"Cien Días vistos por Cinep n.° 93: el campo de la paz"
Situación postelectoral en colombia
1. SituaciónpostelectoralenColombia:sigueeldebate
Laizquierdaentreimpotenciayreformismo
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Por vez primera, los movimientos y partidos políticos de izquierda y
alternativos han influido de forma determinante en la victoria
electoral de un Presidente de la República. Esta situación inédita
implica para sus distintos componentes un replanteamiento político
cargado tanto de nuevas oportunidades como de nuevas dificultades.
Andre-Noël Roth. 29 junio 2014
La configuración política luego de la elección presidencial del 15 de
junio 2014 ofrece para la izquierda un panorama complejo para su
futuro desempeño como fuerza tanto de gobierno como de oposición.
La defensa del proceso de paz ha permitido a la izquierda encontrar
un importante punto de coincidencia cuasi unánime en esta coyuntura
para apoyar el proceso de paz del centro-derechista presidente
Santos y bloquear la vía para un regreso al poder de la derecha
conservadora y extrema.
Por vez primera, los movimientos y partidos políticos de izquierda y
alternativos han influido de forma determinante en la victoria
electoral de un Presidente de la República. Esta situación inédita
implica para sus distintos componentes un replanteamiento político
cargado tanto de nuevas oportunidades como de nuevas dificultades.
La izquierda puede aspirar a ser un componente para un gobierno de
coalición de centro izquierda, de tendencia social liberal. A su vez, la
gran mayoría de sus líderes (quién sabe sus electores) expresaron su
2. voluntad de quedar en la oposición y no aceptar responsabilidad
política o representación burocrática. Pero no todos.
Sin embargo, para analizar la situación es necesario partir de unos
elementos de hechos concretos. Así, primero, la izquierda de
gobierno (esencialmente Polo y Progresistas) sigue siendo una
minoría sin mayor influencia en el Congreso de la República (así como
prácticamente en todas las asambleas legislativas departamentales y
municipales del país). Segundo, la derecha – hoy dividida entre
derecha liberal (Partido de la U, Partido Liberal, Cambio Radical,
elementos del Partido Conservador y otros partidos “regionales”) y
derecha conservadora (Centro Democrático y Partido Conservador) –
sigue ampliamente mayoritaria en el país (p.e. recordemos que, en la
segunda vuelta, la sola campaña presidencial de Zuluaga se impuso
en la mayoría de los municipios y en 14 de los 33 departamentos de
Colombia). De allí se deriva que, si aún había dudas, la derecha
domina el país, y en particular todas las asambleas legislativas del
país, incluso la del Distrito Capital de Bogotá. Y seguramente
ampliará aún su representación en los comicios territoriales de 2015
con una campaña agresiva del Centro Democrático. Es aún difícil
vaticinar cuál será el efecto “paz” sobre los resultados electorales de
la izquierda.
Por ahora, significa que electoralmente la izquierda sigue siendo
minoritaria en todas partes. Sus victorias electorales importantes
(gobernaciones, alcaldías) son todas relativas y se deben más a
personalidades y situaciones de división de la derecha que a una
incrustación política consolidada capaz (por ahora) de poner en jaque
a las maquinarias clientelistas neo-tradicionales. La victoria de Santos
se logró, grosso modo, en las tierras históricamente liberales, en las
ciudades (con excepción de Medellín) y en las zonas de conflicto
(incluido el Urabá antioqueño) para conformar una curiosa corona de
zonas periféricas (costas y fronteras), más Bogotá.
En la actual coyuntura política postelectoral se abren dos frentes
políticos para la izquierda: 1) la relación con el Gobierno nacional y 2)
lo relativo a la preparación de los comicios territoriales de 2015.
