues esta palabra ha
ı, o e
tomado tambi´n el sentido de limosna. La caridad es, ante todo, una expresi´n de
e o
la moral cristiana y tiene como sin´nimo el amor al pr´jimo. Como no hay, en
o o
general, sino una sola palabra, en los idiomas modernos, para decir “amor”, se ha
confundido, a veces, amor-deseo y amor-entrega. Es, naturalmente, en este ultimo
´
sentido en el que hay que entenderlo aqu´ se trata del amor altruista, desinteresado,
ı;
que puede impon´rsenos, que requiere un cierto dominio de si mismo, que se extiende
e
incluso al enemigo. En cuanto a la piedad, es uno de los m´viles de la caridad. Es
o
un movimiento espont´neo, una reacci´n afectiva instant´nea en presencia de la
a o a
desgracia ajena. Littr´ define la piedad como ese sentimiento que nos domina a la
e
vista de los sufrimientos y que incita a aliviarlos. Se llama tambi´n compasi´n, ese
e o
movimiento del alma que nos hace sensibles ante los males ajenos, seg´n Larousse.
u
19. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 18
La piedad es como el centinela avanzado de la caridad.
1.3. Comentario
En la doctrina de la Cruz Roja, el principio de humanidad, del cual los otros
principios se derivan, no pod´ ocupar sino el primer lugar. Base de la instituci´n, le
ıa o
traza, a la vez, su ideal, sus motivos y su objetivo. Es, verdaderamente, el motor de
todo el movimiento, la chispa que inflama la p´lvora, la l´
o ınea de fuerza de su acci´n.
o
Si la Cruz Roja debiese tener un s´lo principio, ser´ ´se. Un texto as´ permite
o ıa e ı
tambi´n a la instituci´n definir sus tareas, circunscribir su ´mbito de intervenci´n,
e o a o
asignarle sus l´
ımites, lo que responde a una necesidad mayor. Porque, si la Cruz Roja
tiene por objeto hacer que el mundo sea mejor, es sobre ciertos puntos solamente;
no podr´ emprender una actividad considerada bienhechora, sino que le resulta
ıa
necesario, en cambio, concentrarse en sus deberes espec´ ıficos. As´ se proteger´ contra
ı, a
una peligrosa dispersi´n. El principio de humanidad se formul´ por primera vez en
o o
1955, en la forma siguiente: La Cruz Roja lucha contra el sufrimiento y la muerte.
Solicita que, en toda circunstancia, el hombre sea tratado humanamente 1 . En la
Proclamaci´n, consta de tres elementos 2 , muy pr´ximos, por lo dem´s, sin contar
o o a
la menci´n de la paz, que es un elemento de programa y que trataremos aparte, es
o
decir:
1.3.1. Prevenir y aliviar los sufrimientos
Para el comentario, invertiremos los t´rminos de la proposici´n, pues, en la his-
e o
toria, la Cruz Roja se ha preocupado, en primer lugar, de aliviar los sufrimientos
humanos, antes de pensar en prevenirlos. Adem´s, su acci´n reparadora, que con-
a o
siste en remediar las calamidades existentes, ha seguido siendo, con mucho, la m´sa
amplia. Todos conocemos el sufrimiento, ese viejo e intimo enemigo del hombre; nos
acompa˜a desde la cuna, como una sombra, y pensamos, temblando, en la indes-
n
criptible muchedumbre de dolores que ha venido pesando sobre el g´nero humano
e
desde el principio del mundo. M´s abominable que todos los dem´s, es el sufrimien-
a a
to provocado por el hombre. Odio cruelmente la crueldad, dijo Montaigne, como el
extremo de todos los vicios. Por sufrimiento, hay que entender no solamente todo
dolor, sino tambi´n cualquier da˜o, incluso si no es sensible. Adem´s, se debe hacer
e n a
abstracci´n de aquellos casos en que el sufrimiento se deba a necesidades terap´uti-
o e
cas; resulta entonces admisible hacer mal para evitar un mal mayor. Se piensa sobre
1
Pictet: Los principios de la Cruz Roja.
2
Este triple encargo se reafirm´, en los mismos t´rminos, el a˜o 1977 en la XXIII Conferencia
o e n
Internacional de la Cruz Roja, celebrada en Bucarest (Resoluci´n I, titulada ((Misi´n de la Cruz
o o
Roja))).
20. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 19
todo, en el sufrimiento superfluo. En otro tiempo, se admit´ la miseria -sobre todo
ıa
la de los dem´s- con resignaci´n. Se aceptaba la demasiado c´moda explicaci´n de
a o o o
un destino fatal. Hoy, ciertamente, la cantidad de sufrimientos que se abate sobre
el mundo no ha disminuido y crece, incluso, en algunas zonas. Pero el sentido de la
solidaridad se ha desarrollado y se siente mejor el deber de combatir la calamidad
all´ donde se manifieste y por desproporcionados que sean los medios. El principio
ı
de humanidad asigna aqu´ a la Cruz Roja su trabajo en tiempo de guerra -vocaci´n
ı o
primera y esencial- y tambi´n en tiempo de paz. Ordena su obra de asistencia mate-
e
rial, m´dica o social, tanto a nivel nacional como a nivel internacional. No se refiere
e
solamente a los dolores f´ısicos, sino tambi´n a los dolores morales que la Cruz Roja
e
quiere paliar, por ejemplo cuando libera a una familia de la incertidumbre y de la
angustia en cuanto a la suerte que corre un ser querido. Por ultimo, es v´lido, sea
´ a
cual fuere la causa del sufrimiento: se deba al desencadenamiento de fuerzas natura-
les, a la insuficiencia de las condiciones de existencia, al descuido o a la malignidad
humana. En la Proclamaci´n se destaca, con raz´n, que a la acci´n reparadora, la
o o o
Cruz Roja ha a˜adido una acci´n preventiva, pues el mejor medio de luchar contra
n o
el sufrimiento es impedir que nazca, buscando y suprimiendo las causas, sofocando
el mal en su origen. Prevenir es mejor que curar, dice la sabidur´ popular. En el
ıa
aspecto sanitario, es la profilaxis, la vacuna, la higiene, la prevenci´n de las enfer-
o
medades, la ense˜anza, etc., actividades que despliegan las Sociedades nacionales y
n
que se ampl´ cada vez m´s. En el aspecto administrativo, eso toma la forma de la
ıan a
previsi´n: la Cruz Roja debe estar, en todo tiempo, dispuesta a enfrentarse con las
o
tareas que puedan incumbirle. Tal exigencia apareci´ desde la fundaci´n misma de la
o o
Cruz Roja, y el rasgo de genio de Henry Dunant consisti´ en comprender que, para
o
ser eficaz, el socorro a las v´ ıctimas de la guerra debe prepararse ya en tiempo de
paz, de manera permanente. Esa exigencia se traduce en la formaci´n del personal,
o
la preparaci´n del material, el perfeccionamiento de los m´todos y la investigaci´n
o e o
cient´ıfica. As´ una de las condiciones de reconocimiento de las nuevas Sociedades
ı,
de la Cruz Roja estipula: prepararse ya desde el tiempo de paz a las actividades de
tiempo de guerra. En el aspecto jur´ ıdico, la prevenci´n ordena la obra de desarrollo
o
del derecho internacional humanitario, pues se sabe que, desde su origen, el CICR se
ha empe˜ado en promover y en perfeccionar las reglas que protegen a las v´
n ıctimas
de los conflictos, y que es el art´ ıfice de los Convenios de Ginebra. Por ultimo, en el
´
´mbito de la prevenci´n est´ el cometido de la Cruz Roja en favor de la paz: algunos
a o a
quisieran que no se contente con atenuar los efectos de la guerra, sino que ataque el
mal en la ra´ y participe directamente en la lucha contra ese azote.
ız
1.3.2. Proteger la vida y la salud
Se ha dicho con frecuencia, en el pasado, que la Cruz Roja combat´ el sufrimien-
ıa
to, pero hasta entonces se hablaba poco de su lucha contra la muerte. Y es ´ste, sin
e
21. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 20
embargo, un aspecto de su labor, por lo menos tan importante como el primero: la
Cruz Roja tiene por objetivo supremo salvar vidas. Lo consigue tanto mediante su
acci´n asistencial como mediante su acci´n protectora 3 . Pero como la muerte es, al
o o
fin y al cabo, ineluctable, s´lo puede tratarse evidentemente de aplazar su venida.
