2. El amor, que es esencial en nuestra religión, lo podemos
considerar desde varios puntos de vista. El domingo
pasado la Iglesia se fijaba en la “corrección fraterna”. Hoy
consideramos el perdón.
El perdón entre
nosotros
mismos; pero
como una
consecuencia
del perdón de
Dios.
3. La convivencia nos
proporciona
momentos de
felicidad; pero
también es causa de
muchos conflictos y
disgustos en la
familia, en el trabajo y
en la vida social en
general.
No puede haber
una verdadera
convivencia
fraternal y
cristiana, si no
hay PERDÓN
4. Perdonar significa “borrón y cuenta nueva”. Es cancelar
una deuda. Y de esto les hablaba Jesús. A los apóstoles
les costaba asimilar esta verdad, de la necesidad del
perdón total, acostumbrados a oír lo del “ojo por ojo y
diente por diente”. Muchos cristianos actuamos en esto
como verdaderos paganos.
En la vida
se hacen
verdaderas
brutalidades
por lo del
“ojo por
ojo”.
5. Había hablado sobre la corrección fraterna, y ahora
comenzaba a hablar sobre el perdón, normalmente
necesario para que haya verdadero amor.
Estaba
hablando
Jesús sobre
cómo deben
ser tratados
los
pecadores
dentro de la
comunidad.
6. Entonces san Pedro, como más voluntarioso y como que-
riendo ser muy generoso, le pregunta a Jesús:
-«Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas
veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete
veces?»
Así comienza el
evangelio de este
día.
Mt 18, 21.35
7. Entonces Jesús le contestó:
“No te digo hasta siete veces, sino hasta
setenta veces siete.”
8. El número siete era una cifra simbólica que significaba
perfección. Pero esta perfección era muy limitada. Jesús
pone la cifra al máximo y le dice que en el perdón, como
en el amor, no debe haber límites.
Eso es lo
que
significaba
la
expresión
“setenta
veces
siete”.
16. Si Jesús nos dice
que debemos
perdonar a los
que nos ofenden
es porque Dios
nos ha perdonado
inmensamente
más de lo que una
persona nos
pueda ofender.
17. Y para expresarlo gráficamente, nos cuenta una
parábola, donde hay cosas algo extrañas y como
exageradas. Es para que se nos grabe mejor el
mensaje sobre el perdón de Dios. Dice así el
evangelio:
«Y a
propósito
de esto,
18. El reino de los cielos se parece a un rey que
quiso ajustar las cuentas con sus empleados.
19. Al empezar a ajustarlas, le presentaron uno que
debía diez mil talentos.
37. ¿No debías tu también tener compasión de tu
compañero, como yo tuve compasión de ti?”
38. Y el señor, indignado, lo entregó a los verdugos
hasta que pagara toda la deuda.
39. Lo mismo hará con vosotros mi Padre del cielo, si
cada cual no perdona de corazón a su hermano».
40. El mensaje principal de la parábola es que a veces nos
cuesta perdonar de verdad pequeñas cosas y no
reparamos en la inmensidad del perdón de Dios a
nuestras injurias contra el Creador, pues contra él es lo
que hacemos contra sus criaturas.
Hay personas que
piden que se
perdonen las
millonarias deudas
de algunas
naciones y luego no
son capaces de
perdonar las
pequeñas deudas y
ofensas de cada día.
41. El amor sin medida de Dios es lo que debe suscitar
nuestra misericordia respecto a nuestros hermanos.
¿Qué son las injurias que nos puede hacer un ser
humano en comparación con lo que significan nuestras
ofensas contra el Creador?
El perdón
no tiene
límites,
porque
debemos
imitar el
amor y el
perdón de
Dios.
42. Esto no es sólo algo que nos enseñó Jesucristo, aunque
lo dio mayor realce. Ya estaba en el Antiguo Testamento y
hoy se nos expone en la primera lectura, que suele estar
unida con el evangelio, estas palabras del libro del
Eclesiástico: (27,33-28,99).
43. El furor y la cólera son odiosos; el pecador los posee.
Del vengativo se vengará el Señor y llevará estrecha
cuenta de sus culpas. Perdona la ofensa a tu prójimo, y
se te perdonarán los pecados cuando lo pidas. ¿Cómo
puede un hombre guardar rencor a otro y pedir la salud
al Señor? No tiene compasión de su semejante, ¿y pide
perdón de sus pecados? Si él, que es carne, conserva
la ira, ¿quién expiará por sus pecados? Piensa en tu
fin, y cesa en tu enojo; en la muerte y corrupción, y
guarda los mandamientos. Recuerda los
mandamientos, y no te enojes con tu prójimo; la
alianza del Señor, y perdona el error.
44. Como meditación de la 1ª lectura hoy está el
salmo responsorial que nos dice que «El Señor
es compasivo y misericordioso».
57. En la vida normal, constantemente tenemos que
perdonarnos, porque constantemente nos ofendemos o
nos molestamos unos a otros. La mayoría de las veces son
injurias muy pequeñas; pero no hay que descuidarlas.