En relación al gobierno nacional, es posible que la izquierda tenga
alguna posibilidad de participación burocrática en el próximo
gobierno. Si bien el Polo manifestó su desinterés, es probable que el
gobierno encuentre mayor eco del lado de la Alianza verde (Partido
verde, Progresistas) y de alguna personalidad “independiente”. Sin
embargo, es poco probable que obtenga un ministerio importante,
serán más bien algunas dependencias relacionadas con los temas de
la paz y de las víctimas. Eso por una razón sencilla ya mencionada: la
izquierda no tiene ningún peso en el Congreso. Podrá realizar alguna
gestión político-administrativa pero no podrá obtener la modificación
3. de alguna ley. Además, en la perspectiva de una posible refrendación
popular de los acuerdos de paz, el voto favorable de la izquierda está
prácticamente asegurado y, más bien, el gobierno deberá encontrar
mayor apoyo hacia la derecha del espectro político. Por lo tanto, la
posibilidad de ver una agenda legislativa progresista es casi nula,
fuera de lo pactado en los eventuales acuerdos de La Habana: la paz
está secuestrada por una derecha poderosa (45%) capaz de hacer
tambalear el proceso de paz en las urnas (y ojalá lo haga solamente
allí) si se refrendan popularmente.
Así, a nivel nacional, únicamente con movilizaciones y presiones
extraparlamentarias estarán las fuerzas progresistas en capacidad de
promover algunos cambios legislativos. Es principalmente a través de
esta presión directa sobre la rama ejecutiva y la administración que
la izquierda podrá avanzar algo en la satisfacción de sus
reivindicaciones. En este sentido, desde ya se deben ejercer las
mayores exigencias para que existan compromisos claros en el
próximo Plan Nacional de Desarrollo. Pienso en particular en avances
en temas como el reconocimiento concreto de los derechos para
pueblos indígenas y afrodescendientes (y demás) (p.e. regulación
más favorable para la consulta previa, mayor autonomía para los
resguardos, creación de un Departamento Administrativo para el
Dialogo Intercultural – el proyecto ya existe); existen también
importantes márgenes de acción en las distintas políticas (educación,
salud, agricultura, etc.) para permitir una política activa de inclusión
y reducción de las desigualdades sociales y de género; también en
materia de profundización de la democracia participativa y directa.
De forma general, se debe aprovechar, hasta los límites de las
posibilidades, lo que permite la ley y el margen de poder
administrativo para concluir todo tipo de acuerdos negociados, con su
adecuada financiación, entre los movimientos sociales y políticos de
un lado y la administración pública del otro. Se trata de jugar a fondo
la carta de la construcción de acuerdos vía la presión, el diálogo y la
negociación con la burocracia nacional mediante decretos, recordando
al Presidente lo que le debe a las fuerzas progresistas, y que no
puede reducirse a los hipotéticos acuerdos de La Habana. Es una
oportunidad para avanzar en la democratización de la labor
administrativa y de sus formas de relaciones con la sociedad. En este
sentido, se debería trabajar en llave entre las fuerzas progresistas
instaladas en el gobierno (si las hay) y las fuerzas de oposición de
izquierda, tanto las parlamentarias como las extraparlamentarias.
¿Logrará la diversidad de la izquierda superar sus rivalidades
personales, organizacionales y estratégicas para conquistar objetivos
comunes más allá de la paz? En cuanto a las reformas políticas de
fondo, si deben ser aprobadas por el Congreso, ¿serán las previstas
por los acuerdos de La Habana (que no conocemos en el detalle) y
nada más?
4. Eso nos lleva al segundo escenario: las elecciones del 2015. La
reciente conformación de un Frente Amplio por la Paz, agrupando a
todas las fuerzas de izquierda que apoyaron a Santos, suena como
una plataforma electoral interesante. Sin embargo, si quiere ampliar
su espacio político en las instituciones en 2015, este Frente Amplio
tendría que ser capaz de presentar candidaturas únicas frente a una
derecha que probablemente seguirá dividida. Situación que permitiría
augurar algunos éxitos a nivel de alcaldías y gobernaciones. Sin
embargo, si se quiere avanzar en la construcción de un movimiento
progresista de ambición nacional (pensando en las presidenciales de
2018), sería pertinente que este Frente logre proponer al país un
proyecto nacional, para su aplicación, en lo que les corresponde y
resulta factible, a nivel de los entes territoriales conquistados para
generar credibilidad. ¿Aguantará la coalición cuando se trate de
presentar propuestas y nombres?