o
Seg´n las estad´
u ısticas, el promedio de duraci´n de la vida humana era, en la Europa
o
occidental, de 20 a˜os bajo los romanos, de 40 a˜os en 1800, y de 70 a˜os y m´s,
n n n a
hoy. En la guerra de Crimea, el siglo pasado, el 60 % de los soldados heridos muri´, o
y, un siglo m´s tarde, en la guerra de Corea, ese n´mero fue el 2 % en el ej´rcito
a u e
norteamericano. Pero hay m´s: en las campa˜as militares de la segunda mitad del
a n
siglo XIX, los fallecimientos por enfermedades ascend´ ıan, entre la tropa, al triple e
incluso al qu´ıntuple de las p´rdidas causadas por las armas. Todo eso ha cambiado
e
radicalmente gracias a la asepsia y a los progresos decisivos de la medicina. Pero
la intervenci´n de la Cruz Roja tambi´n ha tenido en ello su importancia. Algunos
o e
fil´sofos piensan que el acto de socorrer tiene su valor moral en la elevada intenci´n
o o
de su autor. Tal vez; pero, para la Cruz Roja, lo que cuenta es que la acci´n sirva, o
que sea provechosa a personas desafortunadas. Como consta en el Cor´n, el hombrea
perfecto es aquel que es m´s util a los dem´s. As´ pues, poco importa, en definitiva,
a ´ a ı
con qu´ esp´
e ıritu se lleva a cabo la acci´n. Porque es cierto que donantes tienen, a
o
veces, segundas intenciones de inter´s, de vanidad o de propaganda pol´
e ıtica. Pero
es ya mucho que, as´ sean socorridos seres humanos que, de otro modo, nada reci-
ı,
bir´ Pero la manera de socorrer tiene una gran importancia. Es preciso, cuando se
ıan.
cuida o se socorre, dar prueba de humanidad; es decir: de tacto, de imaginaci´n, de o
inteligencia. ¿Qu´ es una caridad que no tiene pudor con el miserable y que, antes de
e
aliviarle, comienza por aplastar su amor propio?, escribi´ Marivaux. S´ un beneficio
o ı,
torpemente aportado puede humillar a su beneficiario e, incluso, ser tomado como
una ofensa. As´ pues, que aquel que da o que ayuda no haga sentir su piedad, sino
ı
que muestre un rostro alegre. ¿Por qu´? Porque la alegr´ es contagiosa y hace bien.
e ıa
Y, por lo dem´s, sonre´ no le resultar´ dif´ Le bastar´ pensar que proporciona un
a ır a ıcil. a
poco de dicha a un mundo a menudo dolorido. As´ desde hace solamente unos a˜os,
ı, n
se ha reconocido que es necesario “humanizar” el hospital: no basta que la asisten-
cia que se presta sea buena; es preciso que la permanencia en el hospital sea lo m´s a
agradable posible para el enfermo, y que se respeten lo m´s posible sus costumbres y
a
su libertad, ese bien precioso entre todos. Si en los establecimientos hospitalarios se
han realizado grandes progresos t´cnicos, demasiado a menudo se tratan en los mis-
e
mos m´s las enfermedades que a las personas, vistas como simples “n´meros”, y se
a u
descuidan las relaciones humanas entre personal asistente y personas asistidas. Por
supuesto, es esa una consecuencia de la degradaci´n de las relaciones sociales que
o
3
La XXIII Conferencia Internacional de la Cruz Roja pone de relieve, en su resoluci´n I (((Misi´n
o o
de la Cruz Roja))), la extrema importancia de la acci´n realizada par las Sociedades nacionales en
o
el ´mbito de sus actividades medicosociales para prevenir las enfermedades, promover la salud y
a
alentar, entre sus miembros, el sentido de responsabilidad social y la pr´ctica del servicio voluntario.
a
22. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 21
se comprueba por doquier en la vida, en la carretera, en las tiendas o en los trans-
portes p´blicos -resultado de la desintegraci´n de las estructuras familiares. Pero es
u o
en el hospital, en los asilos y en las casas para jubilados, cuando se est´ en estado
a
de inferioridad, dependiendo de otros y por ello con tanta m´s sensibilidad, donde
a
se siente m´s aguda la falta de simpat´ y de calor humano. Investigaciones han
a ıa
evidenciado que los enfermos se restablecen mejor y m´s de prisa en una atm´sfera
a o
simp´tica y alegre. No hay ninguna virtud en mostrar paredes grises, rostros des-
a
abridos, en servir unos alimentos ins´ ıpidos. As´ pues, ¡hermosas pinturas colgadas
ı
de las paredes, sonrisas en los labios! Dar alegr´ es tambi´n caridad; es incluso,
ıa e
en algunas ocasiones, una gran caridad. Las Sociedades nacionales, que forman a
personal enfermero y a asistentes sociales, tendr´ en eso un hermoso cometido.
