1. Matar a la mensajera: Crece la violencia contra las defensoras
de derechos humanos
l
Mujeres protestan contra operaciones mineras en San José del Golfo,
Guatemala.
Laura Carlsen. Directora del Programa de las Américas para el
Center for International Policy en México. 12/12/2012
Juventina Villa sabía que sus días estaban contados. El líder de una
organización ambientalista en las montañas de Guerrero, México, ella
y otros activistas han estado en la mira de la delincuencia organizada
y de fuerzas del gobierno durante años. Su esposo y dos sobrinos
fueron asesinados este año.
El 28 de noviembre, un día antes del Día Internacional de las
Defensoras de Derechos Humanos, Juventina fue asesinada a tiros,
junto con su hijo de 17 años de edad y frente a los ojos de su hija de
ocho años.
Había subido al cerro para hacer una llamada telefónica. Villa contaba
con protección del Estado y fue acompañada por la policía estatal en
el momento de su asesinato. Curiosamente, ningún policía resultó
herido durante la emboscada. El gobierno del estado de Guererro,
encargado de garantizar la seguridad de ella, restó importancia a su
propia responsabilidad. El oficial de la policía guerrerense
HumbertoSalgado dijo: "Ella se desvió fuera del perímetro de
seguridad”.
2. La declaración indolente confirmó una actitud común, reafirmada por
el gobierno y el sistema patriarcal de control: cuando las mujeres
cruzan la línea, se merecen lo que reciben.
Las defensoras de los derechos humanos no sólo son el blanco de los
intereses a los que se enfrentan. También están abandonadas, o peor
aún, atacadas —por el gobierno y algunas veces por sus propias
comunidades y familias. Sin importar lo que ellas hacen o lo que les
hayan hecho, se las presenta como si hubieran provocado sus propios
asesinatos, violaciones o ataques.
El trabajo de Juventina y su organización, Campesinos Ecologistas de
Petatlán y Coyuca fue la piedra en el zapato para los grupos del
crimen organizado y sus socios en el gobierno, que se benefician de
la tala ilegal y el cultivo de drogas. Durante la última década, el
gobierno local ha hostigado y encarcelado ilegalmente a activistas con
el fin de proteger los intereses de los empresarios madereros y para
apagar las bases locales de la organización.
Juventina trabajaba en defensa de los bosques y las comunidades de
la región. Otros defensores y defensoras de derechos humanos han
sido asesinados o amenazados de muerte por defender los bienes
naturales, los derechos laborales o, en el caso de los periodistas, la
verdad.
Muchos de ellas han sido asesinadas por oponerse a las incursiones
militares y paramilitares en sus comunidades bajo la guerra contra
las drogas. Josefina Reyes Salazar, del Valle de Juárez, en
Chihuahua, México, luchó por años para proteger a las comunidades
de la frontera México-Estados Unidos. Cuando el gobierno mexicano
envió al ejército para hacer frente a los cárteles de la droga, ella se
convirtió en una abierta crítica de violaciones de los derechos
humanos cometidas por los militares. El 3 de enero de 2010, Reyes
fue asaltada y recibió un disparo en la cabeza. Otros cinco miembros
de su familia han sido asesinados.
Margarita Chub Che —una partera, madre y defensora de derechos
humanos— se defendió cuando su comunidad fue desplazada por
guardias privados, policías y soldados para dar paso a grandes
intereses agroindustriales. Chub también lideró los esfuerzos locales
para buscar justicia por los crímenes cometidos en la región del
Polochic durante la guerra sucia en Guatemala. Fue asesinada en su
comunidad indígena Q’uechi de Paraná por tres hombres
enmascarados el 4 de junio de 2011.
3. En Honduras, Guatemala y
México, al menos 254 mujeres
defensoras de los derechos
humanos han sido asesinadas
en los últimos años. Muchas
más han recibido amenazas de
muerte, se han visto obligadas
a huir, o han sufrido agresiones
físicas, a menudo incluida la
violencia sexual.
Marusia Cruz López, directora
de JASS Mesoamérica, señala
que los riesgos siguen creciendo. "Hemos registrado un aumento
alarmante de las amenazas y ataques contra las defensoras de la
región, en gran parte debido a las políticas autoritarias y la
militarización”, dijo.
A medida que la guerra contra las drogas ha propiciado un aumento
general de la violencia, los ataques contra las mujeres, y en especial
las defensoras de derechos humanos, han aumentado. Otros factores
son la cultura machista y los sistemas patriarcales de control sobre
las mujeres, el golpe de estado en Honduras y su nutrida secuela
de violaciones de derechos humanos, más la organización contra
intereses poderosos, para la protección de recursos y derechos. El
papel destacado de las mujeres en la defensa de sus comunidades las
ha colocado en zona de peligro.
La campaña 16 Días de Activismo Contra la Violencia de Género llega
a su fin el 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos
Humanos, mientras las organizaciones de mujeres en todo el mundo
están pidiendo una mayor protección para las defensoras de los
derechos humanos y justicia para quienes han sido asesinadas. En la
mayoría de los casos, los crímenes contra ellas siguen impunes.
Juventina y decenas de otras mujeres en el mundo son las
mensajeras que alertan al resto de la sociedad sobre la violación de
los derechos humanos y llaman a tener las agallas para levantarse y
decir ‘no’. Poderosas fuerzas económicas y políticas tienen un gran
interés en silenciarlos. A menudo el público se retrae con las
versiones dadas por los medios de comunicación —”ella murió porque
cruzó la línea”, lo que implica, si no cruzas la línea, estás a salvo.
Nada podría estar más lejos de la verdad. Si no defendemos a los
defensores de los derechos humanos —las mujeres y los hombres en
el frente de la defensa de las libertades fundamentales y la seguridad
4. pública— no habrá seguridad, son nuestra defensa del presente y
garantía del futuro.
[Laura Carlsen es director del Programa de las
Américas, cipamericas.org/es y consultora con Asociadas por lo Justo
(JASS).