La situación presentada muestra por lo tanto un panorama complejo
para la izquierda. De un lado, está en posición de reclamar su parte
del botín burocrático y de gobierno, pero a su vez no es capaz de
transformar sus propuestas políticas en leyes de la República.
Además, es probable que la agenda política siga polarizada por el
Centro Democrático, tal como durante la campaña presidencial, entre
paz y extrema derecha, obligando a la izquierda a defender lo malo
para evitar lo peor. En estas condiciones, no sería raro que una
agenda de reformas progresistas, democratizadoras y democráticas
quede nuevamente postergada a nombre de una paz (y siempre será
mejor una paz “mal lograda” que una “buena” guerra) hecha a la
medida de los grupos armados. De toda evidencia, una oposición
extraparlamentaria vigorosa seguirá siendo un elemento fundamental
para hacer profundizar la democratización del Estado – y en particular
de sus prácticas administrativas- y de la sociedad para hacer avanzar
en el país una agenda progresista y democrática. Ojalá se pueda
realizar en llave con esa parte de la izquierda con ganas de quedar
instalada, y a veces acomodada, en las instituciones políticas y
administrativas.
5. TRAS LA REELECCIÓN: REPOSICIONAMIENTO DE LA IZQUIERDA
Fuente de la imagen: http://radiomacondo.fm/
La porción de la izquierda que se opuso a la alianza con Santos dio un
paso atrás para afianzar su programa y preparar seguramente la
oposición política hacia el próximo periodo de gobierno, para insistir
en la viabilidad de un proyecto democrático y anti-neoliberal para
Colombia. Paradójicamente la izquierda del Frente Amplio por la Paz,
sin negarse a esa aspiración, es quien tiene en frente la oportunidad
de liderarlo de la mano del compromiso activo con la implementación
de los acuerdos de los diálogos de paz e implementación de las
reformas sociales y del Estado.
Carlos A. González
Pasada la coyuntura electoral que comprendió elecciones legislativas
y presidenciales, reelección de Santos, avances de un proceso de
diálogo con las FARC-EP y adelantos de lo que podría ser una primera
fase de diálogos con el ELN1
, la situación de la izquierda ha cambiado.
En relación con la situación política del primer gobierno de Santos, un
periodo de reacomodamiento en el bloque en el poder y en general
en el conjunto de las fuerzas políticas y sociales, la izquierda hoy
tiene oportunidades nuevas dispuestas por la coyuntura de paz.
Legislativas
Las legislativas cristalizaron la división interna del PDA, iniciada con la
renuncia de los Progresistas en 2010, la expulsión posterior del
Partido Comunista y finalmente la salida de otras agrupaciones más
pequeñas que hicieron parte de este partido desde su fundación en
2005. Tras las legislativas, Progresistas está más lejos del PDA; el
Parido Comunista, junto a otras expresiones sociales, reconstruyó la
6. UP y, posteriormente, estos dos agrupamientos se aliaron con el
Parido Verde (PV) construyendo la Alianza Verde (AV) como un
movimiento político de centro, con matices de izquierda y de derecha,
que actuó hacia las legislativas 2014-2018. Esta izquierda se
reorganizó, se alió con otros sectores democráticos con quienes hará
oposición desde AV y cuenta con varias plataformas de acción
política, partidistas y no partidistas.