ıan
1.3.3. Hacer respetar a la persona humana
Francis Bacon escribi´: quien no trate a su pr´jimo humanamente no es un
o o
ser humano. El ideal de la Cruz Roja es m´s amplio que su acci´n propia. No se
a o
limita, pues, a socorrer y a proteger: exige tambi´n del mundo que respete a la
e
persona humana: respeto de su vida, de su libertad, de su honor, en una palabra, de
todo lo que integra la existencia. Eso debe entenderse, naturalmente, en la medida
compatible con el orden p´blico y, en tiempo de guerra, con las exigencias militares.
u
Ese deber se impone por completo y en todas las circunstancias a la Cruz Roja.
En la pr´ctica, se concreta, ante todo, en las intervenciones del CICR ante las
a
autoridades responsables en favor de las v´ ıctimas de los conflictos armados y de los
disturbios: heridos y enfermos, n´ufragos, prisioneros de guerra, personas civiles.
a
Las gestiones del CICR, secundadas mediante visitas a los lugares de detenci´n, o
tienden a obtener la aplicaci´n estricta y fiel del derecho humanitario, que tiene
o
su m´s completa y m´s reciente expresi´n en los Convenios de Ginebra de 1949 y
a a o
sus Protocolos adicionales de 1977. Esas Cartas fundamentales, que ponen barreras
a la arbitrariedad del poder, son inseparables de la Cruz Roja, tanto en su origen
como en su viviente realidad. Todas las disposiciones del derecho humanitario no
son sino la afirmaci´n, siempre renovada, de que las v´
o ıctimas de los conflictos son,
en primer lugar, seres humanos, y de que nada, incluso la guerra, puede privarles
del m´ınimo que exige el respeto a la persona humana 4 . Ese derecho requiere que
cada uno sea tratado como un ser humano, y no como un objeto, como un fin en s´ ı,
y no como un simple medio. Los Convenios de Ginebra pueden resumirse en un s´lo o
principio: las personas puestas fuera de combate y las que no participen directamente
en las hostilidades ser´n respetadas, protegidas y tratadas humanamente. Estas
a
nociones est´n muy pr´ximas, pero no son sin´nimas y, reunidas, forman un todo
a o o
arm´nico. Respetar procede, sobre todo, de una actitud de abstenci´n: no da˜ar, no
o o n
4
Fr´d´ric Siordet: Inter arma caritas, CICR, Ginebra, 1947.
e e
23. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 22
amenazar, perdonar la vida del pr´jimo, su integridad, sus medios de existencia, pero
o
tambi´n tener miramientos para con su personalidad, su dignidad. Proteger es una
e
noci´n m´s positiva; es preservar al pr´jimo de males, de peligros o de sufrimientos,
o a o
defenderlo, socorrerlo y apoyarlo. Por lo que se refiere al trato humano, ser´ vano
ıa
y peligroso definirlo en detalle, pues depender´ de las circunstancias; determinarlo
a
es una cuesti´n de buen sentido y de buena fe. Como fuere, se puede decir que es el
o
m´ınimo de lo que se debe conceder al individuo para que haga una vida aceptable y
tan normal como sea posible. Daremos un ejemplo vivido de esta acci´n del CICR.
o
En las arenas ardorosas del desierto, en un pa´ en que entonces hac´ estragos la
ıs ıa
guerra civil, y donde ni la Cruz Roja ni los Convenios hab´ penetrado todav´ los
ıan ıa,
delegados del CICR obtuvieron de las partes en lucha que renunciasen a su pr´cticaa
ancestral consistente en ejecutar al enemigo vencido. Ahora bien, he ah´ que, en las
ı
dunas, un jefe local se encuentra, de pronto, cara a cara, con un adversario. Combate
singular: ambos son heridos. Pero el jefe, menos gravemente alcanzado, puede vendar
su herida. Entonces se inclina sobre el hombre que, un instante antes, quer´ matarlo,
ıa
y le presta asistencia. Despu´s, lleva su cautivo a casa. All´ toda la familia y otros
e ı,
guerreros, sus amigos, est´n contra ´l: le incitan a matar a ese enemigo. Si eres un
a e
hombre, demu´stralo, le dice su propia madre. Pero el jefe resiste y, tras su curaci´n,
e o
conduce al prisionero hasta el cuartel general. Ese combatiente y varios cientos de
sus semejantes fueron as´ salvados.
