Bases neuroquímicas del apego y el crimen pasional. Una teoría

1. REFLEXIONES POST APOCALÍPTICAS
HC MORENO (drmoreno2001@hotmail.com)
SOBRE LA INFIDELIDAD
Definitivamente puedo asegurar que no poseo el alelo 334. Si soy capaz de hacer un
apego con una mujer. Lo hice. Lo he hecho varias veces. Ellas supieron como
apegarme. Con la vasopresina. Mientras mas hacemos el amor, más queremos estar con
esa persona. Por eso el tratamiento despreciativo por la persona qué y qué nos ama, es
tan contraproducente. El receptor de vasopresina favorece el apego, pero si tienes la
mutación en el gen AVPR1a (apego-vaso-presin-receptor-1a) la hormona no se
internalizara en la neurona diferenciada para este efecto en la zona límbica y el macho
del modelo experimental donde se descubrió este efecto (o el varón humano, así
comulgue todos los domingos) serán mas promiscuos. Esta explicación es simplista,
puesto que debe haber otros factores. Otros receptores funcionarían también. Y por
supuesto que factores educativos organizados en la memoria emocional del cerebro
cortical frontal también. Además de los receptores de dopamina tipo 4, los cuales han
sido involucrados en el comportamiento sexual del varón y de la hembra. Se puede
teorizar que mientras para algunas personas el tono de la vasopresina es suficiente para
mantener el apego, sin que sea mas tarde tan necesario el deseo sexual, para otros en
cambio, el contacto sexual será prominente y a través del mismo se establece un apego
mayor si el alelo 334 está ausente en el gen AVPR1a. Cuando el deseo sexual merma,
por parte del otro miembro de a pareja, usualmente la mujer, la necesidad del tono
dopaminérgico alto se hace insoportable en estos varones mutantes. Se produce un
síndrome de abstinencia endorfínica y el varón se da al tabaquismo, la cafeína, el
alcoholismo, la marihuana o la cocaína, los deportes extremos, el exceso de trabajo o la
camorra aún y en especial con su mujer, para recuperar ese tono dopaminérgico; o a
algo mas natural y nutritivo en el sentido del placer como lo sería, otra mujer
sexualmente satisfactoria, de esas a quienes el varón tiene que pedirle tiempo dada la
intensidad y frecuencia sexual que ellas demandan. En esta etapa el varón es sumamente
vulnerable a caer en trampas de sensualidad que le tiendan otras, lo cual complicará aún
más su vida. Debe pues estar ojo avizor. Este comportamiento por supuesto, alejará mas
todavía a la mujer antes en primer plano y por la cual se despertó inicialmente ese
apego, don natural tan necesario para proteger y conservar la familia. Si no se encuentra
esta sustitución rápidamente, el síndrome de abstinencia sexual, potenciado por la
sensación cortical de burla que el varón despreciado internaliza, puede desencadenar en

2. el crimen pasional. Esto solo pasaría en varones propensos al apego gracias al gen
normal AVPR1a. Se puede vislumbrar entonces, que el tratamiento para la depresión
debida a la separación y al divorcio, la cual es frecuentemente interrumpida por
espasmódicos ataques de furia impotente y que podrían desencadenar en el crimen
pasional, será un antagonista del receptor de vasopresina. Seguramente no funcionará en
todos dada la subyacente variabilidad genética sospechada en este tipo de
comportamiento. Pero en estos donde funcione, tendrá el mismo efecto que solicitan los
hombres y las mujeres en tantos boleros y baladas. Esto es, el olvido de la persona
amada. El olvido de esa persona que se ha alejado bien como consecuencia del
comportamiento masculino o por hecho propio de aquella cuya estructura mental la
obliga también a ser manipuladora y sociópata, mendaz y narcisista, sádica y
maquiavélica, debidamente disfrazada de sufrida, quien falta ahora en la vida del
apegado. El desarrollo de métodos conductuales o farmacológicos-neuroquímicos para
tratar el apego hará mermar el crimen pasional. Pero es necesario que el varón (o la
mujer) afectado(a), busque la ayuda necesaria rápidamente antes de llegar a terminar
como viudo encarcelado o como un uxoricida (conyugicida)-suicida.
Todo lo demás puede ser resuelto con la ayuda de un buen abogado civilista.