AV obtuvo 5 escaños en el Senado y 6 en Cámara, mantuvo la
representación del anterior Partido Verde en la cámara alta y
aumentaron los escaños (+3) en cámara baja. Entre los Senadores,
dos son Progresistas, Navarro y Ospina; la UP no logró escaños y en
consecuencia el PCC perdió su representación política. La composición
interna en el AV es heterogénea ideológicamente, no cuenta con un
programa definido y en consecuencia se recogen en su seno una
variedad amplia de posturas que alcanzan hasta la centro-derecha de
Peñalosa. Más allá de ello, esta participación le alcanza a la AV para
hacer vida política institucional y seguramente activa por la calidad de
sus senadores(as).
Por su parte, el PDA obtuvo 5 escaños en el Senado y 3 Cámaras,
redujo su representación en ambas cámaras, (-3) en Senado y (-2)
en Cámara de Representantes para el periodo legislativo 2014-2018.
La bancada de senadores electa tiene una ligazón más definida con
los movimientos sociales y populares que la anterior, principalmente
Robledo, Cepeda, López y Castilla representan distintas fracciones de
la izquierda colombiana, así como sectores sociales determinados y
una porción importante de la opinión ciudadana del país. El PDA
cuenta con una unidad programática y una estructura política más
definida que le permitirá mantener una personalidad de izquierda y
seguramente liderar la oposición desde el campo de la izquierda.
Presidenciales
Para la izquierda, las presidenciales significaron tensionamiento de
fuerzas y un diseño de campaña centrado fundamentalmente en el
voto de opinión y el voto ideológico. La candidatura de izquierda fue
la de Clara López y Aida Avella, dos mujeres que lograron habilitar un
escenario político importante en un periodo crítico si de unidad se
trata; esta campaña obtuvo en primera vuelta un poco más de 2
millones de votos quedando muy cerca de Martha Lucia Ramírez y por
encima de Peñalosa; la votación fue un anuncio de las alianzas que
posteriormente se harían. Por su parte, los Progresistas titubearon
entre Peñalosa y Santos, para finalmente establecer una nueva
alianza, ahora con el Partido Liberal, y colocarse al lado del
presidente candidato desde primera vuelta, a todas luces un viraje
muy cercano al oportunismo si se tiene en cuenta el fenómeno
“destitución de Petro” en Bogotá.
7. Clara López fue la candidata de la opinión ciudadana en Bogotá, Cali
y Tunja muy a pesar de los Progresistas; este hecho y los cálculos
propios hacia las locales de 2015, la impulsaron a distanciarse de la
posición mayoritaria del PDA y en consecuencia a establecer una
adhesión a Santos hacia segunda vuelta, identificando en la
reelección una posibilidad para el proceso de diálogo con la
insurgencia y una opción política para la izquierda en su conjunto; se
colocó de cara a las reformas que se vienen y no en la cola. La
decisión de Clara es, en realidad, acompañada por otros sectores del
PDA, como el de Cepeda, que decidieron respaldar a Santos mucho
antes que el partido definiera “dejar en libertad a sus electores”. Esta
discrepancia interna tiene hoy al PDA en camino de una nueva
ruptura, polarizado en cuanto al énfasis táctico que implica para unos
la alianza con Santos por los diálogos de paz o para otros, apegarse
al programa antineoliberal del Partido y en consecuencia en contra de
Santos; un dilema que de acuerdo con las estructura de
oportunidades de la mesa de diálogos se traduce en cierre del
conflicto con reformas del Estado y reelección o continuidad de la
guerra.
Reposicionamiento
El reposicionamiento de la izquierda viene con reagrupamiento en
torno a los diálogos de paz. La reelección de Santos dio a sus aliados
mayores oportunidades de protagonizar, al lado de la coalición de
gobierno, este proceso que seguramente será más visible en la
tercera fase de los diálogos que comprende la implementación,
verificación y refrendación de acuerdos. Implementación que es
fundamentalmente un proceso político de reforma del Estado y de
construcción de mayorías nacionales en el que puede avanzar un
nuevo proyecto unitario de izquierda, esta vez con una política
articuladora: la construcción de la paz. Teniendo de fondo este
panorama, se puede entender los pasos dados en dirección del Frente
Amplio por la Paz en donde una buena parte de la izquierda, de
sectores sociales y sindicales y de ciudadanía se congrega para
impulsar el proceso y disponer fuerzas para esta etapa decisiva de los
diálogos.