ı
1.4. La Cruz Roja y la paz
La Cruz Roja favorece la comprensi´n mutua, la amistad, la cooperaci´n y una
o o
paz duradera entre todos los pueblos, puntualiza la Proclamaci´n. Esta menci´n,
o o
introducida en el Consejo de Delegados de la Cruz Roja Internacional, celebrado
en Praga el a˜o 1961, no figuraba en el proyecto original, porque sus autores consi-
n
deraban que se trataba de un punto de programa. A su parecer, la declaraci´n de o
los principios fundamentales no ten´ por qu´ enumerar las tareas de la Cruz Roja,
ıa e
sino solamente los imperativos de los cuales dimanan. As´ la acci´n en favor de la
ı, o
paz se deriva, muy naturalmente, del principio de humanidad, que dice prevenir el
sufrimiento de los hombres. Se har´ bien en recordar si la Proclamaci´n debiera ser
a o
revisada. Esta observaci´n no tiende, en absoluto, a disminuir la importancia de la
o
cuesti´n que se suele evocar, en sesiones de esta instituci´n, con la denominaci´n de
o o o
“la Cruz Roja y la paz”. Porque, no se repetir´ lo bastante, no se trata de estudiar,
a
en su amplitud y en su complejidad, el programa del mantenimiento de la paz en
el mundo y el arreglo pac´ ıfico de los conflictos, sino s´lo la modesta influencia que
o
la Cruz Roja puede tener a este respecto. Los fundadores de la Cruz Roja, y en
particular Henry Dunant, consideraban ya que el objetivo ultimo de su obra y del
´
Convenio que patrocinaban no era sino la paz universal. Hab´ comprendido que,
ıan
24. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 23
llevando su ideal hasta su m´s lejana consecuencia, la Cruz Roja trabajaba por su
a
propia aniquilaci´n, y que llegar´ un d´ en que, habiendo los hombres finalmente
o ıa ıa
aceptado y puesto en pr´ctica su mensaje de humanidad, habiendo depuesto las
a
armas y habi´ndolas destruido, haciendo que toda guerra futura sea imposible, la
e
Cruz Roja no tendr´ ya raz´n de ser. Tal es el sentido de la divisa per humanita-
ıa o
tem ad pacem, que hoy figura como encabezamiento de los Estatutos de la Liga de
Sociedades de la Cruz Roja, al lado de la divisa tradicional de Inter arma caritas 5 .
El hecho de que, desde entonces, los Convenios de Ginebra hayan cubierto a otras
categor´ de v´
ıas ıctimas y que la Cruz Roja haya ampliado su campo de acci´n hasta
o
abarcar todas las formas, o casi, del sufrimiento humano, no ha cambiado nada.
Excepto, por supuesto, que nadie piensa ya en una desaparici´n de la Cruz Roja,
o
una vez abolida la guerra, sino en una conversi´n total de sus fuerzas en obras de
o
beneficencia del tiempo de paz. El CICR y la joven Liga de Sociedades de la Cruz
Roja hicieron, en 1921, tras la primera conflagraci´n mundial, un “llamamiento en
o
favor de un esp´ ıritu de paz”. Sin embargo, por primera vez, en 1930, se debati´ la
o
cuesti´n como tal y de manera detenida en la Conferencia Internacional de la Cruz
o
Roja, que tom´ entonces una resoluci´n capital, pues traz´ las l´
o o o ıneas directrices
6
que siguen siendo v´lidas en nuestros d´ . He aqu´ lo esencial: “La Conferencia...
a ıas ı
considerando que la condici´n necesaria para toda actividad de las Sociedades na-
o
cionales es la aplicaci´n escrupulosa del principio de neutralidad ´tnica, confesional
o e
y pol´ıtica, principio que permite a estas Sociedades reclutarse entre todas las razas,
todas las religiones y todos los partidos sin ninguna exclusi´n; considerando que,
o
inspir´ndose en este principio, las Sociedades nacionales desarrollan y organizan en
a
el dominio nacional sobre base neutral a las buenas voluntades para la gran obra de
aliviar el sufrimiento humano; considerando que las Sociedades nacionales se extien-
den sobre todos los pa´ y que, colaborando en la Cruz Roja Internacional para sus
ıses
finalidades comunes bajo un signo distintivo consagrado por un tratado universal,
constituyen una fuerza moral que excede de las fronteras nacionales y es un elemen-
to de ayuda mutua y de acercamiento entre los pueblos; estima que la Cruz Roja
debe esforzarse en encontrar todos los puntos en los que puede prestar el apoyo de
su fuerza moral y de su prestigio al movimiento del mundo hacia la comprensi´n y o
la conciliaci´n mutuas, condiciones esenciales para el mantenimiento de la paz y en
o
luchar por todos medios de que disponga contra la guerra evitando as´ los sufrimien-
ı
tos, cuyo alivio ha sido el objeto primordial de su actividad.” Desde entonces, las
asambleas de la Cruz Roja han aprobado numerosas resoluciones sobre el particular.
