La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación
15. Lo primero que se nos pide ante la resurrección de Jesús
es fe, es poder llegar a tener una vivencia espiritual, como
la tuvieron los apóstoles y las mujeres que le
contemplaron vivo, pero con otra vida nueva.
18. Vieron a Jesús,
le palparon, y
este
acontecimiento
les trasformó
totalmente la
vida.
19. No fue fácil
para ellos
creer en la
resurrección
de Jesús.
Ellos habían
perdido toda
esperanza.
Pero he aquí que sienten una experiencia nueva y
poderosa. Sienten que Jesús está vivo con una plena
seguridad.
21. O como fue la resurrección de la hija de Jairo,
22.
23.
24. El evangelio nos
habla de lo que
pasó esa
mañana entre
María Magdalena
y los discípulos
de Jesús. Lo
más importante
es el acto de fe
que hace «el
discípulo
amado».
Juan 20, 1-9
25. El primer día de la semana, María Magdalena fue al
sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la
losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde
estaba Simón Pedro y el otro discípulo a quien quería
Jesús, y le dijo: "Se han llevado del sepulcro al Señor y no
sabemos dónde lo han puesto."
Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los
dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que
Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y,
asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró.
Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el
sepulcro. Vio las vendas en el suelo y el sudario con que le
habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas,
sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también
el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro;
vio y creyó. Pues hasta entonces no había entendido la
Escritura: que Él había de resucitar de entre los muertos.
26. María Magdalena
había ido al sepulcro
de madrugada
queriendo
embalsamar el cuerpo
de Jesús. Las otras
santas mujeres
llegarían por
entonces. Al ver la
losa corrida pensó
que alguien se había
llevado el cuerpo y
corrió para avisar a
Pedro y los otros.
27. Salieron corriendo, agitados, no pensando en la
resurrección, pues aún no creían en esa posibilidad, sino
quizá en los enemigos que por maldad se hubieran
llevado el cuerpo de Jesús. Juan, el discípulo amado (lo
cuenta él),
corría más
pues era
más joven.
Pero al
llegar
esperó a
que Pedro
entrase
primero.
28. Pedro veía todo, pero
estaba demasiado
obcecado para pensar en la
resurrección. Pero Juan,
más despierto por un amor
más sincero, “vio y creyó”.
Ningún ladrón habría
dejado todos los lienzos en
orden. El cuerpo de Jesús
había traspasado los
lienzos sin tocarlos ni
moverlos, como si se
hubiera volatizado.
29. Esta es la primera alegría sobre la resurrección de Jesús
en medio del estupor y la incertidumbre del momento.
Alegría que iría creciendo en los amigos de Jesús al
crecer la certeza y la paz en el corazón. Esto es lo que
quiere la Iglesia para nosotros en este día.
34. La
resurrección
del Señor no
es un acto
que pasó.
Sigue resucitando en
nosotros. Un
símbolo de su
presencia real es el
cirio pascual.
35.
36. La alegría profunda del alma, a la que la
Iglesia nos invita hoy, es un signo de que
Cristo vive resucitado en nosotros.
37. No es fácil la
alegría ante la
resurrección de
Jesús. Es más
fácil
entristecerse
por la pasión de
Jesús que
alegrarse con
su
resurrección.
38. Los que más
hayan sufrido
con Cristo en
el dolor, tienen
más derecho a
la alegría. Y
ciertamente
Jesús se la da.
39.
40. Porque, si
Cristo, que
es la Cabeza,
triunfó,
esperamos
que
nosotros,
que somos
su Cuerpo,
triunfaremos
41. Como no es
fácil sentir la
alegría con
Cristo
resucitado,
debemos pedir
muchas veces
al Señor esta
gracia.
42. San Pedro, al dar
testimonio de la
resurrección de Cristo,
manifestaba su alegría,
queriéndola trasmitir a
sus oyentes y a
nosotros. Así nos dice
la primera lectura de
este día.
Hch 10,
34-43
43. En aquellos días, Pedro tomó la palabra y dijo: "Conocéis
lo que sucedió en el país de los judíos, cuando Juan
predicaba el bautismo, aunque la cosa empezó en Galilea.
Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la
fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y
curando a los oprimidos por el diablo; porque Dios estaba
con él. Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en
Judea y en Jerusalén. Lo mataron colgándolo de un
madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día y nos lo hizo
ver, no a todo el pueblo, sino a los testigos que él había
designado: a nosotros, que hemos comido y bebido con él
después de su resurrección.
Nos encargó predicar al pueblo, dando solemne
testimonio de que Dios lo ha nombrado juez de vivos y
muertos. El testimonio de los profetas es unánime: que
los que creen en él reciben, por su nombre, el perdón de
los pecados".
44. La Iglesia quiere que hoy
sintamos esa alegría en
nuestro corazón, la alegría
verdadera, la que procede de
un corazón honrado que se
siente resucitado con Cristo.
Por eso nos invita a celebrarlo
con el salmo responsorial,
porque “este es el día que ha
hecho el Señor”. Que lo diga
la casa de Israel que vio
maravillas de Dios, que lo
digan los santos que en su
amor sienten a Cristo
resucitado.
50. Lo mismo
que los
apóstoles y
otras
personas
sintieron
transformada
su vida y
comenzaron a
transformar al
mundo,
siendo
testigos,
así también nosotros tenemos que demostrar que
Cristo vive, porque vive en cada uno de nosotros.
51. Si queremos vivir
la vida de Cristo
resucitado,
debemos
comenzar a vivir
una vida nueva, de
modo que Cristo
siga resucitando
en nosotros. Así
nos dice san Pablo
en la 2ª lectura.
52. Hermanos: Ya que habéis resucitado
con Cristo, buscad los bienes de allá
arriba, donde está Cristo, sentado a la
derecha de Dios; aspirad a los bienes de
arriba, no a los de la tierra. Porque
habéis muerto, y vuestra vida está con
Cristo escondida en Dios. Cuando
aparezca Cristo, vida vuestra, entonces
también vosotros apareceréis,
juntamente con él, en gloria.
53. Cuando Jesús se presentaba a los apóstoles, sobre todo
después de la resurrección, les decía: “No temáis”.
Porque si Él vive, no hay nada que temer.
Él ha
vencido
toda noche
de dolor y
de temor.
Terminemo
s con gran
esperanza,
porque
Cristo
resucitó.
54. Si Jesús vive es para que
nosotros podamos tener vida.
Automático
64. La alegría debe estar
unida a la esperanza. Si
Jesús sólo hubiera
muerto, nuestra
esperanza también
hubiera muerto. Pero
Cristo resucitó y con Él
ha resucitado nuestra
esperanza.