Desde el horizonte de los movimientos sociales, el paro agrario de
2014 deja fuerzas disponibles en esta misma dirección, un proceso de
articulación importante en la Cumbre Agraria y Popular, en donde
convergieron fundamentalmente organizaciones campesinas,
indígenas, afrodescendientes y plataformas político-sociales, que tuvo
logros en el trámite de demandas específicas y en la creación de un
escenario de acción política desde los movimientos que incluye la
interlocución con el gobierno reelegido. La Cumbre logró un
posicionamiento por sus propios medios y es un escenario muy
atractivo para otras organizaciones sociales que aún no tiene
8. protagonismo público; la Cumbre tiene en potencia también la unidad
político-social desde la izquierda.
Por otro lado, la porción de la izquierda que se opuso a la alianza con
Santos dio un paso atrás para afianzar su programa y preparar
seguramente la oposición política hacia el próximo periodo de
gobierno, para insistir en la viabilidad de un proyecto democrático y
anti-neoliberal para Colombia. Paradójicamente la izquierda del
Frente Amplio por la paz, sin negarse a esa aspiración, es quien tiene
en frente la oportunidad de liderarlo de la mano del compromiso
activo con la implementación de los acuerdos de los diálogos de paz e
implementación de las reformas sociales y del Estado.
Finalmente, las oportunidades puestas sobre la realidad, presentan
también amenazas, el Frente Amplio por la paz tiene limitaciones
seguramente mayores que las propias del PDA, una de ellas y no
menor es la dependencia de Santos y de los diálogos. Pues la
reelección de Santos acercó la “derecha tradicional” con el centro y
una parte de la izquierda, esta última un poco a regañadientes,
dándole la opción a Santos de liderar este agrupamiento con la
bandera de los diálogos; la dependencia radica en la disposición de
Santos, y con ello la fracción hegemónica del Bloque, para construir y
consolidar una nueva alianza multiclasista como fuerza política que
impulse las reformas indispensables para el fin del conflicto armado.
Esta dependencia es el reto de la izquierda que le implica avanzar en
su recomposición y organización interna, de cara a contribuir en un
escenario más favorable, diferenciándose al mismo tiempo del
establecimiento.
Es muy posible que el liderazgo de Santos vaya sólo hasta el fin del
conflicto, por el carácter de clase de su proyecto, sin embargo habrá
que ver la disposición de las otras fracciones del Bloque que pueda
lograr, de eso dependerá su tareas. Del lado de los subalternos los
anima la construcción de la paz tras la cual han resuelto acumular
fuerzas sin contar con el timonel, en todo caso con la oportunidad de
profundizar esta política y colocarla a la altura de la movilización
social y popular.
***
1
Se recoge en este artículo el movimiento de las agrupaciones de
izquierda, excluyendo la insurgencia. Las razones no tienen que ver
con distinguir lo legal de lo ilegal como algunos hacen
frecuentemente, pues las modalidades de acción política de la
izquierda y la derecha no se reducen a los campos del sistema
político. Tampoco es razón porque su política no haga parte del
movimiento en general de las fuerzas político sociales, sino por el
contrario por meras cuestiones de espacio. Es tarea de un artículo
9. complementario, seguramente que modifique algunas
generalizaciones aquí consideradas y trate el curso de los diálogos.