En esos largos textos, hay muchas repeticiones y “literatura”, pero menos elementos
constructivos. Sin embargo, merecen se˜alarse dos resoluciones, que se refieren a la
n
acci´n directa de la Cruz Roja en favor de la paz. La primera emana del Congreso
o
5
Significan, la primera, ((por la humanidad hacia la paz)) y, la segunda, ((caridad entre las armas)).
6
Resoluci´n XXV de la XIV Conferencia Internacional de la Cruz Roja, Bruselas, 1930.
o
25. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 24
que fue un hito en el Centenario de la Cruz Roja 7 . En ella se aprueba el cometido
que el CICR tuvo en “el asunto de Cuba”, por invitaci´n de las Naciones Unidas 8 y
o
concluye, en el plan general, que es deseable que el Comit´ responda afirmativamente
e
al llamamiento que le ha sido dirigido simult´neamente por los Estados en conflicto,
a
con objeto de que act´e entre ellos como intermediario o que colabore en la debida
u
ejecuci´n de los compromisos que han contra´ contribuyendo as´ al mantenimien-
o ıdo, ı
to de la paz. La segunda resoluci´n que queremos mencionar la tom´ la Conferencia
o o
9 ´
Internacional de la Cruz Roja en 1969 . Esta “recomienda que, en casos de conflicto
armado o de amenaza para la paz, el CICR, cuando lo juzgue oportuno, invite a los
representantes de las Sociedades nacionales de los pa´ interesados o de aquellas
ıses
cuyo concurso se revele util a reunirse con ´l, juntas o por separado, para examinar
´ e
los problemas humanitarios que se planteen y estudiar, con el acuerdo de los gobier-
nos interesados, la contribuci´n que la Cruz Roja podr´ aportar para la prevenci´n
o ıa o
del conflicto, la consecuci´n de un alto el fuego o la suspensi´n de las hostilidades”.
o o
Se debe poner de relieve, veinte a˜os m´s tarde, que ning´n caso an´logo al de Cuba
n a u a
se ha producido, y que las eventualidades a que se refiere la resoluci´n de 1969 siguen
o
siendo excepcionales y se evidencian siempre de un enfoque muy delicado. Pero no
se excluye que ciertas negociaciones entabladas bajo los auspicios de la Cruz Roja,
entre pa´ separados por serias divergencias, tengan por efecto atenuar la tensi´n
ıses o
y, por ello, la amenaza de un conflicto. El CICR reuni´, en 1967 y 1969, dos “Mesas
o
redondas” sobre ese tema, y la Cruz Roja Yugoslava, reasumiendo numerosos puntos
de su programa, convoc´ en Belgrado, el a˜o 1975, una “Conferencia Mundial sobre
o n
la paz”. Esa asamblea traz´ un programa detallado de acci´n, del que el Consejo de
o o
10
Delegados tom´ nota en 1977 . La primera parte de ese programa est´ dedicada
o a
a las actividades indirectas de la Cruz Roja en favor de la paz: se comprueba en la
misma que la obra de protecci´n y de asistencia que realiza a diario la Cruz Roja,
o
all´ donde el ser humano sufre a causa de sus semejantes, est´ presente, y no hay en
ı a
eso nada de nuevo. En la segunda parte, se trata el tema de la acci´n directa: con-
o
tribuir, cooperando con las Naciones Unidas, a eliminar las amenazas contra la paz,
prevenir el desencadenamiento de hostilidades, ayudar a su cese, e incluso, seg´n el
u
7
Resoluci´n XXIV del Consejo de Delegados, Ginebra, 1963.