Perdonar sería actuar luego como si no hubiera habido tal
ofensa. La cuestión es si hay amor o no.
Hay acciones y
palabras que no
llegan ni a ofensas.
Suele haber muchos
malosentendidos.
No pongamos
enemigos donde no
los hay.
58. Hay que perdonar cuando ha habido una injuria
hecha a sabiendas. Tampoco hay que exagerar. No
hay que perdonar cuando ha sido sin querer, como
un pisotón (sin querer) o tropiezo o equivocación.
A veces se molesta hasta queriendo hacer un bien..
Hay personas
que piden
perdón por
estas cosillas y
luego se tragan
verdaderas
injurias.
59. El perdón no es una imposición de Dios, sino que es una
liberación. El perdonar nos debe llenar de paz, y por lo
tanto de alegría. Es como quitarnos un peso de encima. Es
cerrar un corazón roto.
60. Algunos, que se las daban, o dan, de intelectuales,
decían que perdonar era rebajarse, que era un signo de
debilidad y hasta falta de responsabilidad.
Podemos preguntarnos: ¿Cuál cuesta más: vengarse o
perdonar? Vengarse es relativamente fácil; pero perdonar
de verdad es bastante difícil.
Vengarse es
ser feliz un
momento. El
perdonar da
felicidad para
toda la vida.
61. Perdonar no es lo mismo que justificar,
excusar u olvidar.
No se trata de que olvidemos la ofensa, porque la mente
lo recuerda; pero, si lo recordamos, debe ser para seguir
perdonando y para seguir ofreciéndoselo al Señor.
Perdonar es pedir
por los ofensores y
socorrerles en sus
necesidades,
sabiendo que todos
somos hermanos en
el Señor.
62. No es verdadero perdón cuando al perdonar se humilla a
la otra persona o se le hace sentir el ridículo o se hacen
gestos teatrales o se le quiere hacer pasar factura,
diciendo, por ejemplo, que sea la última vez. A la
siguiente vez costará mucho más el perdonar. Y peor si
se quieren sacar ventajas materiales del perdón.
El perdón debe
tener una
actitud positiva
y optimista,
para construir
un futuro
esperanzador.
63. En la Biblia
tenemos un
gran ejemplo
en José,
perdonando
a sus
hermanos,
después de
que había
sido vendido
por ellos a
unos que
iban a
Egipto.
64. Perdonar de verdad es difícil.
Jesús no dijo que el perdón
fuese algo fácil. Más que de
sentimientos, es cuestión de
voluntad. Dios no quiere que no
sintamos, sino que
aprendamos a perdonar.
Perdonar no es ignorar la falta
o la ofensa. Es dar la vuelta a la
realidad, y amar en vez de
odiar, y corregir en vez de
aniquilar.
El dar el perdón no suprime el sufrimiento. Habrá momentos
que deberemos mirar a Jesús perdonando desde la cruz.
65. “Dios no quiere la muerte del pecador, sino que
se convierta y viva.”
Para poder recibir la
misericordia de Dios es
necesario el arrepentimiento
de las culpas.
Lo malo nuestro es que no
le dejamos a Dios que nos
perdone. Él no nos fuerza,
sino que respeta nuestra
libertad.
¿Con qué cara podemos
pedir el perdón a Dios, si lo
negamos a otros?
66. Jesús nos enseñó a
pedir: “Perdónanos…
como nosotros
perdonamos”.
Quien no sea capaz de
perdonar a su hermano, no
merece el perdón de Dios.
No es que Dios no quiera
perdonarnos, sino que al
tener sentimientos de odio o
de venganza, cerramos el
corazón, de modo que no
puede penetrar la gracia
perdonadora de Dios.
67. A veces el perdonar
puede ser heroico:
Cuando por maldad le
han despojado de
todo y debe estar
prófugo, etc. Son
casos que pueden
llevar a una gran
santidad.
San Esteban
murió
perdonando y
disculpando a los
que le estaban
matando.
68. Esto no quita que no tengamos que trabajar por la justicia.
Hay algunos que, para bien de la sociedad, deben ir a la
cárcel. Lo que se trata en el perdón es no hacerlo por
venganza o por rencor personal.
Siempre el
perdón es
fruto del
amor.
Donde no
hay amor
no puede
haber
verdadero
perdón.
69. Si debemos pedir perdón y darlo es porque primero lo hizo
Jesús. Sólo Dios es capaz de perdonar verdaderamente.
La misericordia de
Dios es infinita y
verdadera. Quizá el
siervo perdonado,
que no perdonó,
pensó que el
perdón de su
señor no era total.
El perdón de Dios
sí es total.
70. Para que sintamos el perdón de Dios, Jesús lo puso muy
fácil dando a la Iglesia el sacramento del perdón.
Pero la condición sigue
siendo que perdonemos a los
demás.
En la confesión se pone una
pequeña penitencia, que no
es proporcional a lo que
debería pagar por mis culpas.
Quien pide y obtiene el
perdón queda con la
obligación de resarcir el daño
causado.
71. Así que, si queremos ser perdonados por Dios,
Hoy Jesús nos
dice que