COLOMBIA 2014-2018:APAZ Y SALVO
Fuente de la imagen: www.vanguardia.com
En el proceso histórico el ser humano se crea a sí mismo. Bienvenidos
los tiempos para que las nuevas generaciones de colombianos y
colombianas sean hijos y constructores de la paz. Las reformas que
necesita el país deben orientarse a garantizar el florecimiento
humano de todas y todos, sin distingo alguno.
Libardo Sarmiento
Ganó la sensatez y la decencia, Colombia votó en favor de la paz. La
esperanza triunfó sobre el miedo, afirmó Santos. El centro y la
izquierda unidos en el proyecto político de reconciliación, perdón,
verdad y fin del conflicto armado, representan 51% de los votos
válidos; la extrema derecha, guerrerista y llena de odio, 45%. El 4%
de los electores optó por el voto en blanco.
Aun cuando la paz no significara más que la ausencia de guerra, de
odio, de matanza, de locura, alcanzarla, argumenta el psicoanalista
Erich Fromm, figuraría entre los logros más elevados que el ser
humano se puede proponer. No obstante, el concepto profético de
paz no puede ser definido como ausencia de guerra, es un concepto
filosófico y espiritual: implica conciencia, razón, armonía,
reconciliación, justicia, verdad, amor, libertad, igualdad, solidaridad y
compasión.
Además de las reformas estructurales que requiere la sociedad
colombiana (en la justicia, la educación, la salud, el desarrollo rural,
la distribución del ingreso y el modelo de desarrollo), las instituciones
públicas, el sistema educativo, las organizaciones de la sociedad civil,
los medios de comunicación y el sector empresarial tienen una amplia
responsabilidad en afianzar este concepto profético de paz.
10. La sociedad colombiana debe emprender un proceso que haga
realidad la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no
repetición del horror, la barbarie y la demencia de estos últimos
cincuenta años. De acuerdo con el informe del Centro Nacional de
Memoria Histórica, la violencia prolongada durante más de 50 años y
su progresiva degradación han generado impactos y daños
devastadores tanto para las víctimas, familiares, comunidades y
organizaciones e instituciones públicas, como para el conjunto de la
sociedad colombiana. Este informe da cuenta de 220.000 asesinatos
producto directo del conflicto armado. De acuerdo con la Unidad de
Victimas de la Presidencia de la República el número de afectados por
la violencia es de 6,5 millones de colombianos (el 40% de los
responsables corresponde a la insurgencia y el 60% a agentes del
Estado, paramilitares y bandas criminales).
Con el propósito de construir la paz, el trabajo que nos espera por
hacer es arduo. Demasiada población es todavía ajena a este anhelo
de paz. El potencial electoral de Colombia en estas elecciones
presidenciales es de 33 millones, pero en la segunda vuelta no
ejercieron su derecho político 17,2 millones de potenciales votantes.
Si bien la abstención en junio de 2014 es de 52,1% (disminuyó en
cerca de 8 puntos porcentuales entre la 1ª y la 2ª vuelta) se
encuentra 2 puntos arriba del promedio histórico, expresando el
apoliticismo de la mayoría de la población económicamente inactiva,
los desempleados, los trabajadores informales y pobladores populares
urbanos y rurales. En concreto, la votación por Santos sólo
representa 23,7% (entre la1ª y la 2ª vuelta aumentó de 10 a
23,7%) del potencial electoral. Entre los votos por la extrema
derecha (20,9%), la abstención (52,1%) y el voto en blanco y nulo
(3,3%) se agrupan tres de cada cuatro personas mayores a 18 años
(ver gráficos 1 y 2).
