2. ¿Qué es el ciberbullying?
El ciberbullying es el uso de los medios telemáticos (Internet, telefonía
móvil y videojuegos online principalmente) para ejercer el acoso
psicológico entre iguales. No se trata aquí el acoso o abuso de índole
estrictamente sexual ni los casos en los que personas adultas
intervienen.
Estamos ante un caso de ciberbullying cuando un o
una menor atormenta, amenaza, hostiga, humilla o
molesta a otro/a mediante Internet, teléfonos
móviles, consolas de juegos u otras tecnologías
telemáticas.
3. ¿Por qué es especialmente grave
el ciberbullying?
El anonimato, la no percepción directa e inmediata del daño
causado y la adopción de roles imaginarios en la Red convierten al
ciberbullying en un grave problema.
4. Primera que se uso el concepto
Ciberbullying
El término ciberacoso fue usado por primera vez por el educador
canadiense Bill Belsey. Otros términos para ciberacoso son "acoso
electrónico," "e-acoso," "acoso sms", "network mobbing", "acoso
móvil" "acoso en línea", "acoso digital", "acoso por internet", "acoso
en internet" o "internet acoso".
5. ¿Cuál es el motivo del
Ciberbullying?
El ciberacosador se siente en una posición de poder desde el
anonimato que se percibe mientras se está “en línea”. Durante
todo ese tiempo va recopilando toda la información posible
acerca de su víctima, fundamentalmente en aquellos aspectos
que forman parte de su vida privada y de sus movimientos en la
Red. Una vez obtenida dicha información, es cuando el
acosador inicia su proceso de acoso. Sin embargo, si el acosador
es realmente una persona depravada y/o enferma y, si la
información obtenida hasta ese momento es suficiente, comenzará
el asedio mediante los diferentes medios que tenga a su alcance.
Su motivación para el acoso siempre gira en torno al acoso sexual,
la obsesión amorosa, el odio, la envidia, la venganza o la
incapacidad de aceptar un rechazo.
6. Consecuencias sobre el acosador.
Los efectos del acoso no son exclusivamente dañinos para víctima,
sino que el propio acosador entra en un círculo vicioso del que
resulta difícil escapar, y es precisamente, esta propia dinámica de
agresión la que va destruyendo poco a poco su vida, lo más
profundo de su personalidad: los valores que lo constituyen como
persona. Las conductas de acoso pueden hacerse crónicas y
convertirse en una manera ilegítima de alcanzar sus objetivos, con
el consiguiente riesgo de derivación hacia conductas delictivas,
incluyendo violencia doméstica y de género.