o
8
El a˜o 1962, en la grave crisis internacional que hab´ surgido, se solicit´ que el CICR com-
n ıa o
probase s´ los nav´ que iban rumbo a Cuba transportaban cohetes nucleares. El CICR acept´ y
ı ıos o
organiz´ un equipo de controladores calificados. Finalmente, la distensi´n pol´
o o ıtica lleg´ antes de
o
que tal equipo entrase en funci´n. Pero la aceptaci´n, por el CICR, de esa tarea, que sal´ total-
o o ıa
mente del ´mbito de su misi´n tradicional, favoreci´ esa distensi´n a impresion´ a la gente. El
a o o o o
CICR hab´ subordinado, naturalmente, su intervenci´n, al consentimiento de las tres partes di-
ıa o
rectamente interesadas y hab´ recibido, al respecto, seguridades formales del secretario general de
ıa
las Naciones Unidas. No obstante, m´s tarde, en una Conferencia de la Cruz Roja, el representante
a
cubano declar´ que su Gobierno no hab´ sido consultado.
o ıa
9
Resoluci´n XX de la XXI Conferencia Internacional, celebrada en Estambul.
o
10
Decisi´n 1 del Consejo de Delegados de la Cruz Roja Internacional, Bucarest, 1977.
o
26. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 25
deseo de ciertas Sociedades nacionales, denunciar la agresi´n. Esa amplificaci´n del
o o
encargo hecho a la Cruz Roja no mereci´ la aprobaci´n de todos los participantes,
o o
de los cuales una parte consideraba que, obrando as´ la instituci´n saldr´ de su
ı, o ıa
cometido y se aventurar´ en el terreno pol´
ıa ıtico; por consiguiente, el Consejo de De-
legados reconoci´, en 1917, que era necesario tener en cuenta sus observaciones en
o
la interpretaci´n del programa, al que se adjuntar´
o ıan. Ese Consejo puntualiz´, poro
otra parte, que la aplicaci´n del documento de Belgrado deb´ hacerse “respetando
o ıa
´
ıntegramente los principios fundamentales de la Cruz Roja”. Tal es, de hecho, la
llave de la cuesti´n. Nunca habr´ riesgo de equivocarse si se recurre, como criterio,
o a
a esa Carta primordial. As´ pues, los organismos de la Cruz Roja ver´n, caso por
ı a
caso, lo que puedan emprender en la l´ ınea del programa, sin contravenir la doctrina
del movimiento 11 . Por conocer de cerca los horrores, m´s que nadie, la Cruz Roja
a
sabe que la guerra es inhumana, que es tan contraria a la caridad como a la justicia,
y que el triunfo no es, necesariamente, del mejor. Hay pocas causas que preocupen
tanto a la Cruz Roja como la de la paz. Pero la Cruz Roja no podr´ abandonar sus
ıa
principios y, en particular el principio de neutralidad, que determina los limites de
sus intervenciones a este respecto. La misi´n esencial de la Cruz Roja sigue siendo
o
proteger a los seres humanos en caso de conflicto y aliviar sus sufrimientos. Para
ella, no hay guerra justa o guerra injusta; no hay sino v´ ıctimas que han de ser so-
corridas. No puede cumplir su misi´n m´s que en virtud de su ´
o a ındole apol´
ıtica, que
debe salvaguardar, ante todo. Por lo dem´s, s´lo cumpliendo fielmente su encargo
a o
tradicional, la Cruz Roja adquiere la fuerza moral y el cr´dito, sin los cuales sus
e
llamamientos en favor de la paz no tendr´ peso alguno. Por lo que ata˜e a la
ıan n
prevenci´n de la guerra, como en toda otra cuesti´n, la Cruz Roja debe abstenerse
o o
de tomar partido entre las potencias. Esa moderaci´n ante controversias que le son
o
extra˜as es una profunda sabidur´ y debe permanecer, pues si la paz es valiosa
n ıa
para todos los pueblos, ´stos, con frecuencia, no est´n de acuerdo sobre la manera
e a
de crearla y de mantenerla, ni incluso sobre la ´ ındole que esa paz ha de tener 12 .