11. La extrema derecha es un peligro latente para el logro de la paz. Una
tercera parte del Congreso elegido en 2014 tiene vínculos con el
paramilitarismo y las mafias. Una quinta parte de la población
potencial sufragante milita o simpatiza con la ideología de extrema
derecha. No pocos de los líderes de estos grupos fascistas y
autoritarios son verdaderos psicópatas, esto es, personas de carácter
inestable, antisocial y con faltas de empatía, ególatras y mesiánicas,
apenas sienten emoción por nada, asesinos que infligen dolor al
prójimo sin ningún tipo de remordimiento. Las bases sociales están
representadas por gran parte de la lumpen oligarquía, la pequeña
burguesía, los terratenientes, transportadores, comerciantes,
miembros de los grupos armados legales e ilegales y rentistas del
capital. La fragmentación del territorio y de las elites regionales
también da cuenta de esta polarización entre la guerra y la paz;
aquellas regiones que aun cultivan las mentalidades coloniales e
influenciadas del fanatismo religioso son proclives a la barbarie sin
fin. La consigna de estos grupos sociales: «todo vale», su cultura la
necrofilia. Es clara la relación entre los factores socioeconómicos, de
un lado, y los factores caracterológicos, por otro.
Colombia, a pesar de triunfar la convocatoria por la paz, es una
sociedad polarizada. Entre la primera y la segunda vuelta por la
elección presidencial, Santos y Zuluaga aumentaron, en conjunto, 7,7
millones de votos; estos tienen como origen la reducción de la
abstención (2,6 millones de votos), la redistribución de los votos del
Partido Conservador, el Polo y los Verdes (5 millones) y la baja del
voto en blanco (151 mil). La redistribución de estos votos durante la
segunda vuelta fue 41% para Zuluaga y 59% para Santos (ver
gráfico 3).
12. El número de votos válidos por la elección de presidente aumentó
entre la 1ª y la 2ª vuelta de 12,8 millones a 15,3 millones. La
polarización entre la guerra y la paz conmovió a más de un escéptico.
El voto en blanco cayó de 6 a 4% del total de votos válidos. Santos
duplicó su participación relativa al ser favorecido por 51% de los
electores. Zuluaga, ganador en la primera vuelta con el 29,3% de los
votos, aumentó a 45% en la segunda vuelta (ver gráficos 4 y 5).
La ciudad capital fue clave en estos resultados; a pesar de los errores
de las administraciones de izquierda y de los ataques furibundos y
continuos de la Cámara de Comercio, los medios de comunicación, los
13. contratistas y la extrema derecha bogotana, no lograron desanimar a
un electorado independiente, demócrata, humanista y amante de la
vida digna.
En el proceso histórico el ser humano se crea a sí mismo. Bienvenidos
los tiempos para que las nuevas generaciones de colombianos y
colombianas sean hijos y constructores de la paz. Las reformas que
necesita el país deben orientarse a garantizar el florecimiento
humano de todas y todos, sin distingo alguno. De acuerdo con la
experiencia humanista, todo lo vivo tiene una tendencia primaria a
crecer y a desarrollarse; lo destructivo en el ser humano tiene sus
raíces en el impedimento y en el fracaso de estas leyes propias de lo
vivo. Según Fromm, se puede mostrar que las tendencias
destructivas, es decir, las tendencias de las pulsiones de muerte, son
el resultado de un fracaso del arte de vivir, del vivir no-correcto, de la
indecencia y la inmoralidad. Tal es paz en el sentido profético. La
palabra hebrea para decir paz,shalom, traduce «plenitud»,
«bienestar».
La Declaración Universal de Derechos Humanos considera que la
libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el
reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e
inalienables de todos los miembros de la familia humana. Sin
embargo, la historia humana enseña que la garantía y disfrute de los
derechos humanos deben estar fundamentados en una sociedad en
paz, orientada por relaciones de amor, solidaridad, justicia, igualdad
y libertad. Paz y derechos humanos se implican recíprocamente. En
resumen, la democracia, la paz y el desarrollo sostenible requieren de
la conciencia, la concertación y el compromiso en torno al bien común
entre las instituciones públicas, el sector empresarial y la sociedad
civil. Son los tiempos de una ciudadanía educada en el amor, la
pluralidad, la dignidad, la compasión y la cultura de la no violencia.