La educación tradicional se originó en las civilizaciones clásicas y se mantuvo como la única alternativa hasta mediados del siglo XX. Se basaba en la imposición de modelos morales por parte del docente sobre el alumno de manera pasiva, enfocándose en la memorización y repetición de contenidos estáticos sin discusión o cuestionamiento. La evaluación era mecánica y usada como represión más que para medir el aprendizaje real del alumno.