Ahora bien, pronunciarse sobre las cuestiones que plantea la organizaci´n del mundo
o
es, se quiera o no, colocarse en el plano pol´ ıtico. Querer producir un efecto directo
en este ´mbito implica, casi siempre, descender a la palestra de las naciones y de los
a
partidos. Para ejercer su influencia, ser´ necesario, por ejemplo, que la Cruz Roja
ıa
tomase posici´n en cuanto a los presupuestos militares, a la fabricaci´n y al comercio
o o
de armas y, en general, que apoyase o fustigase muchos actos pol´ ıticos. Mezcl´ndose
a
as´ en las luchas ardorosas para las cuales no est´ equipada, se encaminar´ por
ı a ıa
una pendiente resbaladiza en la que ser´ imposible detenerse y que la conducir´
ıa ıa
11
El ultimo Consejo de Delegados instituy´ una Comisi´n que velar´ por la aplicaci´n del pro-
´ o o a o
grama de Belgrado y propondr´ las medidas para lograr los objetivos derivados de dicho programa.
a
12
Sin embargo, en el transcurso de recientes intercambios de puntos de vista en la Cruz Roja
Internacional, se subraya que la paz es inseparable de la justicia, y que no podr´ haber paz verdadera
a
all´ donde la persona humana no sea respetada.
ı
27. CAP´
ITULO 1. HUMANIDAD 26
a una r´pida destrucci´n. En cambio, otras instituciones fundadas para defender la
a o
paz y organizar mejor el mundo no tienen los mismos l´ ımites y pueden actuar m´sa
libremente. Ya se ve, en la cruzada contra la guerra, cada uno debe combatir con
los medios de que dispone, seg´n el propio temperamento y un destino al que nadie
u
podr´ escapar. Los medios efectivos a disposici´n de la Cruz Roja para eliminar la
ıa o
guerra en las relaciones humanas son restringidos; pueden, incluso, parecer irriso-
rios cuando se ve por doquier que potencias hacen entregas masivas de armas a sus
aliados de turno, empuj´ndolos as´ fatalmente hacia nuevos conflictos. Pero, en el
a ı
´mbito general de esta labor, la Cruz Roja no es menos un factor moral importante.
a
Es el s´
ımbolo de la paz incluso en lo m´s enconado de los combates. Cada uno de sus
a
actos es entonces un gesto pacificador. Actuar como intermediario entre los enemi-
gos, promover el derecho humanitario, es crear un clima de apaciguamiento y de
reconciliaci´n. Afirmando su solidaridad ante el sufrimiento, practicando la ayuda
o
mutua, la Cruz Roja tiende a nivelar las desigualdades entre los seres humanos y a
atenuar las frustraciones y los rencores. Contribuye a que los individuos se acerquen
y, tal vez, a la larga, los pueblos. Ahora bien, es eso precisamente lo que se solicita
en la Proclamaci´n. Tal es tambi´n el encargo que le hizo la XXIII Conferencia
o e
Internacional, el a˜o 1977, en su resoluci´n sobre la misi´n de la Cruz Roja, cuando
n o o
considera que “la Cruz Roja, por respeto a sus principios y a trav´s de sus m´ltiples
e u
actividades, tiene un importante cometido esencial que desempe˜a promoviendo en-
n
tre el p´blico, y sobre todo entre la juventud, el esp´
u ıritu de comprensi´n mutua y
o
de amistad entre los pueblos, con lo que contribuir´ al establecimiento de una paz
a
duradera”.
1.5. Un poco de filosof´
ıa
La fuente principal de la humanidad est´ en la moral social, que puede resumirse
a
en una sola frase: haz a los dem´s lo que quieres que se te haga. Este precepto
a
fundamental se encuentra, en forma casi id´ntica, en todas las grandes religiones:
e
el brahamanismo, el budismo, el cristianismo, el confucianismo, el islamismo, el
juda´ısmo, el tao´
ısmo. Y es tambi´n la regla de oro de los positivistas, que no se
e
fundamentan en la religi´n, sino en los datos de la experiencia, en nombre s´lo de
o o
la raz´n. De hecho, no es necesario apelar a nociones afectivas o trascendentes para
o
reconocer la ventaja que tienen los seres humanos en mejorar rec´ ıprocamente su
suerte. La ayuda mutua se justifica, en primer lugar, por el instinto de conservaci´n:
o
contribuye en la supervivencia de la especie; comporta m´s satisfacci´n que cargas.
a o
Con una reflexi´n objetiva sobre los hechos, bas´ndose en el consentimiento de la
o a
mayor´ se llega tambi´n al concepto de solidaridad como ideal de organizaci´n de
ıa, e o
la comunidad. La m´xima haz a los dem´s lo que quieres que se te haga es, pues, una
a a
verdad universal, porque concuerda plenamente con la naturaleza humana y con las